Alizaques

Si llegas, tras fatigoso viaje, frente a un alcázar todo él labrado de sabarchardas y circundado de un alto alizaque, no te sientas perdido ni vuelques la almuzara de tu ira sobre tu gentil guía, cuando es evidente que toda la culpa la tiene el traductor.
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El árbol de los ahorcados

El árbol de los ahorcados da fruto varias veces por año. Después de la cosecha, se siembran los frutos enteros, como si fueran semillas, en tierra profunda. Si nos limitáramos a generalizar otros fenómenos que suceden en el planeta, podríamos suponer que crecerá en el lugar otro árbol de ahorcados. Sin embargo, después de un tiempo variable (lo he comprobado en mis periódicos viajes a la Tierra) suelen surgir de la tierra unas losas de piedra, menos efímeras que los vegetales o animales pero incapaces de reproducirse. Es normal que sean estériles las especies híbridas, como en el caso de las mulas.
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Ragnarok

Cuando el lobo Fenrer, surgido del abismo, haya devorado al buen Odín, cuando Thor y la serpiente Midgard se hayan enfrentado en combate mortal, cuando la horrible Hel, mitad de carne cruda y mitad de carne putrefacta, saque sus huestes del mundo de los muertos, entonces será el Ragnarok, el ocaso de los dioses, y no existirá el sol, ni la luna, ni las estrellas y la tierra será tragada por la aguas, y después será el fin y después vendrán los nombres de los actores y el resto de los títulos.
Pero ya no habrá nadie para verlos.
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El exterminio de la especie

En los mitos del diluvio o los que hacen referencia a otras catástrofes naturales (sequías, terremotos, erupciones volcánicas), es siempre la misma incertidumbre, en todas las culturas, lo que retiene en el instante final la ira divina. Si se extermina a la humanidad entera, ¿quién colmará los templos, quién cumplirá con los ritos, quién ofrecerá holocaustos, quién servirá y adorará a los dioses? Aquí estamos nosotros para solucionar ese problema: somos eficientes, somos profesionales, tenemos experiencia comprobable en otros planetas. Ahora pueden actuar sin límites.
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No desea cometer ese crimen

No desea cometer ese crimen. Porque es repugnante y porque sabe con todo detalle cómo será castigado. Y mientras levanta el arma con la que debe hundir el cráneo de la víctima, siente que sus músculos se rebelan, que todo su cuerpo vibra a causa de la lucha de dos fuerzas encontradas: la de su propia voluntad, y la vuerza loca de la fatalidad que lo obliga a realizar un destino escrito, a matar una y otra vez a esa mísera vieja. Con un supremo esfuerzo Rascolnicof se da vuelta y descarga su hacha contra el lector.
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Ana María Shua, escritora argentina, publicó su primer libro de poemas, El sol y yo (1967), a los 16 años –le valió la Faja de Honor de la SADE–. Estudió en laUniversidad de Buenos Aires, donde obtuvo el título de profesora en Letras. Vivió en Francia entre 1976 y 1977. Allí trabajó para una revista española que pertenecía a la editorial Cambio 16. De regreso en Argentina publicó su primera novela, Soy paciente(1980), con la que ganó el premio de la editorial Losada, y poco después la colección de relatos Los días de pesca (1981). En 1984 apareció La sueñera, colección de microrrelatos o “cuentos brevísimos”, género que seguiría practicando en años sucesivos (Casa de Geishas, Botánica del caos, Temporada de fantasmas, Cazadores de letras), y del que se ha convertido en una de sus representantes más destacadas. En 1994 obtuvo la beca Guggenheim para escribir su novela El libro de los recuerdos. Ha trabajado como periodista, publicista y guionista de cine, adaptando algunas de sus novelas. Es autora de varias novelas y libros de cuentos dirigidos al público adulto, y ha cultivado también la literatura infantil.