Fotografía tomada el 12 de abril de 1962 del primer cosmonauta Yuri Gagarin en el primer vuelo al espacio hecho por el hombre.

Fotografía tomada el 12 de abril de 1962 del primer cosmonauta Yuri Gagarin en el primer vuelo al espacio hecho por el hombre.

El costo de la exploración humana del espacio, iniciada hace 50 años con el vuelo de Yuri Gagarin, es sumamente alto, lo que atiza el debate entre quienes prefieren dejar a las sondas robotizadas la exploración de los misterios del cosmos y quienes creen que debe ser un privilegio del hombre.

Tras la sonrisa del primer cosmonauta, el 12 de abril de hace 50 años, la humanidad ha descubierto los rostros de otros pioneros espaciales, lo que da a la conquista del espacio, al menos a la situada entre la Tierra y la Luna, un impacto político, mediático y emocional.

Jefes de Estado, de Gobierno y las agencias espaciales insisten que los vuelos tripulados estarán siempre en el centro de sus programas espaciales.

Un astronauta no sólo encarna el sueño del hombre para explorar nuevos horizontes, sino que él o ella pueden actuar con intuición y pensar creativamente, de una manera que no es posible para un robot, argumentan aquellos en favor de vuelos tripulados.

Pero muchos opositores se preguntan si todos esos vuelos espaciales de astronautas no han sido una pérdida de dinero colosal, engullendo cientos de millones de dólares, y que los artefactos robotizados revelan misterios espaciales más importantes.

Los detractores recuerdan que enviar humanos al espacio es peligroso --citan como ejemplos el trágico incendio de Apollo 1, el penoso regreso de Apollo 13 y los fatales desenlaces de Soyuz 1 y 11-- y que esas operaciones requieren un esfuerzo colosal para mantener vivos a los cosmonautas y traerlos de regreso sanos y salvos a la Tierra.

Los opositores de los vuelos tripulados subrayan también que esos programas han desviado considerables fondos, y que satélites y sondas robotizadas pueden hacer más descubrimientos, por mucho menos dinero, y sin poner en riesgo la vida de nadie.

"La gente se emociona tanto con las historias de vuelos tripulados que no piensan en las ventajas que tienen", comparado con las sondas, comentó Gerard DeGroot, un profesor en la Universidad de St. Andrews, en Escocia.

Cada día, sondas robotizadas revelan al hombre los misterios de Saturno, Marte, Mercurio y el Sol, y se lanzan en citas con cometas y asteroides, subrayan los expertos que prefieren continuar la exploración del espacio por este medio.

Gracias a un ejército de satélites, internet, telefonía móvil, es posible observar la atmósfera, los océanos, el impacto del hombre sobre el ambiente, sin la presencia de hombre a bordo, subrayan.

"Ninguno de estos descubrimientos provienen de vuelos tripulados por hombres", indicó DeGroot, autor de de "Dark Side of the Moon," un recuento crítico del programa Apollo.

Según él, la voluntad de ganar la carrera a la Luna habría incluso "retrasado los avances en la tecnología de satélites".

Pero los que defienden el papel del hombre en estas misiones resaltan que los humanos son realmente útiles, sobre todo ante dificultades y situaciones inesperadas, en las que llevan la ventaja sobre los artefactos robotizados.

Pero por ahora, son sobre todo los robots los que asumen el papel de audaces exploradores de los confines del sistema solar, mientras que las misiones tripuladas siguen confinadas a la periferia de la Tierra y marcadas por las preocupaciones de seguridad.