miércoles, 27 de abril de 2016

The End - The Doors (Sub Español)

Stealers Wheel - Stuck In The Middle With You (Subtitulado)

Mungo Jerry - In The Summertime ORIGINAL 1970

Dueling Banjos (HD)

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Divididos - Qué ves

lunes, 25 de abril de 2016

Mujercitas Louisa May Alcott (¿de qué color eran los libros de regalo? no lo recordaba )

Mujercitas
Louisa May Alcott
Capítulo segundo
Una feliz Navidad

Jo fue la primera en despertarse al amanecer gris de la mañana de Navidad. No había medias colgadas delante de la estufa, y por un momento se llevó tanto chasco, como una vez, hacía ya mucho, que su mediecita se había caído al suelo por estar muy llena de regalos. Entonces recordó lo que su madre había prometido, y, metiendo la mano debajo de la almohada, sacó un librito encuadernado en rojo. Lo reconoció muy bien, porque era una bella historia de la vida más perfecta que jamás pasó por el mundo, y Jo sintió que era un verdadero guía para cualquier peregrino embarcado en el largo viaje de la vida. Despertó a Meg con un ¡Felices Pascuas!, y le dijo que buscase debajo de la almohada. Apareció un libro, encuadernado en verde, con la misma estampa dentro y unas palabras escritas por su madre, que aumentaban en mucho el valor del regalo a sus ojos. Pronto Beth y Amy se despertaron para buscar y descubrir sus libros, el uno de color gris azulado, el otro azul; y todas sentadas contemplaban sus regalos, mientras se sonrosaba el oriente con el amanecer.
A pesar de sus pequeñas vanidades, tenía Meg una naturaleza dulce y piadosa, que ejercía gran influjo sobre sus hermanas, en especial sobre Jo, que la amaba tiernamente y la obedecía por su gran dulzura.
- Niñas -dijo Meg, gravemente, dirigiendo la mirada desde la cabeza desordenada a su lado hasta las cabecitas en el cuarto próximo.
Mamá desea que empecemos a leer, amar y acordarnos de estos libritos, y tenemos que comenzar inmediatamente. Solíamos hacerlo fielmente, pero desde que papá se marchó y con la pena de esta guerra, hemos descuidado muchas cosas. Pueden hacer lo que gusten pero yo tendré mi libro aquí sobre la mesita, y todas las mañanas, en cuanto despierte, leeré un poquito, porque sé que me hará mucho bien y me ayudará durante todo el día.
Entonces abrió su Nuevo Testamento y se puso a leer. Jo la abrazó y cara con cara, leyó, con aquelIa expresión tranquila que raras veces tenía su cara inquieta.
- ¡Qué buena es Meg! Ven, Amy, hagamos lo mismo. Yo te ayudaré con las palabras difíciles, y nos explicaremos lo que no podemos comprender -susurró Beth, muy impresionada Con los bonitos libros y con el ejemplo de su hermana.
-Me alegro de que el mío sea azul -dijo Amy, y entonces los dormitorios quedaron tranquilos mientras ellas volvían las páginas y el sol del invierno se deslizaba para acariciar y dar un saludo de Navidad a las cabezas rubias y a las caras pensativas.
- ¿Dónde está mamá? -preguntó Meg, cuando, media hora después, bajó con Jo las escaleras para darle las gracias por sus regalos.
- ¡Quién sabe! Una pobre criatura vino pidiendo limosna, y la señora salió inmediatamente para ver lo que necesitaba. No he visto jamás una mujer como ella en eso de dar comida, bebida y carbón, -respondió Hanna, que vivía con la familia desde que naciera Meg, y a quien todas trataban como a una amiga más que como a una criada.
- Supongo que mamá volverá pronto; así que preparen los pastelitos y cuiden que todo esté listo -dijo Meg, mirando los regalos, que estaban en un cesto debajo del sofá, dispuestos para sacarlos en el momento oportuno-. Pero, ¿dónde está el frasco de Colonia de Amy? -agregó, al ver que faltaba el frasquito.
- Lo sacó hace un minuto y salió para adornarlo con un lazo o algo parecido -respondió Jo, que saltaba alrededor del cuarto para suavizar algo las zapatillas nuevas del ejército.
- ¡Qué bonitos son mis pañuelos! ¿No les parece? Hanna me los lavó y plahchó, y yo misma los bordé -dijo Beth, mirando orgullosamente las letras desiguales que tanto trabajo le habían costado.
- ¡Qué ocurrencia! ¿Pues no ha puesto Mamá en lugar de M. March? ¡Qué gracioso! -gritó Jo, levantando uno de los pañuelos.
- ¿No está bien así? Pensaba que era mejor hacerlo de ese modo, porque las iniciales de Meg son M.M., y no quiero que nadie los use sino mamá -dijo Beth, algo preocupada.
- Está bien, querida mía, y es una idea muy buena; así nadie puede equivocarse ahora. Le gustará mucho a ella, lo sé -repuso Meg, frunciendo las cejas a Jo y sonriendo a Beth.
- ¡Aquí está mamá; escondan el cesto! -gritó Jo, al oír que la puerta se cerraba y sonaban pasos en el vestíbulo.
Amy entró precipitadamente, y pareció algo avergonzada cuando vio a todas sus hermanas esperándola.
- ¿Dónde has estado y qué traes escondido? -preguntó Meg, muy sorprendida al ver, por su toca y capa, que Amy, la perezosa, había salido tan temprano.
- No te rías de mí, Jo; no quería que nadie lo supiera hasta que llegase la hora. Es que he cambiado el frasquito por otro mayor y he dado todo mi dinero por él, porque trato de no ser egoísta como antes.
Al hablar así, mostraba Amy el bello frasco que reemplazaba al otro barato, y tan sincera y humilde parecía en su esfuerzo de olvidarse de sí misma, que Meg la abrazó y Jo la llamó un prodigio, mientras Beth corría a la ventana en busca de su rosa más bella para adornar el magnífico frasco.
- ¡Me daba vergüenza de mi regalo!, después de leer y hablar de ser buena esta mañana; así que corrí a la tienda para cambiarlo en cuanto me levanté; estoy muy contenta porque ahora mi regalo es el más bello.
Otro golpe de la puerta hizo que el cesto desapareciera debajo del sofá, y las chicas se acercaron a la mesa listas para su desayuno.
- ¡Feliz Navidad, mamá! ¡Y que tengas muchísimas! Muchas gracias por los libros; hemos leído algo y vamos a hacerlo todos los días -gritaron todas a coro.
- ¡Feliz Navidad, hijas mías! Me alegro mucho de que hayan comenzado a leer inmediatamente, y espero que perseveren haciéndolo.
Pero antes de sentarnos tengo algo que decir. No lejos de aquí hay una pobre mujer con un hijo recién nacido. En una cama se acurrucan seis niños para no helarse, porque no tienen ningún fuego. Allí no hay nada que comer, y el chico mayor vino para decirme que estaban sufriendo de hambre y frío. Hijas mías, ¿quieren darle su desayuno como regalo de Navidad?
Todas tenían más apetito que de ordinario, porque habían esperado cerca de una hora, y por un momento nadie habló, pero solo por un momento, porque Jo dijo impetuosamente:
- Me alegro mucho de que hayas venido antes de que hubiésemos comenzado.
- ¿Puedo ir para ayudar a llevar las cosas a los pobrecitos? -preguntó Beth, ansiosamente.
- Yo llevaré la crema y los panecillos -añadió Amy, renunciando valerosamente a lo que más le gustaba.
Meg estaba ya cubriendo los pastelilIos y amontonando el pan en un plato grande.
- Pensé que lo harían -dijo la señora March, sonriendo satisfecha-. Todas pueden ir conmigo para ayudar; cuando volvamos, desayunaremos con pan y leche, y en la comida lo compensaremos.
Pronto estuvieron todas listas y salieron. Felizmente era temprano y fueron por calles apartadas; así que poca gente las vio y nadie se rió de la curiosa compañía.
Un cuarto vacío y miserable, con las ventanas rotas, sin fuego en el hogar, las sábanas hechas jirones, una madre enferma, un recién nacido que lloraba y un grupo de niños pálidos y flacos debajo de una vieja colcha, tratando de calentarse. ¡Cómo abrieron los ojos y sonrieron al entrar las chicas!
- ¡Ah, Dios mío! ¡Ángeles buenos vienen a ayudarnos! -exclamó la pobre mujer, llorando de alegría.
- Vaya unos ángeles graciosos con tocas y mitones -dijo Jo, haciendo reír a todos.
En pocos minutos pareció que hubieran trabajado allí buenos espíritus.
Hanna, que había traído leña, encendió fuego y suplantó los vidrios rotos con sombreros viejos y su propia toquilla. La señora March dio té y leche a la mujer, y la confortó con promesas de ayuda, mientras vestía al niño pequeño tan cariñosamente como si hubiese sido su propio hijo. Mientras las chicas ponían la mesa, agrupaban a los niños alrededor del fuego y les daban de comer como si fuesen pájaros hambrientos, riéndose, hablando y tratando de comprender el inglés chapurreado y cómico que hablaban, porque era una familia de inmigrantes.
- ¡Qué bueno es esto! ¡Los ángeles benditos! -exclamaban los pobrecitos, mientras comían y se calentaban las manos al fuego.
Jamás, antes, las chicas habían recibido el nombre de ángeles, y lo encontraron muy agradable, especialmente Jo, a quien, desde que nació, todas la habían considerado unSancho. Fue un desayuno muy alegre, aunque no participaran de él; y cuando salieron, dejando atrás tanto consuelo, no había en la ciudad cuatro personas más felices que las niñas que renunciaran a su propio desayuno y se contentaran con pan y leche en la mañana de Navidad.
- Eso se llama amar a nuestro prójimo más que a nosotros mismos, y me gusta -dijo Meg, mientras sacaban sus regalos aprovechando el momento en que su madre subiera a buscar vestidos para los hombres Hummel.
No había mucho que ver, pero en los pocos paquetes había mucho cariño; y el florero alto, con rosas rojas, crisantemos y hojas, puesto en medio de los regalos, daba una apariencia elegante a la mesa.
- ¡Qué viene mamá! ¡Toca, Beth! ¡Abre la puerta, Amy!
- ¡Tres vivas a mamá! -gritó Jo, dando saltos por el cuarto, mientras Meg se adelantaba para conducir a la señora March a la silla de honor.
Beth tocó su marcha más viva. Amy abrió la puerta y Meg escoltó con mucha dignidad a su madre. La señora March estaba sorprendida y conmovida, y sonrió, con los ojos llenos de lágrimas, al examinar sus regalos y leer las líneas que los acompañaban. Inmediatamente se calzó las zapatillas, puso un pañuelo nuevo en el bolsillo, empapado con agua de colonia, se prendió la rosa en el pecho y dijo que los guantes le iban muy bien.
Hubo no pocas risas, besos y explicaciones, en la manera cariñosa y simple que hace tan gratas en su momento estas fiestas de familia y dejan un recuerdo tan dulce de ellas. Después todas se pusieron a trabajar.
Las caridades y ceremonias de la mañana habían llevado tanto tiempo, que el resto del día hubo que dedicarlo a los preparativos de los festejos de la tarde. No teniendo dinero de sobra para gastarlo en funciones caseras, las chicas ponían en el trabajo su ingenio, y como la necesidad es madre de la invención, hacían ellas misma todo lo que necesitaban. Y algunas de sus producciones eran muy ingeniosas.
Guitarras fabricadas con cartón, lámparas antiguas hechas de mantequeras viejas, cubiertas con papel plateado, magníficos mantos de algodón viejo, centelleando con lentejuelas de hojalata y armaduras cubiertas con las recortaduras de latas de conserva. Los muebles estaban acostumbrados a los cambios constantes y el cuarto grande era escena de muchas diversiones inocentes.
No se admitían caballeros, lo cual permitía a Jo hacer papeles de hombre y darse el gusto de ponerse un par de botas altas que le había regalado una amiga suya, que conocía a una señora parienta de un actor.
Estas botas, un antiguo florete, un chaleco labrado que había servido en otro tiempo en el estudio de un pintor, eran los tesoros principales de Jo, y los sacaba en todas las ocasiones. A causa de lo reducido de la compañía, los dos actores principales se veían obligados a tomar varios papeles cada uno, y, ciertamente, merecían elogios por el gran trabajo que se tomaban para aprender tres o cuatro papeles diferentes, cambiar tantas veces de traje, y, además, ocuparse en el manejo del escenario. Era un buen ejercicio para sus memorias, una diversión inocente y les ocupaba muchas horas, que de otro modo hubiesen estado perdidas, solitarias o pasadas en compañía menos provechosa.
La noche de Navidad una docena de chicas se agruparon sobre la cama, que era el palco, enfrente de las cortinas de cretona azul y amarillo, que hacían de telón. Había mucho zumbido detrás de las cortinas, algo de humo de la lámpara, y, de vez en cuando, una risa falsa de Amy, a quien la excitación ponía nerviosa. Al poco tiempo sonó una campana, se descorrieron las cortinas y la representación empezó.
El bosque tenebroso, que se mencionaba en el cartel, estaba representado por algunos arbustos en macetas, bayeta verde sobre el piso y una caverna en la distancia. Esta caverna tenía por techo una percha y por paredes algunos abrigos; dentro había un hornillo encendido con una marmita negra, sobre la cual se encorvaba una vieja bruja. El escenario estaba en la oscuridad y el resplandor que venía del hornillo hacía buen efecto. Especialmente cuando al destapar la bruja la caldera salió vapor de verdad. Se dio un momento al público para reponerse de su primer movimiento de sorpresa; entonces entró Hugo, el villano, andando con paso majestuoso, espada ruidosa al cinto, un chambergo, barba negra, capa misteriosa y las famosas botas. Después de andar de un lado para otro muy agitado, se golpeó la frente y cantó una melodía salvaje, sobre su odio a Rodrigo, su amor a Zara y su resolución de matar al uno y ganar la mano de la otra.
Los tonos ásperos de la voz de Hugo y sus vehementes exclamaciones hicieron fuerte impresión en el público, que aplaudía cada vez que se paraba para tomar aliento. Inclinándose, como quien está bien acostumbrado a cosechar aplausos, pasó a la caverna y mandó salir a Hagar con estas palabras: ¡Hola bruja, te necesito! Meg salió con la cara circundada con crin de caballo gris, un traje rojo y negro, un bastón y la capa llena de signos cabalísticos.
Hugo le pidió una poción que hiciese a Zara adorarle, y otra para deshacerse de Rodrigo. Hagar, cantando, una melodía dramática, prometió los dos, y se puso a invocar al espíritu que había de traer el filtro mágico para dar amor.
Sonaron acordes melodiosos, y entonces, del fondo de la caverna, apareció una figura pequeña en blanco y nebuloso, con alas que centelleaban, cabello rubio y sobre la cabeza una corona de rosas. Agitando su vara, dijo, cantando, que venía desde la luna y traía un filtro de mágicos efectos; y, dejando caer un frasquito dorado a los pies de la bruja, desapareció.
Otra canción de Hagar trajo a la escena una segunda aparición: un diablillo negro que, después de murmurar una respuesta, echó un frasquito oscuro a Hagar y desapareció con risa burlona. Dando las gracias, y poniendo las pociones en sus botas, se retiró Hugo, y Hagar puso en conocimiento de, los oyentes que, por haber él matado a algunos amigos suyos en tiempos pasados, ella le había echado una maldición, y había decidido contrariar sus planes, vengándose así de él. Entonces cayó el telón y los espectadores descansaron chupando caramelos y discutiendo los méritos de la obra.
Antes de que el telón volviera a levantarse se oyó mucho martilIeo; pero cuando se vio la obra maestra de tramoya que¡ habían construido, nadie se quejó de la tardanza. Era verdaderamente maravillosa.
Una torre se elevaba al cielo raso; a la mitad de su altura aparecía una ventana, en la cual ardía una lámpara, y detrás de la cortina blanca estaba Zara, vestida de azul con encajes de plata, esperando a Rodrigo.
Llegó él, ricamente ataviado, sombrero adornado con plumas, capa roja, una guitarra, y, naturalmente, las botas famosas. Al pie de la torre cantó una serenata con tonos cariñosos. Zára respondió, y, después de un diálogo musical, ella consintió en fugarse con él. Entonces llegó el efecto supremo del drama. Rodrigo sacó una escala de cuerda de cinco escalones, le echó un extremo y la invitó a descender. Timidamente se deslizó de la reja, puso la mano sobre el hombro de Rodrigo, y estaba por saltar graciosamente cuando, ¡pobre Zara!, se olvidó de la cola de su falda. Esta se enganchó en la ventana; la torre tembló, doblándose hacia adelante, y cayó con estrépito, sepultando a los infelices amantes entre las ruinas.
Un grito unánime se alzó cuando las botas amarillas salieron de entre las ruinas, agitándose furiosamente, y una cabeza rubia surgió, exclamando: ¡Yate lo decía yo! ¡ya te lo decía yo! Con admirable presencia de ánimo, don Pedro, el padre cruel, se precipitó para sacar a su hija de entre las ruinas, con un aparte vivo: ¡No se rían, sigan como si tal cosa!; y ordenando a Rodrigo que se levantara, lo desterró del reino con enojo y desprecio. Aunque visiblemente trastornado por la caída de la torre, Rodrigo desafió al anciano caballero, y se negó a marcharse.
Este ejemplo audaz animó a Zara; ella también desafió a su padre, que los mandó encerrar en los calabozos más profundos del castillo.
Un escudero pequeño y regordete entró con cadenas y se los llevó, dando señales de no poco susto y olvidándose de recitar su papel.
El acto tercero se desarrollaba en la sala del castillo, y aqui reapareció Hagar, que venía a librar a los amantes y matar a Hugo. Le oye venir y se esconde; le ve echar las pociones en dos vasos de vino, y mandar al tímido criado que los lleve a los presos. Mientras el criado dice algo a Hugo, Hagar cambia los vasos por otros sin veneno. Fernando, el criado, se los lleva, y Hagar vuelve a poner en la mesa el vaso envenenado. HUgO, con sed, después de una canción larga, lo bebe; pierde la cabeza, y tras muchas convulsiones y pataleos, cae al suelo y muere, mientras Hagar, en una canción dramática y melodiosa, le dice lo que ha hecho.
Esta escena fue verdaderamente sensacional, aunque espectadores más exigentes la hubieran considerado deslucida, al ver que al villano se le desataba una abundante cabellera en el momento de dar con su cuerpo en tierra.
En el cuarto acto apareció Rodrigo desesperado, a punto de darse una puñalada, porque alguien le había dicho que Zara lo había abandonado.
Cuando el puñal estaba a punto de penetrar en su corazón, se oyó debajo de su ventana una canción encantadora, que le decía que Zara permanecía fiel, pero que estaba en peligro y que él podía salvarla si quería. Le echan una llave al calabozo, la cual abre la puerta, y loco de alegría arroja sus cadenas y sale precipitadamente para buscar y librar a su amada.
El quinto acto empieza con borrascosa escena entre Zara y don Pedro. Desea el padre que su hija se meta a monja, pero ella se niega, y después de una súplica conmovedora, está a punto de desmayarse, cuando entra Rodrigo precipitadamente, pidiendo su mano. Don Pedro se la niega porque no es rico. Gritan y gesticulan terriblemente, y Rodrigo se dispone a llevarse a Zara, que ha caído extenuada en sus brazos, cuando entra el criado tímido con una carta y un paquete de parte de Hagar, que ha desaparecido misteriosamente. La carta dice que la bruja lega riquezas fabulosas a los amantes y un horrible destino a don Pedro si se opone a su felicidad. Se abre el paquete y una lluvia de monedas de lata cubre el suelo. Esto ablanda por completo al severo padre; da su consentimiento sin chistar, todos se juntan en coro alegre y cae el telón, mientras los amantes, muy felices y agradecidos, se arrodillan para recibir la bendición de don Pedro.
Calurosos aplausos, inesperadamente reprimidos; la cama plegadiza, sobre la cual estaba construido el palco, se cerrÓ súbitamente atrapando debajo a los entusiasmados espectadores. Rodrigo y don Pedro acudieron presurosos a libertarlos, y sacaron a todos sin daño, aunque muchos no podían hablar de tanto reírse.
Apenas se había calmado la agitación, cuando apareció Hanna, diciendo que la señora March rogaba a las señoritas que bajasen a cenar.
Cuando vieron la mesa, todas se miraron alegremente asombradas.
Era de esperar que su madre les diera una pequeña fiesta, pero cosa tan magnífica como aquélla no se había visto desde los pasados tiempos de abundancia. Había mantecados de dos clases, de color rosa y blanco, y pastelillos, frutas y dulces franceses muy ricos, y, en medio de la mesa, cuatro ramos de flores de invernadero.
La sorpresa las dejó mudas; miraban estupefactas a la mesa, y después a su madre, que parecía disfrutar muchísimo del espectáculo.
- ¿Lo han hecho las hadas? -preguntó Amy.
- Ha sido San Nicolás -dijo Beth.
-Mamá lo hizo -repuso Meg, sonriendo dulcemente, a pesar de la barba cana que todavía llevaba puesta.
- La tía March tuvo una corazonada y ha enviado la cena -gritó Jo, con inspiración súbita.
- Todas se equivocan; el viejo señor Laurence lo envió respondió la señora March.
- ¿El abuelo de ese muchacho Laurence? ¿Cómo se le habrá ocurrido tal cosa? ¡Si no lo conocemos! -exclamó Meg.
- Hanna contó a uno de sus criados lo que hicieron con su desayuno; es un señor excéntrico, pero eso le gustó. Conoció a mi padre hace muchos años, y esta tarde me envió una carta muy amable para decir que esperaba que le permitiese expresar sus sentimientos amistosos hacia mis niñas, enviándoles unas pequeñeces, con motivo de la festividad del día. No podía rehusar, y es así como tienen esta noche una pequeña fiesta para compensarlas del desayuno de pan y leche.
- Ese muchacho ha puesto la idea en la cabeza de su abuelo; estoy segura de esto: Es muy simpático, y me gustaría que nos tratáramos.
Parece que quisiera tratarnos; pero es tímido; y Meg es tan correcta, que no me permite hablar con él cuando nos encontramos -dijo Jo, mientras circulaban los platos y los helados empezaban a desaparecer entre un coro de exclamaciones alegres.
- ¿Quieres decir la gente que vive en la casa grande de al lado? -preguntó una de las chicas-. Mi madre conoce al señor Laurence, pero dice que es muy orgulloso y no le gusta mezclarse con sus vecinos. Tiene a su nieto encerrado en casa, cuando no está paseando a caballo o en compañía de su maestro, y lo hace estudiar mucho. Lo invitamos a nuestra fiesta, pero no vino. Mamá dice que es muy amable, aunque no nos habla nunca de las muchachas.
- Nuestro gato se escapó una vez y él lo devolvió, y yo hablé con él por encima de la valla. Nos entendíamos muy bien, hablando del criquet y de cosas por el estilo, pero vio venir a Meg y se marchó. Tengo la intención de hacer amistad algún día, porque necesita diversión, estoy segura -dijo Jo, decididamente.
- Me gustan sus modales y parece un verdadero caballero; de modo que si se presenta ocasión oportuna, no me opongo a que entables amistad con él. El mismo trajo las flores, y lo hubiera invitado a entrar de haber estado segura de lo que estaba ocurriendo arriba. Parecía estar deseoso de quedarse al escuchar risas y juego, que él no tiene, seguramente, en su casa.
- Me alegro de que no lo hicieras, mamá -dijo Jo, riéndose y mirando sus botas-. Pero alguna vez tendremos una función a la cual él pueda venir. Quizá querrá interpretar un papel; ¡qué divertido sería!
- Nunca he tenido un ramillete; ¡qué bonito es! -dijo Meg, examinando sus flores con mucho interés.
- Son preciosas, pero para mí las rosas de Beth son más dulces -dijo la señora March, oliendo el ramillete, medio marchito, que llevaba en su cinturón.
Beth abrazó a su madre y murmuró:

- Me gustaría poder enviar a papá mi ramillete. Temo que él no pase una Navidad tan feliz como nosotras.

Los cinco libros de Sarah para el Día del Libro

El Día del Libro es uno de mis favoritos del año. No sólo porque es el santo de un familiar y salimos a celebrarlo (que sí, tiene mucho que ver), también porque es un día totalmente dedicado a mi pasatiempo favorito. Me gano la vida leyendo y en mi tiempo libre... leo. Sí, ese tipo de friki soy yo, no lo puedo negar. Hoy, como viene siendo habitual por estas fechas, os traigo esos cinco libros que me gustaría recibir mañana. Si además me dais chocolate y té seré la mujer más feliz del mundo.

'Relojes de hueso' de David Mitchell

Relojes De Hueso
Tras una pelea con su madre, Holly se marcha de casa. Su encuentro con una extraña anciana despertará las voces y visiones que tenía cuando era una niña, sumiéndola en una espiral de pesadilla. Por si esto fuera poco su hermano pequeño, un niño de una inteligencia inquietante, ha desaparecido... Relojes de hueso de David Mitchell nos trae una historia en la que las vidas de los personajes se entrecruzan a lo largo del tiempo, como ya hiciera en la magnífica El Atlas de las Nubes. Tengo muchísimas ganas de leer esta novela, aunque sus más de 700 páginas me plantean un problema de tiempo, esa es la verdad. Lo publicaLiteratura Random House y cuesta 23,90 euros.

'El librero' de Roald Dahl

Librero
Roald Dahl es uno de mis autores favoritos, ya os lo he dicho varias veces, así que cuando he visto este libro no me he podio resistir a ponerlo en mi lista. El librero de Roald Dahl tiene como protagonistas a William Buggage y a su ayudante la señorita Tottle, dos curiosos personajes que a pesar de tener una librería no les interesa mucho la venta de libros y prefieren leer los obituarios. Un cuento para adultos en los que se pone de manifiesto el peculiar sentido del humor del autor inglés, acompañado por las magníficas ilustraciones de Federico Delicado. Lo publica Nórdica y cuesta 19,50 euros.

'El hijo de Mississippi' de Juan de Dios Garduño

El Hijo Del Mississippi Baja
Juan de Dios Garduño se ha convertido en un nombre de referencia dentro del terror español, gracias especialmente a su novela Y pese a todo... Sin embargo, ahora vuelve a las librerías con El hijo de Mississippi , una historia que se aleja un poco de lo que había escrito hasta ahora. Aquí conoceremos a Jacob, que sueña con ser capitán de uno de los enormes barcos de vapor que recorren el Mississippi. Pero siendo muy joven irá a la cárcel y el resto de su vida quedará teñida por la sed de venganza y los infortunios que parecen acecharle. Lo ha publicado Stella Marisy cuesta 19 euros.

'La historia de los fantasmas' de Roger Clarke

Fantasmas
Este libro es un poco particular, no voy a negarlo. La historia de los fantasmas de Roger Clarke hace un recorrido por los casos más escalofriantes apariciones fantasmales. De cazafantasmas del siglo XVII a submarinos encantados durante la I Guerra, pasando por una nutrida lista de personajes célebres que han tenido (o buscado) experiencias sobrenaturales. Un ensayo más que curioso escrito al más puro estilo de las novelas de terror que nos quitan el sueño. Lo ha publicadoSiruela y cuesta 22,95 euros.

'Ashenden Park' de Elizabeth Wilhide

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Ashenden Park de Elizabeth Wilhide es uno de esos libros que se me escaparon cuando salió como novedad, así que aprovecho ahora para colarlo en la lista de (posibles) regalos. Ashenden Park es la típica mansión de la campiña inglesa, en la que durante doscientos años se suceden una generación tras otra, con sus alegrías, amores, tristezas y muertes. Basada en la historia real de una casa señorial inglesa, 'Ashenden Park' nos transporta de la mano de Charlie y Ros a una época esplendorosa en la que no todo es tan hermoso como pueda parecer. Lo ha publicado Lumen y cuesta 22,90 euros.
¡Feliz día del libro!

Sugar Hill Gang Delicia de un charlatan

Malvaho - La Cotorra

sábado, 23 de abril de 2016

Doctor Atómico


Doctor Atómico
Doctor Atomic
Trinity Test - Oppenheimer and Groves at Ground Zero 002.jpg
Robert Oppenheimer y el general Leslie Groves (Julio de 1945)
Actos2 actos
IdiomaInglés
Música
CompositorJohn Adams
Puesta en escena
Lugar de estrenoÓpera de San Francisco
San Francisco
Fecha de estreno1 de octubre de 2005
Personajesvéase Personajes
LibretistaPeter Sellars
Duración3 horas 20 minutos
[editar datos en Wikidata]
Doctor Atómico (título original en inglésDoctor Atomic) es una ópera en dos actos con música de John Adams y libreto en inglés de Peter Sellars. La obra se estrenó en la Ópera de San Francisco el 1 de octubre de 2005. La obra se centra en el gran estrés y ansiedad padecidos por los que estaban en Los Álamos mientras se estaba preparando la prueba de la primera bomba atómica (el "test Trinity"). Se hizo un documental sobre la creación de la ópera, titulado Wonders Are Many (2007).
Esta ópera rara vez se representa en la actualidad; en las estadísticas de Operabase aparece con sólo 7 representaciones en el período 2005-2010, y la segunda de Adams.


CAFE SOCIETY Official International Trailer (2016) Jesse Eisenberg, Kris...

Iyeoka - Simply Falling (Subtitulo Español) Vídeo Oficial HD

viernes, 22 de abril de 2016

Iyeoka - Simply Falling (Subtitulo Español) Vídeo Oficial HD

Ken Follet continuará la saga de 'Los pilares de la tierra' en 2017

Una noticia que seguramente os alegrará a muchos: Ken Follett anunció este miércoles en Sevilla la publicación en otoño de 2017 de su próxima novela, con el título provisional de 'A Column of Fire' ('Una columna de fuego'), y que completará la trilogía iniciada con 'Los pilares de la tierra' y 'Un mundo sin fin'.
El autor ha visitado nuestro país como parte de su trabajo de investigación previa a la redacción del libro. Según declaró: "Me encuentro en Sevilla documentándome para mi próximo libro: se trata de una historia de espías ambientada en el siglo XVI y parte de la acción transcurre en esta ciudad. He visitado el Real Alcázar, el Museo Naval y, por supuesto, la Catedral".
Al parecer, la historia se enmarcará en el reinado de Isabel I de Inglaterra y, de la misma forma que en las dos obras anteriores, se sitúa en parte en la ciudad ficticia de Kingsbridge, según informó el autor.
'Los pilares de la tierra' (Plaza & Janés 1989) es la novela más leída en España, según las encuestas sobre hábitos de lectura y compra de libros de la Federación del Gremio de Editores, con seis millones de ejemplares vendidos hasta la fecha en nuestro país. Las ventas mundiales alcanzan los 25 millones. El libro, que recrea el desarrollo de la arquitectura gótica a través de las vicisitudes del priorato de Kingsbridge, está ambientado en el siglo XII e incluye también pasajes en España, durante una peregrinación a Santiago de Compostela.
'Un mundo sin fin', publicado veinte años más tarde (Plaza & Janés 2009) y que vendió más de un millón y medio de ejemplares en España (más de 11 millones en todo el mundo), continúa la historia dos siglos después de la construcción de la majestuosa catedral gótica, con el trasfondo de la Peste Negra, que aniquiló a la mitad de la población europea.
La nueva entrega completará por fin esta trilogía que supuso un fenómeno editorial sin precedentes y se ha convertido en un auténtico referente del género de la novela histórica. El lanzamiento global de la novela en España y América Latina será en otoño de 2017.

Poemas de Julio Cortázar



LOS AMIGOSEL ENCUBRIDOR
OBJETOS PERDIDOSBOLERO
NOCTURNOEL BREVE AMOR
PARA LEER EN FORMA INTERROGATIVAHAPPY NEW YEAR
EL INTERROGADORESTA TERNURA
TALAHABLEN, TIENEN TRES MINUTOS
AFTER SUCH PLEASURESEL NIÑO BUENO
LA MUFAUNA CARTA DE AMOR
LOS AMIGOS
En el tabaco, en el café, en el vino,
al borde de la noche se levantan
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.

Livianamente hermanos del destino,
dióscuros, sombras pálidas, me espantan
las moscas de los hábitos, me aguantan
que siga a flote entre tanto remolino.

Los muertos hablan más pero al oído,
y los vivos son mano tibia y techo,
suma de lo ganado y lo perdido.

Así un día en la barca de la sombra,
de tanta ausencia abrigará mi pecho
esta antigua ternura que los nombra.



EL ENCUBRIDOR
Ese que sale de su país porque tiene miedo,
no sabe de que,
miedo del queso con ratón,
de la cuerda entre los locos,
de la espuma en la sopa.
Entonces quiere cambiarse como una figurita,
el pelo que antes se alambraba
con gomina y espejo lo suelta en jopo,
se abre la camisa, muda de costumbres,
de vino, de idioma.
Se da cuenta, infeliz, que va tirando mejor,
y duerme a pata ancha.
Hasta de estilo cambia,
y tiene amigos que no saben su historia provinciana,
ridícula y casera.
A ratos se pregunta como pudo esperar
todo ese tiempo
para salirse del río sin orillas,
de los cuellos garrote,
de los domingos, lunes, martes, miércoles y jueves.
A fojas uno, si, pero cuidado:
un mismo espejo es todos los espejos,
y el pasaporte dice que naciste y que eres
y cutis color blanco, nariz de dorso recto,
Buenos Aires, septiembre.
Aparte que no olvida,
porque es arte de pocos,
lo que quiso,
esa sopa de estrellas y letras que infatigable comerá
en numerosas mesas de variados hoteles,
la misma sopa, pobre tipo,
hasta que el pescadito intercostal
se plante y diga basta.
Antes, después
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede al amor
como la caricia a la mano
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente
aunque no haya huella ni presagio

aunque no haya huella ni presagio
como la caricia a la mano
el perfume dibuja el jazmín
el amante precede el amor
pero inevitablemente
el amor sobrevive al amante
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna

como la caricia a la mano
aunque no haya huella ni presagio
el amante precede al amor
el perfume dibuja el jazmín
como los juegos al llanto
como la sombra a la columna
el amor sobrevive al amante
pero inevitablemente



OBJETOS PERDIDOS
Por veredas de sueño y habitaciones sordas
tus rendidos veranos me aceleran con sus cantos
Una cifra vigilante y sigilosa
va por los arrabales llamándome y llamándome
pero qué falta, dime, en la tarjeta diminuta
donde están tu nombre, tu calle y tu desvelo
si la cifra se mezcla con las letras del sueño,
si solamente estás donde ya no te busco.

Mendoza, Argentina 1944
LA MUFA

Vos ves la Cruz del Sur,
respirás el verano con su olor a duraznos,
y caminás de noche
mi pequeño fantasma silencioso
por ese Buenos Aires,
por ese siempre mismo Buenos Aires.
Quizá la más querida

Me diste la intemperie,
la leve sombra de tu mano
pasando por mi cara.
Me diste el frío, la distancia,
el amargo café de medianoche
entre mesas vacías.

Siempre empezó a llover
en la mitad de la película,
la flor que te llevé tenía
una araña esperando entre los pétalos.

Creo que lo sabías
y que favoreciste la desgracia.
Siempre olvidé el paraguas
antes de ir a buscarte,
el restaurante estaba lleno
y voceaban la guerra en las esquinas.

Fui una letra de tango
para tu indiferente melodía.




UNA CARTA DE AMOR

Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo
porque en el fondo es todo

como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,

todo eso es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.

Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,

y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.

BOLERO
Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.

Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.

Por ahí un papelito
que solamente dice:

Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.

Y este fragmento:

La lenta máquina del desamor
los engranajes del reflujo
los cuerpos que abandonan las almohadas
las sábanas los besos

y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo
ya no mirándose entre ellos
ya no desnudos para el otro
ya no te amo,
mi amor.



NOCTURNO
Tengo esta noche las manos negras, el corazón sudado
como después de luchar hasta el olvido con los ciempiés del humo.
Todo ha quedado allá, las botellas, el barco,
no sé si me querían, y si esperaban verme.
En el diario tirado sobre la cama dice encuentros diplomáticos,
una sangría exploratoria lo batió alegremente en cuatro sets.
Un bosque altísimo rodea esta casa en el centro de la ciudad,
yo sé, siento que un ciego está muriéndose en las cercanías.
Mi mujer sube y baja una pequeña escalera
como un capitán de navío que desconfía de las estrellas.
Hay una taza de leche, papeles, las once de la noche.
Afuera parece como si multitudes de caballos se acercaran
a la ventana que tengo a mi espalda.

(esto de los caballos me recuerda a cierto relato)


EL BREVE AMOR
Con qué tersa dulzura
me levanta del lecho en que soñaba
profundas plantaciones perfumadas,
me pasea los dedos por la piel y me dibuja
en le espacio, en vilo, hasta que el beso
se posa curvo y recurrente
para que a fuego lento empiece
la danza cadenciosa de la hoguera
tejiédose en ráfagas, en hélices,
ir y venir de un huracán de humo-
(¿Por qué, después,
lo que queda de mí
es sólo un anegarse entre las cenizas
sin un adiós, sin nada más que el gesto
de liberar las manos ?)



PARA LEER EN FORMA INTERROGATIVA
Has visto
verdaderamente has visto
la nieve los astros los pasos afelpados de la brisa
Has tocado
de verdad has tocado
el plato el pan la cara de esa mujer que tanto amàs
Has vivido
como un golpe en la frente
el instante el jadeo la caìda la fuga
Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos tus manos tu sexo tu blando corazòn
habìa que tirarlos
habìa que llorarlos
habìa que inventarlos otra vez.



HAPPY NEW YEAR
Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Asì la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.



EL INTERROGADOR
No pregunto por las glorias ni las nieves,
quiero saber dónde se van juntando
las golondrinas muertas,
adónde van las cajas de fósforos usadas.
Por grande que sea el mundo
hay los recortes de uñas, las pelusas,
los sobres fatigados, las pestañas que caen.
¿Adonde van las nieblas, la borra del café,
los almanaques de otro tiempo?
Pregunto por la nada que nos mueve;
en esos cementerios conjeturo que crece
poco a poco el miedo,
y que allí empolla el Roc.



ESTA TERNURA
Esta ternura y estas manos libres,
¿a quién darlas bajo el viento ? Tanto arroz
para la zorra, y en medio del llamado
la ansiedad de esa puerta abierta para nadie.
Hicimos pan tan blanco
para bocas ya muertas que aceptaban
solamente una luna de colmillo, el té
frío de la vela la alba.
Tocamos instrumentos para la ciega cólera
de sombras y sombreros olvidados. Nos quedamos
con los presentes ordenados en una mesa inútil,
y fue preciso beber la sidra caliente
en la vergüenza de la medianoche.
Entonces, ¿nadie quiere esto,
nadie?



TALA
Llévese estos ojos, piedritas de colores,
esta nariz de tótem, estos labios que saben
todas la tablas de multiplicar y las poesías más selectas.
Le doy la cara entera, con la lengua y el pelo,
me quito las uñas y dientes y le completo el peso.
No sirve
esa manera de sentir. Qué ojos ni qué dedos.
Ni esa comida recalentada, la memoria,
ni la atención, como una cotorrita perniciosa.
Tome las inducciones y las perchas
donde cuelgan las palabras lavadas y planchadas.
Arree con la casa, fuera de todo,
déjeme como un hueco, o una estaca.
Tal vez entonces, cuando no me valga
la generosidad de Dios, eso boy.scout,
y esté igual que la alfombra que ha aguantado
su lenta lluvia de zapatos ochenta años
y es urdimbre nomás, claro esqueleto donde
se borraron los ricos pavorreales de plata,
puede ser que sin vos diga tu nombre cierto
puede ocurrir que alcance sin manos tu cintura.


HABLEN, TIENEN TRES MINUTOS
Hablen, tiene tres minutos
De vuelta del paseo
donde junté una florecita para tenerte entre mis dedos un momento,
y bebí una botellas de Beaujolais, para bajar al pozo
donde bailaba un oso luna,
en la penumbra dorada de la lámpara cuelgo mi piel
y sé que estaré solo en la ciudad
más poblada del mundo.
Excusarás este balance histérico, entre fuga a la rata y queja de morfina,
teniendo en cuenta que hace frío, llueve sobre mi taza de café,
y en cada medialuna la humedad alisa sus patitas de esponja.
Máxime sabiendo
que pienso en ti obstinadamente, como una ciega máquina,
como la cifra que repite interminablemente el gongo de la fiebre
el loco que cobija su paloma en la mano, acariciándola hora a hora
hasta mezclar los dedos y las plumas en una sola miga de ternura.
Creo que sospecharás esto que ocurre,
como yo te presiento a la distancia en tu ciudad,
volviendo del paseo donde quizá juntases
la misma florecita, un poco por botánica,
un poco porque aquí,
porque es preciso
que no estemos tan solos, que nos demos
un pétalo, aunque sea un pasito, una pelusa.



AFTER SUCH PLEASURES
Esta noche, buscando tu boca en otra boca,
casi creyéndolo, porque así de ciego es este río
que me tira en mujer y me sumerge entre sus párpados,
qué tristeza nadar al fin hacia la orilla del sopor
sabiendo que el placer es ese esclavo innoble
que acepta las monedas falsas, las circula sonriendo.

Olvidada pureza, cómo quisiera rescatar
ese dolor de Buenos Aires, esa espera sin pausas ni
esperanza.
Solo en mi casa abierta sobre el puerto
otra vez empezar a quererte,
otra vez encontrarte en el café de la mañana
sin que tanta cosa irrenunciable
hubiera sucedido.
Y no tener que acordarme de este olvido que sube
para nada, para borrar del pizarrón tus muñequitos
y no dejarme más que una ventana sin estrellas.



EL NIÑO BUENO
No sabré desatarme los zapatos y dejar que la ciudad me muerda los pies
no me emborracharé bajo los puentes, no cometeré faltas de estilo.
Acepto este destino de camisas planchadas,
llego a tiempo a los cines, cedo mi asiento a las señoras.
El largo desarreglo de los sentidos me va mal. Opto
por el dentífrico y las toallas. Me vacuno.
Mira qué pobre amante, incapaz de meterse en una fuente
para traerte un pescadito rojo
bajo la rabia de gendarmes y niñeras.


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 Emisión 259. Lunes 18 de abril de 2016


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martes, 19 de abril de 2016

Humano, demasiado humano - Jean Paul Sartre

Humano, demasiado humano - Jean Paul Sartre

"El Arte de Amar" por Ovidio (Prezi) de Karen Correa


'Tómatelo con Karma' de Pedrita Parker

Diría que es una casualidad, pero sinceramente ya no estoy tan segura. Podríamos decir que el Destino lo ha dispuesto así, o que el (buen) Karma lo ha decidido, y aunque no soy yo muy espiritual (en serio, menos que una figurita de escayola) en nada de tiempo se han cruzado en mi camino dos libros con este tipo de historias. Y es que Tómatelo con Karma de Pedrita Parker se presentó en mi vida de improviso.
De improviso y de la mano de un amigo, que creyó que me gustaría, y eso sin saber que soy muy fan de Pedrita Parker, incluso antes de saber que tiene libros publicados. Las ilustraciones de Pedrita me encantan y sus comentarios siempre me hacen reír, de modo que mi amigo acertó (mucho) sin saberlo. Podríamos llamarlo casualidad, pero no pasa nada por llamarlo Karma.
'Tómatelo con Karma' es de esos libros para pasar el rato con una sonrisa.Tomando como base una pequeña lucha de poder entre Karma y Destino, Pedrita nos va enseñando las diferencias entre uno y otro porque sí, aunque no lo supierais, existen. Y es que no es lo mismo pensar que hagas lo que hagas tendrás el mismo fin, que pensar que lo que haces influye en tu fin ¿eh?
Como os digo, no soy una persona demasiado espiritual, ni me paro mucho a pensar en este tipo de conceptos, pero si tuviera que elegir creo que me quedaría con Karma en vez de con Destino. No creo que nuestro futuro esté escrito, ni mucho menos, y sí que creo que lo que haces tiene sus consecuencias, buenas y malas.
Con todo, no os vayáis a pensar que 'Tómatelo con Karma' profundiza mucho en estos pensamientos, sino que es más bien una excusa para disfrutar de las divertidas ilustraciones de esta autora, que poco a poco ha ido consiguiendo ocupar un hueco en nuestro día a día para hacernos sonreír. Y es que las sonrisas nunca sobran, por mucho que digan.
Pedrita Parker es el nombre artístico de Estefi Martínez, una malagueña que después de vivir en varios países alrededor del mundo volvió al pueblo por amor. Amante de dibujar cosas absurdas, fue subiendo sus creaciones a Internet, para ver como a la gente le encanta lo que hace. Así, ahora ofrece todo tipo de artículos con sus diseños (sus tazas son lo más) y tiene libros para sus mayores fans, como Esa cosa (extraña) llamada Amor y este mismo, ambos publicados por Lumen.
Como os podéis imaginar, este libro no os va a cambiar la vida. Eso no, desde luego, pero lo que sí va a hacer es alegrarte el rato del café, y si además te comes un donut con chocolate (o una tostada con aceite, cada uno a lo suyo) ya el día es casi perfecto. Toneladas de buen karma asegurado, así que no lo estropeéis mucho siendo malos.
Lumen
ISBN: 9788448844455
96 páginas
13,95 euros
Más información | Ficha en Lumen