domingo, 14 de octubre de 2018
El sistro, instrumento de la diosa Hathor.
Por: Marta Sacri (2013)
Las culturas primitivas consideraban que el sonido del sistro alejaba a las fuerzas del mal así como atraía a las positivas. Gracias a este principio, este sencillo instrumento de percusión se convirtió en uno de los más importantes en el Antiguo Egipto. De este modo existía una rama sacerdotal entrenada exclusivamente para hacerlo sonar de manera correcta, dirigidos por, seguramente, la esposa del Sumo Sacerdote. Estos debían aprender a tocar este instrumento, su rítmica y el momento en el que sonaba en cada ritual, pues era usado para la música sacra y las danzas. Estaba relacionado con el culto a las divinidades femeninas, en especial a Hathor: diosa del amor, la danza, las artes musicales y la alegría. Su forma de “U” recuerda a los cuernos de la diosa, representada como una mujer con rasgos de vaca.
Se utilizó desde períodos muy remotos, ya que se han encontrado “protosistros” en yacimientos de la época predinástica (3.500 a.C). Más tarde se encuentran los primeros ejemplares que evolucionarían con el paso del tiempo en dos tipos de sistro bien diferenciados: uno de ellos es el shesheshet, el más arcaico, propio del Reino Antiguo, que tenía forma de naos cerrada y en su interior se encerraban semillas. Algo así como unas “maracas” egipcias. El sejem, de forma curvada, es el más conocido, y era atravesado por varillas que producían sonido al agitarse; además, solían añadirse pequeños discos metálicos a las varillas, que, con el movimiento, aumentaban su sonoridad. Este mecanismo es similar al de las sonajas de las panderetas. Ambos solían tener representada a la diosa Hathor en el extremo superior del mango. Este perduró a través de la música romana, donde hemos podido hallar vestigios del instrumento en el culto romano a Isisen Pompeya, y, sobretodo, en la música de la Iglesia Copta, que hoy por hoy sigue utilizando el sistro para sus ceremonias religiosas.
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