lunes, 3 de julio de 2023

Eduardo Sacheri multiplica el éxito de sus libros en el cine

 

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 ESCRITOR, DOCENTE Y AVENTURERO

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Eduardo Sacheri multiplica el éxito de sus libros en el cine

Con La odisea de los giles ya son cuatro títulos suyos que Campanella, Taratuto y Borensztein eligieron filmar. Alta taquilla, un Oscar y fama.

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Realidad inesperada. “Jamás soñé con ir a Hollywood; mi sueño era eventualmente una beca del Conicet”, dice Sacheri. | juan ferrari

En 2009 la película más vista en Argentina fue El secreto de sus ojos con más de dos millones de espectadores. Más tarde ganaría el premio a Mejor Película en idioma extranjero en los Oscar y quedaría en la historia del cine internacional. Cuatro años después Metegol también pasó los dos millones de espectadores y fue la cuarta película más vista en el país. En 2015 se estrenó Papeles en el viento que fue la quinta película nacional más vista de ese año.

Y en lo que va del 2019 La odisea de los giles, todavía en cartelera, ya es la película argentina más vista del año con más de un millón de espectadores.

Las cifras son contundentes aunque leídas de corrido estos filmes no parecen tener conexión entre sí. Los directores fueron distintos –salvo dos ellas que fueron dirigidas por el mismo realizador–, los actores también (salvo Darín que se repite en dos), y hasta una fue animada. Sin embargo, sí hay un lazo y es que todas esas historias surgieron de la imaginación del mismo hombre: Eduardo Sacheri.  “El cine es multitudinario en cuanto a la gente que está involucrada mientras que el laburo de los libros es mucho más solitario. Creo que ese es el mayor aprendizaje que uno tiene que hacer y ahora podría decir que estoy más acostumbrado a esta multiplicidad de voces involucradas”, cuenta el escritor a PERFIL y explica que va a cada rodaje de los filmes que se basan en una obra suya.

La odisea de filmar "made in Argentina" y triunfar

—¿Cómo viviste el estreno de “La odisea de los giles”?

—Lo que tiene una película basada en un libro tuyo es que te genera una ansiedad particular en el sentido de que los libros tienen otro tiempo para madurar y prosperar. Las películas se mueven con la urgencia de unos pocos días donde se decide su suerte en tanto éxito o no. Un libro a lo mejor lo podés publicar, arrancar despacio, permanecer en las librerías y puede ir lentamente madurando en el gusto de los lectores. El cine no: necesita debutar y ganar.

—Y aparte hay mucha gente involucrada...

—En un libro la editorial obviamente hace una inversión pero cada editorial publica un montón de libros cada mes. No es que son cientos de personas que trabajaron un montón de horas en un solo proyecto. Productores que metieron un montón de plata, técnicos que estuvieron meses trabajando, Sebastián Borensztein, en este caso, que estuvo tres años laburando, Ricardo y el Chino Darín como productores otro tanto. Ahí uno ve que son un montón de destinos los que parecen decidirse en muy pocos días y que a la película le vaya bien es un alivio.

—¿Te ponés nervioso con ellos?

—Sí, seguro. Además nos tocó estrenar en un momento especial. Nosotros sabíamos que estrenábamos después de las PASO pero lo que nadie sabía era que iban a ser días tan turbulentos. Entonces la verdad que fueron días de mucha tensión y por suerte la película anduvo muy bien.    

—¿Te imaginabas que ibas a formar parte de la industria del cine nacional?

—No me imaginaba siendo parte de la industria editorial, menos de la del cine (risas). Me encanta que suceda y no me es indiferente porque me resulta super estimulante y a mis libros les hace bien. La masividad del cine le viene genial a los libros en el sentido de que mucha más gente tiene la posibilidad de conocerlos un par de años después de haberlos publicado.

—¿Te gusta ir a los rodajes?

—Soy muy de ir pero dejo claro que no voy a molestar. Me gusta estar en un rincón, con auriculares, y en los frecuentes tiempos muertos del rodaje si podemos charlamos un poco. Si veo algo que se me ocurre sugerir en ese momento lo hago pero siempre entendiendo cuál es mi lugar.Es un equilibrio complicado y ojalá haya estado a la altura. Habría que ver cómo ellos (los Darín y Boresztein) lo vieron igual, porque capaz para mí estuve bien y ellos te dicen que soy un molesto (risas).

—Cuando escribís un nuevo libro, ¿te pasa de pensarlo en el cine?

—Para nada. Ahora en octubre sale una novela mía nueva que se llama Lo mucho que te amé. Es una historia de amor ambientada en la Argentina de los años ‘60. Si vos me preguntás si la veo como película la verdad es que no. Ahora, viene un director o directora dentro de ocho meses porque la leyó y le gustaría hacer una película y lo charlamos. Lo que necesito es que sea alguien del mundo del cine el que piense y tenga la idea en la cabeza.

—¿Tampoco le ponés cara de actores a los personajes?

—Nunca. Recién cuando estamos escribiendo el guion y el director me dice tal personaje lo va a hacer fulano le pongo la cara en el guion. Por ejemplo en La odisea... yo sabía qué tres personajes hacían Ricardo, el Chino y (Luis) Brandoni. Los demás todavía no tenían designado a su actriz o actor, entonces era una mezcla de rostros famosos con rostros anónimos.

—¿Hay algo que destaques de tus experiencias en rodajes?

—Lo que yo siempre destaco es que me ha tocado laburar con buena gente en cada uno de esos proyectos. En El secreto de sus ojos y en Metegol con (Juan) Campanella, en Papeles en el viento con (Juan) Taratuto y en La odisea con (Sebastián) Borensztein. Todos son distintos entre sí pero son buena gente. Eso te da como un paracaídas y ningún problema es demasiado grande.

—¿Qué te generan los grandes eventos de lanzamiento a los que vas con ellos y los actores?

—Me los tomo como algo divertido. Igualmente no dejo de estar en la periferia del asunto. Es como un mundo raro en el que no pensé nunca que iba a estar. No es que no tuviera mis sueños profesionales pero realmente iban por otro carril. Mi sueño era una beca del Conicet eventualmente. En un momento esos sueños quedaron de costado y empezaron estas otras situaciones que la verdad nunca soñé. Aparte la primera película en la que me involucro gana el Oscar. Es raro. Jamás soñé con ir a Hollywood. Lo que no significa que no lo disfrute, pero la reacción es más la sonrisa incrédula que la materialización de un sueño.

—¿Sos de ver películas e ir al cine?

— Mucho. No soy un experto ni mucho menos pero así como soy un voraz lector también soy un voraz mirador de películas y en el cine. A mí me gusta ir al cine desde que soy chico. Me fascina que se apague la luz y que te envuelva el sonido. Por eso me rompe mucho la gente que está con los celulares en el cine o el ruido cuando comen el pochoclo. Para mií el cine es una fiesta sensorial. Eso me pasó toda la vida y me sigue pasando. Durante muchos años daba un montón de horas de clase por semana pero tenía unas horas libres los lunes a la tarde. Entonces me iba solo al cine de Haedo a ver lo que estuviera en cartel. Fueron años así y siempre fue un placer.

—¿Ves algo en especial?

—No soy muy original. Veo las de Woody Allen, las de Tarantino, etc.

—Vi que haces trekking con tu hijo. ¿Te ayuda a desconectar?

—Mis hijos ya son grandes. El varón tiene 23 y la mujer 19. Están en la facultad y tienen sus vidas pero siempre fuimos de caminar mucho, subir cerros y esas actividades en las vacaciones. Siempre fui de esos padres que estimulan la aventura por así decirlo.

—¿Hay alguna aventura pensada a futuro?

—Con mi hijo estamos con ganas de subir al Lanín, entonces empezamos a realizar unas cuantas salidas previas como para ir midiéndonos y ver si las resolvemos bien. Son parates lindos porque durante tres o cuatro días suspendés tus otras cosas y te dedicás a charlar y a perder el tiempo. Para mí los vínculos de familia son lo más importante en la vida. Los de amistad también pero sobre todo los familiares, entonces les dedico mucho tiempo. Por ejemplo los fines de semana no escribo nunca. Ahora no hace falta porque  mis dos hijos ya tienen sus vidas, pero durante muchos años yo el fin de semana lo dedicaba solo a ser padre.

“Los lunes soy ‘el pelado de Historia’”

A medida que su trabajo como escritor creció el de docente fue teniendo menos espacio pero Sacheri nunca dejó de dar clases. “Es parte de mi vida. Cuando salí del secundario estudié el profesorado, después la licenciatura y mi plan era dar clases en la universidad y en escuela secundaria. A pesar de todo sigo siendo profesor de historia”, explicó a Eduardo Sacheri a PERFIL.

—¿Con los alumnos cómo es la relación?

—Es verdad que desde hace unos cuantos años no soy anónimo. A lo mejor pasa que cuando entro el primer día, pongo el nombre en el pizarrón e Historia alguno debe decir: ‘Ya sabemos quién sos’. Pero para mí es importante ese gesto porque dice lo que vamos a hacer ahí. A lo mejor en la semana me van a ver en la tele, en el diario o me van a leer a lo largo del año en Literatura pero a mi me gusta preservar ese espacio de los lunes a la mañana donde soy “El de historia”. Me da la sensación que los chicos suele entender rápidamente ese código y muy rápidamente me convierto en el pelado de historia que es lo que tiene que pasar.

—¿Hablás con ellos de tus libros?

—Sí pero no se puede hablar de mis libros antes de las pruebas de Literatura que involucran a esos libros. Porque pretenden no leer y que yo les cuente el libro...¡Eso está prohibido! (risas).

https://www.perfil.com/noticias/protagonistas/eduardo-sacheri-multiplica-el-exito-de-sus-libros-en-el-cine.phtml

La Fragilidad de los Cuerpos | Trailer | Pol-ka

TUYA

Claudia Piñeiro al cine: Pesadillas de la clase alta

 


Claudia Piñeiro
Claudia Piñeiro

Como la historia de Claudia Piñeiro hay muchas, pero pocas con resultados tan exitosos y contundentes. Personas que le dedican años a una profesión «X», pero con un «bichito» que no deja de picarles en el subconsciente, algo que les dice que su camino es otro.

Piñeiro se recibió de contadora en 1983 y se dedicó a eso largo y tendido por más de una década. También ocupó cargos gerenciales en importantes empresas. Ejerció con éxito su profesión, lo que la llevó a conocer de primera mano ese mundo hermético de la clase alta, cuyas miserias y secretos la llevó a vender miles de copias de sus novelas más de una década después.

Obviamente el éxito no nació de adentro de un repollo. Los primeros años se dedicó a la literatura infantil, género que cuenta con un prestigio que sorprendería a cualquier distraído. Algunos de los más destacados autores argentinos, como Pablo de Santis, Griselda Gambaro, Marcelo Birmajer y hasta la super-mega best seller de novelas históricas y románticas Florencia Bonelli se probó en las historias juveniles.

Luego pasó a su primera novela para adultos, «Tuya», publicada en 2005. Ese mismo año presenta su novela «Las Viudas de los Jueves» al concurso de Novelas del diario Clarín. Por si está leyendo esto y vivió diez años adentro de un taper, le contamos que lo ganó. Pero muchas novelas de ese concurso han ganado pero pasado sin pena ni gloria al momento de publicarse. No fue este el caso.

«Las Viudas de los Jueves» se convirtió en uno de los mayores best sellers argentinos de la primera década del siglo XXI. Era EL libro que se veía en las manos de hombres y mujeres por igual en las oficinas, en los bares, en las playas del verano siguiente.

Los countries, que habían aparecido en la década del noventa, habían tomado singular importancia en la primera mitad del 2000 como «islas» para que la clase alta pudiera protegerse de la y, parafraseando a Sartre, del peligro de «los otros» (¿nosotros?). Ese era el escenario principal de esta historia que, con formato de «thriller» que bebía de Agatha Christie, demostraba que no hay lugar seguro sobre la Tierra y que, en verdad, lo que es una «sensación» es la seguridad misma, y no su contra-parte.

Tras ese éxito, Piñeiro no dejó de escribir y largó la contaduría, las gerencias y la mar en coche para dedicarse de pleno a la literatura. Al año siguiente publicó «Elena Sabe», en la que se alejaba de las clases pudientes. Regresó a ellas en los thrillers «Betibú» y «Las Grietas de Jara», entre otras.

Todas fueron, en menor o mayor medida, éxitos de venta. El cine argentino hizo algo que no suele verse: tomó nota del suceso y empezó a hacer las cuentas y las tareas para emprender las adaptaciones.

EN EL CINE

Obviamente que hay decenas (mínimo) de novelas y libros nacionales que fueron llevados a la gran pantalla. Pero por lo general, las mismas correspondían a gustos del director que pasaba años tratando de adaptar esa obra que le fascinó a él/ella. Pero lo que muy pocas veces se había hecho, era encararlo desde un punto de vista comercial («esa novela es excelente y vendió como pan caliente. Si jugamos bien las fichas, ¡debería ser un éxito en la taquilla!», en las posibles palabras de un productor). Digamos, una adaptación de un libro al estilo Hollywood (quienes ya se van de mambo, realizando versiones fílmicas hasta de la guía telefónica si descubren que vendió bien, pero eso es otra historia).

La primera en ser llevada a la gran pantalla fue, obviamente, «Las Viudas de los Jueves». Tras «El Método» (2006), el primer bajo rendimiento de su carrera como director, Marcelo Piñeyro (se escriben distinto así que no piense que es un primo o algo así de la escritora) decide que «Las Viudas…» es la oportunidad ideal para volver a saborear las mieles del éxito masivo.

Coproducida con España (uno de los más experimentados productores del país ibérico, Gerardo Herrero, fue el principal productor de la película, junto a Vanesa Ragone y Axel Kuschevatzky, entre otros) y a un costo superior a los 2 millones de dólares, «Las Viudas de los Jueves» se perfilaba como EL estreno del 2009, junto con otra adaptación literaria que tuvo un éxito aceptable («El Secreto de sus Ojos», quizás la hayan oído nombrar…).

El elenco estaba encabezado por Ana Celentano, Gloria Carrá, Gabriela Toscano y Juana Viale como las «Viudas» del título, y con Pablo Echarri, Leonardo Sbaraglia, Juan Diego Botto y Ernesto Alterio como sus partenaires masculinos.

La historia se enmarcaba en la cerrada comunidad de «Altos de la Cascada», un barrio privado donde conviven familias de clase alta. El lugar, apacible en apariencia, se conmueve con el hallazgo de tres cadáveres que aparecen flotando en una piscina. Aunque todos se apresuran a encuadrar la situación como accidente, hay mucho más de lo que la mirada inicial permite entrever.

Las Viudas de los Jueves
Las Viudas de los Jueves

«Las Viudas de los Jueves» llegó a los cines argentinos el 10 de septiembre del 2009 y arrasó en su primera semana con 163.736 espectadores. No le alcanzó para el primer puesto ya que «El secreto de sus ojos» seguía haciendo estragos en la taquilla pero sí para tener un excelente rendimiento semana a semana.
Al final de su recorrido comercial quedó como la segunda película argentina más vista del 2009, con 538.881 espectadores.

El próximo proyecto de adaptación fue «Tuya», filme con el que Alejandro Doria volvería a la silla de director tras la exitosa «Las Manos» (2006). Pero ese mismo año (2009), el realizador falleció de una neumonía crónica dejando el proyecto en pausa de forma indefinida hasta que finalmente se cayó.
En 2011, Piñeiro publicó un regreso al suspenso puro y duro con «Betibú». Sin llegar a los niveles de ventas de «Las Viudas…», este nuevo policial sin policías (pero con periodistas investigando una misteriosa muerte en un country) fue un nuevo best seller.

Buena parte del equipo de producción de «Las Viudas…» puso manos a la obra y una nueva co-producción con España se gestó para llevar a «Betibú» a la pantalla grande. Esta vez, el encargado de sentarse a la silla del directo fue Miguel Cohan, que había sorprendido en 2010 con el sólido policial dramático «Sin Retorno», que había vendido 130.000 localidades en su recorrido comercial.

«Betibú» estuvo protagonizada por Mercedes Morán, Daniel Fanego, Alberto Amann (de nacionalidad argentina pero que desarrollo casi toda su carrera en España) y José Coronado (uno de los actores más taquilleros de esos años en la Madre Patria) en un papel de reparto.

Betibú
Betibú

Con una amplia campaña publicitaria detrás, «Betibú» llegó a los cines argentinos el 03 de abril de 2014. Estrenada en unas noventa pantallas, terminó su primera semana con 89.455 localidades vendidas. La película tuvo un muy buen boca en boca, y el fin de semana de Pascua quince días después de su estreno con lo que pudo disfrutar de un buen rendimiento en la taquilla. Cortó 60.000 tickets en su segunda semana, y 52.000 en la tercera.

Al final de su recorrido comercial, «Betibú» había vendido un total de 274.474 localidades.

Mientras se estrenaba «Betibú», el director Edgardo González Amer, que había realizado la comedia dramática «Familia para Armar», resucitó el proyecto de «Tuya».

Pese a no contar con ningún multimedio ni apoyo extranjero, a Piñeiro le gustó el enfoque de Amer y le entregó los derechos para la adaptación.

Con los protagónicos de Andrea Pietra, Jorge Marrale y Juana Viale, «Tuya» cuenta la historia de Inés, una ama de casa que lleva una vida apacible y rutinaria hasta que encuentra unas cartas dirigidas a su marido y firmadas con un «Tuya». Para llegar a la identidad de «Tuya», Inés llevará a cabo una pesquisa propia de un detective privado, y las muertes y las sospechas de que hay algo turbio debajo de la idílica apariencia de su vida no tardarán en aparecer.

Tuya
Tuya

«Tuya» fue la primera de las tres adaptaciones que no contó con promoción televisiva o una campaña multi-presente. Pero sí pudo aprovechar el fin de semana de Pascua al estrenarse el pasado 2 de abril. Con algo más de sesenta copias, terminó su primera semana con 30.398 personas, y su segunda semana con 10.348. En quince días la habían visto 40.746 espectadores,

A nivel editorial, Piñeiro es una de las autoras más prolíficas de la última década, con ocho libros publicados desde el 2004, y un noveno en camino. En cuanto a proyectos cinematográficos, desde hace un par de años la realizadora Julia Solomonoff (directora de «Hermanas» -2005- y «El último verano de la Boyita» -2009- ) lleva tratando de adaptar «Las Grietas de Jara», la última historia enteramente de suspenso de la escritora.

Veremos Si.

https://web.ultracine.com/claudia-pineiro-al-cine-pesadillas-de-la-clase-alta/

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Feinmann y el cine

 espectaculos

LUNES, 20 DE JUNIO DE 2011

Feinmann y el cine

El libro Siempre nos quedará París parte de una idea: “Hay películas que valen por diez libros de filosofía. Incluso imágenes. A veces, una sola imagen”. El autor de la frase, José Pablo Feinmann, es, también, el autor del libro que acaba de ser publicado por el sello Capital Intelectual. El trabajo del autor de La sombra de Heidegger excede las inquietudes que animaron otros de sus libros sobre cine, como Pasiones de celuloide y El cine por asalto. En este caso, Feinmann propone una mirada reflexiva sobre las películas que considera paradigmáticas, de acuerdo con una serie de ítem que ordenan y clasifican los textos: “De Saigón a Bagdad”, “El sexo en el cine”, “Woody Allen con final feliz”, “Los yuppies al poder”, “La caída de los dioses”, “Todos los mafiosos van a Hollywood” y “La vida que arde”, entre muchos otros”. En todos ellos (donde se analizan las películas más diversas, desde Crímenes y pecados hasta Lo que el viento se llevó, pasando por Día de la independencia y Apocalypse Now), Feinmann reflexiona sobre la condición humana, desde los vínculos que establece el cine con la guerra, el humor, el sexo, el capitalismo salvaje y/o la religión. Como describe el propio escritor y filósofo, Siempre nos quedará París (que es, por otra parte, la frase que le dedica Humphrey Bogart a Ingrid Bergman en el final de Casablanca) es “un libro sobre el amor al cine. A partir de ese amor vendrá lo demás, pero sin él nada habría sido posible. ”


https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-22054-2011-06-20.html

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