viernes, 12 de noviembre de 2010

Interfaces (parte 1): realidad y fantasía en Minority Report y Iron Man 2.

Ciencia

    Interfaces (parte 1): realidad y fantasía en Minority Report y Iron Man 2.

    Cada micro de "Ciencia versus ficción" presenta un video que incluye algunas escenas de una película y las contrapone a los comentarios de un experto argentino que señala -desde el punto de vista de la ciencia y la tecnología- los aciertos o errores de dichas escenas. Consultamos a Viviana Dehaes para que nos explique todo sobre interfaces, especialmente cuánto se acercan a la realidad y cuánto comparten con la fantasía en películas como Minority Reporty Iron Man 2.

    "John Underkoffler es Tom Cruise"

    1157.cruise.jpg-350x0.jpg

    John Underkofflerfue el encargado en 2001 de idear la interfaz de los ordenadores de la película "Minority Report", y poco después acabaría fundando la empresa Oblong Industries, que precisamente trabaja en el desarrollo de estas interfaces en el mundo real.

    Underkoffler está avanzando mucho, tal y como pudieron comprobar los asistentes a las conferencias TED en las que participó a mediados de este año. El desarrollo de la interfaz llamada g-speak es realmente impresionante y puede que sea el futuro de la informática.

    MinorityReportOblong.jpg.



    Sobre las ideas de Underkoffler y mucho más...

    Viviana Dehaes, responsable de usabilidad, diseño y multimedia del portaleduc.ar, analiza las interfaces de Minority Report de Steven Spielberg (2002) y Iron Man 2 de Jon Favreau (2010)

    Enlaces recomendados para seguir profundizando:

    Lo último en interfaces fluidas multitouch y con reconocimiento gestual

    La ciencia ficción como género de anticipación, una nota de Viviana Dehaes


    • Autor: Carina Maguregui |
    • 09-11-2010 |
    • 0 comentarios

    Cancún inaugura museo submarino

    Cancún inaugura museo submarino
    Cancún, el famoso balneario mexicano en el Caribe, inaugura el primer museo submarino del mundo. La exposición propone 400 esculturas de cemento del artista británico Jason DeCaires Taylor. El museo busca sensibilizar a unos 750.000 turistas al año sobre la fragilidad de la barrera de coral. Un informe de AFPTV.
    Fecha: 11/11/10
    Vistas: 11483
    http://video.latam.msn.com/watch/video/cancun-inaugura-museo-submarino/ovulbqdr

    LA SIESTA DE UN FAUNO (VERSIÖN PARA LA ESCENA)

    LA SIESTA DE UN FAUNO
    (VERSIÖN PARA LA ESCENA)
    (Un fauno sentado deja que de los brazos se
    le escapen sendas ninfas. Se levanta.)
    EL FAUNO:
    Tenía unas ninfas!
    ¡Es un sueño!
    No: abrazan
    aún al aire inmóvil los límpidos rubíes
    de sus senos
    (Respirando)
    y bebo las ansias.
    (Golpeando con el pie)
    ¿Dónde están?
    (Invocando al escenario)
    ¡Oh follaje, si guardas tú a estas mortales,
    devuélvemelas por Abril que hincha tus núbiles
    ramas (pues languidezco aún de tal dolencia)
    y también por las rosas desnudas, oh follaje!
    Nada.
    (A grandes pasos)
    ¡Las quiero!
    (Deteniéndose)
    Pero el bello mar raptado
    ¿fue sólo la ilusión de tus sentidos pródigos?
    La ilusión, fauno, ¿tiene ojos verdes y azules
    -como flores de dulces aguas- de la más casta?
    Y aquella que arrobaba el dulzor del contraste,
    ¿fue el viento de Sicilia yendo por tu toisón?
    No, el viento de los mares al verter el desmayo
    a labios demudados de sed, hacia los cálices,
    no tiene, por refresco, los contornos tan lisos
    al tacto, ni los huecos misterios donde bebes
    la frescura que nunca los bosques te brindaron.
    ¡No obstante!...
    (Al escenario)
    Oh gladiolos marchitos de un pantano
    que idénticos al sol despoja mi pasión,
    juncales temblorosos de centellas, Decid
    que a quebrar yo venía grandes cañas vencidas
    por mis labios: y sobre el oro de los sotos
    lejanos, inundando el mármol de las fuentes,
    ondula una blancura dispersa de rebaño:
    y al rumor de mi flauta, cuando afino los tubos,
    vuelo ¿de cisnes? no, de náyades escapa.
    Lo sigo... Oh, brilláis en la luz vacilante
    sin un solo murmullo, sin decir que el rebaño
    -por mi flauta espantado- huye volando...
    (La frente en las manos)
    ¡Ea!
    Todo aquí me es vedado, y yo so y pues la presa
    de mi deseo tórrido y confuso que ¿cree
    quizás en la embriaguez de la Savia? ¿Soy puro?
    ¡No lo sé! Todo sobre la tierra es oscuro:
    y esto más todavía pues pruebas de mujer
    es necesario, pecho mío, que las encuentres?
    ¡Si los besos tuvieran heridas se sabría!
    ¡Mas yo lo sé! ¡Ve, oh Pan, los testimonios del goce!
    Admira en estos dedos la extraña mordedura
    que revela los dientes femeninos y mide
    la dicha de la boca donde dientes florecen.
    (Al escenario)
    Así pues, bosques míos de agitados laureles
    confidentes de fugas, y lirios de silencio
    púdico, ¿conspiráis? ¡Gracias! Quiero tomar
    del eterno ensueño de jóvenes nenúfares
    la piedra que hundirá sus fragmentos dispersos,
    así como también vendimiar verdes brotes
    de una lánguida viña, mañana sobre el musgo
    estéril. Desdeñemos a los viles traidores.
    Sereno, en abatido pedestal, hablar veo
    sin medida a los pérfidos y en pinturas idólatras
    arrancar todavía cinturas a su sombra:
    así, cuando a las vides la claridad exprimo
    para que mi dolor sea aislado del sueño,
    ¡risas!, alzo el exhausto racimo al cielo ardiente
    -ávido de embriaguez- y sus pieles brillantes
    aspiro hasta el ocaso mirando a su trasluz.
    (Se sienta)
    ¡Oh náyades, unamos los múltiples recuerdos!:
    mis ojos, horadando los juncos, van en pos
    de un cuello inmortal, que el fuego hunde en las ondas
    con un grito de rabia al cielo de la floresta:
    y, del baño empapado, el tropel se perdía
    en estremecimientos y cisnes, ¡pedrerías!
    Yo iba, cuando a mis pies se enredan, florecidas
    del pudor de amar sobre este lecho casual,
    dos durmientes gozando el placer de ser dos.
    Yo, sin desenlazarlas, las apreso y vuelo,
    odiado por la frívola sombra, a los jardines
    de rosas que atizan de impudor al sol,
    donde nuestro amor sea como el aire extinguido.
    (Levantándose)
    ¡Yo te adoro, enfado de vírgenes, delicia
    feroz del albo cuerpo desnudo que resbala
    por mis labios ardientes en un destello de odios!,
    el espanto secreto que brota de la carne,
    de los pies de la infame al pecho de la tímida,
    sobre una piel cruel y perfumada, húmeda
    quizás de los pantanos de espléndidos vapores.
    Mi crimen fue haber -sin agotar temores
    malignos- separado intrincados cabellos
    que con besos los dioses habían confundido:
    pues iba apenas para velar ardiente risa
    tras los pliegues felices de una sola y guardando
    con dedo frágil para que su blancor de pluma
    se tiñera de¡ brillo que enciende a una hermana,
    la pequeñuela, cándida y sin ruborizarse,
    de mis brazos deshechos por las muertes lascivas,
    ¡como una presa siempre ingrata se libera
    sin piedad del sollozo del que vine embriagado!
    (De pie)
    ¡Olvidémoslas! ¡Otras muchas me vengarán,
    el cabello a los cuernos de mi frente enredado!
    ¡Soy feliz! Aquí todo se ofrece, de la abierta
    granada hasta el agua desnuda en su paseo.
    Mi cuerpo, iluminado por Eros en la infancia,
    ¡esparce los bermejos fuegos del viejo Etna!
    A la noche, boscajes en signos de cenizas,
    la carne pasa y arde en muriente follaje
    y en secreto se dice que la espléndida Venus
    deseca los torrentes al ir con pies desnudos,
    ¡en las tardes sangrantes de rosas por sus labios!
    (Las manos cogidas en el aire)
    Mas...
    (Como evitando con sus manos separadas
    una centella imaginaria)
    ¿No estoy fulminado?
    (Dejándose caer)
    No, no, estas cerradas
    mejillas y mi cuerpo de placer aturdido
    sucumben a la antigua siesta del mediodía.
    Durmamos...
    (Tendido)
    Sí, durmamos: soñaré en mi blasfemia
    sin crimen, en el musgo marchito, pues me place
    abrir la boca al gran sol, padre de los vinos.
    (Con un último gesto)
    (Entran lane y Ianthé, las dos ninfas. El fauno duerme)
    IANE
    ¡Oh!, por si escucha:
    ¡adiós!
    Vine, azur, y acaso no me oiga, descansé
    en las hojas tocando mi cuello detestable
    y joven de suspiros tan confusos que muero,
    para entrever, según hablillas del malvado,
    ¡si expiraría adrede de encanto o de tristeza!
    Mas no oí, muy inquieta; ¿era aquella una infancia
    que se desvanecía entre los grandes ríos
    cuando yo, desvelada, temblaba entre los juncos?
    Si, incluso Ianthé, desde la mano del fauno,
    Ianthé -¡oh tarde de oro!- que ama mi cabellera
    se aísla en el olvido de un incierto recuerdo,
    y no sin espantarme veré volver la sombra
    de sus hermosos ojos de amatista, ¡oscura
    fuente donde la noche de ayer he de beber!
    ........................................................................... ..
    IANE
    Sueño.
    Ianthé.
    IANTHÉ
    ¡Hacia la luna adorable que se hunde
    en el ala y refulge en el cuello del cisne!
    IANE
    ¡Tanto me debatía en el parque enterrado
    de música y de aves, la soñada avalancha
    era sólo el sollozo de aquella blanca luna
    por dormir en los albos inciensos de las rosas
    o el brillo que argenta suavizado follaje
    fluía a la vez del ruiseñor que plañe!
    (Silencio)
    IANTHÉ
    (¿Es necesario ser implacable?) Esta flauta
    observa... Al espanto del silencio las voces
    de los juncos hablaban solas bajo la brisa.
    El hombre -te destruye su ensueño en un momentopara
    verter sus cantos sagrados los cortó.
    Las mujeres son dóciles hermanas de los juncos.
    ¡Cuando quiere aspirar bellos cuerpos que abjura,
    niña, es el amor, más acerbo que el genio!
    IANE
    Entonces si esta flauta tiene el mal adorado
    que me atormenta -¡oh mal celoso!- lo sabré.
    (Recoge la flauta)
    ¡Porque me observa todo el embriagado azur!
    (La coloca entre sus labios y toca)
    Perdón, hermana mía, perdón...
    IANTHÉ
    Oh loca, ven. ¡Ven!
    ¡Amenaza dulce el enemigo! ¡Sígueme
    entre rojos gladiolos!
    IANE
    ¡No, parte solitaria!
    ¡Soy la que ambulará por la umbría enramada
    del bosque!
    EL FAUNO
    (Se despierta con arrebato)
    ¡Dulce brillo que expira en murmullo!
    Cipris sin visitar mi sueño, ni palomas,
    el agua hablaba al agua en sus fuentes primeras
    cuando una melodía con sus notas arrulla.
    (Soñando)
    ¡Melodía, oh fuente de juventud que surte!
    (Más soñador)
    Mi juventud fluyó por las flautas. Brindaba
    a la flor entreabierta música que el fresco
    aliento de la noche vertía en dulce lluvia.
    (Más soñador)
    Al levantador, cuando se hastía nuestro ser
    de violados cabellos y ricas vestiduras,
    voy al lago, perdido, a quebrar tristes juncos
    que abandono después de la afrenta y la cólera,
    y el crepúsculo oscuro conduce a mi locura.
    Cuando señaló el arte un elegido fauno
    ................. ......... no lo abandona ya.
    Resuena en el vicio inútil, retrocede.
    Y la impotencia huyendo en crepúsculo vil
    cantará los pesares en su labio, fatal,
    los inertes despojos del poema nativo.
    De los unidos juncos que no osamos quebrar
    brota la voz que exige rendirse a nuestras almas.
    Pero, en este ensueño animal, yo sentí
    mis dedos, de abatida voluntad, recargados
    por un limo guardado por mi estático aliento ...
    ........................................................................ ..
    a un alba nacarada de rocío inmortal...
    ........................................................................ ..
    Por las arenas, faunos, con los vientos calmad
    el sumiso temblor de marinas auroras
    alzando las narices entre las ondas húmedas,
    si mi lozano junco gustó entre la Grecia,
    vosotros más, tritones esplendentes, saludo
    de caracolas para la cuadriga sin freno
    triunfante de la niebla; entre perlas y espuma,
    fluentes inicios, playas, delfines, alboradas,
    quiero, en la claridad transparente, innovar
    almas de cristal puro que derrame la flauta
    pues huyo inmortal, vencedor en la lucha,
    de mujeres que encantan con sus hermosos llantos.
    ¿No soy yo quien desea, solo, sin que me fuercen
    tus dolores, un límpido ideal?
    En el horror
    lustral, en el estanque de fuentes, que fascina
    el azur, empapar quiero ya el ser furtivo
    que de su hielo busca renacer, primitivo.
    (TRAD. RICARDO SILVA-SANTISTEBAN
    --

    la siesta d'un faune - Claude Debussy

    LA SIESTA DE UN FAUNO

    STÉPHANE MALLARMÉ

    LA SIESTA DE UN FAUNO.

    Égloga.

    EL FAUNO

    .

    ¡Estas ninfas quisiera perpetuarlas!

    Tan claro,

    su ligero encarnado, que en el aire revuela

    abatido de espeso letargo.

    ¿Amaba un sueño?

    Montón de antigua noche, mi duda ha terminado

    en mucha rama tenue que, habitando las mismas

    florestas, prueba, ¡ay!, que sólo me ofrecía

    como triunfo la falta ideal de las rosas.

    Reflexionemos...

    Si las mujeres que glosas

    un anhela semejan de tus sentido pródigos,

    la ilusión, fauno, escapa de los ojos azules

    y fríos, tan llorosa fuente de la más casta:

    mas la otra, en suspiros, ¿dices tú que contrasta

    como brisa del día cálida en tu toisón?

    ¡Qué no! por el inmóvil y cansado desmayo

    de calor sofocando la matinal frescura,

    no murmura agua alguna que no vierta mi flauta

    al otero rociado de acordes; sólo el aire

    pronto a exhalarse fuera de los dos tubos, antes

    que disperse el sonido en infecunda lluvia,

    es, en el horizonte de línea perfecta,

    el invisible y sereno aliento artificial

    de toda inspiración que hasta el cielo retorna.

    Oh ribas sicilianas de un sereno pantano

    Que en lucha con los soles mi vanidad despoja,

    Tácitas bajo flores de centellas, DECID

    Que yo cortaba aquí huecos juncos domados

    por el talento; y sobre el oro de los sotos

    lejanos, consagrando su viña a las fontanas,

    ondula una blancura animal en reposo:

    y que, al preludio lento donde nacen las flautas,

    vuelo de cisnes, ¡no!, de náyades se escapa

    o hunde...

    Inerte, todo arde en la hora encendida,

    sin decir por cual arte en conjuro partieron

    tanto ansiados hímenes por la que busca el la:

    me levantaré, ¡lirios!, al naciente fervor,

    recto y solo, bajo hondas antiguas de fulgor,

    seré uno de vosotros para la ingenuidad.

    Sólo esta nada dulce por su labio anunciada,

    el beso, calladamente, perfidias asegura,

    mi pecho virginal muestra una mordedura

    misteriosa, legado de algún augusto diente;

    ¡ya basta! arcano tal optó por confidente,

    junco basto y gemelo bajo el azul sonando:

    que, desviando hacia sí la turbada mejilla,

    sueña, en un solo largo, que nosotros gozamos

    la belleza en redor llena de confusiones

    falsas entre sí mismas y nuestro canto crédulo

    y de lograr, tan alto como amor se modula,

    desvanecer del sueño ordinario de flanco

    o dorso puro, ciega mi vista que los sigue,

    una sonora, vana y monótona línea.

    ¡Quieres, pues, instrumento de fugas, oh maligna

    siringa, florecer en el lago aguardándome!

    Con mi rumor altivo quiero hablar largo tiempo

    de las diosas; y, por idólatras pinturas,

    despojar todavía cinturas a su sombra:

    así, cuando a las vides la claridad succiono,

    desterrando un dolor por la mentira aislado,

    alzo, riente, el exhausto racimo al cielo estivo

    y soplando en sus pieles brillantes, de embriaguez

    ávido, hasta el ocaso yo miro a su trasluz.

    Oh ninfas, rebasemos los múltiples RECUERDOS.

    "Mis ojos, horadando los juncos, asestaban

    cada talle inmortal que hunde fuego en las ondas

    con un grito de rabia al cielo de la fronda;

    y el espléndido baño de cabellos huía

    en estremecimiento y brillos, ¡pedrerías!

    Corro; cuando a mis pies se enredan (afligidas

    de languidez gustada en el mal de ser dos)

    entre sus solos brazos las durmientes casuales

    yo, sin desenlazarlas, las arrebato y hurto,

    odiado por la frívola sombra, hasta el macizo

    de rosas que desecan todo perfume al sol

    donde nuestro ardor sea como el día extinguido".

    ¡Yo te adoro, enfado de vírgenes, delicia

    feroz del sacro cuerpo desnudo que resbala

    y huye a mi ardiente labio en destello agitado!

    el espanto secreto que brota de la carne:

    de los pies de la cruel al pecho de la tímida,

    que abandona a la vez una inocencia, húmeda

    de loco llanto o menos afligidos vapores.

    "Mi crimen es haber, feliz de vencer miedos

    traidores, separado intrincados cabellos

    de besos que los dioses guardaban confundidos,

    pues iba apenas para velas ardiente risa

    tras los pliegues felices de una sola (guardando

    con dedo simple para que su candor de pluma

    se tiñera del gozo de su hermana que enciéndese,

    la pequeña, cándida y sin ruborizarse:)

    que de mis brazos rotos por las muertes inciertas

    como una presa siempre ingrata se libera

    sin piedad del sollozo del que aún ebrio estaba".

    ¡Tanto peor! la dicha de otras me arrastrará

    por su trenza a los cuernos de mi frente sujeta:

    tú sabes, pasión mía, que, púrpura madura,

    cada granada estalla con murmullo de abejas,

    y nuestra sangre, amando a quien viene a cogerla,

    fluye por el eterno enjambre del deseo.

    A la hora en que el bosque muere en oro y cenizas,

    una fiesta se exalta en muriente follaje:

    ¡Etna! es en tu redor, visitado por Venus,

    en tu lava posando sus talones ingenuos,

    cuando retumba un sueño donde expira la llama.

    ¡Tengo la reina!

    ¡Oh, cierto castigo...!

    Mas el alma,

    de palabras vacante y este cuerpo aturdido,

    sucumben a la fiera calma del mediodía;

    sin más, fuerza es dormir en el blasfemo olvido,

    en la sedienta arena yaciendo, ¡pues me place

    abrir la boca al astro eficaz de los vinos!

    Adiós, oh par; veré la sombra en que os volvéis.