jueves, 31 de diciembre de 2020

 





“el infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquél que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.”


― Italo Calvino, Invisible Cities


https://www.goodreads.com/quotes/713411-el-infierno-de-los-vivos-no-es-algo-que-ser

sábado, 19 de diciembre de 2020

Película | Ladrones de Medio Pelo | Trailer | 2000

EL MANANTIAL DE LAS COLINAS

EL MANANTIAL DE LAS COLINAS

 

Ficha técnica.-

Título: El manantial de las colinas (Jean de Florette) primera parte de una obra cuya segunda parte se titula La venganza de Manon (Manon des sources). Director: Claude Berri. Actores: Yves Montand, Daniel Auteil, Gerard Depardieu, Elisabeth Depardieu, Ernestine Mazurowna, Marcel Champen, Armand Meffre. Guión: Claude Berri y Gérard Brach, según la novela de Marcel Pagnol. Música: Jean Claude Petit. Producción: DD Productions. Francia-Italia 1986. Distribución: Filmax.     

Argumento.-

A principios del siglo XX, Ugolin Soubeyran regresa a su pueblo de la Provenza francesa después de cumplir el servicio militar. Trae un propósito: cultivar claveles. Para ello precisa tierras con buen riego. Comunica sus planes a su tío Papet, persona adinerada que le promete su apoyo económico. Fijan sus ojos en las tierras de un vecino que fallece. El nuevo propietario es Jean de Florette, una persona de ciudad que llega al campo con el deseo de empezar una nueva vida bucólica. Pacientemente, Ugolin y Papet urden y desarrollan un plan para que su nuevo vecino fracase y se vea obligado a vender esas tierras que ellos desean.

Comentario.-

Jean de Florette carece de experiencia agrícola, pero cargado de espíritu emprendedor intenta aplicar la racionalidad buscando el éxito en su explotación agropecuaria. Le oímos trazar sus planes usando la estimación y el cálculo aplicados a la cría de conejos, al crecimiento de cucurbitáceas, a la previsión de riegos, al rendimiento de las espigas de maíz y a la capacidad de un pozo y sus reservas de agua. Resulta singular su particular interpretación de la media aritmética como pronóstico de cumplimiento fijo a corto plazo, cuando se refiere a la estadística local de lluvias.

En el siguiente video se puede ver una selección y montaje de dichas escenas. Obsérvese que, cada vez que Jean comienza una argumentación con matemáticas se oye una misma música de fondo.

 

Algo destacable en el personaje de Jean de Florette es que aplica las Matemáticas de forma natural para una actividad cotidiana, sin estar revestido del halo de genio que en otras películas parece acompañar a quien "se atreve con los números".

Agradezco a la profesora Eloísa Matarrubia que me informase de la existencia de esta película


http://matematicasmundo.ftp.catedu.es/CINE/cine_manantial.htm

Feos, Sucios y Malos-brutti sporchi e cattivi-Trailer

lunes, 7 de diciembre de 2020

El blog del profesor de Literatura: Análisis de Los vecinos mueren en las novelas

Relato enmarcador: visita de John a su nueva vecina Emma. Constituye el relato de primer grado y envuelve a los otros relatos.
RESUMEN: John y su mujer acaban de mudarse a las afueras de Londres. Su mujer sale por una llamada telefónica que recibe de su padre.
Solo, y sin ganas de desempacar todas las cosas decide visitar a su única vecina, una mujer mayor llamada Emma que vio la primera vez que fue a conocer la casa.
Llega de su vecina y se presenta como escritor de novelas de misterio. La mujer es amante de este género y decide contarle una historia real que le paso a ella.

PRIMER RELATO ENMARCADO: viaje de Emma en tren con una joven empleada doméstica, Juli, que le confía que alguien, el vecino de la señora para la que trabaja, quiere matarla. Es el primer relato de segundo grado.
RESUMEN: Emma, al enterarse de la situación de Juli, intenta ayudarla para eso revisa todos los compartimentos del tren en busca del supuesto asesino. No lo encuentra. Más tranquilas deciden dormir. A la mañana Emma va al tocador pero cuando vuelve comprende que el asesino está adentro, que ha matado a Juli y que ella es la próxima, asustada huye.

Relato enmarcador: cuando Emma termina su historia John se muestra apático y además siente que ha sido engañado por la mujer ya que cree que no se trata de una historia verdadera sino de un argumento inventado por Emma y se lo cuenta para que John lo escriba. Enojado decide contarle el argumento de su próxima novela con el fin de asustarla.

Segundo relato enmarcado: un joven escritor de novelas de misterio visita a su anciana y nueva vecina luego de que su mujer fuese a visitar a su padre aunque en realidad se iba a ver con su amante. Ya en la casa de la vecina le cuenta que la va a matar con el fin de encubrir el asesinato que próximamente va a cometer contra su mujer.
Constituye el segundo relato de segundo grado.  

Relato enmarcador: John cuando termina su relato se acerca a la chimenea y toma el atizador y dice que el argumento de su novela se puede aplicar muy bien a la situación en la que están ellos dos. Emma se asusta pero le dice a John que se quede a escuchar el principio de la historia que antes le ha contado.

Tercer relato enmarcado: Robert es un hombre infeliz en su matrimonio por lo que busca un amante y se enamora pero es demasiado débil para dejar a su esposa. Entonces la amante, cansada de tanto esperar, se presenta en la casa, mata a la esposa pero haciendo que todo parezca un accidente. Por desgracia, la sirvienta de la casa vecina vea a Robert haciendo movimientos extraños y cree que ha matado a su mujer, entonces decide tomar el tren a Edimburgo. Para no dejar cabos sueltos, Emma, la amante de Robert, la sigue hasta el tren y tras fingir que quiere ayudarla, la mata mientras duerme. Constituye el tercer relato de segundo grado. 

Relato enmarcador: John está sorprendido por la habilidad de la anciana y le pregunta si ella no es escritora a lo que contesta que no. Los papeles se invierten y ahora Emma tiene el control de la situación. Entonces, la anciana mujer le dice que él  no es escritor ni tampoco vecino suyo porque todos los teléfonos de la zona no andan, por lo tanto la supuesta llamada que recibió su mujer nunca existió. Además le confiesa dos cosas: primero que la segunda historia es verdadera y segundo que ha envenenado su té. El escritor entra en pánico, entonces su vecina le dice que todo es mentira y que se vaya. John corre hasta su casa haciendo que el veneno se esparza con mayor rapidez por lo que muere en la entrada de su casa rogando que todo aquello fuese solo una novela.




Los hechos de la novela van sucediendo en forma secuencial y lineal, y posee cinco momentos: 1) Situación inicial 2) Inicio del conflicto 3) Conflicto 4) Resolución del conflicto 5) Situación final.
1)        En la situación inicial: Hay presentación de los personajes, y del entorno donde ellos se hayan, y su situación como matrimonio que no andaba nada bien y van a otro sitio a vivir.
2)         El inicio del conflicto donde existe una acción que nos va introduciendo en una tensión; aquí sería cuando John al encontrase solo, decide ir a visitar a su nueva vecina como una cortesía. Ella lo recibe con una taza de té, comienzan a charlar, a través de su presentación, su profesión  y sus comentarios. Ella de decide contarle una historia policíaca.
3)         El conflicto es cuando comienza la historia que cuenta la anciana para aportar material al escritor para John. Se confunde lo ficticio con la realidad, le parece terrorífica la historia y empieza a temer por su vida.
4)         El desenlace es cuando John cree que ella lo envenenó y que no funcionaba el teléfono, comenzaron las preguntas en él sobre la fidelidad de su esposa. Y la pregunta de la anciana si creyó todo. Culmina con la pregunta -¿Lo creyó todo, verdad?
5)         La situación final: es cuando la anciana lo despide y él llega a su casa y se da cuenta que no puede mover sus brazos y comprende que ya no se trata de una novela.

Tipos de narrador.

El narrador es, para el relato enmarcado, omnisciente total (también llamado de grado cero) focalizado en el personaje John ya que solo sabe lo que siente y piensa este personaje pero nada nos dice de los sentimientos o pensamientos de Emma.
Ejemplos: “Pensaba visitarla algunos días después de acomodarse pero no ocurrió así” página 6.
“¿Acaso aquella vieja le había visto cara de idiota? Pensó”. Página 50.  
John sintió que se quedaba sin palabras”. Página 124.  

Para el primer relato enmarcado el narrador cambia y pasa a primera persona testigo participante centrándose en Emma.
Ejemplos: “Comenzaré por el principio, cuando llegue a la estación”. Página 15.
Cuando se me ocurrió recorrer en tren no pensaba que pudiera encontrar a aquel hombre, realmente no lo pensaba”. Página 35.

El narrador del segundo relato enmarcado es también en primera persona pero protagonista, como bien se lo dice John a la anciana “si usted me lo permite hablaré en primera persona, ¿sabe? Fue así como lo pensé” página 58.
Ejemplos: “Decidí disimular mis sospechas. Trate de ser más dócil y amable en la casa”. Página 59.
Yo tengo una forma de probar eso. Es algo complicada pero existe”. Página 65.
  
En el tercer y último relato enmarcado el narrador es omnisciente focalizado en Emma.
Ejemplos: “Lo importante es que permanezca aquí, pensó”. Página 101.
Robert sería una menaza. Trató de no pensar en eso”. Página 107.

Funciones de la literatura.

 


Funciones de la Literatura

1. Función estética: la literatura trasmite la belleza a través de la palabra, haciendo surgir en el lector el goce espiritual y la sensibilización tanto estética como social. Sirve como el gancho de introducción para que el lector continúe con la lectura y, posteriormente, vaya apropiándose de ese universo literario encontrando el significado de las otras funciones.

2. Función social: la obra literaria es testimonio de una época, de ideales y del entorno histórico en los cuales se desenvuelve. Es un documento social de su tiempo, esto es, de costumbres, de política y de la psicología de un pueblo. La función social abarca no sólo época sino tiempo y clases sociales; es el resultado de las condiciones sociales de una época determinada. Mediante esta función, el lector se sensibiliza y toma conciencia de los problemas de la sociedad.

3. Función cultural: la literatura afirma y transmite los valores universales, comunes de la humanidad. Por lo tanto, crea conciencia en la gente para establecer su vida en sociedad. A través de la literatura así como del arte en general, el ser humano plasma sus ideales, sus costumbres, su cultura y sus anhelos.

4. Función musical: la organización de los elementos de la lengua están distribuidos de tal manera, que su armonía produce un efecto musical agradable. Lo manifiesta a través de las figuras literarias, de la rima y del ritmo, no sólo en la poesía sino en la prosa. Depende también de la lengua empleada; unas tienen un efecto musical más fuerte que otras. Está relacionado con la función estética; se complementan y, de esta manera, la literatura posee fuerza y vigor.

5. Función afectiva: el lenguaje literario tienen mas carga emotiva que el lenguaje cotidiano, pues su principal preocupación es sensibilizar al lector con el contexto social de la obra. De esta manera, produce sugestiones de color, luz, sonido y no sólo percepciones sino que puedan ser sentidas y vividas. Esa evocación afectiva varía de lector a lector, así como de escritor a escritor.

6. Función simbólica: está ligada a la función poética, mediante la cual nos trasfiere a otro universo imaginativo, más allá del lenguaje directo de las palabras. Es la búsqueda de un significado connotativo, simbólico y personal. A través de los símbolos, la literatura logra comunicar ideas, sentimientos e ilusiones. Un símbolo puede convertirse en el eje de toda una obra. Su valor radica en la fuerza del mismo y en la manera como es empleado.

7. Función evasiva: la literatura sirve como medio de evasión de problemas sociales o personales; se convierte en una terapia por medio de la cual el autor expresa sus emociones y conflictos internos, así como los problemas colectivos de una sociedad. Es un medio de evasión para trasmitir problemas religiosos o éticos.

8. Función de compromiso: la literatura confiere al escritor una responsabilidad muy grande: la de reflejar el contexto histórico y, a la vez, los ideales y principios del autor. Descubre las características de su sensibilidad, compromiso e ideología. De esta manera, el autor se ve plenamente comprometido con su sociedad, con sus valores y costumbres presentes en su producción. No hay obra literaria ajea a lo mencionado; siempre se halla inmersa dentro de este contexto histórico y social.
http://litefran.blogspot.com/p/funciones-de-la-literatura.html#:~:text=Funci%C3%B3n%20cultural%3A%20la%20literatura%20afirma,su%20cultura%20y%20sus%20anhelos.

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viernes, 20 de noviembre de 2020

"Tragedia en Harlem" de O. Henry

 



Harlem. La señora Fink acaba de entrar en casa de la señora Cassidy, que vive en el piso debajo del suyo.

-¿Has visto qué hermosura? -dijo la señora Cassidy.

Volvió el rostro con orgullo para que su amiga la señora Fink pudiese verlo. Tenía uno de los ojos casi cerrado, rodeado por un enorme moretón de un púrpura verdoso. También tenía un corte en el labio, que le sangraba un poco, y a ambos lados del cuello se veían marcas rojas de dedos.

A mi marido no se le ocurriría jamás hacerme una cosa semejante -manifestó la señora Fink, tratando de ocultar su envidia.

-Yo no viviría con un hombre -declaró la señora Cassidy- que no me pegase al menos una vez a la semana. Eso demuestra que te tiene por algo. ¡Aunque esta última dosis que me ha dado Jack no se puede decir que haya sido con cuentagotas! Todavía veo las estrellas. Pero será el hombre más dulce de la ciudad durante toda la semana, como indemnización. Este ojo vale lo suyo a cambio de unas entradas de teatro y una blusa de seda.

-Me atrevo a esperar -dijo la señora Fink, simulando complacencia- que el señor Fink sea demasiado caballero para atreverse jamás a ponerme la mano encima.

-¡Venga ya, Maggie! -dijo riéndose la señora Cassidy, mientras se untaba el ojo con linimento de avellano-, lo que pasa es que tienes envidia. Tu viejo está demasiado cascado y es demasiado lento para darte un puñetazo. Se limita a sentarse y a hacer gimnasia con un periódico cuando llega a casa. ¿O no es verdad?

-Es cierto que el señor Fink se embebe en los periódicos cuando llega -reconoció la señora Fink, asintiendo con la cabeza-; pero también es cierto que jamás me toma por un Steve O’Donnell sólo para divertirse, eso desde luego que no.

La señora Cassidy se rió con la risa satisfecha de la matrona feliz y protegida. Con el aire de una Cornelia exhibiendo sus joyas, se bajó el cuello del quimono y descubrió otro hematoma allí atesorado, de color marrón y con un cerco naranja y oliváceo. Un buen cardenal sin lugar a dudas, pero que sin embargo sería recordado con amor por su valía.

La señora Fink se rindió. Su ceremoniosa mirada se suavizó para convertirse en envidia y admiración. Ella y la señora Cassidy habían sido compañeras de trabajo en la fábrica de papel del sur de la ciudad antes de casarse, hacía un año. Ahora, ella y su hombre ocupaban el piso de arriba del de Mame y el suyo. Así que no podía andar fingiendo con su amiga.

¿Y no te duele cuando te zurra? -preguntó con curiosidad la señora Fink.

¡Dolerme! -exclamó la señora Cassidy lanzando un grito de gozo con su voz de soprano-. Dime, ¿se te ha caído alguna vez encima una casa de ladrillo? Bueno, pues eso es lo que se siente; como cuando te están desenterrando de entre los cascotes. Jack tiene una izquierda que vale por dos sesiones de tarde y un nuevo par de zapatos Oxford, ¡y no digamos su derecha! Su derecha supone un viaje a Coney Island y seis pares de carretes de encaje de seda escocesa calada como desagravio.

-Pero ¿por qué te pega? -preguntó la señora Fink con los ojos muy abiertos.

-¡Qué tonta eres! -exclamó la señora Cassidy con indulgencia . Pues porque viene cargado. Suele ser los sábados por la noche.

-Pero ¿qué motivo le das tú? -insistió la señora Fink empecinada en su pesquisa.

-¿Pues no me he casado con él? Jack llega borracho y yo estoy aquí, ¿no? ¿A quién más tiene derecho a pegar? ¡Y que no lo coja yo pegando a ninguna otra persona! A veces es porque la cena no está lista, y a veces porque sí. Jack no anda mirando los motivos. Simplemente se pone a beber hasta que se acuerda de que está casado, y entonces se viene para casa y la toma conmigo. Los sábados por la noche aparto los muebles con esquinas picudas para no abrirme la cabeza cuando pone manos a la obra. ¡Tiene un gancho de izquierda que te deja temblando! A veces me doy por vencida en el primer asalto; pero cuando tengo ganas de divertirme durante la semana, o me apetece algún trapito nuevo, entonces me levanto para que me siga castigando. Eso es lo que hice anoche. Jack sabe que llevo un mes deseando una blusa de seda, y no me pareció que un ojo morado fuese suficiente para conseguirla. Te voy a decir una cosa, Mag, apuesto lo que quieras a que me la trae esta noche.

La señora Fink estaba sumida en profundos pensamientos.

-Mi Mart -dijo- no me ha dado una paliza en su vida. Es como tú has dicho, Mame; llega a casa de mal humor y no dice ni una sola palabra. Nunca me lleva a ningún sitio. Por toda diversión se dedica a hacer en casa de calientasillas. Me compra cosas, pero lo hace con aire tan abatido que nunca las aprecio.

La señora Cassidy rodeó a su amiga con el brazo.

-¡Pobrecita mía! -dijo-. Pero es que no todo el mundo puede tener un marido como Jack. El matrimonio no sería un fracaso si todos fueran como él. Todas esas mujeres descontentas de las que se habla lo único que necesitan es un hombre que llegue a casa y les dé una paliza una vez a la semana, para convertirla luego en besos y crema de chocolate. Eso les daría alguna ilusión de vivir. Lo que yo quiero es un hombre dominante que te zurra cuando llega de juerga y te abraza cuanto está sereno. ¡Que Dios me libre del hombre que no tiene agallas para hacer ninguna de las dos cosas!

La señora Fink suspiró.

De repente se oyeron ruidos en el vestíbulo. La puerta se abrió al instante ante la patada del señor Cassidy. Traía los brazos cargados de paquetes. Mame voló hacia él y le echó los brazos al cuello. Su ojo morado resplandecía con la luz de amor que brilla en los ojos de la doncella maorí cuando recobra el sentido en la cabaña después de haber sido golpeada y arrastrada hasta allí por su pretendiente.

-¡Hola, guapísima! -exclamó el señor Cassidy.

Dejó los paquetes y la levantó en volandas con un poderoso brazo.

-Tengo entradas para el circo Barnum and Bailey’s, y si deshaces uno de esos paquetes es muy posible que encuentres esa blusa de seda que querías… Perdón, señora Fink, muy buenas tardes, no la había visto a usted. ¿Cómo anda el bueno de Mart?

-Muy bien, señor Cassidy, muchas gracias -dijo la señora Fink-. Y ahora tengo que subir ya. Mart llegará pronto a cenar. Mañana te traeré el patrón que querías, Mame.

La señora Fink subió a su casa y se echó a llorar un poco. Era el suyo un llanto sin sentido, ese tipo de llanto que sólo entienden las mujeres, un llanto enteramente absurdo, sin una causa concreta, el más efímero y desesperado de todos los llantos que existen en el repertorio del dolor. ¿Por qué Martin no la había golpeado nunca? Era tan alto y tan fuerte como Jack Cassidy. ¿Es que ella no le importaba nada? Nunca discutía; llegaba a casa y se dejaba caer a la bartola, callado, taciturno, inmóvil. Era un proveedor relativamente decente, pero nada sabía del picante de la vida.

El barco de sueños de la señora Fink estaba en calma chicha. Su capitán iba de su budín de pasas a su hamaca. ¡Si al menos hiciese temblar las cuadernas o le diese patadas al alcázar de vez en cuando! ¡Y ella que había soñado con zarpar alegremente, llegando a tocar puerto en las islas Deliciosas! Pero ahora, para variar, estaba dispuesta a tirar la toalla, exhausta, con un rasguño como toda muestra de aquellos asaltos mansos e insípidos de combate simulado. Por un instante, casi llegó a odiar a Mame, a Mame con sus heridas y moretones, con su bálsamo de regalos y besos, embarcada en aquel tormentoso viaje junto a su pendenciero, brutal y enamorado compañero.

El señor Fink llegó a casa a las siete. Venía impregnado de la maldición de la domesticidad. No le interesaba lo más mínimo andar vagando más allá de los límites del portal de su cómodo hogar. Era el hombre que ya ha tomado el tranvía, la anaconda que ha engullido su presa, el árbol que yace allí donde cae.

¿Te gusta la cena, Mart? -preguntó la señora Fink, que se había afanado en ella.

-No está mal -gruñó el señor Fink.

Después de cenar se puso a leer los periódicos. Se sentó con los calcetines al aire, sin zapatos.

¡Despierta, oh nuevo Dante, y dime cuál será el rincón de perdición más apropiado para el hombre que se sienta en su casa en calcetines! Hermanas de la Paciencia que, obligadas por las ataduras o el deber, lo han inmortalizado en seda, hilo, algodón o lana, ¿no pertenece a ellas el nuevo canto?

El día siguiente era el Día del Trabajo. Las ocupaciones del señor Cassidy y el señor Fink cesaban durante una jornada del sol. El trabajo, triunfante, desfilaría por las calles y, por otra parte, encontraría una expansión.

La señora Fink bajó temprano a casa de la señora Cassidy con el patrón. Mame tenía puesta su blusa de seda nueva. Incluso su ojo morado se las arreglaba para lanzar un destello festivo. Jack mostraba su fructífera penitencia, y ante ellos se abría un día de regocijo, lleno de parques, meriendas al aire libre y cerveza rubia.

Una creciente e indignada envidia fue apoderándose de la señora Fink mientras volvía a casa. ¡Ay, la feliz Mame, con sus golpes y su inmediato bálsamo calmante! ¿Pero es que Mame había de tener el monopolio de la felicidad? No cabía duda alguna de que Martin Fink era tan buen hombre como Jack Cassidy. ¿Iba su esposa a vivir siempre sin un palo ni una caricia suya? Una idea súbita y brillante que la dejó sin aliento se le ocurrió de repente a la señora Fink. Le demostraría a Mame que había maridos tan capaces de usar sus puños, y quizá de mostrarse tan tiernos después como cualquier Jack.

El día de fiesta parecía que de fiesta sólo iba a tener el nombre en casa de los Fink. La señora Fink tenía las pilas de la cocina llenas de ropa sucia de dos semanas que había estado en remojo toda la noche. El señor Fink, en calcetines, estaba leyendo el periódico. Así es como la fiesta del Trabajo amenazaba transcurrir.

La envidia se encendió vivamente en el corazón de la señora Fink, y más vivamente aún nació una resolución audaz. Si su hombre no le había pegado nunca, si todavía no había demostrado su hombría ni sus prerrogativas ni su interés por los asuntos conyugales, habría de ser incitado a cumplir con su deber.

El señor Fink encendió la pipa y se frotó pacíficamente un tobillo con el otro pie, enfundado en su calcetín. Permanecía en la vida conyugal como un grumo de mantequilla en un pastel mal revuelto. Aquél era su Eliseo horizontal: sentado cómodamente, ceñía con sus manos, negligentemente, un mundo de letra impresa; y mientras tanto le llegaban los ruidos de su esposa chapoteando al lavar y los agradables olores de los recién retirados platos del desayuno y los de la comida por venir. Había muchas ideas alejadas de su mente, pero la más alejada de todas era la de pegar a su mujer.

La señora Fink abrió el agua caliente y metió las tablas de lavar en las pilas. Del piso de abajo le llegó la alegre risa de la señora Cassidy. Sonaba como un sarcasmo, como una ostentación de su propia felicidad en la mismísima cara de la intocada novia del piso de abajo. Ahora le tocaba a la señora Fink.

De repente se volvió como una furia hacia el hombre enfrascado en su lectura.

-¡Escucha, maldito gandul! -gritó-. ¿Es que tengo que ajarme las manos lavando como una esclava por tu cara bonita? ¿Eres un hombre o un perrito faldero?

El señor Fink dejó caer el periódico, paralizado por la sorpresa. Ella temió que no fuese a pegarle, que la provocación hubiera sido insuficiente. Se lanzó hacia él y lo golpeó ferozmente en la cara con el puño cerrado. En aquel instante sintió un estremecimiento de amor por él, que hacía mucho tiempo que no sentía. ¡Levántate, Martin Fink, y entra en tu reino! ¡Ahora tenía que sentir sobre ella el peso de su mano, para demostrarle que la quería, sólo para demostrarle que la quería!

El señor Fink se puso en pie de un salto y Maggie volvió a golpearlo en la quijada con un fuerte impulso de la otra mano. Cerró los ojos en aquel momento de bienaventurado temor que precedía a su esperado ataque, susurró su nombre para sus adentros, y se inclinó para recibir el deseado golpe, hambrienta de recibirlo.

En el piso de abajo, el señor Cassidy, con un rostro avergonzado y contrito, estaba empolvándole el ojo a Mame, preparándola para su tarde de juerga. Del piso de arriba llegó el sonido de una voz femenina que gritaba, y se oyó una sacudida, un tropezón y un arrastrar de algo, una silla volcada, signos indiscutibles de un conflicto doméstico.

-¿Mart y Mag zurrándose? -apuntó el señor Cassidy-. No sabía que se entregasen a esas cosas. ¿Subo a ver si necesitan un árbitro?

Uno de los ojos de la señora Cassidy resplandeció como un diamante. El otro lanzó al menos un destello de bisutería.

-Huy, huy -dijo con suavidad y sin significado aparente, con ese tono femenino como de jaculatoria-. ¡A lo mejor, a lo mejor…! Espera, Jack, que voy a subir a ver.

Corrió escaleras arriba. Mientras cruzaba el vestíbulo del piso de arriba, la señora Fink salió de su casa por la puerta de la cocina, como un salvaje torbellino.

-¡Maggie! -exclamó la señora Cassidy, con un suspiro de placer-. ¿Lo ha hecho? ¿Dime, lo ha hecho?

La señora Fink corrió a esconder la cabeza en el hombro de su amiga y se puso a sollozar desesperadamente.

La señora Cassidy cogió el rostro de Maggie entre sus manos y lo levantó con dulzura. Estaba bañado en lágrimas, pálido y enrojecido, pero su superficie aterciopelada, blanca y rosa que iba llenándose de manchas, no tenía ni un rasguño, ni un golpe, ni había sido mínimamente desfigurada por el cobarde puño del señor Fink.

-Dime algo, Maggie -le suplicó Mame-, o si no entraré ahí para averiguarlo. ¿Qué ha pasado? ¿Te ha hecho daño, qué te ha hecho?

La cara de la señora Fink volvió a hundirse desesperadamente en el hombro de su amiga.

-Por lo que más quieras, Mame, no abras esa puerta -sollozó-. Y nunca se lo digas a nadie, guárdatelo para ti sola. No ha… no ha llegado a tocarme siquiera, y está… ¡Ay, Dios mío!, está lavando la ropa, ¡está lavando la ropa!

FIN

MÁS CUENTOS DE O. HENRY

miércoles, 18 de noviembre de 2020

El paisaje de los puentes urbanos.La mirada del cine. El New Hollywood y Woody Allen

 



  • Autores: Pedro Plasencia Lozano
  • Directores de la Tesis: Moisés Bazán de Huerta (dir. tes.), Santiago Hernández Fernández (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Extremadura ( España ) en 2012
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 924
  • Materias:
    • Tesis en acceso abierto en: Dehesa
  • Resumen
    • La Tesis plantea un estudio paisajístico de los puentes urbanos a partir de la visión de los directores del New Hollywood y del director Woody Allen en particular. Entendiendo que el paisaje es una construcción mental en la que intervienen cuatro elementos (territorio, observador, medio y condicionantes propios), al realizar una aproximación a partir de la imagen fílmica se fijan tres de estos elementos (el territorio pasa a ser el cuadro fílmico, el observador se convierte en espectador y el medio es la película) y de este modo las conclusiones pueden ser más acertadas que cuando se realiza una aproximación general. A lo largo de los capítulos se analiza el paisaje urbano, el puente urbano como elemento fundamental de la ciudad, la relación entre ciudad y cine, la evolución de la masa como sujeto observador y la sociedad del espectáculo, la maduración de las teorías urbanas que cristalizan en los años 60 o la evolución del andar como práctica estética. Finalmente, se profundiza en el movimiento del New Hollywood, en sus temas, sus rasgos distintivos, sus directores, actores y productores, la teorización de la imagen fílmica de la época a partir de Deleuze y Daney y la querencia por los escenarios exteriores, además de establecer una serie de categorías temáticas a partir del modelo de Chale Nafus. Por último, se realiza un estudio completo de todas las escenas con puentes que existen en la filmografía de Woody Allen.

  • https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=25319

lunes, 16 de noviembre de 2020

George Sand: la vida que eligió vivir | Anna Caballé

CALIGRAMAS

 CALIGRAMAS

El término caligrama fue propuesto por el poeta Guillaume Apollinaire en 1918 para denominar algunos de sus poemas. Desde joven se interesó por los caracteres chinos, entre otros, como ejemplos de síntesis entre la palabra y la imagen. Los caligramas son poemas que se inscriben en la tradición de los "carmina figurata" de la Edad Media o "poemas figurados".
El caligrama moderno ha salido del estricto mundo literario para invadir la publicidad, el cómic, las cubiertas de los libros, etc.

Los caligramas son poesías para mirar. En los caligramas, el poema dibuja un objeto relacionado al tema principal de este, aunque en ocasiones se da el caso de simples poemas visuales escritos en cierta forma o de dibujos que no guardan relación con el poema.
No obstante, hay muchos ejemplos de caligramas en muy distintas culturas de la antigüedad, entre otras la hindú o la helenística griega.

Hacia 1913, Wilhelm Apollinaris de Kostrowitsky, más conocido como Guillaume Apollinaire (1880-1918), vuelve a cultivar el technopaegnia. El poeta y crítico francés llamó idéogrammes lyriques a sus primeras producciones, que aparecieron en la revista Les Soirées de Paris (1914). En 1918 se publica el libro de Apollinaire titulado precisamente Calligrammes. Poémes de la Paix et de la Guerre (1913-1916). Este libro inicia la revitalización de los caligramas. Con la corriente vanguardista de los años 20, estas composiciones, consideradas muy novedosas, se pusieron de moda en todo el mundo occidental.

Del siglo XIX es el conocido caligrama que Lewis Carrol incluyó en el capítulo tercero de su Alicia en el País de las Maravillas (1865).

Antecedentes históricos

Los primeros caligramas conocidos se deben a poetas griegos del periodo helenístico (siglo IV- año 30 a.C.) Esta modalidad poética tiene una raíz religiosa, pues procede de ofrendas sobre las que se inscribía el nombre del donante y la ocasión de la donación en líneas -o versos- que, por necesidad se adaptaban a la forma del objeto ofrecido.

El poema-huevo de Simmias de Rodas fue compuesto por el año 300 AC. De este autor se conservan tres caligramas ("El hacha", "Las Alas", "El huevo"). Simmias es conocido como el creador de la technopaignie o composición de poemas figurados en verso. El caligrama "El huevo" tiene que leerse alternadamente, el primer verso y luego el último, el segundo verso y luego el antepenúltimo hasta terminar en el verso central.

La técnica fue imitada por poetas latinos. Los romanos llamaron a estas poesías- y a otras en las que de algún modo intervenían factores visuales- technopaegnia (nombre propuesto por Ausonio) o carmina figurata.  

Los caligramas no fueron desconocidos durante la Edad Media. Muchos de los ejemplos de esta época que se conservan no son caligramas propiamente dichos porque contienen elementos pictóricos. Es común en esta época hallar ejemplos de caligramas en prosa. La Biblioteca Nacional de París guarda un manuscrito griego de los Hechos de los Apóstoles (s.X) que contiene cerca de mil caligramas en prosa.

El humanismo del siglo XVI, tras descubrir los caligramas clásicos, trató de imitarlos, tanto en griego y latín como en lenguas vulgares, de modo que este género poético se revitalizó.

Julio César Scaligero (1484-1558) publica un texto en forma de huevo de ruiseñor -en el que hace referencia a Simmias- y otro en forma de huevo de cisne. El huevo, de origen clásico, y por haberse difundido a través de un erudito tan influyente como Scaligero, reaparecerá a menudo después. Uno de los autores que cultivará este género es François Rabelais (1494?-1553).

En 1572 aparece un curioso libro que recoge numerosos caligramas compuestos por alumnos: una flauta latina, un laberinto, un rombo, unas alas griegas.

Si existió algún caligrama en español, no se conserva. No se excluye la posibilidad de que existieran, pero debieron de ser casos aislados.

Sin embargo, se conservan muchos ejemplos procedentes de los Países Bajos. En Alemania, los caligramas también tuvieron una considerable importancia. Se conocen muchos editados en hojas sueltas de felicitación, pésame, etc. en los que predominan las formas de copa y corazón.

Los caligramas más famosos fueron los de los poetas de la "escuela de Nürnberg". ,

Italia, Francia e Inglaterra también han dado ejemplos del cultivo de esta modalidad poética.

En el s.XVIII, en Alemania se sigue prestando mucha atención al caligrama, incluso en la vertiente más popular. Se conocen ejemplos de poesías anónimas escritas para acontecimientos cotidianos: bodas, felicitaciones.

En Francia también fueron corrientes este tipo de composiciones en las sátiras políticas.

 

FUENTES:
materialesdelengua.org
boek861.com

Apollinaire

Oliverio Girondo (Argentina, 1891-1967)

Lewis Carroll

Simmias de Rodas, siglo IV A.C

 


http://www.revistadeartes.com.ar/xiv-caligramas.html 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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miércoles, 4 de noviembre de 2020

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Virginia Woolf Un cuarto propio (fragmento)

 



"Así, me dije, cerrando la vida de Mr. Oscar Browning, y apartando el resto, es harto evidente que aun en el siglo XIX la mujer carecía de todo estímulo si quería ser artista. Al contrario, la desairaban, le pegaban, la sermoneaban y la exhortaban. La necesidad de hacer frente a esto y de refutar aquello, tiene que haber torcido su mente y disminuido su vitalidad. Porque otra vez estamos dentro de aquel complejo masculino tan interesante y oscuro que ha influido tanto en el movimiento de la mujer: ese arraigado deseo, no de que ella sea inferior sino de que él sea superior, que lo sitúa no sólo a la cabeza de las artes, pero también cerrando el camino a la política, aun cuando el riesgo parezca mínimo y la postulante humilde y leal. Hasta Lady Bessborough, recuerdo, con toda su pasión por la política, tuvo que doblegarse humildemente y escribir a Lord Granville Leveson-Gower: «… a pesar de toda mi violencia política y lo mucho que he hablado sobre ese tema, convengo con usted que ninguna mujer debe entrometerse en ese u otro asunto serio, salvo para dar su opinión (si se la piden)». Y luego emplea su entusiasmo en un tema sin riesgo, en aquel tema infinitamente importante: el primer discurso de Lord Granville en la Cámara de los Comunes. Por cierto, el espectáculo es muy extraño, pensé. La historia de la opinión de los hombres a la emancipación de las mujeres es quizá más interesante que la historia misma de esa emancipación.
Podría ser objeto de un libro divertido si alguna joven estudiante de Girton o de Newnham acumulara ejemplos y dedujera una teoría —pero precisaría guantes gruesos en las manos y barras de oro macizo para protegerla—.
Pero lo divertido ahora, recordé, cerrando a Lady Bessborough, tuvo que ser desesperadamente en serio algún día. Opiniones que uno pega en un libro rotulado Cocorocó y que uno guarda para leer a auditorios selectos, alguna vez arrancaron lágrimas, les aseguro.
Entre sus abuelas y bisabuelas hubo muchísimas que lloraron a mares. Florencia Nightingale gritó fuerte en su agonía. Además a ustedes, que han ingresado en la Universidad, y gozan de saloncitos —¿o quizá únicamente dormitorios?— les es muy fácil resolver que el genio debe despreciar tales opiniones; que el genio debe estar muy por encima de lo que digan de él. Por desgracia, son precisamente los hombres y las mujeres de genio los que más se preocupan de lo que se dice de ellos. Piensen en Keats. Piensen en las palabras que hizo grabar en su lápida. Piensen en Tennyson. Piensen —pero no preciso multiplicar ejemplos del hecho indiscutible aunque lamentable—, de que es muy propio del artista preocuparse en exceso de lo que digan de él. La literatura está abarrotada de ruinas de nombres que se han preocupado más allá de lo razonable de las opiniones ajenas. "



El Poder de la Palabra
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Katherine Mansfield Fiesta en el jardín (fragmento)

 



"Y, después de todo, el tiempo era ideal. Si lo hubieran hecho de encargo no habría resultado un día más perfecto para la fiesta en el jardín. Sin viento, cálido, el cie­lo sin una nube. Como pasa al principio del verano, una neblina de oro pálido velaba, apenas el azul. El jardinero estaba en pie desde el alba, segando el prado y barriéndolo, hasta que el césped y los rosetones chatos y oscuros donde habían estado las margaritas parecieran brillar. En cuanto a las rosas, no se podía negar que habían comprendido que las rosas son las únicas flores que impresionan a la gente en una fiesta en el jardín, las únicas flores que a todos interesan. Cientos, cientos. literalmente, habían abierto en la noche; las zarzas verdes estaban inclinadas como si los arcángeles las hubieran visitado. "


El Poder de la Palabra
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Katherine Mansfield Textos privados (fragmento)

 



"Mal día... dolores terribles, etcétera, y debilidad. No pude hacer nada. La debilidad no era sólo física. Debo curar mi Yo antes de poder sanar... He de hacerlo sola y ahora mismo. Es la raíz de mi incapacidad de mejorar. No controlo mi mente. He aquí la gentil alondra harta de descanso, qué insoportable sería morir, dejar recortes, fragmentos, nada verdadero terminado.
(...)
Mi vecino de habitación tiene la misma queja. Cuando por la noche me despierto, lo oigo darse vueltas. Y entonces tose. Sigue en silencio y toso yo. Y él vuelve a toser. Y así sigue largo rato. Hasta que me da la sensación de que somos como dos gallos llamándose uno al otro en un falso amanecer."



El Poder de la Palabra
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https://www.epdlp.com/texto.php?id2=911

Katherine Mansfield Felicidad (fragmento)

 




"A pesar de sus treinta años, Berta Young tenía momentos como éste de ahora, en los que hubiera deseado correr en vez de andar; deslizarse por los suelos relucientes de su casa, marcando pasos de danza; rodar un aro; tirar alguna cosa al aire para volverla a coger, o quedarse quieta y reír... simplemente por nada.
¿Qué puede hacer uno si, aún contando treinta años, al volver la esquina de su calle le domina de repente una sensación de felicidad..., de felicidad plena..., como si de repente se hubiese tragado un trozo brillante del sol crepuscular y éste le abrasara el pecho, lanzando una lluvia de chispas por todo su cuerpo?
¿Es que no puede haber una forma de manifestarlo sin parecer “beodo o trastornado”? La civilización es una estupidez. ¿Para qué se nos ha dado un cuerpo, si hemos de mantenerlo encerrado en un estuche como si fuera algún valioso Stradivarius? "



El Poder de la Palabra
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https://www.epdlp.com/texto.php?id2=1875

Woodkid

 

Woodkid
S16 (2020)
02 NOVIEMBRE 2020
Dicen que los diseñadores gráficos a veces consiguen obras maestras que llegan a conmoverte. Si a esa cualidad unimos la de realizador de video-clips que se disputan la mayoría de las grandes figuras de la música actual y que en los últimos años ha destacado en su faceta de compositor, estaríamos hablando de Yoann Lemoine, artista multidisciplinar francés, figura clave de la modernidad contemporánea. Ha dirigido obras para Lana del Rey, Katy Perry, Taylor Swift, Rihanna o Moby, entre otros, así como para los directores Luc Besson y Sofía Coppola, y su música ha llamado la atención de profesionales de la moda, musicando expresamente para desfiles de algunas de las marcas más importantes del mundo. Visualmente sus clips son expresionistas, normalmente en blanco y negro y aluden al universo de Tolkien, pero también al de Metrópolis de Fritz Lang o al mundo de Ingmar Bergman. Woodkid es el seudónimo de Yoann Lemoine y The Golden Age (2013), su primer álbum, un trabajo que se situaba en algún lugar entre Bonnie Prince Billy y Neil Hannon, y que viajaba por las tinieblas de Antony and the Johnsons, pero con más fuerza y menos desesperación. S16 (2020), es su segundo trabajo después de siete años. Yoann Lemoine compone sus canciones como si fuese música pop, aunque no quiere que suenen así, sino como una orquesta que le permita trasladar mejor sus emociones, ese universo onírico que según sus palabras, intente confrontar la madera y el mármol, orgánico y digital, pasado y futuro, clasicismo y vanguardia.

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