Hoy tengo ganas de recordar una obra cuya importancia para la historia de la literatura y del humanismo en general es tan grande como su actual olvido. Recordad que no por saber menos somos necesariamente más modernos o felices.
Hermann y Dorotea, de J. W. Goethe, como peculiar muestra de lo que el autor alemán quiso que llegara a ser un nuevo género en el que el ciudadano burgués fuera una transposición del antiguo héroe épico, supone, frente al culturalismo de algunas de sus obras anteriores, como las Elegías romanas, una actuación humanizada de las fuentes literarias en cuestión. Se trata de una pequeña obra que tuvo en su momento gran celebridad. El libro se divide en nueve cantos, cada uno dedicado a una musa, y su estilo trata de imitar el hexámetro de la épica homérica. El poema pretende dar un sentido a la historia y a la vida humana tras las consecuencias devastadoras de la Revolución Francesa de 1789 mediante la interpretación trascendente de los ecos clásicos, entendidos éstos como una clave para poder comprender los acontecimientos futuros. A ello se suma, además, un “idilio burgués” de marcado carácter pastoril que permite establecer una singular asociación entre la tradición clásica y el amor universal. Dado este planteamiento, tenemos un esquema argumental muy sencillo: Hermann, el joven protagonista, se enamora de una bella joven que huye entre los desgraciados ciudadanos que se han visto obligados a dejar sus casas a causa de la invasión francesa. Nuestro protagonista logra el consentimiento de sus padres para ir a buscar a esta joven, llamada Dorotea, que terminará siendo su esposa. El análisis más detenido de tres aspectos (autor antiguo, características e intención) muestra una serie de hechos relevantes:
a) El autor antiguo que ha elegido Goethe como modelo de su epopeya es Homero, lo que no responde a un hecho casual. De un lado, hay una razón biográfica, como es la reacción que experimenta Goethe frente a la tradición clásica más culta de los poetas latinos (Tibulo, Propercio) tras uno de sus viajes a Italia. De otro lado, desde el punto de vista de la historia literaria y de la estética, se está produciendo una recuperación de Homero, tan denostado como poeta bárbaro en los tiempos de la “Batalla de los antiguos y los modernos”, de la que se hacen eco, entre otros, autores como Perrault o Swift. En palabras de Antonio Tovar, “el helenismo directo, cuando Werther lee a Homero y Shelley arrostra la tormenta fatal con Sófocles en el bolsillo, coincide precisamente con la aparición de la gran escuela alemana filológica”. Son los tiempos de la Ilíada en la versión alemana de Johann Heinrich August Voss, que Goethe lee a un selecto auditorio allá por 1796, como nos cuenta en sus Diarios y Anales: “Poco a poco fuese consolidando una tertulia de hombres cultísimos que todos los viernes reuníase en mi casa. Leí yo un canto de la Ilíada, de Voss, granjéeme aplauso, despertó gran interés el poema y expresóse glorioso reconocimiento al traductor”.
b) Homero se contextualiza en esta obra de Goethe merced a una serie de innovaciones formales, tales como la libre adaptación que hace del hexámetro dactílico:
Also gingen die zwei entgegen der sinkenden Sonne,
Die in Wolken sich tief, gewitterdrohend, verhüllte,
Aus dem Scheleier, bald hier bald dort, mit glühenden Blicken
Strahlend über das Feld die ahnungsvolle Beleuchtung.
(Hermann und Dorothea, “Melpomene” vv. 1-4)
“Sus pasos seguían el camino del sol, que se dirigía a su descanso entre impresionantes nubes que eran presagio de tormenta. A intervalos no regulares, el sol se escondía o se asomaba enrojeciendo las nubes y vertía sobre los campos una luz irreal.” (J,W.Goethe, Hermann y Dorotea. Traducción de Rafael Ballester, Barcelona, Bruguera, 1984, p. 89)
Asimismo, podemos apreciar cómo el uso de ciertos adjetivos nos recuerda a los epítetos homéricos:
Und es sagte darauf der edle verständige Pfarrherr (“Melpómene” v. 78)
“Haciendo gala de gran discreción, el bondadoso cura atendía en silencio.” (“Melpómene”)
Se trata, en definitiva de verter un vino nuevo, es decir, un asunto propio de la sociedad burguesa de finales del siglo XVIII, en los viejos odres de la épica homérica.
c) En tercer lugar, las razones por las que Goethe hace este sorprendente uso de Homero tratando de imitar sus versos responde a un complejo planteamiento que tiene su referente histórico en un hecho tan fundamental como la quiebra de valores que supuso la Revolución francesa de 1789. Estamos, pues, ante una de las muestras más representativas del uso del humanismo clásico como reacción frente a tales eventos revolucionarios. Las viejas formas homéricas, convenientemente actualizadas, sirven para conformar este ensayo de “idilio burgués” que encuentra, asimismo, referentes clásicos en la “novela pastoril”. El idilio es, en definitiva, el que nos propone el amor (en este caso el amor familiar) como única salvación posible frente al caos, y así lo expone Hermann al final de la obra:
Desto fester sei, bei der allgemeinen Erschüttrung
Dorotea, der Bund! Wir wollen halten und dauern,
Fest uns halten und fest der schönen Güter Besitztum (“Urania” vv. 299-301)
“Dorotea, espero que nuestro próximo matrimonio, concertado en un tiempo de caos, sea afortunado hasta nuestro último día. Hagamos que el infortunio se aleje de nosotros, y lo conseguiremos si permanecemos siempre unidos; hagamos que nuestra vida sea enteramente nuestra, pues es la verdadera riqueza que se nos ha dado, y luchemos para conservar lo que hemos heredado, y así podremos disfrutar con más ilusión del futuro que nos aguarda” (“Urania”)
Finalmente, la dedicatoria de cada canto a una musa, tal y como lo hiciera Herodoto en sus Nueve libros de la Historia, es la que nos da la idea más clara de la dimensión trascendente que tiene en esta obra el humanismo clásico. A este respecto, es fundamental el comienzo del canto noveno, dedicado a Urania, musa de la Astronomía:
Musen, die ihr so gern die herzliche Liebe bugünstigt,
Auf dem Wege bisher den trefflichen Jüngling geleitet,
An die Brust ihm das Mädchen noch vor der Verlobung gedrückt habt:
Helfet auch ferner den Bund des lieblichen Paares vollenden,
Teilet die Wolken sogleich, die über ihr Glück sich heraufziehn!
Aber saget vor allem, was jetzt im Hause geschiehet! (“Urania”, vv. 1-6)
“Musas que hacéis realizable el amor que sale del corazón, que habéis conducido hasta este lugar al joven de tan altas virtudes en su difícil itinerario y habéis querido que fuera posible el abrazo con su amada antes de aceptar ser su prometida, no los abandonéis en ningún momento: haced que se produzca la unión de estos dos seres y que muy pronto desaparezcan las nueves que amenazan su cielo de felicidad. Entretanto, relatadnos lo que pasaba en el hogar de Hermann.” (“Urania”)
a) El autor antiguo que ha elegido Goethe como modelo de su epopeya es Homero, lo que no responde a un hecho casual. De un lado, hay una razón biográfica, como es la reacción que experimenta Goethe frente a la tradición clásica más culta de los poetas latinos (Tibulo, Propercio) tras uno de sus viajes a Italia. De otro lado, desde el punto de vista de la historia literaria y de la estética, se está produciendo una recuperación de Homero, tan denostado como poeta bárbaro en los tiempos de la “Batalla de los antiguos y los modernos”, de la que se hacen eco, entre otros, autores como Perrault o Swift. En palabras de Antonio Tovar, “el helenismo directo, cuando Werther lee a Homero y Shelley arrostra la tormenta fatal con Sófocles en el bolsillo, coincide precisamente con la aparición de la gran escuela alemana filológica”. Son los tiempos de la Ilíada en la versión alemana de Johann Heinrich August Voss, que Goethe lee a un selecto auditorio allá por 1796, como nos cuenta en sus Diarios y Anales: “Poco a poco fuese consolidando una tertulia de hombres cultísimos que todos los viernes reuníase en mi casa. Leí yo un canto de la Ilíada, de Voss, granjéeme aplauso, despertó gran interés el poema y expresóse glorioso reconocimiento al traductor”.
b) Homero se contextualiza en esta obra de Goethe merced a una serie de innovaciones formales, tales como la libre adaptación que hace del hexámetro dactílico:
Also gingen die zwei entgegen der sinkenden Sonne,
Die in Wolken sich tief, gewitterdrohend, verhüllte,
Aus dem Scheleier, bald hier bald dort, mit glühenden Blicken
Strahlend über das Feld die ahnungsvolle Beleuchtung.
(Hermann und Dorothea, “Melpomene” vv. 1-4)
“Sus pasos seguían el camino del sol, que se dirigía a su descanso entre impresionantes nubes que eran presagio de tormenta. A intervalos no regulares, el sol se escondía o se asomaba enrojeciendo las nubes y vertía sobre los campos una luz irreal.” (J,W.Goethe, Hermann y Dorotea. Traducción de Rafael Ballester, Barcelona, Bruguera, 1984, p. 89)
Asimismo, podemos apreciar cómo el uso de ciertos adjetivos nos recuerda a los epítetos homéricos:
Und es sagte darauf der edle verständige Pfarrherr (“Melpómene” v. 78)
“Haciendo gala de gran discreción, el bondadoso cura atendía en silencio.” (“Melpómene”)
Se trata, en definitiva de verter un vino nuevo, es decir, un asunto propio de la sociedad burguesa de finales del siglo XVIII, en los viejos odres de la épica homérica.
c) En tercer lugar, las razones por las que Goethe hace este sorprendente uso de Homero tratando de imitar sus versos responde a un complejo planteamiento que tiene su referente histórico en un hecho tan fundamental como la quiebra de valores que supuso la Revolución francesa de 1789. Estamos, pues, ante una de las muestras más representativas del uso del humanismo clásico como reacción frente a tales eventos revolucionarios. Las viejas formas homéricas, convenientemente actualizadas, sirven para conformar este ensayo de “idilio burgués” que encuentra, asimismo, referentes clásicos en la “novela pastoril”. El idilio es, en definitiva, el que nos propone el amor (en este caso el amor familiar) como única salvación posible frente al caos, y así lo expone Hermann al final de la obra:
Desto fester sei, bei der allgemeinen Erschüttrung
Dorotea, der Bund! Wir wollen halten und dauern,
Fest uns halten und fest der schönen Güter Besitztum (“Urania” vv. 299-301)
“Dorotea, espero que nuestro próximo matrimonio, concertado en un tiempo de caos, sea afortunado hasta nuestro último día. Hagamos que el infortunio se aleje de nosotros, y lo conseguiremos si permanecemos siempre unidos; hagamos que nuestra vida sea enteramente nuestra, pues es la verdadera riqueza que se nos ha dado, y luchemos para conservar lo que hemos heredado, y así podremos disfrutar con más ilusión del futuro que nos aguarda” (“Urania”)
Finalmente, la dedicatoria de cada canto a una musa, tal y como lo hiciera Herodoto en sus Nueve libros de la Historia, es la que nos da la idea más clara de la dimensión trascendente que tiene en esta obra el humanismo clásico. A este respecto, es fundamental el comienzo del canto noveno, dedicado a Urania, musa de la Astronomía:
Musen, die ihr so gern die herzliche Liebe bugünstigt,
Auf dem Wege bisher den trefflichen Jüngling geleitet,
An die Brust ihm das Mädchen noch vor der Verlobung gedrückt habt:
Helfet auch ferner den Bund des lieblichen Paares vollenden,
Teilet die Wolken sogleich, die über ihr Glück sich heraufziehn!
Aber saget vor allem, was jetzt im Hause geschiehet! (“Urania”, vv. 1-6)
“Musas que hacéis realizable el amor que sale del corazón, que habéis conducido hasta este lugar al joven de tan altas virtudes en su difícil itinerario y habéis querido que fuera posible el abrazo con su amada antes de aceptar ser su prometida, no los abandonéis en ningún momento: haced que se produzca la unión de estos dos seres y que muy pronto desaparezcan las nueves que amenazan su cielo de felicidad. Entretanto, relatadnos lo que pasaba en el hogar de Hermann.” (“Urania”)
Lo más singular, en nuestra opinión, es esta sugerente asociación entre ese clasicismo humanizado del que hace uso Goethe con el amor. En uno y otro caso, ambos contribuyen a resolver el caos de los acontecimientos.
Francisco García Jurado
H.L.G.E.
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