lunes, 29 de noviembre de 2021

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La casa del ídolo de Astarté (Agatha Christie)

 

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La casa del ídolo de Astarté
Agatha Christie


Estos relatos son contados por los miembros del Club de los Martes que se reúnen cada semana. En la cual cada uno de los miembros y por turno expone un problema o algún misterio que cada uno conozca personalmente y del que, desde luego sepa la solución.
Para así el resto del grupo poder dar con la solución del problema o misterio.

El grupo esta formado por seis personas:

Miss Marple, Mujer ya mayor pero especialista en resolver cualquier tipo de misterio.
Raymond West: Sobrino de Miss Marple y escritor.
Sir Henry Clithering:Hombre de mundo y comisionado de Scotland Yard.
Doctor Pender: Anciano clérigo de parroquia
Mr. Petherick:Notable abogado
Joyce Lempriére:Joven artista

Y ahora doctor Pender, ¿qué va usted a contarnos?
El anciano clérigo sonrió amablemente.
-Mi vida ha transcurrido en lugares tranquilos-dijo-. He sido testigo de muy pocos acontecimientos memorables. No obstante, en cierta ocasión, cuando era joven, tuve una extraña y trágica experiencia.
-¡Ah! -exclamó Joyce Lempriére en tono alentador.
-Nunca la he olvidado -continuó el clérigo-. Entonces me causó una profunda impresión, e incluso ahora, con un ligero esfuerzo de mi memoria, puedo sentir de nuevo todo el horror y la angustia de aquel terrible momento en que vi caer muerto a un hombre al parecer sin causa aparente.
-Ha conseguido ponerme la piel de gallina, Pender-se lamentó sir Henry.
-A mí sí que se me puso la piel de gallina, como usted dice -replicó el otro-. Desde entonces nunca he vuelto a reírme de las personas que emplean la palabra «atmósfera». Existe. Hay ciertos lugares saturados de buenos o malos influjos que hacen sentir sus efectos.
-Esa casa, The Larches, es uno de esos lugares infortunados -señaló miss Marpie-. El viejo Mr. Smither perdió todo su dinero y tuvo que abandonarla. Luego la alquilaron los Carlslake y Johnny se cayó por la escalera y se rompió una pierna, y Mrs. Carlslake se vio obligada a marcharse al sur de Francia para reponerse. Ahora la tienen los Burden y he oído decir que el pobre Mr Burden tendrá que ser operado de urgencia.
-Hay mucha superstición en lo que toca a todos estos temas -dijo Mr. Petherick-. Y por culpa de muchos de los estúpidos rumores que corren se ocasionan innumerables daños a estas fincas.
-Yo he conocido un par de fantasmas que tenían una robusta personalidad -comentó sir Henry con una risita.


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miércoles, 24 de noviembre de 2021

Viajemos sin viajar – Francia Clase 4.3

Viajemos sin viajar – Francia Clase 4.2

Viajemos sin viajar – Francia Clase 4.1

Las Hermanas Munekata Ozu 1950

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Macaco - Toc Toc (Banda Sonora Original de la Película ”Toc Toc”)

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PURASANGRE - Tráiler Oficial (Universal Pictures) - HD

lunes, 15 de noviembre de 2021

El homenaje de la torre Eiffel a los héroes contra el COVID-19

Grand Trianon

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Un jour à Versailles // A Day at Versailles

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El trabajo de mis sueños - Tráiler

domingo, 14 de noviembre de 2021

Música Celta Del Bosque - La Magia de la Naturaleza

1小時純中國風音樂 ( 古琴, 古箏, 竹笛, 二胡 ) 心情不好 听好音乐 放下悲伤 纯音乐 - 最好的传统音乐 中国古典音乐 - 古琴音乐-...

EuroDance Project ft.Spatial Vox - Incanto d'Amore (Venetian Symphony Mi...

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Pre-teen girls from Russia and USA cover THE FINAL COUNTDOWN - Europe!

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David Guetta entrance UNTOLD 2021

ABBA - Gimme! Gimme! Gimme! (Unofficial Kygo Remix)

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Bob Sinclar feat. Rafaella Carrà - Far L'Amore Club Mix (2011)

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Cosmic Gate: New York City Sunset Set (MOSAIIK Chapter One Album World P...

David Guetta | Live Concert in Dubai #UnitedatHome | Visit Dubai (4K)

♔ Khaled - El Arbi ♔ العربي / خالد

ISAAC CHAMBERS CHILLMIX

Manu Chao - Bongo Bong, Je ne t'aime plus, Mr Bobby, Mentira, Bienvenido...

Daft Punk - 'Get Lucky' (10 min loop)

The Cure - A Forest (Live 1992)

Bob Sinclar mixe par surprise sur un balcon parisien | Deezer Session

jueves, 4 de noviembre de 2021

#44,074: ¿«Jane Austen = teoría de Juegos»?

SÁBADO, 27 DE ABRIL DE 2013

¿«Jane Austen = teoría de Juegos»?

No jalen que descobijan

Para Michael Chwe, un profesor de Ciencia Política de UCLA (aquí), la escritora inglesa fue en su momento, la antecesora revolucionaria del modelo matemático que se popularizó durante la guerra fría, y que llegó al cine en «Mente Brillante» (aquí): La «Teoría de Juegos». Así lo intenta demostrar en su libro Jane Austen, Game Theorist (aquí).

Si entiendo bien, el modelo afirma que el mejor resultado se obtiene si se piensa de forma estratégica: es posible predecir el comportamiento del otro a partir de los incentivos -egoístas- que lo mueven a actuar junto con otros. De forma que, como una especie de ajedrez donde todos ganan, se elige una opción en previsión de los intereses que busca otro. Se trata de «manipular» (es la palabra que utiliza Chwe) a otro para que los dos «ganemos».

Jane Austen, piensa Chwe, construye personajes que calibran  los intereses de los otros, y deciden de forma que predicen su comportamiento y obtienen lo que buscan al manipularlos. Por ejemplo, Mrs. Bennet prohibe a su hija Jane, ir a casa de Bingley a caballo. Ha calculado que si llueve, su hija se enfermará y pasará tiempo casa de Bingley. Asume que Charles la retendrá en su casa, y que Jane, logrará conquistarlo. Una decisión sobre incentivos calculados.  En el Blog de Matthew Dickenson se recogen cinco lecciones de Austen como precursora de «Pensamiento Estratégico» que se describen en el libro de Chwe (aquí).

Una de las originales aportaciones de Austen, piensa Chwe, a la «Teoría de Juegos», es lo que él llama «Cluelessness», «Despiste» o «No-tienes-idea-dad». Es decir, la manipulación sufrida por un poderoso que subestima a manos de su «débil» adversario, quien aprovecha su sentido de superioridad. En Orgullo y Prejuicio, Lady Catherine de Bourgh exige a Elizabeth la promesa de nunca aceptar una propuesta de matrimonio de Darcy. Elizabeth,  pensando estratégicamente y aprovechando el «despiste» de su adversaria, se niega a hacerlo. Lady Catherine, indignada, se lo comunica a Darcy pensando que con eso lo hará despreciar a Elizabeth por insolente. Su orgullo y prejuicio son utilizados por Elizabeth como una forma indirecta para comunicar a Darcy que sigue interesada en él. Y concluye Chwe: "Lady Catherine doesn't even think that Elizabeth could be manipulating her". ¡Pssorale!

¿Pero Chwe no estira la cobija más de la cuenta? ¿No es un poco exagerado decir que una novelista de inicios del siglo XIX sea precursora de la Teoría de Juegos?  Una novela es clásica lo es porque describe el carácter humano. Y desde siempre, los seres humanos calculamos, buscamos convencer y a veces manipulamos a otros. Pero es demasiado pensar que esa es la única forma de explicar nuestras interacciones con otros o que Jane Austen intentaba fundar la Teoría de Juegos. Hanna Arendt decía que la acción humana, con cada nuevo ser humano, abre la puerta del «milagro». Con cada hombre y sus acciones se abre la puerta para lo imprevisible. Eso se llama libertad.

El mundo ético de Jane Austen se construye desde principios reales y exigentes como el honor, el carácter, el arrojo, el deber justo, la fidelidad a la palabra dada. Gracias a que estos principios son reales, razonables y no negociables, los personajes de sus obras pueden valorar los problemas y darse cuenta de que se engañaban a sí mismos (como Elizabeth en Orgullo y Prejuicio), o que se dañaban y lastimaban a otros (como Marianne en Sensatez y Sentimientos). El pensamiento estratégico no ofrece herramientas para valorar la conveniencia ética de las propias acciones, o cómo justificar que alguien pueda  «despertar» de un error y volver a enfrentar el mundo. Sólo con pensamiento estratégico Marianne sería incapaz de darse cuenta de que se ha equivocado respecto a Willoughby, o que es impropio comprometerse con otro a partir de unas primeras impresiones. 

Las heroínas de Jane Austen, pienso en Elinor Dashwood como el prototipo más claro, orientan su vida por esos valores y principios de forma tal que el resto de personajes acuden a ellos para «despertar» o «examinar» su propia conducta. Por eso prefiero la interpretación que ofrece C.S. Lewis de las obras de Austen (aquí). Lo que está en juego no es la mejor forma de manipular al otro para obtener un beneficio -incluso para ambos-, sino la seriedad y objetividad de unos principios que explican y dan tanto consistencia a la vida humana, como profundidad y frutos a una biografía llena de interacciones valiosas.  Escribe Lewis: 

"Si la «caridad» es la poesía del comportamiento, y el «honor» a la retórica de nuestros actos, se sigue que en Jane Austen, los «principios» son la gramática de la conducta." 

Es decir, el amor es lo que hace atractivo a nuestros actos, la integridad permite que nuestro comportamiento sea convincente, y su razonabilidad ofrece la estructura sobre la se construye nuestro carácter. Jane Austen es más parecida a Sócrates que a Henry Kissinger. Chwe utiliza a Austen para ejemplificar sus ideas, como yo puedo utilizarla para ejemplificar Derechos Humanos. Pero la teoría de juegos no es heredera del nudo humano que se tensa y al mismo tiempo se desata en Austen. (Aquí otra crítica a la obra de Chwe)



Sightreading with Hana and Michael! Meredith Willson. "Till There Was You."

Jane Austen, Game Theorist

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Viaje circular

 


[Cuento - Texto completo.]

Émile Zola

I

Hace ocho días que Luciano Bérard y Hortensia Larivière están casados. La madre de la novia, viuda del señor Larivière, que posee, desde hace treinta años, un comercio de juguetes y bisutería en la calle de la Chaussée d’Antin, es una mujer seca y angulosa, de carácter despótico, que no pudo negar la mano de su hija a Luciano, único heredero de un quincallero del barrio; pero que tiene intenciones de vigilar, constantemente y muy de cerca, al nuevo matrimonio. En el contrato, la señora Larivière ha cedido a su hija la tienda completa, reservándose apenas una habitación de su casa, pero en realidad es ella misma quien continúa dirigiéndolo todo con pretexto de poner a sus hijos al corriente de la venta.

Estamos en el mes de agosto; el calor es intenso y los negocios van mal. La señora Larivière tiene un carácter más agrio que nunca; no tolera que Luciano descuide sus quehaceres, al lado de Hortensia, ni un solo minuto. Un día que los sorprendió abrazándose en la tienda, dos semanas después de la boda, hubo un escándalo en la casa. Acordándose de que ella no permitió nunca a su difunto esposo la menor familiaridad en el almacén, decía a sus hijos que solo con mucha seriedad y compostura podía lograrse una clientela y una fortuna.

-Yo, al menos -repetía- no conseguí sino de esa manera la fama de mi establecimiento…

Luciano, pues, no queriendo aún enojarse, se contenta con enviar a su mitad besos furtivos cada vez que su buena suegra vuelve las espaldas.

Un día, sin embargo, se toma la libertad de recordar en alta voz que sus familias les han prometido el dinero necesario para hacer un viaje de novios y pasar la luna de miel en santa calma.

A lo cual contesta la señora Larivière, apretando sus labios delgadísimos:

-Pues bien, váyanse a pasar un día al bosque de Vincennes.

Ante tal respuesta los jóvenes esposos se miran consternados; y Hortensia comienza a encontrar verdaderamente ridícula a su madre. No pudiendo estar juntos sino durante la noche, tienen que guardar el mayor silencio, so pena de que la señora Larivière venga, al menor ruido, a preguntarles si están enfermos. Y cuando aun no están callados a media noche, les grita:

-Mejor sería que se durmieran ¡caramba! para no quedarse, mañana también, dormidos sobre el mostrador.

No siendo ya tolerable aquella manera de vivir, Luciano habla, por segunda vez, del viaje soñado y cita los nombres de los comerciantes del barrio que hacen paseos de varios días, mientras sus padres o sus empleados cuidan de sus tiendas:

-El vendedor de guantes de la esquina de la rue¹ Lafayette, por ejemplo, está en Dieppe; el cuchillero de la rue San Nicolás acaba de irse a Luchón; el joyero del bulevar fue a Suiza con su mujer… Ahora todo el que tiene algún dinero se permite un mes de vacaciones.

Pero la señora Larivière grita de mal humor:

-Es la muerte del comercio, caballero, compréndalo usted. El ojo del amo engorda el ganado. En tiempo de mi difunto marido, nosotros no íbamos a Vincennes sino una vez al año, el lunes de Pascua… y siempre gozamos de muy buena salud, gracias a Dios… ¿Quieren que les diga una cosa? Pues bien, ustedes echarán a perder la casa con sus deseos de recorrer el mundo. ¡Sí, la casa está ya echada a perder!

-Sin embargo -se atreve Hortensia a responder-, me parece que antes de casarnos se nos había prometido un viaje de novios. Acuérdate, mamá, de que tú misma habías consentido en ello.

-Puede ser -dice la señora Larivière- pero eso fue antes de la boda, y las madres tenemos la costumbre de ofrecer en tal ocasión una multitud de necedades… Ahora es necesario ser formales…

Luciano sale de la casa para evitar una querella. Un deseo feroz de estrangular a su suegra lo tortura. Pero al volver, después de dos horas de ausencia, su fisonomía y carácter están cambiados. Su manera de hablar con la madre de su mujer es dulce y aún algo sonriente y maliciosa. Por la noche, la primera pregunta que dirige a su esposa es:

-¿Conoces Normandía?

Hortensia responde:

-Bien sabes que no; lo único que conozco es Vincennes; ¡lo único!…

II

Al día siguiente un acontecimiento inesperado conmueve la tienda de juguetes y bisutería de la señora Larivière. El padre de Luciano -el señor Bernard como le dicen en el barrio, donde se le considera como a buen vividor, franco y honrado en los negocios- viene a visitar a sus hijos. Y después de un rato de conversación, dice:

-Me parece que a ustedes les agradará mi propósito de acompañarlos a almorzar -palabras que produjeron mal efecto en el ánimo de su consuegra.

Pero la verdadera sorpresa estaba reservada para los postres. Apenas servido el café, el señor Bernard exclama:

-También traigo en los bolsillos un regalo para los chicos.

Y sacó triunfalmente dos billetes del camino de hierro.

-¿Qué es eso? -pregunta en tono angustioso la señora Larivière.

El padre de Luciano responde:

-¿Esto? Pues esto son dos billetes de primera clase para hacer un viaje circular por Normandía… Vaya, hijos míos, un mes de alegría, un mes al aire libre… Estoy seguro de que van a volver frescos como un par de rosas.

La madre de Hortensia está pálida, aterrada; y aunque deseosa de protestar, se calla y se muerde los labios. La perspectiva de una disputa con el señor Bernard, que decía siempre la última palabra, le da miedo. Pero lo que más la atemoriza son las últimas palabras del quincallero que, hablando fuerte:

-Es preciso preparar las maletas -dice-. El viaje es para esta misma noche. Yo los conduciré a la estación ahora mismo. Hasta que no los vea en camino, no he de estar contento…

-Está bien -declara ella con una rabia sorda-; ¡llévense a mi hija!… Así estaré más contenta, después de todo, puesto que ellos no se darán besos en la tienda y yo podré velar por el honor de nuestra casa.

III

Al fin el matrimonio está ya en la estación de San Lázaro acompañado del suegro que apenas les dio el tiempo necesario para meter algo de ropa blanca y unos cuantos trajes en el fondo de un baúl y que, al despedirse, los besa en las mejillas y les recomienda mirarlo todo para divertirlo, al regreso, con el relato de sus impresiones.

Luciano y Hortensia se precipitan sobre los andenes buscando un compartimiento desocupado que, al fin de muchas vueltas, encuentran por su buena fortuna, y en el cual toman asiento preparándose a pasar bien la noche. Al cabo de algunos minutos, sin embargo, un caballero viejo viene a echar por tierra sus castillos en el aire, tomando, frente a ellos, una plaza desde la cual su mirada severa examina con atención los menores movimientos de los novios.

El tren se pone en marcha. Hortensia vuelve la cabeza, desolada, afectando interés por el paisaje; pero, en realidad, sus ojos húmedos ni siquiera ponen atención en los árboles. Luciano busca un medio ingenioso para desembarazarse del viejo, no encontrando sino expedientes demasiado enérgicos. Al fin se calma y espera a que su compañero los abandone en Nantes o en Vernón, pero sus esperanzas se desvanecen al mirar que va hasta Le Havre. Entonces, desesperado, se decide a tomar entre las suyas la mano de su mujer. Después de todo, siendo casados, bien pueden manifestarse su ternura. La mirada del viejo se hace cada momento más severa y es tan evidente que desaprueba en absoluto aquellas muestras de afecto, que la pobre Hortensia se ruboriza y retira la mano.

El resto del viaje transcurrió en medio del más profundo silencio, hasta que, dichosamente, el tren llegó a Roán.

Al salir de París, Luciano había comprado una guía, en donde pudo escoger el hotel que mejor le pareció, creyendo poderse encontrar muy bien en él. En la mesa redonda apenas les es posible cambiar una palabra delante de toda aquella gente que no deja de mirarlos. Luego se deciden a meterse en la cama desde muy temprano, esperando poder estar en ella más contentos que en el camino de hierro y en el comedor; pero los muros del cuarto son tan delgados, que ninguno de los vecinos podía hacer un movimiento que no fuese oído por ellos, por lo cual no se atreven ni a toser…

-Visitemos la ciudad -dice Luciano al levantarse- y sigamos de prisa nuestro camino hacia Le Havre.

Luego comienzan su paseo sin poderse sentar un solo momento durante el día. Miran la catedral donde un cicerone les enseña la torre de Beurre que fue construida con los productos de una contribución que el clero había impuesto sobre las mantecas del lugar; miran el antiguo palacio de los duques de Normandía; las viejas iglesias convertidas en graneros; el cementerio monumental… lo miran todo, como en cumplimiento de un deber, sin encontrar ninguna alegría en la contemplación de tanto edificio histórico. Hortensia, sobre todo, se aburre soberanamente, cansándose de tal manera que al día siguiente se queda dormida en el tren.

Al llegar al Havre, también encuentran contrariedades. Las camas del hotel son tan estrechas que el posadero se ve obligado a darles un cuarto con dos lechos. Hortensia se pone a llorar creyéndose insultada. Luciano la consuela jurándole que no se detendrán allí sino el tiempo necesario para ver la ciudad.

Sus viajes locos, a través de los edificios, continúan al día siguiente.

Después de abandonar Le Havre, se detienen algunos días en cada villa importante marcada en el itinerario. Visitan Honfleur, Pont l’Evêque, Caen, Bayeux, Cherbourg, etc., y llenándose la cabeza con una infinidad de calles y de monumentos, confundiendo las iglesias, atontados por la sucesión rápida de horizontes, no llegan a encontrar el interés buscado. En todas partes les ha sido imposible hallar un rincón pacífico y dichoso para acariciarse lejos de los oídos indiscretos. Al fin ya no miran nada, siguiendo su viaje como una obligación molesta de la cual no encuentran manera de deshacerse.

Una tarde Luciano deja escapar, en Cherbourg, estas palabras:

-¡Creo que estaríamos menos tristes al lado de tu madre!…

Al día siguiente, caminando en dirección de Grandville, Luciano comienza a mirar la campiña a través de las ventanillas, con verdadera furia. De repente el tren se detiene en una estación insignificante cuyo nombre, dicho en alta voz por un empleado del ferrocarril, ni siquiera llega a sus oídos, y cuyo aspecto adorable hace exclamar a Luciano:

-Bajemos, bajemos de prisa.

-Pero esta estación no está en la guía -dice Hortensia, espantada.

-¡La guía! ¡la guía! -responde el marido-.¡Ya vas a ver lo que voy a hacer con ella!… Venga, ¡bajemos de prisa!

-Pero ¿y los equipajes?

-Los equipajes me importan poco.

Y cuando Hortensia hubo bajado, el tren se puso de nuevo en marcha, dejándolos en una hondonada verde y fresca.

Al salir de la pequeña estación, los dos enamorados se encuentran en pleno campo… Ningún ruido turba el gran silencio de la naturaleza, a no ser el canto de los pájaros y el murmullo de un arroyuelo…

La primera ocupación de Luciano consiste en arrojar su guía en medio de un estanque.

Después… la calma y la libertad sonríen ante sus ojos encantados…

IV

La dueña de una posada que se encuentra a trescientos pasos de la estación les proporciona un cuarto amplio, encalado, con paredes de un metro de espesor, pero cuyo aspecto primaveral alegra la vista. Por lo demás, ni un solo pasajero, ni un solo testigo indiscreto; nada más que las gallinas que miran curiosamente.

-Puesto que nuestros billetes son aún válidos para ocho días -dice Luciano- pasemos aquí una buena semana.

Y realmente, ¡buena semana fue!

Perdiéndose entre los senderos floridos e internándose en el bosque hasta llegar a las faldas de una colina, pasan alegremente los días, escondidos en el fondo de los matorrales que abrigan, complacientes, sus amores. A veces siguen al arroyuelo en su curso, corriendo como estudiantes escapados; Hortensia se quita los botines para tomar baños de pies, mientras Luciano la hace exhalar gritos de susto besándole bruscamente la nuca…

Hasta la falta de ropa blanca y el estado de desnudez en que se encuentran, es causa para ellos de contento. Esa especie de abandono en un desierto donde nadie los supone, les encanta. Un día es necesario que Hortensia pida prestadas algunas prendas interiores a la dueña, y la tela grosera de las camisas, que le pica la piel, no la hace sino reír. Su cuarto es tan alegre que desde las ocho de la noche, hora en que la campiña oscura y silenciosa ya no los atrae, se encierran en él con verdadero placer, recomendando siempre que nadie vaya a despertarlos. A veces el mismo Luciano baja a la cocina a buscar el almuerzo, compuesto de huevos y chuletas, sin permitir que nadie lo ayude a subir sus provisiones. Y esos almuerzos exquisitos comidos al borde de la cama, en donde las caricias y los besos son más numerosos que los bocados de pan, se prolongan siempre hasta muy tarde…

El séptimo día, sin embargo, llega al fin; y los pobres enamorados se admiran y se entristecen al ver lo de prisa que han vivido, decidiéndose a partir sin averiguar siquiera el nombre de ese pueblo, propicio como ninguno a sus amores, en el cual han obtenido un cuarterón de luna de miel…

V

Sus equipajes los esperan en París desde hace una semana.

Cuando el señor Bernard los interroga, Luciano y Hortensia responden embrolladamente, diciendo que han visto el mar en Caen y la torre de Beurre en el Havre.

-Pero ¡qué demonios! -exclama el quincallero- ustedes no me hablan de Cherburgo… ¡ni del Arsenal!

-Ah -responde Luciano- el arsenal es muy pequeño y además tiene pocos árboles.

Entonces la señora Larivière, siempre seca, siempre agria, alza los hombros y murmura:

-Lo que es así no vale la pena hacer viajes… ¡Ni siquiera conocen los monumentos!… Vamos, Hortensia, basta de locuras y al mostrador otra vez…

FIN


“Voyage circulaire”, 1884
1. rue: calle.

https://ciudadseva.com/texto/viaje-circular/

Off-Topic|| Visito la casa de JANE AUSTEN ¿Me acompañáis?

Casa de Jane Austen - Tour habitación por habitación - Chawton Hampshire...

Jeu sonore sur lithophone en Serpentine

Lithophone Looped#1

Lithophone, special sound of Binh Phuoc (the Central Highlands of VIETNAM)

Lithophone melody

LITÓFONOS - Concierto - Lithophones

Michael Chwe con JANE AUSTEN, TEORISTA DE JUEGOS

 


Michael Chwe , autor de Jane Austen, Game Theorist, es profesor de ciencias políticas en UCLA. Vive en Santa Mónica y tiene dos hijos, un hijo que asiste a Swarthmore College y una hija que asiste a Santa Monica High School. Su esposa, Namhee Lee, también está en la facultad de UCLA.

Michael recibió su doctorado en economía en la Northwestern University y su licenciatura en Caltech. Anteriormente, formó parte de la facultad de la Universidad de Chicago (economía) y la Universidad de Nueva York (ciencias políticas). Su investigación se centra en la teoría de juegos y sus aplicaciones a los movimientos sociales, el voto y la agregación de información, las redes sociales, la política monetaria, la violencia y la literatura. Se ha desempeñado como coeditor de American Political Science Review y en los consejos editoriales de Journal of Economic Behavior and Organisation y American Journal of Sociology . Michael nació y se crió en Tuscaloosa, Alabama.

Michael se interesó por Jane Austen después de ver películas y leer libros con sus hijos. Ha entrenado a los equipos de fútbol de sus hijos, ha trabajado en el stand para sus representaciones teatrales y se ha desempeñado como oficial de la PTA. Para divertirse, le gusta tocar música con sus hijos y sus amigos, y disfruta de las artes escénicas de todo tipo. También construye litófonos que se han utilizado en actuaciones de conciertos. Le gusta viajar y recientemente navegó en kayak por el Gran Canal de Venecia con su esposa.

Acerca de Jane Austen, teórica de juegos

La teoría de juegos, el estudio de cómo las personas toman decisiones mientras interactúan con otros, es uno de los enfoques técnicos más populares en las ciencias sociales en la actualidad. Pero como Michael Chwe revela en su nuevo y perspicaz libro, Jane Austen exploró las ideas centrales de la teoría de juegos en sus seis novelas hace aproximadamente doscientos años, más de un siglo antes de su desarrollo matemático durante la Guerra Fría. Jane Austen, teórica de juegos,  muestra cómo esta querida escritora teorizó sobre elecciones y preferencias, valoró el pensamiento estratégico y analizó por qué los superiores a menudo no tienen ni idea estratégicamente sobre los inferiores. Al explorar una amplia gama de literatura y cuentos populares, este libro ilustra la amplia relevancia de la teoría de juegos y cómo, fundamentalmente, todos somos pensadores estratégicos.

https://hooksbookevents.com/2015/02/27/michael-chwe-with-jane-austen-game-theorist/