El particular humor negro argentino está presente en el Festival de Biarritz con dos filmes que compiten por el premio El Abrazo: "Cerro Bayo", de Victoria Galardí, que se ríe de la tragedia, y el violento y misógino "Boogie, el aceitoso", de Gustavo Cova.
En cambio, "La Mirada invisible", la otra argentina en liza en el festival de Cine y Culturas de América Latina, no se caracteriza por el pulso cómico de Boggie, el personaje del comic creado en 1972 por el genial autor Roberto Fontanarrosa, ni de "Cerro Bayo", una comedia sobre dramas humanos.
Un humor cruel, casi devastador, marca la versión animada de "Boogie, el aceitoso", que fue recibida con fuertes aplausos este jueves en Biarritz, donde el personaje violento, cruel, racista y machista, que odia a la humanidad entera, con excepción de Jack el Destripador, provocó carcajadas, sobre todo entre los adultos.
"Me lo pasé de maravilla", dijo a la AFP una abuela, Rosalie, a la salida de la proyección. "Me reí de tanta cosa politícamente incorrecta que hay en la película", dijo.
Boogie tiene "dos sentidos de humor, uno cotidiano y otro más político", explicó su director, Gustavo Cova, en una reunión con jóvenes alumnos de Biarritz, a quienes contó como había surgido ese personaje.
A fines de los años 60, haciendo una broma con un dibujante amigo suyo, Fontanarossa hizo una parodia del filme Harry el sucio, de Clint Eastwood.
"De allí salió una historieta, que empezó a publicarse en el interior de Argentina, en una revista llamada Hortensia, que yo leía cuando tenía ocho años". Y fue entonces cuando "me convertí en un fan absoluto de Fontanarrosa y su personaje".
Cova recordó que la historieta creció y empezó a publicar en una revista de Buenos Aires, y también en México y Colombia. "Pero no todos entendieron a Boggie y su humor irónico, y hubo gente que creía que el cómic era una apología de lo que el autor precisamente quería denunciar", dijo.
"Cuando comenzaron a formarse clubs de fans en Colombia y México - donde Boogie se volvió sinónimo de mercenario - el autor dejó de hacerla", dijo.
"Aunque no lo crean, Boogie es un filme de amor. Porque todo lo que hace el ser humano es a través de la búsqueda del amor. Boogie habla de la carencia del amor, y es por esa carencia que surge la agresividad", afirmó-
La película, ya estrenada en Argentina, saldrá en las pantallas francesas en noviembre.
El humor de "Cerro Bayo", escrito y dirigido por la argentina Victoria Galardi, que con 33 años lleva ya realizados dos largometrajes, es bastante más mitigado, pero no por eso menos irónico.
La película, que transcurre en la Patagonia, en un lugar cercano a Bariloche (sur de Argentina), retrata a personajes miserables y entrañables a la vez, que se juntan por el intento de suicidio, con posterior coma, de la abuela, la matriarca de la familia.
En una entrevista con la AFP en un café de Biarritz, Galardi explicó que lo que le gusta es "filmar historias dramáticas, pero donde se puede reír".
"Yo le hallo siempre mucha gracia a las tragedias", dijo Galardi, cuya película fue la única argentina en competición oficial en el Festival de San Sebastián, que acaba de terminar, y donde ganó un premio en una sección paralela, que le permitirá ser exhibida en la pantalla chica, en España.
"Es una película de personajes, que me surgieron de escuchar conversaciones en las mesas familiares o de amigos, y sobre el dinero", recordó Galardi, que después de su primer filme, "Amorosa soledad" -que filmó tras la ruptura de una relación-, buscó sumirse en el "microcosmos" de un pueblo, similar al de donde ella creció.
"Es a través de la risa que me quise acercar a los personajes. Porque en momentos trágicos, patéticos, hay siempre también humor", explicó.
En cambio, "La mirada invisible, una adaptación al cine de "Ciencias morales", novela con la que el escritor argentino Martín Kohan ganó el premio Herralde en 2007, es una propuesta oscura, dramática, donde el humor y la ironía parece estar ausente.
Dirigida por el argentino Diego Lerman ("Tan de Repente"), la película, ambientada en un colegio de Buenos Aires en 1982, ofrece una mirada sobre el ocaso de la dictadura argentina, y sobre las relaciones de poder.
Lerman no pudo hacer el viaje a Biarritz porque acaba de tener un hijo, hace unos meses, con el que casi no ha podido compartir, contó en una entrevista filmada que se presentó antes de la exhibición de la película.
El Festival concluye el sábado, tras la entrega de premios El Abrazo al mejor largometraje, mejor corto y mejor película documental.
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