lunes, 31 de enero de 2011

Tú también puedes tener una carta de amor escrita por Keats


Posted: 27 Jan 2011 05:36 AM PST


Aunque, evidentemente, no iría dirigida a ti, si quieres ahora puedes hacerte con una carta de amor que el escritor británico John Keats le escribió a su novia en 1820, cuando el poeta estaba próximo a la muerte por tuberculosis. Y es que este y otros documentos se subastarán próximamente en la prestigiosa casa de subastas Bonhams. ¿El precio? Ni la más ligera idea, pero me imagino que barato no será y aquí no sirven las medias tintas, el que más pague se lo llevará a casa…

Lo cierto es que a mí me da algo de pudor que se subasten estos documentos íntimos. Al fin y al cabo, se trata de una carta privada, una carta en la que expresa su amor a Fanny Brawne y su deseo explícito de besarla. No se trata de un poema manuscrito o cualquier otro documento, sino de una carta que, evidentemente, no se escribió para su escrutinio público y me da un poco de pena… Eso sí, según palabras de amigos de Keats y lo poco que podemos leer de dicha carta, el británico no reservaba su lenguaje lírico sólo para su poesía, y podemos leer cosas tan bonitas como estas:

Yo besaré tu nombre y el mío donde estuvieron tus labios. ¡Labios! ¿por qué debiera el pobre prisionero que soy hablar de esas cosas?
John Keats nació en Londres en 1795 y moriría en 1821 en Roma, donde está enterrado bajo uno de los epitafios más bonitos que he leído nunca (Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en el agua). Uno de los clásicos exponentes del romanticismo inglés, sus poemas están escritos con un lenguaje imaginativo y melancólico. Su poema Hyperion y sus diferentes Odas no le granjearon el favor del público en su época y no fue hasta más tarde cuando se le ha reconocido su justo valor.

Si no os animáis a pujar por esta carta, debéis saber que también se subastarán otros documentos interesantes como una carta del pirata (y político, jeje) Sir Walter Raleigh, un ensayo de William Blake sobre su propia obra El Juicio Final, y una carta del explorador David Livingstone dirigida a un político de la época. ¿Qué, nadie se anima?

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