miércoles, 12 de octubre de 2022

Persona - Ingmar Bergman 1966 (sub español)

Algunos presupuestos de los 'estudios visuales'

 

Algunos presupuestos de los 'estudios visuales'

(Fotograma de la película Blade Runner, 1982, de Ridley Scott) 
Los estudios visuales son concebidos como un entrecruzamiento de disciplinas: la historia del arte, la estética, la teoría fílmica, los estudios culturales, la teoría de los medios, la cultura visual, los estudios de género, entre otros, con el fin de abordar el análisis de la visualidad en las sociedades contemporáneas ligada a los procesos de producción de significado cultural que tienen lugar en la circulación pública de las imágenes. Es decir, en últimas los estudios visuales tratan de la vida “social de las imágenes”.

El tema de los estudios visuales, es el de localizar la imagen en el contexto de los procesos creadores de significado que constituyen su entorno cultural… los estudios visuales están interesados en cómo las imágenes son prácticas culturales cuya importancia delata los valores de quienes las crearon, manipularon, y consumieron.”
(MOXEY, Keith. "La nostalgia de lo real. La problemática relación de la historia del arte con los estudios visuales”. En revista digital. Estudios visuales, diciembre 2003  http://www.estudiosvisuales.net/revista/pdf/num1/moxey.pdf )

Los estudios visuales parten de la base de que no hay hechos, objetos, fenómenos, ni medios de visualidad pura, sino más bien actos de ver extremadamente complejos que son el resultado de la mezcla de diversos operadores (textuales, mentales, imaginarios, sensoriales, mediáticos, institucionales, …..) y diversos intereses de representación (intereses de raza, género, clase, diferencia cultural, económicos…). El supuesto básico que los sustenta es que todo ver es el resultado de una construcción cultural, y por lo tanto, siempre un hacer complejo e híbrido.
Es un campo de estudio que se niega a dar por sentada la visión, dado que insiste en problematizar, teorizar, criticar e historizar el proceso visual en sí mismo. En una época que asiste al fin de las disciplinas, los estudios visuales se erigen como una estructura de campo de problemas ligadas a lo visual que asume que su propia producción ensayística participa de manera autorreferencial en la batalla de los imaginarios culturales en los que interviene.

Por: Rodolfo Wenger C.

La imagen-afección y el rostro-paisaje en el cine

 

Reflexiones y referencias acerca de temáticas estéticas, filosóficas y artísticas...

La imagen-afección y el rostro-paisaje en el cine

abril 29, 2014

 

 




Retengamos para comenzar esta primera y determinante definición de la imagen-afección: "La imagen-afección no es otra cosa que el primer plano, y el primer plano, no es otra cosa que el rostro".[1] 

Y no se trata de que el primer plano sea el 'encuadre' adecuado para tratar al rostro, sino que el rostro es en sí mismo primer plano, el rostro es por sí mismo primer plano, y ambos son el afecto y la imagen-afección. A un rostro generalmente se le formulan dos clases de preguntas: ¿en qué piensas?, o bien: ¿qué te pasa qué tienes, qué sientes o experimentas?. 

El expresionismo como movimiento cinematográfico es, esencialmente, el juego intensivo de la luz con lo opaco, con las tinieblas. Su combinación es como la potencia que produce la caída de las personas en el agujero negro o su ascensión hacia la luz. Esta mezcla constituye una serie, bien sea en una forma alternada de estrías o rayas, bien en la forma compacta ascendente y descendente, de todos los grados de sombra que equivalen a colores.[2] El rostro expresionista participa así de la vida no orgánica de las cosas como primer polo del expresionismo; se trata de un rostro vaporoso, nebuloso, borroso, que se halla envuelto en un velo más o menos denso. Es la cabeza de Atila tenebrosa y surcada de arrugas en Los Nibelungos (1924) de Fritz Lang.





Aparentemente la característica del primer plano es que nos presenta un objeto parcial, separado de un conjunto o arrancado a un conjunto del que formaría parte; al respecto el psicoanálisis dirá que se trata de una estructura del inconsciente (castración), y la lingüística considerará que se trata de un procedimiento constitutivo del lenguaje (sinécdoque; tomar el todo por una parte o una parte por el todo). Pero en realidad el  primer plano, el rostro en primer plano, no tiene nada que ver con un objeto parcial; el primer plano no arranca su objeto a un conjunto del que formaría parte, sino que se trata de algo completamente distinto porque lo abstrae de las coordenadas espacio-temporales, es decir, lo eleva al estado de Entidad.  Esto nos remite a la filosofía estoica según la cual las cosas eran portadoras de acontecimientos ideales que no se confundían exactamente con sus propiedades, sus acciones y reacciones, v.gr. lo cortante de un cuchillo, lo rojo de la rosa, etc.  El afecto, entonces, es la entidad, la Potencia o la Cualidad. Es un expresado: el afecto no existe independientemente de algo que lo expresa, aunque se distinga de él por completo.[3]

 

Esta cualidad sin sustantivo, este adjetivo sin su actualización, es el afecto puro, es una potencialidad más que una actualización, es la imagen de lo intenso, por fuera de la extensión. Esta es la imagen-afección: la cualidad o potencia, es la potencialidad considerada por sí misma en cuanto expresada. Según Charles Peirce, semiólogo norteamericano cuya importancia en cualquier clasificación de las imágenes y signos Deleuze exalta, la imagen-afección correspondería a la primeridad; no es una sensación, o una idea, sino la cualidad de una sensación, de un sentimiento o de una idea posible; por ejemplo, es el miedo que invade el espíritu antes de tener motivo para tener miedo. Según la clasificación Deleuze-Peirce el signo de la imagen-afección es el ícono.

 

En el cine, Bergman ha sido sin duda el autor que más ha insistido en la unión entre cine, rostro y primer plano. Por ejemplo,  en Persona (1966) no es posible distinguir con certeza si el rostro es de dos personas, o por el contrario de una sola persona desdoblándose.  Bergman llevó la imagen-afección a sus límites, porque con los planos-rostros mostró los límites del rostro, su relación con el miedo, con el vacío o con la ausencia; el miedo del rostro ante el vacío. 

                                                https://www.youtube.com/watch?v=XCstyHzOMng

 Un color como el rojo, un valor como lo brillante, una potencia como lo afilado, una cualidad como lo duro, son ante todo cualidades positivas que no remiten más que a sí mismas.[4]  No se trata de vivir en forma actualizada la experiencia de esas sensaciones, bien sea directamente o con la memoria o la imaginación, sino que se trata de cualidades en sí mismas. La imagen-afección es una imagen que no se refiere a ninguna otra imagen, que es anterior a la acción y a la reflexión, que al mismo tiempo es materialidad pura. 

 

El afecto es como lo expresado del estado de cosas, pero ese expresado no remite más que a los rostros que lo expresan y que, componiéndose o separándose le dan una materia propia moviente. La técnica cinematográfica que predomina, entonces, es el de encuadres de primeros planos fragmentados.

 El filme afectivo por excelencia es La pasión de Juana de Arco (1927) de Carl Dreyer; en él se utiliza de manera abundante los primeros planos, lo cual posibilita que el espectador se involucre en el drama espiritual de la protagonista. Dreyer logra una profunda experiencia espiritual al mostrar la persecución de Juana de Arco por parte de sus jueces eclesiásticos que la cuestionan inquisitorialmente y que deforman sus motivos con palabras malintencionadas; y lo hizo sin sonido con base en la utilización de primeros planos. Dreyer creó un gigantesco conjunto de primeros planos. El juicio de Juana, lo demoníaco de los jueces, su agotamiento, su confesión forzada y su posterior retractación, su sentencia, el rapado y la quema en la hoguera; prácticamente todas esas escenas están rodadas en primeros planos. Al respecto, Dreyer dijo lo siguiente:


https://www.youtube.com/watch?v=ievQHdD-qIQ

 

No estudié los vestidos de la época y ese tipo de cosas. El año del acontecimiento me parecía tan poco importante como su distancia respecto al presente. Quería interpretar un himno al triunfo del alma sobre la vida. Todo lo humano es expresado en su rostro, del mismo modo que su cara es el espejo del alma.[5]

 

En otra declaración Dreyer enfatiza en la importancia del rostro:



Cualquiera que haya visto mis buenas películas, sabrá la importancia que atribuyo al rostro humano. Es una tierra  que jamás puede ser explorada suficientemente. No existe experiencia más noble en los estudios que registrar la expresión de un rostro sensible a la fuerza misteriosa de la inspiración, verlo llenarse desde lo interior y llenarse de poesía. [6]

 

Hay otra manera de expresar un afecto, una imagen afección y es por medio de lo que Deleuze llama el espacio cualquiera. No se trata de un universal abstracto, en todo tiempo, o en todo lugar, sino que es un espacio perfectamente singular, sólo que ha perdido su homogeneidad, es decir, el principio de sus relaciones métricas o la conexión de sus propias partes.



Ahora decimos que hay dos clases de signos de imagen-afección, o dos figuras de la primeidad: de una parte, la cualidad-potencia expresada por un rostro; pero de otra, la cualidad-potencia expuesta en un espacio cualquiera. [7]

 

Y el color es el afecto mismo, es decir, la conjunción virtual de todos los objetos que el color capta. Al respecto, Antonioni es uno de los más grandes coloristas del cine, dado que él se sirve de los colores fríos llevados a su máxima plenitud o a su máxima intensificación para rebasar la función absorbente que aún mantenía a personajes y situaciones transformados en el espacio de un sueño o de una pesadilla. Con Antonioni, el color lleva el espacio hasta el vacío, borra lo que ha absorbido:



Desde La aventura, la gran búsqueda de Antonioni es el plano vacío, el plano deshabitado. Al final de El eclipse todos los planos recorridos por la pareja son revisados y corregidos por el vacío, como índica el título del film. (...) Antonioni busca el desierto: El desierto rojo, Zabriskie Point (...) El objeto del cine de Antonioni es arribar a lo no figurativo, a través de una aventura cuyo término es el eclipse del rostro, el borramiento de los personajes. [8]


https://www.youtube.com/watch?v=slfZVTDYHEI

 En Antonioni, el rostro desaparece al mismo tiempo que el personaje y la acción, y la instancia afectiva es la del espacio cualquiera llevado, a su vez, hasta el vacío.

 

Por: Rodolfo Wenger C.

 


[1]  DELEUZE, Gilles. La imagen-movimiento. Estudios sobre cine 1.  Barcelona: Paidós, 1984, p.131.

[2]  Ibid. p.138.

[3]  Ibid. p.144.

[4]  Ibid. p. 156. Apud. PEIRCE, Charles. Ecrits sur le signe.

[5]  KOBAL, John. Las 100 mejores películas. Madrid: Alianza, 1990, p.125.

[6]  El cine, desde Lumière hasta el cinerama. Barcelona. Argos. 1966. p.200.

[7]  DELEUZE, Gilles. Op.cit. p.161.

[8]  Ibid. p.173. Apud. BONITZER, Pascal. Revista Cahiers du cinéma Nº 150. Enero 1964. p.88. 

 

https://perspectivasesteticas.blogspot.com/2014/04/la-imagen-afeccion-y-el-rostro-paisaje.html

 

La imagen-percepción de Deleuze-Bergson

 

La imagen-percepción de Deleuze-Bergson




Walter Benjamin señala el aporte del cine en relación con la percepción en los siguientes términos:


Ampliando el número de los objetos frente a los cuales podemos estar en guardia, tanto en el orden visual como en el auditivo, el cine ha tenido como consecuencia una profundización de la percepción.[1]

La percepción es ante todo una sustración; percibimos lo que nos interesa, lo que la atención a la vida requiere. La supervivencia es nuestra primera necesidad, y el primer contacto con el mundo es la percepción subjetiva. El bergsonismo nos propone lo siguiente en relación con la percepción subjetiva y objetiva:


Una percepción será subjetiva cuando las imágenes varíen con respecto a una imagen central y privilegiada; una percepción será objetiva, tal como es en las cosas, cuando todas las imágenes varien unas con respecto a las otras, sobre todas sus caras y en todas sus partes.[2]

Entre lo más subjetivo estarían los delirios, los sueños, las alucinaciones. Y entre  lo más cercano a una percepción objetiva estaría aquella que se emparenta con la materialidad hecha de ondas luminosas y de interacciones moleculares. 
En el cine francés se privilegiaron bastante las tomas que se hacían del agua que corre. Por ejemplo, gran parte de la obra de Epstein y de Grémillon se refieren a un drama entre las fuerzas de la Naturaleza y el hombre, en especial de las fuerzas en estado líquido: del mar, de los ríos, etc. Al respecto es muy diciente la película Le tempestaire (1947) de Jean Epstein en la que se nos presenta el drama que vive la novia de un pescador al darse cuenta que se avecina una tempestad y que su novio se encuentra en alta mar, en su desespero y como último recurso decide acudir a un brujo (le tempestaire) para que logre apacigüar a los vientos enfurecidos y aguas turbulentas. Este filme no sólo se caracteriza por unas impresionantes fotos de un mar embravecido sino también por una banda sonora única hasta ese momento, que capta de manera directa los ruidos de la tempestad por medio de una técnica de ralenti sonoro. Ambos efectos -tanto sonoros como visuales- inducen en el espectador una curiosa percepción de lo líquido, una inusual percepción de las fuerzas de la naturaleza, esto quizás, porque:


Finalmente, lo que la escuela francesa encontraba en el agua era la promesa o la indicación de otro estado de percepción: una percepción más que humana, una percepción que ya no se obtenía de los sólidos, para la que el sólido ya no era el objeto, la condición el medio. Una percepción más fina y más vasta, una percepción molecular, propia de un 'cine-ojo'.[3]




También Deleuze menciona al cineasta ruso Dziga Vertov, quien se proponía alcanzar con el  'Cine-ojo' el sistema en sí de la universal variación.  A partir de su materialismo Vertov se propuso involucrarse en el mundo material a partir de un ojo de la materia.
Volviendo a Bergson, el espectáculo que ofrece el universo es el de un mundo material , es decir, una serie de movimientos acentrados que chocan unos contra otros en todas las direcciones y que se disponen alrededor de  nuestro cuerpo, una imagen entre las otras:
Llamo materia al conjunto de las imágenes, y percepción de la materia a estas mismas imágenes referidas a la acción posible de una cierta imagen determinada, mi cuerpo.[4]

Algo parecido hace el cineasta contemporáneo Michael Snow cuando despoja a la cámara de un centro y filma la universal interacción de imágenes que varían las unas con respecto a las otras, sobre todas sus caras y en todas sus partes. Snow logra este efecto al filmar un 'paisaje deshumanizado', sin ninguna presencia humana, y sometiendo la cámara a un aparato automático que varía continuamente sus movimientos y sus ángulos. Con ello libera al ojo de su condición de inmovilidad relativa y de dependencia a coordenadas.[5]


Y es que según la dupla filosófica Deleuze-Bergson: la cosa y la percepción de la cosa son una sola y misma “cosa”, una sola y misma imagen, aunque referida a uno o al otro de estos dos sistemas de referencia. Tratemos de explicarnos mejor: la cosa es la imagen tal como es en sí, tal como se relaciona con todas las otras imágenes cuya acción ella padece integralmente y sobre las cuales ella reacciona inmediatamente. Pero la percepción de la cosa es la misma imagen referida a otra imagen especial que la encuadra, y que sólo retiene de ella una acción parcial al reaccionar a ella de manera mediata. En síntesis, las cosas y las percepciones de cosas son prehensiones; pero las cosas son prehensiones totales objetivas, y, las percepciones de cosas, prehensiones parciales y subjetivas.[6]  






Por: Rodolfo Wenger C.





[1]  BENJAMIN, Walter."La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica".  Revista Eco. Nº 5-6, Bogotá, Marzo-Abril 1968. pp. 471-496 y 578-601, p.586
[2]  DELEUZE, Gilles.  La imagen-movimiento. Estudios sobre cine 1.  Barcelona: Paidós, 1984, p.116.
[3]  Ibid, p.121.
[4]  BERGSON, Henri. Materia y Memoria. México. Aguilar. 1963. pp.377-378.
[5]  DELEUZE, Gilles. Op. cit. p.127. Apud. Cahiers du cinéma, Nº 296, enero de 1979.
[6]  Cfr. DELEUZE, Gilles. Op. cit. pp.98-99.

Signos: definición, clasificación y su relación con las imágenes

 

Signos: definición, clasificación y su relación con las imágenes





Un signo como unidad de sentido consta básicamente de tres elementos relacionados entre sí: el referente u objeto referido (que puede ser real o imaginario), el significante correspondería al aspecto material del signo, y el significado es aquello que se manifiesta por ese hecho material, y que asumimos como algo que existe en nuestro pensamiento. 

Para estudiar el significado habría que estudiar los contenidos del pensamiento, pero estos no serán significados hasta que no se incorporen a los significantes, a esas entidades materiales que nos remiten nuevamente al pensamiento.
  
Joseph Kosuth..Una y tres sillas, 1965. (Instalación que consta de una silla, su imagen y su definición del diccionario).





De acuerdo con ello, podemos hacer una clasificación de las seis principales clases de signos:
  
CLASIFICACION DE LOS PRINCIPALES SIGNOS UTILIZADOS EN LA SEMIÓTICA CONTEMPORÁNEA [1]
Categoría
Definición
Ejemplo
SEÑAL
Es un signo que mecánica (naturalmente) o convencionalmente (artificialmente) provoca alguna reacción en un receptor.
Una exclamación como: vete!
El cambio de luz de un semáforo

SíNTOMA
Es un signo compulsivo, automático, no arbitrario, en el que el significante se une al significado a la manera de un enlace natural.
La sudoración provocada por el dolor o el temor. "El origen de la antropología moderna fue un síntoma del colonialismo.
íCONO
Un signo es icónico cuando hay una similitud topológica entre su significado y su denotado (referente). Se puede clasificar a su vez en: imágenes, diagramas y metáforas.
Imágenes (un retrato, una fotografía, una filmación). Cualquier aparato que funcione con base en la analogía (un termómetro o un velocímetro analógicos).
íNDICE
Un signo es indexical cuando su significante es contiguo a su significado, o es una muestra de él.
Huellas, rastros de un animal o de un ser viviente. Señalar con un dedo "aquí", "allí".
SíMBOLO
Signo sin semejanza ni contigüidad, en el cual se da un vínculo convencional entre su significado y su de notado (referente), además que se da una clase intencional para su designado.
La Torre Eiffel es el símbolo de París.
Un emblema. Un escudo.
Una palabra (signo verba!).
NOMBRE
Es un signo que tiene una clase extensional para su designado.
Un nombre propio.



Las denominaciones de: signosignificadosignificante puede ser reemplazadas por las de: función, semiótica, expresión y contenido respectivamente, refiriéndonos a la terminología planteada por Louis Hjelmslev. 

Cuando un código relaciona elementos de un sistema transmisor (expresión) con elementos de un sistema transmitido (contenido) se produce la significación a través de la aparición de una función semiótica. Y siempre que existe una correlación de este tipo, reconocida por una sociedad humana, existe signo. Las implicaciones de este planteamiento son interesantes, porque nos aclaran que el signo no es enteramente una entidad física, este sería solamente su plano expresivo; y, además nos plantea que el signo no es una entidad semiótica fija, sino un lugar de encuentro de elementos independientes que proceden de sistemas diferentes y que se asocian a través una correlación codificada transitoria, la cual depende de la comunicación y de la existencia de un código, como conjunto de reglas que permiten generar signos en determinados contextos.[2]



De lo abordado pueden extraerse algunas consecuencias de interés para relacionarlas con las imágenes:

  • Las imágenes -considérese como ejemplo el caso de las fotografías- aunque pueden funcionar como índices y símbolos son esencialmente signos icónicos, porque operan por analogía con aquello que representan dado que existe una semejanza topológica entre su significado y su referente.

  • Al intentar definir una imagen visual (también existen otro tipo de imágenes, v.gr., sonoras, olfativas, etc.), podemos afirmar que, al igual que todo signo, opera por sustitución, es la presencia de una ausencia, la cual es representada sobre un soporte material, con el fin de interpelar visualmente con sus formas, texturas y colores la función semiótica de quien la observa.
  • Una teoría de la imagen presupone una teoría del significado, que nos remite a los sistemas culturales en los cuales se construyen los sentidos y significados. Pero, a la vez, hay que tener en cuenta que la representación de las imágenes se da por medio de operaciones materiales, perceptivas y reglas gráficas y tecnológicas.

  • Para la semiótica, la imagen puede estudiarse como función semiótica, esta función establece la correlación entre el plano de la expresión y el plano del contenido, los cuales a su vez se pueden subdividir en: materias de la expresión (colores, líneas, puntos, espacios), formas de la expresión (la configuración iconográfica de cosas o personas); las cuales se relacionan con las materias del contenido (contenido cultural propiamente dicho) y las formas del contenido (las estructuras semánticas de la imagen).

  • La lectura de una imagen es una relación que se da básicamente entre tres: su productor(a), el texto icónico y su lector(a), tratándose ante todo de un proceso de decodificación por parte de este último(a).




 Por: Rodolfo Wenger C.





[1] Esta clasificación está basada en los planteamientos de: SEBEOK, Thomas A. (1996). Signos: una introducción a la semiótica. Barcelona: Paidós.
[2] Cfr. ZUNZUNEGUI, Santos (1995). Pensar la imagen. Madrid: Cátedra, (colección: Signo e Imagen). Apud. ECO, Umberto (1977) Tratado de semiótica general. Barcelona: Lumen, p. 101.