Crítica: Il materiale emotivo
por Camillo De Marco
- Sergio Castellitto dirige una película en la que interpreta a un librero amable y excéntrico en un París de fábula que conoce a una tumultuosa Bérénice Bejo
Tras haber interpretado previamente, tanto en la televisión como en el cine, a figuras emblemáticas de la historia italiana (el Padre Pio, Don Milani, Fausto Coppi, Enzo Ferrari, Aldo Moro, el juez Rocco Chinnici o Gabriele D'Annunzio en la reciente Il cattivo poeta), Sergio Castellitto se regala a sí mismo, en su última propuesta como director, el papel de un protagonista amable pero excéntrico: un librero italiano que vive en el París moderno. Il materiale emotivo [+], que inauguró el Festival Internacional de Cine Bif&st-Bari, y que llegará a los cines italianos el 7 de octubre de la mano de 01, es un cuento de hadas basado en un guion titulado “Un drago a forma di nuvola” (“Un dragón en forma de nube”), escrito por los grandes maestros Ettore Scola y Furio Scarpelli, en colaboración con Silvia Scola. Un proyecto cinematográfico transformado en novela gráfica con la ayuda del dibujante Ivo Milazzo, que finalmente ha sido reescrito para esta película por Margaret Mazzantini, la esposa de Castellitto.
Estamos ante una versión de ensueño y caricaturesca de París, recreada en el estudio Teatro 5 de Cinecittà, como hacía Fellini. Se trata del hogar de Vincenzo, un librero romántico de mediana edad, a quien un inmigrante-napolitano (el rapero Clementino) le sirve el café a diario. A Vincenzo no le importa el dinero, e incluso deja que sus clientes le roben libros. Vive encima de la tienda con su hija Albertine (Matilda De Angelis), una joven en silla de ruedas a causa de un accidente en una piscina. Albertine ha decidido no hablar (lleva una camiseta que pone “Lo siento, no tengo palabras”), mientras que su entregado padre le lee libros para animarla. Obras como El barón rampante de Calvino, donde el noble Cosme se niega a bajar del árbol al que se ha subido, o el Don Quijote de Cervantes: “Mire, no sea perezoso, sino levántese desa cama, y vámonos al campo, quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada…”.
En un principio, Vincenzo parece desencantado cuando su bella y conmocionada vecina, Yolande (Bérénice Bejo), irrumpe en su librería. La mujer ha perdido a su perro y trabaja como actriz en una obra que ensayan en un teatro cercano. De hecho, ha pasado de ser una simple transeúnte a interpretar a la protagonista. Yolande no sabe nada de literatura, y Vincenzo le presta algunos de sus preciados libros para leerlos de una sentada: La espuma de los días, de Boris Vian (en la que el joven Colin, un rico y aburrido parisino, experimenta el amor a primera vista cuando conoce a la bella Chloé) o el breve pero meditativo Los treinta y tres nombres de Dios, de Marguerite Yourcenar.
Muy pronto, el “material emocional” (al que hace referencia el título italiano de la película) prevalece sobre el desencanto, que finalmente se transforma en encanto. En resumen, nunca le propongas matrimonio a una parisina excéntrica por la noche con la torre Eiffel de fondo (aunque esta sea de cartón). Los corazones se abren de par en par y los sentimientos fluyen rápidos y densos, al igual que las citas, que resultan inevitables cuando decides ambientar una película en una librería, aunque es importante no pasarse. Mazzantini incorpora unas cuantas, desde la repetida "solo los aburridos son tomados en serio, y yo vivo con miedo a que no se me malinterprete" de Oscar Wilde, hasta el dilema del erizo de Schopenhauer, ofreciendo perlas de sabiduría frente a la cultura actual, aniquilada por la tecnología digital: “La literatura nos hace eternos, la modernidad nos hace débiles”.
Il materiale emotivo es un cuento de hadas teatral (el concepto se vuelve explícito con el telón rojo en la penúltima escena), y todos sabemos que la vida es como una obra de teatro, por citar a Charlie Chaplin, William Shakespeare, Lucio Anneo Séneca y muchos otros. La hermosa banda sonora de piano, compuesta por Arturo Annecchino, desaparece en los momentos clave para dar paso a la clásica canción pop norteamericana, que siempre parece tener prioridad.
La película es una producción de Rodeo Drive junto con RAI Cinema, Mon Voisin Productions y Tikkun Productions. True Colours se encarga de las ventas internacionales.