lunes, 19 de agosto de 2013

NUNCA TE QUISE TANTO COMO PARA NO MATARTE

Resumen

Francisco Galindo es un guardia de seguridad con aficiones literarias. Su relación familiar se desarrolla en un ambiente hostil porque su matrimonio se ha desgastado hasta convertirse en un lastre para ambos cónyuges. Pero si consiguiese conquistar “El Premio Satélite” podría dar un giro radical a su futuro. Se obsesiona con la idea de ganar el concurso porque desde que la doctora Miranda “Ojos de gata” Suárez apareció en su vida la ilusión ha renacido en él. La novela está llena ironía y salpicada de agresividad, ambición, dinero, amores,y debilidades humanas: realidades de la vida cotidiana contempladas a través de la ficción literaria y diseccionada hábilmente desde la particular perspectiva Giacobbista del autor.

NUNCA TE QUISE TANTO COMO PARA NO MATARTE

AL MAL TIEMPO, MEJOR CARA

AL MAL TIEMPO, MEJOR CARA

Ferdinand vive solo en una granja y, francamente, no es feliz. Sólo las visitas esporádicas de sus nietos consiguen arrancarle una sonrisa. Un día, después de una fuerte tormenta, descubre que el techo de su vecina Marceline se ha venido abajo. Y la mujer no tiene donde ir. Decide entonces acogerla en su casa. 
Poco a poco, como por arte de magia, la granja se va llenando de gente: un amigo de la infancia que ha echado de casa, y una estudiante de enfermería, Muriel, que con su juventud y vitalidad dará un nuevo soplo de vida a este grupo de ancianos que redescubren juntos la felicidad. Al mal tiempo, mejor cara nos muestra cómo tejer lazos inesperados entre aquellos que, con la edad, se necesitan mutuamente.

LOS HOMBRES MOJADOS NO TEMEN LA LLUVIA

Resumen

Liberto Ruano, abogado mujeriego y perdidamente romántico, socio del bufete Feiman &, Ruano se mueve con igual soltura por juzgados y bajos fondos. Todo va a cambiar cuando se ve envuelto en el asesinato de una prostituta, amenazada a causa de un DVD comprometedor, distraído a un magnate de turbios negocios. Para aclarar el caso y escapar a las sospechas, Liberto sólo cuenta con la ayuda de su informante, Aurelio Pescador, un hombre extraño de no muy claro pasado, y Andrés Feiman, un exiliado argentino de exquisita cultura, socio del bufete. Pero nada, ni nadie es lo que parece. ¿Qué contiene en realidad el DVD? ¿Qué tiene que ver la ´ndrangheta, la misteriosa organización mafiosa calabresa, con los grandes banqueros, fuera de toda sospecha? En "Los hombres mojados no temen la lluvia", Juan Madrid alcanza su cima literaria gracias a sus certeros y brillantes diálogos, a una prosa medida y eficiente, tramas con giros inesperados y personajes inolvidables, como el abogado Liberto Ruano, enfrentado a su pasado y a los tentáculos inmisericordes de las altas finanzas, aliadas de las mafias que operan en el mundo de los negocios. Esta novela cuenta lo que ocurre en estos momentos: la corrupción y el engaño de las grandes fortunas, amasadas gracias a la doble verdad, la doble moral y la doble contabilidad. ---- Los escritores de novela negra en España somos tan pocos, que Juan Madrid es uno de los dos. Manuel Vázquez Montalbán, escritor.
XIV Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones.
LOS HOMBRES MOJADOS NO TEMEN LA LLUVIA

GUÍA DE KASHGAR PARA DAMAS CICLISTAS

GUÍA DE KASHGAR PARA DAMAS CICLISTAS

Resumen

En 1923, Evangeline English, una entusiasta dama ciclista, y su hermana Lizzie llegan a Kashgar, en la Ruta de la Seda, para ayudar a establecer una misión cristiana. Mientras las dos intentan adaptarse a su nuevo hogar, Eva empieza a trabajar en su libro, Guía de Kashgar para damas ciclistas . En el Londres de hoy en día, una joven, Frieda, se encuentra a un hombre durmiendo en el portal de su casa una noche y le proporciona una manta. A la mañana siguiente se ha ido, pero en la pared hay un dibujo exquisito y una línea de escritura en árabe. Y es justo entonces cuando Frieda descubre que es la heredera de una dama a quien no conoce.
Una conmovedora historia sobre mujeres aventureras y sobre la vida en un rincón remoto de la Ruta de la Seda a principios del siglo XX.

domingo, 18 de agosto de 2013

La Filosofía Medieval a través de El nombre de la Rosa

Resistencia y poder


Resistencia y poder
Reseña del libro: James C. Scott (traducción de Jorge Aguilar Mora), Los Dominados y el Arte de la Resistencia, México, ERA, 2000 (1990, primera edición en inglés)
Ni las formas cotidianas de resistencia, ni la insurrección ocasional
se pueden entender sin tener en cuenta los espacios sociales cerrados
en los cuales esa resistencia se alimenta y adquiere sentido
  
Scott es Profesor de Ciencia Política y Antropología, ha sido director del Programaen Estudios Agrarios, estudiante del Instituto para el Estudio Avanzado (Princeton), y del Wissenschaftskolleg zu en Berlín. Perteneció al Instituto para el Estudio Avanzado en las Ciencias Conductuales durante el año académico 1998-1999. Fue elegido miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias y fue presidente de la Asociación de Estudios Asiáticos en 1997-98. El profesor Scott es también un miembro del Consejo sobre el Sudeste Asia Estudios en YCIAS. Su último libro, Vista Como un Estado: Como Ciertos Esquemas de Mejorar la Condición Humana Han Fallado, fue publicado en 1998. Sus otras publicaciones incluyen la Ideología Política en Malasia: Realidad y las Creencia de una Élite; corrupción Comparativa Política; la Economía Moral del Campesino: Subsistencia y Rebelión en Sudeste Asia; las armas del los Débiles: Las formas Diarias de Resistencia de Campesino; y Dominación y las Artes de Resistencia.
 James C. Scott ha desarrollado una teoría de los grupos subalternos en donde toma en cuenta aportaciones de otros estudiosos como Ranahit Guha, Saurah Dube, etc. En Los Dominados y el Arte de la Resistencia Scott plasma sus conocimientos sobre como los grupos dominados desarrollan una resistencia respecto a los grupos dominantes. 
Los dominantes tratan de establecer una hegemonía y los subordinados se resisten; sin embargo “los subordinados no se atreven a rechazar de manera abierta las condiciones de subordinación, muy probablemente crearán  y defenderán, a escondidas, un espacio social en el cual se podrá expresar una disidencia marginal al discurso oficial de las relaciones de poder”. A este espacio en donde los subordinados, de manera sutil, se resisten Scott lo llama Discurso Oculto.
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Continúa en:  

lunes, 12 de agosto de 2013

Entrevista Comentarios Victoria Galardi: "Hago películas para aprender a hacer películas"

Con tres películas en su haber, Victoria Galardi se ha convertido en una de las directoras argentinas más interesantes de los últimos tiempos. Su cine transita por las relaciones humanas pero con un enfoque diferente, en el que se mezcla el drama con la comedia ácida y la crítica a un sector social determinado. En Pensé que iba a haber fiesta (2013) aborda nuevamente el tema de los vínculos, desnudando la hipocresía de una clase media acomodada a través de la relación de dos amigas que quieren dejar de serlo.

Pensé que iba a haber fiesta

(2013)
¿Por qué elegiste a Valeria Bertuccelli y a Elena Anaya para los roles protagónicos?
Siempre había querido trabajar con Valeria Bertuccelli y nunca había tenido un personaje para ofrecerle. Sabía que uno de las dos quería que fuera ella. Con Elena Anaya lo que pasó fue que terminé el guión, tenía que ir a Rumania y de paso por España me contacté con su representante, le dejé mis películas y me volvía para Argentina. El día anterior a la vuelta me llamó Elena y me dijo “Me encantaron, no sé qué me vas a ofrecer pero te digo que sí”. Así que le mandé el guión y a lasemana me dijo que la hacía.
Ya en tus películas anteriores se notaba un gran trabajo en la construcción del guión. ¿Cuántotiempo estás escribiendo hasta llegar al momento del rodaje?
Estuve como en total un año con el guión. Cuando estaba montando Cerro Bayo (2010) se me empezaron a ocurrir algunas ideas. Sabía que quería hacer una peli de verano, que ocurra entre las fiestas, en ese momento del año que es como medio raro. Se me empezaron a ocurrir cosas y las escribía. Yo disfruto mucho de ese momento antes de escribir, en el que pensás en los personajes y te imaginás lo que les va a pasar. Así que terminé de montar, empecé a escribir unas ideas y cuando fui a San Sebastián a estrenar Cerro Bayo ya lo estaba escribiendo. Es un proceso del que disfruto mucho y me gusta tomarme mi tiempo.
¿Disfrutas más escribiendo que filmando?
Son disfrutes diferentes pero me gusta más sentarme a escribir, eso es lo que más me entusiasma. Me voy a cafés y escribo, viajo y escribo. No tengo una rutina pero escribo todos los días en todo tipo de lugares. Ando siempre con un anotador o sino escribo en cualquier papel que encuentre.
En Pensé que iba a haber fiesta hay una crítica bastante explicita a una clase social determinada y a cierta hipocresía en las relaciones familiares y amistosas
Es una observación a una clase social determinada donde no la deja muy bien parada. Trata sobre una serie de problemas que corresponden a esa clase social. También creo que en esta relación la amistad es un poco despareja y que en un punto es lo que también ocurre en la vida. Muchas veces tenemos amigos que heredamos porque son amigos de toda la vida y no sabemos cómo decirles que ya no queremos ser más sus amigos. Es un poco fuerte decirle a alguien que ya no querés ser su amigo porque no tenés nada en común. Qué es un poco lo que sucede en la noche de año nuevo, gente que se junta y que no sabe porqué.
Durante toda la trama se respira un aire muy denso pero cada vez que aparece el jardinero descomprime la atmósfera con diálogos un tanto absurdos ante la situación que se está viviendo.¿Está adrede o se dio después?
Siempre intento descomprimir un poco cuando estoy escribiendo. Sobre todo porque es lo que me pasa a mí cuando estoy en una situación dramática. Igual al personaje del jardinero no lo puse para tener algo gracioso sino para terminar de recrear ese mundo de barrios residenciales donde lo raro sería que un vendedor de seguros toque a la puerta. Pero igual Esteban Lamothe es muy gracioso y dice el texto de una manera que lo hace gracioso, algo que por ahí cuando lo escribí no fue pensado directamente así.
En todas tus películas abordás el tema de las relaciones en diferentes ámbitos y etapas de la vida ¿Te considerás una autora de cine de vínculos?
Considero que hago cine de vínculos, no sé si soy una autora. Me tengo que hacer cargo de eso (Risas). Pero sí, me interesan los vínculos, la gente, la familia, los amigos, la muerte… Me interesan esos temas. Me parece que es algo que no tiene fin, que tenés material para rato. Es algo súper interesante la familia, la pareja, la amistad como conflicto. En todo lo vincular tenés mucho material para escribir o al menos es lo que me interesa poder contar.
En el cine argentino se habla mucho de estos temas pero no de la forma narrativa que lo hacés vos.
Creo que cada uno tiene su lugar y el mío es este. Muchos me dicen eso, que mis películas siguen siendo de actores, de vínculos, de historias. Intento hacer las películas que me gustan ver.
¿Cómo te llevás con el llamado Nuevo Cine Argentino?
Creo que el Nuevo Cine Argentino ya quedó viejo. Fue una camada de directores anteriores y ahora somos un montón de directores jóvenes haciendo cosas diferentes. Para mí era otra generación la del Nuevo Cine Argentino. Yo me siento haciendo el cine que quiero hacer. Siento que todo lo que encierra una denominación no es algo que los directores tengamos que hacer, es más bien algo que le concierne a la crítica, a los periodistas que necesitan poner las cosas dentro de un lugar. Nuestro trabajo es hacer las películas que queremos hacer y la de los otros encerrarlas dentro de algo.
¿Ves mucho cine o sos de las directores que no ve nada para no dejarse influenciar?
Tengo épocas. Épocas en las que voy continuamente  y otras en las que voy menos, sobre todo cuando escribo. Pero regularmente voy una o dos veces por semana. También me gusta ir al cine cuando viajo porque veo películas que después no se estrenan acá y está bueno verlas en el cine.
¿Que cine te gusta o sentís que influenció en tu obra?
Son miles, cada vez que me preguntan siento que me voy a olvidadar de alguno. Me gustan los directores que trabajan el tema de las relaciones y los vínculos como John CassavetesHong Sang-soo,Wes AndersonAgnès JaouiNoah BaumbachMike LeighFrançois TruffautWoody Allen...
¿Sos crítica con tu trabajo?
Si, bastante. No vuelvo a ver mis películas. Las veo en festivales cuando tenés que acompañarlas, pero nunca puse un DVD de mis películas, hay tantas pelis para ver que ver de nuevo una mía sería un acto narcisista. Las veo en otro país porque me gusta ver la reacción de la gente. No es que tenga nada en contra de ellas, todas tienen mi amor y mi respeto. Yo hago películas para aprender hacer películas, creo que eso es así y es lo que me va pasando. Uno va haciendo pelis y va aprendiendo a la vez, sino es muy difícil. Todos los grandes directores tienen sus malas películas y esa es la explicación de porqué muchas veces no sé puede hacer una buena película. No es que no tengan el talento y las herramientas para hacerla. Es mucho más fácil que te salga una película mala que buena, sería muy estresante tener una cartelera con todas obras maestras (Risas).

Curso Posgrado "Introducción a la Teoría del actuar comunicativo según Jurgen Habermas"

jueves, 8 de agosto de 2013

A Roma con amor

ver pelicula A Roma con amorTitulo original: To Rome With Love 
Género: Comedia / Romance 
Año: 2012 
Duración: 102 min 
Sinopsis: Cuatro historias independientes con un escenario común: la ciudad de Roma. En la primera, un matrimonio americano (Woody Allen y Judy Davis) viaja a italia para conocer a la familia del prometido de su hija (Alison Pill). En la segunda, un italiano (Roberto Benigni) se hace famoso sin motivo de la noche a la mañana. En la tercera, un arquitecto californiano (Alec Baldwin) visita Roma con sus amigos donde conoce a un estudiante (Jesse Eisenberg) y, en la cuarta, una recién casada (Alessandra Mastronardi) se pierde en la capital italiana, a la que ha ido a visitar a los familiares de su marido ...

Poesia

ver pelicula PoesiaTitulo original: Shi 
Género: Drama 
Año: 2010 
Duración: 139 min 
Sinopsis: Mija vive con su nieto adolescente en una pequeña ciudad dormitorio cerca del río Han. Mija es una señora a la que le gusta llevar sombreros floreados y ropa elegante, pero también es una persona imprevisible llena de curiosidad. Se apunta por casualidad a un taller de “poesía” en un centro cultural del barrio, y por primera vez en su vida se ve en la obligación de escribir un poema. El primer paso que da en busca de inspiración poética es observar la vida diaria a su alrededor y en la que nunca se ha fijado. De pronto, una nueva energía se apodera de Mija, como si fuese una niña que ...

domingo, 4 de agosto de 2013

El poder de la palabra



El Poder de la Palabra es una web dedicada a la prosa poética. En ella encontrará fragmentos de textos literarios, así como la biografía e imágenes de sus autores. Para acompañarle en la lectura podrá ver también... obras de arte, imágenes de edificios, composiciones clásicas, bandas sonoras y una selección de los más importantes premios literarios, artísticos y culturales.


http://epdlp.com/

Vientos Alisios - Página de Julio Cortázar - Escribirte.com.ar

Vientos Alisios

Julio Cortázar

Vaya a saber a quién se le había ocurrido, tal vez a Vera la noche de su cumpleaños cuando Mauricio insistía en que empezaran otra botella de champaña y entre copa y copa bailaban en el salón pegajoso de humo de cigarro y medianoche, o quizá a Mauricio en ese momento en que Blues in Thirds les traía desde tan antes el recuerdo de los primeros tiempos, de los primeros discos cuando los cumpleaños eran más que una ceremonia cadenciosa y recurrente. Como un juego, hablar mientras bailaban, cómplices sonrientes en la modorra paulatina del alcohol y del humo, decirse que por qué no, puesto que al fin y al cabo, ya que podían hacerlo y allá sería el verano, habían mirado juntos e indiferentes el prospecto de la agencia de viajes, de golpe la idea, Mauricio o Vera, simplemente telefonear, irse al aeropuerto, probar si el juego valía la pena, esas cosas se hacen de una vez o no, al fin y al cabo qué, en el peor de los casos volverse con la misma amable ironía que los había devuelto de tantos viajes aburridos, pero probar ahora de otra manera, jugar el juego, hacer el balance, decidir.
Porque esta vez (y ahí estaba lo nuevo, la idea que se le había ocurrido a Mauricio peroque bien podía haber nacido de una reflexión casual de Vera, veinte años de vida en común, la simbiosis mental, las frases empezadas por uno y completadas desde el otro extremo de la mesa o el otro teléfono), esta vez podía ser diferente, no había más que codificarlo, divertirse desde el absurdo total de partir en diferentes aviones y llegar como desconocidos al hotel, dejar que el azar los presentara en el comedor o en la playa al cabo de uno o dos días, mezclarse con las nuevas relaciones del veraneo, tratarse cortésmente, aludir a profesiones y familias en la rueda de los cócteles, entre tantas otras profesiones y otras vidas que buscarían como ellos el leve contacto de las vacaciones. A nadie iba a llamarle la atención la coincidencia de apellido puesto que era un apellido vulgar, sería tan divertido graduar el lento conocimiento mutuo, ritmándolo con el de los otros huéspedes, distraerse con la gente cada uno por su lado, favorecer el azar de los encuentros y de cuando en cuando verse a solas y mirarse como ahora mientras bailaban Blues in Thirds y por momentos se detenían para alzar las copas de champaña y las chocaban suavemente con el ritmo exacto de la música, corteses y educados y cansados y ya la una y media entre tanto humo y el perfume que Mauricio había querido poner esa noche en el pelo de Vera, preguntándose si no se habría equivocado de perfume, si Vera alzaría un poco la nariz y aprobaría, la difícil y rara aprobación de Vera.
Siempre habían hecho el amor al final de sus cumpleaños, esperando con amable displicencia la partida de los últimos amigos, y esta vez en que no había nadie, en que no habían invitado a nadie porque estar con gente los aburría más que estar solos, bailaron hasta el final del disco y siguieron abrazados, mirándose en una bruma de semisueño, salieron del salón manteniendo todavía un ritmo imaginario, perdidos y casi felices y descalzos sobre la alfombra del dormitorio, se demoraron en un lento desnudarse al borde de la cama, ayudándose y complicándose y besos y botones y otra vez el encuentro con las inevitables preferencias, el ajuste de cada uno a la luz de la lámpara que los condenaba a la repetición de imágenes cansadas, de murmullos sabidos, el lento hundirse en la modorra insatisfecha después de la repetición de las fórmulas que volvían a las palabras y a los cuerpos como un necesario, casi tierno deber.
Por la mañana era domingo y lluvia, desayunaron en la cama y lo decidieron en serio; ahora había que legislar, establecer cada fase del viaje para que no se volviera un viaje más y sobre todo un regreso más. Lo fijaron contando con los dedos: irían separadamente, uno, vivirían en habitaciones diferentes sin que nada les impidiera aprovechar del verano, dos, no habría censuras ni miradas como las que tanto conocían, tres, un encuentro sin testigos permitiría cambiar impresiones y saber si valía la pena, cuatro, el resto era rutina, volverían en el mismo avión puesto que ya no importarían los demás (o sí, pero eso se vería con arreglo al artículo cuatro), cinco. Lo que iba a pasar después no estaba numerado, entraba en una zona a la vez decidida e incierta, suma aleatoria en la que todo podía darse y de la que no había que hablar. Los aviones para Nairobi salían los jueves y los sábados, Mauricio se fue en el primero después de un almuerzo en el que comieron salmón por si las moscas, recitándose brindis y regalándose talismanes, no te olvides de la quinina, acordate que siempre dejás en casa la crema de afeitar y las sandalias.
Divertido llegar a Mombasa, una hora de taxi y que la llevaran al Trade Winds, a un bungalow sobre la playa con monos cabriolando en los cocoteros y sonrientes caras africanas, ver de lejos a Mauricio ya dueño de casa, jugando en la arena con una pareja y un viejo de patillas rojas. La hora de los cócteles los acercó en la veranda abierta sobre el mar, se hablaba de caracoles y arrecifes, Mauricio entró con una mujer y dos hombres jóvenes, en algún momento quiso saber de dónde venía Vera y explicó que él llegaba de Francia y que era geólogo. A Vera le pareció bien que Mauricio fuera geólogo y contestó las preguntas de los otros turistas, la pediatría que cada tanto le reclamaba unos días de descanso para no caer en la depresión, el viejo de las patillas rojas era un diplomático jubilado, su esposa se vestía como si tuviera veinte años pero no le quedaba tan mal en un sitio donde casi todo parecía una película en colores, camareros y monos incluidos y hasta el nombre Trade Winds que recordaba a Conrad y a Somerset Maugham, los cócteles servidos en cocos, las camisas sueltas, la playa por la que se podía pasear después de la cena bajo una luna tan despiadada que las nubes proyectaban sus movientes sombras sobre la arena para asombro de gentes aplastadas por cielos sucios y brumosos.
Los últimos serán los primeros, pensó Vera cuando Mauricio dijo que le habían dado una habitación en la parte más moderna del hotel, cómoda pero sin la gracia de los bungalows sobre la playa. Se jugaba a las cartas por la noche, el día era un diálogo interminable de sol y sombra, mar y refugio bajo las palmeras, redescubrir el cuerpo pálido y cansado a cada chicotazo de las olas, ir a los arrecifes en piragua para sumergirse con máscaras y ver los corales azules y rojos, los peces inocentemente próximos. Sobre el encuentro con dos estrellas de mar, una con pintas rojas y la otra llena de triángulos violeta, se habló mucho el segundo día, a menos que ya fuera el tercero, el tiempo resbalaba como el tibio mar sobre la piel, Vera nadaba con Sandro que había surgido entre dos cócteles y se decía harto de Verona y de automóviles, el inglés de las patillas rojas estaba insolado y el médico vendría de Mombasa para verlo, las langostas eran increíblemente enormes en su última morada de mayonesa y rodajas de limón, las vacaciones. De Anna sólo se había visto una sonrisa lejana y como distanciadora, la cuarta noche vino a beber al bar y llevó su vaso a la veranda donde los veteranos de tres días la recibieron con informaciones y consejos, había erizos peligrosos en la zona norte, de ninguna manera debía pasear en piragua sin sombrero y algo para cubrirse los hombros, el pobre inglés lo estaba pagando caro y los negros se olvidaban de prevenir a los turistas porque para ellos, claro, y Anna agradeciendo sin énfasis, bebiendo despacio su martini, casi mostrando que había venido para estar sola desde algún Copenhague o Estocolmo necesitado de olvido. Sin siquiera pensado Vera decidió que Mauricio y Anna, seguramente Mauricio y Anna antes de veinticuatro horas, estaba jugando al ping-pong con Sandro cuando los vio irse al mar y tenderse en la arena, Sandro bromeaba sobre Anna que le parecía poco comunicativa, las nieblas nórdicas, ganaba fácilmente las partidas pero el caballero italiano cedía de cuando en cuando algunos puntos y Vera se daba cuenta y se lo agradecía en silencio, veintiuno a dieciocho, no había estado mal, hacía progresos, cuestión de aplicarse.
En algún momento antes del sueño Mauricio pensó que después de todo lo estaban pasando bien, casi cómico decirse que Vera dormía a cien metros de su habitación en el envidiable bungalow acariciado por las palmeras, qué suerte tuviste, nena. Habían coincidido en una excursión a las islas cercanas y se habían divertido mucho nadando y jugando con los demás; Anna tenía los hombros quemados y Vera le dio una crema infalible, usted sabe que un médico de niños termina por saber todo sobre las cremas, retorno vacilante del inglés protegido por una bata celeste, de noche la radio hablando de Yomo Kenyatta y de los problemas tribales, alguien sabía mucho sobre los Massai y los entretuvo a lo largo de muchos tragos con leyendas y leones, Karen Blixen y la autenticidad de los amuletos de pelo de elefante, nilón puro y así iba todo en esos países. Vera no sabía si era miércoles o jueves, cuando Sandro la acompañó al bungalow después de un largo paseo por la playa donde se habían besado como esa playa y esa luna lo requerían, ella lo dejó entrar apenas él le apoyó una mano en el hombro, se dejó amar toda la noche, oyó extrañas cosas, aprendió diferencias, durmió lentamente, saboreando cada minuto del largo silencio bajo un mosquitero casi inconcebible. Para Mauricio fue la siesta, después de un almuerzo en que sus rodillas habían encontrado los muslos de Anna, acompañarla a su piso, murmurar un hasta luego frente a la puerta, ver cómo Anna demoraba la mano en el pestillo, entrar con ella, perderse en un placer que sólo los liberó por la noche, cuando ya algunos se preguntaban si no estarían enfermos y Vera sonreía inciertamente entre dos tragos, quemándose la lengua con una mezcla de Campari y ron keniano que Sandro batía en el bar para asombro de Moto y de Nikuku, esos europeos acabarían todos locos.
El código fijaba el sábado a las siete de la tarde, Vera aprovechó un encuentro sin testigos en la playa y mostró a la distancia un palmeral propicio. Se abrazaron con un viejo cariño, riéndose como chicos, acatando el artículo cuatro, buena gente. Había una blanda soledad de arena y ramas secas, cigarrillos y ese bronceado del quinto o sexto día en que los ojos se ponen a brillar como nuevos, en que hablar es una fiesta. Nos está yendo muy bien, dijo Mauricio casi enseguida, y Vera sí, claro que nos está yendo muy bien, se te ve en la cara y en el pelo, por qué en el pelo, porque te brilla de otra manera, es la sal, burra, puede ser pero la sal más bien apelmaza la pilosidad, la risa no los dejaba hablar, era bueno no hablar mientras se reían y se miraban, un último sol acostándose velozmente, el trópico, mirá bien y verás el rayo verde legendario, ya hice la prueba desde mi balcón y no vi nada, ah, claro, el señor tiene un balcón, sí señora un balcón pero usted goza de un bungalow para ukeleles y orgías. Resbalando sin esfuerzo, con otro cigarrillo, de verdad, es maravilloso, tiene una manera que. Así será, si vos lo decís. Y la tuya, hablá. No me gusta que digas la tuya, parece una distribución de premios. Es. Bueno, pero no así, no Anna. Oh, qué voz tan llena de glucosa, decís Anna como si le chuparas cada letra. Cada letra no, pero. Cochino. Y vos, entonces. En general no soy yo la que chupa, aunque. Me lo imaginaba, esos italianos vienen todos del decamerón. Momento, no estamos en terapia de grupo, Mauricio. Perdón, no son celos, con qué derecho. Ah, good boy. ¿ Entonces sí? Entonces sí, perfecto, lentamente, interminablemente perfecto. Te felicito, no me gustaría que te fuera menos bien que a mí. No sé cómo te va a vos pero el artículo cuatro manda que. De acuerdo, aunque no es fácil convertirlo en palabras, Anna es una ola, una estrella de mar. ¿La roja o la violeta? Todas juntas, un río dorado, los corales rosa. Este hombre es un poeta escandinavo. Y usted una libertina veneciana. No es de Venecia, de Verona. Da lo mismo, siempre se piensa en Shakespeare. Tenés razón, no se me había ocurrido. En fin, así vamos, verdad. Así vamos, Mauricio, y todavía nos quedan cinco días. Cinco noches, sobre todo, aprovechalas bien. Creo que sí, me ha prometido iniciaciones que él llama artificios para llegar a la realidad. Me los explicarás, espero. En detalle, imaginate, y vos me contarás de tu río de oro y los corales azules. Corales rosa, chiquita. En fin, ya ves que no estamos perdiendo el tiempo. Eso habrá que verlo, en todo caso no perdemos el presente y hablando de eso no es bueno que nos quedemos mucho en el artículo cuatro. ¿Otro remojón antes del whisky? Del whisky, qué grosería, a mí me dan Carpano combinado con ginebra y angostura. Oh, Perdón. No es nada, los refinamientos llevan tiempo, vamos en busca del rayo verde, en una de ésas quién te dice.
Viernes, día de Robinson, alguien lo recordó entre dos tragos y se habló un rato de islas y naufragios, hubo un breve y violento chubasco caliente que plateó las palmeras y trajo más tarde un nuevo rumor de pájaros, las migraciones, el viejo marinero y su albatros, era gente que sabía vivir, cada whisky venía con su ración de folklore, de viejas canciones de las Hébridas o de Guadalupe, al término del día Vera y Mauricio pensaron lo mismo, el hotel merecía su nombre, era la hora de los vientos alisios para ellos, Anna la dadora de vértigos olvidados, Sandro el hacedor de máquinas sutiles, vientos alisios devolviéndolos a otros tiempos sin costumbres, cuando habían tenido también un tiempo así, invenciones y deslumbramientos en el mar de las sábanas, solamente que ahora, solamente que ya no ahora y por eso, por eso los alisios que soplarían aún hasta el martes, exactamente hasta el final del interregno que era otra vez el pasado remoto, un viaje instantáneo a las fuentes aflorando otra vez, bañándolos de una delicia presente pero ya sabida, alguna vez sabida antes de los códigos, de Blues in Thirds.
No hablaron de eso a la hora de encontrarse en el Boeing de Nairobi, mientras encendían juntos el primer cigarrillo del retorno. Mirarse como antes los llenaba de algo para lo que no había palabras y que los dos callaron entre tragos y anécdotas del Trade Winds, de alguna manera había que guardar el Trade Winds, los alisios tenían que seguir empujándolos, la buena vieja querida navegación a vela volviendo para destruir las hélices, para acabar con el sucio lento petróleo de cada día contaminando las copas dechampaña del cumpleaños, la esperanza de cada noche. Vientos alisios de Anna y de Sandro, seguir bebiéndolos en plena cara mientras se miraban entre dos bocanadas de humo, por qué Mauricio ahora si Sandro seguía siempre ahí, su piel y su pelo y su voz afinando la cara de Mauricio como la ronca risa de Anna en pleno amor anegaba esa sonrisa que en Vera valía amablemente como una ausencia. No había artículo seis pero podían inventarlo sin palabras, era tan natural que en algún momento él invitara a Anna a beber otro whisky que ella, aceptándolo con una caricia en la mejilla, dijera que sí, dijera sí, Sandro, sería tan bueno tomarnos otro whisky para quitamos el miedo de la altura, jugar así todo el viaje, ya no había necesidad de códigos para decidir que Sandro se ofrecería en el aeródromo para acompañar a Anna hasta su casa, que Anna aceptaría con el simple acatamiento de los deberes caballerescos, que una vez en la casa fuera ella quien buscara las llaves en el bolso e invitara a Sandro a tomar otro trago, le hiciera dejar la maleta en el zaguán y le mostrara el camino del salón, disculpándose por las huellas de polvo y el aire encerrado, corriendo las cortinas y trayendo hielo mientras Sandro examinaba con aire apreciativo las pilas de discos y el grabado de Friedlander. Eran más de las once de la noche, bebieron las copas de la amistad y Anna trajo una lata de paté y bizcochos, Sandro la ayudó a hacer canapés y no llegaron a probados, las manos y las bocas se buscaban, volcarse en la cama y desnudarse ya enlazados, buscarse entre cintas y trapos, arrancarse las últimas ropas y abrir la cama, bajar las luces y tomarse lentamente, buscando y murmurando, sobre todo esperando y murmurándose la esperanza.
Vaya a saber cuándo volvieron los tragos y los cigarrillos, las almohadas para sentarse en la cama y fumar bajo la luz de la lámpara en el suelo. Casi no se miraban, las palabras iban hasta la pared y volvían en un lento juego de pelota para ciegos, y ella la primera preguntándose como a sí misma qué sería de Vera y de Mauricio después del Trade Winds, qué sería de ellos después del regreso.
-Ya se habrán dado cuenta -dijo él-. Ya habrán comprendido y después de eso no podrán hacer más nada.
-Siempre se puede hacer algo -dijo ella-, Vera no se va a quedar así, bastaba con verla.
-Mauricio tampoco -dijo él-, lo conocí apenas pero era tan evidente. Ninguno de los dos se va a quedar así y casi es fácil imaginar lo que van a hacer.
-Sí, es fácil, es como verlo desde aquí.
-No habrán dormido, igual que nosotros, y ahora estarán hablándose despacio, sin mirarse. Ya no tendrán nada que decirse, creo que será Mauricio el que abra el cajón y saque el frasco azul. Así, ves, un frasco azul como éste.
-Vera las contará y las dividirá -dijo ella-. Le tocaban siempre las cosas prácticas, lo hará muy bien. Dieciséis para cada uno, ni siquiera el problema de un número impar.
-Las tragarán de a dos, con whisky y al mismo tiempo, sin adelantarse.
-Serán un poco amargas -dijo ella.
-Mauricio dirá que no, más bien ácidas.
-Sí, puede que sean ácidas. Y después apagarán la luz, no se sabe por qué.
-Nunca se sabe por qué, pero es verdad que apagarán la luz y se abrazarán. Eso es seguro, sé que se abrazarán.
-En la oscuridad -dijo ella buscando el interruptor-. Así, verdad.
-Así -dijo él.

Julio Cortázar
Alguien que anda por ahí (1977) 



Vientos Alisios - Página de Julio Cortázar - Escribirte.com.ar


Ciencia e Ideología - Aportes polémicos by Agustin Ostachuk (Reportaje a Gregorio Klimovsky)


Graciela Montes - Conectate

Gustavo Roldán / "Las tres dudas del bicho colorado"

jueves, 1 de agosto de 2013

Aquí Hay Gato Encerrado! Y Otros Cuentos De Terror Y Coraje

Aquí Hay Gato Encerrado! Y Otros Cuentos De Terror Y Coraje

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Portada de 'Aquí Hay Gato Encerrado!  Y Otros Cuentos De Terror Y Coraje '
Por José Luis Najenson
Publicado por Emooby
Rating: No se ha clasificado.
Publicado: 05 de marzo 2011 
Palabras: 17.670 (aproximadamente) 
Idioma: Español 
ISBN: 9789898493217


Breve descripción

Este manojo de cuentos QUIERE servicio also sin Homenaje a Poe ya Borges, Ambos Iniciadores de caminos. El miedo y el coraje, Como Otras oposiciones, Forman instancia de parte, herméticamente Hablando, de la ONU Mismo cotinuum, Igual Que el amor y el odio, la belleza y la fealdad, la oscuridad y la luz. Solamente Las Dos Puntas hijo claramente discernibles. 

Descripción ampliada

Este manojo de cuentos QUIERE servicio also sin Homenaje a Poe ya Borges, Ambos Iniciadores de caminos. El miedo y el coraje, Como Otras oposiciones, Forman instancia de parte, herméticamente Hablando, de la ONU Mismo cotinuum, Igual Que el amor y el odio, la belleza y la fealdad, la oscuridad y la luz.Solamente Las Dos Puntas hijo claramente discernibles. El terror NO TIENE contraparte, es Único y solitario, ni la paz, la tranquilidad o la calma, constituyen suspensión antónimos. Ninguno Alcanza a cubrir TODAS SUS Extrañas Facetas from Una perspectiva Contraria. Quiza mar Absoluto, Mas que la Muerte y El mal, Que al Menos contrastan con la vida y el bien. El terror literario, Empero, es el mas inofensivo de Todos, comparado estafadores Las Pesadillas, el Temor bienes o el metafísico y Religioso, PORQUE SÓLO no está Hecho de Palabras. Posée, Empero, la Facultad de inquietar, Común a Todos. A Modo de compensación, él incluido algunos ramalazos de humor negro, El género Que Más Florerias convivir con el del horror, Y Que constituye, Tal Vez, Su instancia de parte Más piadosa. El Preferido ESTOS titulares relatos de "horror", en Lugar de "terror", Por las connotaciones nefastas ADICIONALES Que this ÚLTIMO vocablo Tiene en la Actualidad, y Que no constituyen el tema de de los Mismos.

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