‘GRM Brainfuck’: ciudadanos
de ninguna parte
La novela de Sibylle Berg tiene la
fuerza emitida por un naufragio inevitable, el que todos estamos viviendo aquí
y ahora
La escritora Sibylle Berg. /ADN
Sabemos que el fin del mundo es un cliché cuando
reconocemos nuestro día a día en él. Cada vez las distopías se parecen más a
las películas de Ken Loach, y el futuro es ese realismo social británico que
nos daba grima, ese tarro de mermelada rebañado en una esquina de un comedor
para vagabundos. Lo que describe la suiza Sibylle Berg en ‘GRM Brainfuck’ es lo que ya no nos asusta: puede que
el Brexit sea cosa del pasado inmediato, que la China sea la primera potencia mundial, que una pandemia nos haya dejado sin trabajo, y ya no nos sorprende
que los escritores, como los meteorólogos o las pitonisas, acierten en sus
vaticinios. ‘Black Mirror’ o ‘Years and Years’ ya son clásicos de la
televisión, y aunque Berg
juegue a la prosa sórdida, deslenguada, sucia, de un Irvine Welsh o de un
Houellebecq, quiere
satisfacer el hambre comercial que los lectores escandalizados por
las redes sociales, el paro juvenil y la violencia de género necesitan confirmar en una novela que vendría
a ser el documento sociológico, actualizado al lenguaje de los lobos solitarios
y sus víctimas -un lenguaje sensacionalista y nihilista-, escrito por la
hermana europea de Douglas Coupland y Bret Easton Ellis, que hicieron lo mismo
con la generación X.
Los protagonistas de ‘GRM’ son Don, Hannah, Karen y
Peter. La estructura de la novela intersecciona sus historias como saltando
charcos en un crucigrama, abriendo sus desgracias a nuevas carreteras del
infierno, a nuevas criaturas del averno, que, indefectiblemente, acaban
volviendo a ese cuarteto que, en la ciudad ceniza de Rachford, intentarán
formar una familia de lo más disfuncional. La rizomática arquitectura del texto
parece impedir la empatía inmediata, porque sus digresiones no hacen más que
añadir leña al fuego de la negatividad y la desconexión, pero como estrategia
literaria es interesante: personajes como eslabones de una cadena del horror
irrompible e inoxidable, que forman el círculo dantesco de “la época de la vigilancia
total, de la medición de cráneos, de
la supervisión, registro y valoración de las personas (…), del florecimiento de
un nuevo
fascismo, porque la gente,
desesperada, quería claridad, por favor, un poquito de claridad”.
'No future'
Es fácil imaginarse la gira promocional de ‘GRM’, en
la que Berg -que, en la plácida Suiza, es escritora
superventas y multipremiada ideóloga antisistema- convirtió la lectura de su libro en un aquelarre
dedicado a mayor gloria del “grime”, estilo musical que resulta de una mezcla
‘hardcore’ del ‘hip-hop’ y el ‘techno’, y que, además de obsesionar a sus
personajes, es el modelo para su escritura, violenta, torrencial, directa. Puede que ‘GRM’ sea una novela coyuntural,
porque está muy sujeta a una batalla ideológica que nos quema la yema de los
dedos, pero como testimonio sin filtros de lo que le espera a una generación
post-Z, que ya no se considera ni siquiera ciudadana de ninguna parte, tiene la
fuerza emitida por un naufragio inevitable, el que todos estamos viviendo aquí
y ahora. Un 'no future' lanzado al vacío.
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