Isabel Greenberg ya nos enamoró con la obra que suponía su debut, La enciclopedia de la Tierra Temprana (Impedimenta, 2014), una novela gráfica multipremiada que se convertía en un canto al arte (y a la necesidad) del ser humano de contar historias. La misma editorial ahora nos trae su nueva obra, Las cien noches de Hero, una historia que os va a encantar.
En su nuevo cómic, Las cien noches de Hero, la autora va un paso más adelante en su planteamiento narrativo. Aprovechando el esquema del clásico de la literatura árabe. Las mil y una noches (una narradora que alarga sus historias para aplazar su fatídico destino), Greenberg teje una brillante madeja de los mimbres de la tradición folclórica. Nuestra narradora irá contando en esas cien noches del título varias historias donde destacan dos factores. Por una parte, la mujer como personaje, y su relación de poder respecto al hombre, sea empoderada o sometida, muchas veces la víctima de un sistema opresor. En una entrevista, la autora señala:
“Quería escribir una historia que mostrara a mujeres ayudándose mutuamente, que fueran complicadas e interesantes y no necesariamente fuertes. Ya existen muchas películas que hablan de estas relaciones, pero no tratan a los personajes en su complejidad, que es lo que me interesaba”.
Por otra, la del ser humano y su configuración a través de las narraciones. Y ese gusto por las narraciones es lo que en algún momento dará a la novela gráfica una estructura de cajas chinas que parece conectar con el infinito.
Entre el mitos y el logos, se encuentra esa extraordinaria facultad del ser humano para la ensoñación y el explicarse a sí mismo a través de las historias. Tan importante es ese poder que la reivindicación de ese papel por parte de las mujeres se convierte en peligrosa para ellas mismas. En este sentido es importante el papel de la religión en la obra de Greenberg. Ya había sido así en La enciclopedia de la Tierra Temprana: en la novela, la deidad creadora es un principio femenino. Pero otro masculino es el que se impone y quiere de los humanos total sometimiento. Esa actitud se ve reflejada en el culto terrenal a ese dios, el Hombre-Pájaro, y su cosmovisión patriarcal que será la culpable de todas las desgracias de las mujeres que ocurren en la obra.
Greenberg ha realizado en Las cien noches de Hero una labor titánica. Primero, porque es una novela gráfica muy voluminosa que ha logrado resolver muy satisfactoriamente. Segundo, porque usando en diversas ocasiones material preexistente, logra dar un enfoque nuevo y original a viejas historias, dirigiéndolas a voluntad a una reivindicación feminista que no chirría, sino que encaja de forma natural con aquello que se cuenta. Tercero, porque en su minimalismo, tanto de trazo como de color, Greenberg encuentra su mejor aliado: la economía de su trazo, hasta diría que su primitivismo en ocasiones es el mejor vehículo para la historia que quiere contar.
Las cien noches de Hero demuestra que el éxito de Isabel Greenberg en su debut no era casualidad, y que, a pesar de su juventud (tiene 25 años), estamos ante una de las autoras de cómic más importantes del mercado internacional. Fácilmente esta novela gráfica se va a convertir en una de las mejores de este año que va terminando.