No sé si a vosotros os ocurre, pero yo sigo notando que está mal visto leer según qué cosas. Como, por ejemplo, chick lit, esa novela romántica y moderna, destinada a un público mayoritariamente femenino y que parece que hay que leer de tapadillo. Pues no, señores, a mí no me da vergüenza decir que leo de todo, y aunque este no sea mi género favorito, de vez en cuando cae algún que otro título. ¿El último? El amor no es un invento de los poetas de Rita Nixon.
A Sol le faltan pocos meses para cumplir los treinta, trabaja en una revista femenina al borde de la quiebra y aún arrastra el trauma que le causó su ex,Esteban, cuando de la noche a la mañana decidió salir del armario y confesar que era gay. Por estas razones y porque es un poco loca, Sol acude a su psicólogo, Aitor, del que está un poquitín enamorada.
La desgracia viene cuando Aitor muere prácticamente en sus brazos por culpa de un atropello y Sol se propone darle sus cenizas a la que fue su amor de juventud y a la que nunca había olvidado. Comienza entonces un alocado periplo en busca de la escurridiza chica, en el que estará acompañada por otras pacientes del difunto. Y mientras tanto, como no podía ser de otra manera, el amor llama a su puerta de una manera un tanto enrevesada...
'El amor no es un invento de los poetas' es una novela ágil y divertida, fácil de leer y que te arranca más de una carcajada, cosa que se agradece. Me ha gustado especialmente que la historia de amor no sea lo principal de la trama, aunque no os voy a engañar, nos vamos a ir encontrando con todos los tópicos que suelen ser normales en este tipo de novela. A nadie le sorprende, tampoco.
Rita Nixon es periodista y ella misma se declara una fan total y absoluta de novelas, películas y series que contengan altas dosis de drama, amor y/o humor. Lleva más de diez años escribiendo guiones para cine y televisión, porque lo suyo es contar historias, sea en el formato que sea. Esta es su primera novela, pero ya ha advertido de que no será la última.
Estamos ante una novela divertida, de esas que son capaces de hacerte olvidar un mal día. No, no va a enseñarte nada nuevo ni va a cambiarte la vida, pero el buen rato no te lo va a quitar nadie, y eso para mí cuenta mucho, qué os voy a decir. Si, además, lo acompañas con un pastelito y una taza de chocolate, tenemos el plan completo para los días de manta y sofá que se avecinan. Para pasar un buen rato no necesitas más.
—Yo sé hacer la gaita —le espeto a Luis sin poder controlar las palabras que salen de mi boca.
—¿Cómo?
—Dime una canción y te hago la versión gaitera sólo con mi voz.
No puedo creer que le haya soltado una parida de tal magnitud. Esto es el final. The End. La muerte de esta historia de amor neonata. Cuando iba a Berlanga, el pueblo de mis padres, mi amigo Pelao, que ahora es matarife de cerdos, me enseñó durante un botellón a hacer la gaita. No sé cómo, pero se me daba realmente bien. Diría que es lo único que hago a la perfección en mi vida. En lo demás que se supone que controlo no soy más que una mediocre y siempre estoy temiendo que descubran mi farsa. Pero lo de la gaita, lo reconozco, lo bordo.
—Venga, va, Bailando, de Enrique Iglesias.
Martínez Roca
Colección: Divinity Books
ISBN: 978-84-270-4291-9
264 páginas
18,50 euros
—Yo sé hacer la gaita —le espeto a Luis sin poder controlar las palabras que salen de mi boca.
—¿Cómo?
—Dime una canción y te hago la versión gaitera sólo con mi voz.
No puedo creer que le haya soltado una parida de tal magnitud. Esto es el final. The End. La muerte de esta historia de amor neonata. Cuando iba a Berlanga, el pueblo de mis padres, mi amigo Pelao, que ahora es matarife de cerdos, me enseñó durante un botellón a hacer la gaita. No sé cómo, pero se me daba realmente bien. Diría que es lo único que hago a la perfección en mi vida. En lo demás que se supone que controlo no soy más que una mediocre y siempre estoy temiendo que descubran mi farsa. Pero lo de la gaita, lo reconozco, lo bordo.
—Venga, va, Bailando, de Enrique Iglesias.
—¿Cómo?
—Dime una canción y te hago la versión gaitera sólo con mi voz.
No puedo creer que le haya soltado una parida de tal magnitud. Esto es el final. The End. La muerte de esta historia de amor neonata. Cuando iba a Berlanga, el pueblo de mis padres, mi amigo Pelao, que ahora es matarife de cerdos, me enseñó durante un botellón a hacer la gaita. No sé cómo, pero se me daba realmente bien. Diría que es lo único que hago a la perfección en mi vida. En lo demás que se supone que controlo no soy más que una mediocre y siempre estoy temiendo que descubran mi farsa. Pero lo de la gaita, lo reconozco, lo bordo.
—Venga, va, Bailando, de Enrique Iglesias.
Colección: Divinity Books
ISBN: 978-84-270-4291-9
264 páginas
18,50 euros
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