Por Pablo Villalobos
El acoso laboral se entiende como la complicidad entre colegas de trabajo, subordinados o superiores, para forzar a alguien a renunciar mediante rumores, dobles sentidos, intimidaciones, humillación, descrédito y asilamiento.
En el mismo contexto se pueden incluir conceptos tales como el abuso físico, el terror o la agresión psicológica, el comportamiento hostil, la falta de respeto y la violencia emocional.
En Hungría, el acoso laboral es aún una categoría desconocida, aunque exista evidencia del fenómeno. Dicho concepto le es familiar a muy pocos expertos, quizás a un par de investigadores, a algunos encargados de Recursos Humanos, a consejeros en políticas humanas, a proveedores de servicios psicológicos en ciertas empresas, y a uno que otro oficial gubernamental. Hasta hoy, se ha escrito solamente un libro (M. Csepelyi 2000) y dos o tres artículos en diarios profesionales y boletines institucionales (P. Simon 1996, L. Virág 2000), los cuales están al alcance solamente de un mínimo circulo de personas. Aunque es verdad que además de las publicaciones anteriores, el acoso laboral también se ha discutido en algunas conferencias.
La investigación acerca del acoso laboral en Hungría, se inició en 1996 (Gy. Kaucsek – P. Simon 1996) cuando un grupo de expertos de diversas instituciones se unió en un esfuerzo exhaustivo para determinar y analizar casos relacionados. Lamentablemente este impulso inicial no fue a más. Lo que ocurre es que cuando la “paz en el área de trabajo” desaparece, los responsables tienden a evadir el tema porque, muchas veces, ellos mismos están directamente involucrados.
En lugar de encontrar una solución, recurren a la vieja táctica de culpar a la víctima. Desafortunadamente, se salen con la suya. La legislación húngara apenas contempla el acoso laboral y no cuenta con servicios específicos para detectarlo. En el peor de los casos el tema se soluciona con el despido.
Se estima alrededor del 5 o 6% el número de trabajadores húngaros que han estado expuestos al abuso emocional en el área laboral. Aunque estos datos son simplemente conjeturas, ya que la información está limitada por la falta de denuncias y seguimiento de las mismas. De cualquier modo, cabe subrayar que el abuso laboral húngaro es similar al del resto de Europa.
Lo que se entiende como abuso laboral se distorsiona en la literatura popular. Este abuso no se trata solamente de un conjunto de impulsos o arranques de sadismo irracionales. Tampoco son simplemente chismes entre colegas. El acoso laboral se define como el tormento sistemático hacia un mismo empleado, con un objetivo concreto, la renuncia. Tampoco es, como algunos sugieren, una simple derivación de la violencia de género, aunque puede yuxtaponerse.
Aunque falta conciencia clara sobre el tema y todos evaden la responsabilidad, es un hecho público y visible para todos, que sucede día tras día, y del que se habla en todos los rincones del lugar de trabajo. Al plantear directa y con letras mayúsculas el tema, los implicados se reconocen con facilidad como víctimas, perpetradores o testigos cómplices.
Los expertos reconocen que el abuso es resultado de mecanismos laborales deficientes y aunque el estrés juegue un papel importante, no es la causa, como mucho es un medio. Los patrones de conducta negativos conducen a que el victimario culpe siempre a la victima.
En los casos en que ha habido algún tipo de intervención psicológica, ésta se centra en la personalidad de la víctima. El tratamiento y apoyo se le da, de forma exclusiva, al empleado objeto del abuso, y no a los empleadores. Y esto, beneficia y fortalece el esquema del terror laboral. La Dirección no asume la responsabilidad del hecho, ni intenta cambiar su operativa laboral.
La inseguridad laboral es un caldo de cultivo tristemente idóneo para la práctica del acoso. En este contexto, los estudios detectan serios problemas de comunicación entre los empleados, caracterizándolos de desconfiados, competitivos, celosos, directos y crudos en sus declaraciones. En este marco, frustración e inseguridad van de la mano.
Si bien todos podemos ser victimas de abuso emocional en el área laboral, hay ciertos grupos más proclives a caer en él. En Hungría son relevantes, en este sentido, las diferencias étnicas, el sexo, el estado civil y la edad. Y, a diferencia de otros países europeos, es más fácil verlo en instituciones públicas que en privadas. Por esto mismo, si bien no existen leyes específicas sobre este fenómeno, en caso de pleito, se puede recurrir a los artículos relacionados con la discriminación en el trabajo.
A grandes rasgos, se puede hablar de tres ámbitos del acoso laboral. El primero estaría representado por las grandes multinacionales, que pretenden estar mejor informadas del fenómeno, y buscan tratarlo a fin de mejorar la productividad.
En segundo lugar tenemos las instituciones públicas, que aunque están adheridas al marco de leyes europeas, y facilita la investigación sobre el tema, no plantea soluciones objetivas.
Y por último, las empresas pequeñas, donde el abuso laboral, se percibe y se mezcla como un entramado de relaciones familiares, donde no llega a quedar claro donde se ubican los límites de la responsabilidad laboral y donde termina el trato pretendidamente familiar, con sus obligaciones y derechos.
En definitiva, no existe conciencia del abuso, ni por ende una cultura de prevención del mismo. La responsabilidad de los patrones no está claramente definida, y las víctimas no tienen forma de denunciar. Es tal la lucha, que de hacerlo, pondrían en peligro no solo su trabajo, sino también su integridad familiar.
El tema del género tiene dobles matices. El abuso laboral parece ser doblemente agresivo para el hombre, en tanto se pone en peligro su fuente de trabajo, y con ello su identidad personal como proveedor de la familia. Para la mujer, aparentemente mejor entrenada en el ámbito de las intrigas, la situación puede endurecerse, por el trato discriminatorio que puede recibir en su propia casa, incluyendo la violencia física.
Las soluciones pasarían por mejorar el sistema legal y de inspección, aumentar la conciencia de los trabajadores sobre el tema, y cambiar el modelo de empresa de competitiva a cooperativa. Todo un desafío en tiempos de crisis.
Fuente:
Reporte del Proyecto II de Acoso laboral de la Fundación Mona, elaborado por Róza Vajda (2006)
Imagen: Aranyos
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