El pan desnudo
De Mohamed Chukri
[El escritor marroquí Mohamed Chukri tenía que haber dado el pasado 5 de abril, en el Centre Cultural de la Fundació “La Caixa” , de Barcelona, una conferencia titulada “Emigrar para un futuro esperado”. Como finalmente no pudo venir a Barcelona, no se le pudo plantear una entrevista sobre el motivo de su conferencia. Sin embargo, aquí presentamos un comentario sobre su libro más conocido, publicado por la editorial Montesinos en 1992.]
LA HISTORIA
El pan desnudo cuenta la historia de un chico marroquí que vivía en el Rif y que por la miseria y el hambre que se pasaba allí emigró a Tánger. Tuvo muchos problemas. Su padre los maltrataba a él y a su madre, e incluso mató a un hermano suyo. No tenían qué comer. Ni nada.
En Tánger vivió peor aún. Sufrió mucho, no tuvo la oportunidad de estudiar ni de trabajar, ni de tener una cultura o una familia cariñosa. La verdad, no tuvo nada. Se escapó de su casa y pasó varios días por las calles, en pensiones, en barracas y otros sitios... y llegó a dormir en una tumba. No encontró la paz ni una vida digna, y por eso se maltrataba a sí mismo tomando hachís, tabaco, alcohol... Era su manera de escapar de aquella dura realidad. Trabajó en varios sitios con gente europea (en trabajos de limpieza), en robos, contrabando... y lo peor. A él le gustaban mucho las mujeres, por eso gastaba todo su dinero con las prostitutas. Así era su vida, llena de peligro, de miedo y vacío, sin sentimientos. Era una vida en la que sólo existía la ley de la fuerza y del capital. Pero, lo menos malo, al finalizar su adolescencia conoció a un hombre culto que le hizo salir de aquel mundo, hacia delante. Y él, al final, gracias a su inteligencia y a su necesidad, consiguió lo que quiso, superó todo y no olvidó nada, por eso más tarde empezó a escribir sus memorias.
EL COMENTARIO
El libro que escribió el señor Mohamed Chukri, El pan desnudo, es la representación de una realidad olvidada o bien no conocida ni siquiera por la gente de su propio país. Este libro nos habla de cómo vivían los marroquíes en la primera mitad del siglo XX con el colonialismo, que se suponía que era para proteger, civilizar, educar... Pero, en realidad, todo fue lo contrario. Bueno, seguramente, los colonizadores hicieron algo beneficioso para Marruecos pero, en general, los colonizadores fueron quienes se aprovecharon del colonialismo y del protectorado para entrar en Marruecos y partirlo como un queso en tres partes. La parte del Sáhara, para el ejército español; Tánger, para todos, era una ciudad internacional, y el resto era de Francia. Estos fueron los países que echaron al rey y a la familia real del país, dejando a los pobres ciudadanos en manos no fiables. Los colonizadores destruyeron la economía del país, claro, sí, se llevaron los beneficios, por qué no. Y con el dinero que ganaron aumentaron su riqueza. Pero aquel dinero o capital está hecho con sangre, lágrimas y dolor de los inocentes que sufrieron y siguen sufriendo. Y no sólo destruyeron la economía, sino también la cultura, algo que considero más importante. Hicieron que la gente hablara en otra lengua que ni siquiera tenía el mismo origen que la suya propia. Hicieron que en sus memorias se grabaran unas frases y expresiones para toda la vida e hicieron olvidar las originales, y esto ahora representa el 7% de la lengua hablada en Marruecos. Además, les cambiaron la moneda, llevaron la cultura de Occidente a un país de cultura oriental, y eso ya para toda la vida, eso no se puede borrar porque la generación recién nacida se adaptó a ello, por eso dije que la cultura es lo más importante. Como consecuencia de eso, se produjeron las migraciones, en aquellos tiempos internas, y ahora, como todo el mundo ve, externas, y aquello fue el origen.
Más tarde, después de muchas décadas, gracias a la valentía y al sacrificio de muchas personas que se rebelaron contra los conquistadores, organizando manifestaciones y atacando a los enemigos (pero no olvidamos que hubo en ello gente de fuera), muchos movimientos fueron realizados, y así se acabó el colonialismo. Pero, desgraciadamente, llegó otro régimen más duro, la monarquía absoluta. El pueblo, claro que sufrió, pero seguramente aprendió mucho de los colonos civiles, que no tienen culpa de nada e hicieron un intercambio de cultura, y cada uno aprendía del otro, y eso no hay que olvidarlo.
Este libro habla de una realidad estúpida y de una desesperación total. Habla de la juventud, de cómo va perdiendo todo, y de cómo se utiliza el hachish, el tabaco... para escapar de la realidad y esconderse en los rincones barbechos, sin nada, en vez de ir a estudiar o a trabajar. Habla también de la violencia, de muchas violencias. Una es la de los padres, como el caso del protagonista: su padre no paraba de pegarle a él y a su madre, y eso es por la pobreza total. Y habla de la violencia de las calles, de las peleas con cuchillos y vidrios. Esa violencia es por falta de educación, de cultura, de cariño, de amor, de una vida digna, y por falta de la luz de la esperanza y la voz de la justicia. Además, habla de la prostitución masculina y femenina. Explica cómo los pobres hombres y mujeres venden su cuerpo por dinero, por la necesidad inmediata, y esa fuente era la más fácil. Y los jóvenes no piensan en el verdadero amor ni en el cariño, en el sentimiento interno que hace volar el alma y la mente, y sólo pensaban en las prostitutas con quienes van a pasar la noche y en cómo sacar el dinero para pagarles. Se olvidó totalmente el amor o, mejor dicho, no se conoció. Además, Chukri habla de las violaciones masculinas y femeninas, habla de la pobreza, de la gente que no tiene ni siquiera un espacio para dormir ni qué comer, que vive en una miseria total. Se habla de los robos, de las estafas, del contrabando, del analfabetismo... Lo curioso es que habla concretamente de una manifestación que se hizo el 30 de marzo de 1942 para pedir la independencia, pero la respuesta de los gobernantes no fue firmar un pacto o hablar, discutir con ellos, sino que utilizaron la peor manera, la de los bárbaros, la ley de la fuerza y del poder. Hubo muchos muertos, heridos, mutilados... pero esa sangre fue el precio pagado por la independencia, que se logró.
Y eso, ¿por qué pasó? Pasó porque unas personas que no tienen lo suficiente en su tierra, pero tienen muchas armas y no conocen el concepto de conciencia, entraron en ese país, y para continuar siendo ricos, hicieron que un pueblo pagara el precio, viviendo décadas sin libertades ni derechos y sólo con deberes y con la miseria que los mata. Claro que a ellos eso no les importa: el dinero es suficiente para hacer callar a la conciencia.
Lo que explica este libro es una pequeña parte de la realidad, pero hay otra peor, peor aún, guerras, epidemias... Por eso hay ricos y pobres... y para que haya ricos, tiene que haber pobres y la pobreza de unos construye la riqueza de otros y es su base. Y encima, lo peor es que los ricos consideren a los pobres inferiores que ellos, los consideran incivilizados, analfabetos, salvajes... Y eso, ¿por qué? Ellos ya lo saben. Pero nadie sale ganando porque la vida de todos los seres vivos, incluyendo los humanos, acaba, aunque se tenga lo que se tenga, un castillo de oro o un río de diamantes: la riqueza no compra nada, no puede comprar la vida, la salud, el sueño, la tranquilidad, pero puede comprar cosas no necesarias. En un momento cualquiera la muerte nos podrá sorprender. ¿Qué somos? Nada, estamos hechos de venas, células y otros organismos, y si falla algo, hasta luego, y, si no, a los 80 o 90 se despide ese mundo que da y quita a la vez. Y lo único que queda es un recuerdo, mejor que sea bueno que malo, mejor que nuestra vida haya ayudado y no perjudicado a los otros, para que nadie nos olvide y quedemos vivos en la memoria de los demás.
Bueno, la historia se escribe y es el testimonio. A ver si se aprende a vivir en igualdad, sin pobres ni ricos. Todos de la misma clase social, y cada uno con su cultura y su forma de ser. A ver si se aprende a respetar y a no discriminar, y a aprender de los demás, a ayudar, a echar una mano. No sé cómo, pero algún día esto pasará, y la bondad humana ganará a la maldad. No sé cuándo ni cómo, y eso lo sabe el destino.
Una alumna de 4º de ESO