miércoles, 10 de agosto de 2016

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Filosofía cínica

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La risa abundante y reiterada
garantiza una vida saludable,
si bien no la eternidad.
El cinismo es una de las manifestaciones más radicales de la filosofía y también de las más incomprendidas. Los cínicos consideran que la forma de vivir es parte fundamental de la filosofía e inseparable de su manera de pensar.
Sin embargo, no todos los integrantes de este movimiento tienen las mismas actitudes externas ni los mismos comportamientos, por lo que a veces se habla de filosofía cínica, otras veces de actitud cínica y otras simplemente de locura.

El término cínico es uno de esos términos que han ido perdiendo su significado original y transformándose en otro distinto al que tuvo en sus orígenes. Tanto es así que hay algunas propuestas para usar los términos quínico o kínico, con el fin de diferenciar claramente el concepto de cínico en su sentido original del que se usa hoy en día, es decir, diferenciar en concepto de cínico en sentido filosófico, de su sentido popular.
Filosóficamente de lo que se trata, es de retomar o de pensar de un modo nuevo y diferente algunos temas antiguos, ya que el paso del tiempo ha cambiado completamente su significado, su origen y desarrollo han sido velados, para llegar a significar hoy, poco más que un insulto.

El cinismo es una filosofía teórica y una práctica, pero también una forma de vida, aunque esta carácterística se empezó a perder enseguida, es una filosofía que pretende alcanzar la felicidad mediante la sabiduría y la ascesis.
Uno de los rasgos que diferencia al cinismo de otros movimientos es precisamente la importancia que dan a la ascesis, la práctica continua del ejercicio mental y físico, como camino para conseguir un estado de ánimo apropiado para alcanzar la autosuficiencia, que les libere de los imprevistos y les endurezca para permanecer impasibles ante "adversarios existenciales" como el hambre, el frío o la pobreza, que no dependen de ellos. Esta actitud les emparentaba con el estoicismo, aunque su desverguenza les volvía a alejar.

Se pueden distinguir dos fases en el movimiento cínico: la primera fase se desarrolló básicamente en Grecia, durante los siglos -IV y -III, la segunda fase se desarrolló en las grandes ciudades del imperio romano: Roma, Alejandría y Constantinopla, y duró desde los siglos I a V.
El nombre de cínicos tiene dos orígenes diferentes asociados a sus fundadores. El primero viene del lugar donde Antístenes solía enseñar, que era un gimnasio llamado Cinosarges, que se puede traducir como el perro blanco o el perro veloz. El segundo origen tiene que ver con comportamiento de Antístenes y de Diógenes, que se asemejaba al de los perros, por lo cual la gente les apodaba con ese nombre (kinicós). Está comparación viene por el modo de vida que habían elegido estos personajes, por su idea radical de libertad, su desvergüenza y sus continuos ataques a las tradiciones y los modos de vida sociales.

Sin embargo detrás de todo esto, el cinismo pretendía dar una respuesta individual a la incertidumbre que se vivía en este periodo de crisis cultural, manifestando su malestar y descontento, y también librarse de los caprichos de la fortuna, guiando al individuo hacia la felicidad. Este camino no era fácil así que se necesitaba un entrenamiento, una disciplina para a conseguir una plena autonomía moral y a ser posible también física. Era característico de los cínicos la transgresión continua, tanto de los valores tradicionales, como de las normas sociales.

Los cínicos tomaron como modelos a la naturaleza y los animales, los adoptaron como ejemplos de autosuficiencia y basándose en ello propusieron un modelo de comportamiento ético que consideraban fundamental para alcanzar la felicidad, aunque esto solo era posible mediante una rigurosa disciplina física y mental. Proponen la necesidad de la autoafirmación individual frente a una sociedad alienante y coaccionadora.

El cinismo es una forma de vivir, pero también de pensar y de expresarse, y como no se han conservado las obras de los primeros cínicos, hoy son conocidos en gran parte por dichos y anécdotas (chreiai), que fueron transmitidos en forma de colecciones, la más usada es la de Diógenes Laercio, referencia fundamental para el estudio no solo de los cínicos, sino de gran parte de la filosofía anterior a su autor. Utilizaron recursos literarios diversos donde no faltan la parodia, la sátira, la anécdota o la burla, pero siempre de forma escandalosa y provocadora.
Invalidar la moneda en curso.
Según la tradición antigua, Diógenes se vio obligado a abandonar Sinope, porque su padre o él mismo (o ambos), se dedicaron a invalidar monedas, estropeándolas con un punzón. A raíz de todo esto su padre fue encarcelado y Diógenes tuvo que huir, o bien fue exiliado, no se sabe con certeza.

Relacionado con este asunto se formó la leyenda de que Diógenes fue a consultar al oráculo de Delfos, y recibió como respuesta a su pregunta el enigmático consejo de invalidar la moneda, que se acabó convirtiendo en la consigna cínica, y en metáfora de buena parte de su comportamiento.
Lo cual podría ser considerado un antecedente lejano de la importante consigna nietzscheana sobre la transvaloración de los valores. Invalidar los valores y cambiarlos por otros fué uno de los retos que asumieron los cínicos y que persiguieron con insistencia.
La libertad radical.
La libertad radical es libertal de pensar, de acción y de palabra. El cínico se diferenciaba de los demás por su desvergüenza radical, por adoptar modos de vida que escandalizaban a su sociedad, por predicar la autosuficiencia, la libertad de palabra y la austeridad como cosas necesarias para alcanzar la tranquilidad de ánimo y con ello la felicidad.
Se proclamaban cosmopolitas y liberados de cualquier obediencia a las instituciones, convenciones o leyes, ya que estas son siempre locales, y ellos se consideraban ciudadanos del mundo. En cualquier sitio se encontraban en su casa. 
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Los despreciados filósofos en el mundo antiguo, pero todavía en el mundo actual



Los filósofos, amantes de la sabiduría y de la verdad, han sido desde su aparición en la Grecia clásica, despreciados, y en ocasiones hasta condenados por el hecho de ejercer una profesión de “locos”. Se han encargado desde su aparición de asuntos relacionados con las grandes preguntas de la humanidad. En sus inicios, la principal preocupación de los filósofos fue, explicar racionalmente el mundo, su formación y su conformación.
El primer filósofo fue Tales de Mileto (639 – 547 a.C.), y desde este primer hombre dedicado a la filosofía, el menosprecio hacia ellos ha sido evidente. Así lo cuentan algunas anécdotas: «se dice que una aguda y graciosa esclava tracia se burló de Tales, porque, mientras observaba las estrellas y miraba hacia arriba se cayó en un pozo; ávido por observar las cosas del cielo, le pasaban desapercibidas las que estaban detrás de él y delante de sus pies»1.
Y otra más dice que «cuando, por su pobreza, le reprochaban que la filosofía era inútil, tras haber observado por el estudio de los astros que iba a haber una gran producción de olivas, se procuró un pequeño capital, cuando aún era invierno, y que depositó fianzas por todas las presas de aceite de Mileto y Quíos, alquilándolas a bajo precio porque nadie licitó contra él. Cuando llegó el momento oportuno, al ser muchos los que a la vez y de repente las pedían, las iba alquilando al precio que quería y reunió mucho dinero, demostrando así que es fácil a los filósofos enriquecerse, si quieren, pero que no son las riquezas lo que les interesan»2.
Con estas anécdotas, podemos darnos cuenta de que primeramente los filósofos eran mal vistos porque en vez de estar atentos a las cosas que sucedían en la tierra, se preocupaban más por cómo o por qué sucedían tales cosas. Lo cual, para las personas normales, era una actividad improductiva y que además, al no estar atentos al mundo terrestre estaban más expuestos a pasar malos ratos por pasar desapercibidos de lo que había alrededor.
Con el paso del tiempo, la filosofía evolucionó y los filósofos comenzaron a hacerse otro tipo de preguntas. Surgieron nuevas dudas y campos de estudio de interés para la filosofía más relacionados con la humanidad que con la conformación del mundo. Temas relacionados con la justicia y el bien fueron las principales preocupaciones de los filósofos de la época socrática, de la cuál Sócrates (470 – 399 a. C.) fue el mayor exponente, y de quien tenemos albergado la mayor parte de su conocimiento en los diálogos platónicos.
Sócrates fue uno de esos filósofos condenados a muerte por las leyes atenienses. Sócrates fue un filósofo que utilizaba la dialéctica3 para tratar de conocer, de llegar a la sabiduría, a la verdad. Él acostumbraba ir en busca de los sabios de la polis4 para entablar conversaciones. Ponía en práctica el diálogo con políticos, sofistas, artesanos y con todo aquel considerado virtuoso o sabio en la polis ateniense.
Él fue acusado y le hacen «culpable, por corromper a los jóvenes, porque no cree en los dioses del Estado, y porque en lugar de éstos pone divinidades nuevas bajo el nombre de demonios»5. En realidad, Sócrates fue acusado porque a lo largo de sus entrevistas con los supuestos sabios de la polis, fue demostrándoles que en realidad no eran sabios y que su supuesta sabiduría era sólo doxa6Así, haciéndoles ver que no eran sabios, demostrándoles sus equivocaciones fue haciéndolos de él, enemigos, fue creando rencor hacia él.
Sócrates fue pues un verdadero parresiastés. Y Es de hecho así como deben serlo todos los filósofos si lo que buscan y aman es la verdad y la sabiduría. «El parresiastés no sólo es sincero y dice lo que es su opinión, sino que su opinión es también la verdad. Dice lo que él sabe que es verdadero. La segunda característica de la parresía7 es, entonces, que hay siempre una coincidencia exacta entre creencia y verdad»8, así como la hay entre teoría y praxis9.
Según Michel Foucault, en su libro Discurso y verdad en la antigua Grecia, «alguien utiliza la parresía y merece consideración comoparresiastés sólo si hay un riesgo o un peligro para él en decir la verdad (…) Cuando un filósofo se dirige a un soberano, a un tirano, y le dice que su tiranía es molesta y desagradable porque la tiranía es incompatible con la justicia, entonces el filósofo dice la verdad, cree que está diciendo la verdad y, más aún, también asume el riesgo»10.
Sócrates asumió el riesgo de generarse enemigos, y no simples enemigos, sino aquellos que eran los sabios y educadores de la polis, principalmente los sofistas, quienes bien sabía que podrían condenarlo. El parresiastés debe siempre decir la verdad, sin importar que esa verdad pueda resultar una ofensa para el interlocutor. Y aunque Sócrates sabía que sacar de la opinión a sus interlocutores era algo benéfico para ellos, ellos persuadidos por el coraje y enojo que les causaba Sócrates al desocultar su ignorancia, llegaron a odiarlo.
Los sofistas, en la antigua Grecia al parecer fueron los principales opositores de los filósofos. ¿quienes eran los sofistas? Eran los educadores del pueblo, el sofista «es el conocedor de las cosas sabias»11. Sin embargo, los filósofos como Sócrates se contraponen a los sofistas y su método, la retórica, como un método que persuade al pueblo. El mismo Georgias así lo afirma en el diálogo que lleva su nombre hablando así de la retórica: «(…) es el mayor bien; y les procura la libertad y, a la vez permite a cada uno dominar a los demás en su propia ciudad. (…) Ser capaz de persuadir, por medio de la palabra, a los jueces en el tribunal, a los consejeros en el Consejo, al pueblo en la Asamblea y en toda otra reunión en que se trate de asuntos públicos»12.
Es decir, los sofistas no perseguían la sabiduría ni buscaban la verdad, simplemente trataban de persuadir para dominar y para ganar dinero. Entonces, aparentemente eran maestros de sabiduría, mientras que los filósofos por otro lado son, amantes de la sabiduría y de la verdad. Es por eso que unos con otros aparecían en constantes discusiones durante la Grecia antigua.
La actividad filosófica no es una actividad que busque la riqueza para quién a ella se dedica. Los filósofos se dedican a tal actividad por el hecho de que aman la sabiduría, sin embargo, no se procuran de ella para vivir con comodidades y lujos. Como ya lo mencioné anteriormente, los filósofos también eran despreciados por dedicarse a una actividad aparentemente improductiva. Así, los sofistas también tachaban a los filósofos de conformistas, pero también los tachan de inútiles, pues al parecer la filosofía busca la verdad, pero nunca la encuentra. Para los sofistas pues, la filosofía es como un juego que ayuda a pensar, que complementa la educación, pero éste es un juego propio de la niñez, pues los niños justamente no tienen obligaciones y pueden libremente entretenerse con la filosofía; pero cuando se llega a la edad adulta, uno ya no debe dedicarse a la filosofía, pues ya se tienen obligaciones y responsabilidades respecto a la polis y éstas se deben cumplir realizando alguna actividad productiva.
En el libro seis de La República de Platón, el Sócrates platónico que dialoga aquí se enfrenta con la situación de demostrar porque razón los filósofos son despreciados. Según el texto, los filósofos son como los enamorados respecto al objeto de su amor, pues aman todo lo que afecta a tal instancia. Al mismo tiempo, le tienen pánico a la mentira, pues la mentira es contraria a su objeto amado, a la verdad. Según Sócrates, estos hombres (los filósofos), virtuosos y amantes de la verdad y sabiduría, son quienes deberán gobernar en la república y con su argumentación convence. Pero al tomar Adimanto la palabra le dice: «Sócrates, nadie puede negarte la verdad de lo que acabas de decir, pero esto es lo que siempre sucede a quienes conversan contigo. Piensan que porque no conocen el arte de preguntar y responder, poco a poco son conducidos al error por medio de una serie de preguntas cuyas consecuencias no ven de inmediato, pero que ligadas las unas a las otras, terminan por creer exactamente en todo lo contrario que habían creído en un principio. (…) es imposible oponer algo a tus preguntas en particular, pero si la cosa en sí se examina, podemos ver que quienes se dedican a la filosofía, no sólo los que lo hacen en su juventud para completar su educación, sino los que envejecen en ese estudio, son en su mayoría extraños y miserables, por no decir algo peor, y en cambio los más capaces se vuelven inútiles para la sociedad por haberse dedicado a este estudio que tanto elogias»13
Sócrates, para demostrar la utilidad de los filósofos en la sociedad, responde haciendo una comparación: «Imagínate al capitán de una nave (…) Más grande y más fuerte que el resto de la tripulación, pero algo sordo, miope y con poco conocimiento del arte de la navegación; además, los marineros se disputan el timón, sin que ninguno de ellos posea conocimientos náuticos (…) argumentando que es una ciencia que no puede aprenderse (…) Los excluidos matan y arrojan al mar a los que han sido elegidos, después emborrachan al capitán y le causan sueño (…) Se adueñan del navío, se echan sobre las provisiones, comen y beben en exceso, y dirigen la embarcación como sólo tales individuos podrían hacerlo (…) Por otra parte, no saben lo que es un piloto y que para serlo, deben conocer con exactitud el clima, las estaciones, el cielo, los astros, los vientos y todo lo relacionado con este arte; y en cuanto al talento de dirigir una nave, la tripulación se oponga o no, no creen posible unir a él los conocimientos del pilotaje. ¿Qué idea consideras que se tiene, en estas naves, sobre el verdadero piloto? Los marineros que yo describo, ¿no le tendrán como hombre inútil y visionario que pierde su tiempo contemplando los astros? (…) No creo que sea necesario demostrarte que este cuadro es la imagen fiel del trato que reciben los verdaderos filósofos en los Estados»14
Siendo así, concluyo haciendo una observación resumida y generalizada de todos los puntos descritos en el documento. Los filósofos son personas amantes de la sabiduría y de la verdad. Ellos son verdaderos parresiastés, es decir, tienen coherencia entre suteoría y praxis, al igual que tienen concordnacia entre su doxa yepisteme15, y que encima de todo asumen un riesgo al comportarse, decir y actuar como tal. Amantes del conocimiento y enemigos de la mentira pues, son los filósofos, y éstos, se han ganado el desprecio o menosprecio, y condena de la sociedad por ser aparentemente inútiles, por no realizar actividades productivas y por pasarse la vida jugando a encontrar una verdad que nunca encontrarán. Además, al ser sinceros en su búsqueda de la verdad, se ven en la necesidad de decir a sus interlocutores lo que ellos creen que es la verdad, y en muchas ocasiones, a la gente no le gusta escuchar sus verdades, más aún, muchos se sienten ofendidos. Al sentirse ofendidos, toman enemistad hacia quien les ha hecho ver esa verdad que no querían ver y los condenan.
Sin embargo, como nos hace ver Platón en el libro seis de La República, con la comparación de la sociedad con la embarcación, los filósofos tienen la fórmula para hacer andar la sociedad correctamente, pues ellos se dedican a observar el mundo, a indagar por los problemas de la sociedad, a tratar de descubrir por qué y cómo son las cosas. Es decir, racionalizan el mundo, lo estudian, y gracias a ese estudio encuentran soluciones para mejorarlo; sin embargo, por ignorancia será que el resto de la sociedad ve esta actividad de analizar el mundo como una actividad inútil, pues no ven productividad alguna en analizar, y digo que es ignorancia porque por lógica y racionalidad debemos tener en cuenta que, para solucionar algo, primeramente debemos buscar la raíz del problema, es decir, analizar el problema. Peor aún es para los tiranos o gobiernos totalitarios la actividad de los filósofos, pues en su caso, son los filósofos quienes pueden poner en duda el funcionamiento de su gobierno, con lo cual, se arriesga su poder y riqueza, por lo cual, tienen una constante guerra contra los filósofos.
Bien puedo citar aquí palabras de Mary Midgley en su obra Delfines, Sexo y Utopías, en donde compara a la filosofía con el oficio de la fontanería. Dice: « Los he comparado en varias ocasiones con la pretensión de subrayar la idea de que filosofar no sólo es algo sublime, elegante y difícil, sino también necesario. (…) La fontanería y la filosofía son actividades que surgen debido a que culturas complejas como las nuestras cuentan, bajo su superficie, con un sistema bastante intrincado que por regla general pasa inadvertido, pero que aveces no funciona adecuadamente. En ambos casos, esto puede tener graves consecuencias. Cada sistema satisface necesidades vitales de quienes viven por encima de él. Resulta difícil arreglarlos cuando fallan, ya que ninguno de los dos se diseñó conscientemente para operar como un todo. (…) Cuando aparece algún problema, se precisa una técnica especializada, si es que se pretende tener alguna esperanza de localizarlo y corregirlo. Aquí, sin embargo, nos topamos con la primera diferencia acusada entre los dos casos. En lo tocante a la fontanería, todo el mundo acepta la necesidad de especialistas cualificados. En materia de filosofía son muchos los que no sólo ponen en duda esta necesidad, sino que a menudo se muestran escépticos sobre la propia existencia de un sistema subterráneo. Cuando los conceptos con los que vivimos funcionan mal no suelen gotear ruidosamente desde el techo ni inundar el suelo de la cocina. Sólo distorsionan y obstruyen silenciosamente nuestro pensamiento. A menudo no somos conscientes de este oscuro mal funcionamiento en la misma medida en que lo somos del malestar producido por un continuo mal olor o un resfriado que avanza lentamente. Claro que podemos quejarnos de que la vida nos va mal, de que nuestras acciones y relaciones no marchan como queremos. Pero puede resultar muy difícil darse cuenta de por qué ocurre, o qué hacer al respecto. Nos es más fácil buscar el origen del problema fuera de nosotros mismos. (…) Nuestra atención se dirige de forma natural hacia afuera, hacia los defectos del mundo que nos rodea. Darle la vuelta al pensamiento para poder observase a sí mismo críticamente es bastante difícil. Esta es la razón por la que, en cualquier cultura la filosofía ha tenido un desarrollo relativamente tardío»16.
La filosofía, la compara Platón con el arte de navegar y la compara Midgley con el oficio de la fontanería. En ambos caos se cree que la filosofía no es necesaria, pues para resolver problemas se evita la situación de analizarlos, en cambio, simplemente nos dejamos llevar por la situación, buscamos culpables en vez de buscar soluciones y así, el problema va creciendo hasta que todo se derrumba.
En la actualidad, los filósofos siguen siendo menospreciados, tachados de inútiles y miserables. El mundo de hoy es un caos, las personas viven cómodamente en el mundo capitalista, pero esa vida cómoda que llevan acarrea ciertas consecuencias que la gente común no quiere ver, o como Midgley lo dice, buscan al culpable en el exterior. Hace falta en la población ese sentido crítico que la filosofía proporciona, pero como la filosofía es una actividad “inútil e improductiva”, nadie quiere practicarla y de hecho, hay una guerra en la que intentan desaparecerla de la educación. Así, la raíz de los problemas sigue pasando desapercibida y hay pocos filósofos que los analicen, y a quien los analiza, nadie los quiere escuchar o en el peor de los casos, quieren silenciarlos.
Así, desde el mundo antiguo en que nació la filosofía hasta el día de hoy, los practicantes de esta “profesión de locos”, han sido y son despreciados y condenados, a pesar de que su único delito sea, procurar el bien para todos, la virtud y la verdad.
1Los filósofos presocráticos, G. S. Kirk, J. E. Raven Y M. Schofield, Pag. 91
2Los filósofos presocráticos, G. S. Kirk, J. E. Raven Y M. Schofield, Pag. 92
3En la epistemología platónica es el proceso o método de conocimiento que nos va a garantizar el conocimiento absoluto de las ideas supremas. Está basado en el diálogo de preguntas cortas y respuestas cortas.
4La denominación dada a las ciudades estado de la antigua Grecia.
5Apología de Sócrates, Platón, Pag. 16
6Doxa (δόξα) es una palabra griega que se suele traducir por ‘opinión’.
7Traducida normalmente al castellano por «franqueza».
8Discurso y verdad en la antigua grecia, Michel Foucault, Pag. 39
9Praxis es el proceso por el cual una teoría o lección se convierte en parte de la experiencia vivida. Es decir, llevar a la práctica la teoría.
10Discurso y verdad en la antigua grecia, Michel Foucault, Pags. 41, 42
11Protágoras, Platón, Pag. 509.
12Gorgias, Platón, Pag 32.
13La república, Platón, Pag. 224.
14La república, Platón, Pag. 226
15Ciencia. Algo pasa de ser doxa a episteme cuando está rigurosamente argumentado.
16Delfines, Sexo y utopías, Mary Midgley, Pags. 13, 14.
Bibliografía:
  • Platón, Apología de Sócrates, Editorial Concepto S.A., México, D.F., 1985.
  • G. S. Kirk, J. E. Raven Y M. Schofield, Los filósofos presocráticos, Editorial Gredos.
  • Platón, Protágoras, Editorial Gredos.
  • Platón, Gorgias, Editorial Gredos.
  • Platón, La República, Grupo Editorial Tomo, S. A. De C. V., México D. F. 2008.
  • Foucault ,Michel, Discurso y verdad en la antigua grecia, Paidós, Buenos Aires, 2004.
  • Midgley, Mary, Delfines, sexo y utopías, Fondo de cultura económica, Gráficas Palermo, Madrid, 2002.