Silvina y Victoria Ocampo
Victoria Ocampo tradujo al francés, y recitó admirablemente (no en vano había estudiado teatro con Marguerite Moreno), El balcón, de su hermana Silvina. Decía de la lengua francesa: "idioma al que recurro cada vez que estoy conmovida porque es el idioma de mi infancia".
Le balcon
Dans l´été d´un balcon, balcon de France,
Nous regardions les cèdres étrangers
Et paraissant trop bleu dans le lointain
Un lac privé du ceibo et du zorzal.
Nous goûtions mieux une patrie plus vide :
Il n´y a pas un seul palmier, disais-je,
Des chants d´oiseaux ne nous réveillent plus
Avec les eaux boueuses, les navires.
Ah, notre fleuve sans mesure et brun !
À l´absence fidèle quoique ingrate,
Rentrée chez moi je me sens étrangère,
Me manque le balcon non le palmier,
Le cèdre manque à ma boueuse côte ;
Ah, le lac était bleu et que de roses !
El balcón
En el verano de un balcón, en Francia,
mirábamos los cedros extranjeros
y un demasiado azul en la distancia
lago, lejos de ceibos y jilgueros.
Nos gustaba una patria más vacía:
no hay aquí una palmera, yo decía,
no nos despierta el canto de las aves
con las aguas barrosas, con las naves.
Ah, yo prefiero el río de la Plata.
Fiel a la ausencia y todavía ingrata,
soy a veces aquí una forastera:
falta ahora el balcón, no la palmera,
faltan cedros y no costas barrosas;
¡Ah, qué azul era el lago y había rosas!
Dans l´été d´un balcon, balcon de France,
Nous regardions les cèdres étrangers
Et paraissant trop bleu dans le lointain
Un lac privé du ceibo et du zorzal.
Nous goûtions mieux une patrie plus vide :
Il n´y a pas un seul palmier, disais-je,
Des chants d´oiseaux ne nous réveillent plus
Avec les eaux boueuses, les navires.
Ah, notre fleuve sans mesure et brun !
À l´absence fidèle quoique ingrate,
Rentrée chez moi je me sens étrangère,
Me manque le balcon non le palmier,
Le cèdre manque à ma boueuse côte ;
Ah, le lac était bleu et que de roses !
El balcón
En el verano de un balcón, en Francia,
mirábamos los cedros extranjeros
y un demasiado azul en la distancia
lago, lejos de ceibos y jilgueros.
Nos gustaba una patria más vacía:
no hay aquí una palmera, yo decía,
no nos despierta el canto de las aves
con las aguas barrosas, con las naves.
Ah, yo prefiero el río de la Plata.
Fiel a la ausencia y todavía ingrata,
soy a veces aquí una forastera:
falta ahora el balcón, no la palmera,
faltan cedros y no costas barrosas;
¡Ah, qué azul era el lago y había rosas!
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