jueves, 11 de junio de 2015

El falso autoestop comentario de Ángel Capparelli

El falso autostop forma parte de El libro de los amores ridículos. Para ser más exacto es la tercera de las siete narraciones que hacen la totalidad de la obra. Esos cuentos, supongo que son cuentos, aunque no los he leído todos, fueron escritos entre 1959 y 1968, los biógrafos de Kundera dicen que dicen que fue una de sus épocas más felices y en la que escribió alguna de sus creaciones más osadas.

Es difícil analizar un cuento si no tenemos idea concreta y de referencia del marco social en el que se proyectó la realización del mismo. Sabemos por experiencia que los escritores proyectan sus propios fantasmas y espectros que pueden ser internos y devienen de lo psicológico de su personalidad, o externos y que están condicionados por los aspectos sociológicos. Justamente en esa época la sociedad mundial estaba viviendo un cambio profundo: político, social, cultural y sexual…Este último liberaba todo lo  relacionado a las costumbres que habían predominado en forma asfixiante durante las décadas del treinta y cuarenta,  y parte de los cincuenta, y originaba la liberación: pregonando el amor libre y las relaciones sexuales integrales y completas.

Esa revolución sexual, según algunos autores, comienza no en la década del sesenta, sino ya en la del cincuenta, cuando el descubrimiento de la penicilina terminó con la angustia de contraer sífilis. Pero si el comienzo viene de unos años anteriores, digamos que en la década del sesenta se consolidó debido a algunos acontecimientos relevantes: 1960, se legaliza el uso de la píldora anticonceptiva, comienza a predominar la idea que también se puede tener relaciones sexuales como búsqueda de placer y no solamente para procrear. 1965, aparece la revista Cosmopolitan para mujeres en la que comienza a hablarse libremente de relaciones pre-matrimoniales. 1967, se vive en San Francisco el verano de amor, en el que 10000 hippies consolidan la libertad sexual…Podemos seguir con otros hechos trascendentes, incluso apenas comenzado los setenta se eliminó a la homosexualidad del listado de enfermedades… pero todos estos acontecimientos sirvieron para terminar con la represión, y el asfixio de costumbres morales pacatas, que habían durado mucho tiempo y solo sirvió para que el estallido liberador fuera fuerte, incontenible e imparable…

En ese marco Milan escribe El libro de los amores ridículos. Todos los cambios mencionados fueron siendo aceptados por las parejas en forma paulatina y con gran esfuerzo. Durante mucho tiempo la sociedad había agitado el emblema del himen intacto  como signo de rectitud, moralidad,  castidad, y  pureza. Ese cambio fue duro, como dice el tango: la lucha fue cruel y mucha…
Hasta ese momento se había discriminado a la mujer en tres estamentos distintos: las rameras que cobraban para tener relación, las más liberadas a la que se las definía como ligeritas de casco, o que le gustaba… era muy difícil que una chiquita de su casa integrara ese círculo… y luego las castas y puras a las que las madres, tías y abuelas aleccionaban que podían llegar con el noviecito hasta cierto punto pero nada de entregarse en forma completa… eso, solo bajo los sagrados vínculos matrimoniales.

Aquellas eran épocas complejas, fuera del matrimonio: la mujer quería pero no podía hacerlo…El hombre insistía y luchaba para conseguir la totalidad de la entrega, pero luego si sucedía se sentía mal porque ella en definitiva había cedido. En fin… Si la mujer no lo hacía él tenía que arreglarse por afuera, lo que muchas veces originaba que los dos estuvieran inquietos e insatisfechos. O sea, que lo que la sociedad esgrimía como moralidad, realmente resultaba bastante inmoral porque amputaba una parte fundamental del amor que era y es el sexo.

Kundera capta en forma excepcional aquellos momentos, la pareja es víctima de las circunstancias imperantes, cargan con todas las ambigüedades, inseguridades,  y deseos reprimidos no satisfechos… 
El jueguito intrascendente sobre la identidad donde los personajes ficticios arrasan a los verdaderos llega a un punto en lo que parecería que no existe retorno. Y ahí está todo, las culpas, los miedos, los prejuicios, lo que durante mucho tiempo le han metido en la cabecita a la gente... 

Cuento de excelencia por estar admirablemente manejada la parte psicológica de los personajes, además importante también en el aspecto sociológico, ya que queda como evidencia un cambio trascendente en la sociedad.

Saludos
Ángel Capparelli

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