La brasileña Caroline Guimaraes, de 27 años, crea originales obras con la técnica de bordado libre, también 'tote bags' y encargos personalizados. «Es una actividad transformadora», nos cuenta
Caroline ha transformado una frustración en su pasión. Empezó a bordar en punto de cruz cuando solo era una niña por influencia de su madre y de su hermana. «Seguíamos una técnica tradicional y el resultado tenía que estar perfecto, pero siempre me salía mal y no me gustaba. Así que me frustré y lo dejé», recuerda esta joven brasileña afincada desde hace una década en Vitoria. ¿Quién le iba a decir a ella que años más tarde el bordado se iba a convertir en su mayor afición, su forma de expresarse y en altavoz de su activismo?
Hace un par de años, navegando por Instagram, dio con un perfil de un grupo de chicas brasileñas que trabajaban con la técnica de bordado libre. «Es una técnica que te permite mucha más libertad y es más artística», explica Caroline Guimaraes. Entonces, se le abrió un mundo nuevo. «Empecé a ver tutoriales en YouTube de este grupo, 'El club del bordado', e hice mis primeros trabajos. Todo lo que he aprendido ha sido de manera autodidacta», cuenta esta joven de 27 años interesada en el mundo del arte y las manualidades.
Subió sus primeras obras a su cuenta de Instagram y pronto empezaron a llegarle los encargos, aunque su primera intención no era la de vender. «Para mí, bordar es una forma de expresión artística pero también política. Además, me ha ayudado mucho con mi autoestima, porque veo que soy capaz de hacer un trabajo manual que me gusta y me produce una satisfacción muy grande», confiesa Caroline, graduada en Trabajo Social y ahora mismo estudiante de Educación Social en la UPV.
El feminismo es una de las cuestiones que más le inspiran a la hora de realizar sus originales y delicados bordados. «La gran mayoría de mis bordados son mujeres y algo que me interesa mucho es mostrar la diversidad de cuerpos: mujeres racializadas, gordas, flacas…». El racismo también ha inspirado varias de sus obras. «Por ejemplo, cuando el caso de George Floyd hice un bordado con su frase de 'I can´t breathe' (no puedo respirar)», explica la joven. Además, realiza trabajos personalizados a partir de fotografías o para regalar a recién nacidos con la fecha de cumpleaños y el nombre. Los hace en diferentes tamaños, pero sobre todo en bastidores de 20 centímetros de diámetro.
Las 'tote bags' son otras de sus creaciones, bordadas a mano con frases en euskera y castellano, relieves de plantas o con la figura de Frida Kahlo. Aunque las realiza por encargo y son totalmente personalizadas para cada clienta. El pasado mes de octubre, Caroline celebró su primera exposición en el bar The Tap de la capital alavesa. «Fue genial, todos los bordados que hice eran exclusivos para la muestra y tuvieron una acogida muy buena», celebra la joven, que no descarta repetir la experiencia. En un futuro, también le gustaría relacionar de algún modo el bordado con la Educación Social, ya que incide en que es una actividad «política y transformadora, que además te relaja muchísimo».
Muchos de los que vimos esa película de terror asiática en la que el fantasma de una niña pasaba del plano bidimensional de un televisor al plano real con un golpe de efecto tridimensional que nos dejaba clavados en la butaca, quedamos fascinados por ese realista efecto inesperado; con estos delicados bordados nos ha pasado exactamente igual.
La artista del bordado malaya afincada en Londres Sheena Liam crea chicas de fantasía que alcanzan un realismo inusual por medio del efecto tridimensional que toman sus cabellos cuando se salen del aro de madera rompiendo la bidimensionalidad del resto de la composición.
Liam crea, así, una relación directa con el espectador que contempla su obra y puede hasta interacturar con ella, acabando de hacer las trenzas, por ejemplo.
El trabajo de Liam requiere de una destreza y una habilidad cuidadas, el cabello es el centro de sus creaciones; la mayoría de sus sujetos son mujeres, cosidas en hilo negro, con largas trenzas, coletas, moños o la melena suelta, fluyendo desde los lienzos circulares.
Desde un punto de vista técnico, se requiere una planificación cuidadosa; la artista debe trazar los puntos de cada puntada y la cantidad de holgura que debe darle a cada filamento; un hilo extraviado podría romper la ilusión de que las chicas pasan a la vida real.
Liam ha continuado experimentando con el bordado de pelo, probando una variedad de peinados y poses que hace que su trabajo vaya creciendo en complejidad, matices y belleza.
Nos encanta esta mezcla de tradición artesanal con el toque de magia y efectos especiales que hace de la obra de Liam, algo único y tremendamente sugestivo.