viernes, 12 de noviembre de 2010

LA SIESTA DE UN FAUNO (VERSIÖN PARA LA ESCENA)

LA SIESTA DE UN FAUNO
(VERSIÖN PARA LA ESCENA)
(Un fauno sentado deja que de los brazos se
le escapen sendas ninfas. Se levanta.)
EL FAUNO:
Tenía unas ninfas!
¡Es un sueño!
No: abrazan
aún al aire inmóvil los límpidos rubíes
de sus senos
(Respirando)
y bebo las ansias.
(Golpeando con el pie)
¿Dónde están?
(Invocando al escenario)
¡Oh follaje, si guardas tú a estas mortales,
devuélvemelas por Abril que hincha tus núbiles
ramas (pues languidezco aún de tal dolencia)
y también por las rosas desnudas, oh follaje!
Nada.
(A grandes pasos)
¡Las quiero!
(Deteniéndose)
Pero el bello mar raptado
¿fue sólo la ilusión de tus sentidos pródigos?
La ilusión, fauno, ¿tiene ojos verdes y azules
-como flores de dulces aguas- de la más casta?
Y aquella que arrobaba el dulzor del contraste,
¿fue el viento de Sicilia yendo por tu toisón?
No, el viento de los mares al verter el desmayo
a labios demudados de sed, hacia los cálices,
no tiene, por refresco, los contornos tan lisos
al tacto, ni los huecos misterios donde bebes
la frescura que nunca los bosques te brindaron.
¡No obstante!...
(Al escenario)
Oh gladiolos marchitos de un pantano
que idénticos al sol despoja mi pasión,
juncales temblorosos de centellas, Decid
que a quebrar yo venía grandes cañas vencidas
por mis labios: y sobre el oro de los sotos
lejanos, inundando el mármol de las fuentes,
ondula una blancura dispersa de rebaño:
y al rumor de mi flauta, cuando afino los tubos,
vuelo ¿de cisnes? no, de náyades escapa.
Lo sigo... Oh, brilláis en la luz vacilante
sin un solo murmullo, sin decir que el rebaño
-por mi flauta espantado- huye volando...
(La frente en las manos)
¡Ea!
Todo aquí me es vedado, y yo so y pues la presa
de mi deseo tórrido y confuso que ¿cree
quizás en la embriaguez de la Savia? ¿Soy puro?
¡No lo sé! Todo sobre la tierra es oscuro:
y esto más todavía pues pruebas de mujer
es necesario, pecho mío, que las encuentres?
¡Si los besos tuvieran heridas se sabría!
¡Mas yo lo sé! ¡Ve, oh Pan, los testimonios del goce!
Admira en estos dedos la extraña mordedura
que revela los dientes femeninos y mide
la dicha de la boca donde dientes florecen.
(Al escenario)
Así pues, bosques míos de agitados laureles
confidentes de fugas, y lirios de silencio
púdico, ¿conspiráis? ¡Gracias! Quiero tomar
del eterno ensueño de jóvenes nenúfares
la piedra que hundirá sus fragmentos dispersos,
así como también vendimiar verdes brotes
de una lánguida viña, mañana sobre el musgo
estéril. Desdeñemos a los viles traidores.
Sereno, en abatido pedestal, hablar veo
sin medida a los pérfidos y en pinturas idólatras
arrancar todavía cinturas a su sombra:
así, cuando a las vides la claridad exprimo
para que mi dolor sea aislado del sueño,
¡risas!, alzo el exhausto racimo al cielo ardiente
-ávido de embriaguez- y sus pieles brillantes
aspiro hasta el ocaso mirando a su trasluz.
(Se sienta)
¡Oh náyades, unamos los múltiples recuerdos!:
mis ojos, horadando los juncos, van en pos
de un cuello inmortal, que el fuego hunde en las ondas
con un grito de rabia al cielo de la floresta:
y, del baño empapado, el tropel se perdía
en estremecimientos y cisnes, ¡pedrerías!
Yo iba, cuando a mis pies se enredan, florecidas
del pudor de amar sobre este lecho casual,
dos durmientes gozando el placer de ser dos.
Yo, sin desenlazarlas, las apreso y vuelo,
odiado por la frívola sombra, a los jardines
de rosas que atizan de impudor al sol,
donde nuestro amor sea como el aire extinguido.
(Levantándose)
¡Yo te adoro, enfado de vírgenes, delicia
feroz del albo cuerpo desnudo que resbala
por mis labios ardientes en un destello de odios!,
el espanto secreto que brota de la carne,
de los pies de la infame al pecho de la tímida,
sobre una piel cruel y perfumada, húmeda
quizás de los pantanos de espléndidos vapores.
Mi crimen fue haber -sin agotar temores
malignos- separado intrincados cabellos
que con besos los dioses habían confundido:
pues iba apenas para velar ardiente risa
tras los pliegues felices de una sola y guardando
con dedo frágil para que su blancor de pluma
se tiñera de¡ brillo que enciende a una hermana,
la pequeñuela, cándida y sin ruborizarse,
de mis brazos deshechos por las muertes lascivas,
¡como una presa siempre ingrata se libera
sin piedad del sollozo del que vine embriagado!
(De pie)
¡Olvidémoslas! ¡Otras muchas me vengarán,
el cabello a los cuernos de mi frente enredado!
¡Soy feliz! Aquí todo se ofrece, de la abierta
granada hasta el agua desnuda en su paseo.
Mi cuerpo, iluminado por Eros en la infancia,
¡esparce los bermejos fuegos del viejo Etna!
A la noche, boscajes en signos de cenizas,
la carne pasa y arde en muriente follaje
y en secreto se dice que la espléndida Venus
deseca los torrentes al ir con pies desnudos,
¡en las tardes sangrantes de rosas por sus labios!
(Las manos cogidas en el aire)
Mas...
(Como evitando con sus manos separadas
una centella imaginaria)
¿No estoy fulminado?
(Dejándose caer)
No, no, estas cerradas
mejillas y mi cuerpo de placer aturdido
sucumben a la antigua siesta del mediodía.
Durmamos...
(Tendido)
Sí, durmamos: soñaré en mi blasfemia
sin crimen, en el musgo marchito, pues me place
abrir la boca al gran sol, padre de los vinos.
(Con un último gesto)
(Entran lane y Ianthé, las dos ninfas. El fauno duerme)
IANE
¡Oh!, por si escucha:
¡adiós!
Vine, azur, y acaso no me oiga, descansé
en las hojas tocando mi cuello detestable
y joven de suspiros tan confusos que muero,
para entrever, según hablillas del malvado,
¡si expiraría adrede de encanto o de tristeza!
Mas no oí, muy inquieta; ¿era aquella una infancia
que se desvanecía entre los grandes ríos
cuando yo, desvelada, temblaba entre los juncos?
Si, incluso Ianthé, desde la mano del fauno,
Ianthé -¡oh tarde de oro!- que ama mi cabellera
se aísla en el olvido de un incierto recuerdo,
y no sin espantarme veré volver la sombra
de sus hermosos ojos de amatista, ¡oscura
fuente donde la noche de ayer he de beber!
........................................................................... ..
IANE
Sueño.
Ianthé.
IANTHÉ
¡Hacia la luna adorable que se hunde
en el ala y refulge en el cuello del cisne!
IANE
¡Tanto me debatía en el parque enterrado
de música y de aves, la soñada avalancha
era sólo el sollozo de aquella blanca luna
por dormir en los albos inciensos de las rosas
o el brillo que argenta suavizado follaje
fluía a la vez del ruiseñor que plañe!
(Silencio)
IANTHÉ
(¿Es necesario ser implacable?) Esta flauta
observa... Al espanto del silencio las voces
de los juncos hablaban solas bajo la brisa.
El hombre -te destruye su ensueño en un momentopara
verter sus cantos sagrados los cortó.
Las mujeres son dóciles hermanas de los juncos.
¡Cuando quiere aspirar bellos cuerpos que abjura,
niña, es el amor, más acerbo que el genio!
IANE
Entonces si esta flauta tiene el mal adorado
que me atormenta -¡oh mal celoso!- lo sabré.
(Recoge la flauta)
¡Porque me observa todo el embriagado azur!
(La coloca entre sus labios y toca)
Perdón, hermana mía, perdón...
IANTHÉ
Oh loca, ven. ¡Ven!
¡Amenaza dulce el enemigo! ¡Sígueme
entre rojos gladiolos!
IANE
¡No, parte solitaria!
¡Soy la que ambulará por la umbría enramada
del bosque!
EL FAUNO
(Se despierta con arrebato)
¡Dulce brillo que expira en murmullo!
Cipris sin visitar mi sueño, ni palomas,
el agua hablaba al agua en sus fuentes primeras
cuando una melodía con sus notas arrulla.
(Soñando)
¡Melodía, oh fuente de juventud que surte!
(Más soñador)
Mi juventud fluyó por las flautas. Brindaba
a la flor entreabierta música que el fresco
aliento de la noche vertía en dulce lluvia.
(Más soñador)
Al levantador, cuando se hastía nuestro ser
de violados cabellos y ricas vestiduras,
voy al lago, perdido, a quebrar tristes juncos
que abandono después de la afrenta y la cólera,
y el crepúsculo oscuro conduce a mi locura.
Cuando señaló el arte un elegido fauno
................. ......... no lo abandona ya.
Resuena en el vicio inútil, retrocede.
Y la impotencia huyendo en crepúsculo vil
cantará los pesares en su labio, fatal,
los inertes despojos del poema nativo.
De los unidos juncos que no osamos quebrar
brota la voz que exige rendirse a nuestras almas.
Pero, en este ensueño animal, yo sentí
mis dedos, de abatida voluntad, recargados
por un limo guardado por mi estático aliento ...
........................................................................ ..
a un alba nacarada de rocío inmortal...
........................................................................ ..
Por las arenas, faunos, con los vientos calmad
el sumiso temblor de marinas auroras
alzando las narices entre las ondas húmedas,
si mi lozano junco gustó entre la Grecia,
vosotros más, tritones esplendentes, saludo
de caracolas para la cuadriga sin freno
triunfante de la niebla; entre perlas y espuma,
fluentes inicios, playas, delfines, alboradas,
quiero, en la claridad transparente, innovar
almas de cristal puro que derrame la flauta
pues huyo inmortal, vencedor en la lucha,
de mujeres que encantan con sus hermosos llantos.
¿No soy yo quien desea, solo, sin que me fuercen
tus dolores, un límpido ideal?
En el horror
lustral, en el estanque de fuentes, que fascina
el azur, empapar quiero ya el ser furtivo
que de su hielo busca renacer, primitivo.
(TRAD. RICARDO SILVA-SANTISTEBAN
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