jueves, 20 de agosto de 2015

Leer o releer: ¿cuántas veces leíste tu libro favorito?






Sin ninguna muestra de culpa o de frustración los niños adoran las historias que ya conocen de memoria. Nunca se cansan de oírlas. Saber lo que ocurrirá, cómo y cuándo, no es un obstáculo para el goce que la historia les produce.

Los adultos, en cambio, a menudo olvidamos el placer de releer. Después de todo, hay tantos libros para leer, tantos que culposamente ponemos en lista de espera junto con otros que han acabado de editarse, que sentarse a releer un viejo libro parece una pérdida de tiempo. 

Este último razonamiento es matemáticamente inaplicable: aunque uno pudiese leer un libro por día durante un año no llegaríamos ni siquiera al 1% de las obras que se publican anualmente.

Por eso el lector inteligente, es decir, el lector que sabe lo que quiere y lo que detesta, suele ser también un relector furioso.

La relectura de nuestras novelas favoritas es una especie de ritual. Los ritmos y cadencias de ese rito no tienen nada que ver con la lectura, sino más bien con el reencuentro y el placer de redescubrir pequeños matices y detalles que nos siguen asombrando.

Para muchos la relectura de sus libros favoritos es una ceremonia que se cumple rigurosamente todos los años. Ese hábito, creo, es el mejor elogio que se le puede hacer a una obra.

Si captar la atención de un lector es difícil, cuánto más lo es lograr que regrese una y otra vez a las mismas páginas, que nunca parecen ociosas ni congestionadas; solo para advertir que la relecturaes un sutil engaño al que nos entregamos con devota satisfacción.

Porque los libros no cambian.

Pero las personas sí.

Y nunca somos los mismos la segunda vez que abrimos un libro.

Quizás por eso es imposible releer el mismo libro. El que lo leyó antes fue otro, muy parecido a nosotros, casi idéntico, indistinguible para los demás, pero irreversiblemente otro. 

http://elespejogotico.blogspot.com.ar/2015/08/leer-o-releer-cuantas-veces-leiste-tu.html

10 novelas victorianas mejores que 50 sombras de Grey



10 novelas victorianas mejores 50 sombras de Grey.




Es fácil caer en la presunción de que las personas de la era victoriana cultivaban el recato como estilo de vida, pero lo cierto es que eran tan exquisitamente depravadas como nosotros, solo que ejercían con excelencia el hábito de la prudencia.

Desde luego, este sutil ocultamiento se derrumba cuando examinamos de cerca algunas novelas victorianas. Recién ahí podemos darnos cuenta de qué materia estaban construidas sus fantasías



1) El romance de la lujuria (The Romance of Lust)
Relata las picantes aventuras de Charlie Roberts, un jóven que atraviesa su despertar hacia un mundo lleno de tentaciones; la mayoría de ellas, naturalmente, bajo la máscara de oscuras perversiones.

Sus escenas de encuentros grupales enrojecerían incluso al marqués de Sade.


2) Los pecados de las ciudades de la planicie (The Sins of the Cities of the Plain)
También publicado como Los recuerdos de Maryanne (The Recollections of a Maryanne), inaugura un tipo de ficción victoriana de avanzada que admite la diversidad sin caer en ningún tipo de censuras.

La mayoría de los personajes de la novela, publicada por entregas, están basados en personas de la vida real, como Ernest Boulton y Frederick Park, pioneros de las personas trans. De hecho, la palabra Maryanne del título era parte del slang que se empleaba para discriminar a los homosexuales.

Los pecados de las ciudades de la planicie incorpora escenas realmente sórdidas, donde se mezcla la necesidad de expresar y experimentar el deseo con las severas prohibiciones que pesaban sobre las clases bajas victorianas.


3) Historias de convento (The Nunnery Tales)
Menos destacable por su estilo, Historias de convento relata algunas sacrílegas historias de amor entre jóvenes e inocentes monjas con voraces sacerdotes. No posee un valor literario de gran consideración, aunque vale admitir su valentía al abordar un tema tan polémico y, a la vez, estereotipado.

¿Qué cosas ocurren en un convento?

No lo sabemos, pero el erotismo victoriano jugaba con la idea de la flagelación, el castigo, el lesbianismo, el abuso de poder; todo ello a través de una prosa exagerada, ligeramente humorística, que recuerda en cierto modo los panfletos incendiarios de la Francia del siglo XVII sobre la vida en los conventos de reclusión.


4) La perla (The Pearl)
La perla es una pequeña excepción que nos permitimos en esta lista, ya que no se trata de un libropropiamente dicho, sino de una revista que solo alcanzó a distribuir dieciocho entregas antes de que las autoridades la prohibieran por promover la obscenidad.

Podemos pensar en ella como una confusa recopilación de historias calientes, supuestamente reales, que involucran a personajes reconocidos de la vida pública europea.

Si bien el tratamiento era más bien explícito, se destaca más por sus sátiras que por su tratamiento de la literatura roja; de todos modos, cualquiera de sus relatos sería capaz de empalidecer aChristian Grey.


5) Venus en pieles (Venus in Furs, Ritter von Leopold Sacher-Masoch)
Esta famosa novela victoriana, en cierto modo autobiográfica, da inicio al término masoquismo.

Su protagonista, Severin, se enamora perdidamente de una hermosa mujer, a tal punto que para satisfacerla decide convertirse en su esclavo.

Esta obsesión por alcanzar la sumisión total se ensambla perfectamente con la personalidad de Wanda, quien descubre un peculiar y hasta entonces desconocido placer en humillarlo y degradarlo de forma cada vez más cruel a medida que la historia avanza.


6) Autobiografía de una pulga (The Autobiography of a Flea)
Básicamente se trata de una sátira social, pero que retrata una cifra increíble de escenas escandalosas, todas ellas presenciadas por una indiscreta pulga.

Este insecto no solo se permite las mayores indiscreciones, sino que viaja saltando de mujer en mujer, a veces en sus ropas, otras en sitios menos accesibles, recopilando así la vida subterránea de aquellos entalcados victorianos.

Resulta imposible detallar los aspectos más perversos que anota la pulga. Baste decir que la obra abunda en castigos de toda clase y grupos de reunión (y no precisamente para tomar el té).


7) El turco lujurioso (The Lustful Turk)
Otra excepción en nuestra lista, ya que la obra es pre-victoriana, aunque su trama y su desarrollo invitan a incluirla en este verdadero festival del desenfreno.

Podemos pensar en El turco lujurioso como una versión victoriana de los Found Footage Films, es decir, películas como Actividad paranormal, por ejemplo, que se nos presentan como cintas supuestamente reales. Aquí, en cambio, lo que se encuentran son cartas, reales y notoriamente salvajes.

Estas cartas, dirigidas a sus amigas en Inglaterra, proceden de una educada dama que ha sido secuestrada por un lujurioso sultán durante un viaje por Turquía. Inmediatamente se convierte en la favorita del harem, lo cual la coloca a la cabeza de las perversiones más audaces que puedan siquiera concebirse.

Lo que esa abnegada dama inglesa debe vivir a manos del sultán resulta indescriptible.


8) Los misterios de la Casa Verbena (The Mysteries of Verbena House)
Menos osada, aunque igualmente audaz, esta obra se convirtió en un verdadero clásico de la novela victoriana.

Posee una desarrollada fascinación por la disciplina, hábito que los lectores victorianos cultivaban con piadosa rigurosidad.

Naturalmente, la historia se desarrolla en un internado donde todo el mundo disciplina a los demás: alumnas que castigan a sus compañeras pero que a su vez son castigadas por profesores e institutrices, mientras estos últimos se corretean por los pasillos al amparo de la noche con látigos y otros utensillios imprescindibles para la depravación reglamentada.


9) Los papeles de Wippingham (The Whippingham Papers)
Tal como se desprende del nombre Wippingham, la novela elabora un delicado culto a la flagelación, algo que por entonces se conocía como el vicio inglés.

La sublimación del castigo corporal en la novela victoriana inglesa acaso se debe al constante castigo que sus habitantes recibieron durante la etapa escolar, donde era parte esencial del proceso educativo.

Además de explorar el costado más nefasto de estas actividades, que solo deberían ser legítimas en un ámbito de intimidad y consenso, la novela recupera una buena porción de la poesía maldita de Algernon Charles Swinburne; hombre muy enfrascado en el tema.


10) Ginecocracia (Gynecocracy)
Tanto la clase aristocrática inglesa como otras de menor poder económico conocían a la perfección los diabólicos castigos propinados por niñeras e institutrices. Este conocimiento público, que rara vez comentado en voz alta, dio paso a una vasta pero también prohibida literatura.

Ginecocracia es su ejemplo más descarnado.

Aquellos castigos institucionalizados se transforman aquí en un secreto deseo de sumisión, donde infernales niñeras obligan a los muchachos a vestir ropa de mujer y realizar todo tipo de prácticas inadecuadas para el correcto gentelman.

Es, sin dudas, una de las mejores novelas victorianas donde las mujeres toman el mando y reducen a los hombres a una servidumbre absoluta, humillante, por momentos incluso ridícula; donde los incidentes descritos son verdaderamente irreproducibles fuera de su contexto.

Marta Sanchez - Desesperada

Un, dos, tres... - Olé Olé - "Lilí Marlén"

Un, dos, tres... - Olé Olé - Lili Marlen

OLE OLE - Canta Marta Sanchez " LILI MARLEN "