lunes, 9 de febrero de 2009
Acoso Sexual
Por Mirta Rodriguez Calderon | |||||
IMAGEN Exteriores e interiores/Calle/ Un joven cajero de banco avanza
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Detenido un hombre por acoso sexual en el barrio de Sarrià de Barcelona
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Los Mossos d'Esquadra han detenido a un hombre que presuntamente acosó sexualmente a por lo menos nueve chicas en poco más de un año en el barrio de Sarrià de Barcelona. El chico se encuentra en prisión por abusos sexuales tras pasar a disposición judicial.
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Los Mossos d'Esquadra han detenido a un hombre que presuntamente acosó sexualmente a por lo menos nueve chicas en poco más de un año en el barrio de Sarrià de Barcelona. El chico se encuentra en prisión por abusos sexuales tras pasar a disposición judicial.
Daniel V., de 32 años, actuaba casi siempre con el mismo modus operandi. Aprovechando la noche, se acercaba a las chicas que iban solas por la calle, les hacía comentarios obscenos e intentaba convencerlas para mantener relaciones sexuales. Ante la negativa, podía llegar a forcejear con ellas y les hacía tocamientos. Incluso llegó a subir al rellano del piso de algunas de ellas o a masturbarse en su presencia.
Entre el 19 de noviembre de 2006 y el 28 de diciembre de 2007 el hombre habría actuado así en nueve ocasiones. Los Mossos recibieron las denuncias y llegaron a elaborar un retrato robot para intentar identificarle y detenerle.
Hace unos días un agente le reconoció en plena calle y le pidió identificación. Con ella, consiguieron identificar al sospechoso, que ya tenía antecedentes por resistencia y desobediencia a la autoridad. Las víctimas fueron citadas en comisaría y le identificaron sin dudar.
Finalmente, el domingo los agentes acudieron al domicilio de los padres del sospechoso, los cuales colaboraron con la Policía y admitieron los problemas psicológicos de su hijo. El individuo pasó ayer a disposición judicial e ingresó en prisión.
Acoso sexual en el trabajo: las víctimas podrán considerarse despedidas
Es la primera vez que una nor ma argentina tipifica qué actitudes serán consideradas violencia laboral y/o acoso sexual en el ámbito del trabajo, sea éste público o privado. A diferencia de leyes similares de otros países, no se limita a regular el acoso sexual en el ámbito laboral sino que incluye su tipificación en otras espacios: educativos, políticos, sindicales y de la salud, y en las fuerzas armadas y de seguridad.
Si el Senado la ratifica, serán punibles las actitudes que:
Inducen a acceder a requerimientos sexuales no deseados.
Discriminan, excluyen, subordinan o estereotipan a las personas en función de su sexo.
Manifiestan rechazo o discriminación por la orientación sexual de la víctima (homofobia).
La norma establece que se está en presencia de una situación de acoso ante "todo acto de naturaleza sexual, sexista u homofóbica que, sin estar dirigido a una persona en particular, cree un clima de intimidación, humillación u hostilidad". Se presumirá la configuración de un delito cuando:
El denunciante haya advertido varias veces al denunciado molestia por sus actitudes o dichos.
Se compruebe la persecución telefónica al denunciante.
Hayan existido forcejeos entre denunciante y denunciado.
El denunciado haya demorado reiteradamente al denunciante más allá de su jornada laboral, tiempo de clase o duración de una entrevista, sin justificación.
Se hayan requerido datos sobre la vida sexual del denunciante en el contexto del trabajo, entrevista, consulta o clase.
El denunciante haya recibido regalos con connotación sexual.
Se confine al denunciante a una ubicación o tratamiento segregativo en relación al resto del personal o de los compañeros.
El denunciado haya perseguido al denunciante en espacios no destinados a su relación laboral.
El denunciado haya realizado averiguaciones respecto del denunciante en relación con su sexualidad, vida privada o cuestiones no vinculadas a su relación.
Mónica Plaut fue la primera mujer que ganó en el país una demanda por acoso sexual contra la empresa en la que trabajaba. Se desempeñaba en el área de seguridad del hotel Alvear, y en 1996 denunció ante sus superiores que estaba siendo acosada por el jefe de seguridad. Se tomó licencia por enfermedad y, cuando ésta venció, inició una demanda civil contra sus empleadores. En agosto de 2001, la Cámara Civil porteña consideró probado el acoso y condenó al hotel a indemnizarla en 18.600 pesos. Luego de la sentencia judicial, el acosador fue echado.
320
Denuncias de violencia laboral recibió la Comisión Tripartita de Igualdad de Trato en el Mundo Laboral desde enero de 2006.
59.4%
De las denuncias de violencia y acoso recibidas fueron realizadas por mujeres, que son las principales víctimas de estas actitudes.
61,3%
De los casos de violencia se inician después de que el trabajador efectuó algún reclamo laboral, según surge de las denuncias.
17,3%
De los acosos empezaron tras una enfermedad. Otro 10% fue luego de un accidente laboral y un 5,3%, tras un embarazo.
Amrit Dhillon
Fuente:www.elmundo.es / REUTERS
De acuerdo a las estadísticas en la India dos millones mujeres fueron víctimas de acoso sexual en los lugares públicos, particularmente en el transporte público. El presente artículo se refiere a este fenómeno.
Para las mujeres en la India, el acoso sexual es parte de la vida diaria. Pero ahora le están haciendo frente. Un hombre en una calle de Nueva Delhi le toca un pecho a una joven británica y sale corriendo. Si no fuera por el hecho de que era la hija de un diplomático británico, es poco probable que la policía se hubiera enterado y mucho menos que el hecho hubiera llegado a la prensa. La cosa es que, para dos millones de mujeres en la India, el acoso sexual de los hombres a las mujeres en público es algo cotidiano cuando se aventuran a la calle o usan el transporte público.
Sin embargo, ahora algunas mujeres están presentando batalla con un proyecto, Blank Noise, inspirado en el blog de la artista Jasmeen Patheja, 26, donde había subido fotos de hombres que la habían acosado en la calle.
Recientemente, algunas mujeres que participan en el proyecto fueron al South Extension, un centro comercial muy concurrido en Nueva Delhi, para participar en un híbrido de acción callejera y performance artística que apuntaba a hacerle frente a los hombres que miran lascivamente a las mujeres en público. Cuando un hombre mira con ojos insinuantes, las mujeres lo rodean en silencio y lo miran fijo. Frente a una docena de pares de ojos que los escudriñan, todos se echan atrás.
Como para subrayar el punto, las mujeres llevan ropa con la inscripción "Me estás mirando", al mismo tiempo que repartían panfletos donde se explicaba que el acoso sexual viola el respeto y la dignidad de una mujer.
Las ideas poderosas de Patheja surgen de su propia experiencia como víctima de acoso sexual y como alguien que tuvo que cambiar su actitud y su manera de vestirse por la mirada lasciva y el manoseo de los hombres en público.
Su último proyecto es una muestra de 1.000 prendas utilizadas por mujeres en el momento de sufrir un acoso sexual que estará en exhibición en septiembre y que no muestra ninguna asociación con una vestimenta indecente.
Otro proyecto consistió en leer en voz alta en el transporte público los comentarios de víctimas de acoso sexual en el sitio web de Blank Noise. Uno habla de tres amigas que salieron a cenar una noche y fueron manoseadas en un ómnibus. Otro habla del miedo "de que alguien me agarre y viole mi espacio".
Los hombres se quedan mudos cuando escuchan las lecturas. "A veces las mujeres se ponen de pie y dicen que describimos exactamente sus experiencias y que quieren participar", dice Nirmala Ravindran, una periodista que hizo una lectura en un ómnibus.
El contexto de la situación es un triste indicio de la incapacidad de la India para enfrentar el tema de la desigualdad femenina. En Nueva Delhi, el acoso sexual es un hecho de la vida diaria y las encuestas demuestran que el 90% de las estudiantes universitarias dicen haberlo sufrido alguna vez. Las cifras oficiales de la India difundidas en agosto –y que para muchos apenas reflejan la superficie del problema- demuestran que en la India violan a una mujer cada media hora.
Las mujeres extranjeras son particularmente vulnerables ya que algunos hombres indios piensan que las mujeres occidentales están sexualmente disponibles, una situación agravada por la exposición a la pornografía occidental. Recientemente encarcelaron al hijo de un político por violar a una turista alemana en Rajasthan.
Los analistas encuentran varias explicaciones para la situación, además del hecho de que la India es una sociedad sexualmente reprimida que segrega a los sexos desde la niñez, prohibiendo el contacto inocente.
Como tuvieron tan poca interacción, los hombres en la India están totalmente desinformados sobre las mujeres. "No perciben qué es aceptable o cuáles son los límites", dice Laura Neuhaus, una texana de 23 años que trabaja para una multinacional en Bangalore.
También se les echa la culpa a las películas de Bollywood. El héroe persigue a la mujer y ella actúa de manera recatada, rechazando sus avances. Pero él la sigue acosando y, al final, ella responde. Los hombres piensan así de las mujeres", dice Usay Prakash, ingeniero de software en Bangalore y miembro de Blank Noise.
Otro factor es que la India no prepara bien a sus hijas para defenderse. Pocas le devuelven la mirada a un extraño y le gritan que se aleje. El condicionamiento cultural les enseña a ser dóciles y sumisas. Sólo toparse con la mirada de un hombre hace que las mujeres se sonrojen.
Los hombres también salen perdiendo con el acoso. Un comentario publicado en el sitio web sugiere que quizás una propuesta de un hombre pueda tomarse de manera negativa. En un caso, en el sitio aparece la foto de un hombre sólo por invitar a una mujer en una parada de colectivos a tomar una taza de café.
Un comentario en el sitio observaba lo siguiente: "Esto muestra lo conservadora que es la India como país y cómo salen perdiendo las chicas indias. Un extraño te invita a tomar un café y dicen que es acoso sexual".
Pero para Patheja éste no es un ejemplo de una zona gris. "Cada cultura tiene sus reglas y todos las conocemos. En la India no se acepta que un perfecto desconocido le empiece a hablar a una mujer en la calle a menos que se la hayan presentado antes", dice.
Editado por Mujeres Hoy
Fuentes: Clarín, "En India, las mujeres se unen para luchar contra el acoso sexual", septiembre 2006.
SOCIEDAD › MALTRATO ENTRE CHICOS EN LAS ESCUELAS. PREOCUPACION PARA DOCENTES Y ESPECIALISTAS
El “gaste” al diferente, al que menos se puede defender, al que fue tomado de punto es histórico en las aulas. Pero el fenómeno ahora preocupa a los educadores. Ya tiene nombre: acoso escolar o bullying. Y se estudia cómo disminuir su impacto. España está conmovida por el intento de suicidio de un chico de 13 años. En Argentina, el debate se profundizó tras la tragedia de Patagones.
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Por Sonia Santoro
En primer grado, tres nenes decidieron que Martín ya no sería Martín sino Catalina Sexi y empezaron a alternar el sugestivo apodo con otro menos ingenioso pero bastante más remanido: gordo. Tras las quejas e intervenciones de su madre, en segundo grado, dejaron de molestarlo. Ahora tiene ocho años y está en tercero de una escuela privada de Quilmes, sur del conurbano, pero su pesadilla renació este año cuando hace un par de días uno de esos nenes volvió a decir “¿te acordás cuando a Marcos le decíamos Catalina Sexi?” y todo volvió a empezar. “Me molestan y me gastan mucho. Yo les digo ¿y vos qué sos? Una vez en un acto me tiraron Coca-Cola, por molestar nomás”, cuenta él. Las cargadas y tomadas de punto en la escuela no son nuevas, apelativos históricos como gorda, traga, chupamedias y demás variantes reflejan un modo de relación que parece tan viejo como la existencia misma de las escuelas. Desde hace un tiempo, sin embargo, las agresiones entre alumnos empiezan a preocupar no sólo a las víctimas sino a docentes y especialistas, sobre todo desde que en Carmen de Patagones un adolescente mató a tres compañeros y otros casos donde hubo heridos graves. En el año 2000, un adolescente mató a otro en Rafael Calzada porque no soportaba más que le dijeran Pantriste. Llaman a esto bullying o acoso escolar. ¿Cuál es el límite entre crueldad infantil y violencia sistemática?
De mayor a menor, los docentes señalan cinco tipos de situaciones conflictivas producidas en las aulas: robo; agresión verbal (cargar, provocar, ofender); agresión física (abusos, golpes, empujones); discriminación (ignorar, no dejar participar de un juego), e incumplimiento de normas, según la investigación de Celia Paladino, magister en Psicología Educacional y docente de la Universidad Nacional de La Plata, recogida en el libro Conflictos en el aula.
Se trató de una investigación cualitativa basada en entrevistas a 30 docentes de escuelas de nivel socioeconómico medio de la ciudad de La Plata. El robo, “querer lo que el otro tiene”, es tomado por los docentes consultados como “rasgos comunes de la conducta infantil”. Lo mismo pasa con las agresiones verbales, que señalan como específicas de los chicos, sobre todo varones; aunque consideran que deben intervenir porque suelen derivar en golpes o agresiones físicas. La violencia física, apuntan, es “cada vez más frecuente en la escuela y preferentemente en los alumnos varones, aunque últimamente han observado que las mujeres también se agraden físicamente”.
Una investigación de la Dirección Nacional de Política Criminal del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, coordinada por Daniel Pedro, entre 600 jóvenes de entre 14 y 20 años de la ciudad –que durante 2002 cursaron nivel secundario tanto de escuelas públicas como privadas–, arrojó como conclusión preliminar que casi la mitad de los encuestados menciona la existencia de peleas frecuentes con agresiones físicas en la escuela.
Tomás, alumno de ocho años de una escuela de Caballito, cuenta: “En segundo grado un compañerito me pegaba siempre cuando salíamos al recreo. Todo el año igual. Me pegaba piñas y me lastimó varias veces. Se la agarraba conmigo, no sé por qué lo hacía. Yo siempre iba y se lo decía a la señorita. Ahora no me molesta más. Era el único del grado y también le pegaba a otros compañeritos”.
Las situaciones de acoso son de lo más variadas: chicos a los que se les clava un punzón en la espalda, en el brazo, en la mano (en este momento se prohíbe a los alumnos que lleven punzones); otros cortados con trinchetas o mordidos por sus propios compañeros, nenes o nenas que le escupen la comida a otro en el almuerzo y le obligan a comer bajo amenaza de golpes a la salida. “Es tan común que un alumno sea tomado como ‘candidato’ fácil de agredir que muchas veces se cambian las conductas más comunes con tal de no ser la ‘víctima escogida’.” Por ejemplo, un alumno al que agredían por ser prolijo “decidió terminar su hoja de tarea y luego mancharla con tinta para que no le dijeran maricón”; un alumno de primer grado tuvo que ser intervenido quirúrgicamente porque se le tenía prohibido ir al baño. Se le hizo un bolo fecal. Si iba al baño lo agarraban entre varios y lo lastimaban”, explica Isabel Fernández, licenciada en Psicología, especialista en violencia escolar.
En inglés, bully quiere decir intimidador, matón, agresor, abusador. Por eso se define bullying como “el maltrato entre iguales por abuso de poder”, explican Elida Penecino y María Ester Ferroni, de la Universidad Nacional de Rosario. Ambas licenciadas en Psicología trabajan con talleres para docentes para resolver esta temática desde hace cinco años. Las primeras investigaciones sobre el tema empezaron en Suecia, Noruega y Finlandia en los años ’70 a partir del suicidio de escolares de entre 10 y 12 años, explican. En Argentina, la investigación comenzó en los ’90. Sin embargo, se instaló definitivamente desde que Rafael, un adolescente de la ciudad de Carmen de Patagones, Río Negro, asesinó a tres compañeros en septiembre de 2004.
¿Esto significa que hay más violencia que antes o simplemente que el tema se ha hecho más visible? Ana Villanueva analizó el rol de los medios de comunicación al informar sobre estos hechos, partiendo de la hipótesis de que los medios naturalizan la violencia. Analizó el tratamiento de los diarios Clarín, La Nación y Crónica en el año 2002 y encontró que los involucrados en actos de violencia son “adolescentes, entre 12 y 16 años, quienes se ven envueltos en situaciones de violencia, vinculadas en un 40 por ciento a la portación de armas, igual porcentaje para los actos de vandalismo contra la institución y en un 20 por ciento manifestando violencia entre pares. Este análisis pone en evidencia que la violencia escolar ocupa un lugar en la agenda de los medios cuando se producen picos de episodios que se asocian a la figura de niños delincuentes”.
Según la escuela donde trabajen, la percepción de los docentes parece variar bastante. Mientras Liliana Bruno, maestra de la Escuela Nº2, de Devoto, dice que en la suya no hay problemas serios, Marcela Medez, profesora de de educación física de la Escuela Nº3 de Floresta, cree que la violencia se fue “acrecentando” con los años: “Este año, un nene, tras haber golpeado a otro, me pidió por favor que no le pusiera una mala nota ni que les contara a los padres, porque si no ellos lo castigarían con una percha. Entonces tuve que arreglar ponerle una buena nota a cambio de que nunca más se portara de esa forma. Y con él me dio resultado, pero no ocurre lo mismo con todos”, cuenta. Otra profesora de educación física de una escuela de Flores y otra de Caballito dicen que “en este momento, la escuela es como está la sociedad y así se tratan ahí adentro, se amenazan, se dicen ‘te voy a cagar a trompadas’, y a veces se acciona también en las aulas o en los recreos. La piña es fácil, no hay arreglos verbales, cuesta mucho”.
Para Guillermo Greco, docente de la escuela 44 de Del Viso, Pilar, en cambio, “son un mito los casos de violencia extrema en la escuela. En realidad hay situaciones de violencia, pero que tienen que ver con formas de afrontar otros conflictos internos. Cuando se habla con ellos se resuelve. El problema de fondo es la vida familiar y social violenta que atraviesan los pibes”. “Lo que sí se ve –agrega– son las gastadas, la violencia psicológica. Pero aquí se mezclan cuestiones del desarrollo de los niños, de su etapa de crecimiento. Esto ocurrió siempre, a lo largo de todos los años, y seguirá ocurriendo. Sucede que los chicos desde los 10 años operan con el pensamiento lógico y son tan tajantes que enseguida hacen notar las diferencias, ya sea de etnias, físicas, económicas, etc, y a veces pasa al terreno de la agresión. Pero esto de las cargadas es el juego de los chicos. Tenemos que transmitir otra mirada de ellos, no como violentos sino como protagonistas de hechos positivos, cambiar la mirada despectiva que se tiene de los niños y jóvenes.”
El acoso entre chicos y chicas está presente durante toda la vida escolar, desde el jardín de infantes hasta el término de la secundaria. Las edades marcan distintos tipos de agresiones. “Cuando la agresión se da entre mujeres, hay más casos entre los 13 y 15 años, hay rivalidad por el compañero varón y envidia por el éxito de unas en relación al no éxito de otras. Entre los varones se ve más incidencia durante la primaria”, explica Fernández. Los especialistas coinciden en que hay diferentes modalidades de agresión según el género: “En general, las niñas son más agudas en lo psicológico y los varones hacen más acting, es decir, más rápidamente llegan a la violencia física”, dice Fernández.
Sin embargo, esta tendencia parecería estar revirtiéndose. Según Daniel Miguez, coordinador del Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas –creado en 2004 por el Ministerio de Educación de la Nación, la Universidad Nacional de San Martín y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura para monitorear los niveles de violencia en las escuelas–, “el hostigamiento es más frecuente en los varones aunque las diferencias de género se están restringiendo”.
¿Cómo se soluciona? Graciela Pérez, preceptora de una escuela Polimodal y Técnica de Lomas de Zamora, dice que “falta prevención, normativas de disciplina resguardada del Estado. Hoy la escuela es quien tiene el derecho de fijar pautas propias, pero desde el Estado se prohibieron las amonestaciones y las expulsiones, ya que la escuela debe ser para todos. Entonces, al no estar nada especificado, toda medida que puedas cumplir está en duda, y por eso se cae sobre el docente, y tira abajo el ánimo del docente. Están mal pagados, están tan baqueteados, tan destruidos porque se sabe que siempre va a perder”.
SUBNOTAS
* Qué es el “bullying”
* Los casos que terminaron en violencia
* El agredido y el agresor
* Los casos de España e Italia
Permalink:
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-77476-2006-12-10.html
El acoso moral
Dra. Esther Romano
Zona gris: El acoso moral, con identidad suficiente como para provocar estragos en la víctima, no alcanza por su labilidad a configurarse con un status jurídico propio. No obstante, al focalizarlo con minuciosidad, la autora de este comentario abre un interrogante para resolver
Hay un concepto que circula en los últimos meses en el contexto de los defensores de los derechos humanos y es el de acoso moral. Aún cuando no es mi propósito detenerme en ello, resulta de utilidad para los profesionales del Derecho trazar diferencias entre los conceptos de daño moral y daño psíquico, para evitar no sólo deslizamientos que atañen al campo semántico, sino por la diversidad de sus respectivas implicancias jurídicas.
El acoso moral ha sido cuidadosamente descripto por Marie-France Hirigoyen. Son sus sinónimos el psicoterror laboral, el hostigamiento psicológico, el ¨mobbing¨.
Con ello son descriptas situaciones singulares e intolerables padecidas en el medio laboral. Resulta asimismo extensible a otros ámbitos: el de la vida familiar, comunal, social.
Comprende condiciones de dominación sutil, con manejo de situaciones de poder. Muchos de los sujetos hostigadores, verdaderos perversos en su accionar destructor, ocupan cargos clave en el ámbito empresarial.
El acoso moral constituye variadas formas de tortura psicológica a un sujeto-víctima al que se desdeña sistemáticamente en su desempeño profesional o personal. Lo curioso es que dicho desempeño es, la más de las veces, eficaz. El ataque puede tener como blanco aspectos que hacen a su identidad, tales como su ideología política, credo, algún rasgo físico, o variados aspectos de su vida personal.
Se diferencia de las formas grupales de discriminación ( política, étnica, racial o religiosa) en tanto el ataque no está dirigido a un conjunto de sujetos objeto de repudio sino a un sujeto particular, el cual es objeto de ensañamiento en el contexto de su medio ( laboral, comunal, familiar ).
La autora refiere que esta forma de tortura psicológica provoca en la víctima síntomas variados: amnesias, déficit de concentración, tristeza, apatía, agresividad, acompañados de sentimientos injustificados de inseguridad ( dada la probidad personal de la víctima ).
A diferencia del daño moral, que, a pesar de su carácter intangible, es mensurable a nivel económico, el acoso moral no lo es.
Esto no es óbice para que las alteraciones severas de la autoestima de los sujetos afectados desemboquen en que merme su rendimiento en el contexto implicado. Tratándose del laboral, se producen consecuencias concretas en la propia economía por el desenlace inefable: abandono del trabajo e incluso, desinterés en la inserción futura.
El agente hostigador ¨verdugo¨( jefe, marido, vecino) suele reclutar aliados, o, por lo menos, cómplices silenciosos o parlantes pudiendo constituirse un micro-clan de oposición hacia la persona, que resulta así constituida en víctima. Esta, sindicada como objeto de escarnio, vive inerme e incluso confundida.
Si bien el maltrato es sistemático y verdadero, la modalidad solapada y sutil, así como la ausencia de consenso o apoyo grupal, intensifica el aislamiento.
Lo llamativo es que las víctimas pueden ser sujetos laboriosos, inteligentes, perfeccionistas. Paradójicamente, algunas de sus cualidades distintivas se constituyen, para el verdugo y para el grupo de pertenencia de la víctima, en blanco de ataques. Como si su propia creatividad y espíritu innovativo constituyeran un flanco débil. El grupo ¨in toto¨ intentaría nivelar las diferencias; re-bajando su valor, sub-estimándola, des-mereciéndola
Marie-France Hirigoyen refiere a una serie de situaciones típicas de jefes con sus subordinados: privarlos de instrumentos de trabajo, restringirles el uso de la palabra, impedir que se les hable, ocuparles el escritorio, aislarlos lejos de los compañeros, hostigarlos con tareas tediosas, excesivas, inconducentes, y/o en contra de sus principios morales, y/o por debajo de su real capacidad.
Señala la misma autora, que, en estos casos, es muy dificultosa la denuncia: el sistema judicial exige pruebas y esta situación es prácticamente imposible de demostrar.
Estudios efectuados en los países escandinavos señalan la importancia de factores como déficit en la organización de la tarea y limitaciones en la resolución de conflictos. Entre 10 y 20 % de suicidios presentan el antecedente de este tipo de tortura en el medio laboral, frecuentemente son precedidos de déficits en la organización del trabajo y en la resolución de conflictos, solicitud de licencias prolongadas, cambios de empleo forzosos, o aún su pérdida.
Personalmente considero que, en el acoso moral las personas resultan atacados en niveles:
Espiritual
Emocional
Cognitivo
Puede hipotetizarse que deben necesariamente existir factores personales predisponentes distintivos de la ¨masa¨. Dicho factor puede ser incluso una cualidad psíquica, física o talento, constitutiva de su área de valoración narcicísitica.
También puede estar dirigido el ataque o la sorna a la condición racial y/o credo religioso de la víctima, no extensible a otros sujetos del medio con igual pertenencia. Ello puede determinar frecuentemente que el agente causante del problema pase desapercibido para el entorno. En los casos de ser constatado se producen alianzas o se silencia por temor a correr igual suerte.
Los elementos señalados anteriormente permiten diferenciar el acoso moral de las situaciones tipificadas como daño moral. En este último caso, el contexto ambiental responde de otro modo: hay elementos de solidaridad social y cualquiera sentiría dolor por igual hecho. Se constata la presencia de procesos identificatorios interpersonales: verbigracia ante ofensas públicas, la muerte de un hijo.
El acoso moral constituye, desde la perspectiva jurídica, un concepto borroso, en tanto se oculta en los ropajes de la cotidianeidad. A diferencia del daño moral, comprende situaciones:
-débilmente demostrables; -que no son extraordinarias;(separar ítems)
-dificultosamente reconocibles por el entorno;
-no susceptibles de evaluación pecuniaria.
Por lo tanto resulta imprecisa su configuración jurídica: roza en las fronteras con las variadas formas de discriminación: racial, étnica, política, religiosa. En el otro extremo nos encontraríamos con el daño moral y el daño psíquico, suceptibles de ser encuadrables entre los estamentos de nuestro Código Civil.
Por otra parte, una aplicación demasiado extensa del concepto haría aceptables reclamos procedentes de las reacciones desmedidas del sujeto pasivos, auto - cualificados subjetivamente como víctimas.
Entrarían en esta franja situaciones ligadas al resentimiento, la susceptibilidad.
Todos aquellos elementos comprensibles como rasgos vulnerables en la personalidad, que atañen a las variadas heridas narcicísticas a que nos somete la vida cotidiana, según la propia escala valorativa y el entramado que cada sujeto puede alcanzar con su entorno con mayor o menor grado de comprensión.
En otra línea tenemos la discriminación lisa y llana basada en prejuicios raciales, religiosos, étnicos.
En síntesis, resulta de interés jurídico, por los riesgos de deslizamiento conceptual-semántico diferenciar al acoso moral no sólo de las formas generalizadas de discriminación sino, particularmente, del daño moral y del daño psíquico.
El daño psíquico implica la existencia de un trastorno mental, en tanto manifestación de una disfunción psicológica o biológica del individuo, más allá de los factores causales que lo originen. (Castex M.)
Comprende grados variables de alteración cuali y/o cuantitativos abarcando alteración, enfermedad, conmoción. El mayor compromiso puede implicar la interdicción ( Artículo 141 del Código Civil). (Cipriano, Néstor Amílcar).
El daño moral constituye una noxa a la normalidad y es un acontecer conmovedor, no sólo para el sujeto sino para su entorno. Comprende un desequilibrio espiritual de razonable envergadura que la ley presume y tutela.
En el daño moral el ámbito jurídico requiere una entidad diferenciable de la molestia común, con ingreso en el área de lo extraordinario. Excede las incomodidades de la vida cotidiana. (Cipriano, Néstor Amílcar).
La relación del abuso emocional en el espacio laboral en Hungría
El acoso laboral se entiende como la complicidad entre colegas de trabajo, subordinados o superiores, para forzar a alguien a renunciar mediante rumores, dobles sentidos, intimidaciones, humillación, descrédito y asilamiento.
En el mismo contexto se pueden incluir conceptos tales como el abuso físico, el terror o la agresión psicológica, el comportamiento hostil, la falta de respeto y la violencia emocional.
En Hungría, el acoso laboral es aún una categoría desconocida, aunque exista evidencia del fenómeno. Dicho concepto le es familiar a muy pocos expertos, quizás a un par de investigadores, a algunos encargados de Recursos Humanos, a consejeros en políticas humanas, a proveedores de servicios psicológicos en ciertas empresas, y a uno que otro oficial gubernamental. Hasta hoy, se ha escrito solamente un libro (M. Csepelyi 2000) y dos o tres artículos en diarios profesionales y boletines institucionales (P. Simon 1996, L. Virág 2000), los cuales están al alcance solamente de un mínimo circulo de personas. Aunque es verdad que además de las publicaciones anteriores, el acoso laboral también se ha discutido en algunas conferencias.
La investigación acerca del acoso laboral en Hungría, se inició en 1996 (Gy. Kaucsek – P. Simon 1996) cuando un grupo de expertos de diversas instituciones se unió en un esfuerzo exhaustivo para determinar y analizar casos relacionados. Lamentablemente este impulso inicial no fue a más. Lo que ocurre es que cuando la “paz en el área de trabajo” desaparece, los responsables tienden a evadir el tema porque, muchas veces, ellos mismos están directamente involucrados.
En lugar de encontrar una solución, recurren a la vieja táctica de culpar a la víctima. Desafortunadamente, se salen con la suya. La legislación húngara apenas contempla el acoso laboral y no cuenta con servicios específicos para detectarlo. En el peor de los casos el tema se soluciona con el despido.
Se estima alrededor del 5 o 6% el número de trabajadores húngaros que han estado expuestos al abuso emocional en el área laboral. Aunque estos datos son simplemente conjeturas, ya que la información está limitada por la falta de denuncias y seguimiento de las mismas. De cualquier modo, cabe subrayar que el abuso laboral húngaro es similar al del resto de Europa.
Lo que se entiende como abuso laboral se distorsiona en la literatura popular. Este abuso no se trata solamente de un conjunto de impulsos o arranques de sadismo irracionales. Tampoco son simplemente chismes entre colegas. El acoso laboral se define como el tormento sistemático hacia un mismo empleado, con un objetivo concreto, la renuncia. Tampoco es, como algunos sugieren, una simple derivación de la violencia de género, aunque puede yuxtaponerse.
Aunque falta conciencia clara sobre el tema y todos evaden la responsabilidad, es un hecho público y visible para todos, que sucede día tras día, y del que se habla en todos los rincones del lugar de trabajo. Al plantear directa y con letras mayúsculas el tema, los implicados se reconocen con facilidad como víctimas, perpetradores o testigos cómplices.
Los expertos reconocen que el abuso es resultado de mecanismos laborales deficientes y aunque el estrés juegue un papel importante, no es la causa, como mucho es un medio. Los patrones de conducta negativos conducen a que el victimario culpe siempre a la victima.
En los casos en que ha habido algún tipo de intervención psicológica, ésta se centra en la personalidad de la víctima. El tratamiento y apoyo se le da, de forma exclusiva, al empleado objeto del abuso, y no a los empleadores. Y esto, beneficia y fortalece el esquema del terror laboral. La Dirección no asume la responsabilidad del hecho, ni intenta cambiar su operativa laboral.
La inseguridad laboral es un caldo de cultivo tristemente idóneo para la práctica del acoso. En este contexto, los estudios detectan serios problemas de comunicación entre los empleados, caracterizándolos de desconfiados, competitivos, celosos, directos y crudos en sus declaraciones. En este marco, frustración e inseguridad van de la mano.
Si bien todos podemos ser victimas de abuso emocional en el área laboral, hay ciertos grupos más proclives a caer en él. En Hungría son relevantes, en este sentido, las diferencias étnicas, el sexo, el estado civil y la edad. Y, a diferencia de otros países europeos, es más fácil verlo en instituciones públicas que en privadas. Por esto mismo, si bien no existen leyes específicas sobre este fenómeno, en caso de pleito, se puede recurrir a los artículos relacionados con la discriminación en el trabajo.
A grandes rasgos, se puede hablar de tres ámbitos del acoso laboral. El primero estaría representado por las grandes multinacionales, que pretenden estar mejor informadas del fenómeno, y buscan tratarlo a fin de mejorar la productividad.
En segundo lugar tenemos las instituciones públicas, que aunque están adheridas al marco de leyes europeas, y facilita la investigación sobre el tema, no plantea soluciones objetivas.
Y por último, las empresas pequeñas, donde el abuso laboral, se percibe y se mezcla como un entramado de relaciones familiares, donde no llega a quedar claro donde se ubican los límites de la responsabilidad laboral y donde termina el trato pretendidamente familiar, con sus obligaciones y derechos.
En definitiva, no existe conciencia del abuso, ni por ende una cultura de prevención del mismo. La responsabilidad de los patrones no está claramente definida, y las víctimas no tienen forma de denunciar. Es tal la lucha, que de hacerlo, pondrían en peligro no solo su trabajo, sino también su integridad familiar.
El tema del género tiene dobles matices. El abuso laboral parece ser doblemente agresivo para el hombre, en tanto se pone en peligro su fuente de trabajo, y con ello su identidad personal como proveedor de la familia. Para la mujer, aparentemente mejor entrenada en el ámbito de las intrigas, la situación puede endurecerse, por el trato discriminatorio que puede recibir en su propia casa, incluyendo la violencia física.
Las soluciones pasarían por mejorar el sistema legal y de inspección, aumentar la conciencia de los trabajadores sobre el tema, y cambiar el modelo de empresa de competitiva a cooperativa. Todo un desafío en tiempos de crisis.
Fuente:
Reporte del Proyecto II de Acoso laboral de la Fundación Mona, elaborado por Róza Vajda (2006)
Imagen: Aranyos
MODELO DE ACTUACIÓN EN SITUACIONES DE POSIBLE ACOSO E INTIMIDACIÓN ENTRE ALUMNOS
La finalidad de este documento es proporcionar una orientación que facilite la intervención ante posibles casos de maltrato entre iguales que puedan detectarse entre el alumnado de su centro. No aspiramos a ofrecer una clave para solucionar o evitar el acoso escolar, pero sí a registrar y documentar por escrito todo caso sospechoso de maltrato entre iguales.
El propósito es contribuir a la mejora de la vida en nuestros centros, cuidando especialmente el respeto a la integridad física y dignidad moral que merecen los miembros de la comunidad educativa. La prioridad debe ser siempre ofrecer un apoyo firme a la víctima desde el equipo del centro, estableciendo para ello una comunicación directa e inmediata con las familias de los implicados o afectados y aplicando las medidas de protección que estén en su mano.
La observación, indagación y reflexión son los pilares que nos servirán para revisar de manera sistemática la salud de las relaciones entre los alumnos, los principios que la orientan, y ajustar así las repuestas a la gravedad de los problemas de convivencia que se presenten. Nos informaremos, observaremos y comprobaremos nuestras hipótesis.
Es importante tener presente a la hora de analizar nuestra realidad más cercana las características que definen estas situaciones. Identificar el acoso sistemático a un alumno, y distinguirlo de episodios puntuales de violencia o problemas de convivencia escolar nos facilitará su tratamiento y atención. Con este ánimo proponemos una plantilla en la que recoger información útil para catalogar y ordenar los incidentes de manera que permita a la inspección educativa y a los centros discriminar los casos más apremiantes de las faltas de disciplina corrientes.
Principios irrenunciables deben ser la transparencia y el rigor en la adopción de medidas y en su documentación. Todas las partes involucradas deben ser informadas puntualmente cuando se tenga constancia de los hechos: familias, y, si el caso lo requiere, inspección educativa, policía o servicios médicos, pasos de los que procuraremos dejar constancia documental. La intervención sobre los protagonistas, víctimas, agresores o testigos, ha de ser inmediata, estricta y documentada.
La recogida de información merece especial esmero. Queremos mencionar explícitamente la necesidad de respetar el principio de confidencialidad que, al igual que en otras intervenciones educativas, debe guiar nuestra intervención en los casos que se puedan plantear.
La detección:
Es un punto fundamental y complicado, ya que las agresiones no suelen ocurrir en presencia de adultos. Por este motivo, si albergamos sospechas podemos dirigir nuestra atención sobre algunas conductas e indicios, aunque huelga decir que no debemos obsesionarnos. Pistas que nos pueden ayudar son:
• Es infringido en su mayoría por chicos; son principalmente agresiones físicas. Las chicas recurren generalmente al maltrato de tipo social.
• Abucheos repetidos en clase contra determinados alumnos/as.
• Especialmente vulnerables son aquellos diferentes por su forma de ser, aspecto físico, nacionalidad, etnia, etc.
• Cambios de ánimo repentinos: tristeza, aislamiento social,...
• Comportamientos no habituales.
• Ausencias injustificadas a clase.
• Excesiva melancolía y soledad.
• Evita encuentros con compañeros: busca el arropo del profesor al salir de clase, llega habitualmente tarde a clase.
• Deja de relacionarse con su grupo habitual de amigos en el centro.
• Empeora su rendimiento académico sin motivo aparente.
• Se le margina cuando hay trabajos en grupo.
• Falta de participación en las salidas de grupo.
• No participa de actividades extraescolares.
• Tiene pocas relaciones con otros alumnos en los pasillos, el patio, etc.
• Pintadas en las paredes y aseos: cuáles son los nombres más habituales.
• Evidencias físicas de violencia sin explicación.
• Inquirir si pasa mucho tiempo en casa y evita salir a la calle.
Prestaremos especial atención a posibles indicios como:
• Cuando un chico/a increpa a un compañero/a, se burla de su aspecto, le pone motes y se excusa diciendo que es un juego o en la debilidad del otro.
• Cuando los chicos/as más fuertes usan a otros compañeros/as para afirmarse ante la clase.
• Observar cómo son sus relaciones y trato fuera del aula, en lugares menos frecuentados por adultos: patios, vestuarios, rincones pasillos, entre clases, en actividades extraescolares…
• Es importante que no sólo nos fijemos en aquellos alumnos más “ruidosos”. A veces detrás de un alumno silencioso y con una conducta ejemplar esconden un niño que sufre.
• Prestar atención, sin alarmismo, a los niños débiles, tímidos, inseguros, ansiosos, con pocos amigos y dificultades para hacerlos; a lo que sumamos diferencias étnicas, sociales, físicas (dificultades en el habla, color piel/pelo, gafas)
Debemos tener en cuenta que existen tipos de maltrato tan hirientes como el físico pero que ocurren de forma más velada e inadvertida. Hablamos de vejaciones sociales y verbales que provocan un desgaste psicológico muy grave en las víctimas.
Pautas de intervención:
Como principios generales, es esencial intervenir del siguiente modo:
• Escuchar a los padres que nos cuentan que han detectado un posible caso de acoso escolar.
• Contrastar lo que han relatado los padres con otros posibles indicios que se hayan percibido en el centro por leves que parezcan (recordemos que la intimidación se da en momentos y lugares invisibles a los docentes, o el agresor se limita recordar sutilmente a la víctima su sumisión: miradas, sonrisas, notas que circulan por clase, burlas, etc.
• Explicar claramente a las familias todos los pasos que se van a dar desde el centro; qué tipo de acciones se van a promover para darle fin y cómo se va a comprobar que dan resultado.
• De ser preciso, incrementar la supervisión de los lugares donde se da el acoso.
• Evitar que queden solos la víctima y el/los presuntos agresores/as, para evitar cualquier otro acoso o represalia.
• Deslegitimar ante el grupo estas acciones para evitar que la actitud del agresor logre su apoyo: charlas, talleres, etc.
• Implicar a los padres de los alumnos acosadores haciéndoles ver, más allá de las medidas disciplinarias, que es bueno para los alumnos que se reeduquen estas actitudes para que su futura vida social sea plena y basada en valores democráticos.
Medidas provisionales de urgencia:
Sugerimos unas pautas de actuación y unos consejos que mejoren la coordinación y eficacia de nuestros recursos. Planteamos actuaciones urgentes que partan de cada uno de los miembros de la comunidad educativa que tenga conocimiento de un caso para que lo comunique a la instancia correspondiente, con garantía de confidencialidad e inmediatez. Por otro lado, que el incidente ocurriese fuera de las instalaciones del centro no debe ser óbice para que, si se tiene conocimiento del mismo, no se tomen las medidas protectoras que estén al alcance del equipo directivo o lo ponga en conocimiento de las instancias oportunas.
Para proteger a la persona agredida y/o evitar las agresiones:
• Medidas que garanticen la inmediata seguridad del alumno o alumna agredida: (incremento de medidas de vigilancia, reorganización de los horarios del profesorado para la atención específica del alumnado afectado, intervención de mediadores, cambio de grupo, …)
• Medidas disciplinarias cautelares dirigidas al alumnado agresor; en función de la gravedad de los hechos se aplicará lo establecido en el RRI.
• Si la demanda no procede de la familia, el tutor/a, previo conocimiento del equipo directivo, mediante entrevista, pondrá el caso en conocimiento de las familias del alumnado implicado, aportando información sobre la situación y sobre las medidas que se estén adoptando.
Desde la Dirección del centro se emitirán los informes que registren la información y las medidas adoptadas.
Conocido el caso por el profesor tutor del alumno u orientador, y puesto en conocimiento de la dirección del centro:
• Elaboraremos un pronóstico inicial (tutor, jefe de estudios, y orientador) que recoja información relativa a: la generalización, la continuidad y la gravedad de la agresión.
• La primera valoración, de carácter urgente, acerca de la existencia o no de acoso.
• Se confirme o no, la situación será comunicada a la familia del alumno.
• Las primeras medidas serán de apoyo directo a la víctima, establecimiento de mecanismos de control, aplicación RRI
• Puesta en conocimiento y denuncia en las instancias correspondientes.
• Comunicación de la situación: familias de los implicados, C. Convivencia, profesores del alumno, inspector de zona.
• Todas las acciones emprendidas han de recogerse en un informe.
Hay que informar a las familias del alumnado implicado de las medidas de carácter individual adoptadas con los alumnos/as afectados, así como las medidas de carácter organizativo y preventivo propuestas para el grupo, nivel y/o Centro Educativo.
Recogida de información:
• Entrevista con niños/as afectados/as (víctima/s, agresor/es), con sus familias, posibles alumnos/as testigos, y miembros del centro que puedan colaborar en la protección o apoyo a la víctima.
• Análisis de la información obtenida por el equipo de profesores del alumno y el orientador: posibilidad de recabar nueva información y aportar ideas sobre las líneas de actuación a seguir con el caso: tiempos, espacios, personas de riesgo, reparto de responsabilidades en función de los recursos, etc.
• Triangular la información recogida; se trata de buscar puntos de encuentro, coincidencias, y las divergencias entre las diversas fuentes de información. A partir de toda la información obtenida, el Centro tratará de establecer si hay indicios de maltrato entre iguales así como el tipo y la gravedad del mismo. Puede recurrirse a las características y tipo de maltrato que se definen en las plantillas de recogida de información.
Medidas para la prevención y el tratamiento individualizado de los alumnos/as en conflicto:
• Detección por el tutor/a, a través de la información obtenida en las sesiones de tutoría y en las juntas de evaluación, de los alumnos/as que puedan encontrarse en situación de posible maltrato.
• Comunicación a las familias del alumnado implicado sobre las medidas educativas adoptadas.
• Derivar al orientador/a del centro, aquellos casos de alumnos/as que según los equipos docentes de aula, puedan estar sufriendo o puedan sufrir previsiblemente algún tipo de maltrato escolar.
Fuente: http://www.edu.gva.es/EVA/docs/convivencia/protocolo/val/protocolo.pdf
Código del Trabajo
Después de 13 años en el Congreso y a comienzos de Enero del 2005, finalmente el Senado chileno aprobó por unanimidad y despachó a tercer trámite el Proyecto de Ley que tipifica y sanciona el acoso sexual a nivel laboral. De esta manera, se resolvió y quedó aprobado que el acoso sexual sea incorporado al Código del Trabajo, determinando que el empleador tendrá 5 días para hacer la investigación o remitir los antecedentes a la Dirección del Trabajo, que a su vez tendrá un plazo máximo de 30 días para investigar los antecedentes y resolver. La nueva ley establece un procedimiento ágil y expedito para que las denuncias de las trabajadoras afectadas, sean hechas bajo estricta reserva y además se incluyó en ésta a las temporeras y asesoras del hogar.
Relaciones Laborales
Ahora se establece que “las relaciones laborales deberán siempre fundarse en un trato compatible con la dignidad de la persona y es contrario a ella, entre otras conductas el acoso sexual, entendiéndose por tal el que una persona realice en forma indebida por cualquier medio requerimientos de carácter sexual, no consentidos por quien los recibe y que amenacen o perjudique su situación laboral”.
Estadísticas
La profesora y encargada de género de la Dirección del Trabajo, Pamela Farías, sostiene que el 98 por ciento de los casos de acoso, corresponde a mujeres. Entre 2002 y 2003 hubo 100 casos de este tipo, y como promedio anual en los últimos diez años se alcanzó la cifra de 60 o 70; una cifra ínfima comparada con las tal vez miles, que no se denuncian por miedo o por el simple y paradójico hecho de que "hay una tendencia, en las mismas mujeres, a culpabilizarse de lo sucedido”.
Mayores Probabilidades
Sin lugar a dudas que las mujeres tienen una mayor probabilidad que los hombres de sufrir el acoso sexual en el trabajo. A nivel psicológico-conductual el acoso sexual se inicia sutilmente, pero es persistente y va en aumento a través del tiempo, a pesar de obtener una respuesta indiferente o negativa. Se inicia con miradas intensas a los ojos y el cuerpo, piropos, todo tipo de atenciones, acercamientos cuando la persona está sola; continúa con proximidad física innecesaria, toqueteos, intentos de besar, caricias atrevidas, regalos, invitaciones para encontrarse fuera del trabajo, promesas en cuanto a mejoras laborales y puede llegar a la solicitud directa de tener relaciones sexuales, con presiones, chantajes y amenazas si la víctima se niega a acceder. El acoso sexual puede ocurrir entre pares o con subalternos, pero generalmente se da cuando la víctima depende o es inferior jerárquicamente al acosador, mostrando la clara relación de poder que existe detrás.
Experiencias
El acoso sexual es una de las experiencias más degradantes y ofensivas que una trabajadora pueda sufrir. A las que son sus víctimas, al comienzo les produce sentimientos de inseguridad, ansiedad, angustia, asco, vulnerabilidad, aversión, rabia e impotencia, y posteriormente llega a perjudicar la salud ya que produce estrés físico y emocional y sus enfermedades derivadas, tales como: contracturas musculares, problemas digestivos, jaquecas, irritabilidad, insomnio, cuadros de ansiedad y depresión. Mientras está en el trabajo, la víctima del acoso sexual tendrá menor productividad y estará menos motivada, viéndose de este modo afectadas tanto la cantidad como la calidad de su trabajo: además muchas licencias médicas o psiquiátricas esconden el verdadero motivo que provocó el trastorno. Si la víctima informa del incidente o rechaza acceder, el acosador dispone muchas veces del poder de afectar sus condiciones de trabajo, calificaciones, oportunidades de capacitación, ascensos y hasta su permanencia en el empleo.
El acoso en las empresas
Con relación a las empresas, el acoso sexual puede ser la razón oculta de que empleados valiosos abandonen o pierdan su puesto de trabajo, cuando por otra parte, habían dado muestras de un buen rendimiento. Las consecuencias para la sociedad en su conjunto, podrían resumirse diciendo que el acoso sexual impide el logro de la igualdad de género, atenta contra los derechos de las mujeres, es una expresión de violencia sexual y tiene efectos negativos sobre la eficiencia de las empresas, que entorpecen la productividad y el desarrollo.
Comportamientos
Una mujer acosada sexualmente aunque sea joven y atractiva, debe evitar sentirse culpable por esta situación, el comportamiento acosador debe pararse en seco gestual y verbalmente, al comienzo y ojalá delante de otras personas, comentar la situación con la pareja , amigas o compañeros de trabajo ayuda mucho para sentirse apoyada, si el acoso persiste, amenazar con denunciar y llegar a concretar la denuncia en la Inspección del Trabajo, sintiendo que es un derecho trabajar en un ambiente digno y respetuoso, sin abusos que provocan daños en la autoestima y en la salud. En los tiempos modernos en que la mujer se ha incorporado plenamente a la fuerza productiva, nuestra sociedad requiere un cambio cultural y en este sentido dar visibilidad al tema, es una forma de evitar que continúe esta forma cobarde de maltrato hacia la mujer, respetando sus derechos tanto personales como laborales.
Esther Morales León
Psicóloga Clínica
¿ACOSO SEXUAL?, ¡NO SE LO CALLE!
Regina Reyna
La competencia laboral entre ambos sexos ha traído beneficios a la mujer, pero también momentos no gratos, pues la convivencia diaria en el ambiente de trabajo ha propiciado el acoso sexual, el cual en la mayoría de los casos se oculta por temor a represalias, cuando en realidad está en juego algo más que un puesto: la propia salud.
Se entiende por acoso sexual aquellos comportamientos verbales o físicos de naturaleza erótica no deseados, los cuales pueden presentarse en la calle, escuela e incluso en el propio hogar, teniendo cada caso repercusiones que afectan la salud de la víctima. No menos importante es hablar de este tipo de comportamiento en el ámbito laboral, pues sus consecuencias igualmente pueden dejar huella de por vida.
No es nuevo que en el ambiente laboral se presenten conductas hostiles, intimidatorias o humillantes por parte de quienes ocupan mandos superiores hacia sus subordinados, creando un ambiente de miedo, que casi siempre arroja malos resultados. Sin embargo, al tratarse de acoso sexual la atmósfera que se crea tiene un tinte diferente, ya que sin levantar la voz un superior puede chantajear a su víctima al ofrecer ascensos o incremento de salario a cambio de ceder a sus proposiciones.
Quienes son especialmente blanco de este tipo de insinuaciones son mujeres divorciadas o separadas (40% de las denuncias), las recién llegadas al mercado de trabajo, quienes viven situación precaria, así como las minusválidas y las pertenecientes a minorías raciales; parece ser que tener pareja estable genera cierto respeto que inhibe a los acosadores.
Es importante hacer hincapié en que la mujer no es la única víctima del acoso sexual en el trabajo, sino también los varones, quienes representan el 10% de las denuncias al respecto, siendo los homosexuales los principalmente afectados, y después los hombres jóvenes.
No se deje intimidar
Como se mencionó líneas arriba, la violencia no es la única forma de acoso, sobre todo en el aspecto sexual, pues las denuncias definen el perfil de acosador como el de un hombre no necesariamente mayor, muy calculador y que en público se esfuerza por aparentar ser una persona educada, correcta e incluso escrupulosa, quien necesita demostrar su poder sobre otra persona con el subliminal mensaje "tu vida laboral y personal dependen de mi".
Sin embargo, el acoso sexual no se ciñe a la relación jefe-subordinado, sino amplía el abanico hacia los compañeros del mismo nivel, quienes emplean otro tipo de recursos que resultan igualmente molestos a quien van dirigidos, como bromas, alusiones, miradas que pretenden "desnudar", comentarios groseros, gestos, así como caricias o tocamientos, insinuaciones y proposiciones, siempre dentro del ámbito sexual.
Lo que en muchas ocasiones detiene a la víctima para denunciar el hecho es lo complicado que suele ser demostrar que ha habido acoso y, sobre todo, sin consentimiento o provocación por parte de la víctima; roces innecesarios, frases de doble sentido y chistes groseros son difíciles de demostrar legalmente.
Sucede entonces que el comportamiento por parte de los superiores, e incluso de los mismos compañeros, se torna un hecho bastante habitual, llegando a transformarse en algo que llega a aceptarse como normal por las víctimas o, yendo aun más lejos, lo asumen como algo que deben soportar porque va unido a su condición de mujer.
No obstante, la repercusión del acoso sexual en la salud es algo que debe hacernos pensar, pues se sabe que puede producir ansiedad, depresión, irritabilidad, fatiga y baja autoestima, además de que las perspectivas profesionales se vienen abajo; es entendible la baja en la productividad y la manifestación de "supuestas" enfermedades que ocultan el miedo a asistir al centro de trabajo.
No son pocas las mujeres que sufren este tipo de vejación en el trabajo, pero no son capaces de denunciarlo por miedo a perder su puesto o por temor a que no se les crea. Sin embargo, ante una situación de acoso en el ámbito laboral, la víctima no debe autoculparse, sino denunciar la situación al sindicato que rija en la empresa o bien al comité directivo. Para ello, es de vital importancia buscar a los testigos de la situación que puedan colaborar con su testimonio para desenmascarar al agresor.
Sin embargo, no elija la opción de abandonar el empleo en vez de delatar su problema, pues ello puede traerle consecuencias que empeoren su situación, como perder todos los derechos como trabajadora; busque conciliar intereses con el agresor -utilizando los medios que se han planteado-, pero no deje de cumplir con sus obligaciones laborales. Por otra parte, usted cuenta con la posibilidad de denunciar el hecho ante el agente del Ministerio Público, trámite que es prolongado pero que le hará sentir seguridad para enfrentar la situación y que será una manera de detener el agobio del agresor.
La vida moderna fomenta cada vez más un mercado laboral en el que mujeres y hombres trabajen juntos, cuya productividad no debe verse mermada por diferencias como las que se han señalado en este artículo. Recuerde que el acoso sexual es un ataque a la dignidad del individuo y un obstáculo para su desarrollo profesional, por tanto, no lo permita en su entorno y apoye a quien es víctima de ello.