sábado, 15 de abril de 2017

'La casa del espejo' de Vanessa Tait


sarah-manzano
Me regalaron este libro hace unos meses y reconozco que solo con ver la portada ya me enamoré de él, porque es una de las más bonitas que he visto en mucho tiempo y demuestra, una vez más, que una edición bonita cuenta mucho a la hora de la experiencia de lectura (por mucho que también utilice el ebook, ojo). Sin embargo, La casa del espejo de Vanessa Tait no era solo una portada bonita, también escondía una historia fascinante que he leído en un suspiro.

Mary Pricket es una joven no demasiado agracia que vive en Oxford. Su ilusión es enamorarse, casarse y tener su propia casa pero mientras esto ocurre entra a trabajar como institutriz de una familia con tres niñas. Dicha familia no es otra que los Liddell y una de sus pupilas es Alice, una niña de diez años bonita y caprichosa como un animalito que se sabe mimado.
Por otra parte, Charles Dodgson es un profesor de matemáticas al que le gusta tomar fotografías y que siente una pasión nada disimulada por las niñas, especialmente por Alice. Así, Mary, Alice y Charles irán entretejiendo sus vidas y sus obsesiones por marcar la vida de los demás, mientras de fondo se va gestando el que será uno de los grandes clásicos de la literatura inglesa, Alicia en el País de las Maravillas, escrito por Dogdson bajo el nombre de Lewis Carroll.
Aunque no soy una superfan de 'Alicia en el País de las Maravillas' como mucha gente que conozco pero siempre me da curiosidad asomarme al proceso de creación de otros, aunque sea puramente ficción, como es este caso. Además, 'La casa del espejo' es sobre todo la historia de una obsesión, no solo de Charles obsesionado con Alice (que lo estaba), sino la obsesión en general que nos lleva a las persona a hacer cosas terribles para conseguir lo que queremos, a martirizarnos por no tener lo que ansiamos.
Esta es la primera novela de Vanessa Tait y ha surgido sobre todo porque la autora es bisnieta de la auténtica Alice Liddell, lo que la ha llevado a escuchar la historia familiar una y otra vez, además de tener acceso a los diarios y cartas personales de Alice, lo que la convierte en una testigo de primera mano (salvando la distancia y los años, claro) para poder montar una novela que engancha desde el principio sin remedio.
'La casa del espejo' es una novela sugerente y evocadora, con el punto amargo que dan las obsesiones y la infelicidad, pero también es una novela que sorprende por todo lo que oculta, por todo lo que deja leer entre líneas, con su buen espíritu victoriano. Una historia única que se acerca a cómo pudo haber sido de hecho la relción ntre Alice y Dogdson y que bien merece la pena su lectura, tanto si eres fan de 'Alicia en el País de las Maravillas como si no lo eres.
Roca Editorial
Traducción: Julia Osuna
ISBN: 9788416498093
272 páginas
19,90 euros

Lightning Seeds - Pure

Leyendas Misioneras (Alejandro Dolina) 03/04/93

El Conde de Mirabeau (Alejandro Dolina) 14/09/03

Nuevas noticias sobre las Danaides (Alejandro Dolina) 23/05/05

Adivinacion en la Grecia Clasica (Alejandro Dolina) 25/09/06

Sueño de un hombre ridiculo — Dostoievsky — subtitulado español

EL SUEÑO DE UN HOMBRE RIDÍCULO de Fédor Dostoievski

https://es.scribd.com/document/345230936/El-Sueno-de-Un-Hombre-Ridiculo-F-dostievski

Obras de Voltaire: Biblioteca de Grandes Escritores



Betrayal american Movie part 1

Jeremy Irons - The Dream (1989)

ANÁLISIS DE CANDIDO Y SUS DESVENTURAS DEL OPTIMISMO







Por Carlos Valdés Martín

Las aventuras del ingenuo alemán llamado Cándido son un ardid literario de Voltaire para rebatir una visión ultra optimista del mundo y al stautu quo contemporáneo. Sin embargo, en el ambiente de monarquía absoluta de Luis XV de Francia, cualquier crítica debe ejercerse con suma cautela ocultando al autor y al objetivo cuestionado. Recordemos que Voltaire fue encarcelado dos veces en la Bastilla y fue obligado a un largo exilio. La crítica directa y burlona ataca una tesis de Leibniz afirmando que se vive en “el mejor de los mundos posibles”, pero la fogosidad contra el colega (filósofo contra filósofo) sirve de pretexto y plumilla de vomitar para Voltaire, que se declara un pesimista contra la armonía del orbe. Esa estridencia anti-Leibinz disimula un segundo ataque verdadero: su ironía contra autoridades e instituciones contemporáneas. En lugar de debatir las ideas estrictas de Leibniz, la novela emplea una caricaturización para oponerse y, de paso, poner en ridículo a religiosos y déspotas. Esa vulgarización del “mejor de los mundos posibles” sería retrógrada y hasta un llamado naif para preservar el statu quo por ser mandato divino. En el año 1755, la catástrofe por el terremoto de Lisboa había golpeado seriamente la ingenuidad de los católicos, cuando tras un primer temblor la población acudió en masa a la catedral e iglesias para rogar a Dios y entonces sucesivas sacudidas derriban casi todas las iglesias, aplastando a los fieles. Un acontecimiento tan azaroso conmovió de forma tan profunda la conciencia religiosa, porque implicaba símbolos de lo sagrado (catedral), la devoción (orar) y fenómenos entonces atribuidos a Dios (terremoto). El catolicismo se mantenía al nivel de paganismo, en este aspecto convencido de que cualquier fuerza natural era la manifestación personal de Dios.

Esta obra, titulada Cándido o el optimismo, fue editada en 1759 bajo un pseudónimo inusual (Dr. Ralph), por lo que todavía existe alguna duda sobre su verdadera autoría, aunque casi es unánime el atribuirla a la pluma de Voltaire y, entonces, me apego a esa convicción. Se cree que el relato refleja la trayectoria filosófica de este pensador, desplazándose desde el optimismo hacia el pesimismo individualista. 

Sinopsis
El joven Cándido es educado en un castillo aislado, a manera casi de experimento educativo; por lo que el filósofo Pangloss, lo toma cual discípulo e instruye con tesis sobre la armonía y bondad. En el sitio se enamora de la hija del amo, la bella princesa Cunegunda y desde ahí se desata una larguísima peregrinación, llena de sinsabores y aventuras. Por principio, el dulce Cándido cree en la bondad del prójimo y procura exponer su optimismo, pero los diversos personajes se le contraponen y lo maltratan. La pretendida sufre cualquier cantidad de adversidades, siendo raptada, ultrajada y degradada a condición servil. El maestro Pangloss es detenido y hasta ahorcado dándosele por muerto, pero es característico del relato que los personajes dados por fallecidos, reaparecen por situaciones inverosímiles. Surgen muchos viajes y peligros, por ejemplo, Cándido llega a Lisboa, la del gran sismo y mira sus efectos horribles. Se desplaza a Buenos Aires, a las misiones jesuitas del Paraguay y aparece hasta en la mítica El Dorado. Al final, los personajes principales sobreviven y se resignan ante el mal generalizado; ellos han perdido su inocencia y belleza, pero están juntos para refugiarse y dispuestos a compartir un huerto: metáfora de la opción práctica ante el horror de los asuntos mundanos.

El personaje principal y su maestro
Cándido encarna bonhomía juvenil y está siempre dispuesto a mostrar buena voluntad e ingenuidad en cualquier situación. La suma de humildad e ingenuidad, hacen de Cándido una aproximación a la infancia, pues su formación está atrasada y su optimismo espontáneo semeja el de niños buenos. Recibe educación en un castillo de Westfalia que lo debería preparar para la vida entera, pero solamente alimenta un lado de su espíritu, que se mantienen bondadoso y bienintencionado.

El personaje Dr. Pangloss (juego de palabras, aludiendo a “quien opina de todo”) es vocero de tesis optimistas obcecadas de que éste es el mejor de los mundos y que las desgracias realmente no existen. En ese contexto no se habían inventado las fantasías neoliberales sobre el mercado, que creen en competencia perfecta, asignación óptima de recursos[1] y equilibrio automático. El filósofo Pangloss primero educa y alienta a Cándido, luego debe enfrentarse a las más duras pruebas y la peor ingratitud para que su fe desfallezca, entonces ese personaje es condenado a muerte, sufre las enfermedades más crueles y los castigos más sanguinarios hasta que su doctrina vacila. Digamos que Voltaire pretende someter al necio optimista al método experimental y por hechos verosímiles demostrar la falsedad de su tesis, con lo cual la intención crítica es evidente, mientras que las afirmaciones de Voltaire quedan soterradas.

Aclaración de que no existe debate filosófico
Por mucho que aparezcan argumentos, contra la tesis del mundo perfecto y la armonía prestablecida desde el comienzo de la narración, debo insistir que en la novelita no se detiene a un efectivo debate entre filosofías. La aparición reiterada del tema sobre el “mejor de los mundos posibles”, se utiliza a modo de un estribillo: sonoro y hueco. Resulta sorprendente que la crítica literaria casi no ha percibido esa estratagema de Voltaire, quien no está rebatiendo a nivel argumental. De modo significativo, el final de la aventura repite lo que argumento, pues Pangloss revivido y buscando entretener su mente busca al derviche con más fama de filósofo en Turquía, y sucede esto: “—Que te calles, respondió el derviche.
“—Yo esperaba, —dijo Pangloss—, discurrir con vos acerca de las causas y los efectos, del mejor de los mundos posibles, del origen del mal, de la naturaleza del alma, y de la harmonía preestablecida. En respuesta les dio el derviche con la puerta en los hocicos.”[2] Eso sucede de modo constante, porque una tesis argumental debería contrastarse en el mismo nivel y no se rebate con eventos reales o ficticios, pues siempre existe una salida para un concepto indefinido, en este caso, la “perfección del mundo”. Porque “perfecto” es un juicio de valor no de hecho, por tanto comprobar acontecimientos, no toca al “valor” mismo, según lo demostró después Kant al separar esos dos tipos de juicios[3]. Por lo mismo, en un círculo de comedia, Pangloss termina opinando su misma tesis tras recabar el mayor catálogo de infortunios y consolarse en labrar una huerta junto con Cándido.

Sobre el estilo “avalancha”
El texto es apresurado y desaliñado, con una velocidad de ráfaga dominado por los acontecimientos que mueven a los personajes y desplazan, mostrando escenas dramáticas y cómicas, en un ritmo vertiginoso. Rápidamente las situaciones son mórbidas: mostrando desgracias, guerras, gente muerta, plagas, terremotos, horribles autos de fe, etc. La velocidad con la que suceden las escenas negras se aligera en sí misma, por lo que adquiere un ritmo próximo al thriller cinematográfico: saltando de ciudades, escenarios, batallas, romances, abandonos, violaciones, miserias, riquezas,… Los vuelcos son tan veloces que los personajes quedan difuntos y reaparecen vivitos, sin más justificación literaria que otra anécdota inverosímil (la sobrevivencia de Pangloss a una cuerda mal atada). Las desgracias proporcionan un efecto de “avalancha” que martillea contra una teoría azucarada del mundo perfecto; simultáneamente, su saturación sirve para anestesiar al lector contra la desgracia y mantener interés en lo que venga. Esa avalancha cruda se contrapondría ante el barroquismo dominante en los siglos previos, falta la elegancia y el tacto para hacer planteamientos; por lo mismo, al lector del siglo XVIII, quizá le generaba una sensación de realismo sin adornos.

La doble miseria
¿Por qué es tan malo ese mundo donde habita Cándido? Existen dos motivos para la desgracia permanente. Los humanos viven en guerra perpetua: atacándose, traicionando confianzas, rompiendo promesas, vendiendo su persona o su honra, fallando a toda lealtad, robando, etc. El primer mal son los mismoshomo sapiens que no pierden oportunidad para volver infeliz al prójimo. El segundo gran mal está en la naturaleza que es pobre, veleidosa, miserable, escurridiza y especialmente cebada contra la debilidad del cuerpo y la vejez. El ideal de una naturaleza rica está en la leyenda de “El Dorado”, la imaginaría ciudad del imperio incaico, donde abunda el oro y es ignorado por sus habitantes, quienes viven dichosos en medio de una abundancia relativa, sin penurias y adictos a la ciencia. Pero el oro, bajo las leyes de la naciente sociedad burguesa se convierte en lo contrario de la riqueza, pues la pasión de la codicia se convierte en peligro constante para los poseedores del oro. La belleza corporal también se convierte en un mal, porque se trasmuta en un objeto imposible de disfrutar, la mujeres son constantemente atacadas y ultrajadas, las costumbres nobiliarias también son un impedimento y la represión monástica se convierte en una homosexualidad vergonzante. Las desventuras de las mujeres bellas únicamente cesan con su vejez o enfermedad.
Los rigores de la naturaleza se conocen desde siempre, pero la hostilidad social de “todos contra todos” es rasgo de época que se caricaturiza. El período de la ilustración logró avances en varios campos, pero la profundización de la privatización mercantil de la sociedad europea se asistía a una especie de decadencia, a una disgregación de lazos sociales y crisis del sistema feudal. La idea literaria sobre un peregrino que sufre peripecias ya se presentaba en literatura anterior, como en El buscón don Pablos, pero adquiere la relevancia de un síntoma; el viajero es una hoja al viento, que manifiesta su libertad desgajada, sin ataduras feudales (a la tierra, la congregación religiosa o al linaje). Entonces está floreciendo el individuo aislado, para quien la sociedad significa una necesidad externa, como una casualidad en encuentro fortuito y el emblema de ese tipo de individuo es un viajero[4].
La crueldad y la violencia en las relaciones se magnifican en la situación de los extranjeros, pues los odios entre pueblos, razas, y religiones son mayores. Ante el extranjero, la raza despreciada o el antagonista religioso no existen límites para ejercer violencia, pues los frenos morales ceden completamente. La guerra se presenta sin códigos de honor y la carnicería sin piedad es consecuencia normal. Si la muerte no llega con la derrota, entonces sobreviene la esclavitud como la de los cautivos obligados a remar hasta el final.

Belleza, dinero, salvación y conocimiento
En un mundo plagado de miserias, los pocos centros con luz propia y riqueza intrínseca son acosados por desesperados contendientes. Desde la óptica masculina la belleza es monopolio de la mujer, pero quienes alardean de tales atributos son escasas y de la élite. La princesa Cunegunda —la maravilla de hermosura y eros— es la perdición de Cándido, y en viajes por todo el globo, casi no encuentra distracción en su búsqueda. Las otras mujeres bellas del relato son rarezas y, muy sintomáticamente, están en situación de ejercer prostitución. El síntoma indica que el valor erótico se convierte en precio monetario, pero bajo las disquisiciones de Voltaire, la llamada "vida galante" no acarrea fortuna, sino una cadena de amarguras para la mujer obligada a revolcarse con tipos asquerosos. Más que condena moralista hacia la prostitución, el texto trasmina compasión por una actividad desagradable. La mujer merecedora de amor es tan escasa que el enamorado queda orillado al duelo o asesinato por conservarla. En especial, es ilustrativa la anécdota del rabino que compra a Cunegunda como esclava, de la cual se enamora y ella lo desprecia, pero es obligada a servirle por la fuerza; luego surge un inquisidor católico para exigir su parte en los favores sexuales de la chica bajo la amenaza de procesar al judío en la Inquisición. Querer la liberación de Cunegunda empuja a Cándido hacia sucesivos desafíos mortales del rabino y asesinato del inquisidor, de tal modo que se violenta el espíritu pacífico del personaje[5]. Pero, ironía de la vida, la belleza humana —motivo de periplos, pasión y reto— es flor de un día que, invariablemente, conduce a su final y es mejor ignorar para evitar mayores infelicidades[6].
La asociación forzosa de la belleza femenina con el blasón nobiliario, desde este presente nos parece una anécdota insignificante, pero en el Siglo de las Luces no lo era, pues ahí ocurría una compleja fusión con las ideas de linaje: la nobleza era asunto de sangre, la calidad de las personas se identificaba con un sentido de superioridad social, indicado por la palabra clave de "majestad".
Ya es bastante conocida el hambre de oro iniciada desde el Renacimiento; pero aquí  llama la atención que la imaginaria abundancia de metales en El Dorado se convierte en indiferencia y distancia satírica. El curso completo de la novelita contiene un sentido ejemplar, porque la fortuna salida de América se termina aceleradamente. Además, mientras hay dinero existen desgracias incrementadas, porque retenerlo es exponerse constantemente al latrocinio y robo. Cuando se termina la fortuna se abre posibilidad de reconciliación con el trabajo, que antes no era posible.
Para la fantasía religiosa las existencias de "salvación" son aún más limitadas que las de oro y joyas. Las menguadas posibilidades de obtener salvación dependen de una lucha constante contra la degradación y el crimen. Pero en una dialéctica perversa (la Contrarreforma) demostrar religiosidad y buscar la salvación depende de que se asesine a herejes; en esta situación volteada y enajenada la Salvación depende de la Condena. El espectáculo público de las ejecuciones (autos de fe) condensa una política del terror, que anuncia: "Tú puedes ser el próximo"[7].
Con un horizonte de menor conocimiento científico la idea de sabiduría es más atractiva, como si se pudiera llegar a captar completa la esencia del cosmos con una sola mirada y en acto de captación instantáneo. En cambio escasean los conocimientos verdaderos, aunque Voltaire esté muy convencido de su importancia. Al "sentido común" de su siglo, el autor lo dictamina como un gran chachareo, un "pan-chisme" manifestado por el maestro optimista. En el estado de conocimientos de la época se capta como una posibilidad concreta realizar una colección sistemática de todo el saber y Voltaire es uno de los principales promotores de la famosaEnciclopedia. Afortunadamente, este tipo de riqueza, en sí no es tan conflictiva, pues el vulgo no reconoce su importancia, y las consecuencias negativas se presentan cuando existen acusaciones de herejía, pero no porque se quiera expropiar el saber (como el oro o la mujer) sino para castigar una perturbación y descrédito sobre la iglesia católica. Sin embargo, Voltaire con sentido de la ironía insiste en la falsedad de esta posesión, en el sentido de insatisfacción de los doctos, en su ingenuidad y en su falta de sentido práctico.

Escenas arquetípicas y caricaturas
La narración posee la fortuna de mostrar varias escenas que se conservan cual arquetipos de situaciones humanas. Por ejemplo, el caldero de agua hirviendo y alrededor caníbales dispuestos a devorar a los prisioneros se ha conservado como una escena clisé que se repite. Los caníbales con el caldero listo dibujan una escena con algún encanto entre cómico y tétrico. ¿Qué decir de un rey que aparece justo un momento antes de que se cumpla una sentencia contra Cándido? La oportunidad del rescate, con una gracia superior es otro clisé repetido, pero eficaz. Otras escenas son menos típicas, pero dan lindos argumentos para recordar, por ejemplo, cuando los católicos portugueses recomiendan autos de fe, quemando personas, para prevenir futuros sismos destructivos. La ridiculez de ese argumento y la insensibilidad ante la tragedia dibujan un monumento a la ignorancia. En conjunto, la novela reúne un catálogo de peripecias y situaciones llamativas que, con disimulo, se han deslizado en la imaginación colectiva.

Pornografía ilustrada desde el anonimato
La historia de Cándido contiene tonos subidos para relatar las peripecias con mujeres. Decir que dos indígenas corrían desnudas por la selva, perseguidas por simios que les mordían el trasero ahora dibuja una escena sin mayor picardía ni atrevimiento, pero en el siglo XVIII esto violaba las reglas de la decencia. La represión sobre el tema erótico entonces formaba un tabú hacia las diversas asociaciones, hasta se establece un silencia condenatorio de tal espesura, que ya no era posible hablar abiertamente de la sexualidad, sino que debe ser aludida, insinuada o mostrada por ausencias. El pudor crece por su dinámica y cada vez encuentra más motivos para tomar distancia respecto de un centro oculto, y el pudor literario exige el disimulo, la completa "poetización" (abstracción) del objeto del deseo. Por lo mismo es un autor anónimo el que habla claramente sobre cuerpos desnudos y deseos carnales, tanto porque es peligroso y el autor vivo toma distancia frente a sus fantasías. En la mayoría de las escenas se trata de una pornografía muy objetiva, una simple mirada indiscreta, un voyerismo ocasional, como cuando se refiere a dos chicas perseguidas por gorilas, animales que Cándido mata y resulta que las mujeres lloran porque las bestias eran sus queridos. Incluso está la referencia a otra historia, como una salida de la trama principal, como para seguir mostrando sus tesis; por lo mismo las preferencias homosexuales de un jesuita se aluden a lo lejos, sin cuestionar su veracidad y sin abordar el sentido interior de las transformaciones. En especial, las anécdotas de curas son importantes por la tarea crítica que acarrean, porque señalar errores de la iglesia era considerado hasta un delito de pena capital, y esa institución se había abrogado el privilegio de acaparar la educación sexual a todos los niveles. La sátira y denuncia eficaz de las braguetas persignadas sirve para los argumentos de la tolerancia: trasfondo del pensamiento de Voltaire.

El mundo es personaje
Algún crítico literario extendió la queja en torno a los débiles personajes de Voltaire, pero es un cuento útil para sostener la tesis "este no es el mejor de los mundos posibles" y dar un segundo efecto de fuerte crítica al statu quo. Para demostrar esa tesis queda en convertir al mundo en "personaje", porque la argumentación debe ser exhaustiva. Contra esa deformación “armonicista” del fantasma de Leibniz, en esta novela las demostraciones multiplican eventos, personajes y anécdotas. La confirmación de maldad debe ser apabullante y en alud, de tal modo que esa caricatura optimista no pueda escapar hacia otro confín de perfección y, sin embargo, lo hace. Lo que falla y está mal no es un aspecto o dos, sino el conjunto, por eso se pregunta a todos los pasajeros de barco sobre sus desgracias y el resultado es coro griego: unánime. No es que las mujeres sean desgraciadas y los varones agresores sean felices o que los jóvenes sean dichosos cuando los ancianos sufren o que los ricos ríen cuando los pobres lloran o que los cristianos disfrutan de una especial gracia divina cuando los musulmanes la han perdido o que los salvajes sean buenos por no estar corrompidos en la civilización mientras los europeos padezcan los males artificiales o que los inteligentes se salgan son la suya cuando los tontos caen o que los bribones siempre saquen ventaja de los cándidos. En definitiva no es que unos estén mejor que otros, sino que el malestar atraviesa todos los grupos sociales y situaciones. Esa conjunción de situaciones viciosas integra el orbe, así la tesis literaria muestra que funciona pésimo. El viaje constante sirve para indicarnos que los problemas no son locales, de países o regiones, sino universales, en cualesquiera territorios, excepto en una utópica zona de El Dorado o en un huerto de gente laboriosa. Quedan algunos pequeños espacios en blanco, que ofrecen paz ante un universo pletórico de desgracias. La misma inocencia de Cándido es una promesa de mejorar  la situación, pues su sentido generoso del amor es ya una proposición romántica[8], de contravenir las reglas del juego del egoísmo dominante.
El personaje principal es un mundo enfermo, donde se puede demostrar que no existe tal perfección, y más bien, domina una cadena de desgracias. Sin que se trate de un programa de reforma social, se adivina una actividad crítica, que búsqueda de nuevos horizontes; tampoco describa el "peor de los mundos posibles", sino de un espacio híbrido desgraciado, que no es comprendido por el sistema de pensamiento rígido de sus contrincantes[9].

Sed satisfecha
La orgía de desgracias que sufren los personajes sacia la avidez de cualquier lector; las desventuras resultan bastantes y no se requiere de más tropiezos. La tensión constante sobre la posesión de las riquezas se apaga en base a resultados tristes: la riqueza acumulada trae desgracias y se gasta a una velocidad decepcionante; la belleza se acaba pronto; los honores y poder de los grandes líderes suelen terminar en desgracias y además no debería importarnos demasiado su destino. El argumento de veredicto positivo o negativo sobre la perfección o maldad del mundo no resulta en una satisfacción especial para los personajes, dando casi lo mismo inclinarse hacia una opinión u otra, aunque el pesimista parece estar mejor adaptado ante las decepciones inevitables. Al desembocar al remanso del desenlace, Voltaire pareciera proclamar un sencillo discurso moralista: en el trabajo está el remedio contra tres males: “el aburrimiento, el vicio y la necesidad.”[10]Por tanto, recomienda mantenerse trabajando y no involucrarse ni poco ni mucho entre los grandes asuntos y viajes.

NOTAS:



[1] Pareto indica una idea tomada directamente del mejor de los mundos posibles, cuando considera que el mercado llega a tal equilibrio que ninguno puede mejorar sin que otro empeore: su concepto de eficiencia.
[2] Cándido, p. 48.
[3] KANT, Emmanuel, Crítica de la razón pura.
[4] Todavía se considera tal individualidad un caso extraordinario, una situación de movimiento perpetuo, difícil de cumplirse en la vida cotidiana. Lo cual nos hace pensar en un estado vital naciente del individualismo donde un amplio público literario observa el perfil de algo inexistente. Un intelectual confrontado y, en esa cierta medida aislado, como Voltaire es el vehículo adecuado para captar y expresar esa ampliación de una sensibilidad, que remonta en línea continua desde el Renacimiento.
[5] Cándido, p. 14  “—¿Cómo ha hecho vuestra merced., siendo de tan suave condición, para matar en dos minutos a un prelado y a un Judío?
—Hermosa señorita, respondió, cuando uno está enamorado, celoso, y azotado por la inquisición, no sabe lo que se hace”
[6] Hasta pareciera que la belleza es un don tan traicionero que sería mejor pasar de largo, como si fuera el canto de las sirenas.
[7]La Salvación es una forma enajenada de la trascendencia, que pasa a depender de un código especial para ir al más allá, por lo que se puede convertir en su contrario, como la Condenación terrena, el asesinato.
[8] Aunque existe también una violenta contraposición entre el racionalismo de Voltaire y el romanticismo de Rousseau, ya se anuncian ciertos cambios de interés y enfoque, anunciando el tiempo del romanticismo literario.
[9]Digamos de paso que Voltaire concebía al sistema como los escolásticos, a modo de un reglamente cerrado de tesis que conducen a particularizaciones. En ese sentido, el sistema se podía convertir en una jaula.
[10] Cándido, p. 49.

RESUMEN DE PEER GYNT DE HENRIK IBSEN






Por Carlos Valdés Martín
“La luz excesiva es la mayor oscuridad…”[1] Peer Gynt.
La audacia y virtud de anticipación del dramaturgo Henrik Ibsen han sido ampliamente aplaudidas y un magnífico ejemplo es su obra Peer Gynt. En esta obra se presenta un largo viaje hacia las dimensiones de la existencia, mostrando las aspiraciones y fracasos del espíritu humano mediante un personaje pleno de contradicciones. Bajo el aspecto formal se clasifica como drama romántico, que ofrece rupturas que alimentaron a las vanguardias artísticas posteriores e inspiraron a las siguientes generaciones[2]. En su contexto cultural fue una obra escandalosa y atacada por su audacia, con la curiosa peculiaridad que ha recibido sucesivas adaptaciones para convertirla en cuento infantil. Esta obra ha despertado la admiración entre especialistas del drama y pensadores, motivando reflexiones psicológicas[3] y teatrales.
Escrita en 1867, cuando Noruega formaba parte del reino de Suecia, unidas tras una derrota en las guerras napoleónicas, cuando esa región se separó de Dinamarca. Para ambientar ese año, cabe señalar fue célebre por el descubrimiento de la dinamita por el sueco Alfred Nobel, quien la industrializó en un floreciente negocio, con gran repercusión hacia otras actividades como la minería y hasta en la situación militar, por el manejo de explosivos. El avance de la industrialización marca la pauta en la economía que conquista los mercados mundiales, acompañada por fenómenos de colonialismo territorial en Asia y África principalmente. Los grandes imperios están siendo desafiados por las democracias ascendentes y el nacionalismo creciente.
En el plano de las ideas las monarquías europeas seguían enseñoreándose y frustrando los embates liberales, mientras asomaban anhelos más igualitarios, por ejemplo se publica el primer tomo de El capital de Karl Marx, obra de enorme repercusión ideológica en el movimiento social y laboral. Al otro lado del océano, es el año cuando la Francia de Napoleón III, se retira abatida y pronto cae Maximiliano de Habsburgo, efímero emperador de México, quien es fusilado, mientras Juárez restaura la República. En la música, está en auge la producción operística y la gran producción sinfónica, donde es notable que la musicalización de Grieg acompañó la primera escenificación de la obra teatral Peer Gynt. En la literatura europea diversas tendencias florecían, especialmente las naturalistas, realistas y románticas, capitaneadas por talentos de la talla de Víctor Hugo y Dumas, aunque ya existen tendencias heterodoxas, destacando los poetas malditos, siendo el año de la muere de Baudelaire. En la pintura, predominan las academias realistas siendo desafiadas por el impresionismo y conceptos de vanguardia.  

El protagonista
“¡Hay que ser fugitivo como una poesía de juventud!”[4]Peer Gynt.
La obra teatral está centrada en un joven, Peer Gynt que permanece cual eterno adolescente atrapado entre sus deseos fantasiosos, facilidad para mentir, irresponsabilidad manifiesta, amores frustrados por su propio temor, etc. A tono con el personaje central, la obra burbujea en fantasías, saltos de personajes irrumpiendo, anécdotas rápidas y argumentos entrecortados; ese estilo corresponde con la juventud cristalizada que pretende beber solamente la miel y escapar de cualquier dificultad; en tal sentido, es otro de los personajes extremadamente modernos de Ibsen, pues el adolescente permanente se ha convertido en un prototipo social[5]. La primera escena lo presenta cual mentiroso empedernido, inventando que persiguió a un alce y eso lo ha demorado. Sus exageradas fantasías reciben la complicidad de su madre Aase, quien le riñe pero siempre solapa cuando los demás le reclaman; ella trata de protegerlo, incluso cuando él se comporta más allá de la grosería, por ejemplo, la deja atrapada en un tejado para escaparse a la fiesta de bodas de su anterior novia. La novia Ingrid también corresponde insensatamente a Peer, ella cancela la boda para seguirlo, luego por causa del escándalo tras desbaratar el casamiento Peer queda exiliado en el bosque. En la misma fiesta de bodas otra jovencita Solveig conoce a Gynt, quien la corteja estando borracho; de principio ella lo rechaza, pero queda perdidamente enamorada. Luego ella pretende reunirse con él durante su exilio en el bosque, donde él duda entre amarla o no, pero al final la rechaza. En ese aspecto Gynt es un donjuán y representa al machismo tradicional, pero ahí no se agota el personaje.
El personaje salta desde la inocencia de sus deseos hasta la irresponsabilidad dañina de su materialización, aunque sus intenciones a veces parecen cándidas, su capacidad de auto-engaño lo empuja para actuar con deshonestidad y perjudicar a quienes lo aman o, simplemente, se cruzan en su ruta. Acosado entre sus aspiraciones, fantasías y autoengaños parece levantar únicamente la bandera de su ser interior, reivindicándose cual individuo auténtico, apegado a su contenido único, sin embargo, ese interior está sometido al golpeteo de las mismas falacias y engaños perpetuos, por lo que está destinado a la desintegración completa. Es válido preguntarse si este Gynt es continuación o ruptura del personaje romántico que destacaba en el siglo XIX, mediante un perfil individualista, emotivo y fantasioso[6]. Los parentescos con los donjuanes y faustos son indudables, pero el matiz de un niño perpetuo es harto evidente, engatusado por sus temores, comienza siendo el hazmerreír de sus vecinos, ileso ante las peripecias de viaje y termina cuestionado en su individualidad. 

El largo viaje
 “El camino es el mismo a la ida que a la vuelta, lo mismo da dentro que fuera…“[7]Peer Gynt.
Esta obra comienza en la casa materna en una rústica comarca noruega, donde ambos elementos poseen plena correspondencia[8]. La casa materna es una choza lamentable, recuerdo de una propiedad rústica que antes floreció pero que la prodigalidad del padre, la descarrió hacia la ruina. La comarca posee frescura e inocencia, desconocimiento del gran mundo, sometida a prejuicios, ignorancia y fantasía, pero también es un hogar común.
Esta obra de teatro fue escrita en 1867, aunque Henrik Ibsen solía adelantarse a su época, adquiriendo ecos que serán típicos en la producción literaria posterior, más desentienda de las fórmulas y del romanticismo o el realismo del siglo XIX. El camino del viaje comienza en una comarca noruega, se traslada al desierto africano, el manicomio de El Cairo y a las costas de Grecia, a un barco en altamar y regresa a su mismo origen[9]. Su odisea, además de abarcar geografías, también se adentra en las regiones de la fantasía, ingresando al reino de los duendes y troles, la religiosidad al toparse con el diablo y un Fundidor de almas; recorriendo las edades humanas al cubrir el arco completo entre la juventud, madurez y vejez cual tres pasos alocados entre aspiraciones. Al mismo tiempo, es un viaje alrededor de la identidad, en el que el personaje cree ser fiel a su yo, pero su hipocresía interior, lo despista y jamás establece relaciones sinceras ni un vínculo con su entorno, por lo que el amor fiel resulta un regalo inmerecido. El tema de la identidad adquiere un tinte complejo por su relación con la locura y las ficciones desvariadas más allá de cualquier razón. Igual que Ulises regresa a su metafórica patria en Ítaca y lo espera Penélope, a Peer en la vuelta al país y hogar lo sigue amando el personaje, Solveig, lo cual indica que la única salvación es el amor sincero. 

Inmoralidad cosmopolita, nación prejuiciada
El Acto III relata que Gynt ya se embarcó en diversas aventuras y es un millonario excéntrico que se ha aprovechado de lo más vil, pero engatusando su moral, pues ha traficado con la esclavitud africana y ha contaminado hipócritamente a China (con una doble ración contradictoria de ídolos y misioneros, de ron y biblias). Tras prosperar con la esclavitud presume de haber manejado una plantación, que sería ejemplo pues les dio una mínima educación a los negros y hasta les obsequió con bagatelas de fin de año. Muestra que ha roto con su raíz moral originaria, señalada en la previa muerte de su madre y la redondea con estos temas. Además está la ruptura con su nación que se conserva como una colección de prejuicios. Cuando sus amigos le preguntan por su nacionalidad, él se dice oriundo de Noruega, pero “por vocación, ciudadano del mundo”[10]En seguida nos receta los esquemas sobre el estilo de las diferentes naciones, con modelos que han preponderado: América-felicidad, Alemania-erudición, Francia-ingenio, Inglaterra-laboriosidad, Italia-dolce-far-niente (dulce molicie) y Suecia-acero. Cabe aclarar que cuando la obra fue escrita Noruega permanecía en unión forzosa con el reino de Suecia, desde 1814 debió dejar su integración previa con Dinamarca, situación que no cambió hasta su independización en 1905.
La pretensión fantasiosa de Gynt es convertirse en emperador del mundo, para dar gusto a su yo “gyntiano”, que es “el ejército de deseos, anhelos y ansias; es el mar de esperanza, goce y temor”[11]. Este es un relato fáustico pero agigantado, incluso caricaturizado, donde el joven fantasioso y consentido se convierte en hombre sediento de emociones, dispuesto a traicionar los ideales pactando con las causas más viles, como lo ejemplifica su intento fallido de financiar a los turcos en contra de la Grecia oprimida[12].
De la esfinge a los locos
En un pasaje denso y cómico es descubierto por un, en apariencia, hondo pensador alemán que resulta ser el director de un manicomio, quien se impresiona con Peer que responde enigmáticamente al acertijo de la Esfinge egipcia. Ahí, el alemán lo halaga y reconoce como el Emperador de los enigmas porque ha enarbolado el “sí mismo” como respuesta universal.[13] De ahí lo lleva al manicomio que se ha invertido, tras la muerte de la Razón, la cual deja de ser útil con la irrupción del “sí mismo” como la única respuesta válida ante los desvaríos de lunáticos y de cuerdos. Este episodio muestra críticas a la Razón desde un más allá posible en la locura, lo cual continúa temas renacentistas pero anticipa las inquietudes modernas sobre la demencia.
Las locuras empiezan simpatizando a Peer, pero el asunto sale de control y es rechazado, cuando el delirio se convierte en suicidio. Este pasaje presente un triple aspecto intrigante: la identidad (la afirmación del sí mismo como la respuesta al enigma profundo); el ocaso de la razón y el elogio a la locura; (cuando la justificación del sí mismo, extravía el principio de realidad que deja de exigir razones) y el extremo del Emperador (cuando la ambición desbocada se revela como locura). Por si fuera poco, este pasaje se teje con partes anteriores, cuando los desvaríos remiten a escenas previas, como el pleito con los simios hace eco al interés de un loco por renovar el lenguaje.

Religión tradicional y heterodoxia
Sic transit gloria mundi[14]Peer Gynt. Frase latina que significa “así de rápido pasa la gloria mundana”, se solía emplear en el ceremonial de coronación del Papa para recordarle lo fugaz de su gloria terrenal.
La línea predominante de Ibsen incluyó la renovación de ideas y la ruptura de moldes, pero publicó en un ambiente religioso y monárquico, hostia a sus ideas. Sus atrevimientos provocaron la prohibición de sus obras o cancelación de representaciones, por ejemplo otra de sus obras, titulada Espectros. Aunque no pretende romper con el cristianismo, la obra se toma libertades para mostrarlo de otra manera, metamorfoseado mediante conceptos más abstractos, que distorsionan la interpretación predominante. En lugar del drama tradicional del cielo o infierno cristianos, se enfoca en el drama de que el alma sea fundida y desaparezca. El diablo también es un personaje, pero menos terrible y hasta esquivo, evitando ser el gran tentador. Sin embargo, el argumento más aterrador que el infierno es la muerte verdadera y estricta, que en Peer Gynt es representada como una desaparición estricta del alma[15]. Sufrir la fundición del alma es el más cruel castigo pues es la comprobación de la muerte, sin más atributos.
Sin embargo, Ibsen estuvo rodeado de un ambiente religioso, por lo que suele enmascarar o mezclar sus rupturas con temas tradicionales, por eso nos encontramos con un final que cobija la temática del yo con las virtudes teologales en el diálogo final donde el protagonista pretende demostrar que sí fue él mismo en su existencia aventurera, entonces su amada abandonada y en perpetua espera lo absuelve a su manera, respondiendo con las virtudes teologales: “Peer Gynt: (…) ¿Dónde estaba siendo yo mismo…, intacto, pleno…, rodeado de una aureola divina. / Solveig: Conmigo en fe, esperanza y amor.”[16]

Elogio del desertor
“¡La mano en el bolsillo! Este rasgo expresa todo el ser de este hombre.”[17] Durante el elogio del cura en el funeral de un hombre, Peer descubre que debió tratarse del desertor que descubrió mutilándose un dedo en el bosque, mientras se ocultaba tras desbaratar la boda de su amada. El sentido elogio fúnebre muestra la vida de quien sufrió gran penuria con tal de salvar su pellejo y luego se dedicó infatigable a formar una familia y levantarse contra la adversidad repetidamente; dejando la deshonra militar (la traición a la patria que se advirtió de inmediato con la automutilación) a cambio de criar a sus hijos, durante una lucha encarnizada contra la adversidad. Resulta interesante el alegato entre los dos órdenes morales contrapuestos: la patria con su honor militar, que fue quebrantado[18]; la moral familiar, la cual fue respetada escrupulosamente y a eso dedicó su existencia el difunto. El sacerdote es mediador fantasioso, ante ese heroísmo privado, sepultado bajo un manto de oprobio público. En su frase final el cura absuelve al difunto. 

Del deseo y la espera
El personaje de Solveig representa a la mujer dócil en el sentido tradicional quien espera, reproduciendo a Penélope y a las “novias de pueblo” que permanecen fieles a la ilusión del regreso. Su vínculo con la ideología cristiana que ha elogiado la devoción pasiva es evidente. Ella, cual virgen inconmovible del deseo, en principio a Peer le resulta insulsa y un mero objeto para otra conquista; la seducción fácil lo anima, pero cuando adivina que habrá compromiso, huye. En otros términos esa feminidad es el complemento perfecto del machismo, que sale a ganar el mundo mientras ella aguarda. La prolongación de la espera, en lugar de incitar una sana protesta, aquí se convierte en motivo de elogio casi metafísico pues de ello depende la salvación del alma de Peer. Curiosa elección de un final rosa en un dramaturgo que revolucionará los escenarios y las ideologías con su posterior obra Casa de muñecas, donde anuncia la diferencia radical entre los géneros y la opción cuando la mujer ya no espera. La protagonista de Casa de Muñecas, Nora rompe su matrimonio porque rechaza seguir esperando a que la felicidad llegue gracias a la posposición perpetua.   

Metáfora de la cebolla y la autenticidad
Siendo que la obra se concentra en el individuo y sus aspiraciones, el giro de la trama y su tención crecen al final con la perspectiva de una muerte que se disuelve el alma. Surge el Fundidor, personaje inventado que castiga la falsa individualidad, destruyendo las almas inauténticas en un crisol que rescatará la materia prima. Cuando ya viejo Peer regresó a su tierra natal, caído en desgracia y aislamiento, sobrevive en el bosque desenterrando penosamente cebollas silvestres, entonces se desarrolla un breve monólogo memorable. Arrastrándose y sacando cebollas silvestres se imagina lo que dirá su epitafio donde recuerda sus pretensiones de convertirse en emperador: “Aquí yace Peer Gynt, honra de su patria y emperador de todos los demás animales”[19]. La pretensión le causa risa, se reprocha que él no es emperador sino una cebolla y tomando una entre sus manos, va arrancando las capas para descubrir su interior. Conforme arranca telillas al vegetal, avanza su diálogo interior. Comienza con el exterior sucio y estropeado que representa sus fracasos; continúa con el pasajero desprendiendo algo de sabor a él; luego arranca al buscador de oro; al cazador de pieles en el Hudson; al investigador de antigüedades… Los diversos desempeños de sus aventuras son desechados con cada telilla, a la cual agrega comentarios sobre sus fallas, como “el profeta, fresco y lleno de jugo; hiede a mentiras”.  Va desesperándose y corta varias capas a la vez, y la cebolla va desapareciendo, termina quedándose sin nada en las manos: “He llegado hasta el final y ves lo que he hallado: cortezas y cortezas cada vez más pequeñas ¡Qué bromas nos gasta la Naturaleza!”[20] El personaje queda desconcertado, pues su peregrinación por el mundo no ha sido auténtica, sino una búsqueda caótica alimentada por expectativas dispersas, alimentadas por el deseo y la imaginación. 

Las fronteras de la fantasía
“No, yo no puedo renunciar a mi yo. Castigadme si queréis, pero perder mi propia personalidad, nunca.”[21]Peer Gynt.
Al recapitular las diversas situaciones por las que transita Peer encontramos una continua lucha contra las fronteras humanas mediante el desplazamiento físico, pero más importante es la fantasía y rebasar los límites morales en favor de un ego intoxicado. Al madurar la pretensión de Peer es convertirse en emperador… ¿De dónde le cuestionan sus comparsas? Acto seguido les responde: “Emperador del mundo”. La fantasía exacerbada es un ácido disolvente, en el extremo amenaza con convertir cualquier personalidad en un cúmulo de ilusiones desordenadas, próximas a la locura, cuando las pretensiones vanas de Peer se frustran ante los obstáculos. Las escenas con duendes son muy significativas pues ahí el personaje se hunde en el ambiente de la fantasía y está dispuesto a convertir sus pretensiones en autosuficiencia. El lema de esos enanitos del folclore es “¡Duende, bástate a ti mismo!”[22] y irónicamente, esa frase no demuestra la auténtica personalidad, sino el sometimiento a la ilusión pueril; por eso rebaja al humano hasta la condición de duende. El donjuanismo de Peer también resulta otra frontera de ficción, pues sus aventuras terminan en fracasos, por apresuramiento o por inviabilidad manifiesta. La muerte y la trascendencia también adquieren el tono de farsa, cuando descubre que no es aceptado ni por el demonio, pues su propia villanía resultó de poca monta. Casi siempre la fantasía remite al engaño de otros o de sí mismo, pero vuelto contra sí el engaño es mitomanía, cuando pretende burlar a la muerte o al demonio. Paradójicamente, el discurso entero traza una obra artística, por tanto la fantasía es su materia prima, su tejido utiliza la “materia de los sueños” (Shakespeare); entonces, los cuestionamientos sólo van hacia sus excesos… tras el largo viaje el arte ha vuelto a ensanchar el espacio para la imaginación y ha triunfado en Peer Gynt.

NOTAS:

[1] Peer Gynt, p. 122. El deslumbramiento es una metáfora escasamente empleada en la literatura, la intensidad de las luces suelen representar la irrupción de la verdad, en este caso, el personaje principal huye y se enreda en mentiras. Quizá esta noción del deslumbramiento sea bien comprendida por los habitantes de las regiones muy cercanas al Polo Norte, con sus largas temporadas de oscuridad invernal, advirtiendo que el conocimiento profundo es gradual.
[2] Ha sido muy citada la opinión de crítico literario Martín Lamm: "El drama de Ibsen es la Roma del drama moderno; todos los caminos conducen hasta y desde allí"
[3] La admiración y el impacto de esta obra sobre Wilhelm Reich merecería un estudio por aparte. Su biógrafo nos indica: “Aquel drama le produjo una impresión enorme, hasta tal punto que lo leyó y releyó muchas veces, junto con varias interpretaciones críticas, como si estuviera buscando un mensaje que le parecía que Peer Gynt quisiera transmitirle sin acabarlo de lograr” DE MARCHI, Luigi, Wilhelm Reich biografía de una idea.
[4] Peer Gynt, p. 124.
[5] Cuando la nueva generación rechaza a la anterior, la época es “de juventud” conforme el perspicaz análisis de Ortega y Gasset en El tema de nuestro tiempo, pues si la nueva generación rechaza a la anterior, estará sometida a su propio impulso juvenil.
[6] Por ejemplo, Mariana Cerrillo, “La construcción del yo en Peer Gynt de Henrik Ibsen”, expuesto en el Ier Congreso Argentino de Historia del Teatro Occidental, organizado por UBA-Centro Cultural de la Cooperación-Centro Cultural Ricardo Rojas, septiembre 2004
[7] Peer Gynt, p. 160. Con esta frase la obra insiste en la circularidad de la existencia y cómo la escapatoria debe terminar en regreso, así como la función expansiva termina en una implosión para descubrir la subjetividad.
[8] El horizonte rústico de Noruega, donde creció Ibsen y regresó en repetidas ocasiones es la matriz de este relato. Las relaciones entre la gente sencilla con sus tradiciones y una mentalidad que busca despegarse de esa existencia rural es tema constante.
[9] En la metáfora del largo viaje que dura casi toda la vida, hay un gran eco con la situación personal de Ibsen que había emigrado a Italia en 1864, permaneció fuera de su país durante 27 años, regresando a su país hasta una edad avanzada.
[10] Peer Gynt, p. 100. El “cosmopolitano” es un tema moderno por excelencia, considerado tanto en su aspecto positivo como negativo; aquí, predomina el lado inmoral del aventurero. Debemos destacar la participación de Ibsen en el modelaje de la idea noruega, cuando no era una visión dominante. Promueve la identidad nacional de Noruega mediante creaciones e investigaciones del folclore popular, en una obra previa, vaticina la unidad nacional, Los Pretendientes al Tronode 1863, cuando un rey del siglo XII, Haakon Haakonssøn, sueña con la unidad nacional: "Noruega fue un reino, será un pueblo. (...) ¡todos serán uno en adelante, y todos serán conscientes de que son uno!" Con eso termina Ibsen su etapa nacional y emigra durante muchos años.
[11] Peer Gynt, p. 102.
[12] Escandaliza a la buena conciencia europea, ya sea liberal o cristiana, además juega al contrapunto de Lord Byron, aclamado como el mártir romántico de la libertad Griega muerto en Mesolongi.
[13] Este pasaje trasluce inquietudes filosóficas de Ibsen, pues la ampliación de la razón había sido la bandera de la filosofía clásica alemana, la cual ya había encontrado cuestionamientos, incluso los anuncios del existencialismo de Kierkegaard y del irracionalismo de Schopenhauer y Nietzsche.
[14] Peer Gynt, p. 187.
[15] El sentimiento trágico de la vida de Unamuno explica esa perspectiva ante la cual la caída en el averno resultaría menos un castigo que la muerte estricta, con la desaparición del alma. El mismo argumento en Peer Gynt resulta casi cómico pues el diablo se desinteresa de un alma que no es tan mala, por más que intente presumir de villanías.
[16] Peer Gynt, p. 198.
[17] Peer Gynt, Acto V.
[18] El sentido fuerte de la nación y su nacionalismo es un descubrimiento brillante, aunque reciente para el siglo XIX europeo. Algunas de las principales nacionalidades todavía estaban pugnando por su formación, como Alemania e Italia, donde vivió Ibsen.
[19] Peer Gynt, p. 182.
[20] Peer Gynt, p. 182.
[21] Peer Gynt, p. 180.
[22] Peer Gynt, p. 185. El absurdo de la autosuficiencia está implícito; nos recuerda la refutación griega al individuo fuera de la “polis”, por lo que Aristóteles exclamó que era un “zoón politikón”, en Ética.