jueves, 9 de julio de 2009

22 | RESEÑAS DE LIBROS | 5 de abril de 2000

Viernes o la vida salvaje

Michel Tournier
Ilustraciones de Juan Ramón Alonso Díaz-Toledo.
Traducción de Mercedes Pastor.
Barcelona, Editorial Noguer, 1981.
Colección Cuatro vientos.

Portada de "Viernes o la vida salvaje"

En su primera novela, Viernes o los limbos del Pacífico, reconstruye Michel Tournier la historia de Robinson Crusoe; poderoso mito sobre el que tantas veces se ha reflexionado en la historia de la literatura.

El afán colonizador y los esquemas de la sociedad británica que el Robinson de Defoe intenta trasladar a la isla desierta donde arriba se le tambalean al Robinson de Tournier. Viernes en este caso ya no es un esclavo, es un compañero, un hermano, un amigo que descubre a Robinson otras perspectivas de la vida salvaje. Hasta tal punto que, llegado su momento, el nuevo Robinson se niega a abandonar la isla y regresar de nuevo a la civilización.

Tournier escribe más tarde una segunda versión juvenil de este novela: Viernes o la vida salvaje. En ella no se omite nada esencial de la anterior, pero sí detalles superfluos que ralentizan y dan pesadez a la primera novela, como el mismo autor reconoció. Hay también una variación sutil de matices; un ejemplo de ello sería la descripción del momento en que Robinson se sumerge en la ciénaga: El motivo principal que lo induce a ello en la novela para adultos es la desesperación; en la segunda novela es fundamentalmente la tristeza.

En la versión juvenil, las ideas —la historia es además una profunda y ambiciosa reflexión sobre la condición del ser humano— dejan de exponerse como tales, se convierten en actitudes.

En esta reconversión del pensamiento en acción, reside —a mi modo de ver— una de las características esenciales de lo que nos empeñamos en clasificar como literatura juvenil. La palabra escrita alcanza en estos casos las más altas cotas de lo parabólico y de lo simbólico. Ese punto mágico que muchos escritores defienden —escriban o no para jóvenes—.

El mismo Tournier define su ideal literario de la siguiente manera: "Tengo unos maestros, y estos maestros se llaman Perrault, La Fontaine, Kipling, Selma Lagerlof, Jack London, Saint-Exupéry y, ¿por qué no?, Victor Hugo. Son autores que no escriben nunca para los niños. Sólo que escriben tan bien que los niños pueden leerlos".

Ayes Tortosa


La presente reseña fue publicada originalmente en el suplemento Artes y Letras del periódico Ideal, de Granada, y se reproduce en Imaginaria por gentileza y autorización de su autora.

Ayes Tortosa es el seudónimo literario de Mariángeles García Tortosa, poeta y escritora nacida en Granada (España). Coordinó talleres de literatura y radio en su ciudad y actualmente realiza colaboraciones en periódicos y revistas especializadas. Ha publicado Versos, canciones y nanas para Nana (1994), Los cuentos de María del Charco (1995), Aires para un minuto lento (1996) y La olla de San Antón y un balcón de estrellas (1998).

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