miércoles, 29 de abril de 2009

Batracomiomaquia

Batracomiomaquia
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La Batracomiomaquia (del griego antiguo βάτραχος, ‘rana’, μῦς, ‘ratón’, y μάχη, ‘batalla’) o la Batalla de las ranas y ratones es una épica cómica o parodia sobre La Ilíada, atribuida definitivamente a Homero por los romanos, pero obra, según Plutarco,[1] de Pigres de Halicarnaso, el hermano (o hijo) de Artemisia, reina de Caria y aliada de Jerjes. Sin embargo, algunos autores modernos la atribuyen a un poeta anónimo de la época de Alejandro Magno.[2]

La palabra «batracomiomaquia» ha llegado a significar ‘disputa estúpida’. La traducción alemana, froschmäusekrieg, ha sido usada para describir disputas tales como la surgida entre la Escuela de Matemáticas y la de Sociología del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.

Trama

Un ratón que bebía agua de un lago se encontró con el Rey Rana, quien le invitó a su casa. Mientras el Rey Rana cruzaba nadando en lago, con el ratón sentado en su espalda, se enfrentaron a una espantosa serpiente acuática. La rana se sumergió, olvidándose del ratón, y éste se ahogó. Otro ratón fue testigo de lo ocurrido desde una orilla del lago, y corrió a contar a todos lo que había visto. Los ratones se prepararon para la batalla como venganza por la traición del Rey Rana y enviaron un heraldo para proponer a los dioses que eligiesen bando, y específicamente a Atenea para que les ayudase. Atenea rehusó, diciendo que los ratones le habían hecho muchas travesuras. Finalmente los dioses decidieron permanecer como espectadores en lugar de involucrarse. Se libró la batalla y los ratones fueron más fuertes. Zeus invocó a un ejército de cangrejos para evitar la completa destrucción de las ranas. Impotentes ante sus pinzas acorazadas, los ratones se retiraron, finalizando al ocaso la guerra de un solo día.

Contenido

El poema se compone de aproximadamente 300 hexámetros; el número varía variando dependiendo de los versos que interpolen los estudiosos de la métrica. El proemio del drama (versos 1–8) anuncia una guerra inmensa narrada en un lenguaje épico que contrasta con la insignificancia de los animales que lo protagonizan, lo que proporciona un toque cómico. Posee influencias de la fábula esópica de «la rana y el ratón» (n.º 302, casa de la rata), que narra cómo una vez el príncipe de los ratones Robamigas (en griego Psicharpax: todos los nombres son figurados) sació su sed en un estanque, y entonces el rey de las ranas Hinchamejillas (Physignathos) aparece en escena preguntándole por su origen y sexo (13–23). Existe una similitud entre estas ranas y las criaturas que habitualmente pone en escena Homero (24–55).

En respuesta Hinchamejillas invita a Robamigas a visitar su reino, pero sin embargo él quiere abandonar el estanque (56–81). De repente aparece una serpiente de agua, lo que asusta a Hinchamejillas, que se sumerge en el agua y que deja abandonado a Robamigas, quien hace votos de venganza (82–99). La escena es contemplada por un ratón rico denominado Ricamesa (Leichopinax), que posteriormente lo narra a la comunidad ratuna, lo que enfada al padre de Robamigas, el rey de los roedores, Roepán (Troxartes; 100–107).

En una asamblea general los ratones deciden vengarse de las ranas con una campaña militar bajo el mando de Roepán, equipándose para tal fin (108–131). En un concilio, el rey de las ranas, Hinchamejillas, decide poner a las ranas en armas (132–167). Desde este instante se puede observar un paralelismo entre los requerimientos a los dioses, ya que los ratones envían a Zeus un heraldo para que se ponga de su parte e invocan a Atenea para que les proteja. Zeus invoca a todos los dioses: entre todos se pretende que la guerra tenga final neutral (168–201). Así, Zeus abre el campo de batalla.

La descripción posterior es de los detalles de la batalla (202–259): Homero enfrenta en la lucha a los dos héroes individuales. La descripción final de la lucha es confusa debido al cruce de muchos textos traducidos e insertados en las traducciones antiguas.

Tras muchos esfuerzos diversos durante la batalla, parece estar inclinada al éxito de los ratones gracias al «gran rendimiento» (Aristie) del ratón Robamendrugo (Meridarpax), lo que forzó a huir a las ranas (260–269). Zeus ve en este momento la destrucción de las ranas y pide a los dioses que intervengan. Así lo hacen bajo el consejo del dios Ares, a pesar de los cual su fuerza no es suficiente para poner fin a la batalla (270–284). Ares propone a Zeus el lanzamiento de su terrible trueno, pero a pesar de la «inmensa sacudida sobre el Olimpo», no se puede detener a los ratones (285–292). Finalmente Zeus envía un ejército de cangrejos y camarones) y parece que la ayuda tiene éxito, huyendo los ratones despavoridos (293–303). «Tan pronto se ocultó el sol, la magia de la guerra y del día se habían esfumado.»

Fuente:http://es.wikipedia.org/wiki/Batracomiomaquia




LA GUERRA DE LAS RANAS Y LOS RATONES


El presente documento llamado Codex Huicalcensis fue adquirido en subasta de las Galerias Goldies de Londres, en 1984. Su dueño anterior fue Edward of Mills, cuyo ancestro adquirió el documento en un monasterio de Capadocia después de la Primera Cruzada, en 1095. Se piensa que es copia de más o menos el Siglo IV aC de un ejemplar ya inexistente.




Al comenzar esta primera página, ruego al coro del Helicón que venga a mi alma para entonar el canto que recientemente consigné en las tablas, sobre mis rodillas —una lucha inmensa, obra marcial llena de bélico tumulto— deseando que llegue a oídos de todos los mortales cómo se distinguieron los ratones al atacar a las ranas, imitando las proezas de los gigantes, hijos de la tierra. Tal como entre los hombres se cuenta, su principio fue del siguiente modo:


Un ratón sediento, que se había librado del peligro de una comadreja, sumergía su ávida barba cerca de allí, en un lago, y se refocilaba con el agua dulce como la miel cuando le vio una vocinglera rana, que en el lago tenía sus delicias y le habló de esta suerte:



—Forastero, ¿quién eres? ¿De dónde viniste a estas riberas? ¿Quién te engendró? Dímelo todo sinceramente: no sea que yo advierta que mientes. Si te considerare digno de ser mi amigo, te llevaré a mi casa y te haré muchos y buenos presentes de hospitalidad. Yo soy Hinchacarrillos y en el lago me honran como perpetuo caudillo de las ranas: crióme mi padre Lodoso y me dio a luz Reinadelasaguas, que se había juntado amorosamente con él a orillas del Erídano. Pero noto que también eres hermoso y fuerte, más aún que los otros; y debes de ser rey portador de cetro y valeroso combatiente en las batallas. Mas ea, declárame pronto tu linaje.



—¿Por qué me preguntas por mi linaje? Conocido es de todos los hombres y dioses y hasta de las aves que vuelan por el cielo. Yo me llamo Hurtamigas, soy hijo del magnánimo Roepán y tengo por madre a Lamemuelas, hija del rey Roejamones. Pero, ¿cómo podrás conseguir que sea tu amigo, si mi naturaleza es completamente distinta de la tuya? Para ti la vida está en el agua, mas yo acostumbro roer cuanto poseen los hombres: no se me oculta el pan floreado que se guarda en el redondo cesto; ni la gran torta rociada de sésamo; ni la tajada de jamón; ni el hígado, dentro de su blanca túnica; ni el queso fresco, de dulce leche fabricado; ni los ricos melindres, que hasta los inmortales apetecen; ni cosa alguna de las que preparan los cocineros para los festines de los mortales, echando a las ollas condimentos de toda especie.




Continúa en :
Fuente: http://www.homero.com.mx/Obras_Menores/Batracomiomaquia/06.html

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