lunes, 27 de abril de 2009

"Hablando del asunto" de Julian Barnes



Stuart y Gillian se conocen en una reunión organizada en un hotel por una agencia matrimonial que organiza cócteles para solteros de buena posición que, por diversas circunstancias, tienen una escasa vida social. Stuart es un cuadro medio de un banco, un buen chico, sensible aunque algo soso, y Gillian una restauradora de cuadros encantadora. Se casarán, pero entra en escena Oliver, el mejor amigo de Stuart, bohemio y presunto dandy, que se las da de conocer mundo aunque no ha pasado de Marbella, quien se enamora perdidamente de Gillian. Y Barnes obsequia a los lectores con su moderna versión del triángulo eterno. Pero, claro está, todas las historias son antiguas y del genio de un escritor depende la novedad de la versión. Y Julian Barnes, con su fascinante versatilidad, nos ofrece en los monólogos de los tres vértices del triángulo y de algunos actores secundarios, pero no menores, una versión irónica, despiadada y compasiva a un tiempo, resplandeciente y con tantas facetas como un diamante, de los usos y costumbres sociales, sexuales, verbales y amorosos de nuestros contemporáneos.

Greenpeace en Dársena Norte



Estuvimos en Buenos Aires y fuimos hasta Dársena Norte, vimos al Artic Sunrise anclado.

Gramática de la Fantasía: un clásico para la producción literaria

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Gianni Rodari dio a conocer en 1973 su Gramática de la Fantasía con un objetivo muy particular: no representa ni la tentativa de fundar una “Fantástica” en toda regla, lista para ser enseñada y estudiada en las escuelas como la geometría, ni tampoco una teoría completa de la imaginación y de la invención. No es tampoco un “ensayo”. No sé exactamente qué es. Se habla aquí de algunas formas de inventar historias para niños y de cómo ayudarles a inventarlas ellos solos. Tal es la descripción que él mismo hace de su texto. Y tiene razón. Se trata de “formas de inventar historias”, es decir que, proveyendo una gramática de la fantasía, podemos lograr una síntesis entre la estructura de nuestro lenguaje y la imaginación de los chicos. Por esta razón, el trabajo de Gianni está dirigido a quien cree en la necesidad de que la imaginación ocupe un lugar en la educación; a quien tiene confianza en la creatividad infantil; a quien conoce el valor de liberación que puede tener la palabra.

El binomio fantástico

Para elaborar esta introducción al arte de inventar historias, Gianni Rodari se basa en una operación lingüística que denomina el binomio fantástico. Se trata de dos palabras puestas en relación, ya que una palabra actúa únicamente cuando se encuentra con otra que la provoca, que la obliga a salir de su camino habitual y a descubrir la capacidad de crear nuevos significados. La conexión entre estos dos términos debe realizarse de una manera en particular. No es lo mismo utilizar cualquier palabra. Es necesario que haya una cierta distancia entre ambas, que una sea lo suficientemente diferente de la otra, y que su aproximación resulte prudentemente insólita. Tomemos como ejemplo las palabras “perro” y “semáforo”. ¿Cómo podemos encontrar una relación entre ellas? Semáforo de perro, perro con semáforo, perro tras semáforo, perro en semáforo, semáforo anti-perro, y las posibilidades se siguen multiplicando. De esta manera, la imaginación se ve obligada a ponerse en marcha y a establecer un parentesco. Se construye así un conjunto “fantástico” en el que pueden convivir los dos elementos extraños. La creación de este vínculo implica una operación de “extrañamiento” en el sentido utilizado por Víctor Shklovsky, ya que las palabras no se toman en su significado cotidiano, sino que se las libera de las cadenas verbales de las que normalmente forman parte.
Una manera de extremar la función del binomio consiste en crear una hipótesis fantástica y llevarla hasta sus consecuencias más trágicas. Lo que cambia con respecto al binomio es el componente: en lugar de partir de dos nombres, establecemos una relación entre un nombre y un verbo, un sujeto y un predicado, o un sujeto y un atributo. Por ejemplo: ¿qué pasaría si el perro se despierta un día con tres luces en la cabeza, una roja, una amarilla y una verde? Este tipo de planteo resulta muy productivo para crear historias y podemos encontrar muchos ejemplos de esta construcción en la historia de la literatura. Así, La metamorfosis de Franz Kafka descansa en la hipótesis “¿qué pasaría si un hombre de despierta convertido en insecto?”, y El vizconde demediado de Ítalo Calvino se desarrolla respondiendo a la pregunta “¿qué pasaría si un hombre es partido a la mitad?”.
Otro ejercicio propuesto por Gianni Rodari es obtener nuevas palabras agregándoles un prefijo arbitrario. Se trata, nuevamente, de un caso especial de binomio fantástico. La consigna consiste en escribir una lista de prefijos y una lista de palabras, y luego realizar uniones al azar. No todas las combinaciones son productivas para crear historias, pero sí para poner la atención sobre el lenguaje. Utilizando los prefijos para “deformar” las palabras, estamos reflexionando sobre su significado, su uso y sus posibilidades de combinación con las palabras. ¿Quién hubiera dicho que con un prefijo como “des”, insignificantes tres letras, se pueden crear imágenes como un “desperchero” o una “destijera”?
Todas estas variantes del binomio fantástico aportan un valioso material para inventar historias, muy fructífero a la hora de trabajar con las producciones literarias de los chicos, ya que posibilita la transformación de su realidad cotidiana en un nuevo mundo tan extraño como posible. Pero, al mismo tiempo, permiten una reflexión sobre el lenguaje, operando sobre el significado de las palabras (la semántica), y sus posibilidades de formación (morfología) y de combinación (sintaxis). El extrañamiento aplicado en el nivel de la lengua nos lleva a construir efectivamente una gramática “rara”, unas reglas para inventar un lenguaje nuevo que juega y llama constantemente a la gramática del español.

Polinomio fantástico

Gianni Rodari propone dos ejercicios para crear historias que resultan más elaborados en cuanto al argumento. Uno consiste en recortar titulares de los diarios y combinarlos obteniendo noticias fantásticas y extravagantes para poder luego imaginar una explicación o desarrollo del tema. El otro es un juego de preguntas y respuestas, en el cual cada chico responde una de ellas sin leer el resto. Las preguntas son: ¿Quién era? ¿Dónde estaba? ¿Qué hacía? ¿Qué dijo? ¿Qué contestó la gente? ¿Cómo terminó todo? Hay, entonces, una progresión que forma la trama para una historia. El resultado es siempre incoherente, pero cohesivo. Frente al producto del ejercicio, podemos reírnos y nada más, o bien analizar la situación obtenida para sacar de ella una historia, o una reflexión sobre la gramática textual. La base de este ejercicio sigue siendo la misma que la del binomio fantástico, con la diferencia de que en lugar de relacionar palabras al azar, la operación radica en elegir una sintaxis al azar para crear una historia.
A partir del binomio y sus distintas variantes, podemos experimentar tanto formas de inventar historias como maneras de crear nuevos lenguajes, disparatados, fantásticos, divertidos, pero siempre muy concientes de su carácter lingüístico. Estos ejercicios permiten una reflexión, un uso y apropiación de la gramática, convirtiéndola en una herramienta útil no sólo para crear historias, sino también para que los chicos sean usuarios efectivos de la lengua.


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Imaginaria número 125

Gianni Rodari