sábado, 2 de marzo de 2019
M E T E O R A
VIAJE A LA GRECIA MÍSTICA
Situada en la Grecia Central, la llanura de Tesalia se sitúa entre la sierra norteña que termina en el monte Olimpo, que la separa de Macedonia; las Termópilas al sur; el monte Pindo que hace las veces de frontera con el Epiro al oeste y el mar Egeo al este.
En el corazón de la Tesalia es donde se ubican los monasterios de Meteora.
La magia y el encanto irresistible del paisaje rodean a estos lugares dedicados a la meditación. Ascender hasta los mismos supone ir desvelando a cada paso panorámicas que dejan sin aliento y obligan a detenerse continuamente. Entre el verde intenso de los campos de cultivo del valle, se recortan contra el azul intenso del cielo estas enormes rocas grisáceas formando una selva de pináculos, torres, torreones y troncos de pirámide con las paredes desnudas y alisadas.
Su origen se remonta a unos sesenta millones de años atrás, cuando las aguas que cubrían la llanura empezaron a retirarse. El agua, el viento y los movimientos sísmicos quebraron y modelaron aquellas piedras enormes, metiéndose entre las fisuras, cavando gargantas y barrancos durante cientos y cientos de metros y finalmente puliendo amorosamente cualquier aspereza de los mismos y, por consiguiente suavizando sus formas.
A TRAVÉS DE LA GRECIA MÍSTICA
En la Tesalia, rodeados de un ambiente cargado de misticismo y religiosidad, como si fuera obra de un hechizo mágico, se levantan una serie de monasterios habitados por monjes, cuya vida transcurre entre el trabajo, la meditación y la plegaria.
De los veinticuatro monasterios existentes hacia el año 1500, solamente seis siguen en pie, y de los demás tan sólo quedan ruinas.
Los primeros anacoretas, que ya alrededor del año mil eligieron el fascinante paisaje de Meteora, como lugar de retiro y oración, escalaron estas increíbles montañas rocosas con las manos desnudas, trepando por unas escarpadas paredes y superando unos vertiginosos barrancos: una vez lejos de las tentaciones mundanas, se refugiaron en los peñascos más bajos, instalándose en grutas y cavernas excavadas entre las rocas.
Hacia el año 1100 los eremitas empezaron a organizarse en diferentes comunidades y más tarde, en torno al 1300, fundaron los primeros monasterios de Meteora, que en griego viene a significar algo sí como “monasterio en el aire”.
Estos monasterios florecieron alrededor del año 1500 y más tarde entraron en franca decadencia. Los que estaban dispuestos a formar parte de estas comunidades religiosas podían afrontar la subida a la cumbre de los picos, aprovechando la ayuda de unas escaleras colocadas en los puntos más difíciles o, como alternativa, dejarse subir metidos en una malla hecha de cuerdas y confiando en la habilidad que tuviesen sus cofrades para maniobrar el cabestrante. Los monjes se ahorraban de este modo muchas de las fatigas y de los equilibrismos propios de un escalador que eran necesarios para llegar a los eremitorios más inaccesibles, pero no fue hasta principios del siglo XX que subir a los monasterios de Meteora fue una cosa factible y mucho menos arriesgada.
Las primeras escalinatas esculpidas en la roca llegaron al monasterio de Varlaám en 1921. Dos años después le llegó el turno al Gran Meteoro y más tarde al monasterio de Agia Triáda: escaleras, puentes y, finalmente, una larga cinta de asfalto redujeron a la mitad las distancias y el tiempo necesario para cubrirlas, destruyendo de un modo irreversible aquel aislamiento que, durante casi un milenio, había sido uno de los elementos fundamentales de la civilización monástica que, gracias a su posición casi inexpugnable, ha podido sobrevivir durante siglos como testimonio vivo de la fe ortodoxa del pueblo griego.
KALAMBAKA Y KASTRAKI
En un extremo del campo de Tesalia, próximo a las grandes rocas de Meteora, se encuentra la población de Kalambaka. Una bonita carretera asfaltada conduce desde este punto hasta los monasterios.
En ella puede visitarse el templo antiguo del obispo, dedicado a la Asunción de la Virgen, construido en el siglo XI y que está muy bien conservado, a pesar de que la planta arquitectónica ha sufrido algunos cambios con las reparaciones realizadas. El trono de piedra es una pieza única y se encuentra en medio de la iglesia.
Hay hoteles que albergan a los visitantes que llegan hasta aquí para contemplar la maravilla del paisaje y pretenden adentrarse en el universo místico que rodea Meteora.
Precisamente entre los colosos de piedra, es donde tímidamente aparecen las casas de la pequeña población de Kastraki. El alma se estremece al contemplar los gigantes que se elevan por encima de los techos de las casas, sin poder distinguir si los protegen o los amenazan.
La escasa vegetación y los rayos del sol que se escapan entre las montañas, tratan de suavizar el aspecto salvaje de las rocas inmensas.
En el momento en que las rocas resuenan por el eco de los campanarios de los monasterios a primera hora de la mañana, es cuando el pueblo se despierta y los campesinos se preparan para emprender su trabajo diario.
MONASTERIO DE VARLAÁM
Alrededor del año 1350, el monje Varlaám, considerado como el primero que fue a vivir a esta roca, fue quien construyó la pequeña iglesia de los Tres Jerarcas y algunas celdas, pero después de su muerte estas construcciones fueron abandonadas y acabaron destruyéndose.
Debieron pasar alrededor de doscientos años (1518), para que subieran a la roca los hermanos Nectarios y Teofanis de la familia señorial de los Apsarades, de la ciudad de Yánnina, y construyeran de nuevo sobre las ruinas de las viejas edificaciones y más adelante las iglesias de Agion Panton y del Pródomo.
La iglesia de Agion Panton fue construida al estilo arquitectónico del Monte Athos. Tiene forma de cruz con una cúpula en la parte principal y una en el pórtico. El año 1458 Frangos Katelanos, artista de la escuela cretense, pintó el altar y la parte principal de la iglesia, mientras que más tarde (en el año 1556) Jorge, sacerdote de Tebas, pintó el pórtico.
La iglesia de los Tres Jerarcas fue renovada el año 1627 y pintada por los monjes Cirilo y Stergio diez años después.
La sacristía del monasterio incluye restos de santos, vestiduras sacerdotales, varios objetos, cinturones de hierro de los fundadores del monasterio, un epitafio bordado en oro, así como varios evangelios y manuscritos en pergamino que se guardan en su rica biblioteca.
Es uno de los más hermosos monasterios, con su refectorio, enfermería, jardín fortificado, bodega, torre y pequeño museo de iconos.
GRAN METEORO (METAMORFOSIS)
La roca del monasterio de la Metamorfosis o convento de la Transfiguración, es la más grande de todo los Meteoros con una altura de 613 metros sobre el nivel del mar y 475 metros sobre el lecho de Piniós.
Su primer habitante, el monje ermitaño Atanasio la nombró Mégalo Metéoron (Meteoro) por su gran altura y por el sentimiento de vértigo que uno experimenta al encontrarse en la cumbre.
En él hay hasta cuatro iglesias que fueron construidas en diferentes épocas:
La iglesia de San Constantino; la de San Constantino y Santa Elena; la del Pródromo y finalmente la iglesia de la Metamorfosis del Salvador, que es la más grande y antigua.
Esta iglesia fue construida antes del año 1380 por el primer habitante de la roca, Atanasio, y fue renovada por los monjes loasaf (1387-1388) y por Simeón (1541-1542). Tiene una cúpula dodecágona en la iglesia principal y otra más pequeña en el altar. La iglesia es grandiosa, con uno icono de madera esculpida y chapeada en oro, y un trono del abad, también de madera esculpida y decorado con marfil (1616-1617). Sus murales elaborados con aplicación datan del siglo XV.
En la sacristía del monasterio hay muchos objetos preciosos dignos de mencionar: en cofres de plata están guardados los cráneos de los fundadores del monasterio. San Atanasio y San Ioasaf, restos de otros santos, una mitra decorada de oro del primer abad del monasterio, un delantal decorado de oro del fundador del monasterio, Paleologo Ioasaf con una serie de perlas, muchos objetos preciosos de plata, así como una importante biblioteca que contiene más de quinientos volúmenes.
Hasta este monasterio la subida hasta 1923 se hacía con brandales sucesivos y con la red. Después fueron esculpidos en la roca escalones y así, el visitante, puede llegar más cómodamente hasta el monasterio.
MONASTERIO DE ROUSSÁNOU
Se encuentra sobre una roca perpendicular y abrupta que se eleva aislada entre los monasterios de Varlaám y de la Santa Trinidad. Se trata de un lugar casi inaccesible. Pasando por los pies de este inmenso volumen pétreo, una sensación de temor estremece mientras la mirada contempla sus tres lados inaccesibles. Sólo del lado norte se podía subir hasta el año 1897. Más tarde, esta parte de la roca se ha unido con dos puentes de madera, pero hoy ya se puede ascender mediante una instalación permanente que fue construida en1930.
Viejos textos históricos mencionan que este monasterio fue fundado en el año 1380 y convertido en convento a partir de 1545.
La maravillosa iglesia es de estilo bizantino. Destaca su cúpula y todo el interior que está decorado con pinturas murales muy interesantes y que, a pesar del tiempo transcurrido, se conservan en perfecto estado.
MONASTERIO AGIA TRIÁDA (SANTA TRINIDAD)
La imagen característica y más bella de Meteora es, sin duda alguna, la roca de la Santa Trinidad, a mitad de camino entre Roussanou y Agios Stéfanos. Es el más inaccesible de todos.
Rodeado de un paisaje incomparable por su pintoresca belleza, contemplar este pináculo majestuoso con el monasterio en la cumbre, al fondo el lecho del Peneo (Piniós) y muy cerca la sierra de Pindos cubierta de bosques rasgando el cielo azul.
Inspira un cierto temor mezclado con unas dosis de innegable placer, observar todo el campo de Tesalia que se pierde en el sur opaco. Toda la sierra de Agrafa llega hasta la cumbre de Kóziaka que está al frente y el visitante no puede dejar de sentirse como suspendido en el aire al contemplar cuanto tiene a sus pies y observar Kalambaka a lo lejos. Desde lo alto la vista es única. Un espectáculo realmente admirable.
Sobre la fundación de este monasterio no existen unos datos concretos. Probablemente fue construido entre 1458 y 1476, según fuentes históricas. Se desconoce todavía si es realmente cierta la información que menciona en sus escritos el monje Dometio.
La iglesia de la Santa Trinidad es de estilo bizantino con dos columnas, en planta de cruz y con cúpula baja. Tiene murales importantes que datan de 1692, así como iconos de arte posterior. Una pequeña iglesia esculpida en la roca, a la izquierda de la entrada del monasterio, da la impresión de que en su época fue una ermita.
MONASTERIO AGIOS STÉFANOS (SAN ESTEBAN)
En la parte más al sur de Meteora se encuentra la roca del monasterio de San Esteban.
La subida al monasterio fue siempre más fácil y por eso parece que esta roca fue habitada con anterioridad al año 1200.
En el monasterio se halla en la actualidad la antigua iglesia de San Esteban, que fue construida, según se cree, por el monje Jeremías en el año 1300. Se trata de una iglesia pequeña, oscura, con techo de madera. Tiene unos maravillosos murales, aunque algunos rostros especialmente fueron destrozados por las espadas de los vándalos invasores.
La iglesia más nueva es la de San Caralampio, que fue construida por los Padres Teofanis y Ambrosio en el año 1798. Es majestuosa, con tres elegantes cúpulas. En la cúpula central, la más grande, está pintado el Pantocrátor con los cuatro evangelistas. Tiene un icono esculpido y una capa, también esculpida, que cubre la sagrada mesa del altar.
El monasterio de San Esteban era en la antigüedad el más rico de Meteora. Durante una pequeña temporada, en el año 1333, vivió aquí el Emperador de Bizancio Adrónico Paleologo III. A él se deben muchas donaciones en dinero y en tierras. Desde entonces el monasterio ha sido considerado Real y Patriarcal.
La sacristía del monasterio es bastante rica. Al margen de la preciosa reliquia de la cabeza de San Caralampio, se conservan restos sacros colocados en elegantes cofres de plata. También un códice de misas con decoraciones de miniaturas de color, manípulos bordados en oro del obispo Dimitirás Gabriel, otro cinturón bordado en oro del año 1778 y una serie de objetos y reliquias de gran valor.
AGIA NIKOLAOS ANAPÁFSAS (SAN NICOLÁS ANAPÁFSA)
En una roca gigantesca castigada por los vientos, al oeste de las rocas de Metamorfosis y de Varlaám, se encuentra ubicado este monasterio. Es el primero que se ve al llegar al valle de Meteora procediendo de Kalambaka y tras dejar atrás el pequeño pueblo de Kastraki. Las primeras ascensiones para llegar a la cumbre son realmente estremecedoras.
El monasterio fue construido por Lárisa Dionisios el año 1527 y tiene maravillosos murales pintados por el famoso artista del periodo pos-bizantino, el monje cretense Teofanis.
El paso de los siglos provocó ha provocado muchos daños porque estuvo algún tiempo sin habitar. Pero la restauración efectuada con posterioridad lo salvó de la amenaza de la aniquilación.
Lejos del mundo, sobre las rocas abruptas y escarpadas que más tarde sirvieron de retiro y prisión de los monjes pecadores, entre el vértigo y el graznido de las aves rapaces que vuelan sobre las cumbres, los pobres ermitaños que habían renunciado a la vida, rezaban noche y día, rogando a Dios para que les diera la paz a su alma después de la muerte. A lo largo de los siglos, muchos han sido los que han dejado en este lugar su última respiración, solos y olvidados.
Un viaje a la mística Grecia de Meteora resulta, sin duda, una experiencia inolvidable.
(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)
El valle místico de Meteora
Por Jorge Alberto Franco
(0)
Los monasterios de Meteora, declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, están localizados al norte de Grecia. Gran parte de los viajeros termina su excursión en Delfos y no continúa el viaje mediterráneo hacia la ciudad de Kalambaka, que es la puerta a la extraña experiencia mística que se siente ante el paisaje y el interior de los conventos de tipo bizantino.
Construidos en la cima de imponentes rocas que se elevan como gigantes pilares inaccesibles, cumplían la misión de protegerse de ataques y asedios. Los monasterios de Meteora parecen suspendidos en el cielo; su nombre literalmente significa en el aire.
ADEMÁS
El extraño paisaje es muy difícil de describir: lo constituyen rocas grises desnudas que se elevan rodeadas de un hermoso verde vegetal. Fue formado luego de fuertes terremotos y tras años de erosión. Los primeros monasterios se construyeron en el siglo XIV, cuando un grupo de monjes cristianos ortodoxos se refugió en cuevas del lugar. Posteriormente decidieron emplazar los monasterios en lugares recluidos e inaccesibles al asedio de los turcos y albaneses, para mantener su fe y tradiciones religiosas.
El aislamiento y difícil acceso al convento hizo que en el pasado desarrollaran un sistema de poleas para subir en una canasta ellos mismos los alimentos que les aportaban diariamente los pobladores de la zona en la base de la roca.
Comenzamos visitando el monasterio de Varlaám, en el que todavía suben los alimentos o elementos para construcción y refacción por un cable elevador que antes lo manipulaban a mano. En este monasterio se puede ver el antiguo montacargas y la cuerda con que se elevaba. Actualmente los visitantes suben por escaleras que rodean la roca.
Las iglesias ortodoxas son pequeñas y dividas en tres sectores. La última tiene el altar y de afuera se ve bien la forma de cruz por los ábsides. Están íntegramente pintadas con frescos e íconos bizantinos; nada queda sin imágenes, dicen por "El horror al vacío". Están prohibidas las esculturas.
Luego fuimos al monasterio de Agía Roussánou, a un kilómetro de Varlaám, fundado en 1388. Actualmente está mantenido por monjas. Vimos por un pequeño puente los jardines y la huerta de las siete monjas de clausura que viven ahí. Por ser mujeres no pueden oficiar misa; un monje va todos los días para celebrarla. A la salida una mujer laica vestida de negro ofrece dulces, orégano y otros cultivos que ellas producen en un pequeño huerto.
De un total de 24 monasterios en la época de máximo esplendor, en el siglo XV, sólo funcionan seis en la actualidad que pueden ser visitados. Muchos fueron destruidos por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Dejamos Meteora, volvimos 370 km a Atenas pasando junto a la ruta por extensas plantaciones de algodón y vimos nidos de cigüeñas similares a grandes canastos de paja que nos evocaron las alturas y los silencios profundos de los monasterios suspendidos en el aire.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)