martes, 5 de agosto de 2014

Nathalie Sarraute, literatura para interpretar lo no dicho

Nathalie Sarraute, literatura para interpretar lo no dicho

Por Carlos Solero / Especial para El Ciudadano. Una intelectual que revolucionó la forma de describir personajes y situaciones en la novela del siglo XX.
Publicado el 24 febrero 2014
Nathalie Sarraute, ubicada en la corriente literaria francesa conocida como nouveau roman (nueva novela), es una de las mujeres que durante el siglo XX contribuyó a renovar la literatura contemporánea.
Nacida en Ivanovo (Rusia), en cercanías de Moscú, como Natalia Ilíchna Cherniak el 19 de julio de 1900, su vida transcurriría entre Rusia y Francia.
En el año 1909 Nathalie se trasladó con su familia a París.
Estudió en las universidades de París y luego en Oxford, centros académicos en los que siguió las carreras de letras, historia, sociología y derecho.
Se graduó como abogada, profesión que ejerció hasta 1941 y que abandonó para dedicarse por entero a la labor literaria.
Lo que verdaderamente la sedujo es la literatura. Sus lecturas de Marcel Proust y Virginia Woolf serán definitorias en su vocación y hacer literario. Las innovaciones que estos autores proponen respecto de la manera de relatar y tratar a los personajes tendrán en ella una fuerte influencia. Comenzó a vivenciar que había que revolucionar la novela.
En 1925 unió su vida a la de Raymond Sarraute, con quien engendraría tres hijos.
En 1932 Nathalie Sarraute comenzó a esbozar los escritos de lo que en 1939 publicó bajo el título de Tropismos. Su libro fue elogiado por figuras tan relevantes como Jean Paul Sartre y Max Jacob.
En 1956, Sarraute dio conocer su ensayo La era de la sospecha, donde puso en cuestión las reglas y convenciones tradicionales de la novela. Éste es quizá el paso que la incorporó definitivamente a la corriente de la nouveau roman junto a los escritores Alain Robbe-Grillet, Michel Butor y Claude Simon. Fueron también memorables sus ensayos dedicados a analizar las obras de Paul Valéry y Gustav Flaubert.
El objetivo de Nathalie Sarraute fue develar lo no dicho y lo no confesado. Sus personajes sostienen soliloquios y permanentes diálogos consigo mismos, que tienden a reflejar sus “fantasmas”, sus miedos internos. Esto torna a sus relatos a veces un tanto herméticos al lector. Como afirma un comentarista: “Es una experta en detectar los innumerables pequeños crímenes que provocan en nosotros las palabras de los demás. Estas palabras son a menudo anodinas, y su fuerza destructiva se esconde bajo una caparazón de lugares comunes, frases corteses y comportamientos educados…”.
Entre las obras de Nathalie Sarraute podemos enumerar libros como Tropismos (1939), las novelas Retrato de un desconocido (1948), El planetario (1959), Los frutos de oro (1963), ¿Les oye usted? (1972), Dicen los imbéciles (1976) y obras de teatro como El silencio (1964), La mentira (1966), Isma, o lo que se llama nada (1970) y Es hermoso (1978). También otros volúmenes como Entre la vida y la muerte (1968), El uso de la palabra (1980), Tú no te quieres (1989), Aquí (1995), Abra (1997) y Lectura (1998).
En el prólogo a Retrato de un desconocido, de Nathalie Sarraute, Jean Paul Sartre, el filósofo existencialista, afirmó: “Uno de los rasgos más singulares de nuestra época literaria es la aparición aquí y allá, de obras vivaces y absolutamente negativas que se podrían calificar de antinovelas. Coloco en esta categoría obras de Nabokov, las de Evelyn Waugh y en cierto sentido Los monederos falsos (se refiere al célebre libro de André Gide)”.
Continúa Sartre: “Las antinovelas conservan la apariencia y los relieves de la novela; son obras de imaginación que nos presentan personajes ficticios y nos refieren su historia. Pero sólo para defraudar: trátase de refutar la novela mediante la propia novela, de destruirla bajo nuestros ojos en el preciso instante en que el autor parece edificarla, de escribir la novela de una novela que no se desarrolla, que no puede desarrollarse, de crear una ficción que sea a las grandes obras compuestas por Dostoievsky y por Meredith lo que es a los cuadros de Rembrandt y Rubens aquella tela de Miró titulada Asesinato de la pintura. Estas obras extrañas y de difícil clasificación no atestiguan la debilidad del género sino sólo señalan que vivimos en una época de reflexión y que la novela está en vías de reflexionar sobre sí misma. Tal el libro de Nathalie Sarraute (Retrato de un desconocido): una antinovela que se lee como una novela policial. Por lo demás, una parodia de las novelas de indagación”, concluyó
Sartre que trabajó en sus ensayos, cuentos, novelas y su teatro “de situación” las condiciones de la alienación en las sociedades contemporáneas, nos marca cómo en Sarraute aparece presentada la supuesta autenticidad en la relación entre prójimos, pero detrás de los muros que muestra que todo es inaprensible, aparente, es decir inauténtico.
Dice Sartre: “Lo mejor de Natahalie Sarraute es su estilo lleno de tropiezos, titubeante, tan honesto, tan colmado de arrepentimiento, que se acerca al objeto con precauciones piadosas, retrocede de pronto –por una suerte de timidez– ante la complejidad de las cosas y que, a fin de cuentas, nos entrega bruscamente al monstruo todo baboso, pero casi sin tocarlo, por la virtud mágica de una imagen. ¿Hay aquí psicología? Acaso Nathalie Sarraute, gran admiradora de Dostoievsky, querría hacérnoslo creer. En cuanto a mí, pienso que al dejar adivinar una autenticidad inaprensible, al mostrar aquel vaivén incesante de lo particular a lo general, al dedicarse a pintar el mundo tranquilizador de lo inauténtico, ha depurado una técnica que permite alcanzar, más allá de lo psicológico, la realidad humana en su existencia misma”.
Las obras de Nathalie Sarraute han sido traducidas a una veintena de idiomas y su lectura es esencial para procurar comprender la complejidad de las relaciones sociales e interpersonales.
Por razones de su origen judío esta escritora debió vivir de modo clandestino durante la ocupación de Francia por los nazis. Su vida se apagó en la ciudad de París el 19 de octubre de 1999, cuando casi alcanzaba un siglo de existencia. Su legado permanece vivo y aún nos interpela.

Imaginar la ciencia: cine, literatura y divulgación científica

Los escritores de divulgación científica insisten mucho en que la ciencia no tiene por qué ser aburrida y difícil. Tampoco los mundos imaginados por la ciencia-ficción tienen que ser serios y poco divertidos. Proponemos en esta entrada una selección de libros  que abordan la ciencia  y ciencia ficción con ironía y humor y cuya lectura puede provocar desde una sonrisa hasta la hilaridad y la carcajada más franca.

 

Viva la ciencia  es una obra de divulgación en la que Sánchez Ron aporta su capacidad narrativa y divulgativa y Antonio Mingote sus extraordinarios y agudos dibujos logrando una perfecta sincronía en la que texto y dibujo se alían para incitar a los lectores a adentrarse y disfrutar del mundo de la ciencia.
 



  
  
  
  
  
 
 Las vidas de Galileo  es un cómic que nos acerca a la figura de Galileo a través de seis épocas en la historia de la Astronomía. Galileo es el protagonista en cada una de ellas y nos presenta los descubrimientos que cambiaron el mundo.
 
   
 
 
  Por no mencionar al perro es una frenética  novela en la que Connie Willismezcla la comedia clásica de costumbres con  las convenciones de la novela victoriana y de detectives y la teoría del caos. Un viajero del tiempo decide tomarse un descanso en la Inglaterra de 1888. Lo que debería ser una época tranquila de té a las cinco y partidos de cróquet se convierte en un monumental enredo lleno de situaciones caóticas y desternillantes. La novela de Willis es una historia de amor, paradojas y viajes en el tiempo, una ciencia-ficción moderna que asegura la diversión desde el principio hasta el final sin tregua alguna.

   
El universo de al lado de Eduardo Llano plantea un argumento insólito: primero desapareció del mundo Bulgaria y a nadie pareció importarle. Una semana después Paraguay. Hasta que, otra semana más tarde, y ahora sí ante la consternación mundial, la luna dejó deverse. Un disparatado comando de la CIA tiene la misión de recuperar loa países y el satélite. Una novela sorprendente, original y divertida.La muerte también admite un enfoque desenfadado y jovial.  En Un trabajo muy sucio,  de Christopher Moore, el protagonista, Charlie, es reclutado para un trabajo desagradable pero muy necesario: la Muerte. Es un trabajo muy sucio, pero alguien tiene que hacerlo. Como se dice en la portada “recomendaría esta novela a cualquiera que alguna vez tenga que morirse”
  


 El  recientemente galardonado con el premio Planeta, Eduardo Mendoza, también ha hecho incursiones en la ciencia-ficción.  El último trayecto de Horacio Dos  es una especie de diario de a bordo de un recorrido sideral. El comandante Horacio Dos, como jefe de una estrafalaria expedición, surcará el espacio en condiciones extremadamente precarias junto a unos peculiares pasajeros: delincuentes, mujeres descarriadas y ancianos…disparatados personajes cuya presencia  el narrador califica  “de inapropiada, un punto por encima de inoportuna y uno por debajo de comprometedora”. Una divertidísima fabulación que participa de la ironía, de la parodia y de la picaresca, y en la que la carcajada, ante la extraordinaria inventiva verbal de Mendoza, es imposible de reprimir.
  


Números pares, impares e idiotas,  de Juan José Millás y Forges  está formado por una serie de cuentos que  narran la vida desconocida de  los números: cómo viven en una oscuridad  terrible y huyen de los matemáticos como de la peste por miedo a ser sumados, restados, multiplicados y divididos.
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Todas las imágenes están tomadas de los libros recomendados.