lunes, 9 de febrero de 2009

¿ACOSO SEXUAL?, ¡NO SE LO CALLE!

Regina Reyna

La competencia laboral entre ambos sexos ha traído beneficios a la mujer, pero también momentos no gratos, pues la convivencia diaria en el ambiente de trabajo ha propiciado el acoso sexual, el cual en la mayoría de los casos se oculta por temor a represalias, cuando en realidad está en juego algo más que un puesto: la propia salud.

Se entiende por acoso sexual aquellos comportamientos verbales o físicos de naturaleza erótica no deseados, los cuales pueden presentarse en la calle, escuela e incluso en el propio hogar, teniendo cada caso repercusiones que afectan la salud de la víctima. No menos importante es hablar de este tipo de comportamiento en el ámbito laboral, pues sus consecuencias igualmente pueden dejar huella de por vida.

No es nuevo que en el ambiente laboral se presenten conductas hostiles, intimidatorias o humillantes por parte de quienes ocupan mandos superiores hacia sus subordinados, creando un ambiente de miedo, que casi siempre arroja malos resultados. Sin embargo, al tratarse de acoso sexual la atmósfera que se crea tiene un tinte diferente, ya que sin levantar la voz un superior puede chantajear a su víctima al ofrecer ascensos o incremento de salario a cambio de ceder a sus proposiciones.

Quienes son especialmente blanco de este tipo de insinuaciones son mujeres divorciadas o separadas (40% de las denuncias), las recién llegadas al mercado de trabajo, quienes viven situación precaria, así como las minusválidas y las pertenecientes a minorías raciales; parece ser que tener pareja estable genera cierto respeto que inhibe a los acosadores.

Es importante hacer hincapié en que la mujer no es la única víctima del acoso sexual en el trabajo, sino también los varones, quienes representan el 10% de las denuncias al respecto, siendo los homosexuales los principalmente afectados, y después los hombres jóvenes.

No se deje intimidar
Como se mencionó líneas arriba, la violencia no es la única forma de acoso, sobre todo en el aspecto sexual, pues las denuncias definen el perfil de acosador como el de un hombre no necesariamente mayor, muy calculador y que en público se esfuerza por aparentar ser una persona educada, correcta e incluso escrupulosa, quien necesita demostrar su poder sobre otra persona con el subliminal mensaje "tu vida laboral y personal dependen de mi".

Sin embargo, el acoso sexual no se ciñe a la relación jefe-subordinado, sino amplía el abanico hacia los compañeros del mismo nivel, quienes emplean otro tipo de recursos que resultan igualmente molestos a quien van dirigidos, como bromas, alusiones, miradas que pretenden "desnudar", comentarios groseros, gestos, así como caricias o tocamientos, insinuaciones y proposiciones, siempre dentro del ámbito sexual.

Lo que en muchas ocasiones detiene a la víctima para denunciar el hecho es lo complicado que suele ser demostrar que ha habido acoso y, sobre todo, sin consentimiento o provocación por parte de la víctima; roces innecesarios, frases de doble sentido y chistes groseros son difíciles de demostrar legalmente.

Sucede entonces que el comportamiento por parte de los superiores, e incluso de los mismos compañeros, se torna un hecho bastante habitual, llegando a transformarse en algo que llega a aceptarse como normal por las víctimas o, yendo aun más lejos, lo asumen como algo que deben soportar porque va unido a su condición de mujer.

No obstante, la repercusión del acoso sexual en la salud es algo que debe hacernos pensar, pues se sabe que puede producir ansiedad, depresión, irritabilidad, fatiga y baja autoestima, además de que las perspectivas profesionales se vienen abajo; es entendible la baja en la productividad y la manifestación de "supuestas" enfermedades que ocultan el miedo a asistir al centro de trabajo.

No son pocas las mujeres que sufren este tipo de vejación en el trabajo, pero no son capaces de denunciarlo por miedo a perder su puesto o por temor a que no se les crea. Sin embargo, ante una situación de acoso en el ámbito laboral, la víctima no debe autoculparse, sino denunciar la situación al sindicato que rija en la empresa o bien al comité directivo. Para ello, es de vital importancia buscar a los testigos de la situación que puedan colaborar con su testimonio para desenmascarar al agresor.

Sin embargo, no elija la opción de abandonar el empleo en vez de delatar su problema, pues ello puede traerle consecuencias que empeoren su situación, como perder todos los derechos como trabajadora; busque conciliar intereses con el agresor -utilizando los medios que se han planteado-, pero no deje de cumplir con sus obligaciones laborales. Por otra parte, usted cuenta con la posibilidad de denunciar el hecho ante el agente del Ministerio Público, trámite que es prolongado pero que le hará sentir seguridad para enfrentar la situación y que será una manera de detener el agobio del agresor.

La vida moderna fomenta cada vez más un mercado laboral en el que mujeres y hombres trabajen juntos, cuya productividad no debe verse mermada por diferencias como las que se han señalado en este artículo. Recuerde que el acoso sexual es un ataque a la dignidad del individuo y un obstáculo para su desarrollo profesional, por tanto, no lo permita en su entorno y apoye a quien es víctima de ello.

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