sábado, 5 de septiembre de 2009

Ray Bradbury: "Internet es un juguete; precisamos maestros"

XIII Feria Internacional del Libro


El autor de "El hombre ilustrado" defendió con firmeza al libro ante el avance de la tecnología en las comunicaciones.

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Sábado 26 de abril de 1997 | Publicado en edición impresa

El Planetario de los bosques de Palermo fue el sitio donde, en la destemplada mañana de ayer, el escritor de ciencia ficción Ray Bradbury hizo su primer contacto con los seres de la Argentina.

Este primer encuentro se dio cerca de las 11, cuando la secretaria de Cultura de la ciudad, María Sáenz Quesada, le entregó el diploma que lo consagró visitante ilustre de Buenos Aires. Siguió una breve función, en el hemiciclo del Planetario, sobre estrellas, planetas y galaxias.

El espectáculo culminó con la súbita aparición de la imagen del propio Bradbury, proyectada sobre el cielo estrellado y artificial; un regalo inesperado que el escritor, en la conferencia de prensa que vino a continuación, se apresuró a agradecer: "Jamás soñé que llegaría al espacio exterior".

Generación de estúpidos

El ensayista norteamericano Alvin Tofler alguna vez escribió que la juventud de los años "90 constituye, por su apego incondicional a las computadoras, "la generación de la pantalla". Bastante más explícito, Bradbury dijo ayer que, por lo menos en los Estados Unidos: "Estamos criando una generación de estúpidos. Se habla de poner computadoras en el sistema educativo, cuando lo que necesitamos son libros y mejores maestros".

Los libros están en la cúspide de los afectos de Bradbury, como autor y, en especial, como lector. Un cariño que nació al haberse autoeducado en las bibliotecas públicas de Los Angeles, cuando la pobreza le cerró el camino a la universidad.

"Siempre tendremos libros. La computadora es algo lejano, remoto. A un libro lo podemos apretar contra el pecho, poner en el bolsillo, llevar a la cama. Hay sólo dos cosas con las que uno se puede acostar: una persona y un libro", insistió el autor de Crónicas marcianas y Farenheit 451.

"Ponemos demasiada atención en las cosas técnicas, pero no en lo creativo. Hay una fascinación con Internet, que es un juguete. Para investigar es muy bueno, pero no enseña a crear."

Para Bradbury, pasar varias horas sumergido en Internet "es como almorzar todos los días con la gente equivocada. Es mejor ir a la plaza con un buen libro, porque allí hay un amigo que puede enseñarnos algo".

Cada vez más cuentos

"Espero que se le dé importancia al libro y al maestro, sino, corremos el riesgo de crear una elite que nos controle. Si tenemos millones de gente que no lee, automáticamente tenemos una elite", advirtió el escritor, al subrayar su inquietud frente el oscurantismo y la ignorancia organizada. La imaginación de Bradbury, siempre fecunda a sus 76 años, se nutre de los nuevos inventos, los buenos como los malos: "Cada vez estamos más rodeados por la tecnología; hay nuevas cosas que celebrar y que criticar, lo que facilita mi trabajo".

¿Qué cosas celebra?: "Uno de los grandes inventos de los últimos 20 años es el video cassette, porque por muy poca plata nos podemos educar: podemos aprender historia y ver grandes películas". Con tanto invento, "cada vez escribo más cuentos; tengo un libro editado hace poco y otro a punto de aparecer. También he estado trabajando en tres guiones de cine". Bradbury admitió que, si bien sigue escribiendo ciencia ficción, jamás lee a sus colegas, a los cronistas espaciales como él, "porque muchos de los que escriben ahora se imitan unos a otros, y las historias son sobre criaturas de otros mundos a las que se les salen los sesos por la cabeza".

Seres milagrosos

"Siempre me preguntan si creo en la teoría de Darwin, y digo que sí. Cuando me preguntan si creo en la teoría de Lamark, vuelvo a decir que sí, y también digo que sí cuando me preguntan si apoyo la teoría creacionista del Antiguo Testamento. A todo digo que sí, porque nada está probado", señaló el autor de "El hombre ilustrado".

Al parecer, lo único que quiere probar Bradbury es que "somos seres milagrosos", nacidos en un planeta que alguna vez, golpeado por un rayo, "decidió convertirse en vida".

"Hace miles de años -reflexionó el escritor-, cuando logramos el don de la visión, empezamos a mirar a las estrellas desde la boca de las cuevas. Ahora tratamos de llegar a ellas."

Como corolario, el prestigioso escritor de ciencia ficción expresó, ante el enjambre de periodistas que lo escuchaba absorto en el Planetario, que: "Viajar por el espacio es nuestra manera de intentar ser inmortales, un esfuerzo religioso en el pleno sentido de la palabra: es religarse al universo."

Ramiro Pellet Lastra


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