miércoles, 26 de agosto de 2009

Los cisnes salvajes de Hans Christian Andersen








Lejos de nuestras tierras, allá adonde van las golondrinas cuando el invierno llega a nosotros, vivía un rey que tenía once hijos y una hija llamada Elisa. Los once hermanos eran príncipes; llevaban una estrella en el pecho y sable al cinto para ir a la escuela; escribían con pizarrín de diamante sobre pizarras de oro, y aprendían de memoria con la misma facilidad con que leían; en seguida se notaba que eran príncipes. Elisa, la hermana, se sentaba en un escabel de reluciente cristal, y tenía un libro de estampas que había costado lo que valía la mitad del reino.

¡Qué bien lo pasaban aquellos niños! Lástima que aquella felicidad no pudiese durar siempre.

Su padre, Rey de todo el país, casó con una reina perversa, que odiaba a los pobres niños. Ya al primer día pudieron ellos darse cuenta. Fue el caso, que había gran gala en todo el palacio, y los pequeños jugaron a «visitas»; pero en vez de recibir pasteles y manzanas asadas como se suele en tales ocasiones, la nueva Reina no les dio más que arena en una taza de té, diciéndoles que imaginaran que era otra cosa.

A la semana siguiente mandó a Elisa al campo, a vivir con unos labradores, y antes de mucho tiempo le había ya dicho al Rey tantas cosas malas de los príncipes, que éste acabó por desentenderse de ellos.

-¡A volar por el mundo y apáñense por su cuenta! -exclamó un día la perversa mujer-; ¡a volar como grandes aves sin voz!

Pero no pudo llegar al extremo de maldad que habría querido; los niños se transformaron en once hermosísimos cisnes salvajes. Con un extraño grito emprendieron el vuelo por las ventanas de palacio, y, cruzando el parque, desaparecieron en el bosque.

Era aún de madrugada cuando pasaron por el lugar donde su hermana Elisa yacía dormida en el cuarto de los campesinos; y aunque describieron varios círculos sobre el tejado, estiraron los largos cuellos y estuvieron aleteando vigorosamente, nadie los oyó ni los vio. Hubieron de proseguir, remontándose basta las nubes, por esos mundos de Dios, y se dirigieron hacia un gran bosque tenebroso que se extendía hasta la misma orilla del mar.

La pobre Elisita seguía en el cuarto de los labradores jugando con una hoja verde, único juguete que poseía. Abriendo en ella un agujero, miró el sol a su través y le pareció como si viera los ojos límpidos de sus hermanos; y cada vez que los rayos del sol le daban en la cara, creía sentir el calor de sus besos.

Pasaban los días, monótonos e iguales. Cuando el viento soplaba por entre los grandes setos de rosales plantados delante de la casa, susurraba a las rosas:

-¿Qué puede haber más hermoso que ustedes?

Pero las rosas meneaban la cabeza y respondían:

-Elisa es más hermosa.

Cuando la vieja de la casa, sentada los domingos en el umbral, leía su devocionario, el viento le volvía las hojas, y preguntaba al libro:

-¿Quién puede ser más piadoso que tú?

-Elisa es más piadosa -replicaba el devocionario; y lo que decían las rosas y el libro era la pura verdad. Porque aquel libro no podía mentir.

Habían convenido en que la niña regresaría a palacio cuando cumpliese los quince años; pero al ver la Reina lo hermosa que era, sintió rencor y odio, y la habría transformado en cisne, como a sus hermanos; sin embargo, no se atrevió a hacerlo en seguida, porque el Rey quería ver a su hija.

Por la mañana, muy temprano, fue la Reina al cuarto de baile, que era todo él de mármol y estaba adornado con espléndidos almohadones y cortinajes, y, cogiendo tres sapos, los besó y dijo al primero:

-Súbete sobre la cabeza de Elisa cuando esté en el baño, para que se vuelva estúpida como tú. Ponte sobre su frente -dijo al segundo-, para que se vuelva como tú de fea, y su padre no la reconozca.

Y al tercero:

-Siéntate sobre su corazón e infúndele malos sentimientos, para que sufra.

Echó luego los sapos al agua clara, que inmediatamente se tiñó de verde, y, llamando a Elisa, la desnudó, mandándole entrar en el baño; y al hacerlo, uno de los sapos se le puso en la cabeza, el otro en la frente y el tercero en el pecho, sin que la niña pareciera notario; y en cuanto se incorporó, tres rojas flores de adormidera aparecieron flotando en el agua. Aquellos animales eran ponzoñosos y habían sido besados por la bruja; de lo contrario, se habrían transformado en rosas encarnadas. Sin embargo, se convirtieron en flores, por el solo hecho de haber estado sobre la cabeza y sobre el corazón de la princesa, la cual era, demasiado buena e inocente para que los hechizos tuviesen acción sobre ella.

Al verlo la malvada Reina, la frotó con jugo de nuez, de modo que su cuerpo adquirió un tinte pardo negruzco; le untó luego la cara con una pomada apestosa y le desgreñó el cabello. Era imposible reconocer a la hermosa Elisa.

Por eso se asustó su padre al verla, y dijo que no era su hija. Nadie la reconoció, excepto el perro mastín y las golondrinas; pero eran pobres animales cuya opinión no contaba.

La pobre Elisa rompió a llorar, pensando en sus once hermanos ausentes. Salió, angustiada, de palacio, y durante todo el día estuvo vagando por campos y eriales, adentrándose en el bosque inmenso. No sabía adónde dirigirse, pero se sentía acongojada y anhelante de encontrar a sus hermanos, que a buen seguro andarían también vagando por el amplio mundo. Hizo el propósito de buscarlos.

Llevaba poco rato en el bosque, cuando se hizo de noche; la doncella había perdido el camino. Se tendió sobre el blando musgo, y, rezadas sus oraciones vespertinas, reclinó la cabeza sobre un tronco de árbol. Reinaba un silencio absoluto, el aire estaba tibio, y en la hierba y el musgo que la rodeaban lucían las verdes lucecitas de centenares de luciérnagas, cuando tocaba con la mano una de las ramas, los insectos luminosos caían al suelo como estrellas fugaces.

Toda la noche estuvo soñando en sus hermanos. De nuevo los veía de niños, jugando, escribiendo en la pizarra de oro con pizarrín de diamante y contemplando el maravilloso libro de estampas que había costado medio reino; pero no escribían en el tablero, como antes, ceros y rasgos, sino las osadísimas gestas que habían realizado y todas las cosas que habían visto y vivido; y en el libro todo cobraba vida, los pájaros cantaban, y las personas salían de las páginas y hablaban con Elisa y sus hermanos; pero cuando volvía la hoja saltaban de nuevo al interior, para que no se produjesen confusiones en el texto.

Cuando despertó, el sol estaba ya alto sobre el horizonte. Elisa no podía verlo, pues los altos árboles formaban un techo de espesas ramas; pero los rayos jugueteaban allá fuera como un ondeante velo de oro. El campo esparcía sus aromas, y las avecillas venían a posarse casi en sus hombros; oía el chapoteo del agua, pues fluían en aquellos alrededores muchas y caudalosas fuentes, que iban a desaguar en un lago de límpido fondo arenoso. Había, si, matorrales muy espesos, pero en un punto los ciervos habían hecho una ancha abertura, y por ella bajó Elisa al agua. Era ésta tan cristalina, que, de no haber agitado el viento las ramas y matas, la muchacha habría podido pensar que estaban pintadas en el suelo; tal era la claridad con que se reflejaba cada hoja, tanto las bañadas por el sol como las que se hallaban en la sombra.

Al ver su propio rostro tuvo un gran sobresalto, tan negro y feo era; pero en cuanto se hubo frotado los ojos y la frente con la mano mojada, volvió a brillar su blanquísima piel. Se desnudó y se metió en el agua pura; en el mundo entero no se habría encontrado una princesa tan hermosa como ella.

Vestida ya de nuevo y trenzado el largo cabello, se dirigió a la fuente borboteante, bebió del hueco de la mano y prosiguió su marcha por el bosque, a la ventura, sin saber adónde. Pensaba en sus hermanos y en Dios misericordioso, que seguramente no la abandonaría: El hacía crecer las manzanas silvestres para alimentar a los hambrientos; y la guió hasta uno de aquellos árboles, cuyas ramas se doblaban bajo el peso del fruto. Comió de él, y, después de colocar apoyos para las ramas, se adentró en la parte más oscura de la selva. Reinaba allí un silencio tan profundo, que la muchacha oía el rumor de sus propios pasos y el de las hojas secas, que se doblaban bajo sus pies. No se veía ni un pájaro: ni un rayo de sol se filtraba por entre las corpulentas y densas ramas de los árboles, cuyos altos troncos estaban tan cerca unos de otros, que, al mirar la doncella a lo alto, le parecía verse rodeada por un enrejado de vigas. Era una soledad como nunca había conocido.

La noche siguiente fue muy oscura; ni una diminuta luciérnaga brillaba en el musgo. Ella se echó, triste, a dormir, y entonces tuvo la impresión de que se apartaban las ramas extendidas encima de su cabeza y que Dios Nuestro Señor la miraba con ojos bondadosos, mientras unos angelitos le rodeaban y asomaban por entre sus brazos.

Al despertarse por la mañana, no sabía si había soñado o si todo aquello había sido realidad.

Anduvo unos pasos y se encontró con una vieja que llevaba bayas en una cesta. La mujer le dio unas cuantas, y Elisa le preguntó si por casualidad había visto a los once príncipes cabalgando por el bosque.

-No -respondió la vieja-, pero ayer vi once cisnes, con coronas de oro en la cabeza, que iban río abajo.

Acompañó a Elisa un trecho, hasta una ladera a cuyo pie serpenteaba un riachuelo. Los árboles de sus orillas extendían sus largas y frondosas ramas al encuentro unas de otras, y allí donde no se alcanzaban por su crecimiento natural, las raíces salían al exterior y formaban un entretejido por encima del agua.

Elisa dijo adiós a la vieja y siguió por la margen del río, hasta el punto en que éste se vertía en el gran mar abierto.

Frente a la doncella se extendía el soberbio océano, pero en él no se divisaba ni una vela, ni un bote. ¿Cómo seguir adelante? Consideró las innúmeras piedrecitas de la playa, redondeadas y pulimentadas por el agua. Cristal, hierro, piedra, todo lo acumulado allí había sido moldeado por el agua, a pesar de ser ésta mucho más blanda que su mano. «La ola se mueve incesantemente y así alisa las cosas duras; pues yo seré tan incansable como ella. Gracias por su lección, olas claras y saltarinas; algún día, me lo dice el corazón, me llevarán al lado de mis hermanos queridos».

Entre las algas arrojadas por el mar a la playa yacían once blancas plumas de cisne, que la niña recogió, haciendo un haz con ellas. Estaban cuajadas de gotitas de agua, rocío o lágrimas, ¿quién sabe?. Se hallaba sola en la orilla, pero no sentía la soledad, pues el mar cambiaba constantemente; en unas horas se transformaba más veces que los lagos en todo un año. Si avanzaba una gran nube negra, el mar parecía decir: «¡Ved, qué tenebroso puedo ponerme!». Luego soplaba viento, y las olas volvían al exterior su parte blanca. Pero si las nubes eran de color rojo y los vientos dormían, el mar podía compararse con un pétalo de rosa; era ya verde, ya blanco, aunque por mucha calma que en él reinara, en la orilla siempre se percibía un leve movimiento; el agua se levantaba débilmente, como el pecho de un niño dormido.

A la hora del ocaso, Elisa vio que se acercaban volando once cisnes salvajes coronados de oro; iban alineados, uno tras otro, formando una larga cinta blanca. Elisa remontó la ladera y se escondió detrás de un matorral; los cisnes se posaron muy cerca de ella, agitando las grandes alas blancas.

No bien el sol hubo desaparecido bajo el horizonte, se desprendió el plumaje de las aves y aparecieron once apuestos príncipes: los hermanos de Elisa. Lanzó ella un agudo grito, pues aunque sus hermanos habían cambiado mucho, la muchacha comprendió que eran ellos; algo en su interior le dijo que no podían ser otros. Se arrojó en sus brazos, llamándolos por sus nombres, y los mozos se sintieron indeciblemente felices al ver y reconocer a su hermana, tan mayor ya y tan hermosa. Reían y lloraban a la vez, y pronto se contaron mutuamente el cruel proceder de su madrastra.

-Nosotros -dijo el hermano mayor- volamos convertidos en cisnes salvajes mientras el sol está en el cielo; pero en cuanto se ha puesto, recobramos nuestra figura humana; por eso debemos cuidar siempre de tener un punto de apoyo para los pies a la hora del anochecer, pues entonces si volásemos hacia las nubes, nos precipitaríamos al abismo al recuperar nuestra condición de hombres. No habitamos aquí; allende el océano hay una tierra tan hermosa como ésta, pero el camino es muy largo, a través de todo el mar, y sin islas donde pernoctar; sólo un arrecife solitario emerge de las aguas, justo para descansar en él pegados unos a otros; y si el mar está muy movido, sus olas saltan por encima de nosotros; pero, con todo, damos gracias a Dios de que la roca esté allí. En ella pasamos la noche en figura humana; si no la hubiera, nunca podríamos visitar nuestra amada tierra natal, pues la travesía nos lleva dos de los días más largos del año. Una sola vez al año podemos volver a la patria, donde nos está permitido permanecer por espacio de once días, volando por encima del bosque, desde el cual vemos el palacio en que nacimos y que es morada de nuestro padre, y el alto campanario de la iglesia donde está enterrada nuestra madre. Estando allí, nos parece como si árboles y matorrales fuesen familiares nuestros; los caballos salvajes corren por la estepa, como los vimos en nuestra infancia; los carboneros cantan las viejas canciones a cuyo ritmo bailábamos de pequeños; es nuestra patria, que nos atrae y en la que te hemos encontrado, hermanita querida. Tenemos aún dos días para quedarnos aquí, pero luego deberemos cruzar el mar en busca de una tierra espléndida, pero que no es la nuestra. ¿Cómo llevarte con nosotros? no poseemos ningún barco, ni un mísero bote, nada en absoluto que pueda flotar.

-¿Cómo podría yo redimirlos? -preguntó la muchacha.

Estuvieron hablando casi toda la noche, y durmieron bien pocas horas.

Elisa despertó con el aleteo de los cisnes que pasaban volando sobre su cabeza. Sus hermanos, transformados de nuevo, volaban en grandes círculos, y, se alejaron; pero uno de ellos, el menor de todos, se había quedado en tierra; reclinó la cabeza en su regazo y ella le acarició las blancas alas, y así pasaron juntos todo el día. Al anochecer regresaron los otros, y cuando el sol se puso recobraron todos su figura natural.

-Mañana nos marcharemos de aquí para no volver hasta dentro de un año; pero no podemos dejarte de este modo. ¿Te sientes con valor para venir con nosotros? Mi brazo es lo bastante robusto para llevarte a través del bosque, y, ¿no tendremos entre todos la fuerza suficiente para transportarte volando por encima del mar?

-¡Sí, llévenme con ustedes! -dijo Elisa.

Emplearon toda la noche tejiendo una grande y resistente red con juncos y flexible corteza de sauce. Se tendió en ella Elisa, y cuando salió el sol y los hermanos se hubieron transformado en cisnes salvajes, cogiendo la red con los picos, echaron a volar con su hermanita, que aún dormía en ella, y se remontaron hasta las nubes. Al ver que los rayos del sol le daban de lleno en la cara, uno de los cisnes se situó volando sobre su cabeza, para hacerle sombra con sus anchas alas extendidas.

Estaban ya muy lejos de tierra cuando Elisa despertó. Creía soñar aún, pues tan extraño le parecía verse en los aires, transportada por encima del mar. A su lado tenía una rama llena de exquisitas bayas rojas y un manojo de raíces aromáticas. El hermano menor las había recogido y puesto junto a ella.

Elisa le dirigió una sonrisa de gratitud, pues lo reconoció; era el que volaba encima de su cabeza, haciéndole sombra con las alas.

Iban tan altos, que el primer barco que vieron a sus pies parecía una blanca gaviota posada sobre el agua. Tenían a sus espaldas una gran nube; era una montaña, en la que se proyectaba la sombra de Elisa y de los once cisnes: ello demostraba la enorme altura de su vuelo. El cuadro era magnífico, como jamás viera la muchacha; pero al elevarse más el sol y quedar rezagada la nube, se desvaneció la hermosa silueta.

Siguieron volando durante todo el día, raudos como zumbantes saetas; y, sin embargo, llevaban menos velocidad que de costumbre, pues los frenaba el peso de la hermanita. Se levantó mal tiempo, y el atardecer se acercaba; Elisa veía angustiada cómo el sol iba hacia su ocaso sin que se vislumbrase el solitario arrecife en la superficie del mar. Se daba cuenta de que los cisnes aleteaban con mayor fuerza. ¡Ah!, ella tenía la culpa de que no pudiesen avanzar con la ligereza necesaria; al desaparecer el sol se transformarían en seres humanos, se precipitarían en el mar y se ahogarían. Desde el fondo de su corazón elevó una plegaria a Dios misericordioso, pero el acantilado no aparecía. Los negros nubarrones se aproximaban por momentos, y las fuertes ráfagas de viento anunciaban la tempestad. Las nubes formaban un único arco, grande y amenazador, que se adelantaba como si fuese de plomo, y los rayos se sucedían sin interrupción.

El sol se hallaba ya al nivel del mar. A Elisa le palpitaba el corazón; los cisnes descendieron bruscamente, con tanta rapidez, que la muchacha tuvo la sensación de caerse; pero en seguida reanudaron el vuelo. El círculo solar había desaparecido en su mitad debajo del horizonte cuando Elisa distinguió por primera vez el arrecife al fondo, tan pequeño, que se habría dicho la cabeza de una foca asomando fuera del agua. El sol seguía ocultándose rápidamente, ya no era mayor que una estrella, cuando su pie tocó tierra firme, y en aquel mismo momento el astro del día se apagó cual la última chispa en un papel encendido. Vio a sus hermanos rodeándola, cogidos todos del brazo; había el sitio justo para los doce; el mar azotaba la roca, proyectando sobre ellos una lluvia de agua pulverizada; el cielo parecía una enorme hoguera, y los truenos retumbaban sin interrupción. Los hermanos, cogidos de las manos, cantaban salmos y encontraban en ellos confianza y valor.

Al amanecer, el cielo, purísimo, estaba en calma; no bien salió el sol, los cisnes reemprendieron el vuelo, alejándose de la isla con Elisa. El mar seguía aún muy agitado; cuando los viajeros estuvieron a gran altura, les pareció como si las blancas crestas de espuma, que se destacaban sobre el agua verde negruzca, fuesen millones de cisnes nadando entre las olas.

Al elevarse más el sol, Elisa vio ante sí, a lo lejos, flotando en el aire, una tierra montañosa, con las rocas cubiertas de brillantes masas de hielo; en el centro se extendía un palacio, que bien mediría una milla de longitud, con atrevidas columnatas superpuestas; debajo ondeaban palmerales y magníficas flores, grandes como ruedas de molino. Preguntó si era aquél el país de destino, pero los cisnes sacudieron la cabeza negativamente; lo que veía era el soberbio castillo de nubes de la Fata Morgana, eternamente cambiante; no había allí lugar para criaturas humanas. Elisa clavó en él la mirada y vio cómo se derrumbaban las montañas, los bosques y el castillo, quedando reemplazados por veinte altivos templos, todos iguales, con altas torres y ventanales puntiagudos. Creyó oír los sones de los órganos, pero lo que en realidad oía era el rumor del mar. Estaba ya muy cerca de los templos cuando éstos se transformaron en una gran flota que navegaba debajo de ella; y al mirar al fondo vio que eran brumas marinas deslizándose sobre las aguas. Visiones constantemente cambiantes desfilaban ante sus ojos, hasta que al fin vislumbró la tierra real, término de su viaje, con grandiosas montañas azules cubiertas de bosques de cedros, ciudades y palacios. Mucho antes de la puesta del sol se encontró en la cima de una roca, frente a una gran cueva revestida de delicadas y verdes plantas trepadoras, comparables a bordadas alfombras.

-Vamos a ver lo que sueñas aquí esta noche -dijo el menor de los hermanos, mostrándole el dormitorio.

-¡Quiera el Cielo que sueñe la manera de salvarlos! -respondió ella; aquella idea no se le iba de la mente, y rogaba a Dios de todo corazón pidiéndole ayuda; hasta en sueños le rezaba. Y he aquí que le pareció como si saliera volando a gran altura, hacia el castillo de la Fata Morgana; el hada, hermosísima y reluciente, salía a su encuentro; y, sin embargo, se parecía a la vieja que le había dado bayas en el bosque y hablado de los cisnes con coronas de oro.

-Tus hermanos pueden ser redimidos -le dijo-; pero, ¿tendrás tú valor y constancia suficientes? Cierto que el agua moldea las piedras a pesar de ser más blanda que tus finas manos, pero no siente el dolor que sentirán tus dedos, y no tiene corazón, no experimenta la angustia y la pena que tú habrás de soportar. ¿Ves esta ortiga que tengo en la mano? Pues alrededor de la cueva en que duermes crecen muchas de su especie, pero fíjate bien en que únicamente sirven las que crecen en las tumbas del cementerio. Tendrás que recogerlas, por más que te llenen las manos de ampollas ardientes; rompe las ortigas con los pies y obtendrás lino, con el cual tejerás once camisones; los echas sobre los once cisnes, y el embrujo desaparecerá. Pero recuerda bien que desde el instante en que empieces la labor hasta que la termines no te está permitido pronunciar una palabra, aunque el trabajo dure años. A la primera que pronuncies, un puñal homicida se hundirá en el corazón de tus hermanos. De tu lengua depende sus vidas. No olvides nada de lo que te he dicho.

El hada tocó entonces con la ortiga la mano de la dormida doncella, y ésta despertó como al contacto del fuego. Era ya pleno día, y muy cerca del lugar donde había dormido crecía una ortiga idéntica a la que viera en sueños. Cayó de rodillas para dar gracias a Dios misericordioso y salió de la cueva dispuesta a iniciar su trabajo.

Cogió con sus delicadas manos las horribles plantas, que quemaban como fuego, y se le formaron grandes ampollas en manos y brazos; pero todo lo resistía gustosamente, con tal de poder liberar a sus hermanos. Partió las ortigas con los pies descalzos y trenzó el verde lino.

Al anochecer llegaron los hermanos, los cuales se asustaron al encontrar a Elisa muda. Creyeron que se trataba de algún nuevo embrujo de su perversa madrastra; pero al ver sus manos, comprendieron el sacrificio que su hermana se había impuesto por su amor; el más pequeño rompió a llorar, y donde caían sus lágrimas se le mitigaban los dolores y le desaparecían las abrasadoras ampollas.

Pasó la noche trabajando, pues no quería tomarse un momento de descanso hasta que hubiese redimido a sus hermanos queridos; y continuó durante todo el día siguiente, en ausencia de los cisnes; y aunque estaba sola, nunca pasó para ella el tiempo tan de prisa. Tenía ya terminado un camisón y comenzó el segundo.

En esto resonó un cuerno de caza en las montañas, y la princesa se asustó. Los sones se acercaban progresivamente, acompañados de ladridos de perros, por lo que Elisa corrió a ocultarse en la cueva y, atando en un fajo las ortigas que había recogido y peinado, se sentó encima.
En aquel mismo momento apareció en el valle, saltando, un enorme perro, seguido muy pronto de otros, que ladraban y corrían de uno a otro lado. Poco después todos los cazadores estaban delante de la gruta; el más apuesto era el rey del país. Acercóse a Elisa; nunca había visto a una muchacha tan bella.
- ¿Cómo llegaste aquí, preciosa? -dijo. Elisa sacudió la cabeza, pues no podía hablar: iba en ello la redención y la vida de sus hermanos; y ocultó la manos debajo del delantal para que el Rey no viese el dolor que la afligía.
- Vente conmigo -dijo el príncipe-, no puedes seguir aquí. Si eres tan buena como hermosa, te vestiré de seda y terciopelo, te pondré la corona de oro en la cabeza y vivirás en el más espléndido de mis palacios -y así diciendo la subió sobre su caballo.
Ella lloraba y agitaba las manos, pero el Rey dijo:
- Sólo quiero tu felicidad. Un día me lo agradecerás -. Y se alejaron todos por entre las montañas, montada ella delante y escoltada de los demás cazadores.
Al ponerse el sol llegaron a la vista de la hermosa capital del reino, con sus iglesias y cúpulas. El Soberano la condujo a palacio, un soberbio edificio con grandes surtidores en las altas salas de mármol; las paredes y techos estaban cubiertos de pinturas; pero Elisa no veía nada, sus ojos estaban henchidos de lágrimas, y su alma, de tristeza; indiferente a todo, dejóse poner vestidos reales, perlas en el cabello y guantes en las inflamadas manos.
Así ataviada, su belleza era tan deslumbrante, que toda la Corte se inclinó respetuosamente ante ella; y el Rey la proclamó su novia, pese a que el arzobispo sacudía la cabeza y murmuraba que seguramente la doncella del bosque era una bruja, que había ofuscado los ojos y trastornado el corazón del Rey.
Éste, empero, no le hizo caso y mandó que tocase la música, sirviesen los manjares más exquisitos y bailasen las muchachas más lindas; luego la condujo a unos magníficos salones, pasando por olorosos jardines. Pero ni la más leve sonrisa se dibujó en sus labios ni se reflejó en sus ojos, llenos de tristeza. El Rey abrió una pequeña habitación destinada a dormitorio de Elisa; estaba adornada con preciosos tapices verdes, y se parecía sorprendentemente a la gruta que le había servido de refugio. En el suelo había el fajo de lino hilado de las ortigas, y debajo de la manta, el camisón ya terminado. Todo lo había traído uno de los cazadores.
- Aquí podrás imaginarte que estás en tu antiguo hogar -le dijo el Rey-. Ahí tienes el trabajo en que te ocupabas; en medio de todo este esplendor te agradará recordar aquellos tiempos.
Al ver Elisa aquellas cosas tan queridas de su corazón, sintió que una sonrisa se dibujaba en su boca y que la sangre afluía de nuevo a sus mejillas. Pensó en la salvación de sus hermanos y besó la mano del Rey, quien la estrechó contra su pecho y dio orden de que las campanas de las iglesias anunciasen la próxima boda. La hermosa y muda doncella del bosque iba a ser reina del país.
El arzobispo no cesaba de murmurar palabras malévolas a los oídos del Rey, pero no penetraban en su corazón, pues estaba firmemente decidido a celebrar la boda. El propio arzobispo tuvo que poner la corona a la nueva soberana; en su enojo, se la encasquetó hasta la frente, con tal violencia que le hizo daño. Pero mayor era la opresión que la nueva reina sentía en el pecho: la angustia por sus hermanos; y esta pena del alma le impedía notar los sufrimientos del cuerpo. Su boca seguía muda, pues una sola palabra habría costado la vida a sus hermanos; mas sus ojos expresaban un amor sincero por aquel rey bueno y apuesto, que se desvivía por complacerla. De día en día iba queriéndolo más tiernamente, y sólo deseaba poder comunicarle sus penas. Pero no tenía más remedio que seguir muda, y muda debía terminar su tarea. Por eso, durante la noche se deslizaba de su lado y, yendo al pequeño aposento adornado como la gruta, confeccionaba los camisones, uno tras otro; pero al disponerse a empezar el séptimo, vio que se le había terminado el lino.
No ignoraba que en el cementerio crecían las ortigas que necesitaba; pero debía cogerlas ella misma. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo salir sin ser observada?
«¡Ah, qué representa el dolor de mis dedos comparado con el tormento que sufre mi corazón! -pensaba-. Es necesario que me aventure. Nuestro Señor no retirará de mí su mano bondadosa». Angustiada, como si fuese a cometer una mala acción, salió a hurtadillas al jardín. A la luz de la luna, siguió por las largas avenidas y por las calles solitarias, dirigiéndose al cementerio. Sentadas en una gran losa funeraria vio un corro de feas brujas; y presenció cómo se despojaban de sus harapos, cual si se dispusieran a bañarse, y con los dedos largos y escuálidos extraía la tierra de las sepulturas recientes, sacaban los cadáveres y devoraban su carne. Elisa hubo de pasar cerca de ellas y fue blanco de sus malas miradas, pero la muchacha, orando en silencio, recogió sus ortigas y las llevó a palacio.
Una sola persona la había visto, el arzobispo, el cual velaba mientras los demás dormían. Así, pues, había tenido razón al sospechar que la Reina era una bruja; por eso había hechizado al Rey y a todo el pueblo.
En el confesionario comunicó al Rey lo que había visto y lo que temía; y cuando las duras palabras salieron de su boca, los santos de talla menearon las cabezas, como diciendo: «No es verdad, Elisa es inocente». Pero el arzobispo interpretó el gesto de modo distinto; pensó que declaraban contra ella y que eran sus pecados los que hacían agitar las cabezas de los santos. Dos gruesas lágrimas rodaron por 1as mejillas del Rey, y volvió a palacio con la duda en el corazón. A la noche siguiente simuló dormir, aunque el sueño no había acudido a sus ojos, vio cómo Elisa se levantaba, y lo mismo se repitió en las noches siguientes; y, siguiéndola, la veía desaparecer en el aposento.
Su semblante se tornaba cada día más sombrío. Elisa se daba cuenta, sin comprender el motivo, y, angustiada, sufría cada vez más en su corazón por sus hermanos. Sus ardientes lágrimas fluían por el terciopelo y la púrpura reales, depositándose cual diamantes purísimos; y todos los que veían el rico esplendor de sus ropas la envidiaban por ser Reina. Estaba ya a punto de terminar su tarea; y sólo le faltaba un camisón; pero no le quedaba ya ni lino ni ortigas. Por tanto, tuvo que dirigirse por última vez al cementerio a recoger unos manojos. Pensó con angustia en la solitaria expedición y en las horribles brujas, pero su voluntad seguía firme, como su confianza en Dios.
Salió Elisa, seguida por el Rey y el arzobispo, quienes la vieron desaparecer tras la reja, y al acercarse vieron también las brujas sentadas en las losas sepulcrales; y el Rey se volvió, convencido de que era una de ellas la que aquella misma noche había reclinado aún la cabeza sobre su pecho.
- ¡Que el pueblo la juzgue! -dijo; y el pueblo sentenció que fuese quemada viva.
De los lujosos salones de palacio la condujeron a un calabozo oscuro y húmedo, donde el viento silbaba a través de la reja. En vez de terciopelo y seda, diéronle el montón de ortigas que había recogido, para que le sirviesen de almohada; los burdos y ardorosos camisones que había confeccionado serían sus mantas; y, sin embargo, aquello era lo mejor que podían darle; reanudó su trabajo y elevó sus preces a Dios. Fuera, los golfos callejeros le cantaban canciones insultantes; ni un alma acudía a prodigarle palabras de consuelo.
Hacia el anochecer oyó delante de la reja el rumor de las alas de un cisne; era su hermano menor, que había encontrado a su hermana. Prorrumpió ésta en sollozos de alegría, a pesar de saber que aquella noche sería probablemente la última de su existencia. Pero tenía el trabajo casi terminado, y sus hermanos estaban allí.
Presentóse el arzobispo para asistirla en su última hora, como había prometido al Rey; mas ella meneó la cabeza, y con la mirada y el gesto le pidió que se marchase. Aquella noche debía terminar su tarea; de otro modo, todo habría sido inútil: el dolor, las lágrimas, las largas noches en vela. El prelado se alejó dirigiéndole palabras de enojo, mas la pobre Elisa sabía que era inocente y prosiguió su labor.
Los ratoncillos corrían por el suelo, acercándole las ortigas a sus pies, deseosos de ayudarla, y un tordo se posó en la reja de la cárcel y estuvo cantando toda la noche sus más alegres canciones, para infundir valor a Elisa.
Rayaba ya el alba; faltaba una hora para salir el sol, cuando los once hermanos se presentaron a la puerta de palacio, suplicando ser conducidos a presencia del Rey. Imposible -se les respondió-, era de noche todavía, el Soberano estaba durmiendo y no se le podía despertar. Rogaron, amenazaron, vino la guardia, y el propio Rey salió preguntando qué significaba aquello. En aquel momento salió el sol y desaparecieron los hermanos, pero once cisnes salvajes volaron encima del palacio.
Por la puerta de la ciudad afluía una gran multitud; el pueblo quería asistir a la quema de la bruja. Un viejo jamelgo tiraba de la carreta en que ésta era conducida, cubierta con una túnica de ruda arpillera, suelto el hermoso cabello alrededor de la cabeza, una palidez de muerte pintada en las mejillas. Sus labios se movían levemente, mientras los dedos seguían tejiendo el verde lino. Ni siquiera camino del suplicio interrumpía Elisa su trabajo; a sus pies se amontonaban diez camisones, y estaba terminando el último. El populacho la escarnecía:
- ¡Mirad la bruja cómo murmura! No lleva en la mano un devocionario, no, sigue con sus brujerías. ¡Destrozadla en mil pedazos!
Lanzáronse hacia ella para arrancarle los camisones, y en el mismo momento acudieron volando once blancos cisnes, que se posaron a su alrededor en la carreta, agitando las grandes alas. Al verlo, la muchedumbre retrocedió aterrorizada.
- ¡Es un signo del cielo! ¡No cabe duda de que es inocente! -decían muchos en voz baja; pero no se atrevían a expresarse de otro modo.
El verdugo la agarró de la mano, y entonces ella echó rápidamente los once camisones sobre los cisnes, que en el acto quedaron transformados en otros tantos gallardos príncipes; sólo el menor tenía un ala en lugar de un brazo, pues faltaba una manga a su camisón; la muchacha no había tenido tiempo de terminarlo.
- Ahora ya puedo hablar -exclamó-. ¡Soy inocente! El pueblo, al ver lo ocurrido, postróse ante ella como ante una santa; pero Elisa cayó desmayada en brazos de sus hermanos, no pudiendo resistir tantas emociones, angustias y dolores.
- ¡Sí, es inocente! -gritó el hermano mayor, y contó al pueblo todo lo sucedido, y mientras hablaba esparcióse una fragancia como de millones de rosas, pues cada pedazo de leña de la hoguera había echado raíces y proyectaba ramas. Era un seto aromático, alto y cuajado de rosas encarnadas, con una flor en la cumbre, blanca y brillante como una estrella. Cortóla el Rey y la puso en el pecho de Elisa, la cual volvió en sí, lleno el corazón de paz y felicidad,
Las campanas de todas las iglesias se pusieron a repicar por sí mismas y los pájaros acudieron en grandes bandadas; para regresar a palacio se organizó una cabalgata como, jamás la viera un rey.


FIN
Texto extraido de Ciudad Seva (versión incompleta) y de Hada Luna (versión completa)
Agradecemos al escritor Víctor Montoya su revisión de este cuento para la Biblioteca Digital Ciudad Seva.http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/andersen/cisnes.htm
y a Hada Luna http://www.hadaluna.com/andersen/a-cisnesalvajes3.htm

martes, 25 de agosto de 2009

Argentina despenaliza parcialmente uso de marihuana

BUENOS AIRES (Reuters) - La Corte Suprema de Justicia argentina declaró inconstitucional el martes castigar penalmente a un adulto por consumir marihuana en forma privada, abriendo el camino para que el país distienda políticas de represión a consumidores de estupefacientes.

El fallo del máximo tribunal de justicia, referido a un caso iniciado en el 2006 por infracción a la ley vigente sobre drogas, alcanza tanto a la tenencia como al uso de marihuana, siempre que sea en bajas cantidades, el consumo no sea ostensible y no represente riesgos para terceros.

"Cada individuo adulto es soberano para tomar decisiones libres sobre el estilo de vida que desea sin que el Estado pueda intervenir en ese ámbito", dijo la Corte en un comunicado, reafirmando el artículo 19 de la Constitución de Argentina.

La Corte aclaró que "no ordenó la despenalización general del consumo de marihuana (...) no se expidió ni legitimó el consumo con ostentación hacia terceros, ni aquel con intención de comercializar".

El fallo sigue a medidas similares adoptadas en México, Colombia y Uruguay, mientras que Brasil y Ecuador están en proceso de evaluación de sus propias iniciativas.

La declaración de la Corte Suprema argentina busca poner el foco sobre los traficantes en lugar de los consumidores de baja escala y allana el camino para modernizar el paquete de leyes sobre narcóticos, según dijo el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.

"Sentimos que estamos cambiando esta historia, yendo hacia un punto común en donde todos vemos que esta política represiva generada en Estados Unidos en la administración (del presidente estadounidense Richard) Nixon está sucumbiendo", señaló antes de conocerse la sentencia.

De acuerdo con el último reporte mundial sobre drogas de las Naciones Unidas la tasa de uso de marihuana creció en el 2006 en Argentina al 6,9 por ciento de la población de entre 12 y 64 años, desde el 1,9 por ciento que registraba en el 2004 la población etaria de entre 16 y 64 años.

"El consumo de cannabis en Argentina está en niveles similares a los reportados por Europa central y Europa del Este", según el informe de las Naciones Unidas.

La mayoría de la marihuana que se usa en Argentina proviene de Paraguay, de acuerdo con la ONU.

domingo, 23 de agosto de 2009

Ramadán en Pakistán





El Ramadán, mes de ayuno diurnomusulmán, de reencuentro familiar y recogimiento, aunque tambiénfestivo y no exento de excesos culinarios, dio inicio en lamayoría de los países árabes de Oriente Medio.





Fuente: Terra

Fotos del incendio en Grecia

























Arde Grecia http://bit.ly/EXrmy


http://noticias.terra.com/galeria/198697/Fotos_noticias_arrasan_incendios_en_grecia

Miles de personas huyen de las llamas




Artículo publicado el 23/08/2009 Ultima reactualización 23/08/2009 15:48 TU
Un voluntario escapa de las llamas en un bosque de Agios Stefanos, a 25 kilómetros de Atenas, 23 de agosto de 2009. Foto: Reuters

Un voluntario escapa de las llamas en un bosque de Agios Stefanos, a 25 kilómetros de Atenas, 23 de agosto de 2009.
Foto: Reuters
Los fuertes vientos dificultan las tareas de extinción del incendio que se declaró el viernes a 40 kilómetros de Atenas. El fuego ha llegado a las puertas de la capital lo que ha obligado a 20.000 personas a abandonar sus hogares. Se han quemado 12.000 hectáreas y decenas de casas.



“La situación es extremadamente difícil por las condiciones meteorológicas”, reconoció este domingo el ministro del Interior, Prokopis Pavlopoulos. Los bomberos no han podido controlar los fuegos atizados por los fuertes vientos y ya han pedido ayuda a Francia y a Italia para hacer frente a las llamas que amenazan a las localidades periféricas de Atenas.

De momento no hay un balance sobre los daños que hasta ahora ha causado el fuego. Se habla de decenas de casas quemadas. En las últimas horas se ha tenido que desalojar un hospital para niños y una residencia de personas mayores. En total se han declarado 83 incendios en el país.

Uno de los incendios que preocupa más es el que se acerca a la capital. El fuego se inició el viernes en una zona rural al noreste de Atenas y ya se encuentra a unos 15 kilómetros de la ciudad.

Las llamas han rodeado el monte Pendelis, uno de los pulmones de la periferia. Ya se han calcinado 12.000 hectáreas de bosque, campos y de olivos. Las autoridades hablan de “catástrofe ecológica”.

En las tareas de extinción trabajan 600 bomberos y 340 militares, 12 aviones y ocho helicópteros. Estos incendios recuerdan a los que se declararon por las mismas fechas en 2007 en la península del Peloponeso y que se cobraron la vida de 65 personas. En esa ocasión, el gobierno tuvo que declarar el estado de emergencia.


Escuche el testimonio desde Atenas de la periodista Corina Basilopulu.





http://www.rfi.fr/actues/articles/116/article_12678.asp

Miles de griegos en Atenas se preparan para una tercera noche de terror por las llamas


EFE | Agosto 23 de 2009



Los incendios que asolan los alrededores de Atenas continúan sin control, azuzados por los fuertes vientos, mientras los bomberos y los vecinos de las zonas afectadas se preparan para una tercera noche de pesadilla.

"La situación es extremadamente difícil debido a los vientos, el calor y el terreno", evaluó el ministro del Interior, Prokopis Pavlopulos, que coordina el trabajo de extinción.

El viceministro encargado de la Policía, Jristos Markoyanakis, reconoció hoy que "las condiciones son duras y los bomberos están cansados", pero continuarán "sin dar tregua al fuego".

Giorgos Karamesinis, jefe de Protección Civil en la prefectura este de Atenas, declaró hoy a las emisoras que "se trata de uno de los mayores incendios de las últimas décadas" y solicitó "más fuerzas".

Los bomberos concentran su atención al caer la noche en los puntos activos de Gramatikos y Varnavas, a 50 kilómetros de la capital, lugar donde comenzó uno de los peores incendios forestales de las última década, y que vuelve a arder fuera de todo control.

Muchos de los habitantes de las localidades afectadas -Rudopolis, Vranavas, Agios Stefanis, Sesi, Gramatikos, Pendelis y Dionisos- blandieron palas y baldes de agua ante las cámaras de televisión y reafirmaron su intención de no irse de sus casas, tal como piden las autoridades.

El viento continúa soplando a unos 60 kilómetros por hora, lo que contribuye a mantener activos diversos focos que han consumido miles de hectáreas de bosques, casas, bodegas y coches en los entornos del monte Pendelis, a unos 15 kilómetros del centro de la capital.

Unas 10.000 personas de los pueblos que se encuentran cerca de las llamas han sido evacuadas durante la jornada de hoy debido al alto riesgo de morir calcinados, aunque inicialmente se resistieron a abandonar sus bienes a merced del fuego.

Durante la jornada se vivieron escenas de auténtico terror en los patios de las viviendas construidas en las faldas del monte Pendelis y en zonas boscosas cercanas, con los inquilinos pidiendo a gritos que llegara ayuda para salvar sus propiedades.

Los bomberos evacuaron como medida de precaución desde la noche del sábado dos hospitales pediátricos, uno militar, una clínica siquiátrica, varios campamentos infantiles de verano y diversos monasterios, mientras la policía limita como puede el acceso a los frentes de los incendios.

Los hospitales locales continúan recibiendo a decenas de ciudadanos afectados por complicaciones respiratorias debido al humo y las cenizas, transportadas por el viento, que cubren el cielo de la capital, informaron fuentes sanitarias

El presidente heleno Carolos Papulias ha suspendido sus vacaciones y ha regresado a Atenas debido a la seriedad de la situación, mientras que el jefe de la oposición socialista, Giorgos Papandreu, que visitó los lugares afectados, ha afirmado que "es hora de acciones para aliviar a los afectados".

El Partido Comunista griego (KKE) atribuyó los incendios a una "acción intencionada que está reforzada por la política anti-ecológica de los últimos años".

Por su parte, el partido ultraderechista LAOS denunció el "vacío existente en la coordinación del trabajo de extinción", sumando su voz a las denuncias de las autoridades locales, que se quejan de la falta de efectividad en la lucha contra el fuego.

Entretanto, las fuerzas griegas de lucha contra los incendios fueron asistidas hoy por dos aviones cisterna italianos y se encontraban en camino otros dos desde Francia, así como un helicóptero, un avión C-130 y una brigada especial de bomberos de Chipre.

Las autoridades instaron a los atenienses que tienen previsto regresar a la capital por carretera que se abstengan de hacerlo "por su propia seguridad", dada la cercanía del fuego.

Las conexiones por tren también han quedado interrumpidas desde el norte, a unos 20 kilómetros de la entrada a Atenas, debido a la cercanía de las llamas.

Dos partidos de fútbol del campeonato griego, el Olympiacos-AEK y Panionios-PAOK, que se iban a celebrar en Atenas, han sido aplazados debido a la grave situación.

La Justicia ha abierto un investigación para establecer el origen de los incendios, puesto que la mayoría de las autoridades locales ha denunciado ante los medios que se trata de "acciones intencionadas" guiadas por el propósito de edificar en las zonas arrasadas.

Los alrededores de Atenas vuelven a ser pasto de las llamas tras el verano de 2007, cuando se calcinaron unas 2.500 hectáreas de los montes de la capital. Ese año un total de 250.000 hectáreas fueron arrasadas y 65 personas murieron a causa del fuego.

Otros cinco incendios se encuentran activos en Grecia y se calcula que unas 15.000 hectáreas de bosques han sido calcinadas en lo que va de verano.


http://www.caracol.com.co/nota.aspx?id=865969

Los Atenienses se preparan para una tercera noche de terror por las llamas



domingo 23 de agosto, 6:31 AM

Atenas, 23 ago (EFE).- Los incendios que asolan los alrededores de Atenas continúan sin control, azuzados por los fuertes vientos, mientras los bomberos y los vecinos de las zonas afectadas se preparan para una tercera noche de pesadilla.

"La situación es extremadamente difícil debido a los vientos, el calor y el terreno", evaluó el ministro del Interior, Prokopis Pavlopulos, que coordina el trabajo de extinción.

El viceministro encargado de la Policía, Jristos Markoyanakis, reconoció hoy que "las condiciones son duras y los bomberos están cansados", pero continuarán "sin dar tregua al fuego".

Giorgos Karamesinis, jefe de Protección Civil en la prefectura este de Atenas, declaró hoy a las emisoras que "se trata de uno de los mayores incendios de las últimas décadas" y solicitó "más fuerzas".

Los bomberos concentran su atención al caer la noche en los puntos activos de Gramatikos y Varnavas, a 50 kilómetros de la capital, lugar donde comenzó uno de los peores incendios forestales de las última década, y que vuelve a arder fuera de todo control.

Muchos de los habitantes de las localidades afectadas -Rudopolis, Vranavas, Agios Stefanis, Sesi, Gramatikos, Pendelis y Dionisos- blandieron palas y baldes de agua ante las cámaras de televisión y reafirmaron su intención de no irse de sus casas, tal como piden las autoridades.

El viento continúa soplando a unos 60 kilómetros por hora, lo que contribuye a mantener activos diversos focos que han consumido miles de hectáreas de bosques, casas, bodegas y coches en los entornos del monte Pendelis, a unos 15 kilómetros del centro de la capital.

Unas 10.000 personas de los pueblos que se encuentran cerca de las llamas han sido evacuadas durante la jornada de hoy debido al alto riesgo de morir calcinados, aunque inicialmente se resistieron a abandonar sus bienes a merced del fuego.

Durante la jornada se vivieron escenas de auténtico terror en los patios de las viviendas construidas en las faldas del monte Pendelis y en zonas boscosas cercanas, con los inquilinos pidiendo a gritos que llegara ayuda para salvar sus propiedades.

Los bomberos evacuaron como medida de precaución desde la noche del sábado dos hospitales pediátricos, uno militar, una clínica siquiátrica, varios campamentos infantiles de verano y diversos monasterios, mientras la policía limita como puede el acceso a los frentes de los incendios.

Los hospitales locales continúan recibiendo a decenas de ciudadanos afectados por complicaciones respiratorias debido al humo y las cenizas, transportadas por el viento, que cubren el cielo de la capital, informaron fuentes sanitarias

El presidente heleno Carolos Papulias ha suspendido sus vacaciones y ha regresado a Atenas debido a la seriedad de la situación, mientras que el jefe de la oposición socialista, Giorgos Papandreu, que visitó los lugares afectados, ha afirmado que "es hora de acciones para aliviar a los afectados".

El Partido Comunista griego (KKE) atribuyó los incendios a una "acción intencionada que está reforzada por la política anti-ecológica de los últimos años".

Por su parte, el partido ultraderechista LAOS denunció el "vacío existente en la coordinación del trabajo de extinción", sumando su voz a las denuncias de las autoridades locales, que se quejan de la falta de efectividad en la lucha contra el fuego.

Entretanto, las fuerzas griegas de lucha contra los incendios fueron asistidas hoy por dos aviones cisterna italianos y se encontraban en camino otros dos desde Francia, así como un helicóptero, un avión C-130 y una brigada especial de bomberos de Chipre.

Las autoridades instaron a los atenienses que tienen previsto regresar a la capital por carretera que se abstengan de hacerlo "por su propia seguridad", dada la cercanía del fuego.

Las conexiones por tren también han quedado interrumpidas desde el norte, a unos 20 kilómetros de la entrada a Atenas, debido a la cercanía de las llamas.

Dos partidos de fútbol del campeonato griego, el Olympiacos-AEK y Panionios-PAOK, que se iban a celebrar en Atenas, han sido aplazados debido a la grave situación.

La Justicia ha abierto un investigación para establecer el origen de los incendios, puesto que la mayoría de las autoridades locales ha denunciado ante los medios que se trata de "acciones intencionadas" guiadas por el propósito de edificar en las zonas arrasadas.

Los alrededores de Atenas vuelven a ser pasto de las llamas tras el verano de 2007, cuando se calcinaron unas 2.500 hectáreas de los montes de la capital. Ese año un total de 250.000 hectáreas fueron arrasadas y 65 personas murieron a causa del fuego.

Otros cinco incendios se encuentran activos en Grecia y se calcula que unas 15.000 hectáreas de bosques han sido calcinadas en lo que va de verano. EFE

Tiananmen: la plaza donde está prohibido recordar


Una de las mayores protestas estudiantiles de la historia fue reprimida con extrema violencia por el gobierno chino en junio de 1989. Veinte años después, un escritor que vivió esos sucesos regresa para tratar de comprender lo que pasó. ¿Pero qué pasa cuando tratas de reconstuir un episodio que según tu gobierno nunca ocurrió?
La plaza donde está prohibido recordar
Foto: Ma Jian
Un viaje (sin retorno)

Hace dos mil quinientos anos, mientras Confucio meditaba sobre el implacable paso del tiempo, divisó un río y suspiró: «Las cosas pasan así, no cesan ni de día ni de noche». En China, uno percibe el tiempo estático e imparable a la vez. La masacre de Tiananmen, que en 1989 conmocionó Pekín, mató a miles de ciudadanos desarmados y cambió el curso de las vidas de millones, ahora parece un instante atrapado en el siglo XX, olvidado o ignorado, mientras que China sigue en su ciega y vertiginosa carrera hacia el futuro. La amnesia en la que China está sumida no es resultado de la pérdida natural de la memoria sino de un borrado forzoso por parte del gobierno. El régimen de la China comunista no tolera la sola mención de la masacre. Sin embargo, la Plaza de Tiananmen y otros lugares relacionados con los eventos de 1989 cargan aún con dichos recuerdos. Cuando la palabra hablada y escrita se censura, el paisaje urbano se vuelve la única conexión palpable que tiene la nación con su pasado.

Abandoné Pekín en 1987, poco antes de que se prohibiesen mis libros, pero siempre volví con cierta frecuencia. Yo estuve con los estudiantes en la Plaza de Tiananmen en 1989, viviendo en sus improvisadas carpas y entonando con júbilo la Internacional, el himno socialista por antonomasia. Durante las dos décadas siguientes, cada retorno me ha traído imágenes de aquellos días con más y más insistencia.

Durante las Olimpiadas de Pekín en agosto del 2008, llevé a mi hijo de cinco años a la plaza. Durante nuestro viaje, fuimos observados por las cámaras de CCTV –la más grande cadena estatal de televisión china– en el ascensor de nuestro edificio; y fuera del condominio, por los parlantes de los taxis, por la policía que rodeaba las calles y por los guardias de seguridad que nos registraron antes de nuestra entrada final a Tiananmen. Salimos del subterráneo y llegamos a la plaza. Salvo por los innumerables policías, los agentes de civil (fácilmente reconocibles por sus lentes oscuros y camisas a rayas) y las chillonas exhibiciones florales, la plaza de concreto –del tamaño de ocho canchas de fútbol– se hallaba casi desierta.

En la primavera de 1989, la plaza fue tomada por estudiantes y civiles que llevaron a cabo la mayor protesta pacífica de la historia. Presionaban por alcanzar un diálogo con los líderes comunistas y, eventualmente, por paz y democracia. La plaza repleta se convirtió en el corazón palpitante de la ciudad; la policía había desaparecido. Fue una forma benévola de anarquía: noble, alegre y sorprendentemente ordenada.

Mi hijo fue corriendo hacia el lugar donde veinte años atrás los estudiantes levantaron una inmensa réplica de la Estatua de la Libertad en poliestireno. Miró hacia el norte y vio la Puerta de Tiananmen, la entrada a la Ciudad Prohibida, donde vivía el emperador. En 1949, Mao se paró en la entrada y declaró fundada la República Popular. Ahora, los muros de color rojo sangre están cubiertos por un andamiaje y una malla verde. En épocas políticamente sensibles, estos muros se cubren invariablemente por «trabajos importantes de restauración», lo que asegura que nadie se acerque lo suficiente como para pintar eslóganes subversivos. Actualmente, el único rincón que los turistas pueden fotografiar es el retrato del presidente Mao sobre el arco central.

Mi hijo contempló el rostro regordete y rosado del tirano y me preguntó quién era.

–Mao Zedon –le respondí.

–¿Ya murió?- –preguntó él con el sudor cayéndole sobre las mejillas.

–Él murió hace años, su cuerpo está allá en esa gran construcción –le expliqué, señalándole el mausoleo gris de concreto que estaba detrás de nosotros.

Mi hijo dio la vuelta y corrió hacia un puesto de helados. Recordé cómo en 1989 también yo tuve que correr por la plaza bajo el insoportable calor con una bolsa de chupetes de hielo en la mochila, que entonces entregué a mis compañeros escritores que habían marchado hasta la plaza desde la Academia de Escritores Lu Xun, clamando por la libertad de expresión y el fin de la corrupción del gobierno. Cuando pasaron desfilando, les hice la señal de la victoria. Ese día hubo más de un millón de personas en la plaza. El cielo era tan azul como el de hoy, pero en vez del aroma a césped y flores, el aire estaba colmado por el olor del sudor, los residuos en putrefacción y los espectaculares gritos de protesta.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Ayer vi esta película, muy buena

El año que mis padres se fueron de vacaciones







Título original: Ano em Que Meus Pais Saíram de Férias, O
Género: Drama
País: Brasil
Duración: 104 minutos
Estreno en España:
14 Agosto 2009
Dirección:
Cao Hamburger
Interpretación:
Michel Joelsas
Germano Haiut
Paulo Autran
Simone Spoladore
Eduardo Moreira
Caio Blat
Daniela Piepszyk
Liliana Castro
Rodrigo dos Santos
Felipe Hanna Braun
Gabriel Eric Bursztein


Sinopsis:
En 1970, Brasil y el mundo parecen que están boca abajo, pero las preocupaciones de Mauro, un niño de 12 años, no tienen nada que ver con el régimen militar que controla el pais. Su mayor sueño es ver a la selección de futbol ganar su tercer campeonato mundial. De repende Mauro es separado de sus padres y llevado a vivir a la estraña pero divertida comunidad de Bom Retiro, un distrito en Sao Paulo que es el hogar de, entre otras culturas, la comunidad judía e italiana de la ciudad.


http://alpacine.com/pelicula/16818/

LA ETERNIDAD Y UN DIA
(Mia Aiwniothta Kai Mia Mera)

Francia-Grecia-Italia, 1998



Dirigida por Theo Angelopoulos, con Bruno Ganz, Isabelle Renauld, Fabrizio Bentivoglio, Despina Bebedelli, Achileas Skevis, Alexandra Ladikou.


La eternidad y un día es una película de fronteras. Entre la vida y la muerte, entre el pasado y el presente. Su protagonista, Alexandros (el alemán Bruno Ganz), es un escritor sexagenario que atraviesa, cabizbajo y lerdo, esa misma encrucijada. Lo afecta una dolencia indefinida, aunque a todas luces terminal, por la que está a punto de ingresar en una clínica de la que ya no saldrá caminando. El film se concentra en esas últimas 24 horas de "libertad". De despedida. Y las confronta con los recuerdos que, una y otra vez, invaden el presente de Alexandros. Así, entre las calles lluviosas de la ciudad costera de hoy y las espléndidas playas soleadas de ayer, acunado por la melancolía y la nostalgia, pendula este relato. Que es tan lento –o apasible, si se quiere– como La mirada de Ulises, el anterior título de Theo Angelopoulos que se estrenó comercialmente en Buenos Aires.

No es cuestión de lamentar los planos de dos, tres y hasta cuatro minutos del cineasta griego, que por otra parte obtienen cierta movilidad de la ya proverbial tendencia de Theo a mover la cámara alrededor de sus personajes. Lo que se apunta, sí, es que La eternidad y un día se queda algo corta de sustancia para las dos horas y diez minutos que insume. O que ataca demasiados temas –demasiado hondos– sin llegar a honrarlos acabadamente. Que sobreabunda en "climas poéticos" que inicialmente fluyen, pero a los que cada vez les cuesta más trabajo sostenerse. Hay una afectación, una inflación en este film que se llevó todas las palmas (empezando por la de oro) en el Festival de Cannes del '98.

Aunque al principio Alexandros deambula solo, no tarda en toparse con uno de esos chicos de la calle que (en Grecia como en la Argentina) limpian parabrisas de automóviles en los semáforos. El niño es refugiado albano, perseguido por la policía y de algún modo un alma gemela del protagonista. Tiene toda la vida por delante... ¿pero qué vida es esa? Y está casi tan solo como Alexandros. El binomio por momentos marcha, imponiendo la sensación de que Alexandros encontró en el muchacho a un compañero de ruta, a ese contacto humano que tanta falta le hacía (su esposa murió y su hija no lo quiere casi nada). Pero en otros se empantana, porque la actitud del viejo es demasiado sobreprotectora e ingenua: parece que lo quisiera "salvar". Para peor, Angelopoulos mete por la ventana una peripecia con traficantes de niños (dibujados con bastante torpeza) para sumergirse a medias en las aguas de una "crítica social" que, de cualquier manera, no tenía mucho que hacer aquí.

La presencia del pasado no ha sido resuelta mediante flash backs convencionales sino a través de unos recuerdos en los que la figura del protagonista conserva su apariencia actual, y hasta la misma ropa. Alexandros es como un espectro en dichos tramos, como si volviera –por última vez– a ser protagonista y al mismo tiempo observador de las alegrías de antaño. Como versión de la nostalgia no está nada mal. Transpira mucha melancolía, se palpa. Pero Theo la usa tantas veces que se gasta. Otros recursos, como la aparición de un poeta extranjero que paga por oír nuevas palabras (sí, como leyó), evocan a los fantasmas y cursilerías tristemente célebres de Eliseo Subiela, lo que, por supuesto, no habla en favor de Angelopoulos ni de las imágenes. Por lo demás, Alexandros nunca se saca un sobretodo demasiado similar al que este mismo Ganz, diez años antes, paseaba por las calles de Berlín en Las alas del deseo (bufanda incluida). Y hay un viaje en colectivo en el que pasan tantas cosas raras que ni Kusturica.

Guillermo Ravaschino


http://www.cineismo.com/criticas/eternidad-y-un-dia-la.htm


La comedia de Dios



Título original: A Comédia de Deus
Género: Comedia, Drama
País: Portugal, Francia, Italia, Dinamarca
Duración: 170 minutos
Dirección:
João César Monteiro
Interpretación:
Cláudia Teixeira
João César Monteiro
Manuela de Freitas
Raquel Ascensão
Gracinda Nave
Patrícia Abreu
Saraiva Serrano
Maria João Ribeiro
Bruno Sousa
Ana Reis
Maria Ester Caldeira
Sinopsis:
Un maduro y fetichista artesano del helado portugués, João de Deus, seduce a jóvenes y bellas señoritas para poder colmar sus extrañas obsesiones sexuales, como aumentar su colección de vello púbico. Cuando la hija de un carnicero de la localidad se convierte en su último objeto de deseo, empezarán los problemas.



http://alpacine.com/pelicula/16129/
La isla (2006)




Valoración: 7.7/10 (11 votos)
| Drama | 112 min. | Próximamente
Póster de La isla (Ostrov)
Título: La isla
Título original: Ostrov
País: Rusia
Estreno en USA: 19/01/2007
Estreno en España:
Productora: Pavel Lungin Studio
Director: Pavel Lungin
Guión: Dmitri Sobolev
Reparto: Pyotr Mamonov, Dmitry Dyuzhev, Viktor Suhorukov, Nina Usatova
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Sinopsis:
En 1942, el marinero Anatoli es capturado por los nazis y obligado a cometer un imperdonable acto de barbarie. Treinta años más tarde corren rumores de un hombre santo, conocido como el padre Anatoli, quien vive en una isla casi desierta, es capaz de hacer milagrosas curaciones y puede ver el futuro. Así, una joven poseída por demonios llega hasta la isla en busca de ayuda.



Tráiler:




http://www.elseptimoarte.net/peliculas/la-isla-(ostrov)-153.html

La Isla (Ostrov)


"Ostrov" (La Isla) es una excelente película Rusa que, que yo sepa aún no se ha estrenado en España (ni creo que ocurra), así que solo te quedan estos caminos para verla... ir a Rusia, comprarla en vídeo (por Internet), verla por Youtube o similares...

Ostrov (La Isla-Octpob) de Pavel Lungin
Hoy contaré un poco de que va, por aquello de que es bastante difícil conseguirla, y para que el trabajo no resulte en vano, diré que la película va de una temática un poco ajena a mi... va sobre la fé, la penitencia, el pecado y sobre todo y eso es lo que mas me interesó, va sobre la honestidad con uno mismo... , si estos temas te la traen "floja", igual no te cunde el esfuerzo, así que avisad@ quedas.

La película se podría resumir así; En el año 1942 un marinero de nombre Anatoli que trabajaba en un barcaza de carbón, es interceptado por los nazis y obligado a matar a su capitán. Tres décadas después se escuchan rumores de que un hombre santo, conocido como el padre Anatoli, vive en una isla casi desierta y que es capaz de hacer milagros, ver el futuro y demás.

Así dicho en cuatro líneas, igual no resulta interesante o atrayente, pero os puedo asegurar que la película se las trae, las interpretaciones son de 10 y sobre todo, y eso es quizás lo mas interesante, Pavel Lungin tenía algo que contar y lo contó... y eso hoy día, créanme no abunda en cine, y ya es motivo mas que suficiente.

La película aún así resulta un tanto desconcertante e irregular, ya que no se sabe muy bien a que juega el tal Anatoli, al final uno cae en la cuenta de aquello que siempre dicen en el púlpito mis "queridos" curas; "Cuidaros de los justos y honrar a los pecadores"... va de eso, de un hombre atormentado que busca el perdón en la penitencia, y claro... Dios, que es un tío con un sentido del humor un tanto peculiar... va y le concede un "don"... y lo tiene el resto de sus días trabajando para "él" y encima creyéndose que es un pecador.

Pero claro... al final de sus días, resulta que acude a él un almirante con su hija loca como una gallina para que la cure. Y mira que "jodido" es Dios, va y resulta que descubre que es su ex capitán, es decir no había muerto... Se pasó media vida pidiendo un perdón por matar a alguien que estaba vivo, aúnque claro... el que no muriese no significa que no le diese un balazo... la culpa... es la culpa.

En cualquier caso es interesante ver como esa desgracia "inexistente" hace crear alrededor de la barcaza semi hundida un templo de oración, un centro de peregrinaje y demás... todo ello basado en un "engaño celestial"... es que los caminos del Señor son insondables... o era ¿ impensables ?.

No me gustó el que por momentos resulte "indefinida"... es decir, que Anatoli no se sabe muy bien a que juega o mejor dicho, si es poseedor de ese don o no, en el tramo final queda claro que si, pero claro, hay muchos minutos que no se sabe muy bien si va de ermitaño loco, de iluminado de Fátima o algo así... Y encima como solo hay tres personajes activos en la película, no se... hay muchos minutos que resultan desiertos.

La fotografía, muy similar a lo que pudimos ver en "Eleni" que critiqué hace unas semanas... con esos tonos azul plomizo, el entorno húmedo, etc.... Eso sí, se abusa del gran angular siempre sobre la misma estampa... "la isla" y no se... eso cansa, pero bueno, excelente en todo caso.

En fin... viniendo de mi puede resultar chocante que recomiende este tipo de película con corte "religioso", pero bueno... yo soy de los que prueba todo antes de decir "esto no gusta" :-), además el hombre esta lleno de contradicciones... y para imperfecto y contradictorio yo :-)




http://inzitan.blogspot.com/2008/11/crtica-ostrov-la-isla-octpob-de-pavel.html

lunes, 17 de agosto de 2009

OObermind


Will Ferrell, Brad Pitt y Jonah Hill: voces de superhéroes
17/08/2009
Will Ferrell, Brad Pitt y Jonah Hill: voces de superhéroes a un amigo


Will Ferrell, Brad Pitt y Jonah Hill pondrán voz a los superhéroes del film animado de DreamWorks Oobermind. El film que dirige Tom McGrath (Madagascar) lanza una mirada humorística a los tipos con superpoderes. Ferrell ha reemplazado al inicialmente previsto Robert Downer Jr., en el papel de un supervillano que tras derrotar a Metroman (Pitt) se aburre al no tener a un rival de su altura. Por eso promociona a Titán (Hill), otro superhéroe, aunque a éste le gusta más ser malo, por lo que de vez en cuando intercambian papeles. Tina Fey también interviene en el film, prestando su voz a una periodista que cubre los hechos. La película tiene previsto su estreno en 2010, y como no podía ser menos, Jeffrey Katzenberg ha anunciado que podrá verse en 3-D, el formato de moda.

La Misión







Año de producción: 1986
País: EE.UU.
Dirección: Roland Joffé
Intérpretes: Jeremy Irons, Robert De Niro, Liam Neeson, Aidan Quinn, Cherie Lunghi
Guión: Robert Bolt
Música: Ennio Morricone
Fotografía: Chris Menges
Distribuye en DVD: Warner
Duración: 125 min.
Público apropiado: Jóvenes
Género: Drama
Extras DVD: Español e inglés 5.1. Comentarios.


La fuerza de la conciencia

La misión de Roland Joffé se ha convertido en un auténtico clásico moderno. Producción del británico David Puttnam, de cuya mano han salido títulos como Los duelistas, El expreso de medianoche, Carros de fuego y Los gritos del silencio (esta última dirigida en 1984 también por Joffé), narra con aplomo una de las gestas españolas en el nuevo mundo: la evangelización de los indios guaraníes, llevada a cabo por los jesuitas en las conocidas reducciones. Estas instituciones donde el evangelio se diría hecho realidad, junto al hermosísimo paisaje (increíbles las cataratas de Iguazú, fotografiadas con pericia por el oscarizado Chris Menges), parecen restituirnos al paraíso perdido. Pero cuestiones políticas de diversa índole podrían dar al traste con todo.




La historia, escrita por Robert Bolt (Lawrence de Arabia, Doctor Zhivago, Un hombre para la eternidad), transcurre en el siglo XVIII, cuando España y Portugal han llegado a un acuerdo político, plasmado en el Tratado de Madrid, para gestionar sus colonias americanas. Una consecuencia "colateral" de tal tratado es que los jesuitas, que tienen una misión en tierras de los guaraníes, en Brasil, deberían abandonar el lugar. Pero el padre Gabriel (Jeremy Irons), que esta al frente de la misión, se resiste a dejar a esas almas que tiene encomendadas. Contará con la ayuda de los otros padres, entre los que destaca Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), un antiguo traficante de esclavos, que está tratando de redimirse de su pasado disoluto.



La película da un magnífico ejemplo de lo que se ha dado en llamar inculturación. Para transmitir a los indígenas la fe cristiana, el padre Gabriel se sirve de la música, y gracias a su oboe logra comunicar con ellos. A este respecto la música del genial Ennio Morricone se revela memorable, con temas hermosísimos, incluido el Ave María guaraní. Para Joffé, que trabajó codo con codo con Bolt, cuyo estado de salud entonces era delicado, la cosa está clara: "Sentí que había algo muy hermoso en aquello que los seres humanos pueden compartir, y aquello se convirtió en la raíz de la historia para mí".



Una de las cosas que mejor funcionan en el film es la diferencia de caracteres entre el padre Gabriel, apóstol convencido de la no violencia y del poder de la oración, y Rodrigo, que debido a su pasado guerrero es partidario de no quedarse de brazos cruzados y combatir la injusticia. Además de a Irons y De Niro, pueden verse en el reparto a unos entonces jovencísimos Liam Neeson y Aidan Quinn.


Fuente: http://www.decine21.com/peliculas/La-mision-6808

martes, 11 de agosto de 2009

Rusa frustrada arroja copa a la Mona Lisa




martes 11 de agosto, 10:15 AM

PARIS (Reuters) - Una mujer rusa frustrada porque no logró obtener la ciudadanía francesa arrojó una copa de cerámica a la Mona Lisa pero no dañó el famoso cuadro de Leonardo da Vinci, dijo el martes un portavoz del Museo Louvre.

El ataque ocurrió el 2 de agosto y la atacante no identificada fue arrestada de inmediato.

"La mujer arrojó una copa vacía a la Mona Lisa, pero no se produjeron daños porque la copa se rompió cuando golpeó con la pantalla que protege la pintura", dijo el portavoz David Madec.

"Estaba visiblemente alterada", añadió, diciendo que había sido varias veces sometida a análisis psiquiátricos.

La Mona Lisa, que está protegida por una pantalla a prueba de balas, es una de las obras más valiosas del Louvre y fue vista por unos 8,5 millones de visitantes el año pasado.

La mujer había escondido la copa de cerámica en un bolso y luego dijo a la policía que estaba enojada porque no le habían otorgado la ciudadanía francesa. Fue liberada pero enfrenta acciones legales por parte del Louvre.

Otros museos de Francia también tuvieron problemas.

En el 2007, un hombre entró en el Musee D'Orsay de París y dañó una pintura del impresionista francés Claude Monet.

En el 2008, una mujer camboyana fue condenada a servicios comunitarios después de besar una pintura del artista estadounidense Cy Twombly en una galería en el sur de Francia, dejando lápiz labial en el lienzo.

Jet "Look What Youve Done low" (live)

domingo, 9 de agosto de 2009

Educación sexual: Un verdadero regalo (y un derecho) para niños y niñas


La Ley Nacional 26.150, aprobada en el 2006, establece que la Educación Sexual Integral en la escuela es un derecho de todas las chicas y chicos. Sin embargo, la semana pasada el arzobispo de La Plata Héctor Aguer calificó de “neomarxista” un material de formación de formadores –que ya ni siquiera está en uso– como una forma de resistencia a que los contenidos sobre prevención del abuso sexual y embarazos no deseados lleguen a las aulas. Mientras que el Ministerio de Educación asegura que es su obligación que los y las alumnas/os reciban conocimientos sobre cómo cuidar su cuerpo.
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Héctor Aguer
Por Luciana Peker

“Nunca presiones o fuerces a alguien a tener relaciones sexuales. Nunca permitas que otro u otra te presione o fuerce. No está bien hacerlo, ni siquiera si ya has tenido relaciones sexuales con esa persona o si ya están de acuerdo en tenerlas o si están casados/as. ¡NUNCA!”, dice la hoja de trabajo para los y las docentes para enseñarles a enseñar a chicos y chicas “Derechos que pueden hacer tu vida sexual placentera y sin riesgos”. “Respetá el derecho de la persona a decir ‘no’. Ejercé tu derecho a decir ‘no’. La base de la sexualidad es la comunicación. Hay que respetar lo que la persona trata de decir sobre su sexualidad. Cuando una mujer dice que ‘NO’ quiere decir ‘NO’. Ella no está diciendo ‘insistí para ver si me convencés’. Cuando un hombre dice que ‘NO’ quiere decir ‘NO’. El no está diciendo ‘realmente quiero ser seducido’”, explica el “Material de Formación de Formadores en Educación Sexual y Prevención del VIH/SIDA”, que publicaron el Ministerio de Educación y de Salud de la Nación, el proyecto Onusida y el Centro Internacional de Cooperación Técnica en VIH Sida, entre otros organismos, que mereció los calificativos de publicación “farragosa” y de “inspiración neomarxista”, por parte del arzobispo de La Plata y titular de la Comisión Episcopal de Educación Católica, monseñor Héctor Aguer.
Las declaraciones de Aguer no fueron un exabrupto sino un texto titulado “Orientaciones oficiales sobre Educación Sexual”. Además de resucitar a Marx –algo que ni en la película Good bye Lenin se les hubiera ocurrido– lo más sorprendente del embate del arzobispo de La Plata es que atacó un manual escrito en el 2007 que hoy ya está superado por nuevos lineamientos curriculares.
El texto que ahora critica Aguer (y que el Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica Argentina también calificó de “feminista y de género”) fue un compendio de textos de expertos que antecedió a las actuales cartillas de educación sexual. Y, probablemente, la crítica agueriana no tiene tanto que ver con ese texto –que ya ni siquiera se reparte entre educadores– sino en intentar que la norma se frene antes de irrumpir en la cotidianidad de las aulas.
Aunque hay conceptos que no son –o no deberían ser– pecado. Por ejemplo, la socióloga Eleonor Faur escribió en el “Material de Formación de Formadores en Educación Sexual y Prevención del VIH/sida”: “Los adolescentes pueden y deben ser reconocidos como sujetos con capacidad suficiente para ser tenidos en cuenta en los procesos referidos a su participación y al cuidado de sus cuerpos. Desde este punto de vista, quizá sea necesario fortalecer especialmente la autonomía y la construcción de una voz propia en las jóvenes mujeres, situación que les permitiría exigir su derecho a una protección integral de su salud sexual y reproductiva y construir un presente y un futuro que no se encuentre confinado por la capacidad reproductiva escrita en sus cuerpos”.
NO ES UN DEBATE, ES UNA LEY
Es importante tener en cuenta que no cumplir con la Ley de Educación Sexual Integral, aprobada por el Congreso Nacional en el 2006, sería un delito –justo en el mes de agosto que se conmemoran los derechos de niños, niñas y adolescentes–. Pero, además, se puede pensar que la intención de Aguer haya sido instalar la idea de que la educación sexual es un frente de polémica más para el Gobierno en un momento en el que se está volviendo a la idea de diálogo intersectorial. Sin embargo, hace ya tres años que es una obligación estatal que los chicos y chicas reciban clases sobre la manera de cuidar y disfrutar su cuerpo y esos pizarrones quedaron vacíos justamente para llegar a un consenso que incluyó a la Iglesia.
Por eso, en el 2006 los alumnos/as no empezaron a recibir clases transversales sobre cómo evitar abusos sexuales o embarazos no deseados. Y, durante dos años, la Comisión Interdisciplinaria para la puesta en marcha del Programa Nacional de Educación Sexual Integral debatió qué lineamientos debían darse en los colegios. La Comisión –plural y multidisciplinario– estuvo integrada por representantes de distintos credos y expertos en educación sexual, como el sacerdote Rubén Revello, el rabino Daniel Goldman, Myriam Andújar y María Inés Franck por el Consejo Nacional de Educación Católica (Consudec), la licenciada en Educación Graciela Morgade y la socióloga María del Carmen Feijoo, entre otros.
¿Por qué es necesaria la Educación Sexual Integral? “Porque contribuye a que los chicos y las chicas aprendan sobre la igualdad de derechos entre varones y mujeres; puedan decidir con responsabilidad el momento de inicio de las relaciones sexuales; eviten los embarazos no deseados, las infecciones de transmisión sexual y el VIH/sida y construyan un análisis crítico de los distintos mensajes cotidianos sobre la sexualidad que se transmiten en la televisión, las revistas, Internet e, incluso, en los chistes”, subraya el Ministerio de Educación de la Nación. Pero, además, clarifica que no es sólo una intención, sino un mandato legal: “La Ley Nacional 26.150 establece que la Educación Sexual en la escuela es un derecho de todas las chicas y de todos los chicos”.

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