viernes, 28 de diciembre de 2012

¿ Responso In Pace ?


                      28 de Diciembre Día de los Santos Inocentes 

Conmemoración, bromas e inocentadas

En Hispanoamérica y en España es costumbre realizar en esta fecha bromas de toda índole. Los medios de comunicación hacen bromas o tergiversan su contenido de tal modo que la información parezca real. Se trata de una libertad que se dan los agentes mediáticos para dar rienda suelta a su sentido del humor, oportunidad que solamente tienen una vez al año. Es tradición que los periódicos publiquen páginas enteras de noticias cómicas, con la advertencia de que es día de los inocentes, que van desde las que son una obvia mofa a cualquier suceso reciente, hasta las que parecen serias y engañan al lector desprevenido.

Alejandro Amenábar: "'Ágora' no pretende atacar a los cristianos, condena a los fanáticos"


VÍDEOS Y TRAILERS

Alejandro Amenábar: "'Ágora' no pretende atacar a los cristianos, condena a los fanáticos"

Hablamos con el director Alejandro Amenábar, que nos desvela todo sobre 'Ágora' y responde a nuestro test.
AdTech Ad
Dirección: 
Duración: 6:34 min.
Añadido: Miércoles 21 de Octubre 2009
Vistas: 11.576
Idioma: 

Los chicos del coro (película completa) (Español)

Blow Up

viernes, 21 de diciembre de 2012

'Es un desafío hacer una película sin diálogo'


ENTREVISTA | Pilar López de Ayala

'Es un desafío hacer una película sin diálogo'

Empezó en 'Al salir de clase', serie de la televisión española que actualmente puede meterse en ese saco que alberga las cosas "de culto". Luego Vicente Aranda la convirtió en 'Juana la Loca', papel que le valió un Goya. Trabajó con Montxo Armendáriz y Emilio Martínez-Lázaro y, hasta llamó la atención de José Luis Guerín, quien la introdujo en el cine "de culto" con 'En la ciudad de Sylvia'. Ahora, Pilar López de Ayala sigue por ese camino del riesgo con 'El extraño caso de Angélica'.
Dirigida por Manoel de Oliveira a sus casi 103 años, la película cuenta la historia de un fotógrafo sefardí al que le encargan realizar el retrato de la joven Angélica, recién muerta. A través del objetivo de su cámara, el fotógrafo verá a Angélica viva y sonriente. Y no sólo eso: la joven se le aparecerá en su habitación y ambos iniciarán una relación de amor.
López de Ayala habla de la experiencia con el veterano director portugués y dice que "es toda una oportunidad trabajar con alguien que tiene tantos años de experiencia y que sabe contar las cosas de esa manera tan hermosa". Un camino poco convencional que alterna con producciones más "convencionales", como 'Lope' o 'Intruders', y que proseguirá este año con el estreno de la película que ha rodado con el filipino Raya Martín.
La actriz, que no pronuncia ni una palabra en la media hora que dura 'El extraño caso de Angélica', se muestra satisfecha con la experiencia:"Nunca me habían pedido hacer de espíritu. Pero me ha gustado el desafío. Como actor, cuando no tienes diálogo, tienes que tirar de otros recursos. No podía encarar el personaje de la forma que trabajo habitualmente, porque se trata de algo especial. Tampoco podía entenderlo sólo con la cabeza. Había que hacerlo desde otro lugar".
"Esta es una película de contrastes", profundiza la actriz, "se habla de la tierra y del cielo, de la vida y de la muerte".

Medianeras

Medianeras Poster

Medianeras 2011 )

95 min -   Teatro   -   06 de octubre 2011 (Argentina)
7,3
Su voto: 
  10 
Valoraciones: 7.3 / 10 a partir de 3.343 usuarios   Metascore: 60/100 
Comentarios: 8 de usuarios 50 crítico 4 deMetacritic.com
Martín y Mariana se dañó levemente las personas que viven en edificios de enfrente uno del otro. Mientras que a menudo no se dan cuenta de la otra, la separación podría ser la misma cosa que los une.

Director: 

Gustavo Taretto

Escrito por: 

Gustavo Taretto (guión)

Gustavo Taretto habla de 'Medianeras'

MEDIANERAS TRAILER OFICIAL para la web

R.E.M. - Everybody Hurts subtitulado en español - inglés

Jimmy Cliff - I can see clearly now TRADUCIDA

JIMMY CLIFF - I Can See Clearly Now

Claude Lorraine


Claude Lorrain (también Claude Lorrain o GELLEE Le) (Lorena, c 1600 -. Roma, 21 o 23 de noviembre 1682) fue un artista de la época barroca, militante en Italia, y es admirado por sus logros en la pintura de paisaje.(16 de diciembre [OS 04 de diciembre] 1866 - 13 de diciembre de 1944) fue un pintor ruso grabador y teórico del arte. Uno de los más famosos artistas del siglo 20, le acreditan con la pintura de las primeras obras abstractas modernas.
Lorena nació en 1604 y 1605 en la pobreza en la ciudad de Chamagne, Vosges en Lorraine - entonces el ducado de Lorena, un estado independiente hasta 1766. Fue uno de cinco hijos. Su nombre real era Claude GELLEE, pero es más conocido por la provincia en la que nació. Huérfano a la edad de doce años, se fue a vivir a Friburgo con un hermano mayor, Jean GELLEE, un tallador de madera. Él después fue a Roma a buscar un medio de vida y después a Nápoles, donde trabajó de aprendiz durante dos años, de 1619 a 1621, bajo Goffredo (Gottfried) Wals. Regresó a Roma en abril de 1625 y fue aprendiz de Agustín Tassi. Se metió en una pelea con Leonaert Bramer.



Yo-Yo Ma - Bach, Cello Suites

jueves, 13 de diciembre de 2012

Booktrailer: Guía de Kashgar para damas ciclistas


Booktrailer: Guía de Kashgar para damas ciclistas


En 1923, Evangeline English, una entusiasta dama ciclista, y su hermana Lizzie llegan a Kashgar, en la Ruta de la Seda, para ayudar a establecer una misión cristiana. Mientras las dos intentan adaptarse a su nuevo hogar, Eva empieza a trabajar en su libro, Guía de Kashgar para damas ciclistas.
En el Londres de hoy en día, una joven, Frieda, se encuentra a un hombre durmiendo en el portal de su casa una noche y le proporciona una manta. A la mañana siguiente se ha ido, pero en la pared hay un dibujo exquisito y una línea de escritura en árabe. Y es justo entonces cuando Frieda descubre que es la heredera de una dama a quien no conoce.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Arthur Rubinstein - Chopin Nocturnes, Op. 9 - Op. 72

Chopin Nocturne Op.9 No.2 (Arthur Rubinstein)

Frangipani




Frangipani o Plumeria: este arbusto tiene flores blancas con centro amarillo, muy olorosas. Sus flores nos recuerdan a las exóticas, lugares fascinantes, gracias a sus colores y su fragancia asombrosa y en el mismo tiempo delecate, captura nuestra atención. El blanco Frangipani se denomina "flor de templo", de acuerdo con la tradición Maldivas. (donde sus flores adornan templos hindúes). Frangipani árboles rodean las mezquitas y el aroma intoxicates todas las islas. En la medicina tradicional la flor se utiliza para disminuir la inflamación y aliviar el dolor después de la eliminación de un vial. Muchos se hacen perfums de frangipani flores para la habitación y el cuerpo; a la entrada de una casa que ayuda a expulsar a los insectos. En torno a la fascinante flor de la frangipani son varias leyendas acerca de la inmortalidad de este árbol que sigue a florecer después de sus sucursales se han reducido un visionario de flores, el frangipani trasciende el espacio y el tiempo, que evocan ambientes fantásticos para nuestro metropolitana narices ... El dulce olor de la flor exquisita frangipani es capturada en estas hogar y productos de belleza.

Robert Schumann. Escenas del bosque. Waldszenen op. 82.

sábado, 8 de diciembre de 2012

EL ALMA DEL HOMBRE BAJO ES SOCIALISMO de Oscar Wilde




   EL ALMA DEL HOMBRE BAJO ES SOCIALISMO
                                                                                             Oscar Wilde
La principal ventaja que acarrearía la implantación del Socialismo es, sin duda, la de relevarnos
de la sórdida necesidad de vivir para otros que, en el actual estado de cosas, tanto presiona
sobre casi todos. En realidad, casi nadie escapa a ella.
De tanto en tanto, en el curso del siglo, un gran hombre de ciencia como Darwin; un gran poeta
como Keats; un fino espíritu crítico como el del señor Renan; un artista supremo como Flaubert,
ha podido aislarse, mantenerse fuera del alcance de los clamorosos reclamos de los demás,
mantenerse  al resguardo del muro como dice Platón, y así realizar la perfección que había
dentro suyo, para su propio incomparable beneficio, y para el incomparable y duradero beneficio
de todo el mundo. Estas, sin embargo, son las excepciones. La mayoría de la gente arruina su
vida por un malsano y exagerado altruismo; en realidad, se ven forzados a arruinarse así. Es
inevitable que se conmuevan, al verse rodeados de tan tremenda pobreza, tremenda fealdad,
tremenda hambre. En el hombre, las emociones se suscitan más rápidamente que la
inteligencia; y como señalara hace algún tiempo en un artículo sobre la función de la crítica, es
mucho más fácil solidarizarse con el sufrimiento que con el pensamiento. De esta forma, con
admirables, aunque mal dirigidas intenciones, en forma muy seria y con mucho sentimiento, se
abocan a la tarea de remediar los males que ven. Pero sus remedios no curan la enfermedad:
simplemente la prolongan. En realidad sus remedios son parte de la enfermedad.
Tratan de resolver el problema de la pobreza, por ejemplo, manteniendo vivos a los pobres; o,
como lo hace una escuela muy avanzada, divirtiendo a los pobres.
Pero ésta no es una solución; es agravar la dificultad. El objetivo adecuado es tratar de
reconstruir la sociedad sobre una base tal que la pobreza resulte imposible. Y las virtudes
altruistas realmente han evitado llevar a cabo este objetivo. Así como los peores dueños de
esclavos fueron los que trataron con bondad a sus esclavos, evitando así que los que sufrían el
sistema tomaran conciencia del horror del mismo, y los que observaban lo comprendiesen, igual
sucede con el estado actual de cosas en Inglaterra, donde la gente que más daño hace es la
que trata de hacer más bien; y por fin hemos tenido hombres que estudiaron realmente el
problema y conocen la vida -hombres educados que viven en el East End -adelantándose e
implorando a la comunidad para que restrinja sus impulsos altruistas de caridad, benevolencia y
otros parecidos. Se basan en la afirmación de que la caridad degrada y desmoraliza. Están
perfectamente en lo cierto. La caridad crea una multitud de pecados.
También debe decirse esto al respecto. Es inmoral usar la propiedad privada a fin de aliviar los
terribles males que resultan de la misma institución de la propiedad privada. Es a la vez inmoral
e injusto.
Bajo el Socialismo todo esto, naturalmente, se modificará. No habrá gente viviendo en fétidas
pocilgas, vestida con hediondos andrajos, criando niños débiles, acosados por el hambre, en
medio de circunstancias absolutamente imposibles y repulsivas. La seguridad de la sociedad no
dependerá, como sucede ahora, del estado del tiempo. Si llega una helada no tendremos a cien
mil hombres sin trabajo, deambulando por las calles miserablemente, o pidiendo limosna a sus
vecinos, o apiñándose ante las puertas de detestables albergues para tratar de asegurarse un
pedazo de pan y un sucio lugar donde pasar la noche. Cada miembro de la sociedad compartirá
la prosperidad y felicidad general, y si cae una helada, prácticamente nadie estará peor.
Continúa en: http://www.infocentro.gob.ve/_galeria/archivo/2/documento_678_El_alma_del_hombre_bajo_el_socialismo.pdf
http://www.infocentro.gob.ve/_galeria/archivo/2/documento_678_El_alma_del_hombre_bajo_el_socialismo.pdf

Curosidades : La tumba de Víctor Noir


La tumba de Víctor Noir.

La tumba de Víctor Noir.
La tumba de Víctor Noir.

En el Cementerio de Père Lachaise en Paris, se encuentra la tumba de Víctor Noir, un periodista que fue asesinado por Pierre Bonaparte, sobrino-nieto de Napoleón.
Debido a la importante protuberancia fálica de la estatua, se creo el mito que cuenta que dejando una flor en su sombrero, besando los labios de la estatua y frotando su parte genital, se llegara a una vida sexual feliz y fértil. Es por este motivo que ha nacido el curiosofenómeno de la visita masiva de esta tumba por parte de mujeres, quienes realizan todos los años dicho ritual.
Debido a esto, la parte genital de la estatua se encuentra desgastada, lo cual motivo a poner una cerca que rodee la tumba. En virtud de la contención, la población femenina realizo una protesta que logro quitar el vallado.
Sin lugar a dudas este fenómeno es una curiosidad que no podíamos dejar de compartir con ustedes.


La tumba de Víctor Noir.
La tumba de Víctor Noir.
La tumba de Víctor Noir.
La tumba de Víctor Noir.
La tumba de Víctor Noir.
La tumba de Víctor Noir.

Tumba de Oscar Wilde



Oscar Wilde

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/wilde/ow.htm
Oscar Wilde
Irlanda: 1854-1900
CuentosTextos electrónicos completos
El amigo fiel
El famoso cohete
El fantasma de Canterville El gigante egoísta
El hombre que contaba historias
El imán
El maestro

El príncipe feliz
El reflejo
El ruiseñor y la rosa
La Casa del Juicio

La esfinge sin secreto 
Pluma, lápiz y veneno

"La esfinge sin secreto" de Oscar Wilde

La esfinge sin secreto[Cuento. Texto completo]Oscar Wilde
Una tarde, tomaba mi vermú en la terraza del Café de la Paix, contemplando el esplendor y la miseria de la vida parisina y asombrándome del extraño panorama de orgullo y pobreza que desfilaba ante mis ojos, cuando oí que alguien me llamaba. Volví la cabeza y vi a lord Murchison. No nos habíamos vuelto a ver desde nuestra época de estudiantes, hacía casi diez años, así que me encantó encontrarme de nuevo con él y nos dimos un fuerte apretón de manos. En Oxford habíamos sido grandes amigos. Yo lo había apreciado muchísimo, ¡era tan apuesto, íntegro y divertido! Solíamos decir que habría sido el mejor de los compañeros si no hubiese dicho siempre la verdad, pero creo que todos le admirábamos más por su franqueza. Me pareció que estaba muy cambiado. Daba la impresión de estar inquieto y desorientado, como si dudara de algo. Comprendí que no podía ser un caso de escepticismo moderno, pues Murchison era el más firme de los conservadores, y creía con la misma convicción en el Pentateuco que en la Cámara de los Pares; así que llegué a la conclusión de que se trataba de una mujer, y le pregunté si se había casado.
-No comprendo suficientemente bien a las mujeres -respondió.
-Mi querido Gerald -dije-, las mujeres están hechas para ser amadas, no comprendidas.
-Soy incapaz de amar a alguien en quien no puedo confiar -replicó.
-Creo que hay un misterio en tu vida, Gerald -exclamé-; ¿de qué se trata?
-Vamos a dar una vuelta en coche -contestó-, aquí hay demasiada gente. No, un carruaje amarillo no, de cualquier otro color... Mira, aquel verde oscuro servirá.
Y poco después bajábamos trotando por el bulevar en dirección a la Madeleine.
-¿Dónde vamos? -quise saber.
-¡Oh, donde tú quieras! -repuso-. Al restaurante del Bois de Boulogne; cenaremos allí y me hablarás de tu vida.
-Me gustaría que tú lo hicieras antes -dije-. Cuéntame tu misterio.
Lord Murchison sacó de su bolsillo una cajita de tafilete con cierre de plata y me la entregó. La abrí. En el interior llevaba la fotografía de una mujer. Era alta y delgada, y de un extraño atractivo, con sus grandes ojos de mirada distraída y su pelo suelto. Parecía unaclairvoyante, e iba envuelta en ricas pieles.
-¿Qué opinas de ese rostro? -inquirió-. ¿Lo crees sincero?
Lo examiné detenidamente. Tuve la sensación de que era el rostro de alguien que guardaba un secreto, aunque fuese incapaz de adivinar si era bueno o malo. Se trataba de una belleza moldeada a fuerza de misterios... una belleza psicológica, en realidad, no plástica... y el atisbo de sonrisa que rondaba sus labios era demasiado sutil para ser realmente dulce.
-Bueno -exclamó impaciente-, ¿qué me dices?
-Es la Gioconda envuelta en martas cibelinas -respondí-. Cuéntame todo sobre ella.
-Ahora no, después de la cena -replicó, antes de empezar a hablar de otras cosas.
Cuando el camarero trajo el café y los cigarrillos, recordé a Gerald su promesa. Se levantó de su asiento, recorrió dos o tres veces de un lado a otro la estancia y, desplomándose en un sofá, me contó la siguiente historia:
-Una tarde -dijo-, estaba paseando por la Calle Bond alrededor de las cinco. Había una gran aglomeración de carruajes, y éstos estaban casi parados. Cerca de la acera, había un pequeño coche amarillo que, por algún motivo, atrajo mi atención. Al pasar junto a él, vi asomarse el rostro que te he enseñado esta tarde. Me fascinó al instante. Estuve toda la noche obsesionado con él, y todo el día siguiente. Caminé arriba y abajo por esa maldita calle, mirando dentro de todos los carruajes y esperando la llegada del coche amarillo; pero no pude encontrar a ma belle inconnue y empecé a pensar que se trataba de un sueño. Aproximadamente una semana después, tenía una cena en casa de Madame de Rastail. La cena iba a ser a las ocho; pero, media hora después, seguíamos esperando en el salón. Finalmente, el criado abrió la puerta y anunció a lady Alroy. Era la mujer que había estado buscando. Entró muy despacio, como un rayo de luna vestido de encaje gris y, para mi inmenso placer, me pidieron que la acompañase al comedor.
»-Creo que la vi en la Calle Bond hace unos días, lady Alroy -exclamé con la mayor inocencia cuando nos hubimos sentado.
»Se puso muy pálida y me dijo quedamente:
»-No hable tan alto, por favor; pueden oírlo.
»Me sentí muy desdichado por haber empezado tan mal, y me zambullí imprudentemente en el asunto del teatro francés. Ella apenas decía nada, siempre con la misma voz baja y musical, y parecía tener miedo de que alguien la escuchara. Me enamoré apasionada, estúpidamente de ella, y la indefinible atmósfera de misterio que la rodeaba despertó mi más ferviente curiosidad. Cuando estaba a punto de marcharse, poco después de la cena, le pregunté si me permitiría ir a visitarla. Ella pareció vacilar, miró a uno y otro lado para comprobar si había alguien cerca de nosotros, y luego repuso:
»-Sí, mañana a las cinco menos cuarto.
»Pedí a Madame de Rastail que me hablara de ella, pero lo único que logré saber fue que era una viuda con una casa preciosa en Park Lane; y como algún aburrido científico empezó a disertar sobre las viudas, a fin de ilustrar la supervivencia de los más capacitados para la vida matrimonial, me despedí y regresé a casa.
»Al día siguiente llegué a Park Lane con absoluta puntualidad, pero el mayordomo me comunicó que lady Alroy acababa de marcharse. Me dirigí al club bastante apesadumbrado y totalmente perplejo, y, después de meditarlo con detenimiento, le escribí una carta pidiéndole permiso para intentar visitarla cualquier otra tarde. No recibí ninguna respuesta en varios días, pero finalmente llegó una pequeña nota diciendo que estaría en casa el domingo a las cuatro, y con esta extraordinaria postdata: "Le ruego que no vuelva a escribirme a esta dirección; se lo explicaré cuando le vea". El domingo me recibió y no pudo estar más encantadora; pero, cuando iba a marcharme, me rogó que, si en alguna ocasión la escribía de nuevo, dirigiera mi carta "a la atención de la señora Knox, Biblioteca Whittaker, Calle Green”.
»-Existen razones -dijo- que no me permiten recibir cartas en mi propia casa.
»Durante toda aquella temporada, la vi con asiduidad, Y jamás la abandonó aquel aire de misterio. A veces se me ocurría pensar que estaba bajo el poder de algún hombre, pero parecía tan inaccesible que no podía creerlo. Era realmente difícil para mí llegar a alguna conclusión, pues era como uno de esos extraños cristales que se ven en los museos, y que tan pronto son transparentes como opacos. Al final decidí pedirle que se casara conmigo: estaba harto del constante sigilo que imponía a todas mis visitas y a las escasas cartas que le enviaba. Le escribí a la biblioteca para preguntarle si podía reunirse conmigo el lunes siguiente a las seis. Me respondió que sí, y yo me sentí en el séptimo cielo. Estaba loco por ella, a pesar del misterio, pensaba yo entonces -por efecto de él, comprendo ahora-. No; era la mujer lo que yo amaba. El misterio me molestaba, me enloquecía. ¿Por qué me puso el azar en su camino?
-Entonces, ¿lo descubriste? -exclamé.
-Eso me temo -repuso-. Puedes juzgar por ti mismo.
»El lunes fui a almorzar con mi tío y, hacia las cuatro, llegué a Marylebone Road. Mi tío, como sabes, vive en Regent’s Park. Yo quería ir a Piccadilly y, para atajar, atravesé un montón de viejas callejuelas. De pronto, vi delante de mí a lady Alroy, completamente tapada con un velo y andando muy deprisa. Al llegar a la última casa de la calle, subió los escalones, sacó una llave y entró en ella. "He aquí el misterio", pensé; y me acerqué presuroso a examinar la vivienda. Parecía uno de esos lugares que alquilan habitaciones. Su pañuelo se había caído en el umbral. Lo recogí y lo metí en mi bolsillo. Entonces empecé a cavilar sobre lo que debía hacer. Llegué a la conclusión de que no tenía el menor derecho a espiarla y me dirigí en carruaje al club. A las seis aparecí en su casa. Se hallaba recostada en un sofá, con un elegante vestido de tisú plateado sujeto con unas extrañas adularias que siempre llevaba. Estaba muy hermosa.
»-No sabe cuánto me alegro de verlo -dijo-; no he salido en todo el día
»La miré sorprendido, y sacando el pañuelo de mi bolsillo, se lo entregué.
»-Se le cayó esta tarde en la Calle Cummor, lady Alroy -señalé sin inmutarme.
»Me miró horrorizada, pero no hizo ninguna tentativa de coger el pañuelo.
»-¿Qué estaba haciendo allí? -inquirí.
»-¿Y qué derecho tiene usted a preguntármelo? -exclamó ella.
»-El derecho de un hombre que la quiere -contesté-; he venido para pedirle que sea mi mujer.
»Ocultó el rostro entre las manos y se deshizo en un mar de lágrimas.
»-Debe contármelo -proseguí.
»Ella se puso en pie y, mirándome a la cara, respondió:
»-Lord Murchison, no tengo nada que contarle.
»-Fue usted a reunirse con alguien -afirmé-; ése es su misterio.
»Lady Alroy adquirió una palidez cadavérica y dijo:
»-No fui a reunirme con nadie.
»-¿Acaso no puede decir la verdad? -exclamé.
»-Ya se la he dicho -repuso.
»Yo estaba furibundo, enloquecido; no recuerdo mis palabras, pero la acusé de cosas terribles. Finalmente, me precipité fuera de su domicilio. Ella me escribió una carta al día siguiente; se la devolví sin abrir y me fui a Noruega con Alan Colville. Regresé un mes más tarde y lo primero que leí en el Morning Post fue la muerte de lady Alroy. Se había resfriado en la ópera, y había muerto de una congestión pulmonar a los cinco días. Me encerré en casa y no quise ver a nadie. La había querido demasiado, la había amado con locura. ¡Santo Dios! ¡Cuánto había amado a esa mujer!
-¿Y nunca fuiste a aquella casa? -le interrumpí.
-Sí -replicó.
»Un día me dirigí a la Calle Cummor. No pude evitarlo; me torturaba la duda. Llamé a la puerta y me abrió una mujer de aire respetable. Le pregunté si tenía alguna habitación para alquilar.
»-Verá, señor -contestó-, en teoría los salones están alquilados; pero, como hace tres meses que la señora no viene y que nadie paga la renta, puede usted quedarse con ellos.
»-¿Es ésta su inquilina? -quise saber, mostrándole la foto.
»-Sin duda alguna -exclamó-, y ¿cuándo piensa volver, señor?
»-La señora ha fallecido -repuse.
»-¡Oh, señor, espero que no sea cierto! -dijo la mujer-. Era mi mejor inquilina. Me pagaba tres guineas a la semana sólo por sentarse en mis salones de vez en cuando.
»-¿Se reunía con alguien? -le pregunté.
»Pero la mujer me aseguró que no, que siempre llegaba sola y jamás veía a nadie.
»-¿Y qué diablos hacía? -inquirí.
»-Se limitaba a sentarse en el salón, señor, y leía libros; a veces también tomaba el té -respondió ella.
»No supe qué contestarle, así que le di una libra y me marché.
-Y bien, ¿qué crees que significaba todo aquello? ¿No pensarás que la mujer decía la verdad?
-Pues claro que lo pienso.
-Entonces, ¿por qué acudía allí lady Alroy?
-Mi querido Oswald -replicó-, lady Alroy era simplemente una mujer obsesionada con el misterio. Alquiló esas habitaciones por el placer de ir allí tapada con su velo, imaginando que era la heroína de una novela. Le encantaban los secretos, pero no era más que una esfinge sin secreto.
-¿De veras lo crees?
-Estoy convencido.
Sacó la cajita de tafilete, la abrió y contempló la fotografía.
-Sigo teniendo mis dudas -exclamó finalmente.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

CUENTOS DE MUJERES POR MUJERES (I)



 
 
CUENTOS DE MUJERES POR MUJERES (I)
MANSFIELD, ALCOTT Y OTRAS
 
«Quisiera ir sola y volver cuando yo desee.» En «Una verdadera aventura», Katherine Mansfield cuenta la llegada a Brujas de una mujer que viaja sin compañía masculina. En estos cuentos de Louisa M. Alcott, Mary E. Wilkins Freeman, Grazia Deledda, Selma Lagerloff, Sarah O. Jewett y Matilde Serao aparecen institutrices que priorizan la felicidad, mujeres que optan por la soledad antes que casarse con el hombre inapropiado, que rompen con los cánones de la Iglesia, aldeanas ricas que eligen hombres pobres, mujeres que defienden la naturaleza. Las protagonistas de los cuentos de estas siete escritoras de la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX, lejos de ser heroínas con dotes insuperables, son mujeres comunes pero con decisiones y virtudes que escandalizan los moldes de su época

Fotos porque sí