Editorial: Sudamericana
I
Quejarse de los hombres que se tienen a mano es un modo de vincularse entre mujeres. Pero nuestras desdichas y nuestros fastidios son, también, los que nos permiten ser por un rato protagonistas de la época cotidiana, autoras inéditas de personajes más o menos de ficción, porque en esos relatos quejosos se intuye, más que la realidad, apenas una manera de ver. Por eso en este libro una mujer se queja de que su novio es un perverso, mientras la otra protesta porque su marido es un bloqueado. Por eso una se queja de que su pareja no quiere que ella trabaje, mientras la otra protesta porque él es un vividor. ¿A quién no le ha pasado de quejarse un día de una cosa, y al día siguiente de exactamente lo contrario?
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