jueves, 4 de noviembre de 2010

"El Señor Sigma". Umberto Eco.

El Señor Sigma. Umberto Eco.

" Supongamos que el señor Sigma, en el curso de un viaje a París, empieza a sentir molestias en el «vientre». Utilizo un término genérico, porque el señor Sigma por el momento tiene una sensación confusa. Se concentra e intenta definir la molestia: ¿ardor de estómago?, ¿espasmos?, ¿dolores viscerales? Intenta dar nombre a unos estímulos imprecisos; y al darles un nombre los culturaliza, es decir, encuadra lo que era un fenómeno natural en unas rúbricas precisas y «codificadas»; o sea, que intenta dar a una experiencia personal propia una calificación que la haga similar a otras experiencias ya expresadas en los libros de medicina o en los artículos de los periódicos.

Por fin descubre la palabra que le parece adecuada: esta palabra vale por la molestia que siente. Y dado que quiere comunicar sus molestias a un médico, sabe que podrá utilizar la palabra (que el médico está en condiciones de entender), en vez de la molestia (que el médico no siente y que quizás no ha sentido nunca en su vida).

Todo el mundo estará dispuesto a reconocer que esta palabra, que el señor Sigma ha individualizado, es un signo, pero nuestro problema es más complejo. El señor Sigma decide pedir hora a un médico. Consulta la guía telefónica de París; unos signos gráficos precisos le indican quiénes son médicos, y cómo llegar hasta ellos.

Sale de casa, busca con la mirada una señal particular que conoce muy bien: entra en un bar.Si se tratara de un bar italiano intentaría localizar un ángulo próximo a la caja, donde podría estar un teléfono, de color metálico. Pero como sabe que se trata de un bar francés, tiene a su disposición otras reglas interpretativas del ambiente: busca una escalera que descienda al sótano. Sabe que, en todo bar parisino que se respete, allí están los lavabos y los teléfonos. Es decir, el ambiente se presenta como un sistema de signos orientadores que le indican dónde podrá hablar.

Sigma desciende y se encuentra frente a tres cabinas más bien angostas. Otro sistema de reglas le indica cómo ha de introducir una de las fichas que lleva en el bolsillo (que son diferentes, y no todas se adaptan a aquel tipo de teléfono: por lo tanto,a de leer la ficha X como «ficha adecuada al teléfono de tipo Y.») y, finalmente, una señal sonora le indica que la línea está libre; esta señal es distinta de la que se escucha en Italia, y por consiguiente ha de poseer otras reglas para «decodificarla »; también aquel ruido (aquel bourdonnement, como lo llaman los franceses) vale por el equivalente verbal «vía libre».

Ahora tiene delante el disco con las letras del alfabeto y los números; sabe que el médico que busca corresponde a DAN 0019, esta secuencia de letras y números corresponde al nombre del médico, o bien significa «casa de tal». Pero introducir el dedo en los agujeros del disco y hacerlo girar según los números y letras que se desean tiene además otro significado: quiere decir que el doctor será advertido del hecho de que Sigma lo llama.

Son dos órdenes de signos diversos, hasta el punto de que puedo anotar un número de teléfono, saber a quién corresponde y no llamarle nunca; y puedo marcar un número al azar, sin saber a quién corresponde, y saber que al hacerlo llamo a alguien.

Además, este número está regulado por un código muy sutil: por ejemplo, las letras se refierena un barrio determinado de la ciudad, y a su vez, cada letra significa un número, de manera que si llamara a París desde Milán, debería sustituir DAN por los números correspondientes, porque mi teléfono italiano funciona con otro código.

Sea como fuere, Sigma marca el número: un nuevo sonido le dice que el número está libre. Y finalmente oye una voz: esta voz habla en francés, que no es la lengua de Sigma. Para pedir hora (y también después, cuando explique al médico lo que siente) ha de pasar de un código a otro, y traducir en francés lo que ha pensado en italiano. El médico le da hora y una dirección. La dirección es un signo que se refiere a una posición precisa de la ciudad, a un piso preciso de un edificio, a una puerta precisa de este piso; la cita se regula por la posibilidad, por parte de ambos, de hacer referencia a un sistema de signos de uso universal, que es el reloj.

Vienen después diversas operaciones que Sigma ha de realizar para reconocer un taxi como tal, los signos que ha de comunicar al taxista; cuenta también la manera como el taxista interpreta las señales de tráfico, direcciones prohibidas, semáforos, giros a la derecha o a la izquierda, la comparación que ha de efectuar entre la dirección recibida verbalmente y la dirección escrita en una placa...; y están también las operaciones que ha de realizar Sigma para reconocer el ascensor del inmueble, identificar el pulsador correspondiente al piso, apretarlo para conseguir el traslado vertical, y por fin el reconocimiento del piso del médico, basándose en la placa de la puerta.

Sigma ha de reconocer también, entre dos pulsadores situados cerca de la puerta, el que corresponde al timbre y el que corresponde a la luz de la escalera; pueden ser reconocidos por su forma distinta, por su posición más o menos próxima a la puerta, o bien basándose en un dibujo esquemático que tienen grabado encima, timbre en un caso, lámpara en otro... En una palabra, Sigma ha de conocer muchas reglas que hacen que a una forma determinada corresponda determinada función, o a ciertos signos gráficos, ciertas entidades, para poder al fin acercarse al médico.

Una vez sentado delante de él, intenta explicarle lo que ha sentido por la mañana: «J’ai mal au ventre». El médico entiende las palabras, pero no se fía: es decir, no está seguro de que Sigma haya indicado con palabras adecuadas la sensación precisa. Hace preguntas, se produce un intercambio verbal. Sigma ha de precisar el tipo de dolor, la posición.

Ahora el médico palpa el estómago y el hígado de Sigma; para él algunas experiencias táctiles tienen un significado que no tienen para otros, porque ha estudiado en los libros que explican cómo a una experiencia táctil ha de corresponder determinada alteración orgánica. El médico interpreta las sensaciones de Sigma (que él no siente) y las compara con las sensaciones táctiles que experimenta. Si sus códigos de semiótica médica son adecuados, los dos órdenes de sensaciones han de corresponder.

Pero las sensaciones de Sigma llegan al médico a través de los sonidos de la lengua francesa; el médico ha de comprobar si las palabras que se manifiestan por medio de sonidos son coherentes,de acuerdo con los usos verbales corrientes, con las sensaciones de Sigma; pero temeque éste utilice palabras imprecisas, no porque sean imprecisas sus sensaciones, sino porque traduzca mal del italiano al francés. Sigma dice ventre, pero quizás quiere decir foie (y, por otra parte, es posible que Sigma sea inculto, y que para él, incluso en italiano, hígado y vientre sean entidad indiferenciada).

Ahora el médico examina las palmas de las manos de Sigma y ve que tienen manchas rojas irregulares: «Mal signo —murmura—. ¿No beberá usted demasiado?». Sigma lo reconoce: «¿Cómo lo sabe?». Pregunta ingenua; el médico interpreta síntomas como si fueran signos muy elocuentes; sabe lo que corresponde a una mancha, a una hinchazón. Pero no lo sabe con absoluta exactitud; por medio de las palabras de Sigma y de sus experiencias táctiles y visuales ha individualizado unos síntomas, y los ha definido en los términos científicos a los que lo ha acostumbrado la sintomatología que ha estudiado en la Universidad, aunque sabe a qué síntomas iguales pueden corresponder enfermedades diferentes, y a la inversa.

Ahora ha de pasar del síntoma a la enfermedad de la cual es signo, y esto es cosa suya. Esperemos que no tenga que hacer una radiografía, porque en tal caso tendría que pasar de los signos gráfico–fotográficos al síntoma que representan, y del síntoma a la alteración orgánica. No trabajaría con un único sistema de convenciones sígnicas, sino sobre varios sistemas. La cosa se hace tan difícil, que es muy posible que equivoque el diagnóstico.

Pero de ello no vamos a ocuparnos. Podemos abandonar a Sigma a su destino (con nuestros mejores deseos): si consigue leer la receta que le dará el médico (cosa nada fácil, porque la escritura de los clínicos plantea no pocos problemas de descifrado), quizás se ponga bien y pueda aún gozar de sus vacaciones en París."

Umberto Eco. Signo. Labor, Barcelona, 1976.Fragmento.

OBERÁ EN CORTOS: "NINA", EL FLAGELO DE LA TRATA DE PERSONAS EN PRIMER PLANO

OBERÁ EN CORTOS: "NINA", EL FLAGELO DE LA TRATA DE PERSONAS EN PRIMER PLANO
Por muchos motivos, "NiNa", de Sofía Vaccaro, fue la nota destacada de la más reciente edición de Oberá en cortos. El mediometraje que se encargó de dar el pistoletazo de salida al Festival se gestó en buena medida en este marco. En 2006, la directora obtuvo un premio en el certamen que consistía en unirse a un equipo técnico de la región para dar forma a una obra audiovisual. La premisa era también narrar un tema que se desarrollara en la zona.

Luego de iniciar una investigación, Vaccaro dio con el tema de la trata de personas, un flagelo que azota a una región estratégica, cercana a Paraguay y Brasil, donde operan redes criminales que se valen de la problemática social para captar a jóvenes con el fin de utilizarlas como esclavas sexuales. La película contó con un equipo técnico que integró a Buenos Aires y NEA (nordeste argentino), y un equipo artístico compuesto por intérpretes de la región, donde destacan el reconocido Daniel Valenzuela y Muriel Morgenstern, quien ya había sido vista en la producción más relevante del incipiente cine misionero, "Detrás del sol, más cielo".
Rodada en Misiones y Encarnación (Paraguay), "NiNa" narra la historia de una joven de Oberá que es seducida a viajar a la capital para trabajar y alcanzar una mejor calidad de vida; el sueño lo comparte con Lourdes, una adolescente paraguaya proveniente de un barrio marginal que recibe similar oferta. Ambas son víctimas inocentes de una pareja que se encarga de captar jóvenes humildes para ser utilizadas como prostitutas.

- La película nace a partir de un premio que recibiste acá en Oberá, que tenía como objetivo que trabajaras con gente de la región en un proyecto a realizarse en esta zona. ¿Cómo llegas a elegir este tema de la trata de personas?
Entrevista a Sofía Vaccaro, directora de "NiNa".Cuando yo decido aceptar el desafío porque en realidad el premio era algunos recursos para desarrollar el proyecto, no para hacer una película, me pongo a investigar qué estaba pasando en esta región porque yo no conocía mucho. Empecé más con todo el tema de afuera: la diversidad cultural, los inmigrantes, el conflicto de los yerbateros…Y buscando, investigando, me encuentro con algunos artículos periodísticos locales sobre chicas misioneras rescatadas de una red. Noticias muy fuertes pero que a la vez no terminabas de entender bien cómo funcionaba. Siempre eran chicas menores que fueron engañadas.

Ahí me metí con el tema. Recurrí a los periodistas que estaban investigando este tema, a compañeros míos realizadores que tenían conocimiento de esta cuestión del tráfico y la trata de personas. Era un tema que yo ya había investigado para un documental pero con foco en Centroamérica. Por lo que todo me resultaba muy coherente pero no sabía que en Argentina estuviese pasando algo así, que estuviese tan avanzado. En principio lo planteamos como un documental porque yo vengo del documental y estos temas uno los encara como reportajes, informes. Pero nos dimos cuenta que el documental nos limitaba mucho para contar una historia que movilice, con la que se identifiquen las chicas. Ahí es cuando encontramos cuál era el objetivo, cuando nos preguntamos por qué íbamos a hacer una película sobre esto.
El actor Daniel Valenzuela protagoniza "NiNa", de Sofía Vaccaro.Nosotros no militamos en ninguna organización feminista ni en ninguna organización en lucha contra la trata. Ahí pensamos que el objetivo era hacer una película pero que a la vez tenga una denuncia social con un valor educativo porque descubrimos que el problema, una base de este problema, es la educación. Los engaños se producen de una falta de educación de lo que significa aceptar un trabajo, trasladarse a otra ciudad. En esta región y en Paraguay hay una tradición muy fuerte de que las chicas a una determinada edad deben irse a trabajar a una casa de familia en otra ciudad. Por ejemplo, es normal que las chicas jovencitas paraguayas vayan a trabajar de domésticas a Buenos Aires. Entonces la mafia opera aprovechándose de todo ese contexto. Hay un montón de sistemas de captación donde les ofrecen trabajo como domésticas, como mozas, como niñeras. Entonces las chicas lo ven como algo normal y lo toman como parte de lo que toca a esa edad.

- La película se narra a partir de la historia de Nina, quien es engañada por una aparente pareja que le ofrece un trabajo en la capital, y de una amiga de Encarnación. Para armar estas dos historias, ¿tomaste casos reales o los personajes son la síntesis de muchos datos que recogiste sobre el tema?
Una mezcla de las dos cosas. Primero hicimos como una base de datos de un montón de historias y empezamos a encontrar muchos factores en común. Era como que todas las historias eran muy parecidas. Había detalles que las diferenciaban pero eran prácticamente la misma historia. A su vez hubo un par de historias de todas esas que me marcaron; por ejemplo, la historia de una chica de Itapaso, que es un barrio relocalizado por la inundación de Encarnación por la represa Yacyretá, que es hoy en día un barrio muy pobre en donde operan los reclutadores.

A través de estas personas que ofrecen un trabajo se llevan a las chicas. Supe la historia de una chica que fue la que más me tocó, y la historia de Lourdes está basada en esta chica. Y la de Nina es más de un rejunte porque no supe de ninguna chica de la colonia, de la chacra. Esto se da más con las chicas no de chacra sino de zonas del interior de Misiones, de barrios marginados, que fueron desalojados. Pero con Nina no quise contar algo muy definido en lo que respecta a donde vive. Podría ser donde ella vive una zona marginal o no. Ahí la fotografía nos jugó un poco en contra porque tenemos un fotógrafo que ama la estética, y él embellecía todo, así que la chacra quedó como "Heidi". Y la chacra no es tan así pero con la composición quedó como un lugar paradisíaco.

- Hablando justamente de la estética, ¿te planteaste cuando comenzaste a desarrollar la película cuál era el modo más adecuado de desarrollarla desde lo narrativo y lo estético, ya que hay un mensaje importante que transmitir y es necesario que sea lo más comprensible posible para que pueda llegar a un amplio espectro de gente?
Sí, totalmente. A mí me parecía que como es un tema difícil de aceptar, de ver, contarlo de una forma no tan clara, no tan directa, podía terminar en algo más ambiguo. Y yo quería que el mensaje fuera muy claro de principio a fin. Fue eso una propuesta narrativa y se cumplió. Se mantuvo en el guión, después en el rodaje, después en el montaje, a pesar de que el guión no es cronológico: empieza con ella en el presente contando dónde está, y a partir de ahí la película entra en un flashback. Eso también tiene un porqué, no fue para hacer un guión raro. Quería empezar con ese no sé dónde estoy, y también contar que tal vez recién ahí en ese encierro una chica toma conciencia de lo que le pasó. Un poco era reflejar también este trauma que implica que te pase algo así.

- Pensando que este es un tema que involucra mucho a los círculos de poder, ¿tuviste miedo en algún momento de hacer esta película?
Sí, al principio un poco porque hablaba con cualquier persona y me asustaban un poco. Pero la investigación la hicimos con una ONG de Posadas que a su vez trabaja nacionalmente en una red, y hay una mujer que está hace quince años denunciando casos, personas, rescatando chicas. Y ella fue la que me dio la fuerza porque ella es una tipa que tiene mucho coraje para hacer lo que hace, y a pesar de que tuvo amenazas, correos o llamados, ella sigue porque también está contenida.

Verla a ella dándole para adelante, y siendo una persona que en este ambiente del tema todo el mundo conoce, me dije: ‘si yo hago una película, no creo que sea tan grave’. De todas maneras recibí un par de correos raros desde que se hizo la presentación en Buenos Aires en DerHumALC. Hubo un par de correos de gente que me escribió como piropeándome como directora y a la película pero sin poner su nombre, y cuando yo le respondí el correo me volvió rebotado diciendo que esa dirección no existía. Después recibí un llamado en el que me hacían muchas preguntas pero no me querían contar con quién estaba hablando.

- Después de Oberá, ¿la película dónde se va a poder ver?
La presento en Posadas el miércoles 19 a las 4 de la tarde en el cine del shopping y el 22 de agosto en el Museo Yaparí a las 7 de la tarde. También en Encarnación el viernes 21 a las 10 de la mañana. Esa función de Encarnación es más dedicada al gobierno de la ciudad y de Paraguay, y a organismos implicados en la prevención del tema.

- ¿Qué tanto se está implicando los gobiernos en esta problemática?

Hoy en día hay una ley que se aprobó en Argentina que declara como un delito a las personas que están implicadas en una red de trata de personas como reclutadores, proxenetas, pero no está incluido el cliente. Ahora se está interviniendo para que se considere un crimen el consumo. Esto está pasando en muchos países porque en ningún país el cliente está incluido, creo que el único es Finlandia. Entonces los estados están trabajando mucho en el tema por ley. A medida que se aprueban las leyes, el Estado interviene.

En Argentina, el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos tiene el programa las Víctimas contra la violencia, que está totalmente dedicado a prevención, rescate, asistencia, tiene operativos en el Puente Internacional…Y a su vez los ministerios. Acá en Misiones el Ministerio de Derechos Humanos tiene un departamento de trata. Y en Paraguay lo mismo. Entonces esta película le sirve mucho al Estado como herramienta para el trabajo que están haciendo. Por eso organizan en Encarnación esta proyección.

- Con "NiNa" ya iniciando su recorrido con estas primeras exhibiciones, ¿comenzaste a pensar en tu próximo proyecto o es muy pronto para eso?
No, estoy como bajando un poco porque fue muy intenso terminar esta película. Demandó mucho trabajo mío. Tenía pendiente el estreno en este festival que es como el promotor, y en la región. Entonces ahora que hice esto me quedo más tranquila y puedo empezar a relajarme. Además ahora con la película terminada empieza un nuevo capítulo relacionado con la difusión, con el estreno en otros países. También está el Ministerio que seguramente va a querer adquirirla para usarla con valor educativo en las escuelas. Ahora descubrí, proyectándola en una escuela para unos 120 chicos de entre 12 y 16 años, que funciona porque los chicos estaban atentos hasta el final, no volaba una mosca, y les gustó mucho además. Les llegó el mensaje. Y a los maestros les sirve para trabajar con ellos. Ahí descubrí que a nivel educativo va a funcionar. Es una lástima que los chicos tengan que ver eso, pero a su vez está bueno que tengan algunos elementos de prevención. Pero eso tiene que ir acompañado de un maestro que los guíe.

©Cynthia García Calvo/Cinestel.com Oberá (Argentina) 17/08/2009