sábado, 9 de abril de 2016

Rimsky-Korsakov - Sadko - Song Of India

(me llamo) Sebastián - Baila como hombre (Lyric video)

(me llamo) Sebastián, Niños Rosados

SLOWKISS - Pink Death (Video Oficial)

Madame Bovary, por Cristina Vittoria, en Zenda

Veinte años después: La novia de d’Artagnan

Ilustración de Maurice Leloir de Los tres mosqueteros
Publicado en diciembre de 1996, hace veinte años, este artículo de Arturo Pérez-Reverte refleja perfectamente el espíritu que anima a los fundadores de Zenda.
Le calculé veintipocos años. Era la tercera o cuarta de la fila, en aquella librería de Buenos Aires donde el arriba firmante hacía exactamente eso, firmar. Me pareció callada y tímida. Venía cargada con una mochila llena de libros, y cuando llegó hasta mí sacó de ella un leído y releído ejemplar de El Club Dumas.
    —Amo a d’Artagnan —dijo—. Y a los otros.
     Lo dijo temblándole la voz, como si acabara de confesar una pasión extraña o prohibida. Aún pareció a punto de añadir algo, pero no dijo nada más, limitándose a mirar el libro que yo tenía en las manos. Escribí unas palabras cariñosas en la primera página, conversé con ella unos instantes y luego pasé a atender a una señora sexagenaria, muy guapa, con ojos verdes que debieron causar importantes estragos en su tiempo. Mientras charlábamos sobre Sevilla y los bares de Triana, vi que la jovencita que amaba a d’Artagnan seguía por allí, entre los libros, con su mochila al hombro. Una hora más tarde, al despedirme del dueño de la librería y de mis amigos, ella aún estaba en la puerta. “Necesito enseñarle algo”, dijo. Y le temblaba la voz, como si aquello le costase un gran esfuerzo. “Por favor”, añadió. Estábamos junto a la terraza del Patio Bullrich, así que a nada comprometía sentarse cinco minutos y tomar un café. Pero yo dudaba. Miré la hora, incómodo.
     “Es demasiado peso”, dijo entonces la chica, señalando su mochila. Me eché a reir, y al cabo de un instante ella también rió, todavía tímida. Resulta imposible negar un café a alguien que apela, como santo y seña, a las últimas palabras de Porthos en la gruta de Locmaría. Así que la joven que decía amar a d’Artagnan tomó asiento frente a mí, en el borde de su silla, y de la mochila extrajo un montón de manoseadas antiguas ediciones en folletín de las novelas de Alejandro Dumas. Las había ido adquiriendo en librerías de viejo, explicó. Todo estaba allí: Los tres mosqueteros, Veinte años después, el Vizconde de Bragelonne… Y ella habló. A pesar de su timidez, sin apenas levantar los ojos de los libros, Paula —así dijo llamarse— contó largamente, de un tirón, sus muchas horas a solas recorriendo la ruta de Calais, en los corredores del Louvre, batiéndose con Jussac y los guardias del cardenal, enarbolando como bandera la servilleta del baluarte de San Gervasio, o escapando por azar al vino de Anjou envenenado por Milady.
     Lo conocía todo mejor que yo. Y desde niña, aclaró. Para comprobarlo, nos planteamos una especie de cuestionario mutuo que resultó de lo más divertido: el tamaño de los pies de Constanza Bonacieux. Los tres apellidos de Porthos. El nombre del perro de Beaufort. Qué dama usa el alias de María Michon. Quién es Biscarrat, en qué capítulo rompe su espada y en qué capítulo del Bragelonne aparece su hijo. En qué calle vive d’Artagnan cuando es teniente de mosqueteros. Y la única pregunta que ella no supo responder: el nombre del padre del malvado Mordaunt, hijo secreto de Milady.
    De los Mosqueteros pasamos a El conde de Montecristo y La reina Margot, y de Dumas nos fuimos liando con Sabatini, Salgari y los otros, entre ScaramoucheEl corsario negro y El prisionero de Zenda. Mencioné a Ruperto de Hentzau y la risa de Yáñez, y en ese momento vi que Paula lloraba. Lo hacía silenciosa y mansamente, y había lágrimas que le rodaban por la cara yendo a caer sobre las tapas descoloridas de los viejos folletines. Molesto, pregunté por qué diablos me hacía esa faena. Ella levantó la cara, muy grave y muy seria: “Nunca había podido hablar de todo eso con nadie”, dijo. Y supe que me estaba contando la verdad. Después, mientras yo pagaba los cafés, Paula fue metiendo uno a uno los viejos folletines en su mochila. Lo hizo con una dulzura infinita, procurando que no se doblasen las gastadas tapas, como si se tratara de objetos preciosos. Y se puso en pie. “Ojalá existiera Ruritania”, murmuró.
    —Existe —respondí—. Limita al norte con Syldavia y al sur con el castillo de If.
     Aún tenía húmedos los ojos, pero la vi sonreir.
     —Entonces el próximo café lo pagaré yo —dijo—. Si alguna vez nos vemos en Zenda.
     Después me dio un beso fugaz. Y la vi alejarse entre la gente, con su pesada mochila llena de sueños.

Veinte años después: La novia de d'Artagnan - Zenda

Veinte años después: La novia de d'Artagnan - Zenda: Publicado en diciembre de 1996, hace veinte años, este artículo de Arturo Pérez-Reverte refleja perfectamente el espíritu que anima a los fundadores de Zenda.

'Memorias de una escort. Cita a ciegas.' de Prohibida Gabriela

Decir que el género erótico está viviendo una edad de oro es, a estas alturas, un poco de perogrullo. Mejores o peores, cientos de novelas con una alta carga sexual pueblan estanterías de librerías, bibliotecas y casas particulares. Todo el mundo está leyendo o ha leído algo del estilo, desde tu mejor amiga hasta tu peluquera pasando por la abogada de la familia o tu prima que nunca lee nada (todo basado en hechos reales, ojo).
La verdad, no es que el género sea mi favorito, pero me he propuesto salir de mi zona de confort (primero en lo que se refiere a literatura, ya iremos viendo en otras cuestiones...) así que decidí darle una oportunidad a Memorias de una escort. Cita a ciegas, que aunque como veis no es el tipo de lectura que suelo traeros me llamó la atención por varios motivos.
La trama de la novela puede parecer sencilla en un primer momento, e incluso manida, pero nos damos cuenta de que hay mucho más de lo que parece al principio. Gabriela es una mujer guapa que lleva una vida muy normal. Sin embargo, cuando pierde el trabajo y su marido la deja por otra, ve como su vida se desmorona. Busca un trabajo, cualquiera, sólo para descubrir que el mundo laboral parece cerrado a las mujeres de su edad, y entonces aparece la posibilidad de convertirse en escort.
Ser acompañante de lujo no es fácil, y Gabriela pronto descubre que es trabajo relativamente fácil, en el que gana mucho dinero y con un amplísimo mercado por explotar. Sin embargo, hay algo con lo que no cuenta, y es quelos sentimientos no siempre responden como esperamos que lo hagan. El amor y la obsesión harán acto de presencia, y es que no se debe mezclar trabajo y placer. Ni siquiera cuando eres prostituta.
Siempre me ha llamado mucho la atención el mundo que se esconde tras la prostitución. Entendedme, más allá del impulso morboso, no puedo dejar de observar que cada vez hay más locales que se dedican a este tipo de actividades, lo que me lleva a la conclusión de que existe demanda, y mucha. Tanta como para justificar tanta oferta, ¿no?
Sin embargo, nadie parece conocer a clientes de estos servicios. Eso son cosas que hacen otros, y no la gente que conocemos... 'Memorias de una escort. Cita a ciegas'ahonda dentro de este mundo, de sus consumidores y sus trabajadoras, aunque en este caso lo son por elección (o casi) ya que no se trata el tema del tráfico de mujeres, cosa que daría para otros muchos libros.
A medio camino entre el ensayo y la novela, 'Memorias de una escort. Cita a ciegas' juega la baza de la historia de amor, la erótica y la denuncia social, mezclando tramas para mantener la curiosidad del lector. Sí, juega con el morbo y sí, también hay escenas subidas de tono, pero eso ya nos lo imaginábamos... El interés se mantiene, eso os lo digo ya, y es que es inevitable sentir curiosidad por lo desconocido. Eso sí, hay que tener en cuenta que esta es la primera parte, y la segunda aún no está disponible.
Como os digo, esa curiosidad fue lo que me impulsó a elegir este, y no otro. Que el precio sea menos de un euro también ayudó, no os voy a engañar, y la identidad desconocida de la autora no hace más añadir misterio a la historia. No será el libro del año, pero ya os digo que a mí me ha enganchado. A veces salir de la zona de confort te trae nuevas adicciones, cuidado...
Miró primero mis labios, luego me barrió de arriba abajo con una lacerante ojeada que, como un escáner, traspasó mi ropa y llegó hasta la carne haciéndome sentir desnuda. Sonrió, aprobatorio y satisfecho. Iba a saludarle, pero él dio un paso al frente reduciendo a cero la corta distancia que nos separaba. Agarrando suavemente mi cabeza por la nuca y sin mediar palabra, me fue directo a la boca, y me la devoró profunda, larga y tan sensualmente que me dejó sin aliento.

-Hola, encanto, bueno, ya te tengo toda para mí. Sarita no me ha engañado, eres un bombón. Dime ¿De verdad no has estado nunca con alguien, cobrando?

Yo estaba envarada; debía tener las pupilas dilatadas como monedas de un euro y las mejillas me ardían, mi azoramiento era más que patente; la suya me pareció una pregunta retórica, dirigida únicamente a alimentar su excitación escuchándolo de mis labios.

-No, claro que no. Es mi primera vez, además es que no me he acostado con nadie desde… bueno, ni siquiera recuerdo cuánto hace –lo solté sin pensar, sintiéndome aún más idiota y arrepintiéndome al instante. No había por qué; mi última frase era un regalo añadido para sus oídos.

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'Una entre muchas': la visibilidad de las víctimas sexuales




En 1977, Una tiene doce años. Mientras la policía está desesperada por resolver el caso del asesino en serie apodado "el Destripador de Yorkshire", Una sufrirá una serie de actos violentos que la harán sentirse indefensa, sola y culpable, y que le harán emprender un largo camino para liberarse de las secuelas de una violencia cotidiana y banalizada. 'Una entre muchas' es la historia de esta niña, que ya mayor, reflexiona sobre estos hechos. Edita en español Astiberri.
'Una entre muchas' es un cómic duro, hay que reconocerlo. Trata un tema difícil y, además, lo hace desde una perspectiva formal doble: es en cierta forma autobiografía y a la vez es ensayo social. Pone en paralelo la desafortunada investigación policial para cazar al "Destripador de Yorkshire", que tardó cuatro años en ser capturado, con el proceso que vive Una desde su agresión hasta que cerca de la actualidad es capaz de salir a la superficie.
Porque el énfasis de 'Una entre muchas' está en el desamparo y la incomprensión de las víctimas de agresiones sexuales. En la invisibilidad muchas veces del problema y en la culpabilización de aquellas que lo sufrieron. La autora tiene tiempo, además, para desmontar algunas de esas teorías que suelen aparecer de cuando en cuando sobre que la violencia de género no es siempre machista (Una aporta datos concretos que no tienen posibilidad de réplica) o los espacios de violencia que se han dado por normales en nuestra sociedad (gritos y comportamientos violentos en los campos de fútbol, normalización de las violaciones en el cine, etc.).
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La propia autora es consciente de sus limitaciones como autora de cómic. Es más, ella misma se sorprende aprendiendo a crear novela gráfica durante las doscientas páginas de la obra. Es por eso, quizá, que su acercamiento desde la inexperiencia o el desconocimiento hace que los mecanismos que usan resulten genuinos, y no meras imposturas. Una se ve obligada a experimentar en cada página para alternar el dibujo con el texto. No hay dos páginas iguales en el libro. La autora se deshace de la estructura del cómic al uso para abrirla a sus necesidades: sean para colocar un texto muy largo, o para páginas mudas de dibujos a toda página. Juega también con la inclusión de otros textos: noticias, informes, cartas, gráficos, fotografías o incluso homenajes pictóricos. Todo, desde esa bella imagen metafórica de la portada, se pone al servicio de los hechos narrados.
En el epílogo confiesa "espero que sea un buen libro, pero tal vez no uno digno", y sin duda se refiere a su pericia como narradora. Es cierto que, quizá, la obra se alarga demasiado, o que un poco más de concisión hubiera sido de agradecer, ya que la temática es bastante dura y es tratada de forma seria y rigurosa, sin caer en ñoñerías y evitando el humor. Puede que no sea muy "digna" en cuanto a su ejecución, pero de ninguna manera es indigna por su propósito. En esas mismas líneas del epílogo, Una nos dice "tampoco fue terapéutico, pero sí liberador". Como escritor, hace tiempo que dejé de pensar en la escritura como terapia: escribir no soluciona nada. Ni siquiera emborronar cuadernos y cuadernos de diarios para plasmar los más difíciles años de tu vida. Todo lo más, como dice Una, es liberador: un desesperado grito por dejar salir todo aquello que nos reconcome por dentro y que, así, de alguna manera, puede exteriorizarse y no gangrenar.
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Así pues, como artefacto visual, a mí me deja con ciertas dudas (a pesar de que, en una segunda lectura preparando este texto, veo más virtudes de las que en principio observé), pero no así con su mensaje. 'Una entre muchas' es un contundente mensaje de las víctimas de agresiones sexuales. Es un testimonio desolador de cómo una vida se rompe (pero puede volver a levantarse) por un hecho traumático como es éste. Y cómo las víctimas de estas agresiones han sido sistemáticamente ignoradas o desoídas, cuando no culpabilizadas. El caso de Una, es cierto, se circunscribe a la Inglaterra de los años 70, una época que nos queda ya muy lejos y en la que ni siquiera el primer feminismo y la lucha contracultural del movimiento punk consiguieron penetrar en el machismo delstatu quo imperante.
Una entre muchas
Pero lo triste del caso es que pocas cosas han cambiado tras cuarenta años. Todavía persiste la idea de que las mujeres tienen que comportarse de cierta forma si quieren evitar ser agredidas, el primer paso para culpabilizarlas de esos hechos. Todavía persiste una idea social de que la mujer no puede vivir plenamente y en libertad su propia sexualidad sin recibir calificativos despectivos. Se trata de un problema sistémico. Los rasgos machistas de nuestra sociedad parecen estar muy enraízados, pero es básicamente una cuestión de concienciación, de denuncia, de visibilización de las víctimas, de debate sobre la cuestión. Y 'Una entre muchas' es afortunadamente un vehículo para todo ello, una lectura muy necesaria (interesante sería, por ejemplo, leer fragmentos en las escuelas e institutos) para concienciarnos de un problema del que algún día, esperemos que cercano, nos podamos librar.
'Una entre muchas'
Una
Astiberri, 2016.
Rústica con solapas, 208 pgs. B/N y color. 19€
ISBN: 978-84-16251-41-4

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