martes, 29 de noviembre de 2011

Jorge Luis Borges

¡Buenos días! Hoy es martes, noviembre 29, 2011 y son las 0:38 am

Jorge Luis Borges
(1899–1986)


Para las seis cuerdas (1965)



PRÓLOGO

Toda lectura implica una colaboración y casi una complicidad. En el Fausto, debemos admitir que un gaucho pueda seguir el argumento de una ópera cantada en un idioma que no conoce; en el Martín Fierro, un vaivén de bravatas y de quejumbres, justificadas por el propósito político de la obra, pero del todo ajenas a la índole sufrida de tos paisanos y a los precavidos modales del payador.
En el modesto caso de mis milongas, el lector debe suplir la música. ausente por la imagen de un hombre que canturrea, en el umbral de su zaguán o en un almacén, acompañándose con la guitarra. La mano se demora en las cuerdas y las palabras cuen­tan menos que los acordes.
He querido eludir la sensiblería del inconsolable “tango-canción” y el manejo sistemático del lunfardo, que infunde un aire artificioso a las sencillas coplas.
Que yo sepa, ninguna otra aclaración requieren estos versos.

J. L. B.

Buenos Aires, junio de 1965.



MILONGA DE DOS HERMANOS

Traiga cuentos la guitarra
De cuando el fierro brillaba,
Cuentos de truco y de taba,
De cuadreras y de copas,
Cuentos de la Costa Brava
Y el Camino de las Tropas.

Venga una historia de ayer
Que apreciarán los más lerdos;
El destino no hace acuerdos
Y nadie se lo reproche—
Ya estoy viendo que esta noche
Vienen del Sur los recuerdos.

Velay, señores, la historia
De los hermanos Iberra,
Hombres de amor y de guerra
Y en el peligro primeros,
La flor de los cuchilleros
Y ahora los tapa la tierra.

Suelen al hombre perder
La soberbia o la codicia;
También el coraje envicia
A quien le da noche y día-
El que era menor debía
Más muertes a la justicia.

Cuando Juan Iberra vio
Que el menor lo aventajaba,
La paciencia se le acaba
Y le fue tendiendo un lazo.
Le dio muerte de un balazo,
Allá por la Costa Brava.

Así de manera fiel
Conté la historia hasta el fin;
Es la historia de Caín
Que sigue matando a Abel.





¿DONDE SE HABRÁN IDO?

Según su costumbre, el sol
Brilla y muere, muere y brilla
Y en el patio, como ayer,
Hay una luna amarilla,
Pero el tiempo, que no ceja,
Todas las cosas mancilla—
Se acabaron los valientes
Y no han dejado semilla.

¿Dónde están los que salieron
A liberar las naciones
O afrontaron en el Sur
Las lanzas de los malones?
¿Dónde están los que a la guerra
Marchaban en batallones?
¿Dónde están los que morían
En otras revoluciones?

—No se aflija. En la memoria
De los tiempos venideros
También nosotros seremos
Los tauras y los primeros.

El ruin será generoso
Y el flojo será valiente:
No hay cosa como la muerte
Para mejorar la gente.

¿Dónde está la valerosa
Chusma que pisó esta tierra,
La que doblar no pudieron
Perra vida y muerte perra,
Los que en duro arrabal
Vivieron como en la guerra,
Los Muraña por el Norte
Y por el Sur los Iberra?

¿Qué fue de tanto animoso?
¿Qué fue de tanto bizarro?
A todos los gastó el tiempo,
A todos los tapa el barro.
Juan Muraña se olvidó
Del Cadenero y del carro
Y ya no sé si Moreira
Murió en Lobos o en Navarro.

—No se aflija. En la memoria...





MILONGA DE JACINTO CHICLANA

Me acuerdo. Fue en Balvanera,
En una noche lejana
Que alguien dejó caer el nombre
De un tal Jacinto Chiclana.

Algo se dijo también
De una esquina y de un cuchillo;
Los años nos dejan ver
El entrevero y el brillo.

Quién sabe por qué razón
Me anda buscando ese nombre;
Me gustaría saber
Cómo habrá sido aquel hombre.

Alto lo veo y cabal,
Con el alma comedida,
Capaz de no alzar la voz
Y de jugarse la vida.

Nadie con paso más firme
Habrá pisado la tierra;
Nadie habrá habido como él
En el amor y en la guerra.

Sobre la huerta y el patio
Las torres de Balvanera
Y aquella muerte casual
En una esquina cualquiera.

No veo los rasgos. Veo,
Bajo el farol amarillo,
El choque de hombres o sombras
Y esa víbora, el cuchillo.

Acaso en aquel momento
En que le entraba la herida,
Pensó que a un varón le cuadra
No demorar la partida.

Sólo Dios puede saber
La laya fiel de aquel hombre;
Señores, yo estoy cantando
Lo que se cifra en el nombre.

Entre las cosas hay una
De la que no se arrepiente
Nadie en la tierra. Esa cosa
Es haber sido valiente.

Siempre el coraje es mejor,
La esperanza nunca es vana;
Vaya pues esta milonga,
Para Jacinto Chiclana.





MILONGA DE DON NICANOR PAREDES

Venga un rasgueo y ahora,
Con el permiso de ustedes,
Le estoy cantando, señores,
A don Nicanor Paredes.

No lo vi rígido y muerto
Ni siquiera lo vi enfermo;
Lo veo con paso firme
Pisar su feudo, Palermo.

El bigote un poco gris
Pero en los ojos el brillo
Y cerca del corazón
El bultito del cuchillo.

El cuchillo de esa muerte
De la que no le gustaba
Hablar; alguna desgracia
De cuadreras o de taba.

De atrio, más bien. Fue caudillo,
Si no me marra la cuenta,
Allá por los tiempos bravos
Del ochocientos noventa.

Lacia y dura la melena
Y aquel empaque de toro;
La chalina sobre el hombro
Y el rumboso anillo de oro.

Entre sus hombres había
Muchos de valor sereno;
Juan Muraña y aquel Suárez
Apellidado el Chileno.

Cuando entre esa gente mala
Se arma algún entrevero
Él lo paraba de golpe,
De un grito o con el talero.

Varón de ánimo parejo
En la buena o en la mala;
“En casa de jabonero
El que no se cae se refala.”

Sabía contar sucedidos,
Al compás de la vihuela,
De las casas de Junín
Y de las carpas de Adela.

Ahora está muerto y con él
Cuánta memoria se apaga
De aquel Palermo perdido
Del baldío y de la daga.

Ahora está muerto y me digo:
¿Qué hará usted, don Nicanor,
En un cielo sin caballos
Ni envido, retruco y flor?





UN CUCHILLO EN EL NORTE

Allá por el Maldonado,
Que hoy corre escondido y ciego,
Allá por el barrio gris
Que cantó el pobre Carriego,

Tras una puerta entornada
Que da al patio de la parra,
Donde las noches oyeron
El amor de la guitarra,

Habrá un cajón y al fondo
Dormirá con duro brillo,
Entre esas cosas que el tiempo
Sabe olvidar, un cuchillo.

Fue de aquel Saverio Suárez,
Por más mentas el Chileno,
Que en garitos y elecciones
Probó siempre que era bueno.

Los chicos, que son el diablo,
Lo buscarán con sigilo
Y probarán en la yema
Si no se ha mellado el filo.

Cuántas veces hará entrado
En la carne de un cristiano
Y ahora está arrumbado y solo,
A la espera de una mano,

Que es polvo. Tras el cristal
Que dora un sol amarillo,
A través de años y casas,
Yo te estoy viendo, cuchillo.





EL TÍTERE

A un compadrito le canto
Que era el patrón y el ornato
De las casas menos santas
Del barrio de Triunvirato.

Atildado en el vestir,
Medio mandón en el trato;
Negro el chambergo y la ropa,
Negro el charol del zapato.

Como luz para el manejo
Le firmaba un garabato
En la cara al más garifo,
De un solo brinco, a lo gato.

Bailarín y jugador,
No sé si chino o mulato,
Lo mimaba el conventillo,
Que hoy se llama inquilinato.

A las pardas zaguaneras
No les resultaba ingrato
El amor de ese valiente,
Que les dio tan buenos ratos.

El hombre, según se sabe,
Tiene firmado un contrato
Con la muerte. En cada esquina
Lo anda acechando el mal rato.

Un balazo lo tumbó
En Thames y Triunvirato;
Se mudó a un barrio vecino,
El de la Quinta del Ñato.





MILONGA DE LOS MORENOS

Alta la voz y animosa
Como si cantara flor,
Hoy, caballeros, le canto
A la gente de color.

Marfil negro los llamaban
Los ingleses y holandeses
Que aquí los desembarcaron
Al cabo de largos meses.

En el barrio de Retiro
Hubo mercado de esclavos;
De buena disposición
Y muchos salieron bravos.

De su tierra de leones
Se olvidaron como niños
Y aquí los aquerenciaron
La costumbre y los cariños.

Cuando la patria nació
Una mañana de Mayo,
El gaucho sólo sabía
Hacer la guerra a caballo.

Alguien pensó que los negros
No eran ni zurdos ni ajenos
Y se formó el Regimiento
De Pardos y de Morenos.

El sufrido regimiento
Que llevó el número seis
Y del que dijo Ascasubi:
“Más bravo que gallo inglés”.

Y así fue que en la otra banda
Esa morenada, al grito
De Soler, atropelló
En la carga del Cerrito.

Martín Fierro mató a un negro
Y es casi como si hubiera
Matado a todos. Sé de uno
Que murió por la bandera.

De tarde en tarde en el Sur
Me mira un rostro moreno,
Trabajado por los años
Y a la vez triste y sereno.

¿A qué cielo de tambores
Y siestas largas se han ido?
Se los ha llevado el tiempo,
El tiempo, que es el olvido.





MILONGA PARA LOS ORIENTALES

Milonga que este porteño
Dedica a los orientales,
Agradeciendo memorias
De tardes y de ceibales.

El sabor de lo oriental
Con estas palabras pinto;
Es el sabor de lo que es
Igual y un poco distinto.

Milonga de tantas cosas
Que se van quedando lejos;
La quinta con mirador
Y el zócalo de azulejos.

En tu banda sale el sol
Apagando la farola
Del Cerro y dando alegría
A la arena y a la ola.

Milonga de los troperos
Que hartos de tierra y camino
Pitaban tabaco negro
En el Paso del Molino.

Milonga del primer tango
Que se quebró, nos da igual,
En las casas de Junín
O en las casas de Yerbal.

Como los tientos de un lazo
Se entrevera nuestra historia,
Esa historia de a caballo
Que huele a sangre y a gloria.

Milonga de aquel gauchaje
que arremetió con denuedo
En la pampa, que es pareja,
O en la Cuchilla de Haedo.

¿Quién dirá de quienes fueron
Esas lanzas enemigas
Que irá desgastando el tiempo,
Si de Ramírez o Artigas?

Para pelear como hermanos
Era buena cualquier cancha;
Que lo digan los que vieron
Su último sol en Cagancha.

Hombro a hombro o pecho a pecho,
Cuántas veces combatimos.
¡Cuántas veces nos corrieron,
Cuántas veces los corrimos!

Milonga del olvidado
Que muere y que no se queja;
Milonga de la garganta
Tajeada de oreja a oreja.

Milonga del domador
De potros de casco duro
Y de la plata que alegra
El apero del oscuro.

Milonga de la milonga
A la sombra del ombú,
Milonga del otro Hernández
Que se batió en Paysandú.

Milonga para que el tiempo
Vaya borrando fronteras;
Pro algo tienen los mismos
Colores las dos banderas.




MILONGA DE ALBORNOZ

Alguien ya contó los días,
Alguien ya saber la hora,
Alguien para Quien no hay
Ni premuras no demora.

Albornoz pasa silbando
Una milonga entrerriana;
Bajo el ala del chambergo
Sus ojos ven la mañana,

La mañana de este día
Del ochocientos noventa;
En el bajo del Retiro
Ya le han perdido la cuenta

De amores y trucadas
Hasta el alba y de entreveros
A fierro con los sargentos,
Con propios y forasteros.

Se la tienen bien jurada
Más de un taura y más de un pillo;
En una esquina del Sur
Lo está esperando un cuchillo.

No un cuchillo sino tres,
Antes de clarear el día
Se le vinieron encima
Y el hombre se defendía.

Un acero entró en el pecho,
Ni se le movió la cara;
Alejo Albornoz murió
Como si no le importara.

Pienso que le gustaría
Saber que hoy anda su historia
En una milonga. El tiempo
Es olvido y es memoria.




MILONGA DE MANUEL FLORES

Manuel Flores va a morir.
Eso es moneda corriente;
Morir es una costumbre
Que sabe tener la gente.

Y sin embrago me duele
Decirle adiós a la vida,
Esa cosa tan de siempre,
Tan dulce y tan conocida.

Miro en el alba mis manos,
Miro en las manos las venas;
Con extrañeza las miro
Como si fueran ajenas.

Vendrán los cuatro balazos
Y con los cuatro el olvido;
Lo dijo el sabio Merlín:
Morir es haber nacido.

¡Cuánta cosa en su camino
Estos ojos habrán visto!
Quién sabe lo que verán
Después que me juzgue cristo.

Manuel Flores va a morir.
Eso es moneda corriente;
Morir es una costumbre
Que sabe tener la gente.




MILONGA DE CALANDRIA

Servando Cardoso el nombre
Y Ño Calandria el apodo;
No lo sabrán olvidar
Los años, que olvidan todo.

No era un científico de esos
Que usan arma de gatillo;
Era su gusto jugarse
En el baile del cuchillo.

Cuántas veces en Montiel
Lo habrá visto la alborada
En brazos de una mujer
Ya tenida y ya olvidada.

El arma de su afición
Era el facón caronero.
Fueron una sola cosa
El cristiano y el acero.

Bajo el alero de sombra
O en el rincón de la parra,
Las manos que dieron muerte
Sabían templar la guitarra.

Fija la vista en los ojos,
Era capaz de parar
El hachazo más taimado.
¡Feliz quien lo vio pelear!

No tan felices aquellos
Cuyo recuerdo postrero
Fue la brusca arremetida
Y la entrada del acero.

Siempre la selva y el duelo,
Pecho a pecho y cara a cara.
Vivió matando y huyendo.
Vivió como si soñara.

Se cuenta que una mujer
Fue y lo entregó a la partida;
A todos, tarde o temprano,
Nos va entregando la vida.







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lunes, 28 de noviembre de 2011

El diccionario que necesitabas

El diccionario que necesitabas. Y otros diez diccionarios en español

Conozcan al útil Goodrae y todas sus funciones. Además, otros diez diccionarios en español para consultar online.

Publicado por Diego Rottman 25/11/2011 01:11
Goodrae es un diccionario en español que permite hacer búsquedas más complicadas y dinámicas que el de la Real Academia Española. Todos los errores de uso que tiene el diccionario de la RAE, Goodrae los resuelve.

Uno es el que nos va llevando de una palabra a la otra. Así lo cuenta su creador:
Soy maestro de Primaria y una situación parecida a la siguiente se daba en clase con demasiada frecuencia. Algo había que hacer.

"- Maestro, ¿qué es "abaleadura"? - Búscalo en el diccionario, Ramón. (...tic, tac, tic, tac...) - "Acción y efecto de abalear." Y ¿qué es "abalear"? - Pues, búscalo en el diccionario, Ramón ( ...tic, tac, tic, tac...) - "Separar del trigo, cebada, etc., después de aventados, y con escoba a propósito para ello, los granzones y la paja gruesa." ¿Y qué es "aventados"? ¿y qué son "granzones"? - Ehhhhh...."
Con Goodrae cada palabra es clickeable y lleva a su significado, con lo que las dudas de este alumno se resolverían en cuestión de segundos.

Pero hay más: ¿están haciendo un crucigrama y tienen una palabra que empieza con "xi" y termina con "o"? Con Goodrae pueden poner "xi*o" y les mostrará todas las palabras en español que pueden ser: xifoideo, xilófago, xilófono, xilográfico, xilógrafo, xilórgano. Lo mismo sirve para el Scrabel.

Y ya que hablamos de juegos, si en el Tutti-Frutti hay que poner colores, basta buscar "color" en Goodrae y hallaremos todos los que figuran en el diccionario (¿sabían que existe un color aberenjenado? ideal para no tener que poner azul).

Los poetas también pueden acudir a Goodrae cuando la inspiración falla. Si no se les ocurre con qué rimar "dicha", acá tienen doce opciones ofrecidas por Goodrae (me quedo con salchicha).

Pero Goodrae no es el único diccionario en español alternativo al de la RAE. Acá van otras propuestas y cuándo usarlas:

- Wikipedia: la enciclopedia más conocida de la Red. Al momento de escribir esto, la versión en español tenía 845.818 artículos. Se complementa con el Wikcionario, el diccionario de Wikipedia.

- Compjugador: un diccionario para ver cómo se conjuga cualquier verbo en español.

- El País y El Mundo:
los dos diarios españoles ofrecen, además del diccionario convencional, diccionarios de sinónimos, antónimos, de inglés, de francés y, en el caso de El Mundo, también de Medicina.

- Clarín: ideal para encontrar palabras que se usan solo en Argentina, como por ejemplo "teca".

- Diccionario de dudas: en este servicio de la Real Academia Española se puede consultar si de debe decir "menús" o "menúes". Otro diccionario de dudas es el de Fundeu.

- María Moliner: junto con el de la RAE, el diccionario más respetado.

- Diccionario de rimas: otro para poetas, pero exclusivamente orientado a escribir en verso.

- Diccionario de Google: con poner define: seguido del término que querramos consultar en la ventana de búsqueda de Google, accederemos a su definición. Por ejemplo define:FMI

domingo, 20 de noviembre de 2011

Extrañas muertes

CLARIN, 20 de setiembre de 1998

RELATO POLICIAL DE PABLO DE SANTIS
Extrañas muertes

La Traducción
Por PABLO DE SANTIS
(Planeta) 183 páginas

Las ratas, de José Bianco -escribió Borges en la década del 40-, es uno de los pocos libros argentinos que recuerdan que hay un lector: un hombre silencioso cuya atención conviene retener, cuyas previsiones hay que frustrar, delicadamente, cuyas reacciones hay que gobernar y que presentir, cuya amistad es necesaria, cuya complicidad es preciosa. ¿Cuántos escritores de nuestro tiempo sospechan esa necesidad? ¿Cuántos, en vez de interesar al lector, no se proponen abrumarlo e intimidarlo?"La traducción, finalista del Premio Planeta 1997, afirma a Pablo De Santis como uno de esos pocos que Borges supo reconocer en Bianco.

Narrada en primera persona, la historia transcurre cinco años antes del momento del relato en una ciudad fantasma de la costa argentina. Allí se realizó un congreso de traductores al que Miguel De Blast -40 años, casado, reacio a participar de esos eventos- asistió atraído por la presencia anticipada de una mujer con la que quince años atrás estuvo involucrado. Allí se encontrará también con un antiguo rival al que, como es debido, secretamente admira. El triángulo vuelve a armarse. Paralelamente, una serie de extrañas muertes complica la posición de unos respecto del otro, y, en ese juego de vértices cambiantes, Miguel se debatirá entre el amor a la mujer perdida, el odio a su colega y la búsqueda de la versión real de los hechos, cifrada en el denominador común de una moneda.

Pero bien. ¿Qué prueba que un novelista piensa en el lector? La respuesta: la conciencia extrema del lenguaje como vehículo ideal y exclusivo sobre el cual montar una historia y hacerla andar por los rieles de la tensión narrativa, únicos rieles posibles para llegar al lector con esa otra historia que siempre hay detrás de la aparente historia y que, en general, llamamos "sentido de la novela". A esa historia, Edward M. Forster la llamaba "fantasía y profecía". "Las palabras -escribió- contienen algo ajeno a su simplicidad." Ese "algo", para Forster, tenía por tema el universo, "o algo universal", que no necesariamente debía "hablar" sobre el universo sino "proponerse cantar" sobre él para que el carácter extraño de la melodía que se eleva en las salas de la novela causara entonces una conmoción en el lector. A cada paso, De Santis es consciente de ese canto y de ese "cierto acento en la voz del novelista" que saca a las palabras de la literalidad para convertirlas en literatura. Hay en la mirada de De Santis un conocimiento silencioso de las relaciones humanas, de aquello que, por debajo de la aparente comunicación de las palabras, comunica más verdaderamente a las personas. De Santis consigue pasar esto a un primer plano sin ponerlo explícitamente de relieve: maneja bien los silencios e inyecta a las descripciones y a los diálogos un matiz de cosa inconclusa que produce, misteriosamente, el efecto contrario de lo inacabado. De Santis lo sabe y lo busca. "Ese libro -dice uno de los personajes- me sirvió mucho en mis investigaciones. No tanto por lo que dice, como por lo que no dice. Para entenderlo hay que saber leer las alusiones, los vacíos." Como en esos dibujos prefigurados por puntos o números que uno debe ir uniendo con líneas para poder completarlos, De Santis elige con justeza la distancia entre punto y punto, conoce la dimensión de sus espacios, ve en cada uno de ellos el recipiente necesario para que la imaginación del lector encuentre allí su sitio y repose, y para que el texto, entonces, como un destino que se cumple, finalmente tome cuerpo. Un ejemplo: "Cuando estaba por dejar la mesa, apareció Ana (la mujer con la que estuvo involucrado quince años atrás). Vestía una gigantesca campera verde. Pensé con celos que la había heredado de algún hombre. ¿Te acordás de esta campera? -preguntó-. Espero que no la reclames. Se sentó y pidió un café". Un ejemplo más: "Ana hizo saltar una de las monedas en el aire. ¿Dónde estaban? -preguntó-. En la boca, debajo de la lengua -dije-. Tiró las monedas sobre la cama, como si bruscamente se hubieran convertido en otra cosa. Las palabras moldean la materia en segundos". Bajo este mismo criterio, De Santis enfrenta las escenas de mayor dramatismo -aquellas que, en sí mismas, ya encierran un determinado poder emotivo- con un laconismo conscientemente buscado: sabe que, en términos formales, la literatura es mentir y que la mejor literatura es la que mejor miente. Sabe que, entre las muchas maneras de mentir -como escribió Onetti-, existe una, "la más repugnante de todas", que es "decir la verdad, toda la verdad, ocultando el alma de los hechos". De Santis delega esa responsabilidad (otorgar un alma a los hechos), no como un acto de traición sino de generosidad y respeto hacia ese cómplice sin el cual ningún libro se completa. Más que concebir y pensar en el lector, confía en él. No le explica lo innecesario, no busca impresionarlo con malabares del lenguaje. Como en Bia Sin embargo, también es cierto que, a lo largo de toda la novela y debido a estas virtudes, pareciera existir una promesa que no llega a consumarse: la promesa de un regreso al punto inicial del relato, a la actualidad de De Blast, a este presente en el que, tras cinco años y con la historia ya contada, el narrador exhibe los móviles que lo llevaron a recordar esta historia y a explicar por qué, como dice al final del primer capítulo, "los objetos que llevan inscripciones tales como Recuerdo de... rara vez son recuerdo de algo". "El faro, en cambio -agrega allí De Santis-, me sigue enviando señales de advertencia." Luego del final, la trama se repliega sobre sí misma, cada pieza ocupa su lugar, el instrumento de relojería queda armado. Pero, de pronto, se filtra en el lector una ligera desazón: sin ese regreso al presente de De Blast, lo anecdótico se impone más de lo necesario por sobre el sentido general de la novela, hasta llegar casi a eclipsarlo.

Un libro, antes que nada, es tiempo por vivir. De Santis escribió una hermosa novela o, lo que es lo mismo, una larga sucesión de momentos de felicidad.

DIEGO BAGNERA

martes, 15 de noviembre de 2011

Voyage voyage

Voyage voyage
ENE 27
Posteado por Capitán Tomate en Anécdotas 1 comentario
A las puertas de la inaguración de Fitur (empieza mañana…) hoy voy a poner una canción que viene mucho a cuento con el mundo del turismo y los viajes (al menos el título…) y que, a pesar de que más de uno la ha conocido hace poco, tiene ya unos cuantos años. Como siempre empecemos por la música…





La canción original fue escrita por Claudie Fritsch bajo el nombre artístico de Desireless y grabada dentro del disco François (1985). A pesar de no llegar al número 1 en Francia, la canción sí lo hizo en otros países teóricamente más cerrados a la música francesa como pueden ser Alemania, Noruega, Tailandia, Yugoslavia, Grecia e Israel entre otros, por no decir nada del éxito que tuvo en España…




La canción estaba grabada en francés y en ella destacaba el uso de los sonidos electrónicos, tan de moda en los 80. Curiosamente, a pesar de la imagen andrógina que lucía la cantante (que la convirtió en un icono del lesbianismo), Desireless era heterosexual y tuvo su primer hijo con su pareja, el citado François, en 1988.





A pesar de que muchos carrozas musicales como yo (pero sólo musical…) recuerdan perfectamente la canción original, es en el 2007 cuando Kate Ryan hace una versión del tema en su álbum Free con un ritmo más rápido, más discotequero, lo que unido a un cuidado videoclip hace que esta canción vuelva a sonar en la radio en los puestos más altos…




Como curiosidad sobre la canción voy a destacar la que hizo el grupo mexicano Magneto, versión mexicana de las boys-bands tan típicas de principios de los 90 como eran New Kids on the Block o Take That, y la incluyeron en el álbum con el mismo nombre, Vuela vuela (1991). Y es que todavía recuerdo el video y ese pedazo de vestuario y baile…



Y para terminar con este post, os voy a dejar una última versión que merece la pena y que varía con lo que he puesto antes, y es que está cantada por monjes gregorianos. La versión pertenece al disco Master of chants II (2001), un disco que recopila versiones de canciones de éxito en este particular estilo. A ver qué os parece…




Bueno, ahora os toca decir a vosotros qué versión es la que os gusta más…

Desireless - Voyage Voyage

domingo, 13 de noviembre de 2011

Webcam

Francisco Alvarez Hidalgo
España (1935-)
Webcam
Eras una ventana, te has cerrado.
Ni veo el campo ni la luz me besa.
Se me adelgaza el sueño. Cuánto pesa
esta noche, de ti desarraigado.
Impúdico, a latidos, el teclado
cantaba ayer, pero hoy ya no se expresa;
inmóvil, mudo, yacerá en la mesa ,
emisario de amor, amordazado.
Volverás, entrará el sol a raudales,
y todos mis instintos animales
aclamarán tu rostro en la ventana.
Me arrobaré de nuevo en la lectura
de tus vívidos gestos... Apresura
tu regreso, mujer, que ya es mañana.

Soneto "La ceremonia" de Julio Cortázar

Julio Cortázar

Argentina (1914-1984)

La ceremonia

Te desnudé entre llantos y temblores
sobre una cama abierta a lo infinito,
y si no tuve lástima del grito
ni de las súplicas o los rubores,

fui en cambio el alfarero en los albores,
el fuego y el azar del lento rito,
sentí nacer bajo la arcilla el mito
del retorno a la fuente y a las flores.

En mis brazos tejiste la madeja
rumorosa del tiempo encadenado,
su eternidad de fuego recurrente;

no sé qué viste tú desde tu queja,
yo vi águilas y musgos, fui ese lado
del espejo en que canta la serpiente.

Mario Benedetti

A la izquierda del roble

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
en el que uno puede sentirse árbol o prójimo
siempre y cuando se cumpla un requisito previo.
Que la ciudad exista tranquilamente lejos.

El secreto es apoyarse digamos en un tronco
y oír a través del aire que admite ruidos muertos
cómo en Millán y Reyes galopan los tranvías.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico siempre ha tenido
una agradable propensión a los sueños
a que los insectos suban por las piernas
y la melancolía baje por los brazos
hasta que uno cierra los puños y la atrapa.

Después de todo el secreto es mirar hacia arriba
y ver cómo las nubes se disputan las copas
y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
ah pero las parejas que huyen al Botánico
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
hablan por lo común de temas importantes
y se miran fan ticamente a los ojos
como si el amor fuera un brevísimo túnel
y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.

Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble
(también podría llamarlo almendro o araucaria
gracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)
hablan y por lo visto las palabras
se quedan conmovidas a mirarlos
ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero es lindísimo imaginar qué dicen
sobre todo si él muerde una ramita
y ella deja un zapato sobre el césped
sobre todo si él tiene los huesos tristes
y ella quiere sonreír pero no puede.

Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico

ayer llegó el otoño
el sol de otoño
y me sentí feliz
como hace mucho
qué linda estás
te quiero
en mi sueño
de noche
se escuchan las bocinas
el viento sobre el mar
y sin embargo aquello
también es el silencio
mírame así
te quiero
yo trabajo con ganas
hago números
fichas
discuto con cretinos
me distraigo y blasfemo
dame tu mano
ahora
ya lo sabés
te quiero
pienso a veces en Dios
bueno no tantas veces
no me gusta robar
su tiempo
y además está lejos
vos estás a mi lado
ahora mismo estoy triste
estoy triste y te quiero
ya pasarán las horas
la calle como un río
los árboles que ayudan
el cielo
los amigos
y qué suerte
te quiero
hace mucho era niño
hace mucho y qué importa
el azar era simple
como entrar en tus ojos
dejame entrar
te quiero
menos mal que te quiero.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero puedo ocurrir que de pronto uno advierta
que en realidad se trata de algo más desolado
uno de esos amores de tántalo y azar
que Dios no admite porque tiene celos.

Fíjense que él acusa con ternura
y ella se apoya contra la corteza
fíjense que él va tildando recuerdos
y ella se consterna misteriosamente.

Para mí que el muchacho está diciendo
lo que se dice a veces en el Jardín Botánico

vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
sólo de a ratos parecía
que iba a vivir
que iba a vencernos
pero los dos fuimos tan fuertes
que lo dejamos sin su sangre
sin su futuro
sin su cielo
un niño muerto
sólo eso
maravilloso y condenado
quizá tuviera una sonrisa
como la tuya
dulce y honda
quizá tuviera un alma triste
como mi alma
poca cosa
quizá aprendiera con el tiempo
a desplegarse
a usar el mundo
pero los niños que así vienen
muertos de amor
muertos de miedo
tienen tan grande el corazón
que se destruyen sin saberlo
vos lo dijiste
nuestro amor
fue desde siempre un niño muerto
y qué verdad dura y sin sombra
qué verdad fácil y qué pena
yo imaginaba que era un niño
y era tan sólo un niño muerto
ahora qué queda
sólo queda
medir la fe y que recordemos
lo que pudimos haber sido
para él
que no pudo ser nuestro
qué más
acaso cuando llegue
un veintitrés de abril y abismo
vos donde estés
llevale flores
que yo también iré contigo.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
que sólo despierta con la lluvia.

Ahora la última nube a resuelto quedarse
y nos está mojando como alegres mendigos.

El secreto está en correr con precauciones
a fin de no matar ningún escarabajo
y no pisar los hongos que aprovechan
para nadar desesperadamente.

Sin prevenciones me doy vuelta y siguen
aquellos dos a la izquierda del roble
eternos y escondidos en la lluvia
diciéndose quién sabe qué silencios.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico
aquí se quedan sólo los fantasmas.

Ustedes pueden irse.
Yo me quedo.

- NOCIÓN DE PATRIA (1962-1963)-

José Asunción Silva



"...Nacen hondos suspiros de la orgía
entre las copas cálidas, y en el agua salobre
de los mares se forjan perlas pálidas..."

"Mujer con paloma"

Guillermo Wiedeman



Reseña biográfica

Poeta y novelista colombiano nacido en Bogotá en 1865.
Fue el precursor del modernismo en Colombia y es justamente considerado como el más importante poeta
de Colombia y uno de los más importantes poetas de Latinoamérica.
Romántico y modernista, autor de la novela «De sobremesa», perdió parte de su obra literaria en un naufragio,
un año antes de su trágica muerte.
Se quitó la vida en 1896. ©

A Ariana


Adriana

Al oído del lector

Asómate a mi alma...

Aurora

Crepúsculo

Edenia

Idilio

Juntos los dos

Luz de luna (Primera versión corregida de "Intimidades")

Luz de luna (Segunda versión corregida)

Madrigal

Mariposas

Melancolía

Midnight dreams

Nocturno

Nocturno I

Nocturno II

Nocturno III

Notas perdidas

Realidad

¿Recuerdas?

Sub-umbra

Suspiro


Puedes escuchar algunas de sus poesías en:
De viva voz
Más poesía de Silva en:
Poesía de oro

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A media voz
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Poesía sensual


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Poemas de Juan Ramón Jiménez

Poemas de:
Juan Ramón Jiménez



ÍNDICE
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LA ROSA AZULIBA TOCANDO MI FLAUTA
¡QUÉ TRISTEZA DE OLOR A JAZMÍN!ESTOY TRISTE, Y MIS OJOS NO LLORAN
TRASCIELO DEL CIELO AZULÁLAMO BLANCO
NOCTURNOLAS TARDES DE ENERO
CANCIÓN DE INVIERNOEL VIAJE DEFINITIVO
OTOÑOTAL COMO ESTABAS
YO NO SOY YOTE DESHOJÉ COMO UNA ROSA
¿REMORDIMIENTO?NOSTALGIA
LLUVIA DE OTOÑOEL POETA A CABALLO
ANTEPRIMAVERAVI
ROSAS MUSTIAS DE CADA DÍAREPROCHES

Paul McCartney the tropic island hum

sábado, 12 de noviembre de 2011

Rupert And The Frog Song - We All Stand Together

We all stand together


Ganar o perder, hundirse o nadar
Una cosa es cierta y no ceder
Al lado del otro, de la mano
Todos estamos juntos
Juega el juego, la lucha la lucha
Pero żcuál es el punto en una hermosa noche?
Del brazo, la mano
Todos estamos juntos
La-
Que nos mantiene caliente en la noche
La la la la
Caminar en la noche
Youll hacer las cosas bien
Repetir
Ganar o perder, hundirse o nadar
Una cosa es cierta y no ceder
Al lado del otro, de la mano
Todos estamos juntos

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Leche (2008)

Leche (2008)Leche (2008)

Yusuf acaba de graduarse en el instituto y su futuro en una pequeña ciudad de provincias es incierto. Su mayor pasión es escribir poesía, y ha empezado a publicar algunos poemas en revistas literarias. De momento, sigue trabajando en la lechería que regenta su madre viuda, cuyo futuro tampoco está muy claro.

Petrarca

A una joven en un verde laurel

Vi más blanca y más fría que la nieve
que no golpea el sol por años y años;
y su voz, faz hermosa y los cabellos
tanto amo que ahora van ante mis ojos,
y siempre irán, por montes o en la riba.

Irán mis pensamientos a la riba
cuando no dé hojas verde el laurel;
quieto mi corazón, secos los ojos,
verán helarse al fuego, arder la nieve:
porque no tengo yo tantos cabellos
cuantos por ese día aguardara años.

Mas porque el tiempo vuela, huyen los años
y en un punto a la muerte el hombre arriba,
ya oscuros o ya blancos los cabellos,
la sombra ha de seguir de aquel laurel
por el ardiente sol y por la nieve,
hasta el día en que al fin cierre estos ojos.

No se vieron jamás tan bellos ojos,
en nuestra edad o en los primeros años,
que me derritan como el sol la nieve:
y así un río de llanto va a la riba
que Amor conduce hasta el cruel laurel
de ramas de diamante, áureos cabellos.

Temo cambiar de faz y de cabellos
sin que me muestre con piedad los ojos
el ídolo esculpido en tal laurel:
Que, si al contar no yerro, hace siete años
que suspirando voy de riba en riba,
noche y día, al calor y con la nieve.

Mas fuego dentro, y fuera blanca nieve,
pensando igual, mudados los cabellos,
llorando iré yo siempre a cada riba
por que tal vez piedad muestren los ojos
de alguien que nazca dentro de mil años;
si aún vive, cultivado, este laurel.

A oro y topacio al sul sobre la nieve
vencen blondos cabellos, y los ojos
que apresuran mis años a la riba.

Amor lloraba, y yo con él gemía...

Amor lloraba, y yo con él gemía,
del cual mis pasos nunca andan lejanos,
viendo, por los efectos inhumanos,
que vuestra alma sus nudos deshacía.

Ahora que al buen camino Dios os guía,
con fervor alzo al cielo mis dos manos
y doy gracias al ver que los humanos
ruegos justos escucha, y gracia envía.

Y si, tornando a la amorosa vida,
por alejaros del deseo hermoso,
foso o lomas halláis en el sendero,

es para demostrar que es espinoso,
y que es alpestre y dura la subida
que conduce hacia el bien más verdadero.

Versión de F. Maristany

Bendito sea el año, el punto, el día...

Bendito sea el año, el punto, el día,
la estación, el lugar, el mes, la hora
y el país, en el cual su encantadora
mirada encadenóse al alma mía.

Bendita la dulcísima porfía
de entregarme a ese amor que en mi alma mora,
y el arco y las saetas, de que ahora
las llagas siento abiertas todavía.

Benditas las palabras con que canto
el nombre de mi amada; y mi tormento,
mis ansias, mis suspiros y mi llanto.

Y benditos mis versos y mi arte
pues la ensalzan, y, en fin, mi pensamiento,
puesto que ella tan sólo lo comparte.

Versión de F. Maristany

El que su arte infinita y providencia...

El que su arte infinita y providencia
demostró en su admirable magisterio,
que, con éste, creó el otro hemisferio
y a Jove, más que a Marte, dio clemencia,

vino al mundo alumbrando con su ciencia
la verdad que en el libro era misterio,
cambió de Pedro y Juan el ministerio
y, por la red, les dio el cielo en herencia.

Al nacer, no le plugo a Roma darse,
sí a Judea: que, más que todo estado,
exaltar la humildad le complacía;

y hoy, de una aldea chica, un sol ha dado,
que a Natura y al sitio hace alegrarse
donde mujer tan bella ha visto el día.



En la muerte de Laura

Sus ojos que canté amorosamente,
su cuerpo hermoso que adoré constante,
y que vivir me hiciera tan distante
de mí mismo, y huyendo de la gente,

Su cabellera de oro reluciente,
la risa de su angélico semblante
que hizo la tierra al cielo semejante,
¡poco polvo son ya que nada siente!

¡Y sin embargo vivo todavía!
A ciegas, sin la lumbre que amé tanto,
surca mi nave la extensión vacía...

Aquí termine mi amoroso canto:
seca la fuente está de mi alegría,
mi lira yace convertida en llanto.

Versión de Alejandro Araoz Fraser

Fue el día en que del sol palidecieron...

Fue el día en que del sol palidecieron
los rayos, de su autor compadecido,
cuando, hallándome yo desprevenido,
vuestros ojos, señora, me prendieron.

En tal tiempo, los míos no entendieron
defenderse de Amor: que protegido
me juzgaba; y mi pena y mi gemido
principio en el común dolor tuvieron.

Amor me halló del todo desarmado
y abierto al corazón encontró el paso
de mis ojos, del llanto puerta y barco:

pero, a mi parecer, no quedó honrado
hiriéndome de flecha en aquel caso
y a vos, armada, no mostrando el arco.

Los que, en mis rimas sueltas...

Los que, en mis rimas sueltas, el sonido
oís del suspirar que alimentaba
al joven corazón que desvariaba
cuando era otro hombre del que luego he sido;

del vario estilo con que me he dolido
cuando a esperanzas vanas me entregaba,
si alguno de saber de amor se alaba,
tanta piedad como perdón le pido.

Que anduve en boca de la gente siento
mucho tiempo y, así, frecuentemente
me advierto avergonzado y me confundo;

y que es vergüenza, y loco sentimiento,
el fruto de mi amor é claramente,
y breve sueño cuanto place al mundo.

Mi loco afán está tan extraviado...

Mi loco afán está tan extraviado
de seguir a la que huye tan resuelta,
y de lazos de Amor ligera y suelta
vuela ante mi correr desalentado,

que menos me oye cuanto más airado
busco hacia el buen camino la revuelta:
no me vale espolearlo, o darle vuelta,
que, por su índole, Amor le hace obstinado.

Y cuando ya el bocado ha sacudido,
yo quedo a su merced y, a mi pesar,
hacia un trance de muerte me transporta:

por llegar al laurel donde es cogido
fruto amargo que, dándolo a probar,
la llama ajena aflige y no conforta.


Mis venturas se acercan lentamente...

Mis venturas se acercan lentamente,
dudando espero, el ansia en mí renace,
y aguardar y apartarme me desplace,
pues se van, como el tigre, velozmente.

Ay de mí, nieve habrá negra y caliente,
sierras con peces, mar que olas no hace,
y el sol se acostará por donde nace
Eufrate y Tigris de una misma fuente,

antes que ella una tregua, o paz, me ofrezca,
o Amor otro uso enseñe a mi señora,
que en contra mía ya han pactado alianza:

que si algo hay dulce, tras la amarga hora,
hace el desdén que el gusto desfallezca;
y de sus gracias nada más me alcanza.

No tengo paz ni puedo hacer la guerra...

No tengo paz ni puedo hacer la guerra;
temo y espero, y del ardor al hielo paso,
y vuelo para el cielo, bajo a la tierra,
nada aprieto, y a todo el mundo abrazo.

Prisión que no se cierra ni des-cierra,
No me detiene ni suelta el duro lazo;
entre libre y sumisa el alma errante,
no es vivo ni muerto el cuerpo lacio.

Veo sin ojos, grito en vano;
sueño morir y ayuda imploro;
a mí me odio y a otros después amo.

Me alimenta el dolor y llorando reí;
La muerte y la vida al fin deploro:
En este estado estoy, mujer, por tí.

Versión de Julián del Valle




Porque una hermosa en mí quiso vengarse...

Porque una hermosa en mí quiso vengarse
y enmendar mil ofensas en un día,
escondido el Amor su arco traía
como el que espera el tiempo de ensañarse.

En mi pecho, do suele cobijarse,
mi virtud pecho y ojos defendía
cuando el golpe mortal, donde solía
mellarse cualquier dardo fue a encajarse.

Pero aturdida en el primer asalto,
sentí que tiempo y fuerza le faltaba
para que en la ocasión pudiera armarme,

o en el collado fatigoso y alto
esquivar el dolor que me asaltaba,
del que hoy quisiera, y no puedo, guardarme.


Si con suspiros de llamaros trato...

Si con suspiros de llamaros trato,
y al nombre que en mi pecho ha escrito Amor,
de que el Laude comienza ya el rumor
del primer dulce acento me percato.

Vuestra realeza, que hallo de inmediato,
redobla, en la alta empresa, mi valor;
pero ¡Tate!, me grita el fin, que honor
rendirle es de otros hombros peso grato.

Al Laude, así, y a reverencia, enseña
la misma voz, sin más, cuando os nombramos,
oh de alabanza y de respeto digna:

sino que, si mortal lengua se empeña
en hablar de sus siempre verdes ramos,
su presunción tal vez a Apolo indigna.

Si el fuego con el fuego no perece...

Si el fuego con el fuego no perece
ni hay río al que la lluvia haya secado,
pues lo igual por lo igual es ayudado,
y a menudo un contrario al otro acrece,

Amor -que un alma en dos cuerpos guarece-,
si has siempre nuestras mentes gobernado,
¿qué haces tú que, de moda desusado,
con más querer, así el de ella decrece?

Tal vez igual que el Nilo que, cayendo
desde muy alto, su contorno atruena,
o cual sol que, al mirarlo, está ofuscando,

el deseo que consigo no consuena,
en su objeto extremado va cediendo
y, al espolear demás, se va frenando.

Soneto

Bendecidos el año, el mes, el día
y la estación y el sitio y el instante
y el hermoso país en que delante
de su mirar mi voluntad rendía.

Y bendecida la tenaz porfía
de amor entre mi pecho palpitante,
y el arco y la saeta y la sangrante
herida que en mi corazón se abría.

Bendecida la voz que repitiendo
va por doquier el nombre de mi amada,
suspiros, ansias, lágrimas vertiendo.

Y bendecido todo cuanto escribe
la mente que al loarla consagrada
en Ella y sólo para Ella vive.

Versión de Carlos López Narváez

Soneto a Laura

Paz no encuentro ni puedo hacer la guerra,
y ardo y soy hielo; y temo y todo aplazo;
y vuelo sobre el cielo y yazgo en tierra;
y nada aprieto y todo el mundo abrazo.

Quien me tiene en prisión, ni abre ni cierra,
ni me retiene ni me suelta el lazo;
y no me mata Amor ni me deshierra,
ni me quiere ni quita mi embarazo.

Veo sin ojos y sin lengua grito;
y pido ayuda y parecer anhelo;
a otros amo y por mí me siento odiado.

Llorando grito y el dolor transito;
muerte y vida me dan igual desvelo;
por vos estoy, Señora, en este estado.

Versión de Jorge A. Piris

Petrarca

Reseña biográfica

Poeta y humanista italiano nacido en Arezo en 1304.
Su infancia transcurrió en Avignon, Francia, donde su padre, perteneciente al partido güelfo, estuvo exiliado por algún tiempo. Después de interrumpir estudios de Leyes en Montpellier y Bolonia, se dedicó al estudio de la literatura desde el año 1326.
Su obra presenta dos características diferentes: por un lado, dejó plasmada su devoción por el Papado y los servicios eclesiásticos en la obra "Secretum", conjunto de textos en prosa y verso alusivos a la unión del mundo cristiano. Por otro, idealizó el amor en un conjunto de versos dedicados en su mayoría a la figura de una bella mujer, posiblemente llamada Laura de Noves.
Fue coronado como poeta en el Capitolio de Roma en el año de 1342 y posteriormente protegido por el arzobispo Visconti.
Falleció en Arquá, Padua, en 1374. ©