jueves, 30 de abril de 2020

[Clip] The Secret Adventures of Tom Thumb (1993) ┃ www.cinedemedianoche.cl

La mujer y el pelele (1929 Francia) La femme et le pantin

Campaña de crowdfunding Minotauro

"La chica del kiosco" de Elsa Stefánsdóttir:

Pasó una cosa rara una vez en un pueblito que quedaba en una de las regiones más lejanas de Islandia. Fue a principios de siglo cuando no había teléfonos ni radio ni televisión, cuando no había nada que salvara a los que vivían en esos pueblos de la pesada tristeza que va devorando el alma. Era el momento más sombrío del año, cuando nunca se ve el sol y la semioscuridad llena todos los recovecos de la vida. Todo parece dejar de respirar, helado e inmóvil, hasta que de pronto cae la lluvia y la cara del Ártico se convierte en un revoltijo de humedad, mugre, oscuridad y desesperanza. Entonces empieza a nevar y en derredor las empinadas laderas de los montes son el interior blanco de un gigantesco ataúd. El mundo se congela otra vez, vuelve a llover, nieva; parece que nunca se van a terminar esas malditas desdichas. Es el momento del año en el que muchas de las gentes que viven en esos pueblitos dejan de hablar. Cuando se encuentran en las calles, miran hacia delante o hacia abajo en impenetrable silencio, los dientes apretados. Otros se quedan días enteros en la cama, las cabezas tapadas con las cobijas. Es tiempo de odio, de venganza, violación y locura. También es tiempo de fantasmas. En ese pueblo vivía una chica. Era la empleada del único kiosco del pueblo. Si bien los que vivían allí se arrastraban tarde o temprano hasta el kiosco aunque más no fuera para tratar de mantener el latido de la poca vida que les iba quedando, la chica estaba sola la mayor parte del tiempo. Y se sentía, en esos meses más oscuros del año, tan llena de tristeza como cualquier otro. Uno de esos días en los que estaba sola, comiéndose las uñas como siempre, totalmente embobada, sucedió algo espantoso: un fantasma entró al kiosco. Era un fantasma que había andado por toda la costa matando literalmente de miedo a la gente con algunas cochinas tretas. Pero como este pueblo estaba tan aislado, nadie había oído todavía nada de sus roñosas hazañas. El fantasma se acercó a la chica llevando su cabeza bajo el brazo y le preguntó: —¿Tiene hilo de coser? —¿Qué clase de hilo? –preguntó la chica mirando la cabeza bajo el brazo sin pestañear siquiera. —Tengo que coserme la cabeza al cuello –dijo el fantasma, y bajo el brazo la cabeza le hacía horribles muecas burlonas a la chica. —¿Qué prefiere? –dijo ella–. ¿Hilo blanco o hilo negro? El fantasma se quedó alelado. Había andado matando a la gente por la costa solo con jugarle esa 33 mala pasada: se morían nomás, de un ataque al corazón. Pero ahora, aturdido y sin saber qué hacer, solamente atinó a agarrar la cabeza y sacudirla frente a la chica. La chica se sacó la cabeza. El fantasma nunca había visto a una persona que pudiera sacarse su propia cabeza como hacen los fantasmas, así que se puso pálido de miedo y sintió que un escalofrío le corría por la descabezada espina dorsal. Dejó caer la cabeza al suelo, salió corriendo del kiosco y nunca más se lo volvió a ver. La chica se puso su cabeza, levantó la cabeza del fantasma, la envolvió en papel marrón y la tiró en el montón de basura detrás del kiosco. Volvió al mostrador y empezó de nuevo embobada a comerse las uñas. No le contó a nadie lo que había pasado. Siguió trabajando en el kiosco hasta que se casó con un tipo cualquiera que le daba tremendas palizas durante esa época tan oscura del año. Hasta que un día ella perdió la paciencia y se sacó la cabeza frente a él. El tipo no le volvió a pegar nunca más y vivieron felices el resto de sus vidas.

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miércoles, 29 de abril de 2020

EL PÁJARO QUE HABLA - Cuento - Antiguo cuento árabe - Cuentos cortos en ...

La Odisea | Homero | Canto 1 | Audiolibro

Asesinato en el Expreso de Oriente | Primer Trailer Doblado

Jota de "El Dúo de la Africana", de F. Caballero

Eduardo Galeano - Vivir sin Miedo

Rescatados del Fuego: La sirena Por Conrado Nalé Roxlo

La sirena Por Conrado Nalé Roxlo

Va la sirena muerta por el río
con una flecha al  corazón clavada
y desde la ribera desolada
mis lágrimas la siguen por el río.

Mía no fue, pero fue un sueño mío.
¿Quién la devuelve al mar, asesinada?
¿Por qué pasa ante mí, muerta y dorada?
¿Dónde perdió su corazón y el mío?

¿En qué arrecife de coral distante
irá a encallar su frágil hermosura?
Con ella encallará mi sueño amante.

Y del dardo mortal la pluma obscura
anunciará en la tarde al navegante
que allí tiene la mar más amargura.

Ese oscuro objeto del deseo: estereotipos sobre la mujer en la Historia ...

Historia de nuestro cine - Ese oscuro objeto del deseo (presentación)





https://www.rtve.es/alacarta/videos/historia-de-nuestro-cine/historia-nuestro-cine-ese-oscuro-objeto-del-deseo-presentacion/3635364/

1977-Ese Oscuro Objeto Del Deseo.


https://ok.ru/video/1332396362301

martes, 28 de abril de 2020

Industrialesenliteratura: Teoría acerca del ensayo

Orígenes y precursores

En 1580, el pensador francés Michel de Montaigne (1533-1592) publica Essais (“ensayos”), un libro que reunía un conjunto de reflexiones personales sobre los asuntos cotidianos más variados: el ocio, la amistad, el miedo, la soledad, el sueño, la vanidad, la educación. Como se reconoce en el epígrafe que encabeza este apartado (recuadro Presentación de Montaigne), su autor era consciente del carácter novedoso del libro. Tanto la denominación como los textos reunidos bajo ese nombre resultaban “únicos en el mundo” En ese sentido, el origen del ensayo puede establecerse con absoluta precisión, a diferencia de otros géneros, como por ejemplo el dramático, cuyas fuentes se remontan a un tiempo impreciso y cuyos autores son desconocidos.
Sin embargo, esto no significa que se trate de una creación absolutamente original. Es decir, el ensayo de Montaigne no surge del vacío. De hecho, el filósofo inglés Francis Bacon (1561 -1626), que publicara en 1597 un libro con el mismo título (Essays, en su idioma original), relativizaría la novedad del género. Como se observa en el segundo epígrafe, Bacon destaca que “su contenido es antiguo”. Y podríamos agregar: también eran antiguos su estilo y su estructura.
En resumen, su aparición a fines del siglo XVI lo revela como un género “nuevo” (por sus características peculiares) y “viejo” (en la medida en que se asemeja a los ya existentes). Para examinar lo que el ensayo propone como diferencia o como continuidad, debemos confrontarlo con los géneros que le son contemporáneos. En otros términos, tenemos que analizar su relación con la serie genérica
El ensayo estuvo emparentado con una diversidad de géneros que circulaban en la época de Montaigne, pero que ya eran conocidos desde la antigua tradición grecolatina. Entre otros, el diálogo filosófico y la epístola. El diálogo filosófico consistía en una conversación ficcional entre personajes que discurrían sobre temas diversos. El intercambio de turnos —sobre la base de preguntas y respuestas, de problemas y soluciones, de tesis o argumentos contrapuestos— motivaba, por un lado, la exposición del tema y, por el otro, el desarrollo de una argumentación.
La epístola o carta fue uno de los géneros más próximo al ensayo. Ya Bacon había observado ese parentesco  y el propio Montaigne confesó en uno de sus ensayos que hubiera escrito sus meditaciones como cartas “si hubiera tenido a quien hablar”.
Al margen del uso oficial (las cartas administrativas, por ejemplo), el género epistolar se reservaba en la antigüedad y hasta más allá del siglo XVI para el ámbito privado. No obstante, además de tratar anécdotas personales, sus escritores aprovechaban el espacio para avanzar sobre otras cuestiones de carácter público. En ese sentido, la carta —que era copiada y muchas veces terminaba siendo publicada— sirvió para desplegar variadísimas reflexiones en torno a problemas de índole moral, religiosa, filosófica, política, etcétera.
Como el diálogo, la epístola resultó un género argumentativo muy flexible. Con cierta libertad y despreocupación en la estructura y el estilo, y con la excusa de tener un destinatario, los autores podían justificar una extensa disertación personal sobre cualquier asunto.
El género —hasta nuestros días— se ha debatido entre esos dos polos. No presenta ni la arbitrariedad ni la subjetividad de una argumentación de la vida cotidiana (por ejemplo, de una discusión entre amigos), pero tampoco, la rigurosidad y objetividad del pensamiento científico (una investigación académica).
Más que demostrar hechos, el ensayo procura aproximarse a verdades, siempre particulares, relativas, personales. De hecho, el nombre alude a esos sentidos: ensayar significa tantearejercitarseintentar. Esto marca su mayor debilidad, pero también su mayor ventaja.
La frase que guiaba a Montaigne —¿Que sais-je? (¿Qué es lo que sé?)— instaló el género en el terreno de la incertidumbre personal ante cualquier idea, propia o ajena. Tal incertidumbre constituye el punto de partida de la reflexión del ensayista y a menudo, el de llegada. Por eso, limita sus conclusiones, pero, al mismo tiempo, convierte al ensayo en un género de crítica de ideas, opiniones, lugares comunes, que circulan en la sociedad.
Por otra parte, si bien el carácter no sistemático del ensayo —como veremos, muchas veces carece de razonamientos infalibles, metódicos, ordenados— le resta rigor a la reflexión, le proporciona al escritor una mayor libertad de pensamiento y de escritura que, por ejemplo, la demostración matemática
Ahora bien, se puede señalar otro factor que favorece el desarrollo del ensayo: el estado de la ciencia. Por sus temas (morales, políticos, de vida cotidiana, costumbres, etcétera), el ensayo siempre estuvo emparentado con las denominadas ciencias sociales. Es más, debido a que estas disciplinas son de creación relativamente reciente (la sociología, la antropología, la psicología, la lingüística, la teoría literaria se constituyen entre fines del siglo XIX y principios del XX), algunos ensayistas fueron considerados como precursores de los investigadores que, de un modo científico, abordarían las mismas cuestiones.

Acerca de la estructura del ensayo
El núcleo de una argumentación está constituido por la presentación de una hipótesis (opinión,idea, proposición) y su fundamentación (argumentos que demuestran esa hipótesis). No obstante, los textos de carácter argumentativo amplían esa estructura básica para incluir los siguientes bloques:

introducción
exposición
argumentación
conclusión

En el ensayo, la introducción y la exposición pueden estar reducidas al mínimo o no figurar; la argumentación, en cambio, es ineludible. El nombre de confirmatio que empleaban los retóricos latinos para designar este bloque resulta esclarecedor: se trata de confirmar la hipótesis enunciada con antelación.
Puede ser útil, una vez más, confrontar el ensayo con el discurso científico. El tratado científico (la investigación monográfica, la tesis doctoral, etc.) aspira a probar una tesis o hipótesis. Para ello, recurre al método o los métodos establecidos por su disciplina y procede no solo a explorar sino a buscar aquello que le permita probar suficientemente la verdad (o falsedad) de su idea. Una vez probada, será la comunidad científica quien la avale. Su finalidad, entonces, es demostrar una verdad objetiva, general y absoluta, por lo menos hasta tanto no sea refutada por los hechos o por nuevas tesis.
El ensayo, en cambio, intenta persuadir con argumentos convincentes y verosímiles (creíbles).
Para llegar a eso no sigue un método, sigue un método “ametódico”. Es decir, en lugar de recorrer una serie de pasos preestablecidos (observación, experimentación, etcétera), ensaya distintas vías para llegar a persuadir racionalmente a sus lectores y conmoverlos afectivamente; no, para probar una verdad general. Por eso, intenta demostrar opiniones siempre subjetivas, particulares y relativas.
Los argumentos que despliega un ensayo no difieren de los que podemos advertir en otros géneros de naturaleza argumentativa que circulan en la vida cotidiana, pública y privada: el discurso político, la publicidad, las variadísimas formas del debate o la discusión de ideas.

Industrialesenliteratura: Teoría acerca del ensayo

Industrialesenliteratura: Teoría acerca del ensayo: Orígenes y precursores En 1580, el pensador francés Michel de Montaigne (1533-1592) publica Essais (“ensayos”), un libro que reunía un con...

Don Quijote de las paradojas Por Eduardo Galeano – 13 de Febero de 2005 –para Página 12



Nació en prisión esta aventura de la libertad. En la cárcel de Sevilla, “donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace habitación”, fue engendrado Don Quijote de la Mancha. El papá estaba preso por deudas.
Exactamente tres siglos antes, Marco Polo había dictado su libro de viajes en la cárcel de Génova, y sus compañeros de prisión habían escuchado, y escuchándolo habían viajado.
Cervantes se propuso escribir una parodia de las novelas de caballería. Ya nadie, o casi nadie, las leía. Estaban pasadas de moda. La tomadura de pelo fue un esfuerzo digno de mejor causa. Y sin embargo, esa inútil aventura literaria resultó mucho más que su proyecto original, viajó más lejos y más alto y se convirtió en la novela más popular de todos los tiempos y de todas las lenguas.
Merece gratitud eterna el caballero de la triste figura. A don Quijote los libros de caballería le habían quemado la cabeza, pero él, que se perdió por leer, salva a quienes lo leemos. Nos salva de la solemnidad y del aburrimiento.
Famosos estereotipos: don Quijote y Sancho Panza, el caballero y su escudero, la locura y la cordura, el soñador hidalgo con la cabeza en las nubes y el labriego rústico de pata en tierra.
Es verdad que don Quijote se vuelve loco de remate cada vez que monta a Rocinante, pero cuando desmonta suele decir frases que vienen del más puro sentido común, y en ocasiones pareciera que se hace el loco sólo por cumplir con el autor o el lector. Y Sancho Panza, el ramplón, el bruto, sabe ejercer con ejemplar sutileza su gobierno de la ínsula de Barataria.
Tan frágil que parecía y fue el más duradero. Cada día cabalga con más ganas, y no sólo por la manchega llanura. Tentado por los caminos del mundo, el personaje se escapa del autor y en sus lectores se transfigura. Y entonces hace lo que no hizo, y dice lo que no dijo.
Don Quijote jamás pronunció la más famosa de sus frases. “Ladran, Sancho, señal que cabalgamos” no figura en la obra de Cervantes. ¿Qué anónimo lector habrá sido el autor?
Metido en su armadura de latón, montado en su rocín hambriento, don Quijote parece destinado a la derrota y al ridículo.
Este delirante se cree personaje de novela de caballería y cree que las novelas de caballería son libros de historia. Sin embargo, no siempre cae despatarrado en sus lances imposibles, y a veces hasta aplica honrosas tundas a los enemigos que enfrenta o inventa. Y ridículo es, qué duda cabe, pero entrañablemente ridículo. Cree el niño que una escoba es un caballo, mientras el juego dura, y mientras dura la lectura los lectores acompañamos y compartimos los andares estrafalarios de don Quijote.
Reímos de él, sí, pero mucho más reímos con él.
“No te tomes en serio nada que no te haga reír”, me aconsejó alguna vez un amigo brasileño. Y el lenguaje popular se toma en serio los delirios de don Quijote y expresa la dimensión heroica que la gente ha otorgado a este antihéroe. Hasta el Diccionario de la Real Academia Española lo reconoce así. Quijotada es, según el diccionario, “la acción propia de un quijote” y quijote es aquel que “antepone sus ideales a su conveniencia y obra desinteresada y comprometidamente en defensa de causas que considera justas, sin conseguirlo”.
Dos veces pidió Cervantes empleo en América, y dos veces fue rechazado. Algunas versiones dicen que era dudosa su limpieza de sangre. Los estatutos prohibían viajar a las colonias americanas a quien llevara en sus venas glóbulos judíos, musulmanes o heréticos, que se trasmitían a lo largo de no menos de siete generaciones. Quizá la sospecha de algún abuelo o bisabuelo que fuera judío converso explica la respuesta oficial a las solicitudes de Cervantes: “Busque por acá en qué se le haga merced”.
El no pudo venir a América. Pero su hijo, don Quijote, sí. Y en América le fue de lo más bien.
En 1965, el Che Guevara escribió la última carta a sus padres.
Para decirles adiós, no citó a Marx. Escribió: “Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante. Vuelvo al camino con mi adarga al brazo”.

En sus malandanzas, evocaba don Quijote la edad dorada, cuando todo era común y no había tuyo ni mío. Después, decía, habían empezado los abusos, y por eso había sido necesario que salieran al camino los caballeros andantes, para defender a las doncellas, amparar a las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos.
El poeta León Felipe creía que los ojos y la conciencia de don Quijote “ven y organizan el mundo no como es, sino como debiera ser. Cuando don Quijote toma al ventero ladrón por un caballero cortés y hospitalario, a las prostitutas descaradas por doncellas hermosísimas, la venta por un albergue decoroso, el pan negro por pan candeal y el silbo del capador por una música acogedora, dice que en el mundo no debe haber ni hombres ladrones ni amor mercenario ni comida escasa ni albergue oscuro ni música horrible”.
Unos años antes de que Cervantes inventara a su febril justiciero, Tomás Moro había contado la utopía. En el libro de Tomás Moro, Utopía, u-topía significaba no-lugar. Pero quizás ese reino de la fantasía encuentra lugar en los ojos que lo adivinan, y en ellos encarna. Bien decía George Bernard Shaw que hay quienes observan la realidad tal cual es y se preguntan por qué, y hay quienes imaginan la realidad como jamás ha sido y se preguntan por qué no.
Está visto, y los ciegos lo ven, que cada persona contiene otras personas posibles, y cada mundo contiene su contramundo. Esa promesa escondida, el mundo que necesitamos, no es menos real que el mundo que conocemos y padecemos.
Bien lo saben, bien lo viven, los aporreados que todavía cometen la locura de volver al camino, una vez y otra y otra, porque siguen creyendo que el camino es un desafío que espera, y porque siguen creyendo que desfacer agravios y enderezar entuertos es un disparate que vale la pena.
Ayuda lo imposible a que lo posible se abra paso. Por decirlo en términos de la farmacia de don Quijote: tan mágico es este bálsamo de Fierabrás, que a veces nos salva de la maldición del fatalismo y de la peste de la desesperanza.
¿No es ésta, al fin y al cabo, la gran paradoja del viaje humano en el mundo? Navega el navegante, aunque sepa que jamás tocará las estrellas que lo guían.

¿De qué sirve el profesor? Por Umberto Eco – La Nación - Mayo 2007


¿En el alud de artículos sobre el matonismo en la escuela he leído un episodio que, dentro de la esfera de la violencia, no definiría precisamente al máximo de la impertinencia... pero que se trata, sin embargo, de una impertinencia significativa. Relataba que un estudiante, para provocar a un profesor, le había dicho: "Disculpe, pero en la época de Internet, usted, ¿para qué sirve?"
El estudiante decía una verdad a medias, que, entre otros, los mismos profesores dicen desde hace por lo menos veinte años, y es que antes la escuela debía transmitir por cierto formación pero sobre todo nociones, desde las tablas en la primaria, cuál era la capital de Madagascar en la escuela media hasta los hechos de la guerra de los treinta años en la secundaria. Con la aparición, no digo de Internet, sino de la televisión e incluso de la radio, y hasta con la del cine, gran parte de estas nociones empezaron a ser absorbidas por los niños en la esfera de la vida extraescolar.
De pequeño, mi padre no sabía que Hiroshima quedaba en Japón, que existía Guadalcanal, tenía una idea imprecisa de Dresde y sólo sabía de la India lo que había leído en Salgari. Yo, que soy de la época de la guerra, aprendí esas cosas de la radio y las noticias cotidianas, mientras que mis hijos han visto en la televisión los fiordos noruegos, el desierto de Gobi, cómo las abejas polinizan las flores, cómo era un Tyrannosaurus rex y finalmente un niño de hoy lo sabe todo sobre el ozono, sobre los koalas, sobre Irak y sobre Afganistán. Tal vez, un niño de hoy no sepa qué son exactamente las células madre, pero las ha escuchado nombrar, mientras que en mi época de eso no hablaba siquiera la profesora de ciencias naturales. Entonces, ¿de qué sirven hoy los profesores?
He dicho que el estudiante dijo una verdad a medias, porque ante todo un docente, además de informar, debe formar. Lo que hace que una clase sea una buena clase no es que se transmitan datos y datos, sino que se establezca un diálogo constante, una confrontación de opiniones, una discusión sobre lo que se aprende en la escuela y lo que viene de afuera. Es cierto que lo que ocurre en Irak lo dice la televisión, pero por qué algo ocurre siempre ahí, desde la época de la civilización mesopotámica, y no en Groenlandia, es algo que sólo lo puede decir la escuela. Y si alguien objetase que a veces también hay personas autorizadas en Porta a Porta (programa televisivo italiano de análisis de temas de actualidad), es la escuela quien debe discutir Porta a Porta. Los medios de difusión masivos informan sobre muchas cosas y también transmiten valores, pero la escuela debe saber discutir la manera en la que los transmiten, y evaluar el tono y la fuerza de argumentación de lo que aparecen en diarios, revistas y televisión. Y además, hace falta verificar la información que transmiten los medios: por ejemplo, ¿quién sino un docente puede corregir la pronunciación errónea del inglés que cada uno cree haber aprendido de la televisión?
Pero el estudiante no le estaba diciendo al profesor que ya no lo necesitaba porque ahora existían la radio y la televisión para decirle dónde está Tombuctú o lo que se discute sobre la fusión fría, es decir, no le estaba diciendo que su rol era cuestionado por discursos aislados, que circulan de manera casual y desordenado cada día en diversos medios –que sepamos mucho sobre Irak y poco sobre Siria depende de la buena o mala voluntad de Bush. El estudiante estaba diciéndole que hoy existe Internet, la Gran Madre de todas las enciclopedias, donde se puede encontrar Siria, la fusión fría, la guerra de los treinta años y la discusión infinita sobre el más alto de los números impares. Le estaba diciendo que la información que Internet pone a su disposición es inmensamente más amplia e incluso más profunda que aquella de la que dispone el profesor. Y omitía un punto importante: que Internet le dice "casi todo", salvo cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar toda esa información.
Almacenar nueva información, cuando se tiene buena memoria, es algo de lo que todo el mundo es capaz. Pero decidir qué es lo que vale la pena recordar y qué no es un arte sutil. Esa es la diferencia entre los que han cursado estudios regularmente (aunque sea mal) y los autodidactas (aunque sean geniales).
El problema dramático es que por cierto a veces ni siquiera el profesor sabe enseñar el arte de la selección, al menos no en cada capítulo del saber. Pero por lo menos sabe que debería saberlo, y si no sabe dar instrucciones precisas sobre cómo seleccionar, por lo menos puede ofrecerse como ejemplo, mostrando a alguien que se esfuerza por comparar y juzgar cada vez todo aquello que Internet pone a su disposición. Y también puede poner cotidianamente en escena el intento de reorganizar sistemáticamente lo que Internet le transmite en orden alfabético, diciendo que existen Tamerlán y monocotiledóneas pero no la relación sistemática entre estas dos nociones.
El sentido de esa relación sólo puede ofrecerlo la escuela, y si no sabe cómo tendrá que equiparse para hacerlo. Si no es así, las tres I de Internet, Inglés e Instrucción seguirán siendo solamente la primera parte de un rebuzno de asno que no asciende al cielo.

(Traducción: Mirta Rosenberg)

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Everything is a Remix, Todo es un Remix Parte 4 - Falla en el Sistema

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LA CAJA

DreamWorks Animation's "Chicken Run"

DEITADO FRENTE AO MAR, UNHA ANIMACIÓN ROTOSCÓPICA

Cómo hacer una secuencia de Pixilación

Técnicas de animación: pixilación

Taller 'Contar el pasado, conocer el presente' (Pixilación) | #PacoRoca

lunes, 27 de abril de 2020

Richard Bertinet. De su libro "PANNES". En español.

VIAJE DE ULRICH SCHMIDEL

El Viento nos llevara (1999 ) Abbas Kiarostami

ABBAS KIAROSTAMI In Conversation With... | TIFF Bell Lightbox 2016

Correspondencias. Erice-Kiarostami - Reportaje (1ªParte)

Las vídeo-cartas entre Erice y Kiarostami abren el Ciclo 'Correspondencias fílmicas. Todas las cartas'

GRANADA, 18 (EUROPA PRESS)

Las vídeo-cartas que se intercambiaron el cineasta Víctor Erice (Vizcaya, 1940) y el iraní Abbas Kiarostami (Teherán-1940) abrirán el ciclo 'Correspondencias fílmicas. Todas las cartas', que ahora visita Granada organizada por la Delegación de Cultura de la Diputación Provincial de Granada.

La muestra, que incluye la correspondencia completa entre Erice y Kiorastami, alrededor de 90 minutos de película, y también otros diálogos fílmicos entre diez cineastas y documentalistas contemporáneos de distinta nacionalidad y reconocida trayectoria internacional, podrá disfrutarse durante los próximos jueves de enero y febrero en forma de proyecciones del Cine Club El Sur. En Granada cuenta con una radical diferencia de las muestras y proyectos anteriores: se han sustituido las paredes de los museos y recintos de arte por la pantalla en blanco de una sala de cine, la del Palacio de los Condes de Gabia.

La iniciativa partió de una idea de Erice que, con motivo de la gran exposición retrospectiva "Erice-Kiarostami. Correspondencias", que se preparaba en La Casa Encendida de Madrid a comienzos de 2005, propuso a los comisarios de la muestra una correspondencia audiovisual entre los dos directores implicados en el proyecto. Sus argumentos fueron claros: "una carta era, en principio, sencilla de producir, en ella se podían abordar todos los temas, desde los más generales a los más íntimos; y además generaba una relación, un movimiento de ida y vuelta, en la medida que implicaba una respuesta".

Aquella idea fue bien aceptada y generó un singular intercambio de diez cartas filmadas --desde abril de 2005 a mayo de 2007-- entre el director español y el cineasta iraní, que hasta entonces solo se habían visto una vez y que solo se conocían a través de sus películas. El lenguaje del cine, y no la amistad o el conocimiento personal, fue el territorio común que dio sentido al proyecto.

Tras intercambiar algunos e-mails, los dos creadores aceptaron cartearse por medio de planos y secuencias, en lugar de palabras. Esta "correspondencia fílmica", a base de pequeñas obras audiovisuales, no se concibió como un proyecto autónomo, sino que formaba parte de la citada exposición, que se pudo ver en museos y centros de cultura de Madrid (La Casa Encendida), Barcelona (CCCB) o París (Centro Georges Pompidou), entre otros.

La original propuesta de Erice ha inspirado después otras correspondencias similares entre jóvenes directores del género documental, entre ellos José Luis Guerín, Albert Serra o Isaki Lacuesta, dando lugar a la exposición conjunta 'Correspondencias fílmicas. Todas las cartas', que ahora llega Granada.

“La clase en pantuflas” | Conversatorio virtual con Inés Dussel | ISEP

"Nada" de Carmen Laforet

portada NadaProdigio más que suficiente para formar parte de la Historia de la Literatura.Andrea llega a Barcelona para estudiar Letras. Sus ilusiones chocan, inmediatamente, con el ambiente de tensión y emociones violentas que reina en casa de su abuela. Andrea relata el contraste entre este sórdido microcosmos familiar —poblado de seres extraños y apasionantes— y la frágil cordialidad de sus relaciones universitarias, centradas en la bella y luminosa Ena. Finalmente los dos mundos convergen en un diálogo dramático. Comparada por la crítica con Cumbres borrascosas, Nada destaca tanto por su prosa fresca y directa como por la extraordinaria sensibilidad en la recreación de una voz femenina. Cuando el libro acaba, el lector tiene la seguridad de poder encontrar, al volver la esquina, a una muchacha pálida y triste, con toda la fuerza de su juventud condensada en el mirar. Es Andrea, absorta, queriendo algo, sin saber qué. Como el resto de los protagonistas, ha nacido a la vida real por un prodigio de la creación artística.

https://www.buscalibre.com.ar/libro-nada-carmen-laforet-austral/9788423342792/p/4268807?gclid=Cj0KCQjwhZr1BRCLARIsALjRVQOyL4BtsPSg_RENPyySlivgxDJ37SuqQhcn6uVca4BBv0m8xbwddJQaAjZHEALw_wcB

Grace and Frankie | Official Trailer [HD] | Netflix

miércoles, 22 de abril de 2020

¡Huye! (Get Out) - Trailer 1 Subtitulado Español Latino 2017

Top 10 Most Difficult Piano Pieces

Satie - Gymnopédie No. 1

Gimnopedias

Para el ciclo de composiciones para piano de Erik Satie, véase Gymnopédies.

                                 
Las Gimnopedias eran festividades religiosas y ejercicios de resistencia para los jóvenes espartanos.

Las Gimnopedias (griego Γυμνοπαιδία, Gimnopaidía, literalmente «la fiesta de los niños desnudos») eran festividades religiosas celebradas en Esparta, en julio-agosto, en honor de Leto y de sus hijos, Apolo, Pitio y Artemisa.

Consistían esencialmente en bailes y ejercicios ejecutados por los jóvenes espartanos, alrededor de estatuas que representan a los dioses en cuestión, situadas en un lugar del ágora llamado el χορός, khorós. Coros de adolescentes, de efebos y de jóvenes adultos que se enfrentaban en bailes que imitaban los ejercicios de la palestra, enteramente desnudos, delante de los otros lacedemonios, los extranjeros y los hilotas. Los solteros mayores de 30 años eran en cambio excluidos de la asistencia.

El espartano Megilo, en Las Leyes (Platón, I, 633), las llama un «temible endurecimiento (...), de temibles ejercicios de resistencia que hay que soportar con la violencia de la canícula»

Véase también
Otras festividades espartanas:

Carneas
Jacintias
Gymnopédies, obras musicales de Erik Satie
Bibliografía
Edmond Lévy, Sparte : histoire politique et sociale jusqu’à la conquête romaine, Seuil, coll. «Points Histoire», Paris, 2003, ISBN 2-02-032453-9.
Michael Pettersson, Cults of Apollo at Sparta: The Hyakinthia, the Gymnopaidiai, and the Karneia, Paul Astroms Forlag, Stockholm, 1992 (ISBN91-7916-027-1).
William Wayte y G.E. Marindin, A Dictionary of Greek and Roman Antiquities, éditions William Smith, 1890.
Control de autoridades
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https://es.wikipedia.org/wiki/Gimnopedias

martes, 21 de abril de 2020

La obra de piano más triste de la historia: Gymnopédie 1 de Satie

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Léopoldine Hugo


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Léopoldine Hugo
Auguste de Chatillon - Léopoldine Hugo.jpg
Información personal
Nombre en francésLéopoldine Agnès Marie-Pierre Catherine Hugo Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento28 de agosto de 1824 Ver y modificar los datos en Wikidata
París (Francia) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento4 de septiembre de 1843 Ver y modificar los datos en Wikidata (19 años)
Villequier (Francia) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de la muerteAhogamiento Ver y modificar los datos en Wikidata
NacionalidadFrancesa
Familia
PadresVictor Hugo Ver y modificar los datos en Wikidata
Adèle Hugo Ver y modificar los datos en Wikidata
CónyugeCharles Vacquerie (1843) Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
OcupaciónNovelista Ver y modificar los datos en Wikidata
Léopoldine Hugo (Léopoldine Cécile Marie-Pierre Catherine Hugo28 de agosto de 1824 – 4 de septiembre de 1843) fue la hija mayor del novelistapoeta, y dramaturgo Victor Hugo y su esposa, Adèle Foucher.

Vida temprana[editar]

Léopoldine nació en París, segunda de los cinco hijos y la hija mayor de Victor Hugo y Adèle Foucher. Fue nombrada por su abuelo paterno, como su hermano mayor Léopold (que murió poco después de nacer).1
Léopoldine, bella y encantadora, tuvo muchos pretendientes, incluyendo Charles Vacquerie, a quien conoció mientras estaba de vacaciones en 1839.2

Vida posterior y muerte[editar]

Se casó con Charles Vacquerie en la iglesia parisina de San Pablo-San Luis el 15 de febrero de 1843, pero ambos morirían ahogados juntos poco más tarde, cuando su barca volcó en el Sena en Villequier el 4 de septiembre de 1843. Tenía 19 años y se encontraba embarazada de tres o cuatro meses; sus amplias faldas y enaguas al empaparse se hicieron muy pesadas y la hundieron, su marido murió tratando de salvarla. Este acontecimiento trágico tuvo un gran impacto en el trabajo y personalidad de su padre, Victor Hugo. Dedicó numerosos poemas a la memoria de su amada hija, notablemente Demain dès l'aube y À Villequier en Pauca Meae; Victor Hugo detuvo la escritura del cuarto libro de Las Contemplaciones por varios años, a causa de la profunda depresión que desarrolló tras la muerte de Léopoldine.

Notas[editar]

  1.  Graham, Robb. Victor Hugo: A Biography. W.W. Norton, 1997, p. 682.
  2.  http://www.hautevillehouse.com/leopoldine.html

Enlaces externos[editar]

A Villequier

HUGO, Victor - Demain, dès l'aube.

Mi burrito cordobés. Los Fronterizos 1973

sábado, 18 de abril de 2020

Vida y cartas de John Keats





Vida y cartas de John Keats
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Autor: Lord Houghton
Traducción: Julio Cortázar
Año: 2002
ISBN: 84-8191-500-9
Nº de edición: 
Encuadernación: Rústica
Formato: 20x13 cm
Páginas: 344
Recorridos: Vidas contadasEpistolariosPre-Textos Británicos






Julio Cortázar, desde la admiración, anota y traduce Vida y cartas de John Keats, y con su certero entusiasmo de autor anima a la lectura cuando escribe: "Poesía de apasionada adherencia a los jugos de la tierra, a lo humano como aceptación indeclinable y urgente en su entera dimensión, lírica sin compromiso mediato pero inmediatamente comprometida por la existencia del hombre, y a ella volcada como explicación y canto, la obra de John Keats puede alentarnos por analogía a convivir más ahincadamente esta confrontación del morador y su ámbito -tanto tiempo demorada en nuestra América-, donde se abre el acceso a una realidad y a un destino finalmente propios".
Como afirma Lord Houghton "La biografía de un poeta, por tanto, apenas puede exceder el comentario de sus poemas aun cuando su vida haya sido prolongada y sometida a extrañas y variadas aventuras; estas páginas aluden a uno cuya entera historia puede ser resumida en la composición de tres pequeños volúmenes de poesía, algunas hondas amistades, una pasión y un morir prematuro." Así que, continuando con Cortázar, "Nada mejor, pues, que adelantar este librito lleno de amor inmediato y experiencia directa, fresco preludio donde el poeta perdura tal como lo vieron sus contemporáneos, tal como lo lloraron las estrofas del Adonais de Shelley."

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