miércoles, 30 de abril de 2014

Cinema Paradiso (La versión del Director) - Final Completa



Palabra de escritor: Umberto Eco

Palabra de escritor: Umberto Eco

Revisando antiguas notas y apuntes, me he encontrado con una serie de fragmentos extraídos de una vieja revista de Escribir y Publicar en los que Umberto Eco reflexiona sobre la escritura, en concreto, sobre su propia preparación para escribir El nombre de la rosa.
Quiero compartir alguno de estos fragmentos con vosotros porque me parece que, además de demostrar lo muy en serio que se toma este hombre su trabajo, nos puede dar ciertas claves a la hora de configurar el mundo de nuestras historias:
Para contar una historia, lo primero que hace falta es construirse un mundo lo más amueblado posible, hasta los últimos detalles. El primer año de trabajo de “El nombre de la rosa” lo dediqué a la construcción del mundo. Extensos registros de todos los libros y fichas censales de muchos personajes, muchos de ellos excluidos luego de la historia. Porque también tenía que saber quiénes eran los monjes que no aparecen en el libro: no era necesario que el lector los conociese, pero yo debía conocerlos.
De allí las extensas investigaciones arquitectónicas, con fotos y planos de la enciclopedia de la arquitectura, para determinar la planta de la abadía, las distancias, hasta la cantidad de peldaños que hay en una escalera de caracol. En cierta ocasión, Marco Ferreri me dijo que mis diálogos son cinematográficos porque duran el tiempo justo. No podía ser de otro modo, porque, cuando dos de mis personajes hablaban mientras iban del refectorio al claustro, yo escribía mirando el plano y, cuando llegaban, dejaban de hablar.
Para poder inventar libremente hay que ponerse límites. En poesía los límites pueden proceder del pie, del verso, de la rima, de lo que los contemporáneos han llamado respirar con el oído… En narrativa los límites proceden del mundo subyacente. Y esto no tiene nada que ver con el realismo, aunque explique también el realismo. Puede construirse un mundo totalmente irreal, donde los asnos vuelen y las princesas resuciten con un beso: pero ese mundo puramente posible e irreal debe existir según unas estructuras previamente definidas, hay que saber si es un mundo en el que una princesa puede resucitar sólo con el beso de un príncipe o también con el de una hechicera, o si el beso de una princesa sólo vuelve a transformar en príncipes a los sapos o, por ejemplo, también a los armadillos.
Sabias palabras, ¿no os parece? Personalmente, me llama la atención el tema de revisar un plano para crear un diálogo entre dos personajes recorriendo un claustro. Parece algo obvio y, sin embargo, cuantas veces escribimos un diálogo o una acción sin tener en cuenta el tiempo real que debe llevar. Son pequeños detalles, pero marcan una gran diferencia.

El principio del iceberg (Ernest Hemingway)

El principio del iceberg (Ernest Hemingway)

Palabra de escritor. Como dijo Ernest Hemingway:
“Si un escritor deja de observar está acabado. Pero no tiene que observar conscientemente ni pensar en cómo le será útil lo observado. Quizá podría pasarle al principio. Pero después todo lo que vea entrará en la gran reserva de cosas que conoce o ha visto. Por si sirve de algo, yo siempre intento escribir según el principio del iceberg. Hay siete octavos de iceberg bajo el agua por cada parte que se muestra en la superficie. Puedes eliminar cualquier cosa que conozcas y sólo fortalecerás tu iceberg. Es la parte que no se muestra. Si un escritor omite algo porque no lo conoce, hay un agujero en la historia.
Ernest Hemingway
El viejo y el mar podría haber tenido miles de paginas y hablar de todos los personajes de la aldea y todos los procesos de cómo era su día a día, donde nacieron, crecieron, etcétera. Así lo han hecho otros escritores de manera excelente. En la escritura, estás limitado por lo que ya se ha hecho satisfactoriamente. Por eso he intentado aprender a hacer algo más. Primero he intentado eliminar todos los elementos innecesarios para transmitir la experiencia al lector haciendo que, después de que él o ella lo haya leído, se convierta en parte de su propia experiencia como si realmente le hubiese ocurrido. Esto es muy difícil de hacer y he estado trabajando duro en ello.
Yo he visto al pez vela aparearse y sé de eso, de modo que lo dejé fuera. He visto un cardumen de más de cincuenta cachalotes en ese pedazo de mar y una vez arponeé uno de casi sesenta pies de largo y lo perdí, de modo que dejé eso fuera también. Todas las historias de pescadores que conozco, las dejé fuera. Pero ese conocimiento es lo que forma la parte del iceberg que queda bajo el agua.”
Ernest Hemingway, The Art of Fiction No. 21 (Entrevista de George Plimpton)

Dous homes e un suicidio (subtítulos castellano)

Dous homes e un suicidio (subtítulos castellano) from scvisuais on Vimeo.


CORTOMETRAJE “DOS HOMBRES Y UN SUICIDIO”

1    ACANTILADOS, roCAS – ext./DÍA
En un campo junto al acantilado SAMUEL (26) coloca la cámara de vídeo sobre el trípode y se sienta frente a ella en una silla de plástico con unos papeles en la mano.

SAMUEL
Por detrás de SAMUEL, de fondo, aparece un coche viejo y sucio, se detiene y se baja RICADO (45) con aspecto desaliñado. SAMUEL detiene su lectura y observa a RICARDO.
RICARDO va directo al maletero del coche y saca una manguera. Ata un extremo de la manguera al tubo de escape del coche y coloca el otro lado en la ventana trasera del coche tapada con unos plásticos. SAMUEL se guarda los papeles en el bolsillo, se levanta de la silla y camina hacia RICARDO.


2    ACANTILADO, coche DE RICARDO – ext./día
RICARDO termina de colocar la manguera en el coche. SAMUEL llega a su lado.

SAMUEL
RICARDO
SAMUEL
RICARDO
SAMUEL
RICARDO
RICARDO se sienta en el asiento del conductor de su coche y va a cerrar la puerta. SAMUEL intenta detenerlo y ambos forcejean un instante. RICARDO logra meterse en el coche y cerrar la puerta. SAMUEL golpea la ventanilla del coche y RICARDO lo ignora al principio, pero ante la insistencia de SAMUEL, acaba por abrir la puerta cabreado.

RICARDO

SAMUEL
RICARDO
SAMUEL
RICARDO
SAMUEL
RICARDO mira a su alrededor sorprendido.

SAMUEL
RICARDO
SAMUEL

*Y hasta aquí este pequeño fragmento del guión literario del corto. Si quieres ver el resto de la historia, puedes hacerlo en el siguiente enlace: http://vimeo.com/scv/doushomeseunsuicidio




Cómo escribir un cortometraje:Casablanca, ejemplo de sinopsis

Cómo escribir un cortometraje: Casablanca, ejemplo de sinopsis

Varias personas me han pedido que ilustre el post sobre la sinopsis del tutorial de escritura de formas cortas con algún ejemplo, así que he preparado este post con dos sinopsis de la película Casablanca: una sinopsis comercial y una sinopsis técnica:
Casablanca

Sinopsis comercial:

Durante la Segunda Guerra Mundial, Casablanca era una ciudad a la que llegaban huyendo del nazismo gentes de todas partes: llegar era fácil, pero salir era casi imposible, especialmente si el nombre del fugitivo figuraba en las listas de la Gestapo. En esta ocasión el principal objetivo de la policía secreta alemana es el líder checo y héroe de la resistencia Victor Laszlo, cuya única esperanza es Rick Blaine, propietario del ‘Rick’s Café’ y antiguo amante de su mujer, Ilsa. Cuando Ilsa se ofrece a quedarse a cambio de un visado para sacar a Laszlo del país, Rick deberá elegir entre su propia felicidad o el idealismo que rigió su vida en el pasado. (Extraído de Filmaffinity)
Como veis, se trata de un resumen sencillo, dando solamente las claves para atraer al espectador. Se plantea el conflicto y se deja en el aire.

Sinopsis técnica:

Durante la Segunda Guerra Mundial, Rick (43), un estadounidense cínico y amargado expatriado de su país, administra el local nocturno más popular de Casablanca, en Marruecos. Una noche llega al club Ugarte (38), un criminal que pretende vender unas cartas de tránsito, una especie de salvoconductos que permiten a su poseedor el libre tránsito a través de la Europa controlada por los nazis y llegar a Lisboa, desde donde se puede partir hacia los Estados Unidos. Pero, antes de que la compra-venta tenga lugar, Ugarte es arrestado por la policía local al mando del Capitán Renault (53), un corrupto oficial de la Francia de Vichy que sólo quiere complacer de todas las formas posibles a los nazis. De manera subrepticia, las cartas de tránsito quedan al cuidado de Rick.
Entretanto, la razón de la amargura de Rick llega de nuevo a su vida. Se trata de su ex-amante, Ilsa (27), quien le había abandonado en París sin dar explicaciones y que acude al club para comprar las cartas de tránsito junto a su esposo LASZLO (34), un renombrado líder de la resistencia checa. Rick se niega e entregarle los salvoconductos a LASZLO pidiéndole que le pregunte a su esposa el motivo, pero el diálogo se ve interrumpido cuando un grupo de oficiales nazis comienza a cantar un himno patriótico de la Alemania nazi. Enfurecido, Laszlo solicita a la banda del local que interprete el himno nacional francés. El altercado hace que, como represalia, el club sea clausurado por los nazis.
Rick recibe una visita de Ilsa por la noche, cuando el club está ya desierto. Él se niega a darle los documentos y ella lo amenaza con una pistola pero, incapaz de disparar, le confiesa que sigue amándolo y le explica que cuando lo conoció y se enamoró de él en París, pensaba que su marido había sido asesinado en un campo de concentración nazi. Pero en cuanto descubrió que Laszlo en realidad había logrado escapar, tuvo que regresar a su marido. Rick cambia de actitud al conocer el motivo por el cual ella se marchó de su lado e Ilsa se ofrece a quedarse con Rick a cambio de salvar la vida de su marido.
Ilsa se va del club y Laszlo entra para intentar averiguar qué sucede entre Rick y su esposa. En la conversación, Laszlo llega a pedirle a Rick que tome las cartas de tránsito y se lleve a Ilsa con tal de salvar la vida de ella. Pero llega Renault con la policía y Laszlo es arrestado bajo un cargo menor. Rick interviene para convencer al capitán Renault de liberar a Laszlo, ya que si lo hace podrá acusarlo luego ante la Gestapo por un delito mucho más serio: la posesión de las cartas.
Más tarde, ya en el aeropuerto, Laszlo recibe las cartas de parte de Rick y Renault trata de arrestarlo. Sin embargo, Rick debe elegir entre su propia felicidad o el idealismo que rigió su vida en el pasado y finalmente traiciona a Renault, obligándole a punta de pistola a permitir el escape. En el último momento, Rick hace que Ilsa suba el avión con su marido diciéndole que si ella se queda se arrepentirá: “Tal vez no hoy. Tal vez no mañana, pero pronto y para el resto de tus días”.
Ilsa y Laszlo se van en el avión y la policía llega durante el despegue. El capitán Renault, contagiado por el idealismo de Rick, salva la vida de Rick y le recomienda que deje Casablanca. Ambos se alejan por la pista caminando en medio de la neblina mientras Rick le dice a Renault: “Louis, creo que éste es el principio de una gran amistad”.
En cambio esta otra sinopsis es más completa y desgrana la trama principal de la película de principio a fin.

Entradas relacionadas:

http://www.literautas.com/es/blog/post-1311/tutorial-de-escritura-casablanca-ejemplo-de-sinopsis/#comment-12193

martes, 29 de abril de 2014

El hombre de negro (con Urrutia, Calamaro y Bunbury)

Bunbury - Lady Blue

Jaime Urrutia - Donde estas? - Videoclip Amigos

"Annabel Lee" de Edgar Allan Poe

    Annabel Lee
      Hace muchos, muchos años, en un reino junto al mar,
      Habitaba una doncella cuyo nombre os voy a dar,
      Y el nombre que daros puedo es el de Annabel Lee,
      Quien vivía para amarme y ser amada por mí.
      Yo era un niño y era ella una niña, junto al mar,
      En el reino prodigioso que os acabo de nombrar.
      Mas nuestro amor fue tan grande como jamás yo presentí,
      Mucho más que amor compartimos, yo y mi bella Annabel Lee,
      Y los nobles en su estirpe de abolengo señorial,
      Los ángeles en el cielo envidiaban tal amor,
      Los alados serafines nos miraban con rencor.
      Aquel fue el solo motivo, ¡hace tanto tiempo ya!
      Por el cual, de los confines del océano y más allá,
      Un gélido viento vino de una nube y yo sentí
      Congelarse entre mis brazos a mi bella Annabel Lee.
      La arrancaron de mi lado en solemne funeral,
      A encerrarla la llevaron por la orilla del mar
      A un sepulcro en ese reino que se alza junto al mar,
      Los arcángeles que no eran tan felices como nosotros dos,
      Con envidia nos miraban desde ese Reino que es de Dios.
      Ese fue el solo motivo, bien lo podéis preguntar,
      Pues lo saben los hidalgos de aquel reino junto al mar,
      Por el cual un viento vino de una nube carmesí
      Congelando una noche a mi bella Annabel Lee.
      Nuestro amor era tan grande y aún más firme en su candor
      Que aquel de nuestros mayores, más sabios en el amor.
      Ni los ángeles que moran en su cielo tutelar,
      Ni los demonios que habitan negros abismos bajo el mar
      Podrán apartarme nunca del alma que mora en mí,
      Espíritu luminoso de mi bella Annabel Lee.
      Pues los astros no se elevan sin traerme la mirada
      Celestial que, yo adivino, son los ojos de mi amada.
      Y la luna vaporosa jamás brilla ya en vano,
      Pues su fulgor es ensueño de mi bella Annabel Lee.
      Yazgo al lado de mi amada, mi novia bien amada,
      Mientras retumba en la playa la nocturna marejada,
      Yazgo en su tumba labrada cerca del mar rumoroso,
      En su sepulcro a la orilla del inmenso océano.

Una noche de José Asunción Silva

UNA NOCHE
Una noche
una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de älas,
Una noche 
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda,
muda y pálida
como si un presentimiento de amarguras infinitas,
hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,
por la senda que atraviesa la llanura florecida
caminabas,
y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
y tu sombra
fina y lángida
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban.
Y eran una
y eran una
y eran una sola sombra larga!
y eran una sola sombra larga!
y eran una sola sombra larga!
Esta noche
solo, el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia,
por el infinito negro,
donde nuestra voz no alcanza,
solo y mudo
por la senda caminaba,
y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida
y el chillido
de las ranas,
sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
entre las blancuras níveas
de las mortüorias sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,
Era el frío de la nada...
Y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola
¡iba sola por la estepa solitaria!
Y tu sombra esbelta y ágil
fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de perfumes, de
[murmullos y de músicas de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!
¡Oh las sombras que se buscan y se juntan en las
[noches de negruras y de lágrimas!...
José Asunción Silva

Sea-Monkeys Project Millions: Episode 3

Empezando un Cómic/manga (I )- Bocetos, historia y psicología y Empezando un cómic/manga (II)- Inspiraciones y crítica.






Dibujo y pinto personajes Comic

Curso: Cómo hacer un cómics # 1 y 2



Del amor y otros demonios 2009 - película completa

Uso seguro de internet. Riesgos que se corren

'Los nombres muertos' de Jesús Cañadas

portada los nombres muertos

Llego un poco tarde con esta reseña, pero es que la vida real me tiene un poco loca últimamente. En cualquier caso, y así de manera rápida sólo os digo una cosa: tenéis que leer Los nombres muertosde Jesús Cañadas. Os voy a dar las razones, por supuesto que sí, pero os adelanto que si no lo hacéis os perderéis una de las novelas más entretenidas que se han publicado en nuestro país en los últimos años.
¿Y qué es lo que tiene 'Los nombres muertos' para recomendarla con tanta efusividad? Pues de todo, gente. DE TODO. Tiene aventuras, escritores malditos, bibliotecas de noche, excavaciones arqueológicas, nazis, y un puntito sobrenatural que lo hace completamente irresistible. Si además os digo que H. P. Lovecraft es su protagonista, lo más probable es que salgáis corriendo hasta la librería más cercana. Y haríais bien...
Todo comienza con la visita de un amigo a otro amigo. Nada especial, pensaríamos, si no fuera el escritor Frank Belknap Long quién va a visitar a su amigo Howard Lovecraft. Y no es una simple visita de cortesía, ojo. Se trata del inicio de una rocambolesca aventura con el fin de buscar un ejemplar del libro maldito El Necronomicón. ¿El problema? Que el libro no debería existir, ya que se trata de una invención de Lovecraft.
Ese es el punto de partida de un viaje que nos llevará desde Providence a Londres, a Berlín, a la costa portuguesa, a Damasco... Un viaje plagado de peligros y de aventuras, en los que conoceremos oscuros secretos de algunos de nuestros autores favoritos y los acompañaremos en un descenso (en ocasiones literal) a los miedos que pueblan sus obras literarias.
Sin duda el gran acierto de la novela son sus personajes. Es imposible no tomarle cariño a Lovecraft, aunque a veces tenga insufribles momentos al más puro estilo Sheldon Cooper. Frank Belknap Long es adorable, Robert E. Howard un bravucón divertido y, entre todos ellos, destaca Sonia Green, la mujer de Lovecraft. Sólo por el personaje de Sonia ya merece la pena leer la novela, os lo aseguro.
Jesús Cañadas nos embarca en una montaña rusa de emocionantes aventuras en el que sin duda una palabra resulta clave: exceso. Más es más, y ojo que no lo digo como una queja. Las correrías de nuestros protagonistas son excesivas en muchas ocasiones y ¿sabéis qué? Que me encanta. 'Los nombres muertos' es una novela de aventuras fantásticas y como tal hay que leerla. Vale que en ocasiones leemos un párrafo, y lo volvemos a leer y pensamos Se te ha ido un poco la pinza, Jesús... ¡pero mola!
Podríamos decir que Jesús Cañadas es casi casi vecino mío, pero no. Nacido en Cádiz en 1980 ha viajado de manera incansable por todo el mundo, llegando a vivir en trece ciudades diferentes en los últimos diez años. En la actualidad vive en Alemania, donde se dedica por igual a escribir y a trabajar en la Feria del Libro de Frankfurt. 'Los nombres muertos' es su segunda novela publicada, pero la primera sería El baile de los secretos, publicada en 2011 por Ajec.
Además de estar cosechando bastantes buenas críticas, 'Los nombres muertos' es una de las novelas finalistas al Premio Celsius a la mejor novela de ciencia ficción y fantasía que se conocerá en la próxima Semana Negra de Gijón. Sobra decir que cuenta con todo mi apoyo...
Tal y como ya os he dicho, he disfrutado muchísimo esta novela. Siempre me han gustado las novelas de aventuras, soy muy fan de Lovecraft y todo el rollito chungo de los primigenios me llama mucho la atención, de modo que era muy difícil que esta novela no me gustara. Sé que Jesús ya está embarcado en un nuevo proyecto, así que sólo puedo decir ¡Ánimo campeón!
Levantó el auricular como quien recoge del suelo un pájaro muerto, y del mismo modo se lo llevó al oído.

—Está usted estableciendo línea directa con ignominiosos abismos de insondable maldad y putrescencia venida de un lugar jamás horadado por la insignificante criatura que los ilusos dan en llamar ser humano —anunció a través del aparato. Tía Lillian se cubrió la boca con la mano—. ¿Qué se le ofrece?

—¡Están pasando! —masculló una voz al otro lado de la línea—. ¡La lluvia ha emborronado los sellos del suelo! Jamás habría previsto un temporal tan fuerte. Sale humo de la pared. ¡Socorro! Ya se acercan… ¡que alguien me ayude! ¡Oh, Dios, sus colmillos!

Las esquinas de la boca junto al teléfono se curvaron.

—Belknapius, te sugiero que elimines el melodrama de esa escena. Que un caballero esté a punto de ser devorado por horrendas entidades surgidas de más allá del espacio y el tiempo no es razón suficiente para que pierda la compostura.
Fantascy
ISBN: 9788415831051
576 páginas
18,90 euros
http://www.papelenblanco.com/resenas/los-nombres-muertos-de-jesus-canadas?utm_source=NEWSLETTER&utm_medium=DAILYNEWSLETTER&utm_content=POST&utm_campaign=29_Apr_2014+Papel+en+blanco&utm_term=CLICK+ON+CONTENT

lunes, 28 de abril de 2014

Leiva Terriblemente cruel

Bob Dylan

El recado de Elena Poniatowska

Aquí tienen un cuento de la última Premio Cervantes leído por ella misma. Añadí el vídeo subtitulado para que sea más fácil la lectura. Presten atención al punto de vista desde el que está escrito y en el tono utilizado. 



El recado. Elena Poniatowska

Dinora Fernández Alonso
Aquí tienen un cuento de la última Premio Cervantes leído por ella misma. Añadí el vídeo subtitulado para que sea más fácil la lectura. Presten atención al punto de vista desde el que está escrito y en el tono utilizado. 
Vine Martín, y no estás. Me he sentado en el peldaño de tu casa, recargada en tu puerta y pienso que en algún lugar de la ciudad, por una onda que cruza el aire, debes intuir que aquí estoy. Es este tu pedacito de jardín; tu mimosa se inclina hacia afuera y los niños al pasar le arrancan las ramas más accesibles… En la tierra, sembradas alrededor del muro, muy rectilíneas y serias veo unas flores que tienen hojas como espadas. Son azul marino, parecen soldados. Son muy graves, muy derechas. Tú también eres un soldado. Marchas por la vida, uno, dos, uno, dos… Todo tu jardín es sólido, es como tú, tiene una reciedumbre que inspira confianza.
Aquí estoy contra el muro de tu casa, así como estoy a veces contra el muro de tu espalda. El sol da también contra el vidrio de tu ventana y poco a poco se debilita porque ya es tarde. El cielo enrojecido ha calentado tu madreselva y su olor se vuelve aún más penetrante. Es el atardecer. El día va a decaer. Tu vecina pasa. No sé si me habrá visto. Va a regar su pedazo de jardín. Recuerdo que ella te trae una sopa de pasta cuando estás enfermo y que su hija te pone inyecciones… Pienso en ti muy despacito, como si te dibujara dentro de mí y quedaras allí grabado. Quisiera tener la certeza de que te voy a ver mañana y pasado mañana y siempre en una cadena ininterrumpida de días; que podré mirarte lentamente aunque ya me sé cada rinconcito de tu rostro; que nada entre nosotros ha sido provisional o un accidente.
Estoy inclinada ante una hoja de papel y te escribo todo esto y pienso que ahora, en alguna cuadra donde camines apresurado, decidido como sueles hacerlo, en alguna de esas calles por donde te imagino siempre: Donceles y Cinco de Febrero o Venustiano Carranza, en alguna de esas banquetas grises y monocordes rotas sólo por el remolino de gente que va a tomar el camión, has de saber dentro de ti que te espero. Vine nada más a decirte que te quiero y como no estás te lo escribo. Ya casi no puedo escribir porque ya se fue el sol y no sé bien a bien lo que te pongo. Afuera pasan más niños, corriendo. Y una señora con una olla advierte irritada: “No me sacudas la mano porque voy a tirar la leche…” Y dejo este lápiz, Martín, y dejo la hoja rayada y dejo que mis brazos cuelguen inútilmente a lo largo de mi cuerpo y te espero. Pienso que te hubiera querido abrazar. A veces quisiera ser más vieja porque la juventud lleva en sí, la imperiosa, la implacable necesidad de relacionarlo todo al amor.
Ladra un perro; ladra agresivamente. Creo que es hora de irme. Dentro de poco vendrá la vecina a prender la luz de tu casa; ella tiene llave y encenderá el foco de la recámara que da hacia afuera porque en esta colonia asaltan mucho, roban mucho. A los pobres les roban mucho; los pobres se roban entre sí… Sabes, desde mi infancia me he sentado así a esperar, siempre fui dócil, porque te esperaba. Te esperaba a ti. Sé que todas las mujeres aguardan. Aguardan la vida futura, todas esas imágenes forjadas en la soledad, todo ese bosque que camina hacia ellas; toda esa inmensa promesa que es el hombre; una granada que de pronto se abre y muestra sus granos rojos, lustrosos; una granada como una boca pulposa de mil gajos. Más tarde esas horas vividas en la imaginación, hechas horas reales, tendrán que cobrar peso y tamaño y crudeza. Todos estamos –oh mi amor– tan llenos de retratos interiores, tan llenos de paisajes no vividos.
Ha caído la noche y ya casi no veo lo que estoy borroneando en la hoja rayada. Ya no percibo las letras. Allí donde no le entiendas en los espacios blancos, en los huecos, pon: “Te quiero…” No sé si voy a echar esta hoja debajo de la puerta, no sé. Me has dado un tal respeto de ti mismo… Quizá ahora que me vaya, sólo pase a pedirle a la vecina que te dé el recado: que te diga que vine.

Elena Poniatowska

http://lenguayliteratura.org/literatura/el-recado-elena-poniatowska/

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domingo, 27 de abril de 2014

Spielberg adaptará "El gran gigante bonachón" de Roald Dahl

BFG - Gigante Bonachón
Cualquiera diría que quedan pocas obras por adaptarse en este mundo, tan pocas que se empiezan a repetir. Bromas aparte hay que tener en cuenta que hay muchos cuentos y relatos que admiten más de una visión cinematográfica. Ahora le toca el turno a 'El Gran Gigante Bonachón' ('The BFG', 1982), de Roald Dahl que será adaptada por Steven Spielberg en 2016.
'El Gran Gigante Bonachón' cuenta la historia de Sofía, una pequeña niña internada en un orfanato. Un día se desvela a medianoche, la hora bruja, y observa atónita cómo un ser gigante con una trompeta y maleta va de casa en casa soplando una especie de polvo. Sofía es descubierta y el único gigante bueno se la llevará al País de los Gigantes.
La idea de Spielberg y Dreamworks, que será la major encargada de su adaptación, será rodar en imagen real durante 2015 para estrenar 'The BFG' en 2016. No es la primera vez que se adapta este cuento de Dahl, ya tuvo su versión animada en forma de telefilm británico. Y la verdad, tengo ganas de ver esta versión en imagen real del cuento sobre todo porque Spielberg suele acertar bastante con los relatos infantiles. Habrá que estar atentos al desarrollo de esta película.

sábado, 26 de abril de 2014

Nardelito

En los alrededores de una gran ciudad, vivía cierta vez una mujer viuda que se llamaba Gretonia.
Si bien era de escasa cultura, no le faltaba inteligencia y criterio para desenvolverse en cada una de las oportunidades de su laboriosa existencia.

Habitaba en una modesta casita un tanto aislada. Vivía con ella su único hijo llamado Nardelito, muchacho obediente y respetuoso, pero muy tonto.

La pobre mujer pensaba a menudo: “¿Cómo se las arreglará Nardelito cuando yo muera? Cree todo lo que le dicen y es muy fácil engañarlo. ¡Si por lo menos fuéramos ricos! … ”

Un día, Gretonia dijo a su hijo:

       –Nardelito: debo ir al mercado de la ciudad para vender esta pieza de tela. En el corral he dejado la clueca, que esta empollando. Llévale de comer; pero evita que se entretenga mucho tiempo fuera del nido. De otro modo, los huevos se enfriarán y se echarán a perder. Si haces todo como es debido, la próxima vez iras tú a la ciudad.

Nardelito se puso contento por la promesa de la madre. Aseguró que cumpliría el encargo con diligencia y atención y que en ello pondría sus cinco sentidos. .  .
Efectivamente a eso del mediodía, el jovencito entro en el corral con un puñado de maíz. La clueca abandonó el nido y se puso a comer con avidez.  Como quedo con hambre, siguió buscando granos por todo el corral, dejando en descubierto los huevos de su nido.

Nardelito, de acuerdo con la recomendación de la madre, se dirigió a la gallina y le gritó:

       –¡Vamos! ¡Basta ya de comer! ¡Los huevos se enfrían!
La clueca siguió buscando comida por el corral, y el joven intento conducirla al nido. Con cautela, se le aproximó cantando:

Gallinita, gallinita.
No me hagas enojar.
¡Vuelve, vuelve a tu nidito!
¡Vamos, vuélvete a empollar!

La desobediente huyó en cuanto Nardelito se le acercó, y éste empezó entonces a perseguirla. Después de varios intentos de alcanzarla, el perseguidor tuvo una idea desdichada. Para atemorizar al ave y obligarla a volver al nido, se le ocurrió arrojarle un leño. El tiro fue tan certero que la pobre gallina murió del golpe.

       –¿Qué hago ahora? –se dijo Nardelito; sin la cuecla, los huevos están perdidos. Para que no ocurra lo mismo con la gallina muerta, la desplumare y la enfilaré en el asador. Por lo menos, cuando vuelva mamá encontrará preparada una buena cena.

Promediaba la tarde cuando un olorcito a carne asada se expandía por todo el ámbito de la casa. Nardelito, orgulloso del asado que estaba atendiendo, pensó recibir plácemes y elogios de su mamá. Extendió el mantel de los domingos sobre la mesa, acomodó los platos y los cubiertos y, cuando consideró que la gallina estaba a punto, la sacó del asador y la colocó en una fuente.

       –Esta cena debe estar acompañada de una jarra de vino.–se dijo Nardelito, y, ni corto ni perezoso, tomó una jarra y bajo al sótano. Abrió la canilla del vino tinto y esperó que el recipiente se llenara. En ese instante oyó un ruido de platos rotos.
       –¿Qué habrá pasado? ¡Ah, debe ser el gato! Seguramente se ha encaramado sobre la mesa y se ha apoderado de la gallina asada.

Mientras pensaba en todo esto y lo decía en voz baja, Nardelito corrió escaleras arriba. En efecto, el gato se había apoderado de la gallina y ya se disponía a devorarla.
Con tono persuasivo, Nardelito dijo al ladrón:

Ladronzuelo, ladronzuelo:
Tú no debes devorar
La gallina de la cena
Que yo estoy por preparar.

Antes de que el joven quitara la presa al pequeño felino doméstico y volviera a colocarla en otra fuente cubierta, pasaron algunos minutos.

Cuando Nardelito bajó de nuevo al sótano encontró con que esté estaba inundado, pero no de agua, sino de vino tinto. ¿Qué había ocurrido? Cuando subió de prisa a rescatar la gallina de las garras del gato, había dejado abierta la canilla del tonel.

       –¿Qué hacer ahora? –se dijo el infeliz, y al pronto se le ocurrió remediar tanto el desastre echando aserrín sobre el vino. Subió de nuevo y volvió con un saco, cuyo contenido vació sobre el piso en la penumbra del sótano.


Cuando se dispuso a plegar el saco vacío, Nardelito advirtió que éste no era el de aserrín sino el de harina. Su desesperación fue grande. Se echó de bruces sobre la cama y lloró amargamente. Al cabo de media hora se quedo dormido.

Cuando volvió la madre, al sentir tan fuerte olor de vino y al ver al hijo dormido en pleno día, creyó que éste se había emborrachado. Lo sacudió violentamente y advirtió que el jovencito había estado llorando.

       –¿Qué te pasa, hijo? –preguntó asustada, la buena mujer.
       –Todo me sale mal, mamita. Di de comer a la gallina y ésta no quiso volver al nido. Quise obligarla y le arrojé un leño, con tan mala suerte que la maté. Ya que se perdieron los huevos que estaba empollando, traté de aprovechar la gallina. La desplumé y la enfilé en el asador. Pensé prepararte una rica cena y tendí el mantel. Coloqué la gallina asada en una fuente, entré dos platos. Baje al sótano a llenar una jarra de vino tinto. Mientras ésta se llenaba oí un ruido de platos rotos. Era el gato qué se había encaramado sobre la mesa y, al arrastrar la gallina, había roto la fuente. Mientras perseguía al gato y le quitaba la presa, la canilla del tonel seguía abierta. Me había olvidado de cerrarla. Al bajar al sótano vi que éste estaba inundado. Vine a buscar el saco de aserrín para echar el contenido sobre el piso mojado por el vino. Después me di cuenta que había tomado el saco de la harina en lugar del saco de aserrín.
       – !Bueno, hijo; no es para desesperarse! Una desgracia puede ocurrirle a cualquiera.
       –¡Pero es que son muchas desgracias juntas, mamita! ¡Yo quiero morirme! ¡Todo me sale mal!

La madre trató de consolar a aquel hijito de buen corazón, pero no tuvo éxito. En efecto éste insistía en que quería morirse. En un descuido de la buena mujer se introdujo el en horno, de modo que cuando ella metió ramas en él para calentarlo, advirtió que el joven estaba allí con el propósito de dejarse quemar. El corazón de la pobre madre se conmovió al comprobar el mal efecto que los desaciertos producían en su hijo. Para animarlo, le propuso comer la gallina, y mientras cenaban, le habló del mercado de la ciudad.

       –Hoy he vendido a buen precio la pieza de tela que llevé. Mañana podrías ir tú a vender la otra pieza que he tejido, ¿Qué te parece?

Nardelito salto de contento y corrió a besar a su mamá.

Al día siguiente, la madre entregó a Nardelito una pieza de tela y le dijo:
       –Pon atención que se te acerquen en el mercado. Debes saber hijo mío, que hay buena gente y tipos embrollones. Los deshonestos y engañadores son los que hablan mucho. Cuídate de ellos. Hay refrán que dice: “Quien mucho habla mucho engaña”.

       –No temas, mamá; nadie me engañará. Me alejaré de los charlatanes.

Al día siguiente el niño se levanto temprano y partió.
Una vez en el mercado de la ciudad, Nardelito anunció su tela entre la multitud:

       –¡Vendo una pieza de tela! ¿Quién me compra esta hermosa tela tejida a mano?
Un hombre se le acercó y le pregunto:

      –¿Es realmente una tela tejida a mano la que vendes? ¿Cuánto mide? ¿Qué precio tiene?
      –Amigo mío –respondió Nardelito, hablas demasiado. “Quien mucho habla mucho engaña”.

El hombre creyó que se trataba de un loco y se alejó.

Una señora que oyó pregonar una tela tejida a mano preguntó:

       –¿Me permites examinarla? ¿Cuánto mide? ¿Cuál es el preció?
       –Mucha charla, señora, la suya. No quiero relaciones con charlatanes.

Durante todo el día, Nardelito estuvo ofreciendo su mercadería y alejando, luego, a los posibles compradores. Había interpretado las recomendaciones de su madre de tal manera que todos le parecían excesivamente habladores, y, en consecuencia, engañadores.

Desilusionado por su fracaso como vendedor, al anochecer el joven emprendió el regreso. Al pasar por un palacete rodeado de un parque, se sentó a descansar sobre el muro bajo que lo separaba del camino. Al cabo de un rato distinguió entre unos arbustos del parque a un hombre que permanecía quieto y mudo. Lo miró largamente y pensó:

       –Este hombre debe ser muy honesto. No habla si no es interrogado. Decidió ofrecerle la tela y se acercó a los arbustos.
       –¿Quieres comprarme una pieza de tela?

Como no obtuvo respuesta, Nardelito confirmó su opinión de que se trataba de un hombre de pocas palabras.

       –Se trata de una tela tejida a mano

Insistió el joven, ya convencido de la honestidad de aquel posible comprador.
Pero la oferta tampoco mereció respuesta. Es que no se trataba de un hombre si no una vieja estatua, a la que la humedad había cubierto de musgo.

       –Ya que demuestras ser hombre de pocas palabras, considero que eres el cliente que me conviene –dijo el vendedor.

Como tampoco obtuvo respuesta, al buen Nardelito se le ocurrió la idea de dejar a aquel cliente la pieza de tela, para que pudiera examinarla.

–Comprendo –dijo, colocando la tela sobre un brazo de la estatua. Querrás, seguramente, examinarla a la luz del día. Y bien, te la dejo. Mañana vendré a tratar el precio.

Cuando Gretonia vio llegar a su hijo sin tela y sin dinero, exclamó:

       –¡Lo tengo merecido! Este hijo mío no hace nada a derechas.
       –No creas, mamá –replicó Nardelito; te aseguro que aquel hombre era de tan pocas palabras que ni siquiera respondió a todas mis preguntas. Estoy seguro de que es un hombre honesto y justo. Mañana iré allá y seguramente me pagara un buen precio por la tela.

A la mañana siguiente, el jovencito se levantó temprano y, sin despedirse de la madre, que dormía aun, se dirigió al palacete en cuyo parque se hallaba el cliente mudo. Se acercó a la estatua y advirtió que la tela no colgaba de su brazo.  ¡Claro!: un viandante se la había llevado en cuanto Nardelito se alejó de allí.

      –Veo que la tela te gusta –dijo éste a la estatua, ya que la guardaste. Como no recibió respuesta, insistió:
      –Si es así como yo creo, debes pagarme un justo precio por ella.

Al ver que aquel cliente seguía sin responder, Nardelito perdió la paciencia. Recogió una gruesa piedra, y en tono amenazador, agrego:

       –¡Si no pagas o no me devuelves la tela, te costará muy caro,
En el colmo de la irritación, el joven lanzó con fuerza la piedra contra la estatua. Esta, que estaba sostenida por un débil pedestal carcomido, se derrumbó, dejando un hueco en la base. Dentro de éste hueco Nardelito vio una pequeña tinaja. Levantó la tinaja y exclamó:

       –¡Cuántos botones dorados! ¡Y son parecidos a los que guarda mi madre en el cajoncito secreto del armario! Mamá se pondrá contenta al recibir tantos botones. Ella los aprecia mucho. ¡Ya decía yo que este hombre de pocas palabras debía ser un buen comprador!
Al llegar a su casa, Nardelito entregó la tinaja a la madre diciendo:

       –Aquí tienes, en este cantarillo, un montón de esos vistosos botones dorados que tanto te gustan. ¿No te parece que he obtenido un buen precio por la pieza de tela? Tengo la impresión de que esta vez no tendrás ningún motivo para quejarte de mí, como lo has hecho otras veces. . .

Cuando Gretonia vio aquel montón de monedas de oro, pensó que la tinaja debió haber sido enterrada tiempo atrás. Por el relato de su hijo se dio cuenta de que se trataba de un tesoro oculto. ¡Por fin Nardelito había sido favorecido por la suerte!

La buena mujer guardó en el cajoncito secreto aquellas monedas que su hijo creía que eran botones, pero enseguida pensó que el hallazgo se difundiría por la vecindad. Inútil aconsejar discreción a aquel hijo suyo, tan tonto. ¿Qué hacer? Se le ocurrió una idea: ordenó a Nardelito que se apostara delante de la puerta para llamar al vendedor de requesón cuando éste pasase. Ella subió al techo de la casa y empezó a lanzar puñados de higos secos y pasas de uva.

      –Llueve, mamá! ¡Caen higos y pasas de uva! –exclamo el joven.
      –Bajo enseguida para ayudarte a recogerlos –respondió Gretonia

Días después dos hombres se pusieron a discutir la posesión de una moneda de oro que habían encontrado frente a la casa de Nardelito. Este vio que se trataba de uno de los botones dorados que él había traído en la tinaja repleta, y gritó:

       –Tanta alharaca por un botón dorado! ¡Yo halle una tinaja llena!
       –Dónde encontraste esa tinaja?
Pregunto uno de los hombres
       –Me la dio un caballero. Creo que es el dueño del palacete de las afueras. La tinaja estaba enterrada. . .

Nardelito iba a completar su relato, pero vio que los dos hombres se alejaban apresuradamente.

Al día siguiente el joven fue citado por el juez. Los dos hombres lo habían denunciado. Debía dar cuenta del tesoro que decía haber obtenido de un caballero.

       –¿Es verdad que un caballero te dio una vasija con monedas de oro?
–Pregunto el juez, mirando con severidad al amedrentado Nardelito.
       –No, señor juez –respondió éste con un murmullo, sólo fue una tinaja con botones amarillos.
       –¿Botones? ¿Cuándo sucedió eso?
       –En vísperas de la lluvia extraña.
       –¿Qué lluvia?
     –La tremenda lluvia de higos y uvas pasas, que se produjo hace varios días, nunca he visto otra igual. Cayeron tantos higos ese día, y tantas uvas pasas del cielo, que mi madre y yo tuvimos que abrir el paraguas. . .
       –¡Basta! –gritó el juez. Este muchacho es tonto de remate. Y vosotros –dijo a los denunciantes –seréis multados por denuncia falsa y por traer cuestiones que implican una falta de respeto a la justicia.

Nardelito no comprendió; pero la astuta Gretonia, que había entendido demasiado bien, salió del juzgado arrastrando a su hijo de un brazo, felicitándose por el inesperado final del juicio.