Erraba solitario como una nube
que flota en las alturas sobre valles y colinas,
cuando de pronto vi una muchedumbre,
una hueste de narcisos dorados;
junto al lago, bajo los árboles,
estremeciéndose y bailando en la brisa.
Continuos como las estrellas que brillan
y parpadean en la Vía Láctea,
se extendían como una fila infinita
a los largo de aquella ensenada;
diez mil narcisos contemplé con la mirada,
que movían sus cabezas en animada danza.
También las olas danzaban a su lado,
pero ellos eran más felices que las áureas mareas:
Un poeta sólo podía ser alegre
en tan jovial compañía;
yo miraba y miraba, pero no sabía aún
cuánta riqueza había hallado en la visión.
Pues a menudo, cuando reposo en mi lecho,
con humor ocioso o pensativo,
vuelven con brillo súbito sobre ese ojo
interior que es la felicidad de los solitarios;
y mi alma se llena entonces de deleite,
y danza con los narcisos.
Este poema de William Wordsworth fue uno de los que inauguraron el maravilloso período romántico en Europa. Su nombre ya plantea cierta polémica, ya que se lo suele llamar tanto I wandered lonely as a cloud (Erraba solitario como una nube), como The Daffodils (Los Narcisos). A nosotros nos gusta mucho más el segundo, aunque la mayoría de lasantologías poéticas utilizan el primero, razón por la cual, nos remitiremos al criterio de los especialistas.
Se dice por allí que el poema le fue sugerido a William Wordsworth durante un paseo con su hermana Dorothy, en 1805, cuando atravesaron por un campo de narcisos. A la luz de las pruebas, aquella inspiración no fue efímera, ya que la versión depurada delpoema recién surgió en 1815.
El poema es una magnífica pieza psicológica, y un verdadero manifiesto del ejercicio creativo: El narrador (que simboliza al artista) ha sido cautivado por la visión de un extenso campo de narcisos (el móvil creativo). Más allá de la emoción momentánea, el narrador encuentra la verdadera belleza en el recuerdo y no durante la experiencia. Tendido en su lecho, comenzará a revivir aquella visión de los narcisos, al igual que elpoeta revive sus desdichas o alegrías al urdir sus versos.
William Blake, posiblemente el mayor visionario de las poetas ingleses, solía burlarse de aquellos artistas barrocos que buscaban afanosamente la depresión para crear sus obras. Según él, opinión que William Wordsworth y todos los buenos escritores comparten, el verdadero arte nace del recuerdo, de la evocación de una pena. Pensar que alguien pueda escribir un buen poema minutos después de haber sufrido una tragedia es, rigurosamente, imposible.
Son curiosos los laberintos del arte. Aquí nos encontramos nosotros, 203 años después de que William Wordsworth contemplase aquel campo de narcisos, y sin embargo, ellos siguen tan radiantes y espléndidos como lo fueron en su memoria.
Se dice por allí que el poema le fue sugerido a William Wordsworth durante un paseo con su hermana Dorothy, en 1805, cuando atravesaron por un campo de narcisos. A la luz de las pruebas, aquella inspiración no fue efímera, ya que la versión depurada delpoema recién surgió en 1815.
El poema es una magnífica pieza psicológica, y un verdadero manifiesto del ejercicio creativo: El narrador (que simboliza al artista) ha sido cautivado por la visión de un extenso campo de narcisos (el móvil creativo). Más allá de la emoción momentánea, el narrador encuentra la verdadera belleza en el recuerdo y no durante la experiencia. Tendido en su lecho, comenzará a revivir aquella visión de los narcisos, al igual que elpoeta revive sus desdichas o alegrías al urdir sus versos.
William Blake, posiblemente el mayor visionario de las poetas ingleses, solía burlarse de aquellos artistas barrocos que buscaban afanosamente la depresión para crear sus obras. Según él, opinión que William Wordsworth y todos los buenos escritores comparten, el verdadero arte nace del recuerdo, de la evocación de una pena. Pensar que alguien pueda escribir un buen poema minutos después de haber sufrido una tragedia es, rigurosamente, imposible.
Son curiosos los laberintos del arte. Aquí nos encontramos nosotros, 203 años después de que William Wordsworth contemplase aquel campo de narcisos, y sin embargo, ellos siguen tan radiantes y espléndidos como lo fueron en su memoria.
William Wordsworth (1770-1850)