martes, 27 de junio de 2017

Ogham: Antigua Bendición Irlandesa (Completa y con traduc...

Antigua Bendición Irlandesa (Completa y con traducción)








Que el camino salga a tu encuentro. Que el viento siempre esté detrás de ti y la lluvia caiga suave sobre tus campos. Y hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te sostenga suavemente en la palma de su mano. Que vivas por el tiempo que tú quieras, y que siempre quieras vivir plenamente.
Recuerda siempre olvidar las cosas que te entristecieron, pero nunca olvides recordar aquellas que te alegraron. Recuerda siempre olvidar a los amigos que resultaron falsos, pero nunca olvides recordar a aquellos que permanecieron fieles. Recuerda siempre olvidar los problemas que ya pasaron, pero nunca olvides recordar las bendiciones de cada día. Que el día más triste de tu futuro no sea peor que el día más feliz de tu pasado.
Que nunca caiga el techo encima de ti y que los amigos reunidos debajo de él nunca se vayan. Que siempre tengas palabras cálidas en un anochecer frío, una luna llena en una noche oscura, y que el camino siempre se abra a tu puerta.
Que vivas cien años, con un año extra para arrepentirte. Que el Señor te guarde en su mano, y no apriete mucho su puño. Que tus vecinos te respeten, los problemas te abandonen, los ángeles te protejan, y el cielo te acoja. Y que la fortuna de las colinas irlandesas te abrace.
Que las bendiciones de San Patricio te contemplen. Que tus bolsillos estén pesados y tu corazón ligero. Que la buena suerte te persiga, y cada día y cada noche tengas muros contra el viento, un techo para la lluvia, bebidas junto al fuego, risas para que te consuelen aquellos a quienes amas, y que se colme tu corazón con todo lo que desees. Que Dios esté contigo y te bendiga, que veas a los hijos de tus hijos, que el infortunio te sea breve y te deje rico en bendiciones. Que no conozcas nada más que la felicidad. Desde este día en adelante, que Dios te conceda muchos años de vida, seguro Él sabe que la tierra no tiene suficientes ángeles.


1. La obra
Se trata de una antigua bendición irlandesa, de autor anónimo, aunque la tradición la
atribuye al mismo San Patricio.
El arreglo es de un músico americano contemporáneo, James Moore (Virginia, 1951).

2. Texto y traducción

Inglés Traducción aproximada



May the road rise to meet you,
May the wind be always at your back.
May the sun shine warm upon your face,
The rains fall soft upon your fields.
And until we meet again,
May God hold you in the palm of his hand
Que el camino nos lleve a encontrarnos,
que el viento sople siempre a tu favor,
que el sol brille cálidamente sobre tu rostro,
que la lluvia moje suavemente tus tierras
y  hasta que volvamos a encontrarnos,
Dios te guarde en la palma de su mano.

May God be with you and bless you:
May you see your children's children.
May you be poor in misfortune,
Rich in blessings.
May you know nothing but happiness
From this day forward.

Que Dios esté contigo y te bendiga,
que veas a los hijos de tus hijos,
que seas pobre en infortunios
y rico en bendiciones.
Que a partir de este día sólo conozcas la felicidad

May the road rise up to meet you
May the wind be always at your back
May the warm rays of sun fall upon your home
And may the hand of a friend always be near.

Qué el camino nos lleve a encontrarnos,
que el viento sople siempre a tu favor,
que los cálidos rayos del sol caigan sobre tu casa
y que siempre tengas cerca una mano amiga.

May green be the grass you walk on,
May blue be the skies above you,
May pure be the joys that surround you,
May true be the hearts that love you.

Que siempre esté verde la hierba que pisas
y azul el cielo sobre ti,
que sean completas las alegrías que te rodean
y sinceros los corazones que te aman.







lunes, 26 de junio de 2017

Gianluca Vacchi vs Bonya&Kuzmich - la tramvaia

Parov Stelar feat. AronChupa - Grandpa’s Groove (Official Video)

The Fifth Element Music Video (1997) (RyoDrake Productions)

Avatar Flight with the Mountain Banshees

BONYA & KUZMICH - KOVRIK STYLE (Major Lazer & DJ Snake - Lean On (feat. ...

БОНЯ И КУЗЬМИЧ - ЗА МОЛОКОМ (BONYA&KUZMICH - ZA MOLOKOM)

БОНЯ И КУЗЬМИЧ - ЗА БУГОР (BONYA&KUZMICH - ZA BUGOR)

gianluca vacchi vs bonya&kuzmich

La asamblea de las mujeres

domingo, 25 de junio de 2017

Maldiciones romanas de andar por casa



¿Cansado de lanzar maldiciones ineficaces contra la clase política corrupta de este país? ¿Y a ese vecino ruidoso que religiosamente coge el taladro a las 8 de la mañana? Afortunadamente, tenemos la solución a sus problemas: Maldiciones romanas "caseras".

http://www.ivoox.com/maldiciones-romanas-andar-casa-audios-mp3_rf_16902320_1.html?utm_expid=113438436-41.XwSbWAIXSCCDvn5myOP5Yw.0&utm_referrer=http%3A%2F%2Fwww.ivoox.com%2F


New Wave Electro Synth Mix

La leyenda del invierno








Como dijo un gran sabio y presidente español: "Esto no es como el agua que cae del cielo sin que se sepa exactamente por qué". Nuestros antepasados griegos, no tuvieron ese problema, ya que usaron la mitología para explicar los fenómenos que ocurrían a su alrededor.



Mujeres espartanas: la verdad silenciada de los “300”





Las mujeres espartanas han sido relegadas a un segundo plano por los destellos de admiración que despiertan los musculosos hoplitas espartanos. Marta Huelves Molina nos habla sobre las espartanas, mujeres de leyenda, deseadas y a la vez odiadas por todo el mundo griego.

http://www.ivoox.com/18864628

¿Traidora o chacha? Y tú… ¿cuál prefieres? Helena de Troya vs. Penélope de Ítaca

Hoy hablamos sobre la historia de dos famosas mujeres griegas: Penépole y Helena. 
Penélope y Telémaco. Fuente
Los mitos tienen, como todo lo interesante en esta vida, un componente extraordinario: el poder de resistir el paso del tiempo. Son una herencia colectiva y memorable, utilizados muchas veces con fines educativos. La historia de estas dos heroínas griegas, rescatadas del universo de Homero, supone un ejemplo de la parcialidad con la que se ha tratado la imagen de la mujer a lo largo de la historia, reduciendo la complejidad de nuestra condición a dos categorías: mujeres buenas o malas.
¿Creéis que estos criterios están superados? Las historias de Helena y Penélope mantienen todavía su influencia en nuestra sociedad, a juicio de algunos, tan evolucionada.
Nuestras heroínas tienen en común vairos rasgos que las unen. Primero el poder, las dos pertenecen a la casa real espartana. Segundo la belleza, cuentan con un séquito de pretendientes. Y tercero la maternidad, cada una tuvo un hijo con su marido: Hermíone, hija de Helena, y Telémaco de Penélope. Además eran primas por parte de padre. La relación entre ellas no es casual: mientras Helena representa el origen de la guerra de Troya y sus desgracias, la historia de Penélope pertenece, sobre todo, a la posguerra. Cada una simboliza un modelo de mujer: frente a la casta y fiel Penélope, encontramos una casquivana, traidora e infiel Helena.
Penélope de Ítaca: señora de su casa, aficionada a las mortajas y tejedora en paro
Penélope hilando. Fuente
Penélope es, sin ninguna duda, el modelo de mujer perfecta en la Antigüedad (y en no pocos foros actuales como foro coches): representa la tradición patriarcal de la mujer sumisa y obediente. Su aparición se produce cuando Odiseo, Ulises para los romanos y para algunos despistados, se casa con ella. Homero nos cuenta que no había pasado un año cuando Odiseo abandona su patria, Ítaca, de la que era rey, para ayudar a su amigo Menelao y participar en la Guerra de Troya. Tras la marcha de Odiseo, Penélope quedó como única dueña de los bienes de su marido. El palacio real fue asediado por numerosos pretendientes, los príncipes, que la acosaron para que eligiese a uno de ellos para desposarla, (no perdamos de vista que no les movía el amor ni la compasión: deseaban el trono de Ítaca). Cuenta el mito que Penélope se las ingenió para ganar tiempo, esperando aún el regreso de Odiseo. Es de sobra conocida la estratagema que urdió: afirmó que elegiría a uno de ellos en cuanto terminara de tejer una mortaja para su suegro, Laertes, (¡pobre hombre!, imagino el desasosiego cada vez que la veía acercarse al telar). Durante el día trabajaba en la tela, pero por la noche deshacía el trabajo.
Bien. Si analizamos la historia detenidamente, descubriremos algo sorprendente: Penélope demostró, además de una fina inteligencia, una capacidad de aguante extraordinaria, si tenemos en cuenta que el señor Odiseo pasó veinte años fuera de su casa, los diez que duró la guerra de Troya y otros diez que tardó en encontrar el camino de regreso. No era muy despierto parece, estaba por ahí de juerga, con Circe, por ejemplo…Existen, por tanto, otros aspectos más relevantes que la fidelidad: con independencia de que Penélope estuviera locamente enamorada de Odiseo, se mantuvo al frente de la casa real durante veinte años. Demostró su capacidad de gestión y administración, además de la defensa de unos bienes, que por derecho la pertenecían. Si Penélope hubiera cedido a las pretensiones de los príncipes, su hijo, Telémaco, se habría quedado para vestir santos.
Frente a este comportamiento ejemplar de paciencia y fidelidad durante la ausencia del marido, encontramos a Helena.
Helena de Troya: golfa, peleona y casquivana
Helena de Troya. Fuente
En primer lugar, se trataba de la mujer más hermosa, que es presentada como un trofeo: muchos pretendientes acudieron desde todas partes de Grecia, animados por la fama de su belleza y con la promesa del trono de Esparta. Tindareo, su padre, temiendo provocar una guerra entre los pretendientes, siguió un consejo de Odiseo: hizo jurar a los pretendientes que acudirían en auxilio del elegido, por si (en algún momento), Helena fuese seducida o raptada. Un tipo listo éste Odiseo, sabía que Helena no era para él, ya que los otros eran más ricos; y de paso se ganaba el favor del rey para que lo ayudara a obtener la mano de Penélope, la única mujer que podía competir en belleza con Helena. Por si a alguien le interesa, el elegido fue Menelao.
Y en segundo lugar, Helena es raptada, seducida o no, por Paris, un príncipe troyano. Cuando Menelao se entera, apela al “juramento de Tindareo”, por el cual, los antiguos pretendientes de Helena debían ayudar al marido ultrajado. Comienza así la guerra de Troya, (no vamos a entrar aquí en el dudoso origen de la guerra por una mujer, por aquello del marido despechado, los cuernos, los celos y demás), donde la figura de Helena pasa del Olimpo al Averno en cero coma. De ser considerada casi una diosa, paradigma de belleza, se convierte en prototipo de mujer adúltera y mujer objeto; una especie de Mata Hari de la Antigüedad.
¿Y quién puede creer que el origen de la guerra de Troya lo causara una mujer?
Los verdaderos motivos de la guerra son ajenos a Helena. Intereses como el enriquecimiento y la extensión del poder en Asia, la ambición, el afán de riquezas y la ubicación de Troya; en definitiva, razones económicas y geoestratégicas son las que llevan a los griegos a una guerra decidida por Agamenón mucho antes de que Helena fuera raptada. Ella será, pues, una simple excusa, el pretexto oficial.
Y tú, ¿de quién eres?
Presentadas nuestras heroínas, me reitero en el argumento: no pretendemos variar el significado del mito, evidencia que algunos esgrimen para desacreditar los estudios de género. Sin embargo, creo más que conveniente superar los estereotipos que representan estas mujeres e incidir en aquellas partes de la historia digamos… veladas, poco destacadas, suprimidas, ocultadas, silenciadas o pasadas por el arco del triunfo.
¿Todavía seguís pensando que los mitos forman parte del pasado?
La misma Historia, una mirada distinta; mirada de mujer, necesaria para contar nuestra Historia.

Bibliografía
  • Apolodoro, 1998, Biblioteca Mitológica, Alianza Editorial, Madrid. Traducción, introducción y notas de Julia García Moreno
  • Homero, 2000, La Odisea, Editorial Gredos, Madrid. Introducción de Carlos García Gual, traducción de José Manuel Pabón.
  • Butler, J., 2001, El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad, Paidós, México.
  • Finley, M. I., 1961, El Mundo de Odiseo, Fondo de cultura económica, México D.F.
  • García Gual, C., 2003, Diccionario de mitos, Siglo XXI de España Editores, Madrid.
  • Pomeroy, S. B., 1987, Diosas, rameras, esposas y esclavas. Mujeres en la Antigüedad clásica, Akal, Madrid.

La sexualidad romana

Los romanos vivían el amor y el sexo como un gran regalo de los dioses, que debían practicarlo al máximo.
Hay un grafiti en las ruinas de Pompeya que dice “que viva el que ama; que se muera quien no sabe amar. Dos veces perezca todo el que pone obstáculos al amor”.
Visité las ruinas de Pompeya hace un año con gran detenimiento. El guía, que nos acompañaba, empezó diciendo, que para entender la vida romana deberíamos dejarnos los tabúes actuales, consecuencia de la moral cristiana con la que nos educaron, que es totalmente represora de la sexualidad.
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Los frescos de Pompeya demuestran la importancia del sexo en la época

Debemos saber que los dioses romanos no tenían la sexualidad como una cuestión moral degradante. Se buscaba siempre el placer, la vida natural y la felicidad. En la misma Pompeya hay escrita una frase de un amante, que dice “Los amantes como las abejas, saborean una vida dulce como la miel”.
La presencia del falo era algo cotidiano para los romanos, al igual que había sucedido en todas las culturas antiguas, porque era el instrumento que garantizaba la fertilidad.
El falo estaba en el dios romano Fascinus. Las matronas romanas eran las encargadas de llevarle flores. Su culto era desarrollado por las conocidas vestales, cuya misión consistía en alejar el mal de ojo (fascinum) que tanto preocupaba a los romanos, favorecer la germinación de las plantas y estimular el alumbramiento de las hembras estériles.
Los romanos vivían el amor y el sexo como un gran regalo de los dioses, que debían practicarlo al máximo. Para que veamos hasta donde llega esta sexualidad hay una lápida funeraria que dice “Vino, sexo y termas arruinan nuestros cuerpos, pero son la sal de la vida”.
La sexualidad romana ha pretendido siempre mostrarse orgullosa de su propia virilidad, por eso es fácil encontrar inscripciones, grafitis que hacen alabanza de la misma. De esta forma, el poder, el estado social y la buena fortuna se expresaban frecuentemente en términos fálicos.

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Los hombres romanos tenían que ser parte activa en todo lo referente a la sexualidad. No se entendía la pasividad sexual en un hombre, pues suponía la pérdida del control, virtud esta que era muy valorada en Roma.
Los hombres romanos podían tener relaciones tanto con hombres prostitutos (los prostitutos eran esclavos, siempre que el romano fuera el activo) como con mujeres. Esto era aceptado social y legalmente.
La homosexualidad
Las leyes romanas regulaban la homosexualidad. Tenemos la “Lex Scantinia”, “Lex Iulia” “Lex Iulia de vi publica” que regulaban la homosexualidad entre hombres libres. Un hombre, que disfrutaba siendo penetrado, era llamado pathicus o catamita. Se le consideraba pasivo y en consecuencia es presentado como hombre débil y femenino, con una fuerte connotación despreciativa.
Estas leyes sobre la homosexualidad no se aplicaban cuando eran los esclavos o los bárbaros quienes la practicaban, pues no eran considerados como seres humanos. Si un romano se dejaba penetrar por cualquiera de ellos, era mirado con desdén. Los esclavos eran definidos como res (cosa) y podían ser usados libremente en cualquier situación sin ser considerado algo ilegal.
El hombre romano era bisexual y la educación que se daba a los hijos, iba encaminada a lograr esa bisexualidad. El hombre era quien dominaba y tenía que mostrar su superioridad en todos los órdenes de la vida, tanto en la familia, como en la sociedad, la política y por supuesto en la guerra.
El hombre romano era el que mandaba en casa y decidía todo. Su bisexualidad era buscada, porque su dominio superaba a la mujer y debía tener una dominación total sobre todas las cosas.
Una de las prácticas, que hacían los romanos, era la sodomización de los enemigos venidos. Además también sodomizaban a los esclavos que vivían en sus casas.
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La educación bisexual de los romanos no iba encaminada a la consecución del placer, sino a demostrar su poder, esto era por motivos culturales y políticos. En Roma, la insinuación de que un hombre hubiera sido penetrado por otro hombre, podía ser suficiente para terminar con una carrera política. Sin embargo, debemos saber que no todos los ciudadanos romanos realizaban estas prácticas homosexuales.
Como estamos viendo de forma reiterada, la sociedad romana era profundamente machista y además muy jerarquizada. Los hombres jóvenes no debían llegar vírgenes al matrimonio y era mal visto, que un joven se casara sin tener experiencia sexual.
Sin embargo, lo que era válido para el hombre, no lo era para la mujer joven. Las mujeres pertenecientes a las clases poderosas tenían terminantemente prohibido haber mantenido relaciones sexuales antes del matrimonio. La virginidad femenina en las clases pudientes representaba un gran valor social en la mujer. Al mismo tiempo, se impedía que se llegara al matrimonio estando embarazada y el marido tuviera que admitir un hijo que no fuera suyo.
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EL MATRIMONIO
Uno de los aspectos que nos debe llamar la atención es que los romanos no se casaban por amor, sino simplemente para reproducir y así dar continuidad y engrandecer el futuro de Roma. Los contrayentes matrimoniales, salvo excepciones, no eran fruto del amor, pues su finalidad al igual que estamos viendo en otras sociedades antiguas era la procreación de hijos legítimos. Es lo que vemos continuamente en los planteamientos de la iglesia católica, que entiende el matrimonio como un sistema de reproducción y nunca como una forma de placer humano, al cual condena con toda su fuerza.
Los matrimonios romanos eran exclusivamente por intereses sociales y económicos. Las relaciones entre los esposos carecían de intimidad alguna y en consecuencia la atracción sexual era muy escasa. Esto hacía que el divorcio se diera en la sociedad romana con gran frecuencia.
Las relaciones con esclavas eran alentadas. Sin embargo, las relaciones con esclavos no eran alentadas como forma de placer sexual. Estas relaciones homosexuales eran una forma de castigo al mismo nivel que cuando se usa el látigo para infringir dolor.
El matrimonio era una institución básica en la sociedad romana, pues definía de forma clara la propiedad y legitimidad de los hijos. Sin embargo, no era necesariamente considerada como una institución sagrada desde el punto moral y religioso.
Los esposos acataban las rígidas reglas legales que marcaba el matrimonio, sin embargo las actividades íntimas de los esposos no eran tan estrictas, siendo considerado normal que el esposo buscara satisfacción sexual con otras mujeres.
Vemos como predominaba el machismo más rancio, porque a las esposas no se les permitía lo mismo que al marido y debían respetar las reglas de fides marita y ser fieles a sus esposos.
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EL ADULTERIO
El adulterio no estaba bien visto, pero una vez más podemos comprobar que el mismo hecho no es considerado igual, si la que lo realiza es una mujer pobre o una matrona romana. Si el adulterio lo provoca una mujer de clase baja esto no es considerado un problema, mientras que era considerado un serio crimen si venía de una matrona de la elite.
Los romanos partían del principio de que se iban a producir traiciones y adulterios en el matrimonio. El hombre adultero lo podía hacer de forma pública, mientras que las mujeres lo tenían que hacer en la oscuridad para evitar ser descubiertas. Las leyes romanas condenaban el adulterio femenino, pero a pesar de esto era muy practicado.
El castigo para el adulterio variaba en función de la clase social. La mayoría de las veces, las penas eran aplicadas para la mujer adúltera y su amante. Los castigos eran mayormente patrimoniales, dictando la confiscación de la mitad de los bienes del adúltero, un tercio del de la mujer, así como la mitad de su dote.
En determinadas circunstancias se permitía, que el marido pudiera matar a su esposa si la sorprendía cometiendo el adulterio. Normalmente lo que se le planteaba era que se divorciara.
La sociedad romana era patriarcal, en la familia todo era decidido por el hombre y en consecuencia el castigo del adulterio sería decidido por el marido. Cuando el adulterio no era condenado con la muerte, entonces esta mujer después del matrimonio tenía prohibido volverse a casarse.
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Consoladores romanos

Todas las leyes romanas buscaban mantener la limpieza moral del Imperio y sobretodo mantener las clases sociales intactas. Para Thomas A. J. McGinn “es como que las leyes augustas sobre el adulterio y el matrimonio, alentaran indirectamente el alza de un respetable concubinato como una institución reconocida en su propio derecho”.
El emperador Augusto, nada más llegar al poder promulgó leyes que hacían del adulterio femenino un delito grave y fuertemente castigado.
EL CONCUBINATO
El concubinato es una institución romana, que permitía a un hombre tener una cierta relación ilegal sin repercusiones, con la excepción del emparejamiento con prostitutas. Los ciudadanos no podían casarse o cohabitar legalmente con una concubina mientras se tuviera una esposa legal.
El marido utilizaba a las esclavas, las amantes, las concubinas y a las prostitutas. El papel de la esposa era exclusivamente darle hijos al marido. La esposa no debía conocer el placer que proporcionaba el sexo y el amor.
Esta poligamia masculina era tolerada de hecho porque no significa una amenaza para la religión y la integridad legal de la familia. El título de concubinato no era considerado derogatorio y era utilizado incluso en las lápidas funerarias.
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La leges Juliae aprobado por el emperador Augusto dio el primer reconocimiento legal al concubinato y lo definía como la convivencia pero sin matrimonio. De esta forma, el concubinato tenía una función práctica, permitiendo tener unas relaciones legales fuera del matrimonio. Sin embargo, eran consideradas ilegales las de la prostitución.
La leges Juliae regulaba muchas de estas relaciones fuera del matrimonio y consideraba inapropiados algunas relaciones. Por ejemplo un senador no podía casarse con una esclava liberada o convivir con una exprostituta. El hombre que deseaba vivir en concubinato con una mujer y no casarse era preciso que lo notificara a las autoridades.
Este tipo de cohabitación variaba muy poco del matrimonio. Sin embargo, si de esta relación de concubinato había hijos, estos no eran considerados legítimos. Muchos hombres de las clases dominantes después de quedarse viudos solían vivir en concubinato, entonces los hijos de su primer matrimonio eran los que heredaban, mientras que los del concubinato no tenían ningún derecho.
¿Qué diferencia había entre una mujer casada y una concubina en el mundo romano?
Para tenerlo claro debemos seguir al jurista romano Paulo que lo definió de la siguiente forma “una concubina se diferencia de una esposa solamente en la consideración social en la que se la tiene”, lo que nos viene a decir es que una concubina no era considerada socialmente igual a su hombre como lo era la esposa. La ley romana decía que un hombre no podía tener una concubina al mismo tiempo que una esposa.
A pesar de estar clara la ley romana, los primeros que la incumplieron fueron los propios emperadores como fue el caso de Augusto, Marco Aurelio y Vespasiano.
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Jurídicamente las concubinas estaban muy desamparadas por las leyes romanas. Estas dependían de lo que los hombres le otorgaran. Las leyes romanas tenían claro que debían diferenciar claramente entre lo que es una esposa y una concubina. Si seguimos al jurista Numa Pompilio decía “Una concubina no tocará el altar de Juno. Si lo hace, le ofrecerá sacrifico con una oveja teniendo el pelo suelto”.
El concubinato es una figura que aparece rápidamente en el mundo romano y ya existía esta figura en la época de la monarquía romana, pero las concubinas tenían prohibido la adoración a la diosa Juno que era la diosa del matrimonio. El jurista Ulpiano decía “solamente esas mujeres con las que se tienen relaciones lícitas pueden ser concubinas sin temor a cometer un crimen”.
LA PROSTITUCIÓN
La prostitución en la historia de Roma fue evolucionando. De esta forma, en la antigua Roma, la prostitución era un símbolo de vergüenza. En la República Tardía en los inicios del Principado, la falta de reputación estaba reflejada en la ley y calificaba a sus practicantes como infames.
La primera documentación, que hace referencia a la prostitución romana lo encontramos en el Cuerpo de Derecho Civil que tiene su origen en los inicios del siglo VI a. C.
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Moneda romana sprintia

Todas las personas que se dedicaban a la prostitución no podían expresarse en la Corte, ni realizar acusaciones y no podían presentarse en candidaturas para la Magistratura.
Toda persona que ejerciera la prostitución debía estar registrada legalmente. La ley romana estipulaba la infamia y decía “no solamente una mujer que practica la prostitución, pero también quien lo ha hecho aunque haya cesado la práctica; la desgracia no es eliminada aunque se discontinúe la actividad”.
La infamia era la pérdida formal de una buena reputación y en el mundo romano era una gran herramienta cultural para la consecución del buen comportamiento de todos sus ciudadanos.
Esta pérdida de la buena fama debido a un comportamiento vergonzoso, como era la prostitución, representaba un estigma social y legal muy importante. Significaba la pérdida a los ciudadanos de muchos de sus privilegios.
El miedo a la vergüenza a los ojos de la comunidad, suponía un buen antídoto y era un modo de controlar socialmente el comportamiento decoroso de la ciudadanía.
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La famosa Copa Warren, se encuentra en el Museo Británico

La literatura romana da muestras de cómo eran utilizada estas formas de comportamiento y se trabaja sobre el comportamiento de estos dos tipos de mujeres: la bien educada que era virgen y puede esposarse y la prostituta que está por debajo del nivel social de los ciudadanos.
La literatura romana muestra de una forma muy sugerente el papel de la prostituta. Muchas veces se recurría a la prostitución como una metáfora. Eran vestidas y reconocidas por su vestimenta, con ropas chillonas hechas de seda transparente. Además, se distinguían por el uso de las togas, que eran ropas que solían usar los hombres romanos.
Los escritores romanos presentaban la prostitución de forma muy degradante para la mujer y la representaban como signo de impureza. La prostitución era asociada a la suciedad, lo que todavía le daba un rango social menor.
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Figura 1. Escenas de sexo en representaciones artísticas romanas: A) Detalle de mosaico (termas de Caracalla, Roma). B) Fragmento de vidrio (Metropolitan Museum, Nueva York). C) Pintura estucada (casa del Centenario, Pompeya)

Los proxenetas romanos también eran representados de forma infame. Estos eran mirados con desdén y estaban estigmatizados dentro de la sociedad romana. La ley decía “la ocupación de un proxeneta no es menos degradante que la práctica de la prostitución y el crimen por ello es incluido en las leges Juliae, como una pena preservada contra el marido que tenga ganancias monetarias por el adulterio de su esposa”.
Debemos saber, que los romanos vivían con marcados tabúes morales y sexuales. Todos aquellos aspectos de la práctica sexual que estaban socialmente reconocidos se desarrollaban dentro del matrimonio romano.
Dentro de la sexualidad romana los genitales femeninos y la menstruación eran vistos de manera negativa. No se permitía que se produjera alteración de los roles establecidos, así era muy mal visto que una mujer pudiera ejercer un rol dominante sobre el hombre.
Ser penetrado un hombre o hacer sexo oral a la mujer era considerado sexualmente como un rol pasivo. El sexo oral hacia la mujer era muy controvertido. Hay muy pocos datos sobre el lesbianismo entre romanas, pero parece claro que era un tabú más fuerte, que si lo realizaban dos hombres.
Las prácticas sexuales dentro del mundo femenino también variaban en función de la clase social a la que pertenecían. Las mujeres de clase baja, las extranjeras y las esclavas, tenían mucha más libertad sexual que las de clase alta, las matronas.
Lo que sí era igual era el uso de afrodisiacos o las llamadas pociones del amor, utilizadas tanto por mujeres f12como por hombres. El sexo con mujeres embarazadas era socialmente muy aceptado. Hay textos donde se relata que Julia, hija del emperador Augusto aprovechaba su embarazo para tener relaciones sexuales con otros hombres, que no fuera su marido.
Hay un aspecto muy llamativo dentro de la sexualidad romana y es que en la época de la Roma imperial la violación era una práctica muy normal, muy diferente a la de otras culturas antiguas, que era muy castigado. Sin embargo, durante la monarquía la violación era considerada un delito y estaba penada con la pena de muerte o debía partir para el exilio el violador y se le confiscaban todos sus bienes.
Lo que se pretendía era preservar el valor de la castidad en las mujeres, el honor del padre si era virgen y el honor del esposo de la mujer casada. No podemos hablar de un atentado a la libertad sexual, porque las mujeres no podían decidir con quién mantener relaciones sexuales.
Las mujeres no tenían libertad en sus relaciones con los hombres. Estos consideraban el lesbianismo como algo excitante y morboso, pero estaba muy oculto en la sociedad, ya que la mujer de entonces sólo tenía la misión reproductora y no del disfrute de su sexualidad ni como elegir la forma del disfrute carnal. Una mujer que quería ser la pareja activa en una relación se le llamaba tribade, algo no consentido socialmente y penalizado.
La sexualidad romana era de total dominio del hombre que actuaba como un amo respecto a su esposa y esclavos, es decir, esta relación estaba basada en el sometimiento total al hombre.
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Relieve que muestra una pareja practicando sexo

El placer femenino era totalmente ignorado. La moral sexual romana se basaba en el binomio someter y ser sometido. Someter era un honor, mientras que ser sometido era absolutamente vergonzoso y más si este era un varón adulto libre. Sin embargo, si era un esclavo o una mujer se consideraba de lo más natural.
f3Uno de los aspectos que llaman mucho la atención es que los romanos no practicaban el beso en la calle. Sin embargo, la ley dice que el esposo tiene el derecho al beso, es decir una mujer romana estaba obligada a besar cada día al marido en la boca.
Esto que nos resulta sorprendente ahora era una vieja costumbre romana y tenía la finalidad de controlar que la mujer no bebiera. Había una ley que prohibía beber vino a las mujeres, porque se decía que si una mujer bebía podía perder el control, porque podía favorecer y dar facilidades al adulterio por los efectos desinhibidores que produce el alcohol.
Habrá una segunda parte donde tocaré temas como el aborto, el infanticidio, las bacanales, las fiestas de las prostitutas, las monedas sexuales y las termas. Espero que les guste y no se pierdan la segunda parte.


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Las cosillas del Tíomallo

Programa 307. Lunes 19 junio de 2017




domingo, 18 de junio de 2017

sábado, 17 de junio de 2017

Supersticiones con el estornudo - Causas y creencias

Supersticiones con el estornudo - Causas y creencias
Egipcios y griegos lo consideraban una advertencia divina; el pueblo creía en los presagios del estornudo, del zumbido de oídos y en toda clase de señales que los dioses envían en los días nefastos, días en los que conviene abstenerse de toda acción.
Existía una casuística bien establecida: si se estornudaba por la tarde, era buen augurio; y mala cosa estornudar al levantarse de la mesa por la mañana.
Homero se hace eco de estas creencias en su Odisea, ocho siglos antes de Cristo:
"Telémaco estornudó, resonando en toda la casa y Penélope se rió y dijo: «Ve y tráeme a ese extranjero; ¿no te has dado cuenta de que el estornudo de mi hijo Telémaco confirma cuanto se dijo?».
En la Antigüedad se llamó al estornudo «pequeña muerte», por creerse que en ese momento el alma deja momentáneamente el cuerpo. Aristóteles refiere que la gente de su tiempo lo tenían por cosa propia de la divinidad, razón por la que se saludaba a quien estornudaba; se replicaba al estornudo diciendo: «¡Vive!», «Qué Zeus te guarde». Y en Roma se decía «Salve». Nadie quedaba indiferente, y si no había quien contestara, el estornudador se contestaba a sí mismo.
Plinio, Propercio, Catulo decían que desde las doce del mediodía a las doce de la noche era favorable el estornudo. El escritor latino del siglo II Lucio Apuleyo, en su novela satírica El asno de oro, hace exclamar a uno:
«¡Salud, amigo; y salud al segundo y tercer estornudo!». De que era costumbre de mucha solera da cuenta en el siglo i el autor de Vidas paralelas, Plutarco, sacerdote del templo de Efeso:
Eufranticides, el adivino observó que una llama subía hacia arriba, fuera del precinto del sacrificio, y en ese instante una persona estornudó a su derecha. Cogió a Temístocles de la amano y le ordenó que sacrificase a los tres prisioneros a fin de que los griegos alcanzaran la victoria.
Plinio se hace eco de la popular superstición y recuerda que el mismo Tiberio César, hombre insociable, contestaba con un «¡Salud!» al estornudo de otros. No obstante, los romanos se apercibieron de que estornudar era presagio de enfermedad, y se sabía que con estornudos y aparentes resfriados comenzaba a manifestarse nada menos que la peste. Acaso por eso acogían a quien estornudaba con el saludo por antonomasia: Salve = Que no te pase nada.
Curiosa noticia da San Agustín de Hipona, quien en su Doctrina Christiana, del siglo iv, cuenta que algunos hombres de su tiempo eran tan supersticiosos que cuando oían que alguien estornudaba, si en ese momento se acababan de levantar de la cama y estaban calzándose, volvían a meterse en el lecho, por tenerlo por signo de mala suerte. Entre los persas y otros pueblos de Oriente Medio, si se habla de un muerto y alguien estornuda, el que tenía la palabra interrumpe el discurso y exclama: «Gloria a Alá»; si no lo hace puede caer fulminado. En el siglo vm, Alcuino de York, consejero de Carlomagno decía:
"Los presagios, las voces de los pájaros y los estornudos deben ser evitados, pues sólo para quienes creen en esas cosas tienen sentido."
Avicena, médico árabe del siglo X, intentó dar una explicación razonada, apuntando al hecho de que acaso el estornudo indique desorden físico, por lo que era bueno desearle salud y pedir a Dios que libre de él a quien lo sufre. Responder al estornudo con los nombres de la Sagrada Familia, costumbre todavía en uso, alterna con coletillas como «Salud», de origen laico y voluntad no religiosa; los alemanes dicen también Gesundheit = salud. Los italianos acogen el estornudo con otra expresión: Felicita. Ningún pueblo permanece indiferente. El mundo árabe lo acompaña de una exagerada ceremonia consistente en unir las manos e inclinarse. En cualquier caso, estas soluciones son preferibles a la recogida por el cronista santanderino Tomás Maza, quien registra como dicho a quien estornuda, en el ámbito de gente ruin:
"Dios te arrugue. A mí con el tiempo y a ti sin él; aquí tengo el culo: bésame en él"
En Andalucía se creía en tiempos de mi bisabuela Clara, que contaba sucesos de tiempos de Napoleón, cosas como las que siguen: Si un recién nacido estornuda hay que bendecir a Dios, ya que es signo de que tendrá suerte en la vida y gozará de salud... siempre que no estornude en lunes: hacerlo indica peligros inconcretos o muerte cercana. Estornudar en martes anuncia un encuentro inminente con persona desconocida. Estornudos en miércoles: barrunto de preocupaciones. Es positivo estornudar en jueves, ya que trae buenas noticias.
Sin embargo, hacerlo en viernes implica desolación. Lo mejor es estornudar en sábado, durante las primeras horas de la tarde: indica suerte en el amor; quien estornuda en domingo tendrá mala racha durante siete días.
El estornudo ha sido visto como un peligro inminente para la salud e incluso la vida de quien estornudaba. En ámbitos rurales de Europa todavía se cree que el niño permanece bajo el hechizode las hadas hasta que no haya estornudado, por lo que se vigilaba antaño con ansiedad el primer estornudo: se creía que los atrasados mentales no estornudan nunca de pequeños.
Este estado de cosas es heredero de la convicción antigua de que en el aliento reside el alma, principio vital, creencia que se apoya en el capítulo II del Génesis:
"Formó pues el Señor Dios al hombre del lodo de la tierra, e inspiróle en el rostro un soplo o espíritu de vida, y quedó hecho el hombre viviente con alma racional."
El estornudo o expulsión brusca del resuello suponía para los antiguos echar la vida del cuerpo, expulsar el soplo que Dios le había insuflado. En la tradición anterior al Cristianismo se creía que el alma reside en la cabeza, y que al estornudar se dejaba en ella un vacío que podían ocupar los espíritus del mal.
Aquello era más peligroso cuando estornudaba un enfermo, en cuyo caso no se escatimaban esfuerzos para mantener su boca cerrada mientras se invocaba a la buena suerte y se rodeaba de amuletos al paciente. La hipótesis de que el estornudo es una reacción automática de la cabeza para protegerse de sustancias extrañas que podían entrar por la nariz al cerebro fue expuesta por Aristóteles y su coetáneo Hipócrates, quien se dio cuenta de que cuando el estornudo tiene que ver con la enfermedad el peligro de muerte es grande.
Para estos estornudos morbosos —como los propios de la tisis, el asma, la enfisema— la Medicina antigua no tenía otro remedio que las frases piadosas o jaculatorias como «¡Que Júpiter te guarde, pues aquí no podemos hacer nada!».
La cultura latina introdujo una variante menos científica para explicar el estornudo y sus peligros, viendo en todo ello un intento del cuerpo por echar fuera los espíritus que se habían introducido para hacerle daño. No era recomendable contenerlo, ya que podía causar una enfermedad, por eso, a la persona que estornudaba se le decía: ¡Felicidades!; y si alguien iniciaba los movimientos del estornudo y no lo conseguía, se acogía aquel fallo torciendo el gesto, o con la frase: «¡Los dioses te ayuden!», pues no había estornudado. Para evitar las malas consecuencias del estornudo, el papa Gregorio I instituyó en el siglo vi la costumbre de decir «Dios te bendiga» a quien estornudaba; por entonces Italia se veía afectada de una epidemia, acaso de gripe, cuyo síntoma principal era el estornudo persistente.
De aquella fórmula deriva la actual, y decimos «Jesús» si se estornuda una vez; «María», cuando se hace por segunda vez; y «José» si se estornuda una tercera. Mi abuela Isabel solía añadir —cuando el estornudo no cesaba-: «Santos Cosme y Damián le valgan», y apretaba firmemente los labios dando a entender que las cosas iban mal, y aseguraba que de no repetir esta fórmula podía reventar quien estornudaba. En cierta ocasión oí a mi madre comentar con su hermana Isabel que ésta estornudó al nacer, y que por eso sería dichosa.
En la cultura anglosajona se dice: «Un estornudo, un deseo; dos estornudos, un beso; tres estornudos..., algo mucho mejor». También se cree que si alguien estornuda mientras está hablando es señal de que dice la verdad. Y entre alemanes y austríacos se cree que quien estornuda tres veces seguidas antes del desayuno recibirá un regalo.
Entre los judíos religiosos existe la costumbre de responder al estornudo con la palabra emet = verdad: creen que cuando alguien estornuda tras haber hecho alguna afirmación, Dios lo corrobora. Es voz latina, de sternuere, de donde se dijo en el siglo xv «esternudar», variante de estornudar, vigente en Méjico; «estornudo» es de uso más antiguo, presente en el Calila e Dimna, del siglo xm, acaso del latín tardío sternutus.
 

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jueves, 15 de junio de 2017

"El diario de un loco" de Lu Sin


Dos hermanos, cuyos nombres me callaré, fueron mis amigos íntimos en el liceo, pero después de una larga separación, perdí sus huellas. No hace mucho supe que uno de ellos estaba gravemente enfermo y, como iba de viaje hacia mi aldea natal, decidí hacer un rodeo para ir a verlo. Solo encontré en casa al primogénito, quien me dijo que era su hermano menor el que había estado mal.
-Le estoy muy agradecido de que haya venido a visitarlo -dijo-. Pero ya está sano desde hace algún tiempo y se marchó a otra provincia, donde ocupa un puesto oficial.
Buscó dos cuadernos que contenían el diario de su hermano y me lo mostró riendo. Me dijo que a través de ellos era posible darse cuenta de los síntomas que había presentado su enfermedad, y que él creía que no había ningún mal en que los viera un amigo. Me llevé el diario y al leerlo comprendí que mi amigo había estado atacado de “delirio de persecución”. El escrito, incoherente y confuso, contenía relatos extravagantes. Además, no aparecía en él fecha alguna y solo por el color de la tinta y las diferencias de la letra se podía comprender que había sido redactado en diferentes sesiones. Copié parte de algunos pasajes no demasiado incoherentes, pensando que podrían servir como elementos para trabajos de investigación médica. No he cambiado una palabra a este diario, salvo el nombre de los personajes, aunque se trate de campesinos completamente ignorados del mundo. En cuanto al título, conservo intacto el que su autor le dio después de su curación.
2 de abril de 1918

I
Esta noche hay luna muy hermosa.
Hacía más de treinta años que no la veía, de modo que me siento extraordinariamente feliz. Ahora comprendo que he pasado estos treinta últimos años en medio de la niebla. Sin embargo, debo tener cuidado: de otra manera, ¿por qué el perro de la familia Chao me iba a mirar dos veces?
Tengo mis razones para temer.

II
Esta noche no hay luna. Yo sé que esto va mal.
Esta mañana, cuando me arriesgué a salir con precauciones, Chao Güi-weng me miró con un fulgor extraño en los ojos: se habría dicho que me temía o que tenía deseos de matarme. Había además siete u ocho personas que hablaban de mí en voz baja, con las cabezas muy juntas: tenían miedo de que las viera. La más feroz de todas mostró los dientes al reírse mientras me miraba, lo que me hizo estremecerme de pies a cabeza, porque ahora sé que sus maquinaciones están a punto.
No obstante, continué mi camino sin miedo. Ante mí había un grupo de niños que discutían también sobre mi persona; sus miradas tenían el mismo fulgor que la de Chao Güi-weng y en sus rostros había la misma palidez de acero. Me pregunté qué clase de odio podían tener los niños contra mí para obrar también de esta manera. No pudiendo contenerme, grité: “¡Díganmelo!”, pero ellos huyeron.
He reflexionado. ¿Qué razones tienen Chao Güi-weng y los hombres de la calle para detestarme? Hace veinte años di un pisotón por error en un viejo libro de cuentas del señor Gu Chiu1, lo que le produjo gran contrariedad. Aunque Chao Güi-weng no conoce al señor Gu, ha debido oír hablar de este asunto y quiere sacar la cara por él; por ello se ha puesto de acuerdo contra mí con los hombres de la calle. Pero ¿por qué los niños? Cuando ocurrió este incidente ni siquiera habían nacido; entonces, ¿por qué me han mirado con ese aire extraño que revelaba miedo o deseos de matar? Todo esto me espanta, me intriga y me desconsuela.
¡Ahora comprendo! Han sabido el asunto por sus padres.

III
En la noche no consigo dormir. Para comprender las cosas, es preciso reflexionar sobre ellas.
Estos hombres han sido engrillados por el magistrado, abofeteados por el señor del lugar, han visto a sus mujeres apresadas por los alguaciles de la Corte de Justicia y a sus padres y madres suicidarse para escapar a los acreedores… pero nunca mostraron rostros tan espantosos, tan feroces como los que les vi ayer.
Lo más extraño de todo fue esa mujer que le pegaba a su hijo en plena calle, gritándole: “¡Muchacho cochino! ¡Debería comerte unos cuantos pedazos para que se me pasara la rabia!” Al decir esto me miraba a mí. Me sobresalté, incapaz de dominar mi emoción, mientras la banda de rostros lívidos y colmillos aguzados estallaba en risas. El viejo Chen llegó de prisa y me condujo por la fuerza a la casa.
En casa, los miembros de la familia fingieron no reconocerme; sus miradas eran semejantes a las de la gente de la calle. Entré en el escritorio y ellos echaron el cerrojo, igual que cuando se encierra en el gallinero a una gallina o un pato. Este incidente es aun más inexplicable; verdaderamente no sé lo que pretenden.
Hace algunos días, uno de nuestros arrendatarios de la aldea de los Lobos, al venir a informar sobre la sequía que reina en el campo, contó a mi hermano mayor que los campesinos habían dado muerte a un conocido malhechor del lugar. Luego algunos hombres le arrancaron el corazón y el hígado, los frieron y se los comieron, para criar valor. Los interrumpí con una palabra y mi hermano y el labrador me lanzaron muchas miradas raras. Hoy comprendo que sus miradas eran absolutamente iguales a las de los hombres de la calle.
Solo de pensar en ello me estremezco de la cabeza a los pies.
Si comen hombres, ¿por qué no habrían de comerme a mí?
Evidentemente esa mujer que “quería comerse unos cuantos pedazos”, la risa del grupo de hombres lívidos con colmillos aguzados, y la historia del arrendatario, son índices secretos. Sus palabras están envenenadas, sus risas cortan como espadas y sus dientes son hileras de resplandeciente blancura; sí, son dientes de comedores de hombres.
Yo no creo ser un mal sujeto, pero desde que me metí con el libro de cuentas de la familia Gu, no estoy seguro de nada. Se diría que guardan algún secreto que yo no acierto a adivinar. Por otra parte, cuando están contra alguien, no tienen dificultad en declararlo malo. Recuerdo que cuando mi hermano me enseñaba a disertar, por más perfecto que fuera el hombre sobre el cual tenía yo que hablar, bastaba que expusiera algún argumento contra él para ganar un “bien”; y cuando era capaz de encontrar excusas para un hombre malo, mi hermano decía: “Además de originalidad, tienes un verdadero talento de litigante”. Entonces, ¿cómo puedo saber lo que piensan, sobre todo en el momento en que se proponen devorar al hombre?
Para comprender las cosas es preciso reflexionar sobre ellas. Creo que en la antigüedad era frecuente que el hombre se comiera al hombre, pero no estoy muy seguro de esta cuestión. He cogido un manual de historia para estudiar este punto, pero el libro no contenía fecha alguna; en cambio, en todas las páginas, escritas en todos sentidos, estaban las palabras “Humanitarismo”, “Justicia” y “Virtud”. Como de todas maneras me era imposible dormir, me puse a leer atentamente y en medio de la noche noté que había algo escrito entre líneas: dos palabras llenaban todo el libro: ¡”devorar hombres”!
Los tipos del libro, las palabras de nuestros arrendatarios, todos, sonreían fríamente, mirándome de un modo extraño. ¡Yo también soy un hombre y quieren devorarme!

IV
Esta mañana pasé un buen rato sentado tranquilamente. El viejo Chen me trajo mi comida: un plato de legumbres y otro de pescado cocido al vapor. Los ojos del pescado eran blancos y duros; tenía la boca entreabierta, igual que esa banda de comedores de hombres. Después de probar algunos bocados de esa carne viscosa, no sabía ya si estaba comiendo pescado o carne humana, de suerte que vomité con asco.
Dije:
-Mi viejo Chen, anda a decirle a mi hermano que me ahogo aquí y que quisiera salir a pasear por el jardín.
El viejo Chen se alejó sin responder, pero un poco después volvió a abrirme la puerta.
No me moví, preguntándome qué iban a hacer, porque sabía muy bien que no iban a dejarme libre. Efectivamente, mi hermano se acercaba con un viejo que caminaba a pasos lentos. Ese hombre tenía una mirada terrible, pero como temía que yo me diera cuenta, bajaba la cabeza hacia el suelo y me miraba a hurtadillas, por encima de sus anteojos.
-Tienes un aspecto magnífico -me dijo mi hermano.
-Sí -respondí.
-Le he pedido al señor Jo que viniera a examinarte -siguió diciendo.
Respondí:
-¡Que lo haga! -¡pero yo sabía muy bien que ese viejo no era otro que el verdugo disfrazado!
So pretexto de tomarme el pulso quería calcular mi grado de corpulencia y seguramente iban a darle un pedazo de mi carne en pago de sus servicios. Yo no tenía miedo; aunque no como carne humana, me creo más valiente que esos caníbales. Tendí ambos puños y esperé lo que iba a seguir. El viejo se sentó, cerró los ojos, me tomó largamente el pulso, permaneció un instante silencioso y luego, abriendo los ojos diabólicos, dijo:
-No se deje llevar por su imaginación. Algunos días de tranquilidad y reposo y se repondrá.
¡No dejarse llevar por la imaginación! ¡Tranquilidad y reposo! Evidentemente, cuando yo estuviera bien cebado, tendrían más que comer. Pero ¿qué ganaría yo? ¿Era eso lo que iba a “reponerme”? A esos caníbales les gusta comer hombres, pero obran en secreto, tratando de salvar las apariencias, y no se atreven a actuar directamente. ¡Es para morirse de la risa! No pudiendo aguantarme, me eché a reír a carcajadas, porque eso me divertía una enormidad. Yo sé que en mi risa vibraban el valor y la justicia. El viejo y mi hermano palidecieron, aplastados por el valor y la justicia de que yo hacía gala.
Pero justamente porque soy valiente, tendrán aun más ganas de devorarme, para adquirir parte de mi coraje. El viejo dejó mi habitación y apenas se habían alejado un poco, dijo a mi hermano en voz baja: “Engullirlo en seguida”. Mi hermano bajó la cabeza en señal de asentimiento. ¡Tú estás también en esto! Este extraordinario descubrimiento, aunque imprevisto, no me asombró, sin embargo, excesivamente: ¡mi hermano formaba parte de la banda de caníbales que quería devorarme!
¡Mi hermano es un comedor de hombres!
¡Soy hermano de un comedor de hombres!
¡Podré ser devorado por los hombres, pero no por eso dejo de ser hermano de un comedor de hombres!

V
Estos días he vuelto a mis reflexiones. Aunque ese viejo no fuera el verdugo disfrazado, aun fuera verdaderamente un médico, no es por eso menos un comedor de hombres. En el libro sobre las virtudes de las hierbas, escrito por uno de sus predecesores, Li Shi-cheng, ¿no dice acaso con todas sus letras que la carne humana puede comerse frita? Entonces, ¿cómo podría rechazar el título de caníbal?
En cuanto a mi hermano, también tengo mis razones para acusarlo. Cuando me enseñaba los clásicos, yo lo oí decir con sus propios labios: “Cambiaban sus hijos para comérselos”. Otra vez que se trataba de un hombre muy malo, dijo que merecía no solo ser muerto, sino aun que “se comieran su carne y se acostaran sobre su piel”. Yo era pequeño en esa época y al oír tal cosa mi corazón se puso a saltar muy fuerte durante largo rato. Cuando anteayer el arrendatario de la aldea de los lobos le contó que el corazón y el hígado de un hombre habían sido comidos, mi hermano no manifestó ningún asombro, limitándose a aprobar con la cabeza. Está claro que sus sentimientos no han cambiado. Si se admite que es posible “cambiar sus hijos para comérselos”, ¿qué es lo que no se podría cambiar entonces? ¿Y qué es lo que no se podría comer? Antes me había limitado a escuchar esas explicaciones sin tratar de profundizarlas, pero ahora sé que cuando me daba sus lecciones, en el borde de sus labios brillaba grasa humana y que su corazón estaba lleno de sueños caníbales.

VI
Todo está negro, no sé si es de día o de noche. De nuevo el perro de la familia Chao se ha puesto a ladrar.
Tiene la ferocidad del león, la cobardía de la liebre, la astucia del zorro…

VII
Conozco sus maniobras: no quieren ni se atreven a matarme directamente por temor a las consecuencias; por ello se las arreglan para tenderme lazos y llevarme al suicidio. A juzgar por la actitud de los hombres y mujeres de la calle el otro día, y la de mi hermano estos últimos días, la cosa es poco más o menos segura: quieren que me saque el cinturón, lo amarre a un poste y me cuelgue. Nadie los llamará asesinos y, sin embargo, verán colmados sus deseos secretos; esto los llenará de contento y les provocará una especie de risa plañidera. O bien, me dejarán morir de miedo y tristeza, y aunque este sistema hace enflaquecer, de todos modos mi muerte los dejará satisfechos.
¡Solo comen carne muerta! He leído en algún sitio que existe una fiera de mirada horrible y aspecto espantoso llamada “hiena”. Esta bestia come carne muerta y es capaz de triturar los huesos más grandes, que se engulle después de molerlos minuciosamente. ¡De solo pensar en esto da terror! La hiena está emparentada con el lobo, el lobo es de la familia de los perros. El hecho de que el perro de la familia Chao me haya mirado muchas veces anteayer, demuestra que han conseguido ponerlo de acuerdo con ellos y que forma parte del complot. En vano ese viejo baja su mirada hacia el suelo, yo no me dejo embaucar.
Lo más lastimoso es mi hermano. El también es un hombre; ¿no tiene miedo tal vez? ¿Por qué se ha unido a los que intentan devorarme? ¿Acaso porque esto se ha hecho siempre, encuentra que no hay ningún mal en ello? ¿O pone oídos sordos a su conciencia y hace deliberadamente algo que sabe que es malo?
Será el primero de los comedores de hombres a quienes maldeciré; será también el primero de los hombres a quienes trataré de curar del canibalismo.

VIII
En el fondo, deberían saber esto desde hace tiempo…
De pronto entró un hombre. Tenía unos veinte años y una cara muy sonriente, cuyos rasgos no distinguí bien. Me saludó con la cabeza y vi que su sonrisa tenía un aire falso. Le pregunté:
-¿Es justo comer hombres?
Siempre sonriendo, respondió:
-¿Por qué comer hombres, cuando no se tiene hambre?
Comprendí de inmediato que formaba parte del clan de los que aman la carne humana. Esto azuzó mi coraje e insistí neto:
-¿Es justo?
-¡Para qué hacer tales preguntas! Verdaderamente… a usted le gusta bromear… ¡Está muy hermosa la noche!
Estaba muy hermosa la noche, la luna estaba muy brillante, pero yo le pregunté:
-¿Es justo?
Tomó un aire de desaprobación y, sin embargo, respondió con voz no muy clara:
-No…
-¿No? Entonces, ¿por qué los comen?
-Eso no puede ser…
-¿No puede ser? Bueno, ¿acaso no los comen en la aldea de los Lobos? Además, está escrito en todas partes en los libros, ¡es claro como el día!
Su faz cambió de color, poniéndose pálido como un muerto. Con los ojos fuera de las órbitas, dijo:
-Tal vez tenga usted razón, esto se ha hecho siempre…
-¿Es por ello justo?
-No quiero discutir ese tema con usted. ¡Usted no debería hablar de esto, no tiene razón para hacerlo!
Di un salto, con ambos ojos muy abiertos, pero el hombre había desaparecido y yo estaba completamente mojado con el sudor. Este hombre es mucho más joven que mi hermano y ya forma parte de su clan. Seguramente se debe a la educación de sus padres. Quizás ha enseñado ya esto a su hijo. Por lo cual hasta los niños pequeños me miran con odio.

IX
Quieren devorar a los otros y temen ser devorados a su vez; por esto se estudian recíprocamente con miradas cargadas de sospechas…
Si abandonaran estos pensamientos se sentirían a sus anchas en el trabajo, en el paseo, en la comida, en el sueño. Para franquear este obstáculo solo hay que dar un paso: pero el padre y el hijo, el hermano y el hermano, el marido y la mujer, el amigo y el amigo, el profesor y el estudiante, el enemigo y el enemigo, y hasta los desconocidos, forman un clan, se aconsejan y se retienen mutuamente para que a ningún precio alguien dé este paso.

X
Temprano en la mañana fui en busca de mi hermano, que miraba el cielo desde la puerta del salón. Llegué por detrás, me situé en el alféizar de la puerta y le dije con mucha calma y cortesía:
-Hermano, tengo algo que decirte.
Se volvió rápidamente y asintió con un movimiento de cabeza.
-Habla.
-Se trata solo de algunas palabras, pero no sé cómo expresarlas. Hermano, es probable que en los tiempos primitivos los salvajes hayan sido en general algo caníbales. Al evolucionar sus sentimientos, algunos dejaron de devorar hombres, pugnaban por progresar y se convirtieron en hombres, en verdaderos hombres. Sin embargo, aún quedan devoradores de hombres… Es como entre los insectos; algunos han evolucionado, se han transformado en peces, pájaros, monos y finalmente en hombres. Ciertos insectos no han querido progresar y hasta hoy continúan en estado de insectos. ¡Qué vergüenza para un caníbal si se compara con el hombre que no come a sus semejantes! Su vergüenza debe ser muchísimo peor que la del insecto frente al mono.
“Yi Ya2 cocinó a su hijo para dar de comer a los tiranos Chie y Chou; este hecho pertenece a la historia antigua. ¿Quién habría dicho que después de la separación del cielo y la tierra por Pan Gu3, los hombres se iban a devorar entre ellos hasta el hijo de Yi Ya, y que desde el hijo de Yi Ya hasta Sü Si-ling4 y desde Sü Si-ling hasta el malhechor arrestado en la aldea de los Lobos el hombre se comería al hombre? El año pasado, cuando se ejecutaba a los criminales en la ciudad, había un tuberculoso que iba a mojar el pan en su sangre, para lamerla5.
“Quieren comerme, y por cierto que solo no puedes nada contra ellos. Pero ¿por qué unirte a ellos? Los devoradores de hombres son capaces de todo. Si son capaces de comerme, también serán capaces de comerte. Hasta los miembros de un mismo clan se devoran entre sí. Pero basta con dar un paso, basta con querer dejar esta costumbre y todo el mundo quedará en paz. Aunque este estado de cosas dura desde siempre, tú y yo podríamos empezar desde hoy a ser buenos y decir: ‘Esto no es posible’. Yo creo que tú dirás que no es posible, hermano, puesto que anteayer cuando nuestro arrendatario te pidió que le rebajaras el alquiler, tú le respondiste que no era posible.”
Al comienzo sonreía con frialdad, luego pasó por sus ojos un resplandor feroz y cuando puse al desnudo sus pensamientos secretos, su rostro se tornó lívido. En el exterior de la puerta que daba a la calle había un verdadero grupo; Chao Güi-weng se hallaba allí con su perro y todos estiraban el cuello para ver mejor. Yo no alcanzaba a distinguir los semblantes de algunos, pues se hubiera dicho que estaban velados; los otros tenían siempre el mismo tinte lívido y esos colmillos agudos y esos labios con una sonrisa afectada. Comprendí que pertenecían todos al mismo clan, que todos eran devoradores de hombres. Sin embargo, yo sabía también que existían sentimientos muy diferentes. Algunos pensaban que el hombre debe devorar al hombre porque así se ha hecho siempre. Otros sabían que el hombre no debe devorar al hombre, pero de todos modos lo hacían, temerosos de que sus crímenes fueran denunciados; por eso al oírme se llenaron de cólera, pero se limitaron a apretar los labios esbozando una sonrisa cínica.
En ese instante mi hermano adoptó un aspecto terrible y gritó con voz fuerte:
-¡Salgan todos! ¡Para qué mirar a un loco!
Muy pronto comprendí su nuevo juego. No solamente se negaban a convertirse, sino que estaban preparados de antemano para abrumarme con el epíteto de loco. De este modo, cuando me comieran, no solo no tendrían disgustos, sino que aun les quedarían agradecidos. El arrendatario nos dijo que el hombre devorado por los campesinos era un mal hombre; es exactamente el mismo sistema. ¡Siempre el mismo estribillo!
El viejo Chen entró también, muy encolerizado; pero ¿quién podría cerrarme la boca? Tengo absoluta necesidad de hablar a esos hombres.
-¡Conviértanse, conviértanse desde el fondo del corazón! ¡Sepan que en el futuro no se permitirá vivir sobre la tierra a los devoradores de nombres! Si no se convierten, todos ustedes serán devorados también. ¡Por más numerosos que sean sus hijos, serán exterminados por los verdaderos hombres, como los lobos son exterminados por los cazadores, como se extermina a los insectos!
El viejo Chen hizo salir a todo el mundo y luego me rogó que volviera a mi habitación. Mi hermano había desaparecido no sé dónde. El interior del cuarto estaba completamente negro. Las vigas y maderas se pusieron a temblar sobre mi cabeza; luego al cabo de un instante crecieron y se amontonaron sobre mí.
Pesaban mucho, yo no podía moverme. Querían matarme, pero yo sabía que ese peso era ficticio. Me debatí, pues, y me liberé, el cuerpo cubierto de sudor. Sin embargo, deliberadamente repetí:
-¡Conviértanse en seguida! ¡Conviértanse desde el fondo del corazón! ¡Sepan que en el futuro no se permitirá que sobrevivan los devoradores de hombres!…

XI
El sol no aparece más, la puerta solo se abre dos veces al día, cuando me traen mis comidas.
Mientras tomaba los palillos, volví a pensar en mi hermano mayor; ahora yo sé que fue él el causante de la muerte de mi hermana pequeña. Tenía cinco años y era tan linda que enternecía. Veo de nuevo a nuestra madre sollozando sin cesar y a mi hermano consolándola. Tal vez sentía arrepentimiento porque era él quien se la había comido. Si es todavía capaz de experimentar ese sentimiento.
Nuestra hermana ha sido devorada por mi hermano; no sé si mi madre llegó a darse cuenta de ello.
Pienso que mi madre lo sabía; si en medio de sus lágrimas no dijo nada, probablemente fue porque lo encontraba muy natural. Recuerdo que un día que me hallaba tomando el fresco ante la puerta del salón -en esa época tendría unos cuatro o cinco años- mi hermano me dijo que un hijo debe estar dispuesto a cortar un trozo de carne de su cuerpo, echarlo a cocer y ofrecerlo a sus padres si estos caen enfermos, pues es así como obra un hombre honesto. Mi madre no protestó. Si es posible comer un trozo de carne humana, evidentemente es posible comerse a un hombre entero. No obstante, cuando vuelvo a pensar en sus sollozos de entonces, no puedo evitar que el corazón se me apriete. Qué extraña cosa…

XII
Ya no puedo pensar más en ello.
Solamente hoy me doy cuenta de que he vivido años en medio de un pueblo que desde hace cuatro milenios se devora a sí mismo. Nuestra hermanita murió justamente en el momento en que mi hermano se hacía cargo de la familia. ¿No habrá mezclado su carne con nuestros alimentos para que la comiéramos sin saber que lo hacíamos?
¿Acaso sin quererlo he comido carne de mi hermana? Y ahora me llega el turno…
Si tengo una historia que cuenta cuatro mil años de canibalismo -al principio no me daba cuenta de ello pero ahora lo sé-, ¡cómo podría esperar encontrar a un hombre verdadero!

XIII
Tal vez existan niños que aún no han comido carne de hombre.
¡Salven a los niños!…
FIN

狂人日記 / 狂人日记, “Kuángrén Rìjì”, 1918

1. Gu Chiu significa antigüedad. Aquí el autor alude a la larga historia de la opresión feudal en China. (N. de los T.)
2. Cocinero célebre en la Antigüedad por haber matado a su hijo para servirlo como manjar a un tirano. (N. de los T.)
3. El primer hombre, de quien se dice separó el cielo de la tierra. (N. de los T.)
4. Revolucionario que, hacia fines de la dinastía Ching, asesinó al gobernador de Anjui. Fue cortado en pedazos y su corazón y su hígado ofrecidos en holocausto al hombre que lo mató. (N. de los T.)
5. Se trata de una superstición antigua existente en el pueblo: dice que la sangre humana es capaz de curar la tisis; por esa razón se solían comprar a los verdugos panes mojados en sangre cuando estos ejecutaban a un condenado. (N. de los T.)
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