La Diosa olvidada de Manhattan
Hay elementos que se encuentran en las ciudades del mundo para adórnalas y darles un aire de sofisticación, desde flora que cumple la función de dar color hasta bellas estatuas. Nueva York, capital del mundo, es un gran ejemplo de una ciudad embellecida, ya que posee figuras que no solo narran los gustos de la gente que fundó esa gran metrópoli, sino que esconden historias conmovedoras, como la de Audrey Munson, la chica que expuso su cara y cuerpo para adornar la Gran Manzana.
Fue descubierta por el fotógrafo Ralp Draper, a la edad de 15 años mientras caminaba con su madre por plena avenida de la ciudad. A partir de la sesión fotográfica que realizó con Draper, le empezaron a llover contratos a la adolescente, quien consiguió trabajó con distintos escultores y pintores. Varias de sus figuras adornan las mansiones de John D. Rockefeller y George Vanderbilt, el yate de J. P. Morgan y las monedas de diez y cincuenta centavos.
También incursionó en el cine con películas como: Purity (1916), Girl O’Dreams (1917), Heedless Moths (1921), Inspiration (1915), esta última película fue la primera no pornográfica en la que apareció una mujer desnuda. Entre otras labores también se desempeñó como escritora para el The New York American, donde trató el tema sobre el trabajo del modelaje y lo consignó con la siguiente frase: “Me pregunto si alguno de mis lectores se ha quedado alguna vez contemplando una obra maestra, ya sea una escultura o pintura protagonizada por una joven despojada de sus vestiduras, y se ha preguntado dónde está ahora esa modelo tan bella.”
Un asesinato, acoso y una huída
A sus 30 años la “la diosa de Manhatan” como era conocida, gozaba de gran popularidad y fuentes de trabajo. Su belleza clásica, que hacía recordar las antiguas estatuas grecorromanas le valieron la atención de muchos admiradores. Entre esos admiradores se encontraba Edward Franklin Albee II, un millonario apodado como “el pulpo”, quien le dio la oportunidad a Audrey de trabajar en el teatro… como se vería, con segundas intenciones.
Un día Albee se aprovechó de su posición como jefe e intentó tomar ventaja de la modelo, quien se rehusó a su trato y lo rechazó. Después de lo sucedido, Munson perdió su papel principal en la obra que estaba dramatizando y las puertas se comenzaron a cerrar una a una. A eso hay que sumarle, que el casero de la actriz, un doctor llamado Walter Keene Wilkins, quien se obsesionó con ella y quería iniciar una relación, ideó un plan macabro y decidió asesinar a su esposa. Por fortuna Audrey y su madre se habían ido de viaje a Toronto durante el momento del suceso, y eventualmente fueron descartadas como sospechosas.
Aun así, la prensa no perdió tiempo e hizo añicos lo que quedaba de la reputación de Munson, destruyendo por el camino la poca estabilidad económica y mental que le quedaba. Y poco a poco comenzaron a ser olvidados el rostro y figura que alguna vez fuesen admirados.
Un final nada glamoroso
Tras la persecución mediática que vivió, los rumores, la escasez de trabajo y sobretodo la falta de apoyo de sus seres más cercanos como su madre, el 27 de mayo de 1922 intentó suicidarse. Munson fue diagnosticada con paranoia y a causa de eso su madre consiguió su custodia legal y por medio de la orden de un juez, fue internada en un psiquiátrico a la edad de 39 años. Despojada de sus posesiones y de lo quedaba de su vida Audrey pasó el resto de su vida encerrada hasta la edad de 104 años, lo que nos deja suponer que tal vez allá encerrada en cuatro paredes descansó de las maquinaciones de quienes la utilizaron.
Bibliografía:
- https://www.trendencias.com/celebrities-2/audrey-munson-la-venus-americana-que-llego-a-ser-miss-manhattan
- http://vo-ve.com/nota/14742/Actualidad/La-triste-historia-de-la-primer-supermodelo