jueves, 9 de julio de 2009

30 | LECTURAS | 26 de julio de 2000

Entrevista con Beatriz Ferro


Beatriz Ferro.
Foto de Tamara Pinco

Durante los meses de febrero y junio de 2000, el periódico Página/12 de Buenos Aires (Argentina) acompañó su edición de los sábados con libros de la colección Historias fantásticas de América y el mundo, escritos por Beatriz Ferro. La periodista Ángela Pradelli entrevistó a la autora para el suplemento Las/12 del diario mencionado. En esta entrevista, Beatriz Ferro defiende la vigencia de las leyendas como lecciones íntimas de la Antigüedad, un espejo de un mundo que se fue, sencillo, cordial y creyente mientras compara los antiguos héroes con los de nuestros días. Agradecemos a Ángela Pradelli y a Sandra Russo, directora de Las/12, por autorizar la reproducción de la entrevista en esta edición de Imaginaria.


Vitalidad de la fábula

por Ángela Pradelli

Beatriz Ferro es una mujer de la que se pueden decir muchas cosas. Que ha sido responsable de varias colecciones de libros que hicieron historia en este país. Por ejemplo Cuentos de Polidoro (1967) para la que también escribe adaptaciones y traducciones, Te cuento, Zoomundo y Salvemos la tierra (1986-1989), que editó Hyspamérica, y Cazacosas, publicada por la editoiral Estrada (1994). Que su obra fue ilustrada por los mejores dibujantes de la Argentina como Nine, Hermenegildo Sábat, Oski o Enrique Breccia. Y que sus textos cruzaron la frontera con éxito e imágenes de Oscar Grillo en Inglaterra, Michele Sambin en Italia, y Hohn Hovell, Susan Todd, Shari Warren y Elena Torres en USA. En España Lumen de Barcelona sacó Ramiro en castellano, y Bernat, en catalán, y en Italia Eme Edizione de Milano difunde Por ejemplo un paraguas (Per esempio un ombrello). Fue directora de Arte y de Redacción de la colección Veo-Veo, Ediciones Hyspamérica, editada también por Página/12.

Pero estra trayectoria de lujo no le impide seguir haciendo las cosas con una pasión poco frecuente ni mantener una costumbre que se va perdiendo en las metrópolis: sostener una conversación verdadera. Esto la convierte en alguien generoso y amable como pocos.

—¿Cuál fue tu intención al escribir una nueva versión de estas leyendas?

Plutarco, que era el biógrafo de los héroes, dice en su libro Vidas Paralelas: "Tratemos de tamizar estas fábulas al menos para que asuman la apariencia de historias". Ese fue mi deseo, reescribirlas para acercarlas hoy a los lectores de acuerdo con la mirada que arroja sobre ellas esta época en particular. Porque las leyendas permanecen allí, como un buen paño para que se lo borde, se lo remiende, recorte o deshilache a gusto, según el uso y la necesidad. Hasta ahora, el paño resiste.

—¿Cómo definirías la leyenda?

Recuerdo la definición de un académico que decía que las viejas leyendas son lecciones íntimas de la Antigüedad, como un espejo de un mundo que se fue, sencillo, cordial y creyente.

—Pero a pesar de ser lecciones de un mundo que se fue las leyendas siguen teniendo vigencia.

Absolutamente sí, sólo que los contenidos y los héroes se refugian ahora en el cine. Y no son ya aquellas lecciones íntimas sino mensajes con altavoces de un mundo poco sencillo, poco cordial pero que, a pesar de su condición incrédula, sigue necesitando entre otras cosas de la fabulación y de lo mágico. Como sea, las antiguas voces siempre existen, serpentean entre los temas de moda y, por una razón u otra se abren camino para seguir entre nosotros.

—¿Los héroes se refugian ahora en el cine porque allí la tecnología colabora con ellos?

Sí, es cierto. Sin embargo, como en las leyendas de tiempos remotos, lo que verdaderamente cuenta no son los medios más o menos sofisticados sino el ansia y la búsqueda de la liberación y la verdad. El héroe sigue un objetivo preciso y a pesar de estar en desventaja ante las fuerzas del mal puede dominarlas porque primero ha vencido dentro de sí el temor.

—¿Quiere decir entonces que el héroe de antes se parece al de ahora?

Claro, es nuestro viejo Teseo enfrentando al Minotauro. O el nuevo, audaz, intergaláctico Skywalker de La guerra de las galaxias oponiéndose al siniestro Dart Vader que, al final se revela como su padre. Por otra parte, si hablamos del nacimiento del héroe, tanto en la literatura como en el cine, encontramos el tipeo de una máquina de escribir dándoles vida. Los héroes del cine, antes de acceder a la imagen, fueron gestados por la palabra escrita, por el libro o el guión que los vio nacer. Tal vez el vínculo entre los héroes de la literatura y los del cine esté a cargo del antiguo lector y el nuevo espectador, ambos dispuestos a dejarse maravillar por los prodigios. Además, los héroes siempre están de regreso. Vuelven personificando a un investigador privado o a un defensor de la ecología o a un viejo sabio, dotado ahora de debilidades humanas y, lo que es mejor, de cierto sentido del humor que sus antecesores no poseían.

—¿Y qué pasa con la mujer en su rol de heroína?

Bueno, creo que la literatura feminista aportó lo suyo para poner las cosas en su sitio. La editorial Delle parte delle bambine De parte de las niñas, en un libro espléndido donde el relato es una historieta, nos cuenta el revés de la leyenda Teseo y el Minotauro, convirtiendo a Ariadna, la que ayuda a Teseo a salir del laberinto, en la verdadera heroína de la historia. De hecho, el libro se llama Ariadna, entrelíneas de una leyenda. Teseo queda sin un hueso sano y ya desenmascarado aparece como un personaje más bien siniestro, duro, especulador, ambicioso y libertino. Ariadna y la condición femenina, por supuesto, exaltadas.

—Las leyendas se mueven siempre en una zona borrosa entre la realidad y el mito.

Sí, aunque los especialistas hacen juego de malabares para saber si fueron o no obra de autor, si tienen raíz popular o literaria, casi siempre suponemos que no son producto de la fantasía de un individuo sino de una neblinosa memoria colectiva, y partimos de la convención de que las personas y los sucesos existieron realmente. Por otra parte, aunque se trate de fabulaciones, los protagonistas y los hechos tuvieron una vívida presencia en la creencia de las gentes y en la tradición de los pueblos, lo cual les otorga casi la condición de reales.

—Para los escritores es difícil señalar un momento de iniciación pero muchos rescatan experiencias que de alguna manera marcan la "entrada" a la literatura.

Sí, yo asistía al taller de una gran dibujante europea que se llamaba Agnes Lamm y que venía de Kunstkewerbe Schule, una escuela muy prestigiosa de Viena. Yo dibujaba todo el tiempo y en realidad, mi primer texto partió de la imagen. Primero dibujé un personaje y después le escribí un cuento. A ella le entusiasmó mucho lo que yo había escrito y me llevó a la editorial Abril. Allí lo encontré a Boris Spivacow en una pequeña oficina y me preguntó si yo escribía poesía. Le contesté que sí y él me dio dos temas pero yo me trabé totalmente y no pude escribir nada.

—¿Boris Spivacow fue un maestro para vos?

Absolutamente. Yo reconozco a tres maestros. A Spivacow como dije, a Oesterheld, que me enseñó a escribir historietas y a Pedro Orgambide que estaba en la redacción de los libros infantiles de Editorial Abril y me ayudó mucho. Personas muy interesantes, muy buenos maestros.

—Usted habla de una relación entre la creación de sus textos y el movimiento.

Sí, porque aunque la gestación en sí nace de un hecho íntimo y privado, creo que mis historias nacen del movimiento, casi siempre están ligadas a la acción: caminar por la calle, hacer un recorrido en auto o en tren, o la presencia del mar movimiento perpetuo. Tengo un libro que aún no está publicado que me fue dictado por el mar.

—¿Y qué lugar ocupa el campo de los sueños en esa etapa de creación?

Un lugar muy importante porque para mí los sueños son un aspecto de la vida cotidiana como tantos otros que reclaman una entidad propia, diferenciarse, ser contados. Mis sueños no son para nada caóticos, pero eso sí, algunos son tan densos como una novela rusa.

—¿Qué está escribiendo ahora?

Ahora que ya están en la calle estas leyendas que aparecen los sábados con Página/12, quiero trabajar sobre un material de literatura no infantil. Tengo muchas cosas escritas y me gustaría que esos textos también empezaran a circular entre los lectores.


Ángela Pradelli (angelapradelli@ciudad.com.ar) es profesora de Letras, escritora y periodista. Ejerció la docencia en los niveles medio y terciario y coordinando talleres literarios para adolescentes y adultos. Ha publicado Las cosas ocultas (Ediciones del Dock) y cuentos y poesías de su autoría figuran en las antologías La otra palabra, antología de cuentistas argentinas (Editorial Biblos); Concurso Nacional de Poesía Miguel Angel Bustos, Roberto Santoro, Francisco Urondo (Ediciones Ultimo Reino); Quince líneas (Ediciones Tusquets) y Nuevos cuentos, nuevos cuentistas (Grupo Editor Latinoamericano). Por su obra literaria ha recibido distinciones en varios premios y concursos nacionales y extranjeros. Como periodista, colabora en el suplemento semanal Las 12, del diario Página/12, y en la revista literaria Lea.

Entrevista extraída, con autorización de su autora y editores, del Suplemento Las/12, del diario Página/12; Buenos Aires, 10 de marzo de 2000.


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