viernes, 10 de octubre de 2025

La mujer del camarote 10 | Tráiler oficial | Netflix

4 lecciones de Jane Austen para las mujeres de hoy

 

4 lecciones de Jane Austen para las mujeres de hoy




 

4 lecciones de Jane Austen para las mujeres de hoy.




Cualquier mujer que no haya leído la obra de Jane Austen y, en cambio, esté familiarizada con sus adaptaciones cinematográficas, acaso pueda sentirse tentada a pensar que el género femenino está hormonalmente predestinado a lo que esta notable autora victoriana opinaba sobre el amor.

Siguiendo la filosofía que se trasmite en las películas basadas en las novelas de Jane Austen pueden obtenerse 4 lecciones acerca del amor, desde luego, notablemente alejadas de lo que Jane Austen realmente pensaba.

Estas lecciones erróneas serían:

1) La mujer debe parecer inalcanzable para el hombre.
2) Espera el momento indicado para tener sexo.
3) Hacé que tu hombre se sienta importante.
4) Sumisión: a los hombres no les gustan las trolitas.



Estos son, en resumen, los valores y consejos que supuestamente pueden extraerse de las películas basadas en las novelas de Jane Austen, por cierto, dirigidas a las mujeres que desean establecer una relación duradera con sus príncipes azules.

Veamos ahora qué es lo que realmente nos enseña Jane Austen si tomamos en cuenta sus novelas.


1) La primera impresión es la menos importante.

La obra de Jane Austen está plagada de primeras impresiones erróneas.

Elizabeth Bennet, por ejemplo, considera que el maléfico Wickham es encantador al conocerlo. Tampoco cree que Darcy sea gran cosa la primera vez que lo vé, así como él mismo no se siente ni atraído ni rechazado por la protagonista de Orgullo y prejuicio (Pride and Prejudice).

Lo mismo ocurre entre Marianne Dashwood y el coronel Brandon en Sensatez y sentimientos (Sense and Sensibility). Para Jane Austen el amor no es solo un impulso del corazón, proviene también del estímulo intelectual. Cree que es imposible amar a alguien sin conocerlo realmente, por eso sus historias de amor se cocinan a fuego lento, sin primeras impresiones devastadoras.


2) No te conformes.

Las chicas de Jane Austen que se casan por dinero, o bien por imposición social, están condenadas a vivir situaciones desgraciadas.

En Mansfield Park (Mansfield Park), Maria Bertram, rechazada por Henry Crawford, se casa con el señor Rushworth a causa de su fortuna (y una pizca de despecho). La relación termina en una especie de contrato social que ampara los romances extramatrimoniales, hasta que la pobre María se divorcia y termina viviendo en la clandestinidad.

Algo parecido ocurre en Orgullo y prejuicio, donde Charlotte Lucas contrae matrimonio con el señor Collins, de inteligencia bastante reducida, porque considera que ya es demasiado grande como para encontrar el amor.

En este caso, el matrimonio es el objetivo final de la mujer, algo con lo que Jane Austen estaba claramente en desacuerdo.


3) Habla con el hombre que te gusta.

Jane Austen rara vez diseña personajes femeninos importantes que se "hagan las difíciles", salvo, quizás, Isabella Thorpe en La abadía de Northanger (Northanger Abbey); pero en este caso no se trata de una estrategia de seducción, sino de una mujer neuróticamente tímida.

Mejor citar el caso de Jane Bennet, que casi pierde al señor Bingley por ser excesivamente reservada y no confesarle su amor a tiempo.

Para Jane Austen los sentimientos son demasiado valiosos como para guardárselos. Hay que demostrarlos, a cualquier precio, incluso si propician un desengaño.


4) Piensa por tí misma.

Si hay algo que pueden enseñar las heroínas de Jane Austen es que la mujer debe seguir sus instintos.

En Persuasión (Persuasion), por ejemplo, Anne Elliot rompe su compromiso con Frederic Wentworth, atravesando luego una feroz condena de su entorno. Harriet Smith, en Emma (Emma), está totalmente enamorada de Robert Martin, algo que poco le importa a Emma, que de hecho interviene para seducirlo.

En conclusión: a tener cuidado con la filosofía superficial que se brinda en las películas basadas en novelas de Jane Austen. La mujer no está hormonalmente condenada a la sumisión, y mucho menos a considerar que el matrimonio es el máximo objetivo al que puede aspirar.

Las mujeres de Jane Austen demuestran su interés, luchan por sus hombres, son autónomas, independientes, y piensan, se rebelan contra el medio, antes de someterse a él.

Si bien esto puede sonar bastante obvio para nosotros, en el siglo XIX fue revolucionario.

 

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Alexa Wilding: Lilith entre los prerrafaelitas

Alexa Wilding: Lilith entre los prerrafaelitas




 

Alexa Wilding: Lilith entre los prerrafaelitas.




1865. Dante Rossetti, hastiado y profundamente melancólico por la muerte de su esposa, Elizabeth Siddal, encontró a Lilith, la madre de los vampiros, en el rostro de una costurera.

Alexa Wilding fue el nombre terrenal de la Lilith de los prerrafaelitas.

Oscuros analistas describen a Alexa Wilding como una actriz frustrada, incapaz de enfrentarse al público, y finalmente relegada detrás del escenario, cosiendo y remendando en silencio el suntuoso vestuario de la avante-garde victoriana.

Dante Rossetti era un hombre gobernado por la pasión. Por aquellos años, además de sus amantes oficiales, mantenía a una musa secreta, Fanny Cornforth, a quien pintó hasta el cansancio. En cierto momento sintió, quizá, que la geografía de aquella mujer no le ofrecía ningún descubrimiento asombroso. En 1865 conoció a Alexa Wilding caminando por Arundel Club y de inmediato supo que la haría eterna.

Inicialmente Alexa Wilding se mostró reacia a las solicitudes pictóricas de Dante Rossetti. Coordinaron varias citas que luego fueron canceladas, hasta que por fin cedió ante la elocuencia del poeta.

Las facciones delicadas de Alexa Wilding poblaron una pintura monumental para ilustrar uno de los mejores poemas de Dante RossettiLa doncella bienaventurada (The Blessed Damozel), y acaso también como reflejo de La alcoba del Edén (Eden Bower), uno de los versos más significativos del mito hebreo de Lilith.

El 1872, atacado por una terrible depresión matizada con láudano y opio, Dante Rossetti utilizó a Alexa Wilding como vehículo para exorcizar sus pesadillas. De esos encuentros nació el Ciclo Onírico, una serie de dibujos y bosquejos verdaderamente inquietantes. Pero Alexa Wilding no sólo fue una inspiración, o un medio, para proyectar los demonios personales de Dante Rossetti, también fue el rostro y la figura de la madre de los vampiros.

En 1867, Dante Rossetti había cometido uno de sus errores más notables. Pintó a Lady Lilith, una figura mítica que lo obsesionaba, basándose en la geografía de Fanny Cornforth. Pero cuando el rostro de Alexa Wilding fue haciéndose parte inseparable de sus sueños, decidió que sería ella la encargada de portar la terrible majestad de Lilith.

Las apariciones de Alexa Wilding en en la obra de Dante Rossetti son innumerables. La pintó hasta la obsesión y más allá, aunque nunca desarrolló la intimidad que con tanta prodigalidad sostuvo con otras de sus modelos. Esta distancia, quizá, logró plasmar aquella sensación de melancolía que rodean sus obras, una noción de honda tristeza, de abismos temporales, el mismo que cae sobre el ojo indiscreto que hurga en las sombras del pasado, buscando algún atisbo de la verdad imperecedera de los viejos mitos.

 

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