jueves, 9 de julio de 2009

87 | RESEÑAS DE LIBROS | 9 de octubre de 2002

Un desierto lleno de gente

Esteban Valentino
Ilustraciones de Feliciano G. Zecchin
Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2002. Colección La pluma del gato.

Portada de "Un desierto lleno de gente"

Escribió Rodolfo Walsh en el prólogo a Operación Masacre:

"¿Puedo volver al ajedrez?

"Puedo. Al ajedrez y a la literatura fantástica que leo, a los cuentos policiales que escribo, a la novela 'seria' que planeo para dentro de algunos años, y a otras cosas que hago para ganarme la vida y que llamo periodismo, aunque no es periodismo." (1)

Pero no. Finalmente no pudo.

Y así como Rodolfo Walsh no pudo volver al ajedrez y a la literatura fantástica porque había una realidad que lo desbordaba, que lo llamaba, que necesitaba de una voz para ser contada, así tampoco puede Esteban Valentino escribir sobre "temas más agradables", como él mismo los llama, y no puede, no quiere, no le sale, pasar por alto la pobreza, la desocupación, las desapariciones, las guerras sin sentido.

Los protagonistas-jóvenes de Un desierto lleno de gente son chicos y chicas a los que las circunstancias obligan a crecer de golpe, a aprender de golpe. Como Emilio Carreaga que, entre los bombardeos ingleses en Malvinas, recuerda la noche en que conoció a Mercedes Padierna. Y allí, atrincherado, se pregunta:

"'¿Así que esto es la guerra?' (...) Una forma de estar solo. Una manera de dejar de tener dieciocho años y meses y pasar a tener yo qué sé cuántos."

Como Nueve, al que expulsan de la escuela por haber escrito una palabra equivocada en el lugar equivocado en el momento equivocado. A Nueve no le queda más remedio que empezar a trabajar en la calle, descargando camiones, ayudando a arreglar algún jardín. Y, de vez en cuando, ¿por qué no?, también robando. Como Gastón Albiolea —alias el Físico— y Lucía Nievas, dispuestos a defender su amor a toda costa, incluso dentro de un centro de detención clandestino. Como Toshi, una muchacha japonesa, que está dispuesta a luchar por su verdadero amor y enfrenta a su padre cuando éste quiere casarla con un hombre al que ella no ama. Como el joven Vincent Van Gogh, que sufre frente a un padre autoritario y decide refugiarse en la pintura como una forma de sobrevivir.

A veces la realidad no pregunta, sólo se impone, ordena, condena. Estos cuentos hablan de eso. Como en "La buena sangre", último de los relatos, que habla de un amor que no pudo ser, de un exilio obligado, de una vida que se pasó casi sin que los protagonistas se dieran cuenta:

"(...) lloraron un llanto enorme que habían esperado llorar durante veinticinco años, lloraron porque el doctor Sebastián Valverde y la secretaria Alcira Miglio fueron alguna vez dos chicos de quince años que se amaron en medio del fuego y un país lleno de dolor les ordenó la distancia y les ordenó el olvido."

Estos cuentos también hablan de una lucha, de la necesidad de enfrentarse a un orden injusto, impuesto por otros. Cada uno de los personajes luchará a su manera: peleando en el frente para salvar a los compañeros caídos, resistiendo cuando parecería que todas las esperanzas han desaparecido, creando a través del arte. Y, por sobre todas las cosas, recordando, que es la única forma de luchar contra el olvido.

La historia que da título al libro también habla de una lucha. Habla del enfrentamiento entre el hombre blanco, ávido de conquista, y los mapuches, dueños de las tierras del sur. La intensidad que posee el relato, la fuerza que emana de la vida del cacique Inacayal es tanta que pide, implora, busca desesperadamente una voz para ser contada, para ser rescatada del olvido:

"La vida del cacique Inacayal me fue narrada por primera vez en una reunión entre amigos con un cordero haciéndose a la cruz en una hermosa noche en la ciudad de Neuquén. Su historia, de jefe mapuche a portero del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, rescatado por el Perito Moreno de la prisión luego de la Campaña al Desierto de 1879, me pidió que la contara casi desde que la escuché."

El relato comienza con un sueño, el sueño del cacique Inacayal:

"El sueño se le repetía como una maldición. Se soñaba a sí mismo durmiendo en la misma cama en la que estaba soñando. (...) El cielo estaba todo blanco, como si alguien lo hubiera pintado con cal. Y no había estrellas. Ni débil luz. Había todo blanco. Y nada más. (...) Así siempre. Noche tras noche. Sueño tras sueño".

Sueño que vuelve una y otra vez a poblar las noches inciertas del cacique y que conlleva en sí una doble amenaza: la del hombre, blanco al igual que el sueño, y la de la imposibilidad de ver más allá de esa blancura infinita. Sólo hacia el final del relato el sueño cobrará sentido e Inacayal entenderá, por fin, qué significaba aquel presagio soñado noche tras noche.

Dice el autor: "Escribí estos cuentos simplemente porque no puedo escribir sobre otras cosas. Si hablara de temas más agradables tal vez vendería más, pero no puedo. Me siento a la máquina y me sale la pobreza, la soledad del adolescente frente a una realidad sin futuro, nuestra historia de desapariciones y guerras ridículas." Un desierto lleno de gente se anima a abordar estos temas que tanto tienen que ver con nuestra historia pasada y también con nuestro presente. Nos cuenta historias comprometidas, fuertes, pero bellas al mismo tiempo, sin descuidar en ningún momento un lenguaje poético de gran atractivo literario.

Recomendado a partir de 14 años.

Fabiana Margolis


Nota

(1) Walsh, Rodolfo. Operación masacre. Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1994.


Fabiana Margolis (fmargolis1976@hotmail.com) es Licenciada en Letras, egresada de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Actualmente integra el GETEA (Grupo de Estudios de Teatro Argentino e Iberoamericano) donde realiza trabajos de crítica e investigación sobre teatro infantil.

22 | RESEÑAS DE LIBROS | 5 de abril de 2000

Viernes o la vida salvaje

Michel Tournier
Ilustraciones de Juan Ramón Alonso Díaz-Toledo.
Traducción de Mercedes Pastor.
Barcelona, Editorial Noguer, 1981.
Colección Cuatro vientos.

Portada de "Viernes o la vida salvaje"

En su primera novela, Viernes o los limbos del Pacífico, reconstruye Michel Tournier la historia de Robinson Crusoe; poderoso mito sobre el que tantas veces se ha reflexionado en la historia de la literatura.

El afán colonizador y los esquemas de la sociedad británica que el Robinson de Defoe intenta trasladar a la isla desierta donde arriba se le tambalean al Robinson de Tournier. Viernes en este caso ya no es un esclavo, es un compañero, un hermano, un amigo que descubre a Robinson otras perspectivas de la vida salvaje. Hasta tal punto que, llegado su momento, el nuevo Robinson se niega a abandonar la isla y regresar de nuevo a la civilización.

Tournier escribe más tarde una segunda versión juvenil de este novela: Viernes o la vida salvaje. En ella no se omite nada esencial de la anterior, pero sí detalles superfluos que ralentizan y dan pesadez a la primera novela, como el mismo autor reconoció. Hay también una variación sutil de matices; un ejemplo de ello sería la descripción del momento en que Robinson se sumerge en la ciénaga: El motivo principal que lo induce a ello en la novela para adultos es la desesperación; en la segunda novela es fundamentalmente la tristeza.

En la versión juvenil, las ideas —la historia es además una profunda y ambiciosa reflexión sobre la condición del ser humano— dejan de exponerse como tales, se convierten en actitudes.

En esta reconversión del pensamiento en acción, reside —a mi modo de ver— una de las características esenciales de lo que nos empeñamos en clasificar como literatura juvenil. La palabra escrita alcanza en estos casos las más altas cotas de lo parabólico y de lo simbólico. Ese punto mágico que muchos escritores defienden —escriban o no para jóvenes—.

El mismo Tournier define su ideal literario de la siguiente manera: "Tengo unos maestros, y estos maestros se llaman Perrault, La Fontaine, Kipling, Selma Lagerlof, Jack London, Saint-Exupéry y, ¿por qué no?, Victor Hugo. Son autores que no escriben nunca para los niños. Sólo que escriben tan bien que los niños pueden leerlos".

Ayes Tortosa


La presente reseña fue publicada originalmente en el suplemento Artes y Letras del periódico Ideal, de Granada, y se reproduce en Imaginaria por gentileza y autorización de su autora.

Ayes Tortosa es el seudónimo literario de Mariángeles García Tortosa, poeta y escritora nacida en Granada (España). Coordinó talleres de literatura y radio en su ciudad y actualmente realiza colaboraciones en periódicos y revistas especializadas. Ha publicado Versos, canciones y nanas para Nana (1994), Los cuentos de María del Charco (1995), Aires para un minuto lento (1996) y La olla de San Antón y un balcón de estrellas (1998).

61 | RESEÑAS DE LIBROS | 3 de octubre de 2001

Mitos y recuerdos

Marcelo Birmajer
Ilustraciones de Augusto Costanzo.
Buenos Aires, Editorial El Ateneo, 1999.
Colección Cuenta conmigo.

Portada de "Mitos y recuerdos"

Una leyenda de la antigua Grecia, perteneciente a la Ilíada y la Odisea, alterna con un recuerdo de la infancia, real o imaginario.

Cada mito evoca en el autor una pregunta y una historia relacionada a ella, vivida por un chico actual: "¿qué es la valentía?, ¿por qué motivos vale la pena pelear?, ¿cuáles son los métodos válidos para conquistar a una mujer?, ¿debemos escapar de las tentaciones, como Ulises de las sirenas, o rendirnos a ellas, como sus marinos en la isla de los lotófagos?"

Preguntas a las que los hombres han intentado dar respuesta sin éxito desde los tiempos más remotos, y para las que los hombres inventaron las más bellas historias.

Alejados de nosotros en el tiempo y en el espacio, los héroes de la guerra de Troya, los dioses del Olimpo, sin embargo nos demuestran que "la muerte y la vida, como los mitos, son iguales en todas las épocas".

Así como los grandes héroes de la antigüedad semejantes a dioses, y los dioses del Olimpo, tan parecidos a los hombres, vivieron espectaculares batallas y aventuras, así los personajes de cada recuerdo deben afrontar sus modestas batallas cotidianas, e intentar resolver cada una de las preguntas que los hombres se han planteado y seguirán planteándose siempre.

"Los seres humanos somos al revés que Aquiles: todo nuestro cuerpo es vulnerable salvo un talón invencible. Ese talón es nuestra voluntad."

Las desgracias son enviadas por Júpiter, para que se conviertan en el relato de un gran poeta, un poeta que narre los dolores y las hazañas de los hombres. Carbonero, compañero de escuela del protagonista escribe en una hoja deshilachada aquellas cosas tristes que no quiere olvidar, pero de las que no quiere acordarse todo el tiempo.

Ser escritor es el deseo del protagonista. Inventar peleas y amores entre sus compañeros, como Júpiter entre los hombres, para luego contarlas, escribirlas. Y otra pregunta que el lector podrá plantearse: ¿Cuál es la relación entre vivir y escribir? Vida y literatura, no resultan muy diferentes entre sí. Los recuerdos pueden ser reales o ficticios, no importa; como los mitos, la vida cotidiana resulta un maravilloso viaje, en el que sirenas, monstruos y tempestades hacen más difícil y emocionante el camino.

La sencillez de lo contado no va en desmedro de su profundidad, y así como la grandeza de los héroes griegos no deja de mostrarnos su faceta vulnerable, humana, así el relato de lo cotidiano no deja de darnos cuenta de los interrogantes y las dudas universales del hombre.

"Todos somos un caballo de Troya: de noche, nuestras dudas aprovechan para salir de su escondite y armarse un festín."

Recomendado a partir de los 11 años.

Marcela Carranza


Marcela Carranza es maestra y Licenciada en Letras Modernas de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Como miembro de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) participó en el programa de bibliotecas ambulantes "Bibliotecas a los Cuatro Vientos" y en el equipo Interdisciplinario de Evaluación y Selección de Libros. Forma parte del grupo de estudio "La Nuez", en el área de la literatura infantil y juvenil.

Machismo teen

El machismo teen no es un problema chiquito. Así lo dimensiona la española Pamela Palenciano Jódar, que fue víctima de un novio maltratador en su adolescencia y convirtió su experiencia personal en la muestra itinerante de fotos “No sólo duelen los golpes” que llegó a Córdoba, pero no para quedarse quieta. Pamela recorrió colegios secundarios en donde adolescentes la escucharon y, en varios casos, se identificaron con su relato. Muchas chicas levantaron la mano o la esperaron en las escaleras para mostrarle cómo sus novios las controlaban por celular. Pamela ahora vive en El Salvador y confía tanto en el camino del buen amor como en la necesidad de prevenir el neomachismo que confisca a las más jóvenes a través de la tecnología.

Por Luciana Peker

desde Córdoba

Pamela Palenciano Jódar tenía 12 años cuando conoció a Antonio. La historia podría quedar en una historia adolescente, generalmente, apasionada, turbulenta, crucial, pero olvidada en el pasado cuando ya se pasa del colegio. Pero la historia con él –con el que le prohibió vestirse con polleras y le cerraba la boca si ella quería comentarle sus pasos de breakdance y la burlaba si ella quería leer un libro– se convirtió en un camino –personal y social– de bronca, búsqueda, sanación y encuentro montado en una serie de fotografías y charlas enmarcadas por el lema “No sólo duelen los golpes”.

Pamela fue invitada a Córdoba por la Red Nosotras en el Mundo, con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) y se presentó, durante junio, en el Instituto Cabred (de formación docente), la Escuela de Trabajo Social y los colegios secundarios Dean Funes y Alejandro Carbó (que escucharon aproximadamente 400 personas). Sus potentes montajes audiovisuales y relatos abordaron la educación y experiencia en la infancia; el mito del amor romántico; la relación de pareja en la adolescencia, la violencia psicológica, sexual y física; la conciencia de la violencia; la integración del dolor; la agresividad femenina como consecuencia de la violencia vivida con un agresor; la recuperación integral y la construcción de otro modelo de amor.

Tal vez, la suya es la clase de prevención de violencia machista más clara, brutal, sincera, sentimental y eficaz que se haya visto –al menos por la Argentina–, porque Pamela habla sin un libreto de deberes por ser, sino desde su propio cuerpo con el que las y los adolescentes se sienten identificados, removidos y –también– esperanzados. Porque en su propia cronología amorosa –al fin y al cabo el latido más potente de casi todos y todas los que buscan en los abrazos un lugar desde donde amainar los dolores y alcanzar el goce más infinito– Pamela no sólo despotrica contra los maltratadores, también alerta a las jóvenes que no las radaricen a través de su celular y relata en carne viva sus vivencias y su apuesta a un amor verdaderamente disfrutable.

Ella no da la sensación de una docente que está de vuelta de nada, sino de una mujer que todavía gira en busca de las pisadas que la lleven a estar bien plantada “Eso no era amor, era violencia. Mi novio no me quería como yo era. Me quería sin mi amigo Alberto, sin mi música (le hizo sacar todos sus posters de ídolos varones y cambiárselos por los de las Spice Girls que no le generaban celos), sin mi falda corta. No me quería a mí, ni quería una relación con igualdad”, dice Pamela desde las vísceras, el viernes 12 de junio en el tradicional colegio de la capital de Córdoba Alejandro Carbó, ante alrededor de 150 alumnos/as.

¿Cómo hacer para que los varones no se sientan espantados por una charla en donde se habla del maltrato machista? “El hombre de verdad escucha una opinión y el machista no”, distingue Pamela. Y explica un ejemplo de su propia juventud en donde Antonio –experto en breakdance– estaba bailando con sus amigos cuando ella –entusiasmada como reproduce con su cuerpo casi saltando– le sugirió un paso. “¿Por qué no haces la mariposa?”, lo alentó. “Después hago la mariposa, estúpida”, le contestó Antonio que la castigaba con palabras hirientes o silencios irritantes. Y si ella se ofendía, él la ninguneaba: “¿Qué te pasa, tienes la regla?”. Las palabras dolían, el desprecio también. Pero además, a veces, la dejaba sin aire. “No hay una sola manera de pegar”, apunta Pamela que también vio el puño de su novio amenazándola cuando ella estaba cocinando una paella y él notó que se le escapaba la tirita del corpiño. Eso bastó para insultarla: “Te estás poniendo como una puta”.

Pero no era sólo lo que él decía, sino cómo ella se sentía. Pamela se recuerda destrozada: “Estaba hecha mierda, con 108 kilos, sin pendientes, ni ganas de hablar, él me había hecho dejar tae kwon do, si lo empujaba él gritaba para que viniera la policía y si yo quería decir algo, él me pellizcaba para que me calle”. No era sólo lo que él le hacía, sino, también, lo que ella se tenía que dejar hacer. “Yo le decía ‘Antonito no’ y Antonio seguía. Una sola vez se puso un condón porque decía que el condón era para los que tenían sida, todas las otras veces fueron marcha atrás”, describe la violencia sexual que ella no veía, ni sentía, ni –por supuesto– disfrutaba, pero sí la ponía en riesgo.

Pamela cuenta todas sus vulnerabilidades desde su lugar de española. No sólo europea. Además, de una chica rodeada de psicólogos, abogados y una familia de profesionales y universitarios. Pero nadie se daba cuenta de nada. Salvo Antonio –que dejó el colegio a los 14 años y ahora tiene 30– y le decía las cosas bien claritas: “Aquí mando yo”. Ella lo quería dejar, pero él hacía del libreto machista una plegaria: “Te juro que es la última vez” y, por si no alcanzaba, “Si me dejas te mato”. Y si ella se plantaba y le decía “Antonio, que hemos terminado”, él sabía mediatizar en otras noticias que reproducía la tele el temor consumado en femicidio que en España le cobra la vida a 100 mujeres por año. “¿Que hemos terminado? Mañana va a aparecer tu cuerpo cortado en primera plana.”

OTRO CAMINO PARA EL BUEN AMOR

Hasta que, a los 17 años, ella descubrió su amor por la radio y quiso ser locutora. “Vas a ser locutora de pollas”, la amenazó él que quería casarse después de cinco años de noviazgo. Pero ella pudo subir su voz, escaparse a la universidad y la violencia terminó. Aunque no mágicamente. “Hay psiquiatras que creen que el machismo se quita con una pastillita y muchas maltratadas pasamos a ser dependientes de una copita o de un porro”, despoja de soluciones mágicas la salida de la violencia. Aunque, recién a los 21 años se dio cuenta que había sido maltratada. Y ahí empezó a pedir ayuda.

Pamela sigue en su relato. Pero no habla sólo con espuma de rabia en la boca. Sin hacer del cuento un happy end de una princesa de pelo rojo y anteojos violetas –“el feminismo te cambia la mirada para siempre”, acentúa– también sin sonrojarse como su pelo enrojecido relata la construcción de un amor lindo que está haciendo ahora en El Salvador con su actual pareja: Iván. Ella no pone el final de sus metas en ese amor. “Si no sale, no sale, ya no me siento atada a un hombre”, aclara. Y reivindica: “Yo doy rienda suelta a mis deseos y soy dueña de mi vida y me fui a El Salvador a ser Pamela y no la mujer de Iván”. Pero también explica que el buen amor no se da por arte de magia –como en los cuentos de princesas– ni química pura –como parecen explicar en la híper sexología moderna– sino con acuerdos, libertades y, por sobre todas las cosas, respeto y encuentros. Que no se terminan nunca, sino que se reavivan ante cada discordia y vuelven a juntarse –como los cuerpos que se aman, que se imanan en la pasión– en cada ganas de encontrarse sin disparidades sino con el sinfín del placer de las diferencias.

Esa apuesta de Pamela a dejar España e irse a El Salvador a generar un proyecto con un hombre en donde no haya nadie por arriba ni por abajo –salvo cuando los cuerpos o las almas disfrutan de ser un hombre y una mujer y no pretenden ser iguales, sino tener iguales derechos– no es sólo un detalle al final de la charla. También es un modo de que la pelea contra la violencia no se vuelva un cuco que aleje a las jóvenes –y las no tanto– de la necesidad de amor, de pasión y de roce con el sexo opuesto o el mismo sexo, con cualquiera de los sexos, en donde la esencia del encuentro es la pulsión a la calidez y la hoguera.

Pamela también cuenta que hay otra cara de la violencia y es –sí– tan cursi como suena y como suele ser el amor, un amor bonito, bienvenido, bienintencionado y al que se puede curar, crecer y caminar con el equilibrio necesario para no caer en el vacío del maltrato. “Ahora con mi pareja salimos fuera de la casa para hablar de cosas difíciles, negociamos si hay temas delicados y si notamos que estamos enojados decimos ‘lo hablamos después... o mañana’. Por eso no hay peleas”, recomienda Pamela, un camino donde no sólo se esquive la violencia sino que también se encuentre una manera de encontrarse.

EL CASTILLITO DONDE LAS PRINCESAS SE QUEDAN SIN PRINCIPE

La iniciativa de Pamela empezó después de darse cuenta que había sido víctima de violencia, de ir a un centro de ayuda para la mujer, de sentir que los demás la miraban como pobrecita, de tener la furia y la bronca de no querer estar más en ese lugar de sometimiento y, después de pasar por todo eso, de buscar hacer algo con su propia historia para que no se repitan otras historias. Así generó el proyecto de exposición de fotos y talleres de prevención de violencia machista “No sólo duelen los golpes” en donde las fotos se vuelven palabras y las palabras previenen nuevas heridas.

El taller, que ya recorrió España, Austria, Corea, México, Colombia, El Salvador y, ahora, también Córdoba, empieza así: “Hay dos castillitos: el de las mujeres y el de los varones. A las mujeres nos dicen que hay que estar guapas”, cuestiona Pamela, frente a una montonera de adolescentes que la escuchan en fila en una clase modelo de educación sexual –de las que todavía no se aplican en Argentina y tienen que llegar por la voluntad de organizaciones no gubernamentales en vez de iniciativas estatales como obliga la ley– en donde desvestirse de estereotipos es empezar a ser libre. Y a sacarse las dudas.

–¿Qué puedo hacer para ayudar a una amiga que es maltratada? –pregunta un adolescente.

–Tenerle paciencia e intentar no ser morboso. Intenta no preguntarle “¿Te pega?”, pero sí llevarla a lugares donde la puedan acompañar y acompañarla vos durante su proceso.

–Cuando te dicen “Mirá, tu novia está hablando con otro” uno siente la presión social y la inseguridad –increpa otro chico desde la platea escolar.

–Si un chico sale con 24 chicas es genial y si una chica habla con 24 chicos es una puta. Pero es importante entender que hablar en contra de la violencia machista no es que nosotras querramos agarrar el poder y pisar a los varones. No hay que dejarse dominar. Pero tampoco los chicos tienen que dejarse controlar el celular. Nada de eso –contesta Pamela, que ahora es ella la que pregunta:

–¿Conocen casos parecidos al noviazgo violento que yo les relaté?

Veinte manos se levantan en el aula grande del colegio Alejandro Carbó del centro cordobés. Veinte chicas que dejan de ver a sus amigas, que agachan la cabeza, que se visten por si las retan, que se callan por si son ninguneadas. Veinte manos en un colegio donde se viene a aprender y las jóvenes no aprenden a fortalecerse en sus aulas. Ella tiene, entonces, veinte manos, que le piden más respuestas o confesiones o cuestiones pendientes, síntomas de violencia.

–Mi novio me da permiso para salir, pero le molesta que salga. Y después me lo reprocha cien veces –cuenta una alumna.

–El permiso te lo tiene que dar tu padre o tu madre. ¿Sabés? Si en tu pareja te tienen que dar permiso es porque estás ubicada en un lugar por debajo de tu novio y no vas a ser libre. No es lo mismo el grado 1 al grado 1000 de machismo (que es el que te mata), pero igualmente tienes derecho a salir cuando te da la gana. Se puede cambiar y generar otra cosa –le recomienda Pamela.

–Mi novia estuvo dos años con un novio que le pegaba y a mí me costó mucho hacerla entender que yo no la iba a golpear ni que era celoso. Pero como ella era así me contagió y le empecé a controlar el celular –cuenta otro alumno.

Las voces, entonces, se multiplican. La sala grande de un colegio histórico donde San Martín mira desde atrás como las relaciones de poder entre varones y mujeres siguen vigentes y los globos celestes y blancos adornan un aula que mira más a la historia que a cambiar el futuro muestran las vulnerabilidades de los y las adolescentes. Y demuestra que cuando alguien los escucha, ellos y ellas quieren hablar, contar y resguardarse para aprender –y sí, suena fácil la tarea más compleja para encarar desde la igualdad– a amar.

–Yo he vivido la violencia en mi casa y cuando me puse de novia me daba miedo que me pasen esas cosas. Después entendí que dependía de una decisión mía dejarme maltratar, le cuenta a Pamela una alumna de voz dulce , una actitud tímida y un pasado arrasado por una historia de maltrato que quiere escribir nuevas páginas.

La charla termina y la sala se vacía. Las escaleras se llenan de bullicio de recreo pero quedan los ecos. Kofi, de 16 años, se queda: “Le dio palos a todos los hombres, pero tampoco estoy a favor de que a las chicas les peguen y ellas no hagan nada. ¿O qué les parecería que todas hagan el servicio militar?”, pregunta Kofi en un país donde el servicio militar obligatorio ya no existe. Pero también increpa sobre nuevas disparidades de género: “Las chicas me tocan a mí la cola en el pasillo y yo no se las puedo tocar a ellas”.

“La charla me va a ayudar a poner un freno”, siente Daniela, que tiene 18 años y ya está en sexto año del nivel medio. “Me hizo abrir los ojos que violencia no sólo son los golpes. Mi novio no me prohíbe hacer nada, pero me reprocha lo que hago y por eso todo es un conflicto”, cuenta. Laura tiene 17 años y no necesita que le cuenten de qué se trata la violencia. “A mi mamá le pegaba el marido. Yo escuché mucho su historia y escuchar que otras personas pasaron por lo mismo me ayudo mucho”, dice, como pidiendo abrazos, en donde no sentirse hundida por sus propias marcas. Que no son marcas de la historia. La violencia sexual da el presente en la escuela. Así lo muestra Maia, de 16 años: “Estaba empezando una relación con un chico y él me dijo ‘tonta’, yo le dije que no me diga tonta porque flasheo mal”.

30 | LECTURAS | 26 de julio de 2000

Entrevista con Beatriz Ferro


Beatriz Ferro.
Foto de Tamara Pinco

Durante los meses de febrero y junio de 2000, el periódico Página/12 de Buenos Aires (Argentina) acompañó su edición de los sábados con libros de la colección Historias fantásticas de América y el mundo, escritos por Beatriz Ferro. La periodista Ángela Pradelli entrevistó a la autora para el suplemento Las/12 del diario mencionado. En esta entrevista, Beatriz Ferro defiende la vigencia de las leyendas como lecciones íntimas de la Antigüedad, un espejo de un mundo que se fue, sencillo, cordial y creyente mientras compara los antiguos héroes con los de nuestros días. Agradecemos a Ángela Pradelli y a Sandra Russo, directora de Las/12, por autorizar la reproducción de la entrevista en esta edición de Imaginaria.


Vitalidad de la fábula

por Ángela Pradelli

Beatriz Ferro es una mujer de la que se pueden decir muchas cosas. Que ha sido responsable de varias colecciones de libros que hicieron historia en este país. Por ejemplo Cuentos de Polidoro (1967) para la que también escribe adaptaciones y traducciones, Te cuento, Zoomundo y Salvemos la tierra (1986-1989), que editó Hyspamérica, y Cazacosas, publicada por la editoiral Estrada (1994). Que su obra fue ilustrada por los mejores dibujantes de la Argentina como Nine, Hermenegildo Sábat, Oski o Enrique Breccia. Y que sus textos cruzaron la frontera con éxito e imágenes de Oscar Grillo en Inglaterra, Michele Sambin en Italia, y Hohn Hovell, Susan Todd, Shari Warren y Elena Torres en USA. En España Lumen de Barcelona sacó Ramiro en castellano, y Bernat, en catalán, y en Italia Eme Edizione de Milano difunde Por ejemplo un paraguas (Per esempio un ombrello). Fue directora de Arte y de Redacción de la colección Veo-Veo, Ediciones Hyspamérica, editada también por Página/12.

Pero estra trayectoria de lujo no le impide seguir haciendo las cosas con una pasión poco frecuente ni mantener una costumbre que se va perdiendo en las metrópolis: sostener una conversación verdadera. Esto la convierte en alguien generoso y amable como pocos.

—¿Cuál fue tu intención al escribir una nueva versión de estas leyendas?

Plutarco, que era el biógrafo de los héroes, dice en su libro Vidas Paralelas: "Tratemos de tamizar estas fábulas al menos para que asuman la apariencia de historias". Ese fue mi deseo, reescribirlas para acercarlas hoy a los lectores de acuerdo con la mirada que arroja sobre ellas esta época en particular. Porque las leyendas permanecen allí, como un buen paño para que se lo borde, se lo remiende, recorte o deshilache a gusto, según el uso y la necesidad. Hasta ahora, el paño resiste.

—¿Cómo definirías la leyenda?

Recuerdo la definición de un académico que decía que las viejas leyendas son lecciones íntimas de la Antigüedad, como un espejo de un mundo que se fue, sencillo, cordial y creyente.

—Pero a pesar de ser lecciones de un mundo que se fue las leyendas siguen teniendo vigencia.

Absolutamente sí, sólo que los contenidos y los héroes se refugian ahora en el cine. Y no son ya aquellas lecciones íntimas sino mensajes con altavoces de un mundo poco sencillo, poco cordial pero que, a pesar de su condición incrédula, sigue necesitando entre otras cosas de la fabulación y de lo mágico. Como sea, las antiguas voces siempre existen, serpentean entre los temas de moda y, por una razón u otra se abren camino para seguir entre nosotros.

—¿Los héroes se refugian ahora en el cine porque allí la tecnología colabora con ellos?

Sí, es cierto. Sin embargo, como en las leyendas de tiempos remotos, lo que verdaderamente cuenta no son los medios más o menos sofisticados sino el ansia y la búsqueda de la liberación y la verdad. El héroe sigue un objetivo preciso y a pesar de estar en desventaja ante las fuerzas del mal puede dominarlas porque primero ha vencido dentro de sí el temor.

—¿Quiere decir entonces que el héroe de antes se parece al de ahora?

Claro, es nuestro viejo Teseo enfrentando al Minotauro. O el nuevo, audaz, intergaláctico Skywalker de La guerra de las galaxias oponiéndose al siniestro Dart Vader que, al final se revela como su padre. Por otra parte, si hablamos del nacimiento del héroe, tanto en la literatura como en el cine, encontramos el tipeo de una máquina de escribir dándoles vida. Los héroes del cine, antes de acceder a la imagen, fueron gestados por la palabra escrita, por el libro o el guión que los vio nacer. Tal vez el vínculo entre los héroes de la literatura y los del cine esté a cargo del antiguo lector y el nuevo espectador, ambos dispuestos a dejarse maravillar por los prodigios. Además, los héroes siempre están de regreso. Vuelven personificando a un investigador privado o a un defensor de la ecología o a un viejo sabio, dotado ahora de debilidades humanas y, lo que es mejor, de cierto sentido del humor que sus antecesores no poseían.

—¿Y qué pasa con la mujer en su rol de heroína?

Bueno, creo que la literatura feminista aportó lo suyo para poner las cosas en su sitio. La editorial Delle parte delle bambine De parte de las niñas, en un libro espléndido donde el relato es una historieta, nos cuenta el revés de la leyenda Teseo y el Minotauro, convirtiendo a Ariadna, la que ayuda a Teseo a salir del laberinto, en la verdadera heroína de la historia. De hecho, el libro se llama Ariadna, entrelíneas de una leyenda. Teseo queda sin un hueso sano y ya desenmascarado aparece como un personaje más bien siniestro, duro, especulador, ambicioso y libertino. Ariadna y la condición femenina, por supuesto, exaltadas.

—Las leyendas se mueven siempre en una zona borrosa entre la realidad y el mito.

Sí, aunque los especialistas hacen juego de malabares para saber si fueron o no obra de autor, si tienen raíz popular o literaria, casi siempre suponemos que no son producto de la fantasía de un individuo sino de una neblinosa memoria colectiva, y partimos de la convención de que las personas y los sucesos existieron realmente. Por otra parte, aunque se trate de fabulaciones, los protagonistas y los hechos tuvieron una vívida presencia en la creencia de las gentes y en la tradición de los pueblos, lo cual les otorga casi la condición de reales.

—Para los escritores es difícil señalar un momento de iniciación pero muchos rescatan experiencias que de alguna manera marcan la "entrada" a la literatura.

Sí, yo asistía al taller de una gran dibujante europea que se llamaba Agnes Lamm y que venía de Kunstkewerbe Schule, una escuela muy prestigiosa de Viena. Yo dibujaba todo el tiempo y en realidad, mi primer texto partió de la imagen. Primero dibujé un personaje y después le escribí un cuento. A ella le entusiasmó mucho lo que yo había escrito y me llevó a la editorial Abril. Allí lo encontré a Boris Spivacow en una pequeña oficina y me preguntó si yo escribía poesía. Le contesté que sí y él me dio dos temas pero yo me trabé totalmente y no pude escribir nada.

—¿Boris Spivacow fue un maestro para vos?

Absolutamente. Yo reconozco a tres maestros. A Spivacow como dije, a Oesterheld, que me enseñó a escribir historietas y a Pedro Orgambide que estaba en la redacción de los libros infantiles de Editorial Abril y me ayudó mucho. Personas muy interesantes, muy buenos maestros.

—Usted habla de una relación entre la creación de sus textos y el movimiento.

Sí, porque aunque la gestación en sí nace de un hecho íntimo y privado, creo que mis historias nacen del movimiento, casi siempre están ligadas a la acción: caminar por la calle, hacer un recorrido en auto o en tren, o la presencia del mar movimiento perpetuo. Tengo un libro que aún no está publicado que me fue dictado por el mar.

—¿Y qué lugar ocupa el campo de los sueños en esa etapa de creación?

Un lugar muy importante porque para mí los sueños son un aspecto de la vida cotidiana como tantos otros que reclaman una entidad propia, diferenciarse, ser contados. Mis sueños no son para nada caóticos, pero eso sí, algunos son tan densos como una novela rusa.

—¿Qué está escribiendo ahora?

Ahora que ya están en la calle estas leyendas que aparecen los sábados con Página/12, quiero trabajar sobre un material de literatura no infantil. Tengo muchas cosas escritas y me gustaría que esos textos también empezaran a circular entre los lectores.


Ángela Pradelli (angelapradelli@ciudad.com.ar) es profesora de Letras, escritora y periodista. Ejerció la docencia en los niveles medio y terciario y coordinando talleres literarios para adolescentes y adultos. Ha publicado Las cosas ocultas (Ediciones del Dock) y cuentos y poesías de su autoría figuran en las antologías La otra palabra, antología de cuentistas argentinas (Editorial Biblos); Concurso Nacional de Poesía Miguel Angel Bustos, Roberto Santoro, Francisco Urondo (Ediciones Ultimo Reino); Quince líneas (Ediciones Tusquets) y Nuevos cuentos, nuevos cuentistas (Grupo Editor Latinoamericano). Por su obra literaria ha recibido distinciones en varios premios y concursos nacionales y extranjeros. Como periodista, colabora en el suplemento semanal Las 12, del diario Página/12, y en la revista literaria Lea.

Entrevista extraída, con autorización de su autora y editores, del Suplemento Las/12, del diario Página/12; Buenos Aires, 10 de marzo de 2000.


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Colección ¡Arriba el telón! en el diario Página/12

Bibliografía de leyendas y cuentos folklóricos

Nena, Olli & Remmler - Ich kann nix dafür

Stephan Remmler (Trío)




Stephan Remmler (* 25. Oktober 1946 in Witten) ist ein deutscher Sänger, Komponist und Musikproduzent. Bekannt wurde er als Sänger der NDW-Gruppe Trio, die mit ihrem Lied „Da da da“ Welterfolge feierten.

Werk
Textlich thematisiert Remmler in seinen Liedern häufig kleine zwischenmenschliche Alltagsgeschichten – meist mit leicht ironischen Untertönen. Auch veröffentlichte er immer wieder Trinklieder.

Da Da Da - Molotov- Letra en castellano




No me quiera chamaquear. (aha)
Que me quieres ayudar. (aha)
Que es lo que me vas a dar. (aha)
No nos vamos a dejar. (aha)
Sobre mi quieres pasar. (aha)
Quieres que vaya a votar. (aha)
Que te quieres postular. (aha)
Pa' poderme gobernar. (aha)

Ich lich ternichte ur nich nicht (x4)

Da, Da, Da(x4)
Da da da, hector cid, hector cid.
Da da da, hector cid, hector cid.
Da da da, hector cid, hector cid.
Da da da, hector cid, hector cid.
Da Da Da(x4)

Ich lich ternichte ur nich nicht ..aja(x4)

Que te quieres divertir. (aha)
No te dejas de reir. (aha)
Se porque te quieres ir. (aha)
Te la vamos a partir. (aha)

Ich lich ternichte ur nich nicht (x4)

Da, Da, Da(x4)
Da da da, hector cid, hector cid.
Da da da, hector cid, hector cid.
Da da da, te torcí, te torcí.
Da Da Da
Fuente: musica.com

Molotov

Foo Fighters - My Hero!

Foo Fighters is an American rock band formed by singer/guitarist/drummer Dave Grohl in 1995.Grohl formed the group as a one-man project after the dissolution of his previous band Nirvana in 1994. Prior to the release of Foo Fighters in 1995, Grohl drafted Nate Mendel (bass), William Goldsmith (drums), and Pat Smear (guitar) to complete the group. Goldsmith left during the recording of the group's second album The Colour and the Shape (1997), soon followed by Smear. They were replaced by Taylor Hawkins and Franz Stahl, respectively, although Stahl left prior to the recording of the group's third album, There Is Nothing Left to Lose (1999).

Chris Shiflett joined as the band's second guitarist after the completion of There is Nothing Left to Lose. The band released its fourth album One by One in 2002. The group followed that release with the two-disc In Your Honor (2005), which was split between acoustic songs and harder-rocking material. Foo Fighters released its sixth album Echoes, Silence, Patience & Grace in 2007. Over the course of the band's career, three of its albums have won Grammy Awards for Best Rock Album, and all six have been nominated for Grammys.


Picardías en el cine...

Algo de historia...



Trio es el nombre de un grupo musical alemán que se hizo famoso en 1982 durante la Neue Deutsche Welle, movimiento del cual pronto se distanciarían. Los primeros años, la música de Trio estuvo marcada por el minimalismo, que se manifestaba tanto en los textos como en la simplificación de la música a solo dos instrumentos: batería y guitarra. Su mayor éxito fue la canción Da da da , que les hizo internacionalmente conocidos y de la que vendieron 13 millones de ejemplares.

Fuente: http://www.lastfm.es/music/Trio

Da da da Trío desde el recuerdo, año?





La primera novela en papel higiénico, cerca de convertirse en "best-seller"

miércoles 8 de julio, 8:28 AM

Tokio, 8 jul (EFE).- La primera novela impresa en un rollo de papel higiénico en Japón ha vendido ya 80.000 ejemplares tras un mes en el mercado, por lo que está cerca de convertirse en "best-seller", dijo hoy a Efe un portavoz de la papelera Hayashi.

La novela "Drop" (gota, en español) del famoso escritor nipón Koji Suzuki, está a tan sólo 20.000 ejemplares de ser considerado un éxito de ventas en Japón, aunque ninguna editorial lo ha publicado.

La novela corta cuenta una historia de terror psicológico que transcurre entre las cuatro paredes de un pequeño baño japonés y dura exactamente 88 centímetros de papel, por lo que en cada rollo se repite 34 veces, y cuesta 210 yenes (1,6 euros, 2,2 dólares).

En Japón se ha convertido en una tradición aprovechar el tiempo dedicado al excusado y dedicarlo a otros pasatiempos, por lo que empresas como Hayashi Paper, encargada de distribuir "Drop" en este novedoso soporte, venden desde hace tiempo rollos con historietas manga o sobre temas educativos.

El ejemplo de "Drop", que se vende tanto en las secciones de productos del hogar de supermercados como en librerías o internet, podría extenderse, aunque el portavoz de Hayashi Paper confesó que una de las razones es la popularidad de Suzuki.

El escritor es muy conocido en Japón por sus novelas de terror y ha trascendido las fronteras del país asiático con su novela "Ring", posteriormente adaptada al cine por Hollywood.

Suzuki acordó con Hayashi Paper escribir una novela de 2.000 palabras para que fuese leída en el baño, ya que en su opinión en algunas ocasiones es un lugar que inspira terror por ser húmedo, oscuro y sucio.