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sábado, 31 de enero de 2009
Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia
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Es la primera Marcha Mundial que recorrerá todo el planeta pidiendo el fin de las guerras, las armas nucleares y la eliminación de todo tipo de violencia.
Una acción dirigida a:
· Lograr la desaparición de las armas nucleares; la reducción progresiva y proporcional del armamento; la firma de tratados de no agresión entre países; la renuncia de los gobiernos a utilizar la guerras como medio para resolver conflictos.
· Rescatar lo mejor de las diversas culturas y pueblos de la Tierra.
· Confluir las voluntades de toda la sociedad civil para eliminar definitivamente la lacra social de las guerras.
· Generar una conciencia social mundial en contra de toda forma de violencia (física, psicológica, racial, religiosa, económica, sexual) tan establecida y aceptada por la sociedad.
· Una conciencia global que actúe como repulsa general hacia la violencia.
Organizada por: Mundo sin Guerras
Coordinación internacional: Rafael de la Rubia. Correo: rafael@marchamundial.org Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla
Más información: www.marchamundial.org
"La feria de las vanidades"
La popular novela de William Makepeace Thackeray tiene su versión televisiva
viernes 23 de enero, 12:01 AM
Buenos Aires, 23 de enero (Reporter). Basada en la deslumbrante sátira de la sociedad inglesa del siglo XIX descripta por William Makepeace Thackeray, "La feria de las vanidades" se podrá ver en una versión televisiva a través de una miniserie de Europa Europa.
Desde el lunes 26 al sábado 31 de enero las 22, Europa Europa emitirá la miniserie "La feria de las vanidades", una historia sobre "una sociedad en la que se come y se bebe en exceso, donde se ama y se abandona, se ríe y se llora, donde se baila, se fuma, se pelea, se engaña y se curiosea", según dijo en el momento de su creación su propio autor.
La serie presenta la historia de Rebecca Sharp, hija de un alcohólico maestro pintor y una cantante de ópera, decidida a alcanzar las clases más altas de la sociedad inglesa del siglo XIX.
Por otro lado está Becky Sharp, la institutriz, la tentadora, la trepadora social, uno de los personajes más relevantes de la ficción británica de la época. Hasta dónde llegará para asegurarse un marido rico y noble y cuántos corazones romperá y abandonará a lo largo del camino son interrogantes que tendrán su respuesta a través de las emisiones de la serie.
"La feria de las vanidades" es una producción de la BBC de Londres, con dirección de Marc Munden y guión del experimentado Andrew Davies (El Diario de Bridget Jones, Grace, Dr. Zhivago, Othello, Boudica).
Con las actuaciones de Natasha Little, Nathaniel Parker, Frances Grey, Philip Glenister, Tom Woodward y Miriam Margolyes, esta nueva propuesta de Europa Europa estará en pantalla desde el lunes 26 al sábado 31 de enero a las 22. (Reporter)
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viernes, 30 de enero de 2009
"La teta asustada" Dirección: Claudia Llosa
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La teta asustada viene lanzando de a poquitos, justo antes de su participación -primera de una producción peruana- en la Berlinale, algunos datos, detalles y material gráfico. Para empezar el afiche oficial donde podemos ver a una desnuda (y cambiada) Magaly Solier representando a Fausta, la protagonista, rodeada de nuestro muy nacional tubérculo: la papa.
¿Qué tiene que ver con la historia el fruto de nuestro ande? Su directora, Claudia Llosa, lo aclara a través de la sinopsis oficial que incluye algunos datos reveladores, curiosos y polémicos (escoja usted el adjetivo):
Fausta tiene LA TETA ASUSTADA una enfermedad que se trasmite por la leche materna de las mujeres que fueron violadas o maltratadas durante la guerra del terrorismo en el Perú.
La guerra acabó, pero Fausta vive para recordarla porque “la enfermedad del miedo” le ha robado el alma.
Ahora la súbita muerte de su madre la obligará a enfrentarse a sus miedos y al secreto que oculta en su interior: ella se ha introducido una patata en la vagina, como escudo, ya que sólo el asco detiene a los asquerosos.
LA TETA ASUSTADA cuenta la búsqueda de un florecer.
Un viaje del miedo a la libertad.
Si ya eres fan, sin haberla visto, o te llama la atención todo lo que está producción puede representar, sería bueno que te unas a su grupo de Facebook.
Un dato más el estreno mundial es el 13 de febrero. Esperemos por las noticias desde Berlín.
Paloma de Papel
Dir: Fabrizio Aguilar | 88 min. | Perú
Intérpretes:
Antonio Callirgos (Juan), Anaís Padilla (Rosita), Angel Josue Rojas Huaranga (Pacho), Tatiana Astengo (Carmen), Aristóteles Picho (Fermín), Liliana Trujillo (Domitila), Eduardo Cesti (El Viejo), Melania Urbina (Yeni), Sergio Galliani (Wilmer), Gilberto Torres (El alcalde), Gustavo Cerrón (Benigno), Pold Gastello (Zambrano)
El tema de la sangrienta lucha interna que vivió el Perú es tratado en este debut del actor Fabrizio Aguilar. A diferencia de La boca del lobo (la película más lograda en torno al tema) aquí se presenta el conflicto desde la perspectiva de los pobladores, testigos y rápidamente partícipes de las acciones. La compleja circunstancia del papel que cumplieron en los hechos ha sido retratado por el cine peruano, tanto en documentales y en el campo de la ficción (con cintas como Ni con dios ni con el diablo o La vida es una sola). Dentro de ellas se encuentra Paloma de papel que tiene a su favor una mayor distancia para poder reflexionar sobre el fenómeno. La opción de la cinta es crear un pequeño drama que tiene como centro la mirada de un niño, que ajeno a las maldades e intereses se verá envuelto en una guerra no declarada. La mirada dentro del género es la solución que encuentra el director para transmitir la tragedia del Perú de los más feroces años del terrorismo.
La mirada infantil ante la dureza y crueldad del mundo en el que viven siempre ha sido la perspectiva más inquietante. Ellos entran en conocimiento del orden establecido solo para darse cuenta antes que otros que tal orden no existe como se idealiza. El director Fabrizio Aguilar muestra el interés por una narración clara en el completo sentido de la palabra (mucho de su trabajo con Francisco Lombardi debe haber influido). Así que con una preocupación a todo nivel arma su historia que se ensambla como un largo regreso al pasado. Ahí vemos al pequeño Juan un niño alegre y juguetón (a pesar de su hogar en conflicto) que con sus pequeños amigos será testigo del ingreso abrupto del temor y la violencia a su pequeño pueblo. Son los más encarnizados años de la escalada senderista de la cual tanto habrán oído hablar. Acaso una lejana historia sobre la muerte de un padre o la misma carta de presentación en la figura del alcalde ajusticiado. Mirada primaria puesta en contacto indisoluble con la malsana destrucción de la armonía.
Tras el aviso de llegada la vida del pequeño Juan cambiará por completo. Colocado sin quererlo como parte de la lucha armada como tantos otros moldeables compañeros a los cuales seguirá y de los cuales aprenderá las doctrinas de la igualdad social (a su manera). El sorprendido nuevo adoctrinado hasta respirará el respeto y el código cívico de su nueva escuela, pero sin olvidar su ansia por la libertad. La moral y el orden de grupo enfrentados al deseo inherente del control de una persona sobre sí mismo. La película se define a sí misma como una de aprendizaje, de transito (de manera brutal) al crecimiento. Antonio Callirgos en este caso es una revelación y acaso lo mejor de la cinta, su constante sorpresa y tristeza infantil son la expresión misma del dolor por la pérdida no sólo de los seres queridos y la libertad sino de algo más allá en el horizonte vital.
Aquí vemos la interrupción de su autentica línea de crecimiento (como la del país). Lamento por la barbarie cometida que lloran a partes iguales víctimas y victimarios (la secuencia culminante en la plaza). Con todo, lo discreto de la cinta (tanto en el acabado formal como en su intención de melodrama total) tendría que prestarle más atención a esta vertiente e intereses establecidos por Aguilar que no es otra que el acercamiento de circunstancias excepcionales a partir del oficio de narrar una pequeña historia. Una de tantas que hemos escuchado lejanamente o visto y que configuran apenas la dimensión completa de la barbarie. Barbarie que hasta ahora sigue causando llanto en los recuerdos o las vivencias de los que recién llegan, como el pequeño Juan. Heridas o cicatrices que forman parte perenne del Perú como las más antiguas tradiciones y símbolos patrios. Hechos para no olvidar.
Jorge Esponda
Manu Chao - La Valse A Sale Temps
es el vals de l'epoca asquerosa
que te deja que te agarra
es la vida, es la vida actual
es la historia de un pobre hombre
en su pobre casa
tirandose a su pobre mujer de bien pobre forma
sobre su pobre cama con su pobre herramienta le hizo un pobre hijo que vivio pobremente
es la historia de una chica enamorada de un chico ella se llamaba cerise el se llamaba gaston (alusion a 1propaganda de grupama)
es la vida, es la vida de hoy
k dice no, k dice si
| | MEMORIAS DE ANTONIA
Esta película no está disponible para la venta. Si se reeditara en cualquier formato, usted podrá enterarse suscribiéndose a Videomanía News desde Suscripciones Gratis >> Comentario: La película es un cuento que tiene mucho que ver con los ciclos de amor, nacimiento y muerte que son parte esencial de la condición humana, todo entremezclado con diversos sentimientos como el amor y el desamor. La película es una agradable celebración a la vida y a la familia, la comunidad, los placeres simples y las pasiones duraderas. A través de cuatro generaciones diferentes, cuatro mujeres distintas, singulares y cada una con su faceta interesante viven historias diversas. Antonia regresa a casa con su hija, para criarla y acompañar a su madre en el momento en que emprenda el último viaje. Antonia recupera viejos amigos, y con ellos vive en plenitud: ríe, llora, se enfurece, se enamora. Comprende que después de tantos años ha encontrado el sentido de su existencia. El pasado y el futuro se unen con un lazo poderoso, que abarca cinco generaciones de una familia parecida a muchas....y diferente a todas. Este es sin duda uno de los grandes films de la década, con toda la magia y la luminosidad de la poesía. |
Cantidad de Páginas: 204
Peso estimado: 200 gramos.
martes, 27 de enero de 2009
Mujeres a solas
Cuando en una casa se rompe la lamparita, suceso que suele ocurrir a menudo, una, además de pensar que él, (de cualquier él, que vayamos a hablar: marido hasta que la muerte lo separe, actual, ex, ocasional o cualquier variante, vecino o amigo con y sin derecho a roce, etc.) va pensar seguramente, esbozando una sonrisita: “ahora te quiero ver bailar” si acaso se enterara de la situación o si fuera adivino y la situación ocurriese cuando “él” no estuviese presente.
Entonces, una, además de lamentar la malicia de la lamparita que se rompió, va a tener en cuenta que generalmente lo hace en el momento menos oportuno. Por ejemplo, una se va a maquillar al toilette y zas, ocurre, se extingue la luz. O una va a depilarse y está en medio de la faena y zas, también puede ocurrir.
O una viene muy “cargada” del trabajo, los chicos, el marido, la madre, la suegra, la gata, el perro y el loro y sácate hace estallar la bombita por exceso de energía propia y ajena. En esos momentos, en que la creatividad alcanza y sobra para la cantidad de improperios que una se permite esbozar, de paso alcanza para sopesar meditar: cuán necesario es un hombre en la vida de una mujer.
Antes que esto ocurra con insistencia, nuevamente, y antes de solicitarles ayuda, abro el paragua antes de que llueva. Se ve a la legua que, los departamentos y todo lo que hay en él, está, la mayoría de las veces, en función de hombres y encima altos.
Cuando una es mujer, sola, madre sin niñera y encima petisa, ahí te quiero ver mascarita. Por empezar no hay escalera suficientemente alta, porque el ex cromagñón de la casa, en el caso de que lo hayamos constituido en ex, con unos pocos escaloncitos, le alcanzaba y sobraba.
Entonces para que, en su debido momento, íbamos, según él, a tener necesidad de comprar una escalera como la gente, si la única miniatura de la casa era yo y ninguna otra. Pero cuando la miniatura en cuestión quedó sola, quedó a solas con la escalera para Watusis, no para enanos.
A nosotras no nos alcanza ni siquiera para llegar al cuarto de altura que debemos alcanzar. Y si nos podemos a medir el último peldaño de la escalera, más nuestra altura, más la distancia a la que está enrollado el porta lámparas o en su defecto, la tulipa o la mar en coche, donde debería ir la lamparita propiamente dicha, menos.
Prueba irrefutable de dicha situación son las ganas de gritar: o “Houston: I have a problem”, como los astronautas, a la base en la Nasa, o: “se necesita un hombre a la derecha, por favor”. Y encima, si justo al benemérito instrumento que nos ilumina se le da por romperse antes de ir a trabajar, decimos: ¡santas luciérnagas! que venga la amiga de Harry Potter a alumbrar un poco, por lo menos hasta que me maquille.
Entonces nos rompemos la cabeza, previamente a rompernos un hueso, para arreglar el asunto a solas. Además, para no dar brazo a torcer y reconocer que solas no podemos. Y también porque nos sobran las excusas mejores para molestar al vecino, de al lado, que dicho sea de paso está muy fuerte, pero es casado.
Entonces nos las arreglamos como podemos sin ellos y comprobamos lo incómodo del dicho de cabecera de nuestro ex: “el buey solo, bien se lame”. Ya que estamos por los techos, para colmo, vemos en que calidad quedó nuestro departamento desde que no está él.
Por empezar, primero y principal le falta una muy buena mano de pintura. Porque la última vez que pagamos nos costó un dineral que todavía nos estamos reponiendo y a esta altura del partido no hay esa plata toda junta. La anteúltima vez desde que se convirtió en ex, pintamos nosotras, “pa” demostrarle, nomás, a todos y a todas, que nosotras nos valemos por nosotras mismas.
Eso sí, quedó bárbaro, lo que no demostró valerse por si mismo fue el ciático que de tanto subir, bajar, trepar y mirar para arriba nos agarró una tortícolis desde el cogote hasta los pies y nos tuvo a maltraer su buena porción de tiempo. Después hubimos de luchar a brazo partido con las manchas de pintura.
Había que correr al más chico y a la gata por todos lados para que se las pudiéramos sacar. Al más chico le encantó la idea que mamá pinte; por lo cual, sus manchitas eran su marca guerrera como diciendo: “aguante mamá todavía, esa es mi mami” y la gata, de puro curiosa prototipo de gatubela propiamente dicha, metió bigotes y hocicos por todos lados, porque no puede con su genio y quedó poco menos que molestamente overa. El look “rasguño” que porto es una prueba irrebatible de lo que afirmo. Fue lo que me costó a cambio de sacarle las manchas de pintura.
En otro orden de cosas yo me la paso gritando. Parezco la loca del edificio. Nene, hace los deberes. Deja la gata que ya estás cuadriculado y lucís un look scarface, cara cortada versión 2008, nene veni para acá, (dicho sea de paso nunca viene, por otra parte) que todavía tenes pintura. Gataaaaaaaa, felino inútil, deja de poner los bigotes donde no debes.
Ese enchufe que no anda bien te va a dar una patada de 320 volteos y vas a quedar con el pelo peor que Einsten y lo repito siete veces siete todos los días. Se supone que además de cuidar, debo entender que la gata no entiende porque es un animal y el nene no entiende porque es chico; pero de todas maneras debo evitar que una se electrocute y el otro se ahogue en el tarro de pintura o viceversa.
O en el peor de los casos deba volar al hospital porque al más chico se le ocurrió probar que gusto tiene la pintura. Sin embargo cualquier masculino que viene a casa, de una sola mirada y una con una sola palabra suya, basta para que gato, nene, adolescente y la mar en coche entiendan, acaten y procedan en consecuencia.
A veces siento que la vida me carga. Prosigo con las cosas que además de la dueña necesitan un hombre. El horno, por ejemplo, pero ese necesita un hombre matriculado, ahí estamos más quisquillosas, porque nosotras de mil amores le diríamos al vecino, cuidándonos de la vecina, pero y si lo arregla y volamos por el aire…no, queremos cocinar no viajar en horno.
Bajar lámparas y porta lámparas aptas para Gulliver pero no apta para pigmeos. Hacer la mezcla de enduido y todas esas cosas que se mezclan para tapar o reparar agujeros. Y la mezcla para cementar el lavatorio que sino alguno de la casa lo va a lucir de sombrero.
Para otras cosas lúdicas y para las de afuera del horario de protección al menor, más, pero ya da más pudor enumerarlas. Con lo cual se reafirma la teoría, ellos son lindos, útiles y encima un mal necesario como nosotras le parecemos a ellos, “viceversamente”.
Eso por lo menos me consuela un poco mientras sigo postergando los cursos de plomería, electricidad junto con el de perfeccionamiento gastronómico, bordado y taller literario. En fin, son las leyes de la vida, son las leyes del querer…
Por Mónica Beatriz Gervasoni
Desnudos frente a los hijos: ¿sí o no?
Enciende tus bocinas o parlantes para ver y escuchar la entrevista en video con la Lic. Virginia Martínez Verdier sobre los hijos y la desnudez:
http://www.enplenitud.com/familia/desnudez.asp
lunes, 26 de enero de 2009
PERSONAJES
El lugar deseado
Después de 33 años de periodismo –entre los que se destacan esos que pasó en la revista Humor haciendo entrevistas memorables–, Mona Moncalvillo ocupa por primera vez un lugar en la función pública: la dirección de Radio Nacional. No sólo está cómoda en ese sitio: para alguien que se crió en un pueblo donde el único medio que llegaba era la radio, ese lugar es el “indicado”.
Por Sonia Santoro
Son famosos su reportajes en la revista Humor. Hoy conduce Dos ideas juntas, programa que empezó en Plus Satelital y ahora está en el 7. Y Las 40, un programa de radio donde, dice, federaliza la información. En fin, hace 33 años que Moncalvillo anda dando vueltas por el periodismo pero es la primera vez que es funcionaria.
–¿Cómo se siente en este nuevo rol?
–Es una mezcla de sensaciones. Una desearía destrabar un montón de cosas que no se pueden destrabar como una piensa, que es todo rápido, fácil y que con trabajar un montón de horas solucionás todo. Entonces, estoy trabajando un montón de horas y trato de seleccionar las cosas y no me empecino en lo que no sale sino que sigo haciendo. Acá hay problemas con el personal, con los gremios, con las plantas transmisoras. Tenemos 75 radios con tecnología muy atrasada. Pero además hay que escuchar a la gente de cada uno de esos lugares, porque todos cumplen una función fundamental y uno que no la cumpla... Es una urdimbre que se ha ido tejiendo pero que está rota en varios lugares.
–Era esperable.
–Estamos de acuerdo, yo sabía que esta radio venía desde hace muchos años en un estado muy crítico. Porque creo que cuando los directores aceptaban estar al frente de esta emisora, pasadas las fotos, las notas, seguían su vida común. A mí me transformó mi vida como un guante. Yo no estoy prácticamente en mi casa nunca, he tenido que dejar parte de mi tarea profesional.
–Ahora está en Canal 7 y en Radio Nacional.
–Sí, pero soy funcionaria y no puedo cobrar por mi trabajo. Esto yo ya lo sabía pero yo tampoco quiero dejar morir al periodismo ni la parte creativa que pueda tener, entonces, sumé; cosa que solemos hacer las mujeres, nunca liberamos, sumamos.
–Más allá de una directora interina, es la primera mujer en este puesto, ¿cree que puede aportar algo distinto desde el género?
–Yo creo que no es una cuestión de género. Las mujeres tenemos una sensibilidad especial, que podemos hacer doscientas cosas, pero mejor no lo digo así no se avivan –risas–. Creo que las mujeres tenemos una gran capacidad de desdoblar. El chiste de que los hombres no pueden mascar chicle y cruzar la calle. Nosotras podemos mascar chicle, cruzar la calle, llevar a los chicos, las bolsas de las compras y hasta ir fumando. ¿O no? Eso es lo que hacemos las mujeres, desdoblamos.
–¿Por qué un medio estatal siempre está asociado a programas aburridos?
–Te voy a corregir porque Canal 7 está haciendo cambios de programación muy interesantes. Lo que pasa es que la gente apela a lo más fácil, hay pueblos que todavía como el nuestro necesitan un poco más de educación. Y bueno, los gustos se van modelando de acuerdo a la oferta de cosas que les van dando. Si vos a una persona nunca le diste un libro para que leyera, ¿qué amor puede tener por la lectura? Esto se va cambiando de a poco pero yo soy una batalladora en el tema educación y trabajo, que creo que son los dos ingredientes que van a transformar a este país.
–Desde que asumió habló de la necesidad de lograr el federalismo de la comunicación. ¿Qué ha hecho en ese sentido?
–Las 40 es eso, manejar el interés de la información desde otros lugares que no son Buenos Aires. Digo que renunció un miembro de la Corte pero también estoy contando lo que está pasando en Salta con el aumento del precio de los tomates, a raíz de las inundaciones; y al mismo tiempo en Jacobacci empezó a andar La Trochita. Yo no sé si a la gente de Buenos Aires la sensibiliza pero es lo más importante que pudo pasar en Jacobacci, fue un notón. Entonces, no centralicemos todo acá, en cada lugar cada uno tiene su vida, su historia, su sensibilidad, sus intereses, me parece fantástico eso. Hay que abrir un poco la cabeza a qué piensa y siente otra gente que no es la que vive en la city y en Puerto Madero.
–Y en algunos lugares es el único medio de comunicación.
–Vital, vital para todo. Para enfermos, para catástrofes, para alegrías, para lo que te imagines. Esto hay que explicarlo mucho en Buenos Aires, por desgracia, porque acá tenemos muchas opciones.
–Usted es de la generación que nació y se crió con la radio.
–Yo soy de un pueblo muy pero muy chiquito donde la radio y el tren eran lo más importante que sucedía por año en nuestras vidas. El tren porque mi pueblo, que se llama Curarú, está cerquita de Pehuajó, se hizo porque en la zona había estancias importantes y necesitaban el traslado del cereal y el medio más económico era el tren. Cuando llegaba una vez por semana, nos bañaban y cambiaban para ir a la estación, no porque llegaran familiares, para ver llegar al tren. Y la radio porque nos criamos escuchando la radio, no había ninguna otra cosa en ninguna casa más que radio. Nosotros teníamos batería que cuando había viento se cargaba con el molino. Y me acuerdo de la alegría cuando venía el viento y el molino empezaba a hacer el ruidito, íbamos corriendo con el cargador. Y mi vieja escuchaba Los Pérez García, nosotros escuchábamos a Tarzanito. Imaginate, nosotros éramos de los que nos sentábamos al lado de la radio y la mirábamos como si fuera televisión. La radio era el medio de comunicación, al pueblo no llegaban diarios excepto que alguno fuese a Pehuajó y comprara algún diario o alguna cosa que llegaba por ahí de vez en cuando.
–Con tan pocos medios, ¿pensó que iba a ser periodista?
–A mí me encantaba, yo era muy payasa, de ahí mi sobrenombre. Agarrábamos la escoba y con la escoba trasmitíamos frente a un micrófono. Y siempre decía que iba a ser periodista porque a mí me gustaba estudiar muchas cosas y entonces todos me decían que ninguna carrera abarca todo. Entonces, yo siempre decía: no importa porque si yo quiero saber de todo, si yo quiero escribir esto es lo mío.
–Ha hecho prensa gráfica, radio, televisión; ¿hoy qué prefiere?
–Me gusta todo. Me ha ido muy bien en todos pero si me tuviera que inclinar por uno de los tres te diría que el que más me gusta es la radio.
–Así que está en el lugar.
–Sí, en el lugar indicado.
Derechos de la Mujer Violencia contra la mujer
A MANO ALZADA › A MANO ALZADA
Qué se lee en un velo
(Notas sobre lo prohibido y las veleidades laicas de los Estados)
Por María Moreno
Reforzar el laicismo es que el Estado no intervenga, no que transforme las tres palabras emblemáticas de la Revolución Francesa en igualdad para prohibir la kippa, la cruz y el velo, y libertad para abrir colegios privados, lo cual no garantiza la fraternidad de los excluidos, divididos, por ejemplo, ante la guerra de Medio Oriente.
Badinter pretende que, según testimonio de mujeres musulmanas, el permiso al velo refuerza la violencia de los varones árabes contra sus mujeres y que en sus barrios han aumentado las palizas y los crímenes. ¿Por qué un símbolo naturalizado de los derechos de los hombres sobre las mujeres constituiría un refuerzo? ¿Quién necesita reforzar lo instituido por Dios en manos de quienes deciden? No se puede reducir la violencia contra las mujeres árabes al uso de un derecho patriarcal significado por el velo. Pero es probable que la prohibición de su uso desate en los sectores más fundamentalistas –entre otras violencias– la de atacar el derecho de las mujeres a la educación y al espacio público. Entonces, ¿dónde está la justicia de género de quienes creen ver en la prohibición del velo la garantía de la “igualdad de los sexos en todo el territorio nacional”?
Este debate, un signo superficial del estatuto que ha logrado la religión en la política, ahora traducida en términos del bien y del mal donde siempre se está al borde de una justificación del exterminio, suena bizantino en la Argentina. Hace unas semana, la declaración de ateísmo por parte de una candidata a formar parte de la Corte Suprema de Justicia desencadenó una serie de reacciones donde quedó demostrado no sólo que la separación de Iglesia y Estado siempre es aquí una ilusión sino que parecería que la Iglesia siempre tiene sus pies sobre el Estado. Por eso se tardaron dos años en advertir que Nuestra Señora del Rosario estaba a la entrada del Palacio de los Tribunales paseando su mirada vacía de estatua sobre, por ejemplo, los manifestantes que exigen el esclarecimiento del atentado a la AMIA, en lugar de aparecer en San Nicolás donde se le saca jugo turístico, es ocasión de changas para desocupados y esperanza para los dejados de la mano de Dios. Y Dios quiera que, según la costumbre nacional de mirarse en Francia, a nadie se le ocurra, en un exabrupto democrático, pedir una ley que prohíba el uso del pañuelo y el pasamontañas a los piqueteros en nombre de un país que debería garantizar que la protesta se haga a cara descubierta, puesto que la lucha y el pedido de justicia son honorables, por lo que debería dejar de lado los atuendos de la clandestinidad. La radicalidad –que en la Argentina adquiere un confuso sentido– da para todo.