PERSONAJES
El lugar deseado
Después de 33 años de periodismo –entre los que se destacan esos que pasó en la revista Humor haciendo entrevistas memorables–, Mona Moncalvillo ocupa por primera vez un lugar en la función pública: la dirección de Radio Nacional. No sólo está cómoda en ese sitio: para alguien que se crió en un pueblo donde el único medio que llegaba era la radio, ese lugar es el “indicado”.
Por Sonia Santoro
Es un día de ésos para Mona Moncalvillo. Se quemó la planta transmisora de Córdoba y todavía no sabe la gravedad del asunto. Aunque sí sabe que afrontar cualquier gasto extra es un problema más a los de su rutina diaria desde que asumió como Directora Ejecutiva de Radio Nacional. Así y todo, detrás de su escritorio, la voz de Moncalvillo suena amable y campechana. Primera impresión que se refuerza cuando se remonta a sus primeros años vividos en un pueblito tan chiquito que ni plaza ni iglesia tenía. Lo que sí había en Curacó era una radio, a la que rodeaba toda la familia para escuchar Los Pérez García o Tarzanito. Y desde entonces, ella supo que lo suyo alguna vez iba a pasar por un micrófono.
Son famosos su reportajes en la revista Humor. Hoy conduce Dos ideas juntas, programa que empezó en Plus Satelital y ahora está en el 7. Y Las 40, un programa de radio donde, dice, federaliza la información. En fin, hace 33 años que Moncalvillo anda dando vueltas por el periodismo pero es la primera vez que es funcionaria.
–¿Cómo se siente en este nuevo rol?
–Es una mezcla de sensaciones. Una desearía destrabar un montón de cosas que no se pueden destrabar como una piensa, que es todo rápido, fácil y que con trabajar un montón de horas solucionás todo. Entonces, estoy trabajando un montón de horas y trato de seleccionar las cosas y no me empecino en lo que no sale sino que sigo haciendo. Acá hay problemas con el personal, con los gremios, con las plantas transmisoras. Tenemos 75 radios con tecnología muy atrasada. Pero además hay que escuchar a la gente de cada uno de esos lugares, porque todos cumplen una función fundamental y uno que no la cumpla... Es una urdimbre que se ha ido tejiendo pero que está rota en varios lugares.
–Era esperable.
–Estamos de acuerdo, yo sabía que esta radio venía desde hace muchos años en un estado muy crítico. Porque creo que cuando los directores aceptaban estar al frente de esta emisora, pasadas las fotos, las notas, seguían su vida común. A mí me transformó mi vida como un guante. Yo no estoy prácticamente en mi casa nunca, he tenido que dejar parte de mi tarea profesional.
–Ahora está en Canal 7 y en Radio Nacional.
–Sí, pero soy funcionaria y no puedo cobrar por mi trabajo. Esto yo ya lo sabía pero yo tampoco quiero dejar morir al periodismo ni la parte creativa que pueda tener, entonces, sumé; cosa que solemos hacer las mujeres, nunca liberamos, sumamos.
–Más allá de una directora interina, es la primera mujer en este puesto, ¿cree que puede aportar algo distinto desde el género?
–Yo creo que no es una cuestión de género. Las mujeres tenemos una sensibilidad especial, que podemos hacer doscientas cosas, pero mejor no lo digo así no se avivan –risas–. Creo que las mujeres tenemos una gran capacidad de desdoblar. El chiste de que los hombres no pueden mascar chicle y cruzar la calle. Nosotras podemos mascar chicle, cruzar la calle, llevar a los chicos, las bolsas de las compras y hasta ir fumando. ¿O no? Eso es lo que hacemos las mujeres, desdoblamos.
–¿Por qué un medio estatal siempre está asociado a programas aburridos?
–Te voy a corregir porque Canal 7 está haciendo cambios de programación muy interesantes. Lo que pasa es que la gente apela a lo más fácil, hay pueblos que todavía como el nuestro necesitan un poco más de educación. Y bueno, los gustos se van modelando de acuerdo a la oferta de cosas que les van dando. Si vos a una persona nunca le diste un libro para que leyera, ¿qué amor puede tener por la lectura? Esto se va cambiando de a poco pero yo soy una batalladora en el tema educación y trabajo, que creo que son los dos ingredientes que van a transformar a este país.
–Desde que asumió habló de la necesidad de lograr el federalismo de la comunicación. ¿Qué ha hecho en ese sentido?
–Las 40 es eso, manejar el interés de la información desde otros lugares que no son Buenos Aires. Digo que renunció un miembro de la Corte pero también estoy contando lo que está pasando en Salta con el aumento del precio de los tomates, a raíz de las inundaciones; y al mismo tiempo en Jacobacci empezó a andar La Trochita. Yo no sé si a la gente de Buenos Aires la sensibiliza pero es lo más importante que pudo pasar en Jacobacci, fue un notón. Entonces, no centralicemos todo acá, en cada lugar cada uno tiene su vida, su historia, su sensibilidad, sus intereses, me parece fantástico eso. Hay que abrir un poco la cabeza a qué piensa y siente otra gente que no es la que vive en la city y en Puerto Madero.
–Y en algunos lugares es el único medio de comunicación.
–Vital, vital para todo. Para enfermos, para catástrofes, para alegrías, para lo que te imagines. Esto hay que explicarlo mucho en Buenos Aires, por desgracia, porque acá tenemos muchas opciones.
–Usted es de la generación que nació y se crió con la radio.
–Yo soy de un pueblo muy pero muy chiquito donde la radio y el tren eran lo más importante que sucedía por año en nuestras vidas. El tren porque mi pueblo, que se llama Curarú, está cerquita de Pehuajó, se hizo porque en la zona había estancias importantes y necesitaban el traslado del cereal y el medio más económico era el tren. Cuando llegaba una vez por semana, nos bañaban y cambiaban para ir a la estación, no porque llegaran familiares, para ver llegar al tren. Y la radio porque nos criamos escuchando la radio, no había ninguna otra cosa en ninguna casa más que radio. Nosotros teníamos batería que cuando había viento se cargaba con el molino. Y me acuerdo de la alegría cuando venía el viento y el molino empezaba a hacer el ruidito, íbamos corriendo con el cargador. Y mi vieja escuchaba Los Pérez García, nosotros escuchábamos a Tarzanito. Imaginate, nosotros éramos de los que nos sentábamos al lado de la radio y la mirábamos como si fuera televisión. La radio era el medio de comunicación, al pueblo no llegaban diarios excepto que alguno fuese a Pehuajó y comprara algún diario o alguna cosa que llegaba por ahí de vez en cuando.
–Con tan pocos medios, ¿pensó que iba a ser periodista?
–A mí me encantaba, yo era muy payasa, de ahí mi sobrenombre. Agarrábamos la escoba y con la escoba trasmitíamos frente a un micrófono. Y siempre decía que iba a ser periodista porque a mí me gustaba estudiar muchas cosas y entonces todos me decían que ninguna carrera abarca todo. Entonces, yo siempre decía: no importa porque si yo quiero saber de todo, si yo quiero escribir esto es lo mío.
–Ha hecho prensa gráfica, radio, televisión; ¿hoy qué prefiere?
–Me gusta todo. Me ha ido muy bien en todos pero si me tuviera que inclinar por uno de los tres te diría que el que más me gusta es la radio.
–Así que está en el lugar.
–Sí, en el lugar indicado.
Son famosos su reportajes en la revista Humor. Hoy conduce Dos ideas juntas, programa que empezó en Plus Satelital y ahora está en el 7. Y Las 40, un programa de radio donde, dice, federaliza la información. En fin, hace 33 años que Moncalvillo anda dando vueltas por el periodismo pero es la primera vez que es funcionaria.
–¿Cómo se siente en este nuevo rol?
–Es una mezcla de sensaciones. Una desearía destrabar un montón de cosas que no se pueden destrabar como una piensa, que es todo rápido, fácil y que con trabajar un montón de horas solucionás todo. Entonces, estoy trabajando un montón de horas y trato de seleccionar las cosas y no me empecino en lo que no sale sino que sigo haciendo. Acá hay problemas con el personal, con los gremios, con las plantas transmisoras. Tenemos 75 radios con tecnología muy atrasada. Pero además hay que escuchar a la gente de cada uno de esos lugares, porque todos cumplen una función fundamental y uno que no la cumpla... Es una urdimbre que se ha ido tejiendo pero que está rota en varios lugares.
–Era esperable.
–Estamos de acuerdo, yo sabía que esta radio venía desde hace muchos años en un estado muy crítico. Porque creo que cuando los directores aceptaban estar al frente de esta emisora, pasadas las fotos, las notas, seguían su vida común. A mí me transformó mi vida como un guante. Yo no estoy prácticamente en mi casa nunca, he tenido que dejar parte de mi tarea profesional.
–Ahora está en Canal 7 y en Radio Nacional.
–Sí, pero soy funcionaria y no puedo cobrar por mi trabajo. Esto yo ya lo sabía pero yo tampoco quiero dejar morir al periodismo ni la parte creativa que pueda tener, entonces, sumé; cosa que solemos hacer las mujeres, nunca liberamos, sumamos.
–Más allá de una directora interina, es la primera mujer en este puesto, ¿cree que puede aportar algo distinto desde el género?
–Yo creo que no es una cuestión de género. Las mujeres tenemos una sensibilidad especial, que podemos hacer doscientas cosas, pero mejor no lo digo así no se avivan –risas–. Creo que las mujeres tenemos una gran capacidad de desdoblar. El chiste de que los hombres no pueden mascar chicle y cruzar la calle. Nosotras podemos mascar chicle, cruzar la calle, llevar a los chicos, las bolsas de las compras y hasta ir fumando. ¿O no? Eso es lo que hacemos las mujeres, desdoblamos.
–¿Por qué un medio estatal siempre está asociado a programas aburridos?
–Te voy a corregir porque Canal 7 está haciendo cambios de programación muy interesantes. Lo que pasa es que la gente apela a lo más fácil, hay pueblos que todavía como el nuestro necesitan un poco más de educación. Y bueno, los gustos se van modelando de acuerdo a la oferta de cosas que les van dando. Si vos a una persona nunca le diste un libro para que leyera, ¿qué amor puede tener por la lectura? Esto se va cambiando de a poco pero yo soy una batalladora en el tema educación y trabajo, que creo que son los dos ingredientes que van a transformar a este país.
–Desde que asumió habló de la necesidad de lograr el federalismo de la comunicación. ¿Qué ha hecho en ese sentido?
–Las 40 es eso, manejar el interés de la información desde otros lugares que no son Buenos Aires. Digo que renunció un miembro de la Corte pero también estoy contando lo que está pasando en Salta con el aumento del precio de los tomates, a raíz de las inundaciones; y al mismo tiempo en Jacobacci empezó a andar La Trochita. Yo no sé si a la gente de Buenos Aires la sensibiliza pero es lo más importante que pudo pasar en Jacobacci, fue un notón. Entonces, no centralicemos todo acá, en cada lugar cada uno tiene su vida, su historia, su sensibilidad, sus intereses, me parece fantástico eso. Hay que abrir un poco la cabeza a qué piensa y siente otra gente que no es la que vive en la city y en Puerto Madero.
–Y en algunos lugares es el único medio de comunicación.
–Vital, vital para todo. Para enfermos, para catástrofes, para alegrías, para lo que te imagines. Esto hay que explicarlo mucho en Buenos Aires, por desgracia, porque acá tenemos muchas opciones.
–Usted es de la generación que nació y se crió con la radio.
–Yo soy de un pueblo muy pero muy chiquito donde la radio y el tren eran lo más importante que sucedía por año en nuestras vidas. El tren porque mi pueblo, que se llama Curarú, está cerquita de Pehuajó, se hizo porque en la zona había estancias importantes y necesitaban el traslado del cereal y el medio más económico era el tren. Cuando llegaba una vez por semana, nos bañaban y cambiaban para ir a la estación, no porque llegaran familiares, para ver llegar al tren. Y la radio porque nos criamos escuchando la radio, no había ninguna otra cosa en ninguna casa más que radio. Nosotros teníamos batería que cuando había viento se cargaba con el molino. Y me acuerdo de la alegría cuando venía el viento y el molino empezaba a hacer el ruidito, íbamos corriendo con el cargador. Y mi vieja escuchaba Los Pérez García, nosotros escuchábamos a Tarzanito. Imaginate, nosotros éramos de los que nos sentábamos al lado de la radio y la mirábamos como si fuera televisión. La radio era el medio de comunicación, al pueblo no llegaban diarios excepto que alguno fuese a Pehuajó y comprara algún diario o alguna cosa que llegaba por ahí de vez en cuando.
–Con tan pocos medios, ¿pensó que iba a ser periodista?
–A mí me encantaba, yo era muy payasa, de ahí mi sobrenombre. Agarrábamos la escoba y con la escoba trasmitíamos frente a un micrófono. Y siempre decía que iba a ser periodista porque a mí me gustaba estudiar muchas cosas y entonces todos me decían que ninguna carrera abarca todo. Entonces, yo siempre decía: no importa porque si yo quiero saber de todo, si yo quiero escribir esto es lo mío.
–Ha hecho prensa gráfica, radio, televisión; ¿hoy qué prefiere?
–Me gusta todo. Me ha ido muy bien en todos pero si me tuviera que inclinar por uno de los tres te diría que el que más me gusta es la radio.
–Así que está en el lugar.
–Sí, en el lugar indicado.
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